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INTERNACIONAL<br />

VENEZUELA:<br />

UNIDAD, DIVISIÓN, SÍNTESIS<br />

7/03/2012<br />

Nº <strong>161</strong><br />

Martín Santiváñez Vivanco es investigador del Navarra Center for International<br />

Development de la Universidad de Navarra<br />

Seguidores de Henrique Capriles celebran su victoria, el pasado 12 de febrero en Caracas, en las elecciones primarias<br />

para elegir al candidato de la oposición a la presidencia de Venezuela.<br />

AFP PHOTO/Juan Barreto


Pro rege est regulus, pro regno fragmina regni<br />

Floro de Lyon 1<br />

Hay algunas voces, decía Chateaubriand, que tienen algo de sagrado porque<br />

surgen del sepulcro 2 . Cuando se analiza la situación política de Venezuela<br />

y, en particular, el clima de división que caracteriza al país, acude a<br />

nuestra mente una sentencia de ultratumba, aquella que el Libertador Simón Bolívar<br />

dijo a los legisladores venezolanos en el discurso de Angostura: “Para sacar<br />

de este caos a nuestra naciente República, todas nuestras facultades morales<br />

no serán bastantes si no fundimos la masa del pueblo en un todo; la composición<br />

del gobierno en un todo; la legislación en un todo y el espíritu nacional en<br />

un todo. Unidad, unidad, unidad. Unidad debe ser nuestra divisa” 3 . En efecto, la<br />

unidad es el antídoto a la crisis que atraviesa Venezuela, un país escindido por<br />

la larga sombra del mesianismo ideologizado.<br />

La enfermedad del presidente Hugo Chávez desequilibra el modelo estatal<br />

socio-populista que el chavismo ha implantado en Venezuela desde que asumió<br />

el poder en 1999. Hace unos días, cuando el líder de la revolución bolivariana se<br />

despidió de sus seguidores antes de partir para Cuba resumió su pensamiento<br />

político en estas líneas: “me voy a dar esta nueva batalla y derrotar a la amenaza<br />

que está por dentro. A derrotar y dejar los crespos hechos a quienes muchas<br />

1 “Donde hubo un rey / hay un reyezuelo / en lugar de reino / pedazos de reino”. La frase figura en el estupendo<br />

libro Los reinos del Perú. Apuntes sobre la monarquía peruana del jurista limeño de estirpe venezolana<br />

Fernán Altuve-Febres Lores (Dupla editorial, Lima, 2001) p. 7 y denota la persistente debilidad<br />

republicana de Venezuela, extensiva a toda la región, desde el colapso del Imperio español.<br />

2 Cfr. François-René de Chateaubriand, Memorias de Ultratumba I (Acantilado, Barcelona, 2006) p. 9.<br />

3 Simón Bolívar, Obra política y constitucional. Estudio preliminar, antología y notas de Eduardo Rozo Acuña<br />

(Tecnos, Madrid, 2007) p. 91.<br />

2


“El chavismo es el producto de una sociedad compleja, profundamente<br />

desigual. La historia venezolana no se comprende sin el caudillismo. Y a los<br />

caudillos solo los derrota la unidad”<br />

veces, desde filas contrarrevolucionarias llenas de odio, piensan que Chávez se<br />

acabó. Chávez no se acabará porque Chávez ya no soy yo, Chávez está en las<br />

calles y se hizo pueblo y se hizo esencia nacional” 4 . El presidente no exagera. Su<br />

desaparición física no liquida la cultura política que explica su encumbramiento.<br />

El chavismo es el producto de una sociedad compleja, profundamente desigual.<br />

La historia venezolana (Páez, Gómez, Pérez Jiménez, etc.) no se comprende sin el<br />

caudillismo 5 . Y a los caudillos solo los derrota la unidad.<br />

El populismo latinoamericano, sin dejar de ser un estilo concreto de la acción<br />

pública, está enraizado en una cultura política proclive al autoritarismo y a la sacralización<br />

de los detentadores del poder 6 . Así ha sido con todos los césares latinos,<br />

desde Porfirio Díaz hasta Perón, especialmente con los militares 7 . El culto<br />

a la personalidad es anterior a las repúblicas y se hunde en los grandes imperios<br />

del pasado. Bolívar republicaniza el deísmo cultural y lo fomenta. La “oración<br />

de Pucará” recitada por José Domingo Choquehuanca en honor al Libertador de-<br />

