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Grupos étnicos Bogotá - Observatorio Étnico Cecoin

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HACIA UNA CIUDAD INTERCULTURAL.<br />

VISIÓN PANORÁMICA DE LOS PUEBLOS<br />

INDÍGENAS, AFRODESCENDIENTES,<br />

RAIZAL Y ROM QUE HABITAN EN EL<br />

DISTRITO CAPITAL<br />

ALIANZA ENTREPUEBLOS<br />

BOGOTÁ, D.C. SEPTIEMBRE DE 2004<br />

1


ÍNDICE<br />

HACIA UNA CIUDAD INTERCULTURAL. VISIÓN PANORÁMICA DE<br />

LOS PUEBLOS INDÍGENAS, AFRODESCENDIENTES, RAIZAL Y ROM<br />

QUE HABITAN EN EL DISTRITO CAPITAL.<br />

1. INTRODUCCIÓN.<br />

2. PUEBLO MUISCA.<br />

3. PUEBLO KICHWA.<br />

4. PUEBLO INGA.<br />

5. PUEBLO RAIZAL.<br />

6. PUEBLO ROM.<br />

7. PUEBLOS AFRODESCENDIENTES.<br />

8. OTRA PRESENCIA DE PUEBLOS INDÍGENAS.<br />

9. EPÍLOGO POLÍTICO.<br />

10.BIBLIOGRAFÍA.<br />

EQUIPO DE TRABAJO ALIANZA ENTREPUEBLOS.<br />

2


HACIA UNA CIUDAD INTERCULTURAL.<br />

VISIÓN PANORÁMICA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS,<br />

AFRODESCENDIENTES, RAIZAL Y ROM QUE HABITAN EN EL<br />

DISTRITO CAPITAL *<br />

1. INTRODUCCIÓN:<br />

Desde su misma fundación hispánica <strong>Bogotá</strong>, D.C. --que, valga decirlo, tiene<br />

muchos más años de antigüedad de la que enseña la historia oficial si se<br />

empieza a contar a partir del primer centro poblado, con características ya<br />

urbanas, construido por el pueblo Muisca muchos años antes de la invasión<br />

europea-- se ha caracterizado por ser una urbe multicultural como quiera<br />

que, además de la población mayoritaria blanca-mestiza, han habitado pueblos<br />

de diferente origen étnico y cultural que han realizado inconmensurables<br />

aportes a la construcción de una ciudad más humana, justa y sostenible.<br />

Sin embargo, hay que decirlo, pese a esta enorme diversidad étnica que<br />

enriquece a la ciudad desde sus mismos orígenes, <strong>Bogotá</strong>, D.C. dista mucho de<br />

ser una ciudad intercultural que valore y reconozca el diálogo --mejor sería<br />

decir polílogo-- de saberes y conocimientos que portan los distintos pueblos<br />

que la habitan y residen en ella.<br />

Con el propósito de dar a conocer aspectos importantes acerca de la<br />

situación de los pueblos indígenas, afrodescendientes, Raizal y Rom que viven<br />

en <strong>Bogotá</strong>, D.C. a continuación se hará una breve descripción sobre cada uno<br />

de ellos. Hay que anotar que para el caso de los pueblos indígenas, se hará<br />

énfasis exclusivamente en los pueblos que han logrado mantener, a lo largo de<br />

su proceso histórico como habitantes urbanos, un sentido de cohesión<br />

comunitaria. En ese contexto, además del pueblo Muisca, que es el pueblo<br />

originario de estas tierras, se tendrá en cuenta a los pueblos indígenas que<br />

* En un folleto este artículo apareció publicado <strong>Bogotá</strong>, D.C., en septiembre de 2004,<br />

en desarrollo del Contrato SUB0201240006 suscrito entre la Secretaría de<br />

Gobierno Distrital y la Alianza Entrepueblos, realizado en el marco del Proyecto<br />

PNUD/COL/02/012. Las opiniones expresadas en la presente publicación son<br />

responsabilidad exclusiva de sus autores y no reflejan necesariamente los puntos de<br />

vista ni de la Secretaría de Gobierno de la Alcaldía Mayor de <strong>Bogotá</strong>, D.C., ni del<br />

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Para contactos con la<br />

Alianza Entrepueblos se pueden dirigir a la siguiente dirección electrónica:<br />

entrepueblos@ami.net.co<br />

3


fortalecieron sus procesos migratorios hacia <strong>Bogotá</strong>, D.C, principalmente, a<br />

partir de la década de los cincuenta del siglo pasado.<br />

Desde presencias esporádicas, transitorias y circunstanciales hasta su<br />

asentamiento casi definitivo en la ciudad, los pueblos indígenas migrantes<br />

atravesaron en términos generales cuatro momentos que es preciso tomar en<br />

cuenta. Un primer momento de migraciones esporádicas y eventuales a la<br />

ciudad, que se realizaban con el propósito de conseguir ingresos adicionales<br />

para satisfacer necesidades puntuales, específicas y coyunturales, pero<br />

donde las actividades productivas realizadas en los territorios de origen<br />

seguían siendo la base fundamental para la subsistencia. Un segundo momento<br />

donde la migración a la ciudad se va volviendo cada vez más indispensable,<br />

como quiera que los ingresos obtenidos en la ciudad complementan los que se<br />

obtienen en sus territorios de origen a través de las actividades productivas<br />

que allí desarrollan. Un tercer momento en donde la presencia en la ciudad se<br />

va volviendo cada vez más permanente dado que la fuente de ingresos<br />

obtenida en las incursiones a la ciudad son los que fundamentalmente<br />

garantizan la subsistencia, debido a que actividades productivas en sus<br />

territorios de origen ya no son tan rentables. Un cuarto momento cuando los<br />

ingresos indispensables para la subsistencia son obtenidos exclusivamente en<br />

la ciudad, su asentamiento en ella viene a ser casi definitivo, aunque sin nunca<br />

romper los vínculos simbólicos, rituales y culturales con sus territorios<br />

ancestrales.<br />

2. PUEBLO MUISCA:<br />

El Muisca es el pueblo originario de lo que hoy se conoce como <strong>Bogotá</strong>, D.C.<br />

Desde los siglos VIII y XI después de nuestra era, muy bien adaptado a las<br />

condiciones de la Sabana, ya se encuentran evidencias de poblamiento Muisca,<br />

a orillas del río Tunjuelito.<br />

Pese a que en el imaginario colectivo de los bogotanos el pueblo Muisca<br />

sucumbió totalmente al proceso de invasión y colonización españolas hasta<br />

derivar en su extinción total, lo cierto es que, más allá de los estereotipos<br />

contenidos en los textos escolares de historia que lo mencionan como parte<br />

de un remoto pasado, el pueblo Muisca es una realidad contemporánea de<br />

<strong>Bogotá</strong>, D.C.<br />

A través de un largo, complejo y creativo proceso de resistencia cultural el<br />

pueblo Muisca ha sobrevivido hasta el día de hoy en diversos lugares de la<br />

Sabana. Es así como actualmente en <strong>Bogotá</strong>, D.C. se pueden apreciar dos<br />

comunidades Muiscas, una localizada en jurisdicción de las veredas de San<br />

Bernardino y San José en Bosa y otra ubicada de manera dispersa en áreas<br />

4


que abarcan La Conejera, La Cantera, El Cerro y la Laguna de Tibabuyes,<br />

entre otros sectores de Suba. De la misma manera también se encuentran<br />

sendas comunidades Muiscas en los municipios cundinamarqueses de Cota,<br />

Chía y Sesquilé.<br />

Los procesos casi siempre violentos de disolución de los Resguardos de Bosa y<br />

Suba, soportados en la aplicación del artículo 4 de la Ley del 22 de junio de<br />

