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MAMBO POA 3
mikel essery
BILDUMA
19 bidaia kontakizun + 19 relatos de viaje + 19 relats de
viatge + 19 relatos de viaxe + 19 travel stories
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En portada...
III Mambo Poa
ISBN: 978-84-615-4309-0
D.L.: SS-1300-2011
Diseinua eta Inprimitzailea: Centro Gráfi co Ganboa
Azal, kontrazal eta lehenengo orrialdeko argazkia, marrazkiak
eta testuen egilea: Mikel Essery
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aurkibidea índice indexeu índice index
Hitzaurrea ......................................................................................................................4
El “mal” de África, Cristina Morató ...........................................................................6
La llave del paraíso, Lili Villanueva .........................................................................9
Afrika minez, Agurtzane Belaunzaran Saizar .........................................................17
Cuba, ni más ni menos, Fon Ormaetxea ..................................................................27
First Time Ever: the Taste of Guangxi, Miodrag Kojadinovic ..............................37
Alepo 1997, Teresa Hernández ..................................................................................43
El Vent del Sud, Meritxell Guitart Andreu ..............................................................47
Lautada amaigabeetan zehar, Iratxe Ugalde Etxezarreta ....................................65
El mejor funeral de mi vida, Fernando Ballano Gonzalo ......................................73
Pesadilla aprobada, Francisco Alberto Lahti .........................................................79
Hotzak berotuta, Elena Unamuno Rementeria ......................................................83
El viajero viajado o la casa de putas de Monrovia, Marcos Fusté Pin ............101
Viaje por la memoria, Iosu Perales .........................................................................111
Eguzkiaren seme-alabak, Eider Elizegi .................................................................125
Sierra Leona, nudos de garganta, Fernando Odriozola.......................................145
Retazos, Amaiur Mendiguren ................................................................................157
Vida cotidiana en un reparto en ciudad de La Habana, Ana Elorza .................167
Argiaren hiriko ilunbean, Koldo Leniz Ortuondo ...............................................175
El viajero circular, Lur Sotuela Elorriaga ..............................................................179
El paria del Amazonas, María Esther Gilio ..........................................................185
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HITZAURREA
Irudia letrari gainjartzen
zaion garai honetan, aipagarria
da, beren bidai-esperientziak islatuz,
euren sormen literarioan
murgilduz idazteko zaletasuna
dutenen lekuko izatea.
Urte bat gehiagoz III Mikel
Essery Bidaia Kontakizun Lehiaketa
oinarritzat harturik aukeratutako
idazlanen bilduma
aurkeztera gatozkizue . Planeta
honetako lur eremu anitz zapalduz
bertan bizi direnekiko
gertutasuna adierazteko Mikel
bidaiariak zuen trebetasuna erakusten
duen liburu eleanitza.
Edizio honetan, Cristina Morató,
kazetaria, idazlea eta bidaiaria
da gonbidatu gisa bere
kontakizuna dakarkiguna.
Eskerrak partaide eta irakurle,
arreta eta dedikazio handiz
proiektu hau aurrera ateratzeko
eskaintzen diguzuen zuen lankidetzagatik.
PRÓLOGO
En este tiempo en el que la
imagen se superpone a la letra,
es encomiable ser testigos de
tantos afi cionados a la escritura
4
que ahondan en su creatividad
literaria refl ejando sus experiencias
viajeras.
Un año más presentamos un
compendio de escritos seleccionados
a partir del III Concurso
de Relatos de Viaje Mikel Essery.
Un libro multilingüe que
muestra ese Mikel viajero, ávido
en pisar los rincones más variopintos
de este planeta así como
arrimarse a las gentes que los
habitan.
En esta edición, es la periodista
y viajera Cristina Morató
quien nos aporta su relato en calidad
de invitada.
Gracias lector@ por tu colaboración
en este proyecto que con
tanto cariño llevamos a cabo entre
todos.
PRÒLEG
En aquests temps en què la
imatge se superposa a la lletra
és lloable ser testimonis de
tants afi cionats a escriure que
aprofundeixen en la seva creativitat
literària refl ectint les
seves experiències viatgeres.
Un any més presentem un compendi
d’escrits seleccionats a

partir de l’III Concurs de Relats
de Viatge Mikel Essery; un llibre
multilingüe que mostra aquest
Mikel viatger, àvid de trepitjar els
racons més multicolors d’aquest
planeta, així com d’acostar-se
a les persones que hi habiten.
En aquesta edició és la periodista,
escriptora i viatgera Cristina
Morató qui ens aporta el seu relat
en qualitat de convidada.
Gràcies lectora o lector per la
teva col·laboració en aquest projecte
que amb tanta cura duem a
terme entre tots.
PRÓLOGO
Neste tempo no que a imaxe
se superpón á letra, é encomiábel
ser testemuña de tantos afeccionados
á escrita que afondan
na súa creatividade literaria refl
ectindo as súas experiencias
viaxeiras.
Un ano máis apresentamos
un compendio de escritos seleccionados
a partir do III Concurso
de Relatos de Viaxe Mikel
Essery, un libro multilingüe que
mostra ao Mikel viaxeiro, ávido
en pisar os currunchos máis variopintos
deste planeta así como
en achegarse ás xentes que os
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poboan..
Nesta edición é a xornalista,
escritora e viaxeira Cristina Morató
quen nos achega o seu relato
en calidade de convidada.
Grazas lector@ pola túa colaboración
neste proxecto que con
tanto agarimo levamos adiante
entre todos.
FOREWARD
These days when images
overlap the written word, one rejoices
in how many amateur authors
echo their traveling experiences
in their creative writing.
Once again we present the
year’s selection of writings for
the Mikel Essery Travel Writing
Contest. This multilingual book
celebrates Mikel as a traveler
eager to set foot on the most diverse
corners of the World and to
get close to the people who inhabit
them.
In this edition, traveler and
journalist Cristina Morató presents
us with her story.
Thank you, dear reader, for
participating in this joint project
undertaken with so much love.

Osa Johnson
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El “mal” de África
POR CRISTINA MORATÓ
Mikel le apasionaba viajar y convivir con gentes de aquí y de allá,
A vivir experiencias no siempre placenteras pero todas enriquecedoras
de la vida en otras tierras. Una pasión que en el caso de Africa se puede
convertir a veces en un “mal”.
Mi fascinación por África se remonta a mis lecturas de niñez. Recuerdo
que a una edad en que mis amigas leían cuentos de princesas
yo devoraba libros de aventuras que me trasladaban a impenetrables
junglas habitadas por fi eras salvajes y caníbales que se relamían de
gusto mientras cocinaban a fuego lento a algún incauto misionero.
Ya entonces soñaba con pisar las nieves eternas del Kilimanjaro, navegar
las turbulentas aguas del Nilo blanco infestado de cocodrilos
y dormir bajo las estrellas en medio de la sabana. Claro que en aquel
tiempo no sabía nada de distancias ni fronteras y creía que el mundo
además de redondo era más bien pequeño. Además era una niña,
y lo “normal” es que jugara con muñecas y me dejara de absurdas
ensoñaciones.
Pero un buen día, y ya dedicada a esto de la escritura, llegué al
corazón del África oriental dispuesta a recorrer los escenarios de
aquellos relatos que durante años hicieron volar mi imaginación.
Empeñada en rescatar del olvido las hazañas de las grandes viajeras
decimonónicas que recorrieron el continente negro vestidas con sus
enaguas y corsés, me aventuré por el África más mítica y salvaje.
Lo mío fue un fl echazo a primera vista. Primero me enamoré de la
grandeza de sus imponentes paisajes que te trasladan a los primeros
días de la Creación. Después me cautivó su gente, auténtica, risueña
y hospitalaria. Los hombres y mujeres con los que tuve el privilegio
de convivir en sus remotas aldeas - masais, samburu o turkanas - me
mostraron este continente con toda su belleza y crueldad.
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Aún no he podido olvidar el calor húmedo de la selva africana
pegado a mi piel, los aromas penetrantes de las especias y la fetidez
de los manglares. Cierro los ojos y oigo de nuevo, atrincherada en mi
tienda de campaña, los rugidos de los leones y la risa de las hienas,
y me siento, como el primer día, muy pequeña en la inmensidad de
la sabana. A lo lejos me parece divisar en el horizonte a un grupo de
esbeltos masais que avanzan hacia mí adornados con sus plumas de
avestruz y sus melenas leoninas, portando orgullosos sus escudos de
piel y afi ladas lanzas. No es un sueño, durante estos últimos años,
mientras investigaba las apasionantes vidas de algunas intrépidas
exploradoras victorianas, he regresado a los escenarios que marcaron
mi niñez. De nuevo, y gracias a mi heroínas literarias, he sentido
el mal de África, un extraño desasosiego que sólo se cura , y lo sé
muy bien, cuando vuelves al que un día fue tu verdadero hogar.
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LEHEN SARIA - PRIMER PREMIO - PRIMER PREMI - PRIMEIRO PREMIO - FIRST PRIZE
La llave del paraíso
LILI VILLANUEVA
Estás loca, me dijo Farshid, venir desde el fi n del mundo hasta
el Irán, después hacer un viaje de más de quinientos kilómetros
desde Teherán a una ciudad perdida, para ver una mezquita en
ruinas que no le interesa a nadie... Farshid meneó la cabeza, marcó
un número de teléfono y comenzó a hablar en persa. Cuando cortó,
me dijo: Esta locura te costará trescientos mil Riales. Hice un gesto
afi rmativo y el trato estaba hecho: A la mañana siguiente, un chofer
me llevaría a Damgán, donde se encuentra la mezquita más antigua
del Irán, construida hace mil trescientos años.
Había una larga serie de edifi cios que quería visitar en esas dos
semanas que duraría el viaje y la mezquita Tarak Jana en Damgán
era la primera de la lista. Yo estaba escribiendo un doctorado en arquitectura
sobre el tema y trabajaba como “free lance” en una agencia
de noticias con ofi cinas en todo el mundo.
Farshid Motahari era nuestro corresponsal en Teherán. Él decía
que era descendiente de Mahoma por vía materna; su abuelo había
sido jefe de gobierno en épocas del Shah y su padre director de un
banco iraní en Alemania. Por eso, había vivido con su familia muchos
años en el exterior. Hablaba alemán e inglés a la perfección.
Tenía una novia en California, un piso costoso en un barrio del norte
de Teherán y gozaba de una libertad de acción y movimientos, que
a muchos en la agencia les despertaba sospechas. Pero era un buen
periodista y entendía al toque lo que se esperaba de él.
Cuando me había ido a buscar al aeropuerto, me había dicho que
no era necesario ir a un hotel. Ante mi sorpresa, me llevó directamente
a su casa, con el argumento de que los hoteles para extranjeros
estaban llenos de espías de la Revolución Islámica. Te vas a sentir
observada, me había dicho.
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Como menos me sentía yo en ese país era observada. Para salir
a la calle tenía que taparme de la cabeza a los pies con prendas que
me hacían sentir como una monja musulmana. Me había armado
una especie de chador con una pañoleta, que dejaba solamente mi
rostro a la vista y amenazaba con caerse a cada rato y provocar un
escándalo en la vía pública. Debajo de esa cantidad de telas, sentía
el sopor del calor iraní, que me producía una picazón desconocida
en la piel. Era tal mi desesperación, que ya en el ascensor empezaba
a desvestirme. Una vez en el departamento, me quedaba descalza,
en jersey y pantalones. Las amigas iraníes de Farshid hacían más o
menos lo mismo. Con la diferencia de que ellas vestían minifaldas y
jerseis apretados que resaltaban sus curvas, se maquillaban exageradamente
y miraban al mundo con ojos provocativos de sultanas del
Harem. Con mis polleras negras larguísimas y camisolas de lino, que
había comprado especialmente para ese viaje, me sentía totalmente
fuera de lugar. En privado, las iraníes me miraban con lástima.
Hacía pocos días había llegado a Teherán y no me interesaba el
programa de comidas en versión iraní del Mc Donalds, las fi estas
alcohólicas y la vida occidental que Farshid me había organizado. Él
estaba orgulloso de sus libertades, amaba a su país, que como en una
vieja leyenda persa, situaba en el centro exacto del universo y se reía
de la visión del mundo que Occidente tenía del Irán. Pensé que para
un hombre soltero, libre y con dinero no era tan difícil vivir en el país
de la Revolución Islámica.
Farshid se mudó al living y me dejó su habitación para mí sola.
Por las noches, yo me dormía en una cama doble entre sábanas estampadas
con imágenes gigantescas de Micky Mouse. El personaje
de Disney me rodeaba por todas partes: en el velador, en el despertador,
en los ceniceros, en las tazas, en las toallas y objetos de baño,
como cepillos de dientes y alfombras de piso. Farshid era fanático de
Micky Mouse; a veces parecía un niño, siempre reía y cuando hablaba,
saltaba continuamente sobre uno y otro pie.
¡Good morning!, me despertó la voz de Micky Mouse, a las seis
de la mañana. Farshid ya estaba en la cocina, con cara de dormido,
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LA LLAVE DEL PARAÍSO - LILI VILLANUEVA
moliendo el café con una maquinita turca. Sobre la mesada con forma
de bar, había una pila enorme de billetes gastados, con imágenes
de mezquitas sagradas y abanderados de la Revolución. Eran los
Riales para el chofer y los gastos del viaje. Farshid calculó que estaría
de vuelta en Teherán recién por la noche. Estábamos tomando
un café delicioso cuando sonó el timbre. Cogí mi bolso con el equipo
fotográfi co, los Riales (que me ocuparon la mitad del espacio de la
cartera), me despedí de Farshid, que aún parecía caerse de sueño.
El chofer era un hombre joven, morocho y de ojos verdes, que se
presentó como Mohamed. No hablaba inglés, así que durante el viaje
de casi ocho horas por rutas semidesiertas, me dediqué a repasar
mis notas y a mirar por la ventanilla, impedida de comunicarme.
Los paisajes del sur del Mar Caspio eran de una belleza que parecía
ajena al tiempo. La ruta atravesaba valles y laderas en tonos cobrizos
y verdes oxidados, que me transportaron a la precordillera andina.
Las montañas llegaban hasta el límite mismo de la ruta, como patas
gigantescas de un animal prehistórico que parecía que por casualidad
se hubiera quedado detenido ahí durante millones de años.
Cuando llegamos a Damgán ya eran las tres y media de la tarde.
Mohamed preguntó varias veces por la mezquita y cuando al fi n llegamos
al lugar, me mostró su reloj. Con señas me dio a entender que
disponía de media hora, señaló su estómago y luego se fue caminando
tranquilamente hacia un puesto de comidas que estaba del otro
lado de la calle. De pronto estaba sola, disfrazada de musulmana,
frente al portón cerrado de la mezquita más antigua del Irán.
Me acerqué al portón y toqué el timbre. Nada. Volví a tocar y el
ruido hizo eco en el edifi cio aparentemente vacío. Miré alrededor. Un
viejo con ropas del mismo color de la tierra reseca de la vereda me
dijo algo en persa que interpreté como un muy lógico: Está cerrado.
Desde el otro lado de la calle se acercaba un mullah con un turbante
blanco y una enorme y elegante capa marrón. Llevaba a un niño de
la mano. Crucé la calle, me acerqué al mullah intentando no mirarlo
a los ojos, recordando la frase del Corán que dice algo así como: “La
mirada seductora de la mujer es la perdición para el creyente”, sa-