4 Declaraciones del presidente Hugo Chávez antes de viajar a Cuba para someterse a una nueva intervención<br />

quirúrgica. En: http://www.elmundo.es/america/2012/02/24/venezuela/1330120626.html.<br />

5 Vid., por todos, Alfredo Barnechea, El edén imperfecto (Fondo de Cultura Económica, Lima, 2005) pp. 77-<br />

79.<br />

6 Hay una cultura política latina como existe, a su vez, una identidad regional. Discrepo profundamente de visiones<br />

simplificadoras que distinguen matrices segmentadas (indígena, afroamericana e ibérico-criolla).<br />

Vid., por ejemplo, Néstor García Canclini, “Las culturas latinoamericanas en 2011” en Celestino del Arenal<br />

y José Antonio Sanahuja (coordinadores), América Latina y los Bicentenarios: una agenda de futuro (Fundación<br />

Carolina, Madrid, 2010) p. 327. Latinoamérica se caracteriza por su mestizaje integrador.<br />

7 El chavismo, en tanto estilo político autoritario, fomenta la creencia cultural de que “un gobierno militar puede<br />

resolver algunos problemas”. Cfr., en este sentido, Valia Pereira Almao, “Fortalezas y debilidades de la actitud<br />

democrática en Venezuela”, en América Latina Hoy. Revista de Ciencias Sociales 32 (2002) 129.<br />

3


“Bolívar buscaba la unidad en torno a visiones voluntaristas. El chavismo, por<br />

el contrario, se alimenta de la criminalización discursiva de sus rivales políticos.<br />

La antítesis chavista es violenta, rupturista, totalitaria en su cosmovisión”<br />

nota el profundo mesianismo de nuestros pueblos: “Quiso Dios formar de salvajes<br />

un gran imperio; creó a Manco Cápac; pecó su raza y lanzó a Pizarro. Después<br />

de tres siglos de explotación ha tenido piedad de la América y os ha enviado<br />

a vos. Sois pues, el hombre de un designio providencial” 8 .<br />

El chavismo explota esta vertiente mesiánica y su impulso redentorista. Toynbee<br />

tenía razón cuando aseguró que el marxismo, de alguna forma, es una herejía<br />

judeo-cristiana, una desviación política que precisa de un caudillo<br />

–“redentor” según el último Krauze 9 – capaz de conducir al pueblo para, alternativamente,<br />

liquidar a la fronda aristocrática o protegerla de las masas golpistas.<br />

El chavismo busca, en la vieja tradición radical latina, renovar el orden público mediante<br />

el control del aparato estatal. Toda la teoría de la emergencia plebeya es<br />

incomprensible sin la instrumentalización del Estado, la “captura del poder”<br />

(signo inequívoco de la matriz marxista) se materializa cuando el caudillo se funde<br />

con las instituciones. La construcción de una nueva sociedad mediante el despliegue<br />

del binomio ogro filantrópico-monstruo interventor es un rasgo esencial de<br />

las autocracias. El populismo latinoamericano es un fenómeno íntimamente ligado<br />

al diseño estatal, a su estructura de incentivos. Por eso, para reformar la<br />

democracia venezolana, es preciso, como condición previa, dominar la teoría del<br />

Estado chavista, una estructura popular en cuanto refleja una cultura política consolidada,<br />

ampliamente compartida por la población.<br />

8 Cfr. Hugo Neira (compilador), Sueño y pasión por el Perú. Apuntes sentimentales (Biblioteca Nacional del<br />

Perú, Lima, 2008) p. 30.<br />

9 Cfr. Enrique Krauze, Redentores. Ideas y poder en América Latina (Debate, Barcelona, 2011) pp. 13-16.<br />

4


Chávez acierta cuando afirma que, si se extingue su vida física, el espíritu de la<br />

revolución permanecerá “en el cuerpo nacional, en el alma nacional, en la tierra nacional”.<br />