1850, culminaron apenas en las últimas décadas del siglo XIX --1877 para el<br />

caso de el Resguardo El Cerro de Suba y 1886 para el caso del Resguardo de<br />

Bosa-- lo que es una evidencia de la férrea oposición que enarbolaron muchos<br />

de los comuneros contra la desterritorialización de que estaban siendo<br />

víctimas. Sin embargo, hay que destacarlo, la dolosa extinción de estos<br />

Resguardos no significó en modo alguno la desaparición del pueblo Muisca, el<br />

cual siguió manteniendo latente unos valores identitarios y una conciencia<br />

étnica, mimetizándolos estratégicamente bajo el manto de diversas formas y<br />

contenidos culturales campesinos y semiurbanos, considerados como<br />

mestizos.<br />

En la década de los ochenta del siglo XX se presentaron coyunturas<br />

favorables para que se activaran las conciencias étnicas de estas<br />

comunidades de Bosa y Suba, que posibilitaron que con mayor fuerza y<br />

decisión enarbolaran su etnicidad como Muiscas contemporáneos. Fue así<br />

como a partir de la ocupación ancestral de un territorio que había sido<br />

heredado generación tras generación y trazando la descendencia de las<br />

familias que aparecían como miembros de los Resguardos al momento de su<br />

disolución --Neuta, Tunjo, Fontiba, Chiguazuque, Fitatá, Tibacuy, Orobajo,<br />

Buenhombre, Tiguache, Chipatecua, Chía, Quinchanegua, Garibello, Cobos,<br />

Jiménez, Murcia, Caldas, Alonso, Díaz, González, López ... para el caso de<br />

Bosa y Bulla, Bajonero, Cabiativa, Piracún, Nivia, Niviayo, Yopasá, Ciata,<br />

Cuenca, Mususú, Neuque, Chízaba, Chipo, Quince, Cera, Landecho, Lorenzano,<br />

Rico, Ospina, Córdoba, Triviño, Torres... para el caso de Suba-- se<br />

consolidaron estas dinámicas de reconstrucción étnica y cultural como partes<br />

del pueblo Muisca, que llevaron a la restitución y reinvención de sus<br />

autoridades tradicionales, expresadas hoy en día en sus respectivos Cabildos.<br />

En 1992 y en 2000, el Cabildo Muisca de Suba y el Cabildo Muisca de Bosa,<br />

respectivamente, fueron posesionados ante el Alcalde Mayor de <strong>Bogotá</strong>, D.C.,<br />

según lo estipulado por la Ley 89 de 1890, luego de más de una centuria en<br />

que lo había dejado de hacer.<br />

El Muisqubun, pese ha ser uno de las lenguas indígenas más investigadas y de<br />

las que más estudios existen, no se habla desde mediados del siglo XVIII.<br />

5


Según las cifras que manejan los respectivos Cabildos, la población Muisca de<br />

Bosa es de 1573 personas mientras que la población Muisca de Suba se<br />

estima en 5186 personas, para un total en <strong>Bogotá</strong>, D.C. de 6759 comuneros.<br />

3. PUEBLO KICHWA:<br />

La presencia en <strong>Bogotá</strong>, D.C. del pueblo Kichwa se remonta hacia mediados de<br />

la década de los años cuarenta del siglo XX, cuando asomaron a la ciudad los<br />

primeros contingentes de pioneros que gestarían uno de los más importantes<br />

procesos migratorios transnacionales realizados por un pueblo indígena en el<br />

contexto de América Latina.<br />

Hay que precisar que en Ecuador, la conocida en el ámbito doméstico como<br />

nacionalidad Kichwa, está compuesta por catorce pueblos diferenciados a<br />

saber: Otavalo, Quisapincha, Karanki, Natabuela, Kayambi, Kitu Kara,<br />

Panzaleo, Chibuleo, Salasaka, Waranka, Purahúa, Sarakuro, todos estos<br />

ubicados en la Los Andes, y el Kichwa de la Amazonía.<br />

De conformidad con la clasificación antes mencionada, los Kichwa que<br />

actualmente se ubican en el Distrito Capital, al ser provenientes en su<br />

inmensa mayoría de los cantones de Ibarra, Otavalo, Cotacachi y Atutanqui,<br />

de la provincia de Imbabura, sierra ecuatoriana, pertenecen étnicamente al<br />

pueblo Otavalo.<br />

El pueblo Kichwa – Otavalo, desde épocas prehispánicas y dadas sus<br />

habilidades para el comercio y la excelsa producción textil que los identifica,<br />

se ha caracterizado por ser un pueblo migrante y con fuertes tendencias a<br />

habitar en contextos urbanos, lo que no ha sido obstáculo para que mantenga<br />

profundas raíces de pertenencia a su territorio ancestral. La población<br />

urbanizada, al igual que aquella vinculada activamente al comercio<br />

internacional, mantiene en su mayoría estrechos nexos, reales y/o simbólicos<br />

con sus comunidades de origen. Cabe decir también que el pueblo Kichwa –<br />

Otavalo ha logrado construir dispositivos culturales para generar fronteras<br />

frente al mishu (no Kichwa).<br />

En la sierra ecuatoriana los Kichwa – Otavalo se encuentran organizados en<br />

comunidades, unas relacionadas con actividades agropecuarias y otras de<br />

tejedores y comerciantes. Entre tanto en el Distrito Capital las familias<br />

Kichwa – Otavalo se dedican casi exclusivamente a las actividades<br />

relacionadas con la manufactura y comercialización de tejidos y toda clase de<br />

trabajos artesanales, aunque un número cada vez más significativo tienen<br />

como actividad económica el comercio de productos diversos que no tienen ya<br />

relación con sus oficios tradicionales. También existen grupos familiares que<br />

6


se dedican complementariamente a la difusión y promoción del rico patrimonio<br />

musical, por lo que han conformado grupos musicales que realizan importantes<br />

giras a nivel nacional e internacional.<br />

Como se ha dicho, el pueblo Kichwa – Otavalo tiene una larga tradición de<br />

comerciantes. Antiguamente a los mercaderes, que se los denominaba<br />

mindaláes, desarrollaban su actividad bajo el control cacical y estaban<br />

supeditados al pago de tributos. Si bien los mindaláes constituían una especie<br />

de elite, el resto de la población también comercializaba e intercambiaba<br />

productos.<br />

Una particularidad del Kichwa – Otavalo es la de ser un pueblo de tejedores.<br />

Existen varias familias tejedoras que utilizan talleres artesanales, pero<br />

últimamente también hay familias que poseen pequeñas fábricas modernas en<br />

donde, con destino al mercado nacional e internacional, han introducido fibras<br />

sintéticas y diseños no tradicionales, con lo que han conseguido incrementar<br />

la productividad.<br />

Puede decirse que, hoy por hoy, el pueblo Kichwa – Otavalo ofrece sus<br />

productos textiles, así como su música y danza, en casi todos los países del<br />

orbe.<br />

El pueblo Kichwa – Otavalo ha sido uno de los pueblos indígenas que con mayor<br />

éxito ha podido insertarse en los círculos del mercado y adaptarse en los<br />

contextos urbanos sin que ello le haya significado dejar de ser considerados<br />

como indígenas. Antes, por el contrario, la reafirmación de su patrimonio<br />

cultural e intelectual en escenarios diferentes a su territorio tradicional ha<br />

sido la clave que le ha permitido configurar una verdadera comunidad<br />

ampliada y transnacional.<br />

La inmensa mayoría de Kichwa – Otavalo que habitan en <strong>Bogotá</strong>, D.C., son<br />

bilingües, hablan Runa Simi (lengua Kichwa) y Castellano.<br />

Hay casi tres generaciones de Kichwa – Otavalo nacidos y criados en<br />

Colombia; incluso muchos miembros de estas generaciones han nacido en<br />

<strong>Bogotá</strong>, D.C. Los miembros pertenecientes a otras generaciones más antiguas<br />

tienen la doble nacionalidad colombiana y ecuatoriana.<br />

El Cabildo Kichwa de <strong>Bogotá</strong> fue constituido hace algo más de un año y<br />

actualmente está a la espera que sus autoridades sean posesionadas por el<br />

Alcalde Mayor, tal y como lo dispone el artículo 3 de la Ley 89 de 1890. Por<br />

su parte la Organización del Pueblo Kichwa, que confedera a diversas<br />

7


organizaciones del país, tiene reconocimiento jurídico otorgado por la Cámara<br />

de Comercio de <strong>Bogotá</strong>, D.C.<br />

Los estimativos en el Ecuador acerca de la población Kichwa – Otavalo se<br />

calcula en 65.000 personas aproximadamente, aunque este es un dato de<br />

carácter meramente indicativo por cuanto al ser un pueblo migrante<br />

transnacional calcular su población total es casi imposible. Con base en las<br />

personas que han sido censadas, el Cabildo Kichwa de <strong>Bogotá</strong> y la<br />

Organización del Pueblo Kichwa, hablan de aproximadamente 1500 Kichwa –<br />

Otavalo en el Distrito Capital.<br />

4. PUEBLO INGA:<br />

Lo textos escolares de historia se refieren a los Incas --cuyo complejo<br />

civilizatorio denominado Tawaintisuyu (Los Cuatro Lugares del Sol) ocupaba<br />

una extensa área que va, a lo largo de Los Andes, desde el norte de Argentina<br />

y Chile hasta el sur de Colombia, incorporando regiones significativas de la<br />