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
qué de mi bolso el papel que me habían dado en el Ministerio de la
Cultura y la Revolución Islámicas con el permiso de visitar edifi cios
religiosos y se lo puse delante de la cara.
El joven mullah bajó la vista al suelo, sin saber qué hacer. Recordé
otra azora que dice: “Si te sientes excitado por la mirada de una
mujer extraña, debes irte enseguida corriendo a tu casa y estar junto
a tu mujer”. El mullah, que no tendría más de veinte años, no se fue
corriendo a su casa. Masgid Tarik Jana, ¿open time? Le pregunté, señalando
al portón cerrado de la mezquita. Desde el puesto de comidas,
aún masticando, se acercó a toda prisa Mohamed, mi salvador.
El mullah y Mohamed intercambiaron un par de frases. Seguramente
le estaba explicando quién era yo o quizás le decía, como
opinaba Farshid, que era una loca y que le estaba haciendo perder el
tiempo a todo el mundo. Saqué mi minidiccionario persa-inglés y se
lo di a Mohamed. Él buscó las palabras y me dijo: Portié nou: siesta.
El portero estaba haciendo la siesta. ¿Dónde está el portero? pregunté
y el mullah y Mohamed se miraron. Jóum, dijo el mullah en un
aceptable inglés, hablándome a mí pero dirigiendo sus grandes ojos
marrones hacia Mohamed. ¿Dónde está su casa? volví a atacar y ambos
se alzaron de hombros.
Luego de algunas averiguaciones, Mohamed y el mullah parecían
tener un plan. El niño nos miraba divertido. Ahora teníamos
una dirección, pero se presentaba el problema de cómo ir hasta allá.
Según la ley islámica, un creyente no debe entrar a un espacio cerrado
con una mujer que no es la suya. El auto era un lugar cerrado y
yo una completa desconocida, peor aún, una extranjera. Discutieron
un poco y luego vi cómo Mohamed bajaba totalmente los vidrios de
las cuatro ventanillas, convirtiendo su auto en un lugar semi-abierto.
Una de las cosas que aprendí en ese viaje es que el Islam, ante lo imposible,
siempre encuentra una salida.
Mohamed se puso al volante y el mullah, con el niño sobre sus
piernas, se ubicó a su lado. Yo tenía todo el asiento de atrás para mí.
Cruzamos la ciudad hasta llegar a un barrio de casas de adobe. El
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LA LLAVE DEL PARAÍSO - LILI VILLANUEVA
mullah bajó de un salto del auto y golpeó el llamador de un portón
con la pintura celeste descascarada. Mohamed me sonreía detrás del
volante. De pie en el asiento delantero, el niño del mullah me miraba
fi jamente a los ojos. Tendría cuatro o cinco años. Estaba vestido con
un pantaloncito lleno de dibujos de gatos y una remera que decía
Cat´s Club.
Yo veía al mullah esperando frente al portón celeste, pensando
que detrás de ese portón estarían las llaves del paraíso, las llaves mágicas
que me abrirían las puertas de mi mezquita. Pero en vez de San
Pedro, abrió una mujer joven que, cuando vio al mullah, bajó la vista
y se arregló el chador. El mullah preguntaba con la vista mirando
al piso pero la mujer negaba con la cabeza. La sonrisa de Mohamed
desapareció.
El mullah volvió a entrar al auto. Hablaron entre ellos. Yo estaba
entregada a mi destino. Mohamed arrancó sin explicaciones y luego
de atravesar un laberinto de calles llegamos a una plaza donde había
teléfonos públicos. Los hombres bajaron y me quedé sola en el auto
con el niño. En un santiamén, se puso al volante, probó los cambios,
tocó todos y cada uno de los botones del tablero, mientras chillaba
en persa, me miraba por el espejo retrovisor y se reía a carcajadas.
Cuando empezó a asomarse por las ventanas abiertas, revoleando su
cuerpecito en dirección al tránsito de la avenida, lo detuve tomándolo
de las piernas. Me pregunté si estaba rompiendo las reglas, si
alguna azora me impediría tocar al hijo de un mullah.
¡Quédate quieto! le grité en castellano y como por arte de magia,
el niño se tranquilizó. Mohamed se acercó y me insinuó con señas
que lo acompañara. El mullah le dio el tubo del teléfono a Mohamed
y Mohamed me lo pasó a mí. Yo pregunté ¿jeló?
- Así que te metiste con un mullah y andan como caravana en el
desierto para conseguir una maldita llave de una maldita mezquita?
Era la voz de Farshid, que ahora estallaba en una carcajada. El
asunto es así, siguió hablando: Ahora van a dejar al mullah en una
escuela y se van directo a la municipalidad, donde hay otra llave.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Preguntan por un tal Jeirabadi. Suerte, me dijo Farshid del otro lado
del tubo y cortó.
Dejamos al mullah y al niño en una escuela de las afueras de la
ciudad. En el patio estaban jugando al fútbol y a falta de pelota, usaban
las piñas de un bosque cercano. Había varios mullahs corriendo
y riendo con sus sotanas marrones. Cuando partimos, vimos cómo
nuestro mullah se sumaba al grupo. Volvimos a cruzar la ciudad
y llegamos, al fi n, a la municipalidad, un edifi cio inmenso con las
ventanas oscuras. Mohamed bajó del auto y entró. Habíamos estado
más de tres horas dando vueltas. Empezaba a oscurecer.
Mohamed volvió con un hombre de mediana edad que meneaba
todo el tiempo la cabeza. Se subieron al auto e iniciaron una larga
conversación en persa. Yo pensaba que nunca entraría a mi mezquita,
que tendría que conformarme con las fotos de los libros, que había
viajado quinientos kilómetros en vano y que aún me quedaban
otros quinientos kilómetros para volver a Teherán y enfrentarme a
las burlas de Farshid.
Se hizo un silencio. Los dos hombres se dieron vuelta al mismo
tiempo y con las manos en alto, como si estuvieran rezando, me dieron
a entender que no, que era imposible entrar a la mezquita, que
el destino así lo quería, o al menos, eso me imaginé que me estarían
diciendo. Saqué de mi bolso el papelito con la lista de palabras en
persa que me había escrito Farshid por cualquier cosa y busqué algo
que se aproximara a “qué lástima”.
- Mota’asafanej, dije, y no tenía la menor idea de lo que estaba
diciendo. Al lado de esa palabra, Farshid había escrito “pitty”. Los
hombres se miraron, asombrados, sorprendidos, llenos de tristeza.
De repente, los dos parecieron tener la misma idea. El empleado municipal
le preguntó algo a Mohamed, él afi rmó y con las manos entendí
que me decían: Momento. Bajaron del auto. El chofer abrió el
baúl, sacó una pinza y armado con ella, el empleado volvió a entrar
al edifi cio.
Tardó un buen rato en volver. Tenía una sonrisa de oreja a oreja.
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LA LLAVE DEL PARAÍSO - LILI VILLANUEVA
Abrió sus manos, en ellas había una llave antigua, como de veinte
centímetros de largo. No lo podía creer: seguramente habría forzado
algún armario de la municipalidad. Cuando Mohamed arrancó
y manejó a toda velocidad por la ciudad, amé la permisividad del
Islam. Me pareció que no era yo la que iba a la mezquita sino que era
ella la que se me acercaba, a través de las calles de tierra, mientras la
ciudad empezaba a encender sus luces.
Llegamos. El empleado, ceremonioso, me dio la llave pesada,
como si se tratara de una ofrenda a los dioses. Me dejaron enfrente
del portón. El ala de madera se abrió hacia el patio y entré. Los hombres
se quedaron afuera, charlando y fumando. Cuando me encontré
sola en el patio ya era noche cerrada. No se veía absolutamente nada.
Planté el trípode en medio del patio, ubiqué la cámara y me alegré
de haber traído el fl ash. Comencé a sacar fotos y entonces la vi,
en el resplandor de la luz del fl ash: mil trescientos años de historia
acumulada, ahí, esperando. Luego de hacer las fotos guardé el
equipo y me quedé un rato sola, en la oscuridad, paseando entre las
columnas gordas como patas de elefantes, acariciando las superfi -
cies rugosas de adobe. Paseé por ese bosque de columnas como en
una danza suave, mientras pensaba en Farshid, en Mohamed, en el
mullah, en el empleado municipal y no por último en Alá, que me
habían abierto las puertas de mi pequeño paraíso. Y sentí que esa
danza nocturna era como un regalo del cielo.
LILÍ VILLANUEVA. NACÍ EN BUENOS AIRES, ARGENTINA, SOY ARQUITECTA, PE-
RIODISTA Y VIAJERA. VIVÍ NUEVE AÑOS EN ALEMANIA Y CUATRO AÑOS EN RUSIA. EN
ESTA ETAPA DE MI VIDA NÓMADA ME ENCUENTRO EN MONTEVIDEO, URUGUAY. Y
ESCRIBO.

Afrika minez
AGURTZANE BELAUNZARAN SAIZAR
17
“Benetako bidaiaren helburua ez
da lurralde berriak bilatzea, begi
berriak izatea baizik”.
Marcel Proust
Herrialdea ñimiñoa da, txikia oso kontinente handian. Malawi
ezezaguna. Mapan kokatzea ere kosta egiten den lurraldea.
Kostaldetik, itsasotik urrun dagoen arren berea du Afrikako hirugarren
lakurik handiena: Malawi lakua. 560 kilometrotako luzera hartzen
duen lakua sugea bezala luzatzen da, Mozanbike, Tanzania eta
Malawiko lurrak bustiz. Laku handiari loturik egon da Malawiko
egonaldia, David Livingston misiolari eskoziarraren urratsak jarraituz,
Bitakorako koadernoa zabaldu eta Afrikako esperientziak idazten
hasteko prest gara.
Afrika beltzak errespetua ematen digu. Lehen aldiari zor zaion
errespetua, ezezaguna baitzaigu. Lehen pausuak Lilongwen eman
ditugu, hiriburuan. Berandu iritsi gara festara, amaitu baita independentziaren
46 urteurreneko jaia. Kale kaotikoetan zintzilik dauden
banderatxoek diote hori. 1891.ez geroztik Ingalaterraren menpe
egon zen lurraldea. Niassilandya zen herrialdeak ordea 1964an lortu
zuen independentzia. Egoera politiko berri hartan izen berria jarri
zioten herrialdeari: Malawi. Izena bertan bizi ziren Malavi izeneko
tribu bantuei zor omen dio.
Hirian pausuak galduta gabiltza. Ulertzeko zaila da hiriburua,
banketxe batzuk hemen, gobernuarenak diren eraikinak han, amaitu
gabe dauden eraikin mordoa… eta kalean ikusten dugun jendea non
bizi ote den galdetzen hasiak gara. Etxeak aurkitu nahian begiak lau

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
puntu kardinaletara argi begira. Trafi koa, kaleetako saltzaileak eta
merkatu ilunak eta zikinak. Eta are zikinagoa den errekak zeharkatzen
duen hirian galdurik gu. Bertan, garbitzen ari dira dozena erdi
bat gizon. Eta gure begiradek ez diete onik egin. Chichewa ez dugu
ulertzen, baina begiak beste nonbait pausatzeko diote oihuka. Eta
galdu gara hirian, utzi ditugu pausuak libre eta erabaki dugu nahiago
dugula gaua bertan pasa eta martxa egitea, iparralderantz.
Negua da eta goiz iluntzen du.
Lakuari iparraldean heldu nahi diogu. Eta aurkitu dugu mapan
Chitimba herria, eta harat joateko kapritxoz hartu dugu autobusa.
Ez dakigu zer aurkituko dugun, baina Chitimbara goaz pozik. Hemendik,
mendian gora 15 kilometro ibiliz, Livingstonia herria ezagutzeko
gogoz. Autobusa lepo beterik doa, jendez, ekiapajez eta
zakuz. Alderrai bakarrak, geu. Bi eguneko bidea dugu eta Mzuzun
egingo dugu gaua. Eserlekuan, mutiko begi argi bat aitaren altzoan
doa, ixil-ixilik doaz, ez dago berriketarik beren artean.
Denbora izan badugu eta lasai goaz, aho zabalik dakusagu
autobusean bertan gertatzen dena; ondoan dudan gizona eta
semetxoaren bizimodua imajinatzen hasia naiz, norat ote doaz maleta
handi honekin? Zergaitik? Non ote dago ama? Ez dute hitzik ere egin
bidaia guztian. Triste ote daude? Atzean dudan gizonak telefono
mugikorretik dihardu, ez diot ulertzen zer dioen, chichewaz ari da.
Baina nik bere hitzei nire historia jarri diet. Leihotik at begiztatzen
zaiguna ere ederra: paisaia zoragarria, eguneroko bizimoduaren
irudiak, etxaldeak, jendea, bizitza bera... Autobus urdinak igo ditu
aldapak, zeharkatu ditu herriak, jetsi ditugu mendiak eta ordu asko
pasa direnean, itsasoaren pareko azaldu da lakua, Malawi lakua.
Ikaragarria. Demasakoa.
560 kilometroko luzera du eta zabaleran 80 kilometrotara iristen
da. Itsasoa dirudi.
Chitimban gara, lakuaren ondoko herrian. Tanzaniara doan errepidea
pasatzen da bertatik, eta errepide bazterretan jendea, saltzaileak,
mugimendua eta alaitasuna. Bob Marleyren bandera eta musika
18

19
AFRIKA MINEZ - AGURTZANE BELAUNZARAN SAIZAR
duen jatetxera goaz zuzenean. Xumea da jatetxea, oso. Jatetxearen
nagusiak hiru anaia gazte dira, rastafaria anaia nagusia. Eta gurekin
batera eseri dira eta esan ditugu kontuak tripa zorriak baretzen genituen
bitartean. Bidegurutzeko seinaleak Livingstonia 15 kilometrora
dagoela dio. Lur gorri eta harrizko errepidean abiatu gara mendian
gora. Lakuaren ikuspegi ederrak eskaintzen dizkigu bideak. Zeharkatu
ditugu, kafe eta manioka soroak eta entzun ditugu emakumeak
kantari, belarrien gozagarri. Lanaren amaiera kantuz ospatuz.
Misiolari ingelesek Afrikaren ebangelizazio prozesuan sortutako
herria da Livingstonia. Izenak ez du misterio handirik, David Livingstoni
zor diona baizik. Malawi lakuraino iritsi zen bera. Gerora,
misiolariek mendi kaskoa leku aproposa zela eta bertan eraiki zuten
egun Malawin arkitektura koloniala duen leku bakarra. Mendi kaskoan,
altueran, (malaria duten eulitxoetatik urrun) lakuari so, ingeles
estiloko etxeek, Unibertsitateak eta Lanbide Eskolak osatzen dute
herriko etorbide nagusia. Herriaren amaieran berriz harrizko etxea,
“Stone House”. Egun, herriko ostatu bakar eta museo bihurtua. Eta
une batez, sentitu gara kolonia garaian etxeko atarian tea hartzen
genuen bitartean. Eta une batez, egin dugu salto atzera. Eta imajinatu
ditut esploratzaile eta ebanjelizatzaile haien emakumeak han,
berriketan, gauari so. Eta egin dugu amets Stone Houseko logeletan.
Malawi lakua izarren lakua da.
Uneskok Gizateriaren Ondare izendatu zuen lakua Parke Nazionala
da egun. Lakuaren inguruan lastozko eta adobezko etxebizitza
mordoek herrixka txikiak osatzen dituzte. Malawiko ekonomia
nekazaritzan oinarritzen da. Biziraupeneko ekonomia da beraiena,
pobreziaren eskainuetan lehenengo postuetan baitira. Lakuaren inguruko
herrixkek, baratzak izateaz gain, arraina dute eskura. Lakua
dute bizitza iturri; edateko ura, garbitasuna eta arraina baitute eskura.
Munduko paraje hauetan ura urrea da. Bizitzari loturik jarraitzeko
baliabide preziatua.
Gauean hasten da gizonen lana, ilargiarekin batera. Egurrezko
kanoa xumeetan sarea kargatu eta kerosenozko lanparekin hondartza