En puridad, el caudillismo chavista es una expresión de esa cultura (civic<br />

culture) interiorizada a lo largo de los siglos. Todo el discurso de la psicología nacional,<br />

tan propio del novecientos latino, emerge cuando los caudillos asumen el<br />

poder. El mesianismo es, en esencia, una teología de poder (“Despierto cada cien<br />

años cuando despierta el pueblo”) 10 . Por eso, en tanto reproductor artificial del corpus<br />

mysticum eclesial, el populismo bolivariano (en su variante mesiánica) apela<br />

al sentido “misional” de la política social. Este mesianismo es el que permite que<br />

el caudillismo continúe siendo una amenaza aunque Chávez desaparezca de la<br />

escena pública. Bajo las ruinas deseadas del chavismo subyace una cultura particular,<br />

un ethos firme, un “alma nacional” (según el vocabulario noventayochista)<br />

proclive al pretorianismo, deudor del autoritarismo, reo de las clientelas regionales<br />

y el feudalismo electoral. La enfermedad no solo la padece Hugo Chávez. El cáncer<br />

corrompe a gran parte de una sociedad que se alimenta del Estado de manera<br />

consuetudinaria. A la Venezuela chavista es posible aplicarle la sentencia de Manuel<br />

González Prada: “donde se aplica el dedo, brota pus” 11 .<br />

La tesis de la unidad formal<br />

La democracia virtualmente bipartidista que dominó el panorama político venezolano<br />

desde 1959 por espacio de cuarenta años fue incapaz de distribuir riqueza<br />

de manera eficiente y construir un sistema político inclusivo comprometido<br />

con el desarrollo. Pese a la riqueza petrolera, la clase política venezolana no<br />

pudo consolidar una democracia de calidad y crear un entramado institucional<br />

moderno, impersonal, libre de componendas partidistas e hipotecas económi-<br />

10 Se trata del famoso verso de Un canto para Bolívar de Pablo Neruda, también reflejo del mesianismo bolivariano.<br />

Cfr. Pablo Neruda, Antología General (Real Academia Española-Asociación de Academias de la Lengua<br />

Española, Madrid, 2010) p. 174.<br />

11 Cfr. Manuel González Prada, Páginas Libres. Horas de Lucha (Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1976) p. 107.<br />

5


cas. En el fracaso del pacto de “Punto Fijo”, paradójicamente instaurado para frenar<br />

el autoritarismo, está el origen del chavismo.<br />

“Punto Fijo” fue, a pesar de todo, un intento de unidad nacional, un paso decidido<br />

hacia la corporativización del poder estatal. Se trató, esencialmente, de la<br />

unificación de los partidos con el fin de establecer ciertos parámetros de gobernabilidad<br />

y alternancia política. Sin embargo, al centrarse en el procedimentalismo<br />

partidista (cuotas de poder y buen gobierno constitucional) antes que en los<br />

problemas sociales, el divorcio entre la ingeniería democrática y las necesidades<br />

del pueblo venezolano provocó el colapso del modelo. Asegurar la supervivencia<br />

de un sistema de partidos con alternancia en el poder no equivale a garantizar la<br />

calidad de la democracia o el desarrollo integral de un país. La poliarquía es más<br />

que un sistema electoral saneado. Por eso, el formalismo de “Punto Fijo”, del<br />

que se beneficiaron sobre todo Acción Democrática y COPEI, palió el estallido social<br />

pero fue incapaz de reducir sustancialmente la inequitativa distribución del ingreso,<br />

generando insatisfacción, desgaste cívico y, con el tiempo, desborde<br />

popular. Una vez más, el país real terminó invadiendo al país formal.<br />

Al perder el control del poder y el petróleo, la oposición inició un proceso de<br />

desgaste inversamente proporcional al de la unidad chavista. A pesar del discurso<br />

presidencial maniqueo (propio del populismo) experto en denunciar los<br />

usos y canales de la política tradicional, el chavismo ha buscado materializarse<br />

en un vehículo partidista: el Partido Socialista Unido de Venezuela<br />

(PSUV) 12 . Así, mientras la oposición ha tardado años en unirse en torno a un liderazgo<br />