Amazonía de Ecuador, Perú y Colombia-- como habitantes privilegiados de los<br />

museos. Sin embargo, hay que decirlo de una vez, esto no es cierto y<br />

actualmente en el Distrito Capital pueden observarse numerosos hombres y<br />

mujeres que pertenecen a un pueblo que puede considerarse inequívocamente<br />

como directo descendiente de esta civilización: el pueblo Inga.<br />

Los Inga, procedentes del Cuzco, centro político-administrativo del<br />

Tawaintisuyu, llegaron a lo que hoy es el Valle de Sibundoy en el<br />

departamento del Putumayo, en donde a la postre terminaron por asentarse,<br />

hacia la misma fecha en que los europeos arribaron a América.<br />

Los Inga del Valle de Sibundoy inician su proceso migratorio hacia las grandes<br />

ciudades a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en una diáspora que<br />

aún no concluye. Estos flujos migratorios que, con mayor o menor intensidad<br />

se han venido dando hasta la actualidad, han llevado a los Inga a habitar<br />

diversas ciudades colombianas y de países vecinos como Venezuela, Panamá y<br />

Ecuador.<br />

Estos procesos migratorios del pueblo Inga --que se presentan casi<br />

exclusivamente con los Inga habitantes del Valle de Sibundoy (Putumayo),<br />

puesto que los Inga asentados en zonas de bosque húmedo tropical no han<br />

migrado-- están asociados estrechamente a las siguientes situaciones. En<br />

primer lugar los Inga, durante el esplendor de los Incas, desempeñaron el<br />

significativo papel de mitimak, es decir de ser avanzadas diplomáticas y<br />

culturales que tenían la especial función de contribuir a la ampliación de las<br />

fronteras del Inkario, llegando a acuerdos con otros pueblos indígenas para<br />

8


que se confederaran al Tawaintisuyu. Para los Inga fungir como mitimak<br />

significó la construcción de unos valores identitarios fundados en una amplia<br />

movilidad geográfica.<br />

En segundo lugar, históricamente los Inga que habitan el Valle de Sibundoy,<br />

lugar que geográfica y ecológicamente configura por excelencia una frontera<br />

de confluencia de saberes de distintas tradiciones del conocimiento tanto de<br />

Los Andes como de la Amazonía, han construido una bien ganada fama como<br />

médicos tradicionales. Este conocimiento profundo que los Inga poseen<br />

acerca de plantas, minerales y partes de animales y su relación con procesos<br />

medicinales y curativos les ha posibilitado consolidar alternativas de<br />

subsistencia diferentes a las actividades agropecuarias.<br />

La incursión exitosa de los Inga en los contextos urbanos, como quiera que<br />

está asociada a conocimientos y saberes que son inherentes a su patrimonio<br />

cultural e intelectual y a su identidad étnica, ha derivado en la necesaria<br />

visibilización de sus valores identitarios, así como en la elaboración de redes<br />

de curanderismo que los relaciona permanentemente con su territorio<br />

ancestral. De esta manera los Inga al llegar a las ciudades no se vieron<br />

precisados a ocultar su identidad sino, antes por el contrario, a hacer<br />

ostentación de ella y, en esa medida, su relación real o simbólica con su<br />

territorio tradicional se convirtió en una clave para su desempeño adecuado<br />

como médico tradicional.<br />

En tercer lugar, en determinados momentos históricos se perciben aumentos<br />

en las oleadas migratorias provenientes del Valle de Sibundoy, originados por<br />

coyunturas regionales que inciden negativamente en la territorialidad del<br />

pueblo Inga. Aquí como muestras emblemáticas se pueden mencionar: i) el<br />

régimen de servidumbre y explotación institucionalizado por la misión<br />

capuchina que duró hasta la década de los años setenta del siglo pasado, ii) la<br />

declaratoria que como baldíos nacionales hizo, hacia fines de la década de los<br />

sesenta del siglo pasado, el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria<br />

(INCORA) sobre el Valle de Sibundoy, desconociendo los derechos<br />

territoriales de los sus habitantes originarios, y iii) los proyectos de<br />

desarrollo rural integrado que se principiaron a implementar desde la década<br />

de los setenta del siglo pasado por organismos multilaterales que<br />

desestructuraron y erosionaron las prácticas tradicionales de producción.<br />

Los Inga que viven en el Distrito Capital han logrado desde su asomo a la<br />

ciudad configurar una verdadera comunidad a partir de la recreación de<br />

alianzas entre diferentes familias y a la construcción de diferentes<br />

estrategias para trazar fronteras frente al iurraruna (no Inga).<br />

9


En la ciudad los Ingas se dedican principalmente a la elaboración y<br />

comercialización de una gran variedad de productos naturales con un<br />

propósito terapéutico. Aquí es preciso destacar que al poner al acceso de los<br />

sectores populares de la ciudad una medicina natural, efectiva, eficiente,<br />

oportuna y barata los Inga están desempeñando una importante labor social<br />

como agentes informales de salud, que no ha sido lo suficientemente valorada.<br />

En los últimos años algunos Inga han venido ampliando la gama de productos<br />

que ofrecen, incorporando otros que poco tienen que ver con su sistema<br />

médico tradicional. Ello debido a la crisis por la que atraviesan debido al<br />

constante acoso de las autoridades contra los vendedores informales, sean<br />

estos estacionarios o ambulantes.<br />

El Cabildo Inga de <strong>Bogotá</strong> se viene posesionando, anual e<br />

ininterrumpidamente, ante el Alcalde Mayor de <strong>Bogotá</strong>, D.C. desde octubre<br />

de 1992 cuando fue reconocido oficialmente por la administración distrital. El<br />

pueblo Inga de <strong>Bogotá</strong> fue uno de los pioneros en conseguir el reconocimiento<br />

de sus autoridades en contextos urbanos y más allá de su territorio<br />

tradicional.<br />

La casi totalidad de los Inga de <strong>Bogotá</strong> son bilingües del Runa Simi y del<br />

Castellano. Según los datos que posee el Cabildo Inga de <strong>Bogotá</strong> la población<br />

Inga se aproxima a las 450 personas.<br />

5. PUEBLO RAIZAL:<br />

Dado que antes que el pueblo Raizal surgiera y se consolidara en lo que<br />

actualmente se conoce como Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa<br />

Catalina y ningún otro pueblo habitaba este territorio de manera regular y<br />

permanente, es legítimo decir que el Raizal es el pueblo originario, nativo,<br />

autóctono, aborigen, en otras palabras indígena, de este Archipiélago.<br />

El pueblo Raizal es un producto de las dinámicas coloniales, principiadas en<br />

1527, que fundieron y mixturaron a pobladores de origen étnico y geográfico<br />

disímil hasta configurar un pueblo nuevo e inédito. Es así como a lo largo de<br />

un proceso histórico de algo más de trescientos años de hibridaciones y<br />

mestizajes culturales se fue configurando el pueblo Raizal a partir de los<br />

descendientes de los primeros pobladores permanentes de las islas que eran<br />

puritanos británicos que llegaron a principios del siglo XVII, de los esclavos<br />

africanos que dichos colonos trajeron de África y de distintas islas del<br />

Caribe, así como de diversos pueblos indígenas istmeños y caribeños. Es por<br />

esta razón que el pueblo Raizal es un pueblo indígena afrodescendiente.<br />

10


Es preciso anotar que mediante la Real Orden de 1803, ratificada en 1805<br />

por el rey Carlos IV de España, al pueblo Raizal se le otorgó un territorio que<br />

comprendía “las islas de San Andrés y aquella porción de la Costa de<br />

Mosquitía desde el cabo Gracias a Dios hasta e inclusive el río Chagres”. El<br />

territorio tradicional del pueblo Raizal, consiguientemente, no se circunscribe<br />

exclusivamente al Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina,<br />

en Colombia, puesto que abarca amplios sectores de países de Centroamérica<br />

y el Caribe anglófonos, tales como Belice, Nicaragua, Costa Rica, Panamá,<br />

Barbados, Jamaica, etc.<br />

El pueblo Raizal ha tenido que soportar la sistemática fragmentación y<br />

atomización de su territorio ancestral, el cual ha venido siendo dividido de<br />

manera arbitraria por las artificiosas fronteras internacionales que se han<br />

impuesto en la región. Es claro que el pueblo Raizal nunca ha sido consultado<br />

ni tenido en cuenta por el Estado colombiano al momento de la fijación de los<br />

hitos fronterizos con otros Estados, lo que ha derivado en que numerosas<br />

familias hayan quedado separadas físicamente por las fronteras geopolíticas.<br />