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
zuriko kostaldea abandonatzen dute, arraunei eraginez. Gero
horizontean ipurtargiak bezala ikuskatzen dira, han laku handiaren
erdi-erdian. Goizaldera itzuliko dira, eguzkiaren presentziarekin
batera. Merkatariek grinatsu itxaroten diete arrantzaleei, preziorik
baxuenean ahalik eta arrain gehien nork erosiko. Gero, errepide
ondoko salmenta postu xumeetan salgai jartzeko. Gizonak dira
arrantzale. Emakumeak, ama, etxekoandre eta saltzaile dira.
Mutikoek futbolean jolasten dute, kanoetan arrantzarako duten
abilezia erakusten digute. Neskek amaren rolari eusten diote txikitatik.
Lanean dihardute, anai edo arreba txikia bizkarrean dutela, arropa
garbitzen edo ura garraiatzen. Neskek ez dute jolasteko eskubiderik.
Etxaldeetan arraina lehortzen dute. Ez dago argi indarrik.
Eguzkiaren argiak eta haizearenak egingo du arraina lehortzeko
prozesua. Naturaren erritmoan. Etxe atarietan, emakumeen
solasaldia morteroaren danbatekoekin tartekatzen da. Manioka
uretan beratzen dute, gero, makilarekin xahutuz, shima egiteko.
Eguneroko platera, shima zuri zuria arrai zati batekin. Masa zuria
behatzekin hartu eta borobiltxoak eginez arrai zatiak hartu eta
barrura. Eta egun berezietan, zortea dutenek, oilaskoa jango dute.
Goizean goiz hasten da ikuskizuna gure begientzat eta gauez milioika
izarrez beteriko zeruarekin lokartzen gara.
Izarren lakua eta irribarreena. Lakua ederra bada, bertako jendea
ederragoa baita.
Chitimba ‘s Primary School
Mzungu, mzungu! (txuriak, txuriak!) diote ehun erdi bat neska mutikok
guregana inguratzen diren bitartean. Eskolarako bidean dira,
motxilatxoa edo makutoa bizkarrean eta irribarre goxoa aurpegian.
Mutikoek plastiko zatiekin eta sokarekin egindako baloi bat dute
hanka artean. Munduko Kopan jolasten ari diren jokalarien izenak
errepikatzen dituzte; Xabi Alonso, Messi, Iker Casillas…
Luxurik gabeko eskola ikustera gonbidatu gaituzte. Gabezia material
handiko eskola da. 120 neska mutikok ikasten dute bertan.
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AFRIKA MINEZ - AGURTZANE BELAUNZARAN SAIZAR
Lurrean eserita jasotzen dituzte eskolak. 10-12 urtekoen gelan sartu
gara eta andereñoa HIESAri buruzko informazioa ematen ari da.
1994a ezkeroztik, Lehen Hezkuntza publikoa da eta datuek alfabetodunen
kopurua handitu dela diote. 12 urte arte joaten dira gehienak
eskolara. Irakurtzen eta idazten ikasten dute baita batuketak eta
kenketak egiten. Zortea dutenek ikasketekin jarraituko dute, gutxi
batzuk baina. Gehienak, bizitzaren lezioa ikasiko dute, biziraupenarena.
Lakua zeharkatuz Mozanbikera.
Nhkata Bay da lakuko porturik garrantzitsuena. Portudun herrien
identitate bera du: mugimendua, merkataritza, tabernak, musika goizaldeko
ordu txikiak arte, alkohola eta prostituzioa. Ingurunea, benetan
da polita. Hondartza xuriko kostaldea, palmondoak eta mendi
garaiak atzean. Ilala barkua astean bitan ailegatzen da. Hauxe da
lakuaren baitan bizi diren herrien eta irlen komunikazio bide bakarra.
Sartu gara, itsasontzi zaharrean. Sartu dira zientoka malawiar ere bai,
tonaka merkantzia eta esandako ordua baino lau ordu beranduago
iritsi den patroia. Eta sirena hotsarekin utzi dugu atzean Nhkata Bay.
Han goaz, izarrez beteriko gau ilunean lakuaren barnera.
Goizalderako ikuskatu ditugu Chizumulu eta Likoma irlak,
Malawiko uretan baina, Mozanbikeko lurretik gertuago. Ez da porturik
hemen. Txalupatxoak etorri dira bidaiarien bila, salto egin behar
dugu, goitik. Duda izpirik baduzu, akabo! Arroz zakuarekin batera
egingo baituzu salto jendez lepo beterik den barkutxora.
Eta han goaz, kostaldea noiz harrapatuko, intxaur koskolak bezala
olatu handiz beteriko lakuan. Eta hara non agertu diren baobab
zuhaitz ederrak begi aurrean. Afrikako kondaira batek dio; “Zuhaitza
hain zela ederra, Jaungoikoa bera ere jeloskor jarria zela. Eta zeruetako
jauna haserre bizian zen egun batean, zuhaitza errotik atera eta adarrak lurpean
sartu zizkion. Orduezkero, baobab zuhaitzak sustraiak luzatzen ditu
luze adinean zabal, lau haizetara”.
Likoma irla txikia bada ere, bertako biztanleak etxalde xumeetan
bizi badira ere, demasako katedrala eraiki zuten ebangelistek. San

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Pedro katedralak, erlijoaren indarra eta oparotasuna erakutsi digu
beste behin, munduko herrialderik pobreenetakoan.
Egunak badoaz, ohartzeke. Eguzkiaren erritmoa maitatzen hasiak
gara, erlojuarena ahaztuta. Chicewaz ikasi ditugun hitzekin
ongi etorriak gara toki guztietan. Masuka boangi! Masuera Boangi!
eta ateak beti zabalik.
Tiribuino Malawi! Laster arte.
Parez-pare dugun Mozanbiken gogoa jartzen hasiak gara. Arrantzaleekin
tratua egin behar dugu itsasontzian muga pasatzeko. Haizea
gogor dabil eta olatuak ere maizegi eta handiegi. Kostata baina
egin dugu bada tratua eta han goaz, barraskilo txuriak, motxila etxe
gisa hartuta txalupan. 10 kilometro luze izan dira. Cobuen hartu
dugu lur, Mozanbike iparraldean. Niassa eskualdean gaude, Mozanbikeko
probintziarik pobreenean. Datu honen berri bagenuen arren,
lurrezko errepideetan egindako bidai luzeetan ikusitakoek baieztatu
dute genekiena. Pobreetan, pobreena.
Indiar Ozeanoa hartu dugu helburu. Kostaldea. 4 egun behar
izan ditugu, amaiezinak ziruditen bidaietan; chapa (bertako furgonetak),
tren eta autobusetan. Beti jendez lepo. 10 sartzen diren tokian
Afrikan 30 sartzen dira! Oilasko, banana, arroz zaku eta antxumeekin
gainera.
Cuamba eta Nampula hiriak lotzeko trena hartu dugu. 3.klasean
egin dugu bidaia, beraiekin. Afrikako bizimodua bertatik bertara
ezagutzeko aukera ederra eta gogorra aldi berean. 12 ordu luze izan
dira, inor gutxi kabituko zela uste izan dugu geldiune bakoitzean,
baina usteak erdia ustel! Geldiune bakoitzean, kristalik gabeko lehiotik,
zakuak, poltsak eta ekipajeak gora eta aterik gabeko atetik,
jendea. Denak gora, inor gutxi behera.
Ozeano Indikoari begira gaude azkenean. Iparraldean Quirimbas
artxipielagoan (32 irlek osatzen dute) hasi dugu kostaldeko bidaia.
Bertara iristea ez da hain erraza, baina lekuak merezi du. Ibo izeneko
irlara bidean goaz. Belazko txalupan sartu eta gure azalaren kolo-
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AFRIKA MINEZ - AGURTZANE BELAUNZARAN SAIZAR
reak isiltasuna piztu du. Alderrai gara hemen ere. Ibon hankak jarri
bezain laster ohartu gara denbora geratu egin dela. Arkitektura kolonialeko
etxebizitza zaharkituak, ederrak baina. Abandonatua izan
den tokiaren usaina sumatu dugu. Hilerriek ere horixe diote.
Portugalen kolonia izan zen Mozanbike eta irla honetatik
merkantzia eta esklaboen trafi koa egin zen India eta Ameriketara
bidean. Independentziaren urteetan, 1975, portugaldarrek herrialdea
behartuta utzi zuten. 24 ordutan 24 kiloko ekipaia bakarrik atera
baitzezaketen Mozanbiketik.
Historia handiko tokia da Ibo txikia. Erlijio aniztasuna ere nabaria
da. Arabiarrak VIII. mendean iritsi ziren eta erlijio musulmana ezarri.
Hortik “salama” diosala. Portugaldarrek, berriz, Jaungoikoaren
hitza ekarri zuten, erlijio katolikoa inposatuz. Hortik, mezkita eta
elizen presentzia. Denak baina errespetuan bizi dira.
Arrantza dute bizibide irla hauetan. Arrantza eta lasaitasuna.
Munduan, ezagutu behar diren toki horietako bat da Ibo. Paradisurako
bidea ote den galdetzen diot oraindik nire buruari. Ibo, Matemo
eta Quirimba uharteetan egindako pausoetan, aho zabalik jaso
dugu ikusitakoa.
Matemorako bidea dhown (afrikako txalupa) batean egin dugu.
Marearen arabera ezartzen dira irteera orduak, ez du erlojuarenak
balio. Naturarena den denborak agintzen du. Dadyren etxean hartu
dugu ostatu irla txiki honetan. Dadyk badaki portugesez. Makua
hitz egiten dute paraje hauetan. Portugesa eskolara joan direnek
edota, kontinentera salto egin dutenek dakite. Dadyk Parke nazional
batean zaindari lanak egin zituen, horregatik daki hain ondo portugesa.
Eta erakutsi dizkigu argazkiak, Parke Nazionalekoak eta kontatu
dizkigu ere zientoka kontu dortokei buruz eta itsasoko espeziei
buruzkoak. Indiar ozeanoko irlatxoan, izarpean.
Gauean urrun zen itsasoa goizean gertura zaigu. Emakumeak
mussiroa jartzen dute aurpegian. Gazteek birjintasunaren ezaugarri.
Helduek, eguzkitik babesteko. Etxaldeetan dozenaka ume jolasean.
Gizonak kostaldean arrantzan. Emakumeak umeak bizkarrean,

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
koloretako kapulanan bilduta, palmondoen ostoekin etxe ataria
garbitzen, morteroan arroza aletzen, manioka txikitzen, bazkaria
prestatzen edota baratzean lanean.
Musikari jarraituz egin ditugu pausuak. Jende andana dantzan
eta musika joaz dago. Limbage izeneko ospakizuna da. Mutilak neskari
ezkontza eskaria egiten dionekoa. Kultura nahasketa ikaragarria
da, perkusioak, emakumeen kantuak, sinismen animistak eta
musulmanak elkar harturik. Eta han, aurpegia, koloreko zapiekin
estalita duten hiru neska gazte eta bestaldean haien senar izango direnak.
Tartean gu ere, festara gonbidatu gaituzte eta oilo ipurdiak
dantzan ditugula jaso dugu betirako memorian une hau.
Mozanbikeko kostaldean hegoalderantz goaz, Ilha Mozanbikera
bidean. Uneskok Gizateriaren Ondare izendatutako irla honek historia
bizia du. Mozanbikeko hiriburu izan zen. Brasilera bidean jarri
zituzten esklaboen trafi koa dela eta urrezko garaiak ezagutua da.
1898an hiriburu izaera galdu zuen, gaur egungok Maputok hartu
zuen testigua. Independentzia ondoren, portugesek irlatik ihes egin
zuten. Orain, denboraren eta abandonoaren arrastoak kendu nahian
dabiltza. Mozanbikeko hiririk ezagunena eta bisitatuena da egun
Ilha, Cidade de Pedra eta Macutik osatzen dute 3 kilometroko luzera
duen irla. Harrizko herria, portugesek eraikia. San Sebastian ermita
eta gotorlekuarekin batera. Macuti zonaldean berriz, afrikarrak bizi
dira bata bestearen gainean pilatuta. Palmondoen orria esan nahi du
macutik makweraz. Macuti auzoan, teilatuak palmondoekin eginak
baitira. Memoria historikoa jaso nahian, irlatik atera ziren milaka esklaboen
oroimenean, lorategi bat eraiki dute eta bertan hamabi eskultura
daude.
Afrika gertu gertutik
Hondar zuriko hondartza eta turkesa koloreko urak dira nagusi
Tanzaniako mugan hasi dugun bidaitik Maputoraino. Paisaia ederreko
kostaldea; Afrikako Karibea. Lur gorriko errepideetan, hauts
gorria harrotuz egin ditugu ehunka kilometro, autobus, dhow, chapa
eta itsasontzietan. Herritarrekin batera, ipurdia estu-estu eginda,
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AFRIKA MINEZ - AGURTZANE BELAUNZARAN SAIZAR
magalean, irribarre zuriko neska mutikoak hartuta. Laranja zakuak
hanka azpian eta oilaskoa poltsan sartu duen emakumearen ondoan.
Antxumeak ere bidaide, furgoneten gainean lotuta. Geldiune
bakoitzean, ezerezaren erdian, neska mutikoak, bandejetan janaria,
fruituak, edaria, haragia edo arraina saltzen. Bidaia bakoitza, ikuskizun
bilakatuta. Herritarrekin kontu batzuk konpartituz eta elkarrekin
barre algarak eginez. Tudo bem! Estamos juntos! esanez elkarri.
Koloretako Afrika Beltza
Koloretako Afrika beltza hauxe. Minez bizi da Afrika beltza, bizi
duten errealitate gogorragatik. HIESAren datuek oilo ipurdia jartzeraino.
Umeen desnutrizioak barruak astintzeraino. Bizitza esperantza
45 urtekoa den herrialde hauetan. Beltza, gure iparra eta hego
honen aldea gero eta handiagoa delako.
Koloretakoa, emakumeek janzten dituzten kolore biziko tela tradizionalengatik;
kapulanengatik. Bizitza sinple eta xume horietan
zoriontsu izateagatik. Eskuzabaltasunagatik. Koloretakoa baloreetan.
Koloretakoa noski, umeen begirada eta irribarreengatik. Afrikaminez
bizi naiz orain.
AGURTZANE BELAUNZARAN SAIZAR. GIPUZKOAKO HERRI TXIKI BATEAN (BE-
RROBIN) JAIO NINTZEN 1979KO UDAZKENEAN. BERROBIN ETA BERASTEGIN, AITON
AMONEN BASERRIAN PASA NUEN HAURTZAROA ANAIEKIN; EUSKARA ETA BASERRIA HO-
RREGATIK DITUT MAITE. HERRIKO MUTILEKIN IKASI NUEN PILOTAN ETA ASKO MAITE
DUDAN LAGUN BATEK ABENTURAZALE IZATEN ERAKUTSI ZIDAN. BILBON KAZETARIT-
ZA IKASI ETA TELEBISTAN EGIN NUEN LAN ZAZPI URTEZ. LANTALDE EDER BATI ETA
GERTUKOEI AGUR ESATEA ERABAKI ZAILA IZAN ZEN, BAINA NIK MUNDUA EZAGUTZEA
NUEN AMETS. MUNDUMIÑEZ BIZI NINTZEN. HEGO AMERIKETAN BARNA IBILIA NAIZ
ETA AFRIKA EZAGUTU BERRI DUT. INDIGENA ETA MUNDUKO NEKAZARIEI DIEDAN
BEGIRUNEA, AITON-AMONA ETA GURASOEI ZOR DIET. NIRE BIDAIETAN EZAGUTU DI-
TUDAN EMAKUMEEI ZOR DIEDAN BEGIRUNEA BERRIZ, EMAKUME IZATEAK EMAN DIT.
EGUN, PRENTSA IDATZIAN KOLABORAZIOAK EGITEN DITUT ETA TOLOSALDEKO LANDA
GARAPENEKO ELKARTEAN BATEAN EGITEN DUT LAN, HURRENGO BIDAIA PRESTATZEN
DUDAN BITARTEAN.