común deponiendo momentáneamente banderas ideológicas y proyec-<br />

12 Diversos presidentes populistas en Latinoamérica como Juan Domingo Perón, Lázaro Cárdenas y Getúlio<br />

Vargas, introdujeron un discurso y una praxis antiimperialista en los años 1930 y 1940 y se apoyaron en<br />

partidos políticos para ello. Chávez, tras su discurso antipartidista, ha hecho lo mismo al crear el PSUV. Vid.,<br />

por todos, Steve Ellner, “The Hugo Chávez Phenomenon. Anti-imperialism from Above or Radical Democracy<br />

from Below?” en Fred Rosen (ed.) Empire and Dissent. The United States and Latin America (Duke University<br />

Press, Durham and London, 2008), p. 211.<br />

6


“Solo un bloque opositor con vocación de unidad permanente<br />

en el tiempo podrá desmontar las hipotecas que el Estado chavista ha<br />

impuesto al entramado institucional venezolano”<br />

tos personales, el chavismo ha construido una máquina electoral potente, un partido<br />

de cuadros y de masas, con ideología y estructura, siguiendo el modelo de<br />

Lula da Silva (PT) y Fidel Castro (PCC). El chavismo, un movimiento que se reivindica<br />

postpartidista, deposita su herencia política en un partido de diseño tradicional.<br />

Se trata de una máquina ideológica financiada por el petróleo, un recurso<br />

geoestratégico esencial en el nuevo orden global (Estados Unidos importa el 60%<br />

de su consumo; China, el 50% y lo doblará para el 2025; India cuadruplicará el<br />

uso de petróleo de aquí al 2030). El petróleo es un recurso instrumentalizado no<br />

solo por el régimen chavista (en el desarrollo de su política populista), sino también<br />

por una clase dirigente que pretendió reproducir en menor escala las prerrogativas<br />

económicas de la gran burguesía estadounidense y europea. Dicha<br />

elite demostró a lo largo de cuarenta años de gobierno un profundo desdén por<br />

la realidad nacional y un egoísmo fenicio que precipitó la irrupción del chavismo.<br />

El desprestigio de la clase política permitió el retorno del discurso populista.<br />

Parafraseando a Riva Agüero, es posible sostener que “semejantes clases superiores”<br />

favorecieron el regreso del sultanismo estatal, un movimiento destinado<br />

a finiquitar el festín de Baltazar de una elite ausente, presa del más peligroso rastacuerismo.<br />

El triunfo chavista provocó, para esta clase dirigente, “la convalescencia<br />

pálida, el anodinismo escéptico, las ínfimas rencillas, el marasmo, la triste<br />

procesión de las larvas grises” 13 . En suma, la división en táctica y estrategia, la dispersión<br />

en el voto. La tesis de la unidad formal terminó colisionando con la realidad.<br />

Frente a esta herencia de cainismo latente y consenso partidista sin respaldo<br />

popular, fondo ni proyecto, el chavismo pudo imponerse con relativa facilidad.<br />

13 José de la Riva Agüero, Obras completas IX (Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1969) p. 160.<br />

7


La antítesis de la división chavista<br />

Si el chavismo ha triunfado en Venezuela ello se debe, en gran medida, a que su<br />

actuación está respaldada por una cultura política deudora del Estado expropiador.<br />

Una cultura que prioriza el asistencialismo orgánico. Una cultura legitimada por elites<br />

capaces de exacerbar la función social de la propiedad hasta desvirtuarla completamente.<br />

Si Octavio Paz habló del “ogro filantrópico” para describir a las<br />

estructuras estatales que alimentan el populismo con recursos públicos, también<br />

es posible resaltar la existencia del otro rostro del Jano estatal latino, la faz del<br />

“monstruo interventor”, subespecie de “Leviatán confiscatorio”. Este, merced a<br />

un proceso de reingeniería institucional, y bajo el paraguas de una transformación<br />

legal inclusiva, mina las bases de la seguridad jurídica, fomentando el intervencionismo<br />

político. Esta doble dimensión filantrópica-confiscatoria caracteriza al Estado<br />

chavista. En un sistema delineado bajo estos parámetros la legalidad se<br />

considera, según la vieja concepción leninista, un mero “fetichismo burgués”.<br />