Es por esta razón que legítimamente el pueblo Raizal, ante el diferendo<br />

fronterizo entre Colombia y Nicaragua, el 10 de abril de 2002 haya solicitado<br />

formalmente a la Corte de Justicia de La Haya, ser tomado como un tercer<br />

actor y como parte del proceso jurídico que está en marcha.<br />

La adhesión del pueblo Raizal a la Constitución de Cúcuta de 1822, que dio<br />

origen a la Gran Colombia, se realizó mediante un tratado suscrito entre el<br />

pueblo Raizal y los ascendientes del Estado colombiano. Mediante este<br />

tratado los ascendientes del actual Estado colombiano se comprometieron, en<br />

términos actuales, a respetar el derecho a la libredeterminación y a proteger<br />

la integridad étnica y cultural del pueblo Raizal. En contraprestación, el<br />

pueblo Raizal se comprometió a prestar en la región sus buenos oficios como<br />

excelentes y hábiles marineros a la naciente armada y a mantener la<br />

soberanía de la Gran Colombia en la región.<br />

Este tratado, que tiene connotaciones de un tratado internacional, empezó a<br />

ser flagrantemente desconocido por el Estado colombiano a partir de 1953<br />

cuando la dictadura militar instauró el “puerto libre” en el Archipiélago, con<br />

el propósito central de “colombianizarlo” a partir, entre otras acciones, de<br />

incentivar la inmigración de continentales colombianos (pañas) que desde esa<br />

fecha, en numerosos contingentes, no han parado de llegar con la perspectiva<br />

de quedarse definitivamente. La inmigración al Archipiélago ha sido de tal<br />

magnitud que no sólo el pueblo Raizal ha sido constreñido a espacios<br />

territoriales reducidos de las islas, pasando a ser de hecho una minoría en su<br />

propio territorio, sino hasta el punto que San Andrés ostenta en la actualidad<br />

11


el título de ser la isla oceánica más superpoblada y con mayor densidad de<br />

habitantes por kilómetro cuadrado de todo el orbe.<br />

Las distintas acciones de “colombianización” del Archipiélago, agenciada por<br />

el Estado con mayor énfasis desde 1953 hasta la fecha, son una amenaza<br />

seria no solo contra la integridad étnica y cultural y el derecho a la<br />

libredeterminación del pueblo Raizal, sino contra los frágiles ecosistemas<br />

isleños y marinos que no tienen la capacidad de soportar una población tan<br />

voluminosa. En otras palabras la superpoblación de las islas y la consecuente<br />

vulneración del patrimonio cultural e intelectual del pueblo Raizal sitúa en<br />

alto riesgo la sostenibilidad tanto de la cultura y la sociedad Raizales, como<br />

de los ecosistemas que conforman su territorio.<br />

Los primeros contingentes de Raizales llegan a <strong>Bogotá</strong>, D.C. hacia 1953, año<br />

en que fue construido, en la isla de San Andrés, el aeropuerto que, al acortar<br />

las distancias entre el Archipiélago y el continente, sin duda alguna favoreció<br />

la llegada de Raizales a la ciudad. Estos primeros Raizales que llegaron<br />

fueron traídos por compañías multinacionales petroleras que los enganchaban<br />

tanto por sus conocimientos de inglés, como por su alto nivel educativo,<br />

alcanzado ya sea en los colegios regentados por la Iglesia Bautista en el<br />

Archipiélago o por los estudios superiores conseguidos en diferentes<br />

universidades, principalmente, de los EE.UU.<br />

En las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado llegan a <strong>Bogotá</strong>, D.C.,<br />

varios Raizales con el propósito de estudiar. Varios de estos Raizales, sin<br />

perder los vínculos con su territorio ancestral, fijan su residencia en la<br />

ciudad estableciéndose con sus familias. En su gran mayoría los Raizales que<br />

viven actualmente en el Distrito Capital son profesionales que por falta de<br />

oportunidades en el Archipiélago han tenido que buscar nuevos horizontes en<br />

la ciudad. Pese a que muchos llevan varios años de estar radicados en <strong>Bogotá</strong>,<br />

D.C., siempre tienen latente el deseo de retornar definitivamente a su<br />

territorio ancestral.<br />

Los Raizales que viven en la ciudad ya sea de forma permanente o transitoria,<br />

si bien al encontrarse dispersos en la ciudad y al haber --varios de ellos<br />

establecido intercambios matrimoniales con personas de distinto origen<br />

étnico-- no tienen asentamientos definidos, han venido construyendo una<br />

suerte de comunidad Raizal ampliada fundada en los lazos de solidaridad y de<br />

apoyo mutuo intra<strong>étnicos</strong> y en los vínculos que mantienen con su territorio de<br />

origen. De cierta manera, puede decirse que las dinámicas organizativas que<br />

en el Archipiélago el pueblo Raizal ha desplegado para trascender su situación<br />

de colonialismo interno, han conseguido articular a los Raizales que han<br />

emigrado.<br />

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La gran mayoría de Raizales son trilingües, como quieran que hablan el Creol,<br />

que es su lengua nativa, el Inglés y el Castellano.<br />

A principios de la década de los ochenta del siglo pasado se constituyó en la<br />

isla de San Andrés la organización étnica denominada The Sons of the Soil<br />

Movement (SOS), que ha sido la organización que mayor capacidad de<br />

movilización ha tenido en toda la historia y que aportó sustantivamente a la<br />

elaboración un discurso étnico para el pueblo Raizal. Si bien esta emblemática<br />

organización desapareció a mediados de la década de los años noventa del<br />

siglo pasado, las principales organizaciones que actualmente tiene el pueblo<br />

Raizal son herederas de esta experiencia organizativa.<br />

Entre las principales organizaciones Raizales se pueden mencionar las<br />

siguientes: The Ketlënan National Association (KETNA), Archipielago<br />

Movement for Ethnic Natives Self Determination (AMEN-SD), Independent<br />

Farmers United Association (INFAUNAS)... entre otras. El pueblo Raizal que<br />

se encuentra en <strong>Bogotá</strong>, D.C., actualmente está adelantando una interesante<br />

dinámica organizativa en el marco del Proceso Organizativo del Pueblo Raizal<br />

Residente en <strong>Bogotá</strong>.<br />

La población Raizal en el Archipiélago se estima en aproximadamente 30.000<br />

personas, incluídas en esta cifra muchos de los Raizales que se encuentran en<br />

el continente. En <strong>Bogotá</strong>, D.C., los estimativos que hace el Proceso<br />

Organizativo del Pueblo Raizal Residente en <strong>Bogotá</strong> es de 300 Raizales.<br />

6. PUEBLO ROM:<br />

El Rom es un pueblo originario del norte de la India, que aproximadamente<br />

hacia el año mil de nuestra era comenzó una diáspora hacia el Occidente que<br />

lo llevó, con el paso del tiempo y dado su ancestral nomadismo, a ubicarse en<br />

casi todos los países del planeta.<br />

El pueblo Rom posee una zakono, es decir una identidad étnica y cultural<br />

propia, que sin ser exhaustivos, se caracteriza por los siguientes aspectos:<br />

- “Se es Rom por derecho de nacimiento”, lo que significa que se es Rom por<br />

que se pertenece a un grupo étnico.<br />

- La larga tradición nómade y su transformación en nuevas formas de<br />

itinerancia. Más allá del hecho físico de ir de un lugar a otro, el nomadismo es<br />

ante todo un estado mental, esto es, una concepción ante el mundo que se<br />

asume como un constante fluir.<br />

13


- Idea de un origen común y de una historia compartida, lo que implica una<br />

muy sui generis conciencia histórica fundada en una memoria del continuo<br />

presente.<br />

- Idioma propio, el Romanés o Romaní Shib. Los Rom hablan un idioma<br />

noríndico que se encuentra emparentado con muchos idiomas hablados<br />

actualmente en la India.<br />

- La valoración del grupo de edad y el sexo como principios ordenadores de<br />

estatus.<br />

- Fuerte cohesión interna y manejo de un complejo sistema de exclusividades<br />

frente al no Rom (gadye, plural masculino, gadyo singular masculino).<br />

- Organización social basada en la configuración de grupos de parentesco o<br />

patrigrupos.<br />

- Articulación del sistema social con base en la existencia de linajes<br />

patrilineales --llamados vitsi-- dispersos, independientes y autónomos.<br />

- Funciones cotidianas de la familia extensa especialmente en lo que a<br />

actividades económicas se refiere.<br />

- Vigencia de autoridades e instituciones tradicionales, como los Sere<br />

Romengue o Jefes de Familia, la Kriss o Tribunal de Sero Rom.<br />

- Existencia de una Jurisdicción Especial o derecho consuetudinario, llamado<br />

Kriss Romaní o Romaniya.<br />

- Respeto a un complejo sistema de valores: una fuerte solidaridad entre los<br />

patrigrupos, un intenso apego a la libertad individual y colectiva, un especial<br />

sentido de la estética tanto física como artística, una peculiar interpretación<br />

de los fenómenos naturales…<br />

El pueblo Rom es un solo pueblo, por lo que no es posible hablar de varios<br />

pueblos. Más allá de que esté compuesto por subgrupos y vitsi (vitsa, en<br />

singular) o linajes o clanes, el pueblo Rom es un único pueblo y como tal debe<br />

ser asumido. En Colombia y, consecuentemente en <strong>Bogotá</strong>, D.C., los<br />

patrigrupos familiares pertenecientes étnicamente al pueblo Rom,<br />

corresponden a dos subgrupos: i) los Kalderash, que son la inmensa mayoría y<br />

ii) los Ludar, mal llamados Boyhás, que son minoritarios. Entre los Kalderash<br />

se pueden mencionar como principales, las siguientes vitsi o clanes o linajes: i)<br />