Cuba, ni más ni menos
FON ORMAETXEA
La Habana parece haberse acostumbrado a vivir tras de ese
malecón maldito sobre el que el mar bate sus olas llenas de
recuerdos ambiguos: hombres que van y vienen en barcos de lujo,
mujeres que fueron con lo puesto y que jamás volverán o adolescentes
que jamás irán. Cuba es ese paraíso, inhóspito en ciertos momentos,
en el que sus gentes sufren y aman con la misma intensidad. La
mayor de Las Antillas cabalga a lomos de un viejo caballo, a veces
manso, a menudo desbocado, que da la sensación de caminar siempre
en círculo.
Todo lo que de Cuba se ha hablado y todo lo que de ella se hablará
se estampa a diario contra ese muro invisible que conforman sus ciudadanos.
Parece que Cuba no es sino un estado diferente al que unos
admiran y otros detestan; una isla tropical castigada por un bloqueo
económico, repleta de enormes coches antiguos y jineteras mulatas;
un sinfín de playas con aguas cristalinas gobernadas por un adorable
anciano con barbas; un lugar donde resuenan timbales y trompetas
en tascas que huelen a ron y a hierbabuena; un país en el que los niños
van a la escuela uniformados y los funcionarios visten bermudas.
Cuba es algo más, aunque a veces pueda parecer ser algo menos.
Hablar de Cuba es fácil. Es demasiado fácil desarrollar esa idea
prefabricada que todo el mundo tiene en la cabeza, sin ni siquiera
haber visitado la isla. Es más fácil incluso sacar conclusiones habiendo
pasado unas cortas vacaciones en Varadero alojado en un hotel
de lujo del sello Meliá. Algo más difícil es tomar apuntes en uno de
esos campamentos a los que cientos de jóvenes extranjeros acuden
cada año atraídos por la inviolable fi gura del Che o por la exclusividad
del régimen político. Lo verdaderamente difícil es recorrer la
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
isla de cabo a rabo y no verse sorprendido por sus gentes; por esas
personas de carne y hueso que tienen vidas reales; vidas tan reales
que a menudo rozan la épica. Aunque nos quieran hacer creer que
Cuba es sólo un conjunto de ideas nobles en un territorio marcado
por la igualdad de posibilidades de todos sus habitantes, tenemos la
obligación de saber lo que esos ciudadanos piensan, lo que esos ciudadanos
sienten y sueñan, porque esa gente es el verdadero motor
de la isla por encima de su gobierno; por encima del bloqueo yanqui
y muy por encima de lo que gentes extranjeras de izquierdas o de
derechas piensen de todo eso que solamente sufren y disfrutan los
propios cubanos.
Veinticuatro días en Cuba no son sufi cientes para que se nos revelen
todos los secretos que esconde esa isla surrealista y, sin embargo,
al regresar a casa notamos esa sensación de habernos impregnado de
magia, de música, de ese olor agridulce que desprenden los recuerdos
imprecisos y de una sofocante sensación de calor atmosférico y
humano.
Tres personas, de entre todas las que en Cuba conocimos mi mujer
Beatriz y yo, nos dejaron una marca en la memoria difícil de borrar.
Con una de ellas convivimos varios días, con la otra estuvimos
unas cuantas horas y con la tercera tan sólo unos segundos. Los tres
seres tan distintos y los tres tan verdaderos.
CON TONY EN LA HABANA: POESÍA Y LÁGRIMAS.
Tony tenía cara de buena gente. Sus tejanos recién planchados y
su camisa de lino beige desabrochada hasta medio torso le conferían
un aire de turista que le ayudaba a evitar problemas con la policía
cuando caminaba junto a nosotros , o en ese momento tan esperado
de tomarse una de esas cervezas a la que sólo tienen acceso los
extranjeros. El que Bea y yo conociéramos a Tony no fue fruto de la
casualidad. Un primo suyo afi ncado en nuestro pueblo nos dio un
paquete para que se lo entregáramos en propia mano al llegar a La
Habana. Él se presentó en nuestro hotel a la hora convenida. Lo que
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CUBA, NI MÁS NI MENOS - FON ORMAETXEA
en un principio parecía que iba a ser un encuentro fugaz, acabó convirtiéndose
en una relación cordial que duró varios días. Cada vez
que mi mujer y yo recalábamos en el “campo base” de La Habana
tras recorrer parte de la isla por tierra o por aire, allí estaba Tony,
con su bigote arreglado y sus gafas de catedrático. Aquel hombre
bajito de raza blanca y tez bronceada por el sol hizo de cicerone en
su amada Habana. Nos enseñó todo aquello que aún quedaba en pié
en la ciudad a la que en cada momento se refería con nostalgia; en la
ciudad en la que había vivido su juventud en aquellos años dorados
junto a gente que poco a poco se había ido difuminando. Tony hablaba
de una manera apasionada. Todo lo que él decía parecía brotar de
su alma; de esa alma de profesor recién jubilado que aún mantenía
su mente en las aulas.
Tony nos hablaba de Góngora, de Quevedo, de San Juan de la
Cruz o de José Martí, como quien habla de un amigo íntimo, mientras
nos enseñaba lo más digno de La Habana con la elocuencia del
más astuto de los guías turísticos. Todo en él eran declamaciones
y exclamaciones ante su Habana querida. Cada monumento o plaza
eran descritos por él con todo lujo de fechas y detalles. Tony era
catedrático de lengua española: titular de una cátedra que en Cuba
hacía un sueldo de veinticuatro dólares al mes.
Uno de los días en los que estuvimos con él, nos quiso invitar al
teatro. Nosotros le dijimos que se ahorrara ese dinero. Nos respondió
que a él le salía más barato que a nosotros y que poco más podía
hacer para agradecernos el hecho de que hubiéramos estado compartiendo
con él nuestro tiempo. Cogimos un taxi y quedamos con
él al lado de la plaza de La Revolución. Cuando se acercó a nosotros
su lenguaje resultaba trabado, sus frases no tenían la brillantez de un
apasionado de la literatura. Unos segundos más tarde descubrimos
que estaba algo borracho. Nos resultó extraño ver a ese ser disciplinado
en sus palabras, liberado de toda vergüenza y hablando de forma
vulgar. Sin darle más importancia al asunto entramos en el Teatro
Nacional de Cuba. El aire acondicionado no funcionaba. La sala
era oscura incluso antes que las luces de platea se apagaran. La obra

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
era una pieza surrealista en la que la música de Los Beatles sonaba
en cada cambio de escena. Poco antes del fi nal de la representación,
Tony, con su camisa sudada salió al pasillo central y comenzó a dar
saltos de alegría, gritando: -¡Bravo, bravo, bravo, bravísimo, bravo!
Todo el teatro se puso en pie para observar a aquel hombre bajito que
tras sus gritos de alegría rompió a llorar como un niño. Sin duda se
había emocionado. Salimos de la sala y el nos pidió disculpas. Tony
lloró de nuevo mientras la noche habanera acariciaba su bigote.
Al día siguiente tocaba visitar el barrio de El Vedado. El pequeño
profesor nos pidió disculpas de nuevo. Reconoció que no había
estado a la altura de las circunstancias el día anterior y como quien
no quiere la cosa continuó mostrándonos uno de los barrios más emblemáticos
de la capital cubana con la misma ilusión que en días
anteriores. A la una y media de la tarde decidimos comer. Él nos
sugirió un local barato que se encontraba cerca de donde nos hallábamos
y los tres nos encaminamos hacia aquel restaurante en el que
coincidimos con una colonia de adolescentes venezolanos vestidos
con camisetas rojas que hacían referencia a Hugo Chávez. Una vez
sentados a la mesa el camarero nos leyó una pequeña carta. Había
que elegir y Tony pidió pollo. Nos dijo que prefería comer carne de
res, pero que iba a tomar pollo para llevarle la mitad a su madre. Nos
comentó que su madre, sin apenas dentadura sólo podía comer pollo
y otros alimentos blandos y que hacía meses que no se alimentaba
en condiciones debido a la precariedad económica que atravesaban
En aquel momento Bea y yo nos miramos. Yo intentaba ocultar un
par de lágrimas que asomaban en mis ojos. Le dijimos que comiera él
carne de res y que para su madre mandaríamos envasar una ración
de pollo para llevar. Tony aceptó la oferta un poco avergonzado y se
puso a llorar. Lloraba desconsolado. Yo también lloré. Nos abrazamos
y él me confesó que todos los escorpio tenemos la lágrima fácil.
Los dos éramos escorpio. En aquel momento, comenzamos a hablar
de los astros; y de lo humano y lo divino y acabamos hablando de
literatura y de otras muchas cosas. El llanto dio paso a la algarabía y
tras unas cuantas cervezas Tony se olvidó de lo del pollo y comenzó
a hablar en voz extremadamente baja acerca del ¨comandante¨.
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CUBA, NI MÁS NI MENOS - FON ORMAETXEA
Cuando entramos en la casa de Tony, un cura argentino estaba
dando misa a dos señoras de avanzada edad. Una era la madre del
propio Tony y la otra una vecina de aspecto algo más saludable. Una
vez acabó el improvisado ofi cio religioso, Bea y yo nos presentamos.
El párroco nos bendijo y nos dio las gracias por haber guardado silencio
durante la ceremonia. La madre de Tony era una señora extremadamente
delgada. Su piel era blanca, casi transparente. La casa
estaba llena de estanterías repletas de libros antiguos. Sobre una vieja
mesa de madera situada en la mitad de una estrecha sala, había
dos televisores en blanco y negro; uno encima de otro: a uno no le
funcionaba el volumen y a otro se le había estropeado la imagen.
Entre los dos hacían uno. Mientras
En aquel ingenio de esa técnica de supervivencia emitían un reportaje
sobre el Che Guevara, el párroco argentino comenzó a hablarnos
de Dios en el país del comunismo.
De vez en cuando solemos hablar con el familiar de Tony que
vive al lado de mi casa. La última noticia que tenemos es que la madre
de ese catedrático afable murió hace unos meses. Todo lo demás
son informaciones imprecisas, vagas, sesgadas, como la mayoría de
las crónicas que nos llegan desde la vieja isla antillana.
CON EL NEGRO EUSEBIO EN GUANTÁNAMO: ¡HAITÍ A LA
VISTA!
¿Quién no conoce Guantánamo? Todos los habitantes de este planeta
tienen noticias sobre Guantánamo. Todos conocemos la base
norteamericana instalada en tierra cubana. Cuando hablamos de la
región con dicho nombre sólo nos viene a la cabeza una cárcel de
alta seguridad vigilada por las tropas del Tío Sam. Guantánamo no
es sólo una prisión junto a la costa. Guantánamo es una provincia de
Cuba a la que hace unos pocos años solo se podía llegar por aire o
por mar; un recoveco aislado que guarda su esencia por lo inhóspito
de sus parajes; una región montañosa por la que te acabas deslizando
hacia Baracoa, que constituye la ciudad más oriental de Cuba,
una de las poblaciones más extrañas de la isla.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
En Baracoa se come bien, mejor que en cualquier lugar de Cuba,
y se duerme con la sensación de descansar en el lugar más tranquilo
de la Tierra. Bea y yo tuvimos la oportunidad de recalar en ese lugar
maravilloso por espacio de tres días. Por la mañana del segundo día
salimos a pasear por una avenida que hacía las veces de paseo marítimo.
Un negro de altura considerable y aspecto robusto nos asaltó
dejando de lado a un grupo de amigos con los que se encontraba.
-Ustedes son vascos, seguro que ustedes son vascos- exclamó ante la
incredulidad de mi mujer y mía. Nos extrañó que él acertara nuestra
procedencia ya que aquel día no llevábamos puesta ninguna prenda
con logotipo alguno que diera pie a que aquella persona supiera de
dónde veníamos. Nos invitó a que fuéramos con él a un paraje a
varios kilómetros de distancia desde donde Haití podía ser avistada.
Sin tiempo para decir que no, mi mujer y yo nos vimos arrastrados
por aquel repentino anfi trión y seguimos sus pasos, como hipnotizados,
mientras él nos hablaba de sus conocimientos sobre la patria
vasca, sobre su amor a esa tierra que no conocía, pero que por referencias
evidentes, le resultaba amiga: aliada. Cruzamos sobre una
balsa de madera un pequeño riachuelo que desembocaba en el mar
y pocos minutos más tarde estábamos subiendo hacía una montaña,
bajo el terrible sol de mediodía. En un rellano, en lo alto del monte,
entre frondosa vegetación y tierras rojizas, llegamos a una especie
de poblado en el que una familia vivía entre cocoteros. La casa estaba
construida de paja y adobe. Animales domésticos recorrían la
hacienda perseguidos por dos niños de entre dos y cuatro años. El
cabeza de familia, un hombre joven de aspecto honrado, nos ofreció
un buen número de frutas tropicales que pelaba con una habilidad
prodigiosa con un viejo machete. Nos contó que allí se había rodado
la mejor versión de la película de Robinson Crusoe. Dejamos a la
familia y seguimos dirección hacia el mar. Eusebio, que así es como
se llamaba el hombre que nos acompañaba, llevaba en la mano una
antorcha que había pedido prestada al joven del poblado. En una
media hora de caminata estábamos en una de las zonas más orientales
de Cuba. Eusebio nos mostró, mientras un acantilado se abría a
nuestros pies, un trozo de tierra que apenas era perceptible. Nos dijo
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33
CUBA, NI MÁS NI MENOS - FON ORMAETXEA
que aquello era Haití y que en las noches despejadas podían verse
las hogueras que sus habitantes hacían para que los balseros tuvieran
una referencia de la costa antes de llegar a Cuba. Poco después
nos llevó a una cueva y nos invitó a bañarnos en sus aguas subterráneas.
Bea y yo desechamos la idea y él, en calzoncillos y con la
antorcha encendida en su mano derecha se pegó un baño en aquellas
aguas oscuras infestadas de mosquitos.
El regreso fue peor de lo que nos hubiéramos imaginado. Teníamos
hambre y sed. En el camino no había nada con lo que pudiéramos
saciarlas. En el tramo fi nal de la bajada, Eusebio nos contó
cosas sobre su vida; sobre su pasado como combatiente en Angola
y despojándose de su camiseta nos enseñó cicatrices de guerra en el
vientre. En su nuca se hallaba la que más impresionaba, la que correspondía
a un bayonetazo que como en el tiro de gracia debería de
haber acabado con su vida. Bea y yo nos miramos, incrédulos ante
lo que nuestros ojos estaban viendo. Yo sentí un largo escalofrío al
pensar que nos habíamos aventurado en tierras desconocidas con
un posible mercenario. Al fi nal resultó ser un buen tipo. Un tipo de
esos de cómic; mitad real, mitad inventado. Al llegar a Baracoa le
preguntamos de qué manera podíamos recompensarle por sus servicios.
Eusebio nos dijo que lo único que en aquel momento necesitaba
era un buen trago de ron. Llegamos a una terraza en las afueras de
la ciudad y él pidió la botella más barata. Mientras Bea y yo apenas
habíamos empezado a tomar nuestra cerveza, Eusebio casi había
acabado con su botella. El en una mesa y nosotros en otra, como
mandan los cánones en la isla, charlamos un buen rato, mientras el
negro Eusebio sudaba todo el alcohol de que se había metido entre
pecho y espalda.
Al atardecer de ese mismo día cenamos en el hotel, en ese lugar
situado en lo más alto de Baracoa. El camarero nos sorprendió gratamente
con unas gambas con salsa de coco y alguna otra cosa que no
recuerdo. Más tarde, en la habitación, el día tocaba a su fi n y desde
la ventana se podía divisar la puesta de sol más maravillosa que habíamos
visto en nuestra vida. El poderoso astro desaparecía entre las