El chavismo se construye sobre esta cultura política y, aunque se proclama bolivariano,<br />

actúa contra la gran tradición unionista del Libertador, ya que promueve<br />

los cleavages o escisiones, polariza, segmenta y mantiene un discurso de división<br />

intranacional. El republicanismo clásico que inspiró a Bolívar ha sido suplantado<br />

por una ideología radical y un lenguaje combativo, de raíz militar. Chávez, a diferencia<br />

de Bolívar, no encarna el consenso partidista en torno a un proyecto nacional.<br />

El chavismo renuncia a la unidad de los partidos y apela a la unidad de<br />

destino, a la utopía indicativa, al mesianismo proletario. El chavismo, por tanto,<br />

es un caudillismo schmittiano, desintegrador, sujeto activo de la relación “amigoenemigo”<br />

14 . Bolívar, como es obvio, libraba batallas políticas con el objeto de<br />

asentar su posición, pero evitaba (salvo casos extremos) la división nacional (“Si<br />

14 El que mejor ha comprendido (y en muchos extremos, superado) el pensamiento schmittiano ha sido el jurista<br />

Álvaro d’Ors. Vid., sobre la discriminación amigo-enemigo, Bien común y enemigo público (Marcial Pons,<br />

Madrid, 2002) p. 50.<br />

8


“Es preciso consolidar un partido político que aglutine a las nuevas generaciones,<br />

que apueste por la juventud y el emprendimiento, con visión a largo plazo, capaz<br />

de generar estructura y recursos, dispuesto a defender valores y principios”<br />

mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré<br />

tranquilo al sepulcro”) 15 . Al menos, en sus momentos de mayor esperanza,<br />

Bolívar buscaba la unidad en torno a visiones voluntaristas como la “Gran Colombia”.<br />

El chavismo, por el contrario, se alimenta de la criminalización discursiva<br />

de sus rivales políticos. La antítesis chavista es violenta, rupturista,<br />

totalitaria en su cosmovisión. Aunque algunos politólogos de orientación progresista,<br />

en un exceso de sofisticación sesgada, pretenden ubicar al chavismo en<br />

el espectro de los nuevos “autoritarismos competitivos”, toda la historia y la praxis<br />

chavista responde a una familia tradicional de regímenes: el de las autocracias<br />

latinas y los cesarismos populistas.<br />

La antítesis chavista, en tanto mesianismo político, no admite interpretaciones<br />

que emanen de extramuros distintas a la ortodoxia. Semejante exigencia de<br />

pureza discursiva se aleja del último Bolívar, el más completo, aquel que ve en<br />

la unidad el valor esencial del orden público. En este sentido, el socialismo del<br />

siglo XXI actúa como glosa herética del discurso bolivariano, un proyecto esencialmente<br />

superior porque buscaba integrar en el plano nacional a las facciones<br />

internas sin dejar de lado el sueño panamericano, la virtus como fundamento de<br />

la acción pública y la construcción de instituciones mediatizadas por el “poder<br />

moral”.<br />

Así, la antítesis chavista desvirtúa la tradición bolivariana no solo en el extremo<br />

de la unidad nacional, también en la conformación del modelo estatal. La<br />

15 Simón Bolívar, Obra política y constitucional. Estudio preliminar, antología y notas de Eduardo Rozo Acuña (Tecnos,<br />

Madrid, 2007) p. 203.<br />

9


epública bolivariana aspiraba al gobierno de los mejores. He aquí una constante<br />

en el discurso político del Libertador. El chavismo, por el contrario, está inmerso<br />

en la construcción de un régimen fundado en el igualitarismo social impuesto de<br />

manera vertical, manu militari. La sociedad de masas chavista poco tiene que ver<br />

con el corporativismo bolivariano, un Estado en forma, de funciones diferenciadas<br />