Bolochok, ii) Jhánes, iii) Mijhais, iv) Churón, v) Bobokón, vi) Eskeyetsi, vii)<br />

Chaiko, viii) Charapano ... Por su parte, entre los Ludar esta diferenciación<br />

por vitsi no es muy precisa y es irrelevante. Cabe anotar que el término<br />

Ghuso, con que se definen algunos patrigrupos familiares provenientes de<br />

Rusia, alude más bien a una Natsia (país de origen de los ancestros) y no a una<br />

vitsa. Realmente la vitsa de los Ghuso es Bobokón.<br />

Los documentos históricos dan cuenta de la presencia del pueblo Rom en<br />

América desde un año tan temprano como 1498, cuando se los ubica como<br />

parte de la tripulación del tercer viaje colombino, desempeñando trabajos<br />

14


forzados en las galeras. La presencia en Colombia del pueblo Rom se remonta<br />

a los primeros años de la época colonial, lo que significa que se encuentra<br />

viviendo en el país desde antes de la conformación de la actual República.<br />

A lo largo de toda su historia tanto colonial como republicana, <strong>Bogotá</strong>, D.C.,<br />

ha contado con una incesante circulación de diversos patrigrupos familiares<br />

Rom que la recorrían o la habitaban temporalmente. Desde la primera década<br />

del siglo pasado se puede identificar con mayor claridad una presencia más<br />

permanente de patrigrupos familiares Rom cuyos descendientes, con el paso<br />

de los años, terminan transformando su ancestral itinerancia en una amplia<br />

movilidad geográfica que se expresa actualmente en una mayor<br />

sedentarización.<br />

Los Rom de <strong>Bogotá</strong>, D.C., viven en una kumpania (kumpeniyi plural) dispersa en<br />

las localidades de Puente Aranda, Kennedy y Engativá. La kumpania, de<br />

manera sencilla, podría definirse como el conjunto de patrigrupos familiares<br />

pertenecientes ya sea a una misma vitsa (o linaje), o a vitsi (plural de vitsa)<br />

diferentes que han establecido alianzas entre sí, principalmente, a través de<br />

intercambios matrimoniales, y cuya interacción y relaciones endógenas<br />

generan, de hecho, una apropiación espacial sobre las cual se construye la<br />

jurisdicción de los Sere Romengue (Sero Rom, singular). Cabe destacar que la<br />

dimensión espacial que comportan las kumpeniyi no es otra cosa que la<br />

apropiación simbólica de los lugares que se habitan y utilizan<br />

económicamente, a partir de la producción de un sistema de representaciones<br />

y de significación del espacio, que se levanta sobre los territorios de los<br />

pueblos sendentarios.<br />

La inmensa mayoría de la población Rom que vive en <strong>Bogotá</strong>, D.C., evidencia<br />

elevados índices de pobreza y de Necesidades Básicas Insatisfechas,<br />

presentando niveles de vida que se encuentran muy por debajo de los<br />

promedios nacionales. En este contexto hay que relevar que esta situación de<br />

creciente pauperización ha entrado a incidir negativamente en la identidad<br />

cultural del pueblo Rom.<br />

A pesar de los significativos reconocimientos jurídicos que sobre la<br />

existencia del pueblo Rom ha hecho el Estado colombiano --debido al ingente<br />

trabajo desplegado por el Protseso Organizatsiako le Rromane Narodosko<br />

Kolombiako / Proceso Organizativo del Pueblo Rom (Gitano) de Colombia,<br />

(PROROM)-- los desarrollos legislativos para garantizar sus derechos<br />

colectivos y patrimoniales consuetudinarios evidencian pocos avances. En ese<br />

sentido llama la atención que el pueblo Rom siga siendo invisibilizado en las<br />

políticas públicas y los planes gubernamentales en todos los niveles de<br />

gobierno.<br />

15


PROROM, que es una asociación de patrigrupos familiares y de autoridades<br />

tradicionales del pueblo Rom, en la cual está incluida la kumpania de <strong>Bogotá</strong>,<br />

es la organización representativa y como tal se encuentra reconocida por el<br />

Estado colombiano a través de la Resolución No. 022 del 2 de septiembre de<br />

1999 expedida por la Dirección de Etnias del Ministerio del Interior y de<br />

Justicia.<br />

La población Rom es bilingüe, puesto que hablan Romani Shib, que es su idioma<br />

vernáculo, así como el castellano (gadyikanés), aunque son comunes los Rom<br />

políglotas que además de estos idiomas hablan inglés, francés, portugués y<br />

ruso.<br />

La población Rom de Colombia bordea la cifra de las dos mil personas. Según<br />

un recientemente censo realizado por PROROM, en la kumpania de <strong>Bogotá</strong> la<br />

población Rom es de 298 personas.<br />

7. PUEBLOS AFRODESCENDIENTES:<br />

No hay ninguna duda que la presencia de población afrodescendiente en<br />

<strong>Bogotá</strong>, D.C. es bastante antigua, como quiera que se remonta a la época<br />

colonial, dado que numerosos contingentes de gente esclavizada trabajaba ya<br />

sea en las haciendas de la sabana de <strong>Bogotá</strong> o desempeñando oficios<br />

domésticos en las casonas de los españoles.<br />

Lo que está todavía por resolverse y, consiguientemente, amerita<br />

investigaciones etnohistóricas más profundas, es si en el contexto de la<br />

ciudad ha habido una continuidad histórica que articule de alguna manera a<br />

sectores de la población afrodescendiente de hoy con los núcleos de esta<br />

población esclavizada durante le período de la dominación hispánica. Al<br />

parecer, todo indica que luego de promulgada, el 21 de mayo de 1851, la “Ley<br />

21 Sobre Libertad de Esclavos”, muchos afrodescendientes prefirieron<br />

emigrar a otros lugares del país, preferentemente a orillas del río Magdalena<br />

y los pocos afrodescendientes que llegaron a quedarse en la ciudad, con el<br />

transcurrir del tiempo, se diluyeron con el resto de la población por cuenta<br />

del mestizaje genético y cultural.<br />

En todo caso la actual población afrodescendiente que habita en <strong>Bogotá</strong> se ha<br />

configurado casi exclusivamente a partir de migraciones de<br />

afrodescendientes provenientes en primer lugar del Chocó Biogeográfico y en<br />

segundo lugar de las llanuras del Caribe, en sucesivas oleadas que adquirieron<br />

mayor dinamismo a partir de la segunda mitad del siglo XX. Si bien en la<br />

primera mitad del siglo pasado se evidencia la llegada de afrodescendientes a<br />

16


la ciudad desempeñando una variedad de oficios, es a partir de 1950 cuando<br />

se registran las mayores afluencias de afrodescendientes hacia el Distrito<br />

Capital.<br />

La presencia en <strong>Bogotá</strong>, D.C., de población afrodescendiente se explica,<br />

entonces, a través de las sucesivas oleadas migratorias. Las primeras oleadas<br />

originadas por la búsqueda de mejores oportunidades laborales y educativas,<br />

y las últimas oleadas ocasionadas por los desplazamientos forzados derivados<br />

del conflicto social y armado que vive el país. Es claro que estas distintas<br />

oleadas se yuxtaponen y se complementan.<br />

A manera de hipótesis se puede plantear que la población afrodescendiente<br />

en <strong>Bogotá</strong>, D.C., presenta dos horizontes. Un horizonte se constituye a partir<br />

de personas y su entorno familiar más cercano, que viven aislados de otras<br />

familias afrodescendientes de su mismo origen y, consiguientemente, viven<br />

inmersos en la cultura blanco-mestiza y en donde no existe un sentido de<br />

diferencia y, otro horizonte, compuesto por sectores afrodescendientes que<br />

han logrado constituir entornos comunitarios que han posibilitado la<br />

recreación de aspectos significativos de su cultura propia. Es en este<br />

horizonte, en el cual se están construyendo redes comunitarias de<br />

solidaridad, dónde podría hablarse con mayor propiedad de población<br />

afrodescendiente con conciencia de grupo étnico.<br />

Hay que recalcar que para que la población afrodescendiente sea considerada<br />

como “comunidades negras”, es decir para que se le reconozca su etnicidad, la<br />

legislación (Ley 70 de 1993 o Ley de Comunidades Negras) indica varios<br />

requisitos, que deben tomarse en cuenta: i) ascendencia afrocolombiana, ii)<br />

cultura propia que la distinga del resto de la población, iii) conciencia de<br />

identidad, y iv) relación campo ciudad, que se traduce en una territorialidad<br />

construida a partir de la ocupación y uso colectivo de las tierras y la<br />

utilización de unas prácticas tradicionales de producción que imprimen una<br />

forma de relacionarse con el entorno.<br />

De conformidad con lo anteriormente enunciado es legítimo plantear que no<br />

todos los afrodescendientes hacen parte o configuran un grupo étnico o, lo<br />

que es lo mismo, la tonalidad de la piel y ciertos rasgos fenotípicos, no son<br />

suficientes para que una población sea tenida como perteneciente a un grupo<br />