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
palmeras, bajo el mar, y Bea y yo pensamos que era hora de formar
una familia y allí, en ese lugar que parecía no hallarse en el mapa,
comenzamos a concebir a esa niña que ahora va a hacer tres años.
Algunas veces, cuando veo a Naia corretear por los verdes parajes
de nuestra tierra, me viene a la memoria ese lugar perdido en el
mundo, ese atardecer maravilloso, ese paisaje guantanamero. Ese espacio
en la región que alberga la prisión más vergonzosa del planeta
y que a nosotros nos colmó de libertad.
UN HOMBRE EXTRAÑO EN CAMAGÜEY: UNOS OJOS
A la una del mediodía, después de habernos tragado un buen número
de kilómetros por las insufribles carreteras cubanas, llegamos
a Camagüey, una ciudad sin costa en mitad de Cuba. Aparcamos
nuestro coche de alquiler en una calle céntrica y buscamos un lugar
en el que reponer fuerzas después de la paliza del viaje. El centro de
la ciudad estaba bastante concurrido, como si fuese día de mercado.
Los viandantes parecían alegres, o por lo menos esa es la sensación
que a mí me dio. En una de las avenidas principales encontramos
un bar en apariencia acogedor: un mesón de techos altos, amplios
ventanales, limpieza absoluta y largas mesas de madera con bancos
corridos. Bea y yo nos sentamos en una de las mesas más alejadas
de la barra. Pedimos un par de cervezas y algo para picar. Mientras
el camarero nos traía la comida cogí la cámara de fotos y quise inmortalizar
a mi mujer con la barra al fondo, sobre la que en la pared
se podía leer: Mesón Don Cayetano. La foto duró unos segundos.
Era una foto fácil y enseguida me senté en la mesa. Comimos algo
mientras charlábamos. En la acera de enfrente se encontraba el Banco
de Crédito y Comercio. Dos de sus empleadas estaban sentadas
en el marco de la ventana, en la entreplanta de la entidad fi nanciera
fumando un cigarro. Bea y yo hicimos algunos comentarios acerca
del ritmo de vida de aquellos trabajadores. Después de la comida pedimos
un café. Antes de terminar de tomarlo nos ocurrió algo entre
mágico y surrealista que todavía sigue dando vueltas en mi cabeza:
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35
CUBA, NI MÁS NI MENOS - FON ORMAETXEA
un señor de mediana edad viene hacia mí y me acerca una servilleta
de papel en la que aparece mi cara dibujada a lapicero con rasgos
muy básicos, pero absolutamente reconocibles. Debajo del retrato
un texto que dice: ¨Amigo mío, esos ojos tienen muchas cosas que
decir¨. Jamás entenderé cómo alguien que estuvo en todo momento
dándome la espalda, excepto en el momento en que yo tomé la fotografía
de mi mujer, pudo retratarme de una forma tan fi el y fi jarse
en unos ojos que, salvo en unas décimas de segundo, se hallaban
tapados por la cámara fotográfi ca.
Bea y yo nos quedamos perplejos. El hombre se fue sin decir nada
y su pareja, que esperó a que el camarero trajese la cuenta nos dijo
que trabajaba en la televisión local y que estaban celebrando su cumpleaños.
Sin contarnos mucho más, ella también salió del local y nosotros
nos quedamos mirándonos el uno al otro, desconcertados, sin
haber entendido nada.
Unos días más tarde, coincidiendo con el fi nal de nuestra estancia
en Cuba, tomamos un autobús que nos llevó del aeropuerto hasta
el hotel de La Habana. En el trayecto nos sorprendió una de esas
tormentas tropicales que hacen que en pocos minutos las calles se
llenen de balsas de agua. Una de estas balsas anegó el maletero situado
en los bajos del autobús y las maletas de todos los viajeros
resultaron dañadas por el agua. Al llegar al hotel deshicimos nuestro
equipaje. Toda la ropa estaba empapada por un agua de color del
lodo, al igual que una caja de puros habanos que habíamos comprado
en Viñales, del mismo modo que media docena de regalos o que
un par de periódicos que llevábamos como recuerdo. Todo lo que se
encontraba dentro de la maleta resultó dañado de forma casi irreparable.
Todo salvo un pequeño tozo de papel que milagrosamente se
había salvado dentro de las páginas de una revista. Bea y yo comprobamos
que se trataba de mi retrato: Del retrato que aquel ser extraño
de Camagüey me había regalado.
Aún hoy en día, cuatro años después de nuestro viaje a Cuba, me
viene a veces a la memoria la escena del mesón y pienso que a lo mejor
aquel hombre tenía razón al pensar que mis ojos tienen muchas

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
cosas que decir. Quizás aquel personaje predijo que yo iba a escribir
estas líneas. Posiblemente aquel varón de pocas palabras creyó
conveniente pensar que alguien como yo algún día dedicaría unos
párrafos a esa patria suya, tan olvidada a veces: tan mágica siempre.
FON ORMAETXEA. (BILBO, 1966). A PESAR DE DEDICAR LA MAYORÍA DE MIS HO-
RAS A TRABAJAR EN ALGO QUE POCO TIENE QUE VER CON LA LITERATURA O CON EL
MUNDO DE LOS VIAJES, EN MIS ESCASOS RATOS LIBRES REINVENTO AQUELLOS LUGARES
EN LOS QUE HE ESTADO Y, CON PEOR O MEJOR FORTUNA, DESCRIBO PAISAJES Y GENTES
QUE ME AYUDAN A EVADIRME DE ESA MONÓTONA REALIDAD OCCIDENTAL QUE SÓLO
NOS OFRECE TRABAJO Y DINERO. EN CUANTO A OBRAS PUBLICADAS, ÚNICAMENTE
DOS: UN RELATO LOCALIZADO EN MYANMAR EN MAMBO POA 1 Y OTRO ENCUADRA-
DO EN LA INDIA EN MAMBO POA 2.
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First Time Ever:
the Taste of Guangxi
MIODRAG KOJADINOVIC
During four years I mastered enough Mandarin lexemes to carry
a conversation, but I pronounce them with a Cantonese
accent, which is a specialty of Guangxi where I taught at a university,
one of only fi ve “autonomous” provinces in China (to the extent that
autonomy is possible in a country as centralized as China) lying in
the far south; this way of speech is rare in almost fully Cantonese
speaking Guangdong and rarer yet in the rest of China where Cantonese
is not spoken. But in the end, when it comes to the things of the
mouth, China was not so much linguistic as it was gustative.
Despite having otherwise been mostly pesco-vegetarian* for
more than a decade, in China I ate donkey meat in a heavy herb sauce
twice, and tiny plates of dried yak pastrami a dozen times. And
that was basically all mammal meat I ate in China.
Something you do out of curiosity, and in order not to miss an
opportunity. Just like I had to try whale meat when I lived in Norway
for a year. And it too was very tasty, whatever anyone may feel about
it; after all I don’t see how it is not an issue for those who eat meat to
slaughter, for food, a cow, an animal whose milk most of us drink for
most of our lives, but it is when people kill whales — again for food.
Surely killing sharks simply for fi ns, while the rest is thrown overboard,
is much more drastic than killing whale and using most of it.
*Pesco-vegetarians in addition to vegetables, nuts, fruit and legumes as well as cheese and
other dairy also eat fi sh, but never meat of birds and mammals.
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
In China I tried fresh durian for the fi rst time (I had once had a
bit of durian cream in a puff before). I absolutely fell in love with
that glorious King-of-Fruit, and must admit it played an important
role in my signing for another year in mostly cheeseless Nanning,
as it did in making me pick Davao-the-durian-city in Mindanao as
primary tourist destination on my visit to the Philippines, with just
a few days in Manila and Cebu.
Back to China, I drank freshly pressed — not canned — sugar
cane juice, and had the beloved by many Chinese fern noodles a
couple of times. (Only later did I fi nd out on the internet that they
are not at all healthy as I fi rst thought, in my “green food” indoctrination.).
Once I bought a large smooth coconut for the juice, fearing
I wouldn’t know how I’d bore a hole in it, which turned out to be
easily done with a chopstick. I got hooked on it too — though defi -
nitely not to the extent I fell for durian — and kept buying coconut
for juice regularly, even when I returned to Europe. I had previously
always wondered why people even imported coconut fruit when
packaged coconut shreds are easily accessible. I also tried abalone
for the fi rst time and several other kind of sea snails, shellfi sh and
other molluscs, three times on visits to the 20 miles long Silver Beach
in Beihai, where a Chinese friend was taking a degree in hospitality
studies, so I visited quite often, but mostly with a Chinese nouveau
riche acquaintance who wanted to hang out with Westerners and
impress them with Chinese food. In most fi sh/seafood restaurants
one would pick one’s future dinner “ingredients” with a net from a
tank in which they swam or just idled away.
Even buffalo milk I tried for the fi rst time in Guangxi in Southern
China, though my paternal grandmother was born in a Macedonian
city on the outskirts of which Turks used to raise buffaloes, and even
my parents who studied in Skoplje remembered the milk being sold
there at some point in the 1950s. There was also the salty tea with
yak butter I had in a Tibetan restaurant that was open in Nanning
for a year.
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FIRST TIME EVER: THE TASTE OF GUANGXI - MIODRAG KOJADINOVIC
Beer mixed with pineapple, apple, oranges, hawthorn, even beer
with ice coffee (the latter bitter, all the others heavily sweetened)
were ordinary in China and for the most part OK. White chocolate
fi lled with wasabi was quite weird though. On the other hand,
kumquat was sweet even fresh (I thought dry one was sweet because
of added sugar, but apparently I was wrong), though it left a
burning lips sensation for a while after consuming it — hopefully
from etheric oil and not from some pesticide in the rind (which I bit,
extracted the fl esh, than spat out, a bit like eating apple seeds). I had,
of course, eaten preserved kumquat previously in Chinatowns the
world over, and once fresh kumquat in Vancouver, but I didn’t think
it burned as much.
I further ate stuff I knew from Chinatowns in Canada and Europe:
in the season I ate 3-4 mangos daily, as it is still a relatively expensive
kind of fruit in Europe; I consumed tons of dim sum, both
the savoury vegetable-and-mushrooms variant, and the sweet red
bean or lotus paste ones; I gulped plenty of tofu, which was not very
wise, as it contains proteins equal to oestrogen and it may have been
made with genetically modifi ed soy. But it tasted good, the 5-spices
one did!
I also kept exploring the bizarre. Once I chewed on thinly sliced
deer antlers (“makes your yang stronger”, whispered the shop assistant)
and another time on something that was translated from Chinese
on a sticker in WalMart as “seabed coco” — whatever that was,
as it was in frozen fi sh section, and was of a consistence of cuttlefi sh,
but tasted like cooked semi-woody plant. I also tried a totally different
product which was scraps of actual coco-de-mer palm seed (sometimes
referred to as “sea coconut”), similar in texture to the deer
horn, which was basically inedible however long soaked and boiled.
I chewed, and chewed, and swallowed but a very tiny bit and
spat out the rest of it.
Perhaps most importantly, Southern China taught me not to
oversalt food. I carried this to extremes when I went completely ital
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
(abandoned salt in my cooking), once I returned to Europe after four
years in China, and felt no deprivation whatsoever. I baked buckwheat
bread in my oven without a pinch of salt, and cooked my
vegetable and seafood chowder in wine and tomato juice with just
oregano, ginger, basil, curry, and ground red paprika.
My world will never be the same after China. It opened my already
multicultural eyes to the extremes of different tradition in
which things taken for granted (e.g. unfl avoured plain yoghurt)
are simply unimaginable, and others — say: cheese, especially blue
cheese — are frowned upon in China, whilst something unimaginable
in any county west of China is almost staple food, especially in
Southern China, the one that had contact with the outside world the
longest and most intensely (regardless whether our taboo on — say
— eating dog meat is grounded in our fascination with dogs whom
the West in conventional sense puts on a pedestal and would never
eat, or because in India they are considered as extremely dirty animals,
at a par with, or worse than, how Moslems and observant Jews
regard the swine).
At the same time, China made me realize to what extent people
are similar the world over, and how much the Mainland Chinese,
for decades missing contact with the outside world, today appreciate
Western technology (even though today China’s technology
matches it to a great extent) and some of the most ordinary aspects
of Western, especially American culture, and also how, like most
people, they value it highly when one shows that one takes their
humanity as equal to one’s own. My ability to speak a few sentences
about children, parents, jobs, would ease the way to the hearts of the
Chinese, especially “my” Chinese — to wit those of Guangxi — as it
probably would to any people’s.
It also helped and keeps helping with haggling, in China, and in
Chinese shops the world over. Once I got an expensive gift, worth
tree times my purchase, in a Singapore cake shop where I purchased
a few green tea sweets, just because I was able to carry small talk in
Mandarin. Once I managed not getting tricked in a bed a hotel in
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FIRST TIME EVER: THE TASTE OF GUANGXI - MIODRAG KOJADINOVIC
Hong Kong (as was apparently planned at fi rst) just because I said a
few words in Chinese and the crook thought I had understood more
than I did of his dealings over the phone.
Altogether, teaching and living in China and the visits to neighbouring
countries in South-East Asia during winter breaks have
been a fascinating experience and I am now trying to fi nd a way
to experience South America and Africa, which I still do not know,
in the same way: as a working medium-term resident. That would
make me truly global, and the fact that there are no agreements on
retirement benefi t recognition between all the countries I lived in
and I probably won’t have a pension anywhere — what the heck.
The planet is our oyster. Or our cherry for the picking. And so we are
back to the taste buds, most people’s favourite. After all, survival has
to do with adrenaline fi rst, but the other basic urge — a full tummy
— comes a close second.
MIODRAG KOJADINOVIC. IN THE LAST TWO DECADES MIODRAG HAS LIVED IN
CANADA, HOLLAND, SERBIA, HUNGARY, NORWAY, AND CHINA, DOING FIELDWORK
AND ACADEMIC RESEARCH, TAKING POSTGRADUATE DEGREES, WORKING AS A MAGAZI-
NE COLUMNIST, UNIVERSITY TEACHER, A VOICE ON A PHONE-SEX LINE, COORDINATOR
OF AN NGO, TEACHER OF LITERATURE IN SEVERAL HIGH SCHOOLS, SIMULTANEOUS
INTERPRETER OF THREE EMBASSIES, MARKET RESEARCHER, A SEX CLUB ATTENDANT,
RADIO HOST, AND WHATNOT. HE SPEAKS SEVEN LANGUAGES AND READS IN ANOTHER
TWENTY-THREE, HOLDS A COUPLE OF MA DEGREES AND HAS BEEN PROCRASTINATING
FOR WAY TOO LONG WITH HIS PH.D. OVER 200 PIECES OF HIS WRITING – POEMS,
EROTICA, ACADEMIC PAPERS, ART REVIEWS, NOSTALGIA, AND OPINION PIECES HAVE
APPEARED IN ANTHOLOGIES, JOURNALS AND MAGAZINES IN CANADA, SERBIA, THE
NETHERLANDS, CHINA, THE US, INDIA, SLOVENIA, RUSSIA, MONTENEGRO, FRANCE,
AND CROATIA.
41

Alepo, 1997
TERESA HERNÁNDEZ
No podía sentirme peor. El calor había hecho estragos en mi
cuerpo y llevaba dos días vomitando hasta el alma, las náuseas
me impedían admirar las joyas custodiadas en las vitrinas de
los museos y la angustia en el vientre no me permitía apreciar la
ornamentación de las mezquitas; simplemente no podía continuar.
Me disculpé con el grupo y hecha un ovillo esperé a que remitiera la
punzada del estómago; cuando pasó, apoyé la cabeza en la fachada
del edifi cio y cerré los ojos pidiendo una tregua a mi malestar.
Supe que alguien me observaba porque una tenue brisa me cruzó
la cara. Tres mujeres envueltas en sus oscuras túnicas me rodeaban
y sacudían la calima que fl otaba en el ambiente con trozos de cartón;
me estaban abanicando. Una fi na ranura en sus tupidos velos me
permitía acceder a sus ojos negros. Eran miradas francas y recogí la
mano que me tendió una de ellas aceptando su apoyo para incorporarme;
entendí que pretendían ayudarme.
Las limpiadoras del recinto me transportaron en volandas a su
cubículo. Apenas entramos en la diminuta habitación se despojaron
de sus litams y dejaron al descubierto sus espléndidas facciones, sus
hermosos gestos. Miles de arrugas fi nas cuarteaban sus caras del
mismo modo que la falta de agua lo hacía con el suelo en el que
vivían, eran más jóvenes de lo que parecían. Me ardía la frente y me
aconsejaron tumbarme en una rudimentaria camilla mientras ellas
se recogían las mangas de sus chilabas para faenar mejor; con señas
me indicaron que descansara tumbada, así estaría más cómoda. Y
era cierto, especialmente cuando me aplicaron paños frescos sobre
el cuello. Me ofrecieron pastillas que no acepté y agua que no bebí,
la desconfi anza a lo desconocido me impedía tomar sus productos,
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
pero saboreé un caramelo de fresa como si de néctar divino se tratara.
Aquella habitación era mágica y permitía la comunicación sin
necesidad de recurrir a nuestras respectivas lenguas. Señalando las
alianzas de sus dedos, me hicieron saber que eran mujeres modernas
con esposos razonables que les permitían trabajar fuera de casa, me
mostraron los rostros de sus hijos impresos en fotografías dobladas,
incluso me chismorrearon algo sobre su ambiente laboral y lo problemática
que resultaba cierta compañera que eludía sus tareas. Estaba
fascinada, no podía creer mi suerte y que el destino me regalara
la oportunidad de introducirme en el vivir cotidiano de un grupo
de auténticas mujeres islámicas, de meterme bajo su túnica y casi
bajo su piel. Y resultó que la curiosidad era recíproca. Ellas también
querían saber de mí y mi mundo. Se interesaron por si mi malestar
se debía a un embarazo, les preocupaba que yo poseyera, como ellas,
un buen marido y si era una mujer liberada que ganaba un jornal al
margen de las labores domésticas. Tan animada era nuestra cháchara
que casi olvidé mis males. Me cuidaban como si fuera un bebé y yo
me dejaba; formamos un grupo de amigas accidentales que reíamos
juntas.
Una llamada a la puerta rompió el hechizo. Era el guía interesándose
por mi estado. Ellas callaron repentinamente, tomaron sus
velos y se ocultaron tras ellos antes de abrir.
-¿Se encuentra mejor?
-Infi nitamente mejor.
-¿La están molestando las mujeres? ¿Algún problema?
-En absoluto.
Me levanté más recuperada, sintiendo lástima porque aquel tiempo
hubiera pasado tan rápido. Nos apretamos las manos a modo de
despedida sonriendo, yo con mis labios, ellas con sus ojos asomando
por la estría del tejido que les cubría el semblante.
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45
ALEPO, 1997 - TERESA HERNÁNDEZ
Fue un viaje maravilloso. Más que las magnífi cas reliquias del
pasado o los bulliciosos bazares, guardo el recuerdo de la compañía
que me ofrecieron unas mujeres anónimas a las que me sentí cercana
por un rato.
Han pasado casi diez años y a menudo me pregunto por ellas. No
he olvidado a mis amigas, el tacto de sus manos ásperas, los fi nos
surcos de sus párpados.
Y estoy segura que ellas también me recuerdan.
TERESA HERNÁNDEZ DÍAZ ES DOCTORA EN CIENCIAS QUÍMICAS POR LA UNI-
VERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID Y TRABAJA EN LA INVESTIGACIÓN DE NUEVOS
MATERIALES PARA EL SECTOR ENERGÉTICO. SUS PUBLICACIONES SE HAN SITUADO PRE-
FERENTEMENTE EN EL ÁMBITO CIENTÍFICO. SUS PRIMEROS ESCRITOS FUERON RELA-
TOS CORTOS Y ACTUALMENTE PARTICIPA EN DIFERENTES BLOGS. COMO TRABAJOS DE
MAYOR EXTENSIÓN CABE DESTACAR CUATRO NOVELAS DE DIFERENTES GÉNEROS. “LA
DAMA DE LAS CAVERNAS NO TIENE JARDÍN”, (AVENTURAS, 2000) “CRÓNICA DE UN
ADOSADO” (HUMORÍSTICA, 2006, PUBLICADA EN LUARNA ISBN: 978-8492684878),
“KARA. LA SONRISA OCULTA DE VENUS”, (POLICÍACA 2008) Y “LA GALERÍA DE
LOS SUSURROS” (DRAMÁTICA, 2010). FINALISTA EN EL I CERTAMEN DE MICROCUEN-
TOS DEL BLOG COCOROKO ROCK 2011. REDACTORA DE LA REVISTA “ESCRITORES
INDEPENDIENTES”.
BLOG DE AUTOR:
HTTP://BLOGS.LUARNA.COM/MARIA-TERESA-HERNANDEZ-DIAZ/