16 . Bolívar, celoso de su gloria, quería para la América Hispana regímenes<br />

ilustrados, idealistas si se quiere, pero respetuosos del Estado de derecho y la<br />

separación de poderes. Por ello, antes que representar al Bolívar histórico, la antítesis<br />

chavista encarna una versión sui géneris del mito bolivariano.<br />

Solo así se explica que Hugo Chávez, en pleno proceso de mitificación socialista<br />

del Libertador, llame “traidor” a José Antonio Páez cuando él mismo se asemeja<br />

a dicha figura histórica. De hecho, en algunos aspectos clave (salvo en el<br />

pacto de Páez con la oligarquía) ambos personajes se mimetizan y Chávez puede<br />

decir de sí mismo lo que Páez le confesó a Santander en 1822: “Yo he sido uno<br />

de los altos representantes acostumbrado a obrar por sí […], yo mandé un cuerpo<br />

de hombres sin más leyes que mi voluntad, yo grabé moneda e hice todo aquello<br />

que un señor absoluto puede hacer en sus Estados” 17 . Con todo, Páez, a su manera,<br />

también aspiraba a la unidad nacional, tutelada por el gendarme necesario.<br />

El componente sectario de la antítesis chavista está íntimamente ligado a la<br />

matriz socialista de su pensamiento. El resentimiento social cultivado a lo largo<br />

de la era de “Punto Fijo” ha sido potenciado desde 1999 por una ideología que<br />

defiende la “lucha de clases” como instrumento de redención popular. No olvidemos,<br />

además, que el PSUV se define como un partido “anticapitalista y an-<br />

16 A diferencia del Natural State de acceso limitado, relaciones jerarquizadas e inseguridad jurídica que es,<br />

en esencia, el Estado chavista. Cfr., en este extremo, la díada propuesta (Natural States / Open Access Orders)<br />

por Douglass C. North, John Joseph Wallis y Barry R. Weingast en Violence and Social Orders. A Conceptual<br />

Framework for Interpreting Recorded Human History (Cambridge University Press, New York, 2009).<br />

17 Cfr. John Lynch, Caudillos en Hispanoamérica, 1800-1850 (Colecciones Mapfre, Madrid, 1993) p. 255.<br />

10


tiimperialista, socialista, marxista, de moral revolucionaria y vanguardia del proletariado”<br />

18 . La ideología marxista, disfrazada de positivismo científico, influye<br />

de manera decisiva en la polarización social y en la visión escatológica y violenta<br />

de la política chavista (no en vano fue Marx quien en uno de sus poemas publicados<br />

en el Athenaeum berlinés rubricó la siguiente frase: “Proclamaré a gritos<br />

gigantescas maldiciones a la humanidad”) 19 . Combinar el populismo con un discurso<br />

intolerante genera exaltación y desconfianza interpersonal 20 .<br />

Esta polarización es frecuente cuando el discurso político abandona la realidad<br />

y se interna en la propaganda ideológica basada en el mito. José Carlos Mariátegui,<br />

el fundador de la izquierda heterodoxa (la rama más original de la<br />

corriente progresista latina) reivindicó desde posiciones sorelianas la importancia<br />

de la religión (“sabemos que una revolución es siempre religiosa”) 21 y el <strong>papel</strong><br />

decisivo del mito en la política activa. El chavismo es un movimiento que cataliza<br />

mitos políticos. Es por eso que Chávez emplea el mito de Bolívar para motorizar<br />

ideas y pueblos. El proceso de mitificación no se agota con la exaltación<br />

del personaje histórico, en este caso, con la glorificación pública de Bolívar, fuente<br />

de legitimidad del nuevo Estado. La antítesis chavista da un paso más (en el<br />

sendero de Juan Vicente Gómez, Marcos Pérez Jiménez y el propio Carlos Andrés<br />

Pérez) al buscar la unión hipostática de su caudillo con la imagen del Li-<br />

18 Durante su primer congreso (abril 2010), el PSUV declaró su filiación marxista. Se trata de un partido-propiedad,<br />

ya que el líder decide a qué cuadros premia con los puestos más importantes. Cfr. Manuel Hidalgo,<br />

“Las elecciones legislativas venezolanas de 2010: ¿hacia un nuevo mapa político?” en Manuel Alcántara<br />

y María Laura Tagina (eds.), América Latina: política y elecciones del bicentenario (2009-2010) (Centro de Estudios<br />