étnico.<br />

Los diferentes estudios que se han realizado sobre la población<br />

afrodescendiente en <strong>Bogotá</strong>, D.C. arrojan cifras bastante disímiles. Según la<br />

investigación realizada, entre el 2000 y 2001, por el Centro de Estudios<br />

Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, “el total de la población<br />

17


afrocolombiana de <strong>Bogotá</strong> llegó a 129.022 personas”. En otro estudio<br />

realizado por el CIDSE-IRD-COLCIENCIAS, publicado en el 2001, se señala<br />

que entre <strong>Bogotá</strong>, D.C. y Soacha hay 533.739 afrodescendiente. De otro lado,<br />

en un documento del Departamento Nacional de Planeación (DNP), realizado<br />

en 1999 en el marco de la formulación del Plan de Desarrollo Nacional de<br />

Población Afrocolombiana, se menciona la cifra de 900.717<br />

afrodescendientes en la ciudad. Por su parte, los adalides de las<br />

organizaciones afrodescendientes ofrecen estimativos sobre esta población<br />

en la ciudad que van desde 1.000.000 hasta 1.200.000 de personas.<br />

Si establecer una cifra sobre el peso demográfico de la población<br />

afrodescendiente en <strong>Bogotá</strong>, D.C. es ya de por si bastante difícil, mucho más<br />

complicado y polémico será determinar con precisión cuánta de esta población<br />

afrodescendiente hace parte realmente de un grupo étnico y cuánta<br />

simplemente se distingue del resto de bogotanos por ciertos rasgos<br />

fenotípicos, donde la tonalidad de la piel es el más visible y que, en todo caso,<br />

han sido victimizados por el racismo y la discriminación racial.<br />

De lo arriba mencionado quedan planteados varios interrogantes: ¿cuáles son<br />

los elementos que, en el escenario de <strong>Bogotá</strong>, D.C., configuran la etnicidad de<br />

la población afrodescendiente? ¿Si no son suficientes los rasgos fenotípicos<br />

ni la situación socioeconómica, entonces cuáles son los indicadores de la<br />

etnicidad afrodescendiente en <strong>Bogotá</strong>, D.C.?<br />

No es la pretensión responder aquí a estos interrogantes, pero tomando en<br />

cuenta las definiciones contenidas en la Ley 70 de 1993 (Ley de Comunidades<br />

Negras), se podrían aventurar a manera meramente indicativa los siguientes<br />

elementos que contribuyen a visibilizar y configurar etnicidades<br />

afrodescendientes en <strong>Bogotá</strong>: i) deben escenificarse dinámicas culturales que<br />

le den forma y contenido a una comunidad, entendida esta como más allá que<br />

el agregado y sumatoria de personas, ii) la población debe provenir de<br />

contextos en que ya sea existen tierras colectivas de “comunidades negras” o<br />

se presentan contextos similares a los señalados en la Ley 70 de 1993 (Ley<br />

de Comunidades Negras), iii) autoidentificación y conciencia de que se hace<br />

parte de un grupo étnico afrodescendiente, iv) poseer unos liderazgos<br />

visibles y representativos que apunten a la reinvención de instancias de<br />

autoridad propias.<br />

Es clave comprender que los pueblos afrodescendientes, están transitando<br />

por complejos procesos de configuración y reconfiguración étnicas, lo que<br />

pone de manifiesto que las identidades están en permanente construcción y<br />

definición y, consecuentemente, son inacabadas. A partir de la promulgación<br />

de la Constitución de 1991, la etnicidad de numerosos pueblos<br />

18


afrodescendientes, sobre todo de aquellos que poseen una territorialidad<br />

propia, se vio altamente fortalecida. De otro lado, el conflicto social y armado<br />

que se ha escenificado fundamentalmente en los territorios <strong>étnicos</strong>, ha<br />

conseguido desestructurar muchos de estos pueblos afrodescendientes que<br />

han tenido que migrar a los contextos urbanos para allí recomenzar sus<br />

dinámicas de recomposición étnica.<br />

Se pueden mencionar las siguientes organizaciones de pueblos<br />

afrodescendientes que realizan o han realizado algún tipo de trabajo en la<br />

ciudad: Proceso de Comunidades Negras en Colombia (PCN), Asociación<br />

Organización de Comunidades Negras (ORCONE) y el Movimiento por los<br />

Derechos de las Comunidades Afrocolombianas de Colombia (CIMARRÓN).<br />

8. OTRA PRESENCIA DE PUEBLOS INDÍGENAS:<br />

Es claro que la presencia indígena en el Distrito Capital no se agota con los<br />

pueblos Muisca, Inga y Kichwa anteriormente referenciados, sino que abarca<br />

también a una importante población indígena, de diverso origen étnico y<br />

regional, cuya situación y peso demográfico, dada su dispersión y alta<br />

movilidad, es difícil de determinar.<br />

Hay que hacer mención la población indígena que se encuentra en la ciudad en<br />

situación de desplazamiento a causa del conflicto social y armado que se<br />

escenifica en el país y donde los territorios de los pueblos indígenas --y<br />

también de los pueblos afrodescendientes-- se han convertido en teatros<br />

privilegiados de la guerra.<br />

Dentro de la población indígena que se encuentra en la ciudad en situación de<br />

desplazamiento cabe destacar por su persistencia en mantenerse visibles la<br />

que pertenece étnicamente al pueblo Kankuamo, proveniente de la vertiente<br />

suroriental de la Sierra Nevada de Santa Marta. En ese sentido, las<br />

aproximadamente 40 familias desplazadas que desde el 2000 han llegado a la<br />

ciudad huyendo de las confrontaciones armadas escenificadas en su<br />

territorio, demandando de las instituciones nacionales y distritales una<br />

adecuada atención a su situación de víctimas de la violencia y articulando<br />

estrategias de resistencia a la Organización Indígena Kankuama (OIK) y a las<br />

autoridades propias de su territorio, han podido en la diáspora recrear y<br />

mantener solidaridades intraétnicas que les ha posibilitado escenarios para el<br />

mantenimiento de una verdadera comunidad en el exilio. En el imaginario<br />

colectivo de esta población Kankuama está el deseo de retornar en<br />

condiciones dignas a su territorio de origen y no el de asentarse<br />

definitivamente en la ciudad.<br />

19


En esta descripción que se está haciendo se precisa hacer una referencia, así<br />

sea marginal, a la población Pijao, originaria del Tolima y en menor medida del<br />

Huila, que está ya prácticamente asentada de manera definitiva en la ciudad,<br />

viviendo dispersa en varios barrios de la localidad de Usme y que desde hace<br />

algo más de un quinquenio se encuentra buscando el reconocimiento como<br />

parcialidad indígena ante la Dirección de Etnias del Ministerio del Interior y<br />

de Justicia, como paso para inscribir sus autoridades propias --Cabildo<br />

Ambika Pijao-- ante la Alcaldía Mayor de <strong>Bogotá</strong>, D.C. El hecho que esta<br />

comunidad no haya sido reconocida formalmente por el Estado colombiano no<br />

implica en modo alguno que no exista, ya que se puede trazar perfectamente<br />

una continuidad entre las familias Pijao que la configuran y las que se<br />

encuentran en los Resguardos del Tolima y Huila.<br />

De otro lado, según la Fundación Indígena Jitomagaro que desarrolla un<br />

interesante y silencioso trabajo de organización con las mujeres Okaina,<br />

Murui, Bora, Tikuna, Yukuna, Miraña, Matapi, Nonuya, Korebaju y Kokama...<br />

provenientes de los diferentes departamentos de la Amazonía colombiana,<br />

especialmente del Amazonas, la situación de las más de 300 mujeres<br />

registradas que viven en <strong>Bogotá</strong>, D.C., es bastante crítica y alarmante, como<br />

quiera que se encuentran subempledas y explotadas laboralmente y viviendo<br />

en condiciones bastante precarias.<br />

También hay que citar a otro tipo de población indígena que se encuentra en<br />