El vent del sud
(viatge a la patagònia argentina)
MERITXELL GUITART ANDREU
Búsquenme donde se detiene el viento
donde haya paz o no exista el tiempo,
donde el sol seca las lágrimas
de las nubes en la mañana.
47
Búsquenme, me encontrarán
en el país de la libertad.
León Gieco
L
’any passat vaig descobrir que tenia una família a l’altra banda
del mar i que tenia tot un país per explorar i em torno a
trobar asseguda en un dels magnífi cs cafès de Buenos Aires que fa
just un any em van enamorar.
El cafè Tortoni és un dels cafès més emblemàtics de la ciutat i
l’Ana i jo hi hem quedat amb unes amigues catalanes que fa uns
quants dies que són a la ciutat i que estan a punt d’iniciar un viatge
cap al nord del país. La ciutat està envaïda per les marxes de piqueteros
, que es manifesten tallant carrers i cridant consignes contra
el govern. Els piqueteros són grups d’activistes que van néixer a la
província argentina del Neuquén per canalitzar la protesta contra els
acomiadaments de fi nals dels anys noranta quan l’empresa Repsol

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
va absorbir Yacimientos Petrolíferos Fiscales, i es va convertir en la
que ara coneixem com a Repsol YPF. La crisi del corralito de fa dos
anys i mig va fer tornar alguns grups al carrer que ara continuen tenint
un paper polític no sempre del tot clar, segons m’explica l’Ana.
Hi ha molts carrers tallats i molts establiments tancats i ens hem
trobat amb la porta del Tortoni tancada i barrada a l’Avenida de
Mayo. La Laia i la Lídia buscaven també l’entrada, i l’hem trobada al
carrer del darrere. Des de l’any 1858, aquest és un dels cafès més visitats
de la ciutat. Per les seves taules hi han passat artistes com Carlos
Gardel, Jorge Luis Borges o Ernesto Sábato. I és que ja als anys vint,
el seu propietari va permetre als integrants d’un grup d’intel·lectuals
anomenats La Peña que utilitzessin la bodega per les seves reunions.
Sabia que els artistes gastaven poc, però estava convençut que donaven
fama al cafè. I no es va equivocar gens ni mica.
M’agrada el cafè i la seva atmosfera. Avui hi ha poca gent, però
el lloc és bonic i té un aire de bar amb solera. Té un espai per fer-hi
cafès literaris i, tot i que ara és buit, sembla que aquí dins estiguis
més a prop de l’ànima de la ciutat. Però no ens podem quedar tota
la tarda, i sortim per anar a La Boca. Jo ja hi vaig estar l’any passat,
però la Laia i la Lídia encara no coneixen el barri. Hem de sortir de
la Plaza de Mayo saltant unes tanques i hem de parar un autobús al
mig del carrer perquè amb els talls de carrers que hi ha per tota la
ciutat, no segueixen les seves parades habituals. Baixem del colectivo
just davant dels transbordador de La Boca i ja se sent la pudor del
Riachuelo. L’Ana diu que és tan brut que en tindries prou amb set
segons per morir-te.
El Riachuelo no és altre que el riu Matanza, de 64 quilòmetres
de longitud, que neix a la mateixa província de Buenos Aires i que
desemboca al Río de la Plata, més o menys en el lloc on som ara.
El barri de La Boca és segurament just en el mateix lloc on Pedro
de Mendoza va fundar la ciutat l’any 1536, i durant la Colònia es
va convertir en una zona plena de barraques on vivien els esclaus
negres. Després, van establir-s’hi saladors, que salaven la carn dels
vedells abans d’exportar-la, i adoberies que aprofi taven la pell dels
48

49
EL VENT DEL SUD - MERITXELL GUITART ANDREU
animals. Aquí hi havia el port més important de la ciutat, però més
endavant el van traslladar, de manera que el barri es va anar poblant
d’immigrants que arribaven a fer les Amèriques. Molts eren italians
que es van anar instal·lant a les cases fetes de xapa i pintades amb els
colors que havien sobrat de pintar els vaixells.
Passegem per Caminito, el carrer més turístic del barri, i ens fem
fotos a les cases pintades de colors vius. Sembla ser, però, que si bé
les cases eren pintades de colors no ho eren tan com ara, sinó que
probablement el fet es deu a la reinterpretació que va fer del barri el
pintor Quinquela, que va convèncer els seus veïns perquè utilitzessin
colors més vius i més variats. Ens arribem fi ns a La Bombonera,
l’estadi del Boca Juniors, un dels equips més importants de la ciutat.
Després, busquem un autobús per anar fi ns al Casal Català, perquè
l’Ana fa tard a la seva classe de sardanes.
Baixem de l’autobús al barri de San Telmo i quedem impressionades
per la solemnitat de l’edifi ci que acull el Casal Català. Ens reben
la Maria Lluïsa i el Carles, els professors de sardanes de l’Ana, i ens
ensenyen l’edifi ci. El Centre Català, que més endavant va passar a
ser el Casal de Catalunya, va ser creat l’any 1886 per una part de la
col·lectivitat catalana que vivia a Buenos Aires. Tres anys després,
el senyor Lluís Castells i la seva esposa Elisa Uriburu, van comprar
els terrenys que ara ocupa l’edifi ci, que amb els anys es va anar ampliant.
L’Ana és l’única alumna que hi ha avui al curs i nosaltres ens hi
afegim. Encara que sembli impossible, la Laia i la Lídia reben la seva
primera classe de sardanes a més de deu mil quilòmetres de casa.
L’escena és surrealista, però suposo que aquestes coses són les que
més es recorden dels viatges. Després de ballar una estona al ritme
d’una cobla enllaunada, continuem la visita de l’edifi ci. En una de
les sales estan fent classe de català i la professora ens convida a entrar
perquè puguem parlar una estona amb els alumnes. Es tracta
de dues senyores de mitjana edat i d’un noi més jove, tots ells fi lls
d’immigrants catalans amb ganes de recuperar la llengua dels pares.
Parlem una mica de tot, de la nostra estada a l’Argentina i de la seva

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
percepció de Catalunya des de l’exterior. S’estableix una conversa
fl uïda i interessant com la que tenim abans de marxar amb el president
del Casal, que sembla molt content de rebre visites.
Sortint del Casal, l’Ana i jo anem a buscar un autobús per anar
cap a Varela. El tren és massa perillós en aquesta hora. Just davant
de la parada hi ha un local de lloguer de remises, que són una mena
de taxis més barats. El cotxe està una mica atrotinat i el conductor
ens diu que hem d’anar en compte de no voltar per aquests barris
quan és fosc. S’espera fi ns que obrim la porta i entrem a casa, on la
Montserrat ja ens espera amb el sopar a punt.
Arribem a la terminal de Retiro gairebé una hora abans que surti
el bus, però no era qüestió d’arriscar-se a perdre’l. Anuncien el nostre
micro i descobrim que no és gaire de luxe. Sigui com sigui, ens
posem tan còmodes com podem i ens disposem a passar 36 hores
dins un autobús per fer 2.500 quilòmetres per la Ruta 3, que segueix
tota la costa atlàntica fi ns a Río Gallegos, a la Patagònia.
Al cap de poca estona de sortir de Buenos Aires, ens porten el
suculent sopar. Ens convencem que anar amb la TAC és la millor
manera de perdre uns quilos, perquè tot sembla de plàstic i no té
gust de res, però almenys ens entretenim una estona. I arriba l’hora
de la pel·lícula, una d’aquestes dels americans –del nord, és clar- salvant
el món, que jo em perdo voluntàriament i que, de fet, si hagués
volgut veure no hauria pogut perquè el del seient del davant me la
tapava. Decideixo, doncs, dormir, però abans comento l’error d’anar
al lavabo de l’autocar. Ai! Infl o el coixinet i em tapo amb una pashmina
que em deixa l’Ana perquè fa fresca. Ella, mentrestant, comença a
teixir una bufanda blava que vol tenir acabada per regalar a la seva
tieta tan bon punt arribem a Río Gallegos. Cap a les tres de la matinada
parem a Bahía Blanca i, per sort, ens donen cinc minuts. Mig
adormides, baixem corrents per anar al lavabo. No vull tornar a tenir
cap més experiència com la del vàter del bus!
Un autocar no és el millor lloc per dormir, però quan hi ha son i
ganes que les hores passin de pressa es fa el que es pot, o sigui que
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EL VENT DEL SUD - MERITXELL GUITART ANDREU
dormo bastant. L’esmorzar del nostre xef és un cafè i una galeteta
que no ens toca ni en una dent. El dia serà llarg i aviat descobrim que
el paisatge serà monòton. És tot pla, pla i més pla. Es veu només una
vegetació d’arbustos i garriga fi ns a l’horitzó tant per una banda de
la carretera com per l’altra. Ens posem a escoltar música i badem per
la fi nestra. Alguns companys de trajecte no paren de dormir. No sé
d’on treuen tanta son.
Quan ja comencem a estar força cruixides, baixem deu minuts a
San Antonio Oeste. Ens fem un parell de fotos davant del balneario,
que no entenem quina mena de balneari és. Fa molt vent i immortalitzo
amb la càmera una mena de paraigua de palla que no sé què
fa aquí enmig del no res. Tornem a pujar a l’autocar. Parem a Las
Grutas, una població arran de mar, i al cap de poca estona ens donen
el dinar. Decidim, defi nitivament, que escriurem el llibre Cómo adelgazar
en dos días, signat per l’empresa TAC.
A la tarda, tornem a escoltar música i l’Ana continua la bufanda
que va començar quan vam sortir de Buenos Aires. Van passant les
hores, llegeixo a estones i miro per la fi nestra. El paisatge continua
essent el mateix, realment percebo la immensitat d’aquest país i la
distància que hi ha entre Buenos Aires i el nostre destí. El sol es comença
a pondre i la visió és impressionant. El cel es torna vermell i
el sol es veu com una immensa bola de foc que s’enfonsa en l’horitzó;
fi ns i tot en algun moment ens dóna la sensació que està repetit i
que són dos els astres que es ponen. Em convenço que això només
és un miratge fruit del cansament i de la monotonia del paisatge.
Durant el dia, hem anat passant per alguns pobles i ciutats, sempre
molt allunyats els uns dels altres: Rawson, Puerto Madryn –on l’Ana
diu que li agradaria traslladar-s’hi a viure tan bon punt veu la badia-
i Trelew. Cada vegada és més fosc i no encenen els llums, o sigui que
els del nostre costat es tornen a posar a dormir, no sigui que arribin
amb son a la Patagònia.
L’Ana, no sé si per la suggestió de la foscor i el paisatge, m’explica
que fa un temps va córrer la història que hi havia per aquests verals
un animalot estrany que matava les ovelles. La gent deia que era