Políticos y Constitucionales, Madrid, 2011), p. 428.<br />

19 Cfr. Paul Johnson, Intelectuales (Homolegens, Madrid, 2008) p. 103.<br />

20 Sobre el empleo de un lenguaje combativo y militar en el lenguaje chavista, vid., por todos, Thays Adrián,<br />

El uso de la metáfora en Rómulo Betancourt y Hugo Chávez. Un estudio del discurso político venezolano (Editorial<br />

Académica Española, Saarbrücken, 2011) pp. 231-246.<br />

21 En el mismo sentido, José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (Biblioteca<br />

Amauta, Lima, 1995) p. 119, cuando afirma: “La crítica revolucionaria no regatea ni contesta ya a<br />

las religiones, y ni siquiera a las iglesias, sus servicios a la humanidad ni su lugar en la historia”.<br />

11


“El cesarismo solo puede ser conjurado mediante políticas<br />

de libertad solidaria. La crisis engendra caudillos pero también<br />

abre las puertas a la transformación”<br />

bertador. Sin embargo, la tesis chavista no tiene asidero real. Hay tanta diferencia<br />

entre Hugo Chávez y Bolívar como la que existió entre el Libertador y Gaspar<br />

Rodríguez de Francia, el Supremo.<br />

La síntesis de la unidad real<br />

Solo una oposición unida y articulada en un movimiento policlasista es capaz de<br />

vencer a Hugo Chávez. Solo un bloque opositor con vocación de unidad permanente<br />

en el tiempo podrá desmontar las hipotecas que el Estado chavista ha impuesto<br />

al entramado institucional venezolano. Solo una concertación de liderazgo<br />

corporativo, generosa en el reparto de poder y sin ánimo revanchista logrará estabilizar<br />

el país y recapturar el voto social que el chavismo ha fidelizado gracias<br />

a su estrategia clientelista. Oponer al sultanismo estatal un gobierno debilitado<br />

por la pugna interna (una democracia débil) o incrementar la desconfianza popular<br />

empleando un discurso de confrontación atentará contra la gobernabilidad<br />

a mediano plazo. El gobierno de la oposición, que tarde o temprano ha de llegar,<br />

debe ser, por tanto, uno de “reconciliación nacional”.<br />

La oposición venezolana es consciente del enorme reto democrático al que se<br />

enfrenta. No se trata solo de presentarse ante el electorado como una alternativa<br />

válida frente al programa chavista, socialmente apoyado por un sector importante<br />

de la población. También es preciso construir una opción real que frene<br />

la expansión del socialismo del siglo XXI sin caer en los errores de “Punto Fijo”<br />

y rescatando la unidad como valor esencial, eje sustantivo de la nueva etapa política.<br />

Una unidad superior a la tesis formal-partidista porque, sin dejar de lado<br />

el fortalecimiento institucional, aborda el gran problema de fondo: la inclusión y<br />

12


el desarrollo social, la democracia fuerte basada en la distribución real de la riqueza<br />

y en la educación de calidad.<br />

Para ello, la oposición no debe centrar su estrategia electoral en la enfermedad<br />

de Chávez. Personalizar la contienda electoral es soslayar el problema de fondo:<br />

la cultura política que provocó el surgimiento del chavismo, la desestructuración<br />

social, el absentismo de la clase dirigente, la democracia de baja intensidad, la<br />

construcción artificial de instituciones formales que no responden al país real 22 .<br />

El chavismo no morirá con Chávez si la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no<br />

inicia, tras un eventual triunfo, la lenta construcción de instituciones eficientes, sin<br />

caer en anatopismos, bregando por la inclusión social, invirtiendo en la profesionalización<br />

de la administración pública y mejorando la distribución del ingreso.<br />

Cuando Chávez desaparezca, dejará como herencia una sociedad escindida,<br />

una fuerza política que controla numerosas gobernaciones y alcaldías y un Estado<br />

asistencialista, enemigo de la libertad económica 23 . Las Fuerzas Armadas y la industria<br />

petrolera son leales al régimen, aunque la disidencia crece y el chavismo<br />

pierde apoyos en la clase media. Para construir la democracia fuerte y eficiente<br />

que encarne una alternativa válida ante el modelo del socialismo del siglo XXI<br />

hace falta reforzar una maquinaria partidista que consolide la hoja de ruta del movimiento<br />

regenerador. Para ello es preciso consolidar un partido político que aglutine<br />

a las nuevas generaciones, que apueste por la juventud y el emprendimiento,<br />