la ciudad sin referencia a una comunidad específica. Aquí se pueden<br />

mencionar a los siguientes grupos poblacionales: i) estudiantes, universitarios<br />

y de bachillerato, ii) trabajadores, empleados y subempleados, iii)<br />

desplazados individuales o en pequeños núcleos familiares, iv) mujeres con sus<br />

hijos dedicados a la mendicidad, v) mujeres, madres solteras, dedicadas a la<br />

prostitución... En términos generales esta población no se encuentra<br />

organizada formalmente lo que dificulta a la administración distrital el diseño<br />

de políticas públicas y programas gubernamentales en su favor.<br />

En otro orden de ideas, se hace indispensable para completar la visión<br />

panorámica que se ha hecho sobre los indígenas urbanos, destacar que el<br />

principal problema al que se está enfrentando actualmente la población<br />

indígena en las ciudades es la negación, por parte del Estado colombiano, de la<br />

identidad étnica de varios pueblos.<br />

Ello se traduce en que a través de diferentes actos administrativos la<br />

Dirección de Etnias del Ministerio del Interior y de Justicia ha impedido que<br />

muchas parcialidades indígenas, que por motivos diversos están en las<br />

ciudades desde hace muchos años, inscriban sus Cabildos ante las respectivas<br />

alcaldías municipales. Esta postura del Estado colombiano apunta a señalar<br />

20


que los indígenas que viven en las ciudades no pueden ser sujetos de derechos<br />

colectivos, sino simplemente de derechos de corte individual, con lo que se ha<br />

desatado una polémica que apenas principia.<br />

9. EPÍLOGO POLÍTICO:<br />

La declaratoria contenida en la Constitución de 1991, en el sentido que el país<br />

es multiétnico, pluricultural y polilinguïstico, sólo de manera periférica se ha<br />

venido reflejando en la ciudad. Evidencia de ello es que las políticas públicas y<br />

programas gubernamentales, definidos e implementados por las sucesivas<br />

administraciones distritales, han invisibilizado la presencia y aportes de los<br />

pueblos indígenas, afrodescendientes, Raizal y Rom que habitan en la ciudad.<br />

Ciertamente las pasadas administraciones distritales de Mockus Sivikas y<br />

Peñalosa Londoño realmente hicieron muy poco por reconocer y garantizar, en<br />

los Planes de Desarrollo Distrital y en su gestión pública, los derechos<br />

colectivos y patrimoniales consuetudinarios de los pueblos indígenas,<br />

afrodescendientes, Raizal y Rom que residen en la ciudad. Bajo el<br />

presupuesto que todos los habitantes de <strong>Bogotá</strong>, D.C., son ciudadanos y,<br />

consecuentemente iguales, las políticas y programas que caracterizaron sus<br />

administraciones tendieron siempre a la homogenización de toda la población<br />

y a la negación de particularidades y especificidades étnicas y culturales. Es<br />

legítimo deducir, entonces, que en la ciudad proyectada e imaginada por estas<br />

administraciones distritales no había lugar para la diversidad étnica y<br />

cultural.<br />

Afortunadamente todo indica que bajo la actual administración de Garzón el<br />

tratamiento que históricamente las administraciones distritales le han venido<br />

dando a los pueblos con tradiciones étnicas y culturales diferentes a las del<br />

conjunto de la sociedad mayoritaria blanca-mestiza, ha principiado a dar<br />

muestras de cambios significativos. Un reflejo de esta nueva situación que<br />

se está presentando es la importancia que los pueblos indígenas,<br />

afrodescendientes, Raizal y Rom tienen en el Plan de Desarrollo Distrital:<br />

”<strong>Bogotá</strong> Sin Indiferencia” en donde la interculturalidad es un componente<br />

fundamental en su estructuración.<br />

Si bien en la actualidad la administración distrital cuenta con muy pocas<br />

instancias institucionales para propiciar la concertación con los pueblos<br />

indígenas, afrodescendientes, Raizal y Rom, de manera que se los involucre<br />

activamente como sujetos en la toma de las decisiones que los afectan, como<br />

se ha dicho todo señala que existe voluntad política del actual gobierno<br />

distrital para ampliar y profundizar estos escenarios, con la creación de una<br />

Subdirección de Asuntos <strong>Étnico</strong>s, dependiente de la Secretaria de Gobierno,<br />

21


desde la cual se aboque de manera unificada y conjunta los asuntos<br />

relacionados con los pueblos concernidos.<br />

Un somero recorrido por las diferentes instancias que tiene la administración<br />

distrital para explorar y efectuar la concertación con los pueblos indígenas,<br />

afrodescendientes, Raizal y Rom, muestra el trecho que hay que recorrer<br />

para que se visibilicen de mejor manera estos pueblos en el contexto de una<br />

ciudad moderna que no destruya su memoria.<br />

En el Consejo Territorial de Planeación (CTP) tienen asiento un representante<br />

por los pueblos indígenas y dos representantes por los pueblos<br />

afrodescendientes, en tanto que no están previstos sendos cupos para los<br />

pueblos Raizal y Rom, con lo que se pone de manifiesto una acción<br />

discriminatoria contra estos pueblos que deberían, por simetría positiva,<br />

tener representación directa y propia.<br />

En el Instituto Distrital de Cultura y Turismo (IDCT), en el seno del Consejo<br />

Distrital de Cultura (CDC), mediante Decreto, se reglamentó la participación<br />

de un representante por los pueblos indígenas, un representante por los<br />

pueblos afrodescendientes y un representante por el pueblo Rom,<br />

marginándose sin razón alguna al pueblo Raizal. Actualmente los<br />

representantes de estos pueblos en el CDC están planteando la creación de<br />

una Gerencia Étnica en el IDCT como mecanismo para visibilizar<br />

adecuadamente las aportaciones que los pueblos indígenas,<br />

afrodescendientes, Raizal y Rom le han hecho al Distrito Capital.<br />

En el Departamento Administrativo de Bienestar Social del Distrito (DABS),<br />

en el marco del Consejo Distrital de Política Social (CDPS), se reglamentó la<br />

participación de un representante por los pueblos indígenas y un<br />

representante por los pueblos afrodescendientes, excluyéndose<br />

injustificadamente a los pueblos Raizal y Rom. El hecho que se haya<br />

marginado a estos dos pueblos del CDPS, pese a que según ha informado el<br />

DABS serán “invitados permanentes” a todas las sesiones, puede ser asumido<br />

como un acto discriminatorio contra estos pueblos, por lo que es urgente la<br />

modificación del Decreto que creó y reglamentó el CDPS para incluir a los<br />

pueblos Raizal y Rom en esta instancia bajo las mismas condiciones jurídicas<br />

que tienen los pueblos indígenas y afrodescendientes.<br />

En el Departamento Administrativo del Medio Ambiente (DAMA), así como en<br />

el Instituto Distrital para la Recreación y el Deporte (IDRD), instituciones<br />

que abordan temas de interés para los pueblos indígenas, afrodescendientes,<br />

Raizal y Rom, no han habilitado hasta la fecha ningún espacio para abordar la<br />

relación con estos pueblos.<br />

22


De manera informal la Secretaría Distrital de Educación así como la<br />

Secretaría Distrital de Salud, habilitaron sendos escenarios para involucrar<br />

la participación de algunos de estos pueblos en la definición de ciertas<br />

políticas públicas y programas gubernamentales concernientes a educación y<br />

salud. Sin embargo, el hecho que estos espacios no cuenten con una<br />

reglamentación que los institucionalice, sumado a que en ellos no han<br />

participado todos los pueblos concernidos, pese a ser intentos interesantes y<br />

que han permitido avances, se han mostrado, a la postre, manifiestamente<br />

insuficientes.<br />

De otro lado, si bien en lo que atañe al complejo tema de los vendedores<br />

informales, tanto ambulantes como estacionarios, que se encuentran<br />

ocupando las calles de la ciudad, la actual administración distrital tiene una<br />

postura radicalmente distinta a la que aplicaron los gobiernos distritales<br />

anteriores, que asumían la llamada recuperación del espacio público como una<br />

cuestión de orden público, la situación de los vendedores informales<br />

pertenecientes a los pueblos indígenas, afrodescendientes y Rom --el pueblo<br />

Raizal no está dedicado en la ciudad a estas actividades-- no ha contado con<br />

un tratamiento especial que tenga en cuenta sus identidades étnicas y<br />

culturales lo que, para el caso sobre todo de los pueblos Inga, Kichwa y Rom,<br />

es altamente preocupante dado que para estos pueblos las actividades<br />

comerciales informales han pasado a constituirse en estrategias importantes<br />

que les han permitido mantener vigentes valores identitarios fundamentales y<br />

recrear sus respectivos sentidos de comunidad.<br />

En 1994, bajo la primera administración de Mockus Sivikas, se constituyó la<br />