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
cosa d’ovnis, però no es va arribar a aclarir mai qui era realment que
atacava els ramats. Ens imaginem quina por deu fer voltar sol a la
nit per aquestes immenses planes on no hi ha res més que horitzó i
arbustos. I tenim un petit ensurt quan, de sobte, l’autocar comença
a frenar. La gent s’inquieta i mira per les fi nestres per descobrir què
és el que passa. Resulta que passem pel costat d’un camió que s’està
cremant. Fa unes fl ames impressionants i notem la calor a través dels
vidres. No veig ningú i tampoc ningú no s’atura per res. On deu ser
el conductor? Per què no ens aturem? No en tenim ni idea, però continuem
el viatge com si res no haguéssim vist. Començo a pensar que
hem entrar en una mena de dimensió paral·lela fi ns que connectem
amb el món real a Comodoro Rivadavia, on ens permeten baixar a
estirar les cames i podem trucar a la tieta de l’Ana i dir-li que el viatge
va bé i que ja falta menys hores perquè arribem.
Cada vegada som menys els agosarats que vam iniciar el viatge
a Buenos Aires; la gent ha anat pujant i baixant, però cada vegada
són menys les cares conegudes. A més, el menjar continua anant a
menys: ara ja només ens donen tres entrepanets i un alfajor. Tot em fa
mal i ja no em sento l’esquena.
Finalment, arribem a Río Gallegos a dos quarts de vuit del matí
i després de passar dues nits i tot un dia sencer dins un autocar. Ha
estat duríssim, però ja som a la Patagònia. Fa fred i vent, i encara és
fosc, però a la terminal ja trobem a la María Rosa, la tieta de l’Ana, i
la Laura, a qui vam conèixer fa un any a Iguazú i que ara ens espera
per mostrar-nos que el sur también existe, com cantava fa anys Joan
Manuel Serrat.
Quan anem a l’ofi cina d’informació de Río Gallegos i demanem
què podem fer a la ciutat, ens diuen que res. No estic segura si no
he entès bé la ironia o és que aquella persona que, en teoria, m’ha
d’engrescar a conèixer la seva ciutat, m’està assegurant que ja me’n
puc tornar cap a Buenos Aires amb el mateix autobús que m’ha portat.
Decideixo, doncs, insistir una mica més i demano per una visita
als afores, a Cabo Vírgenes, però la resposta és igual d’aclaridora:
ens diu que no cal que hi anem, que en aquella època, l’hivern austral,
no hi ha pingüins i allà només s’hi va per veure’ls.
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EL VENT DEL SUD - MERITXELL GUITART ANDREU
Sortim de l’agència pensant que potser aquell vent que no para
mai afecta una mica massa les persones que hi conviuen. De fet, vam
arribar a Río Gallegos ahir, cansades de trenta-sis hores d’autocar
per la ruta 3, i hem fet ja algun vol per la ciutat només traient una
mica el cap des de la caputxa de l’anorac perquè el fred i el vent
es fi quen per tots els racons. És cert que no hi hem descobert res
d’especial, però alguna cosa s’hi ha de poder fer.
Río Gallegos és una població d’uns noranta mil habitants i és la
capital de la província de Santa Cruz. La ciutat va ser fundada l’any
1885 quan s’hi va establir una base de la subprefectura marítima. La
història de la ciutat va venir marcada per la seva posició per dominar
el sud del país, però també per l’explotació de petroli, gas i fi ns
i tot or, que va provocar que apareguessin a la ciutat buscadors que
remenaven la sorra de la badia amb la idea de fer-se rics. Jo, d’or, no
en veig ni una unça, però la primera impressió que vaig tenir ahir
quan hi vaig arribar és que és una ciutat totalment plana, amb edifi -
cis baixos i carrers amples.
La María Rosa, la tieta de l’Ana, viu en un bloc de tres pisos davant
d’un barri de casetes amb teulades de diferents colors. Quan
ahir es va fer fosc, em va semblar veure per la fi nestra tot un poblet
de joguina al meu voltant, però segurament eren les hores de son
acumulades les que ja em feien veure visions. Al matí, la nostra amfi -
triona, després d’haver-nos convidat al primer mate, ens va portar a
comprar en un supermercat on gairebé no hi havia verdura fresca i
on, sorprenentment en una regió amb tants xais pasturant, la majoria
de la carn era congelada. Vam passar-nos el primer dia prenent mate
i xerrant amb la Rosa i en Marcos i ens cal trobar alguna cosa per
fer abans no marxem cap a Calafate i Chaltén a veure les glaceres i
l’imponent Fitz Roy.
La Laura, a qui vam conèixer l’any passat a Iguazú, ens deixa un
parell de bicicletes perquè puguem explorar la ria. Pedalem fi ns que
una de les bicis diu prou i hem de fer mitja volta. El temps no acompanya
gaire, però és bonic veure la poca llum que hi ha refl ectint-se sobre
l’aigua. M’inspira tranquil·litat, malgrat el vent que bufa sense parar.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Més tard, en Marcos ens acompanya a fer un volt. Voltem una
estona pels carrers i ens enfi lem en un vaixell rovellat que hi ha encallat
a la riba. Juguem una estona com si tornéssim a ser petits. Ens
deixem gronxar per grans cadenes rovellades i anem veient com el
sol es va fonent a poc a poc a l’horitzó. Després, ens deixem perdre
per la ciutat i en Marcos ens fa adonar que tothom camina per només
una de les voreres del carrer. A l’altra hi bufa molt més el vent. Això
és el que fan tots els qui són “nycs”, és a dir, “nacidos y criados en
Río Gallegos”, com l’aleshores president del país, Néstor Kirchner, a
qui anomenaven El Pingüino perquè era de la ciutat austral. Passem
per davant de la casa on viu la família Kirchner quan ve a la ciutat
i després entrem en una cafeteria per refer-nos del fred i tornar a
sentir que tenim dits.
De tornada cap a casa, demano a en Marcos perquè aquesta mania
seva de posar-se cada vegada que caminem per una vorera a la
banda que toca al carrer. L’Ana i jo estem cansades d’anar-lo veient
ocupar aquesta posició com si li anés la vida. Ens sorprèn amb la resposta
que si una dona camina al costat d’un home, sempre és ell qui
ha d’estar a prop del carrer, perquè si no ho fa així vol dir que està
oferint la dona com a prostituta a tots els qui passen amb cotxe. Una
resposta que ens fa riure fi ns arribar a casa, on la Rosa ja ens espera
amb el sopar fet.
Río Gallegos, doncs, ha de ser el camp base per la sortida cap a
la Patagònia de postal que surt a les guies de turisme i als reportatges
del National Geographic. Després d’haver-hi passat uns quants
dies, però, encara em sembla una mica massa taxatiu aquell “res” de
l’ofi cina de turisme.
Fa ja quatre dies que som a Río Gallegos, i avui marxem cap a la
zona de les glaceres, a tres-cents quilòmetres d’aquí. Ens ha costat
decidir com fèiem aquest viatge i fi nalment hem decidit llogar un
cotxe amb xofer, perquè en les condicions que sembla que podem
trobar les carreteres i amb la immensitat d’aquestes planes sense habitar
podia ser una mica perillós anar-hi soles. De tota manera, per
abaratir el preu i malgrat que a la Laura no li semblava gaire bé,
l’Ana i jo vam insistir que encabissin al cotxe un altre passatger.
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EL VENT DEL SUD - MERITXELL GUITART ANDREU
A les set del matí ens passen a buscar. La Laura ja s’ha instal·lat al
seient del davant i al darrere ja hi ha la Pilar, una senyora asturiana
que fi nalment vindrà amb nosaltres aquests dies. El conductor no
és el que ens van presentar ahir, aquest es diu Martín i de seguida
veiem que està molt predisposat a ajudar-nos perquè aquest sigui un
bon viatge.
Quan fem la primera parada a La Esperanza, tot just clareja. Fem
quilòmetres i quilòmetres entre planes immenses, veiem guanacs,
uns animals de la família dels camèlids, com les llames, però gairebé
no ens creuem amb cap altre cotxe. És hivern i no és l’època dels
grans tours turístics per la Patagònia. A l’horitzó comencem a veure
les muntanyes del Chaltén i les Torres del Paine.
Aproximadament a quarts d’onze arribem al Calafate, un poble
turístic que va néixer a principis del segle XX com a punt de comerç
estratègic pel transport de la llana. La seva història, però, va canviar
amb la instal·lació de la intendència del Parque Nacional de los
Glaciares l’any 1946. Baixem per anar al lavabo i estirar les cames,
però sense anar a l’hotel tornem a pujar al cotxe i marxem cap al parc
natural per anar a veure el Perito Moreno.
Estem a la riba del Lago Argentino i el paisatge comença a ser
molt bonic. Ens anem endinsant en el parc i ens trobem envoltats de
llacs. Hi ha treballadors arreglant el camí i ens aturen. Ens diuen que
ens hem d’esperar uns vint minuts. Aprofi tem per baixar fi ns al llac a
tocar l’aigua. La Pilar, que ja va venir l’any passat, diu que si caus al
llac només tens trenta segons de vida perquè el fred et provoca una
aturada cardíaca fulminant. M’allunyo, doncs, una mica de la riba.
Pocs quilòmetres després arribem a la curva de los suspiros, que
és el primer lloc on es veu el famós Perito Moreno. M’impressiona
i no sé si deixo anar un sospir o no, però ja tinc ganes de ser-hi més
a prop. Abans d’arribar al mirador principal, ens aturem en un lloc
on també es veu un dels laterals de la glacera. Començo a fer fotos
sense parar, com si volgués caçar tota aquesta bellesa i emportarme-la
en un instint egoista de possessió. I continuo amb la mateixa

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
febre fotogràfi ca quan arribem al mirador i comencem a baixar per
les passarel·les de fusta que ens van acostant a la glacera. Hi ha força
gent i sento uns quants cops parlar en català.
Ens anem mirant el ventisquero, que és com l’anomenen els
d’aquí, des de diferents punts de vista i escoltem el soroll que fa
quan es trenca i deixa caure trossos de gel al llac. No m’imaginava
que realment fes tan soroll! Estic vivint en directe les imatges repetides
una i altra vegada a la televisió per alertar del canvi climàtic a tot
el món quan el març d’aquest 2004 va patir un dels trencaments més
importants dels darrers vint anys.
Fa hores que l’Ana s’ha pres una pastilla pel mareig i l’ha deixat
mig adormida, diu que ha de fer esforços per no adormir-se i que li
costa fer-se càrrec de les dimensions de la glacera. Ens sorprèn a tots
quan, després de llegir a la guia que ocupa una superfície comparable
a la de Buenos Aires Capital Federal, diu que se la imaginava
més gran. Tenim gana i en Martín ens porta fi ns a un petit bar que
hi ha uns quilòmetres abans d’arribar al Perito i ens prenem un te i
un bikini, però no ens hem quedat amb ganes de glacera i hi tornem.
Ara ja no hi ha ningú, només nosaltres cinc. Com que el sol ja està
més baix, el color del gel es veu diferent. De fet, deixa veure tants
tons de blau em ve el cap aquella cançó del Raimon dedicada al País
Basc “Tots els colors del verd/ sota un cel de plom/ que el sol vol
trencar.” Penso en “tots els colors del blau” que hi ha en aquesta
zona austral.
La tranquil·litat ara és total i només els trons eixordadors que sorgeixen
de la glacera trenquen el silenci. Comença a fer molt fred i cau
alguna gota, però descobrim tres còndors que ens sobrevolen i no
podem deixar de mirar-los una bona estona. Tenen un volar majestuós
i es veu que poden arribar a mesurar 140 centímetres d’altura.
Recordo que ja em va sorprendre aquell bebè de còndor que va pessigar
la cama de l’Alfonso al Parque Tayrona a Colòmbia.
Tornem a pujar al cotxe i anem cap a Calafate. Descarreguem les
maletes i sortim a voltar una mica, però fa tan fred que hem de bus-
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EL VENT DEL SUD - MERITXELL GUITART ANDREU
car recer al cap de poca estona. A la cuina de l’apartament, l’Ana fa
vitina de zapallo, una sèmola de carbassa que ens mengem ella, la Pilar
i jo. No tenim sal i queda una mica dolça, però és bona per entrar
en calor.
Encara és fosc quan pugem al vaixell que ens ha de portar a descobrir
les glaceres que amaga el Lago Argentino. Sortim de Puerto
Bandera amb un fred i un vent que ens fan amagar de seguida en
els confortables seients de l’interior, però de seguida que comencem
a veure els primers rajos de sol refl ectits a l’aigua decidim pujar a
ventilar-nos a coberta.
No em puc creure que algú es vulgui perdre aquest espectacle,
però hi ha un grup de mozos, que diu la Pilar, que no paren de dormir
i que sembla que no els interessa gens el que poden veure des de la
fi nestreta que tenen al costat. Jo vaig entrant i sortint per resistir el
fred i el vent malgrat que vaig ben abrigada. Hi ha un pobre japonès
amb gavardina i barret de roba amb ales amples que sembla que en
qualsevol moment hagi d’aixecar el vol, però no deixa anar la càmera
ni per res.
L’espectacle de veritat, però, comença quan entrem al brazo norte
pel que anomenen La Boca del Diablo, el punt més estret d’aquest llac
que ocupa gairebé mil cinc-cents quilòmetres de superfície. A partir
d’aquí comencem a veure témpanos, grans masses de gel que s’han
desprès de la glacera Upsala. N’hi ha de petits i n’hi ha de molt més
grans que el nostre vaixell, però el més impressionant són els colors,
una barreja de blancs i blaus que van canviant segons la llum que els
arriba. No fa gaire sol, però la navegació entre icebergs és magnífi ca
i no puc parar de fer fotos, que estic segura que acabaran semblant
totes iguals, però tant se val.
El vaixell s’atura un moment davant de la glacera Upsala, la més
gran del Parque Nacional, i que m’agrada gairebé tant com el famós
Perito Moreno que vam veure ahir. Els seus camps de gel cobreixen
una superfície de 870 km² i les seves parets fan de seixanta a vuitanta
metres.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Mentre recorrem el llac fi ns arribar al Puerto las Vacas a la Bahía
Onelli, ens mengem un entrepà, que serà el nostre dinar. Baixem i
comencem a caminar per un bosc de lengas i ñires fi ns al Lago Onelli.
Com que és l’hivern els arbres no tenen fulles i sembla un bosc
una mica fantasmagòric, però de mica en mica va sortint el sol i el
paisatge continua regalant-nos vistes extraordinàries, sobretot quan
arribem al llac Onelli, on desemboquen les aigües i els trossos de gel
despresos de les glaceres Onelli, Bolados, Agassiz i Heim.
Una de les guies del vaixell ens diu que ja és hora que tornem a
embarcar, però com que no en tenim cap ganes, anem fent el ronsa
i ens quedem darrere de tothom. Gairebé som les últimes i ja hi ha
molt més silenci. Sentim uns cops rítmics i seguits que primer no
sabem identifi car, però aviat ens adonem que es tracta d’un pica-soques
que treballa en un dels arbres del bosc. Ens endinsem una mica
per veure’l i la sorpresa que tenim és que no n’hi ha només un, sinó
que són dos, mascle i femella. No podem resistir la temptació d’anar
darrere d’ells i fer-los unes quantes fotos fi ns que ens topem amb un
dels mozos de la Pilar cantant enmig del bosc mentre el fi lmen. Això
sí que sembla surrealista, tres dones darrere un pica-soques i les notes
d’una cançó enmig del bosc. Es veu que és el cantant del grup Los
Piojos, un grup molt famós aquí a l’Argentina, que estan gravant el
seu últim videoclip. Segons em diuen, el setembre tenen previst ser
a Barcelona tocant a la sala Bikini.
Les guies van cridant que ens espavilem i pugem al vaixell per fer
el viatge de tornada, ara amb molt més sol que abans, però encara
amb molt de fred. El cel és d’un color blau intens i em sembla mentida
que aquests Piojos es vulguin perdre tanta bellesa i aprofi tin per
dormir mentre la càmera els va gravant altra vegada.
Arribem a Calafate que gairebé es comença a fer fosc.
Ens tornem a llevar d’hora i en Martín és molt puntual a l’hora
de passar-nos a recollir. El camí cap al Chaltén és de ripio, és a dir,
de terra i grava, i durant molta estona encara és ben fosc i de fet encara
ho és força quan parem a l’ estancia Luz Divina, on fem fotos de
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EL VENT DEL SUD - MERITXELL GUITART ANDREU
les primers llums de l’alba. Després continuem per aquest magnífi c
paisatge i ens aturem a un antic observatori de la Universidad de la
Plata on, allà sí, fem fotos de la sortida del sol. Realment quedem
meravellades pel paisatge. És impressionant i no sé com descriure
amb paraules aquest territori tan vast i verge. Fa força fred, però el
dia s’aixeca radiant, no hi ha gairebé ni un sol núvol que ens pugui
aixafar el viatge.
Poca estona després d’haver-nos aturat a l’observatori, ens aturem
altre cop. Som a La Leona, un hostalet de carretera, un lloc molt
rural i que de seguida se’m fa entranyable. Em prenc un bon got
de xocolata calenta i em menjo un tall de pastís, també de xocolata,
mentre intento superar el repte de fer diana en un ganxo amb una
anella enganxada a una corda. Es veu que és un joc molt antic, però
cap de nosaltres aconsegueix entrar en el llibre dels vencedors. No
hi ha hagut manera de superar el repte i, a les pàgines de la llibreta
vella i rebregada, hi continua havent els noms dels gauchos que van
superar la prova fa molt de temps.
Tornem a pujar a la camioneta i continuem el camí. I aquí comença
un veritable ral·li fotogràfi c, cada dos per tres fem parar en
Martín per poder fer fotos, el paisatge ens supera. I ho fa sobretot
quan al davant nostre podem veure com s’acosta cada vegada més
el Fitz Roy. Quina meravella de muntanya! De cop, a més, apareix
també destapat dels nuvolets que el cobrien el Cerro Torre i la visió
de les dues muntanyes ens deixa bocabadades. Es veu que els indis
que habitaven la zona creien que aquestes muntanyes eren volcans,
perquè sempre estaven tapades, però hem aconseguit que se’ns mostressin
en tota la seva majestuositat. A les planes que s’obren al costat
del camí, hi veiem també ramats de xais i de cavalls acompanyats
dels vols d’uns quants còndors.
És amb aquesta emoció que ens transmet el paisatge que arribem
al Chaltén, un poblet enclavat entre muntanyes i el Río de las Curvas,
que pren el nom de les giragonses que fa el seu curs. Em sorprèn
quan em diuen que el Chaltén va ser fundat l’any 1982. Em costa