22 El chavismo ha profundizado la distorsión de la institucionalidad democrática. Vid., al respecto, Allan R.<br />

Brewer-Carías, Dismantling Democracy in Venezuela. The Chávez Authoritarian Experiment (Cambridge University<br />

Press, New York, 2010), pp. 370 y ss. Para el profesor Brewer, los partidos políticos (“completely<br />

crushed and marginalized”) tienen pocas posibilidades de participar ante la ausencia de un sistema equilibrado<br />

de reglas de juego (p. 377).<br />

23 Al respecto, de Terry Miller, Kim R. Holmes y Edwin J. Feulner, el reciente Puntos destacados del índice de Libertad<br />

Económica 2012. Fomento de la oportunidad y la prosperidad económicas (The Heritage Foundation-The Wall<br />

Street Journal, Madrid, 2012) presentado recientemente (21 de febrero de 2012) en la Fundación FAES. En él,<br />

Venezuela ocupa el puesto 174 por debajo, entre otros, de Irán, República Democrática del Congo y Birmania.<br />

http://www.heritage.org/index/default<br />

13


con visión a largo plazo, capaz de generar estructura y recursos, dispuesto a defender<br />

valores y principios. Un partido de amplio espectro ideológico, en torno al<br />

cual se concentre no solo el grueso de la oposición al chavismo sino los sectores<br />

populares que aspiran a un cambio en libertad (bottom-up approach).<br />

Estamos, por tanto, ante la posibilidad real de crear y consolidar una organización<br />

que trascienda el maniqueísmo chavista-antichavista y proponga al país un<br />

nuevo proyecto nacional. En suma, un partido post-Hugo Chávez, una instituciónsíntesis<br />

superadora de las dicotomías que la agenda del gobierno se ha esforzado<br />

en imponer. Una entidad de estas características será capaz de viabilizar transformaciones<br />

a largo plazo, minimizando los personalismos, convocando a los sectores<br />

posibilistas de la Iglesia, los sindicatos, los empresarios y las Fuerzas<br />

Armadas. De lo contrario, el fantasma del patronazgo continuará dominando la<br />

arena política venezolana. El cesarismo solo puede ser conjurado mediante políticas<br />

de libertad solidaria. La crisis engendra caudillos pero también abre las puertas<br />

a la transformación. Se trata, en todo caso, de un camino largo y difícil que los<br />

venezolanos, juntos, tienen que recorrer, con la plena seguridad de que son muchos<br />

los iberoamericanos dispuestos a apoyar la regeneración democrática 24 . Bolívar<br />

tenía razón. Si queremos libertad, la unidad debe ser nuestra divisa.<br />

24 Una regeneración esencialmente valorativa, anclada en la tradición cristiana de Occidente. Vid., por todos,<br />

Francisco José Contreras y Diego Poole, Nueva Izquierda y cristianismo (Ediciones Encuentro, Madrid, 2011).<br />

Sobre la pertenencia de América Latina a Occidente, vid., por ejemplo, Miguel Ángel Cortés y Guillermo<br />

Hirschfeld (coordinadores), América Latina. Una agenda de Libertad (Fundación FAES, Madrid, 2007) y, sobre<br />

todo, por su defensa de una hispanidad funcional, Víctor Andrés Belaunde, Epistolario político con Manuel<br />

Prado e Ismael Bielich (PUCP-Instituto Riva Agüero, Lima, 2009) p. 49.<br />

<strong>papel</strong>es@fundacionfaes.org<br />

FAES Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales no se identifica necesariamente con las opiniones expresadas en los textos<br />

que publica. © FAES Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales y los autores. Depósito Legal: M-42391-2004<br />

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