Consultiva Distrital de Comunidades Negras con el propósito central de<br />

formalizar un escenario privilegiado de alto nivel para abocar la concertación<br />

entre el gobierno distrital y nacional por una parte y los pueblos<br />

afrodescendientes del Distrito Capital por la otra, en la perspectiva de<br />

abordar las demandas de estos pueblos en el marco de la Ley 70 de 1993 o<br />

Ley de Comunidades Negras.<br />

Pese a las enormes expectativas que despertó en diversos círculos<br />

organizativos e institucionales la conformación de este espacio, bien pronto<br />

mostró sus limitaciones y restricciones. En ese sentido, la Consultiva Distrital<br />

al no contar con un apoyo permanente del gobierno distrital sumado al hecho<br />

de la confluencia compleja y conflictiva de diferentes posturas del liderazgo<br />

de los pueblos afrodescendientes de la ciudad, terminó en la total inactividad.<br />

La responsabilidad de esta situación, hay que decirlo, no es exclusiva del<br />

gobierno distrital sino que a las organizaciones afrodescendientes les cabe<br />

23


gran parte de la responsabilidad por cuanto, con algunas excepciones, no<br />

lograron reflejar niveles de representatividad significativos.<br />

Consiguientemente un desafío que tienen las organizaciones<br />

afrodescendientes de la ciudad es proponer la reestructuración profunda de<br />

la Consultiva Distrital de Comunidades Negras de manera que se transforme<br />

en un verdadero escenario amplio, plural, democrático y representativo, con<br />

una gran legitimidad de interlocución.<br />

Sin duda alguna la experiencia más interesante de interlocución que se ha<br />

dado entre la actual administración distrital y los pueblos indígenas,<br />

afrodescendientes, Raizal y Rom, es la Mesa Interétnica, a través de la cual<br />

se ha abordado con una visión integral y de conjunto la problemática de estos<br />

pueblos. El trabajo de la Mesa Interétnica ha sido significativo, entre otras<br />

razones, porque ha logrado centralizar la discusión sobre los temas de<br />

preocupación para los pueblos de los que se viene hablando, en un único<br />

escenario, con lo que se ha principiado a superar la fragmentación y<br />

atomización que supone que estos pueblos, muchos de ellos dispersos y con<br />

bajo peso demográfico, tengan que desgastarse en una interlocución a nivel<br />

local en donde no consiguen ninguna incidencia. Esta Mesa Interétnica, la cual<br />

se ha planteado de composición mixta y bipartita, requiere necesariamente<br />

de una formalización que le de vida jurídica para garantizar su efectividad.<br />

Finalmente hay que recalcar que los pueblos indígenas, afrodescendientes,<br />

Raizal y Rom que viven en <strong>Bogotá</strong>, D.C. son pueblos altamente vulnerables.<br />

Esta vulnerabilidad está dada no sólo porque estos pueblos, en términos<br />

generales, evidencian niveles altos de empobrecimiento y precarización de<br />

sus “niveles de vida” sino, sobre todo, porque sobre los respectivos<br />

patrimonios culturales e intelectuales de estos pueblos se ciernen graves<br />

amenazas que atentan contra la continuidad de sus opciones civilizatorias<br />

propias. Sumado a la vulnerabilidad económica y social, estos pueblos tienen<br />

una vulnerabilidad étnica y cultural que de no hacerse nada al respecto puede<br />

significar la extinción como pueblos.<br />

10. BIBLIOGRAFÍA<br />

La bibliografía que a continuación se presenta en modo alguno es exhaustiva y<br />

sólo pretende ser indicativa de los trabajos más relevantes que se han hecho<br />

sobre los pueblos indígenas, afrodescendientes, Raizal y Rom que viven y<br />

sobreviven en el Distrito Capital.<br />

PUEBLO MUISCA<br />

24


ANÓNIMO. Padrón de Indígenas de Suba, Formado por la Junta de Padres de<br />

Familia y el Administrador, Destinado al Funcionario Público que el Señor<br />

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PROCESO ORGANIZATIVO DEL PUEBLO ROM (GITANO) DE COLOMBIA,<br />

PROROM, y SAVETO KATAR LE ORGANIZATSI AY KUMPENIYI RROMANE<br />

ANDA´L AMERICHI, SKOKRA. El Otro Hijo de la Pacha Mama / Madre Tierra:<br />

Declaración del Pueblo Rom de las Américas – O Kaver Shav Katar e Pacha<br />

Mama / Amari Dey e Phuv: Deklaratsia le Rromane Narodoski anda´l Americhi –<br />

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OTRA PRESENCIA DE PUEBLOS INDÍGENAS<br />

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Urbana. En: Raúl Arango Ochoa y Enrique Sánchez Gutiérrez. Los Pueblos Indígenas<br />

de Colombia. En el Umbral del Nuevo Milenio. Población Cultura y Territorio: Bases<br />

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ESTHER SÁNCHEZ BOTERO. Los Indígenas en las Ciudades ¿Siguen Siendo<br />

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29


REPRESENTACIÓN LEGAL<br />

EQUIPO DE TRABAJO ALIANZA ENTREPUEBLOS<br />

DANIEL ALFREDO GÓMEZ BAHOZ (Pueblo Rom) – Representante Legal Alianza<br />

Entrepueblos<br />

PROFESIONALES<br />

JUANCARLOS GAMBOA MARTÍNEZ – Coordinador Académico.<br />

ANTONIA AGREDA (Pueblo Inga) – Profesional.<br />

RUBIN ARIEL HUFFINGTON RODRÍGUEZ (Pueblo Raizal) – Profesional.<br />

DIANA MARTÍNEZ BOCANEGRA – Profesional.<br />

EXPERTOS COMUNITARIOS<br />

AGUSTÍN AGREDA (Pueblo Inga) – Experto Comunitario.<br />

OSCAR MELO NEUTA (Pueblo Muisca) – Experto Comunitario.<br />

LUIS ENRIQUE TUNTAQUIMBA QUINCHE (Pueblo Kichwa) – Experto Comunitario.<br />

SANDRO CRISTO GONZÁLEZ (Pueblo Rom) – Experto Comunitario.<br />

MARCELA LANDÁZURI BARREIRO (Afrodescendiente) – Experta Comunitaria.<br />

JAIRO CASTILLO ANGULO (Afrodescendiente) – Experto Comunitario.<br />

JÁDER GÓMEZ (Afrodescendiente) – Experto Comunitario.<br />

PERSONAL DE APOYO<br />

SAÚL FERNEL MORENO – Profesional de Apoyo<br />

KARMEN RAMÍREZ BOSCÁN (Pueblo Wayúu) – Profesional de Apoyo.<br />

PATRICIA GAITÁN COPETE – Revisoría Fiscal.<br />

ORGANIZACIONES ÉTNICAS DE LA ALIANZA ENTREPUEBLOS<br />

En la Alianza Entrepueblos han venido participando, de diversas maneras, las<br />

siguientes organizaciones étnicas: Cabildo Inga de <strong>Bogotá</strong> / Cabildo Muisca de Bosa /<br />

Cabildo Muisca de Suba / Cabildo Kichwa de <strong>Bogotá</strong> / The Ketlënan National<br />

Association (KETNA) / Proceso Organizativo del Pueblo Raizal Residente en <strong>Bogotá</strong> /<br />

Protseso Organizatsiako le Rromane Narodosko Kolombiako (PROROM) / Proceso de<br />

Comunidades Negras en Colombia (PCN) / Organización del Pueblo Indígena Kichwa<br />

(OPIK) / Fundación Indígena Jitomagaro / Fundación Pluricultural Pakari /.<br />

REPRESENTANTES ORGANIZACIONES ÉTNICAS<br />

FRANCISCO TANDIOY, Gobernador Cabildo Inga de <strong>Bogotá</strong>.<br />

JOSÉ REYNEL NEUTA TUNJO, Gobernador Cabildo Muisca de Bosa.<br />

ANTONIO TORRES, Gobernador Cabildo Muisca de Suba.<br />

LUIS ENRIQUE TUNTAQUIMBA QUINCHE, Gobernador Cabildo Kichwa de <strong>Bogotá</strong>.<br />

30


JUVENCIO FIDEL GALLARDO CORPUS, Director The Ketlënan National<br />

Association, (KETNA).<br />

VENECER GÓMEZ FUENTES, Coordinador General, Protseso Organizatsiako le<br />

Rromane Narodosko Kolombiako / Proceso Organizativo del Pueblo Rom (Gitano) de<br />

Colombia, (PROROM).<br />

CARLOS ROSERO, Representante Legal Proceso Organizativo de Comunidades<br />

Negras en Colombia, (PCN).<br />

31

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