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
pensar que un poble pot ser tan modern, acostumada que els pobles
hi són de tota la vida.
El primer que fem és anar a l’hotel, que és a casa dels pares d’en
Martín. Deixem les maletes a l’habitació i baixem a dinar. Ens han
fet canelons, uns canelons enormes, el triple de grossos dels que
mengem nosaltres. Estan farcits de verdures i coberts amb salsa de
tomàquet i beixamel. Ben tipes, doncs, tornem a pujar al cotxe i entrem
al Parc Nacional per anar cap al Lago del Desierto. Pel camí,
com que sec al davant, em toca cebar el mate. Diuen que me’n surto
prou bé, però em sembla que em prenen el pèl, perquè entre la poca
experiència i els sotracs em faig un embolic entre la hierba mate, el
sucre i l’aigua calenta que porto en un termos.
El paisatge continua sent preciós. El llac és força lluny, però el
camí ja és tot un espectacle. Passa per a prop del riu i anem sentint
els salts d’aigua que ens van assenyalant la proximitat del llac. Finalment
arribem a un lloc on podem deixar el cotxe i seguir a peu. Hem
de travessar el riu per un pont penjant de fusta, però està trencat. La
Laura no s’atreveix a passar i diu que es quedarà en aquesta riba,
però nosaltres travessem com podem i anem fi ns al llac. És immens i
preciós, de fet, no en veiem el fi nal.
El Lago del Desierto ha estat durant anys molt disputat perquè
Xile el volia dins les seves fronteres, però es veu que els argentins
han guanyat la batalla diplomàtica. Voltem una mica per la riba i
tornem a travessar per reunir-nos amb la Laura. Després prenem
un mate i enfi lem el camí de tornada. Aquesta vegada parem a tres
o quatre salts d’aigua. Estem realment extasiades amb tanta natura
en llibertat, i encara ens emocionem més quan es comença a tapar i
cauen algunes volves de neu.
Per sopar, un bon asado a l’estil argentí i després, com que estem
massa tipes per anar a dormir, l’Ana i jo cometem la imprudència
d’anar a fer un tomb pel poble. És fosc i no hi ha ningú, la temperatura
ha baixat sota zero i fa tant de vent que tenim difi cultats per caminar.
Quan ja estàvem a punt de fer mitja volta, apareix en Martín
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EL VENT DEL SUD - MERITXELL GUITART ANDREU
amb la camioneta i ens porta fi ns al darrere d’unes roques enormes
que paren una mica el vent i les poques llums que hi ha al poble i ens
diu que ha arribat el moment que descobrim el millor del Chaltén, el
seu fi rmament. Giro els ulls cap al cel i quedo impressionada amb la
quantitat d’estrelles que brillen per nosaltres.
Ens llevem amb la idea d’aprofi tar aquest magnífi c paisatge que
ens proporciona el Chaltén per anar a fer una excursió abans de marxar
a la tarda cap a Río Gallegos, on ja arribarem de nit. La Laura i la
Pilar no tenen clar això d’anar a caminar, per això anem primer totes
juntes a veure unes cascades que ahir vam deixar pel camí perquè
començava a fer-se fosc i queien volves de neu.
Ens enfi lem al capdamunt d’unes roques des d’on hi ha uns salts
d’aigua i una vista impressionant de la vall i del Río de las Curvas.
Després de voltar una estona, les deixem de tornada al poble i nosaltres
enfi lem un camí amunt per fer un tros del sender que porta cap
al peu del Fitz Roy.
Portem un parell d’entrepans per dinar a la motxilla i l’anorac
cordat fi ns dalt de tot perquè fa molt fred. Encara no fa ni cinc minuts
que caminem quan ens trobem un indicador del parc natural
informant-nos de la possibilitat de trobar pumes i de la reacció que
hem de tenir. Regla número u: semblar més alt del que ets. Ho tinc
difícil jo que vaig néixer petita de talla, i tampoc no veig clar complir
la regla número dos que em demana no esverar-me i sobretot
no marxar corrents. Segurament, si no tinc massa pressa per marxar
quan em trobi el puma, cosa que dubto, només compliré la número
tres: tirar-li pedres perquè se’n vagi. Intento convèncer-me que no en
trobarem cap i que deuen tenir raó les darreres paraules del cartell
del parc: si veus un puma, segur que és perquè ell no t’ha vist abans.
Espero que si em veu, almenys no decideixi convertir-me en la seva
presa.
El camí puja una mica entre el bosc. Els arbres són secs i retorçats
pel vent, que els ha donat unes formes ben estranyes. De mica en
mica va baixant una boira que no ens deixa veure gaire més enllà

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
d’uns pocs metres. És com si ens anéssim endinsant en una mena
d’indret màgic poblat per criatures estranyes, però el cert és que no
veiem ningú i que estem segurs que això no és cap dels llocs que apareixen
als mapes sorgits de la imaginació de Tolkien. De tant en tant,
travessem un petit xaragall d’aigua glaçada. El terra és ple de troncs
d’arbres mig trencats que encara donen un color més sinistre al camí.
Quan arribem a la Laguna de los Patos comença a nevar. No neva
amb intensitat, però sí que a més del fred i del vent, les volves blanques
i molt gelades comencen a fer encara més tenebrós el nostre
passeig. Caminem encara un parell de quilòmetres més, però la boira
cada vegada és més espessa i, tot i que no neva pas més que fa una
estona, decidim girar cua i abandonar la nostra petita aventura patagònica.
Hores més tard i després d’un viatge molt llarg i cansat fi ns a Río
Gallegos, ens trobem trucant el timbre de casa la María Rosa. Ningú
no ens ve a obrir i ens esperem gairebé una hora al carrer. Estem cansades
i fa fred, però tan bon punt arriben la María Rosa i el Marcos,
que eren a un concert de Los Nocheros, ell tan sí com no ens fa marxar
corrent cap a un boliche, una discoteca, on deixen entrar gratis
abans de la una. No tenim ni temps de canviar-nos i el nostre aspecte
és ben galdós quan trepitgem la pista. No havia posat mai els peus
en un lloc així amb botes de muntanya, però veig que a l’entrada no
ens han posat cap mena d’impediment, potser perquè ho han vist
com una excentricitat de turista despistat.
Un parell d’hores més tard surto pensant que sembla impossible
que aquest matí m’hagi llevat amb una vista impressionant del Fitz
Roy a la fi nestra, que unes hores més tard caminés sota la neu en
un bosc misteriós i que ara busqui taxi en un carrer dels afores de
Río Gallegos. A vegades el millor dels viatges és aquest deixar-se
portar…
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EL VENT DEL SUD - MERITXELL GUITART ANDREU
MERITXELL GUITART ANDREU. EN QUIN MOMENT COMENÇA UN VIATGE?
QUAN COMENCES A PREPARAR-LO A CASA? QUAN ARRIBES A L’AEROPORT? QUAN
TREPITGES UNA NOVA CIUTAT? A VEGADES PENSO QUE EL VIATGE COMENÇA QUAN
JA N’HAS TORNAT, QUAN ETS A CASA PER RECORDAR-LO, PERQUÈ MENTRE EL FAS EL
VIUS, PERÒ... NO SEMPRE TENS REALMENT LA SENSACIÓ DE VIURE’L. ÉS COMPLICAT
D’EXPLICAR, PERÒ SOVINT EM SEMBLA QUE EL VIATGE L’EMPRENC EN EL MOMENT QUE
ARRIBO A CASA I COMENÇO A DESFER LA MALETA. ALESHORES S’INICIA EL VIATGE.
AQUEST VA SER EL PUNT DE PARTIDA DEL MEU BLOG BITLLET DE TORNADA (HTTP://
BITLLETDETORNADA.BLOGSPOT.COM/): ES TRACTAVA DE RECORDAR A TRAVÉS DEL
BLOG MOMENTS DELS DIFERENTS VIATGES QUE HE ANAT FENT I DELS QUALS HE ANAT
APRENENT MOLTES COSES. SÓC LLICENCIADA EN TEORIA DE LA LITERATURA I LITE-
RATURA COMPARADA I TREBALLO DE PROFESSORA DE SECUNDÀRIA. SEMPRE QUE PUC
M’ESCAPO A FER UN VIATGE, QUE ANOTO EN UN QUADERN. EL BLOG VA SORGIR DE
LA IDEA DE COMPARTIR AQUESTS QUADERNS AMB GENT QUE, COM JO, ESTIGUÉS IN-
TERESSADA A CONÈIXER EL MÓN I A TORNAR AMB UNA MIRADA DIFERENT SOBRE LA
NOSTRA REALITAT MÉS PROPERA.

Lautada amaigabeetan
zehar
IRATXE UGALDE ETXEZARRETA
Gure bidaia hasi genuenean argi genuen gure gizarteaz guztiz
ezberdina den beste mundu batean murgilduko ginela. Baina
egia da baita ere, agian ez genuela uste izan hainbeste txunditu
eta liluratuko gintuen herrialde bat ezagutuko genuenik.
Mongolia. Izena entzutearekin batera, Lurraren mutur galdu batean
gorderik dagoen herrialde, kultura eta jende bitxi, ezberdin,
ezezagun, eta zergatik ez, “exotikoa” etortzen zitzaizkigun burura.
Eta zer da hori baino erakargarriagoa bidaia bat erabaki eta antolatzeko
orduan? Beraz, bidaia egiteko prest geunden lau lagunok bildu
eta espedizioa prestatzen hasi ginen.
Harrigarria dirudien arren, gure bidaia kontuak Bartzelonan hasi
ziren. Mongoliara Errusiatik pasata joateko asmoa genuenez, hau
da, Transiberianoarekin mugara iritsi eta hantxe Transmongoliarra
hartu, eta burokrazia kontuak alde batera ezin direnez utzi, Bartzelonara
joan ginen han baitaude Errusiako Enbaxada eta Mongoliako
Kontsuladoa. Eta orduantxe hasi ginen ikusten hau benetan herrialde
ezberdina zela, zeren guk uste kontsuladoa zena eta baieztatu
genuena aldi berean bidaia agentzia bat zen eta. Dena dela, gure paperak
lortu eta hasi genuen benetako bidaia.
Mongoliara sarrera Errusiako Naushki eta Mongoliako
Sükhabaatar hirien arteko mugatik egin genuen, trenez. Herrialde
aldaketa egiteko denbora behar da eta hasieran ez genuen ulertzen
zer gertatzen zen han geldirik egoteko. Baina azkenean konturatzen
zara, inguruan dituzuenei begiratuz, itxarote hori ohikoa eta arrunta
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
dela, eta lasai egoten ikasten duzu. Eta beste gauza eder eta atsegin
bat egiten ere hasten zara: eseri bazter batean eta hasi begien
aurrean irekitzen hasi zaizun mundu berri hori ikusten eta horretaz
gozatzen. Hor ikusten dituzu agian Errusian bizi diren eta etxera
itzultzen ari diren mongoliarren urduritasuna, beraien jaki eta
edariak saldu nahian alde batera eta bestera dabiltzan saltzaileak,
eta horien guztien erdian, zenbait haur mongoliarrekin futbolean ari
diren giriak.
Behin muga igarota, Ulaan Baatar hiribururantz abiatu ginen,
trenean oraindik, eta Mongoliako lehenengo paisaiak ikusten hasi
ginen. Lautada. Amaigabea. Ikusgarria, Baketsua. Baina hiriburua
bestelakoa da, hiria azken fi nean. Aberastasuna eta miseria eskutik
helduta doaz bertan, kontrasteak edonon topatuz (modernitatea eta
tradizioa elkarrekin).
Gazteentzako aterpe batean hartu genuen ostatua eta orduan ere
beste gauza bat ikasi genuen: lo egin behar duzun lekuan ez hasi
zikinkeria eta zomorro bila, gehiegi begiratzen baduzu azkenean topatuko
dituzulako. Beraz, ezjakintasuna batzuetan ona da ondo eta
lasai lo egin ahal izateko.
Hiria, esan bezala, kontrastez beterik dago: kale huts eta zikinak
enparantza eder eta garbien ondoan, eraikin modernoak ger tradizionalez
beteriko auzoen ondoan, eta jantzi tradizionalekin jantziriko
gizonak estilo modernoagoan jantziriko mutil gazteekin billar-ean
jokatzen. Interesgarria da hau guztia ikustea, baina horrekin batera
gauza asko etortzen zaizu burura: hirian ikusten ditugun mongoliarrek
ez dute aberats izatearen itxurarik, beraz noren esku daude
luxuzko hotel handiak, negozioak…? Atzerritarrenak ala mongoliar
aberats gutxi batzuenak dira? Hirian batzuek bizi duten pobrezia eta
miseria ikusita, ez al dira hobeto biziko nomadak izaten jarraitzen
dutenak? Baina hirira etorri badira, beste bizitza mota hori gogorregia
edo ezinezkoa egingo zitzaielako izango zen, ezta?
Erantzun eta paisaia ezberdinen bila, behin hiriburuan zehar
bueltatxo batzuk eman ondoren, Mongoliak eskaintzen zizkigun
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LAUTADA AMAIGABEETAN ZEHAR - IRATXE UGALDE ETXEZARRETA
lautada ikusgarriak ikustera eta gozatzera abiatu ginen. Horretarako
Yamba “gidari-gida” kontratatu genuen. Berarekin elkartu ginenean
ez ginen gehiegi fi datu han ikusi genuen Volkswagen furgoneta gris
zaharrataz, baina egunak igaro ahala, konturatu ginen primerakoa
zela, bidean topatu genuen beste auto modernoago eta berriago asko
baino hobea.
Yamba agentzia baten bitartez kontratatu genuen eta berarekin
elkartzerakoan zailtasun txiki batetaz jabetu ginen: elkarrekin astebete
pasatzekoak ginen, baina ez genuen ibilbide fi nkorik eta berarekin
hitz eginez erabakiko genuen nora joan gutxigorabehera. Baina
kontua zera zen, Yambak ingelesez ez zuen hitz egiten, papertxo
batean hitz zerrendatxo bat besterik ez zuen, nolabaiteko oinarrizko
komunikazio bat eduki ahal izateko; eta gure mongoliarra ere ez
zegoen bere momentu onenean, hau da, gure gidariak 15 hitzetako
zerrendatxoa bazuen, guk bakarrekoa genuen, eskerrik asko (eta
esaten bakarrik genekien, idaztea beste kontu bat zen).
Baina han abiatu ginen, modu batean edo bestean elkar ulertuko
genuela pentsatuz. Eta horrela izan zen, azken fi nean, benetan norbaitekin
komunikatu nahi baduzu lortzen duzulako.
Beraz, gure furgonetatxoan trasteak sartu eta martxan jarri ginen.
Hasieran egoera benetan deserosoa izan zen, bidaian bizi izan genituen
beste batzuk bezalakoa. Denak isilik. Elkarren arteko begiradak.
Yambarekin irrifartxoa. Paisaia begiratu. Berriro irribarrea.
Nor hasiko da hizketan? Nork eta nola erabaki ibilbidea? Eta honela
geundela, Yambak lortu zuen egoera hobetzea. Nola? Oso erraza,
aspaldiko kasete bat jarri eta bat-batean, hor hasi zitzaigun Shakira
kantari. Eta pixkanaka pixkanaka gu ere hortan hasi ginen, batzuk
hobeto, besteak okerrago, baina laurak kantari. Eta Yamba algara batean.
Behin hasierako momentu “txarra” pasata, oso gustora sentitzen
hasi ginen eta esperientzia hartaz gozatuko genuela ikusten hasi.
Eta horrela, ibilbidea antolatzen hasteko gai ere ikusi genuen geure
burua. Beraz, mapa hartu, ireki eta gure mongoliar jatorrari nondik
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
nora ibili nahi genuen adierazi genion. Eta hortik aurrera agur esan
genion mapari, hiriburua utzi ondoren oso zaila izan baitzitzaigun
beste errepide “normal” bat aurkitzea, eta gutxiago mapan ageri zen
bat topatzea.
Leihotik begira jarri eta erabat txunditurik gelditu ginen hango
lautada berde, zabal eta amaigabeak ikustean. Mendi tontorren artean
zabaltzen dira, zelaia, errekatxoren bat eta animaliak, beste ezer
gabe. Oso noizbehinka, han urrunean ikusten duzu ger bakartiren
bat, eta hurrengoa ikusi arte kilometroak eta kilometroak pasatzen
dira. Eta orduan konturatzen zara zein gogorra den nomaden bizitza
hau, ia erabateko bakardadean bizitzea, ia guztirako zure kabuz
balio behar izatea... Baina aldi berean hor ikusten duzu bizitza
honetako edertasuna: naturarekin lotura estua izatea, bakea, askatasuna…
Bidean oso maiz topatu genituen ovoo-ak, otoitzerako erabiltzen
dituzten harriz eginiko tontortxoak. Bertan bidaia ona izateko eta
beste gauza askotarako laguntza eskatzen da, tontortxoari hiru bira
emanaz eta nahi bada, lurretik hartutako harriak ere jarri daitezke,
edo zapi edo jantziren bat utzi. Hiriburuan honelakoak ere ikusi genituen,
beti ere kanpokaldean eta ger-etan bizi diren auzoetan. Batez
ere kolore urdina ageri da leku hauetan utzitako zapietan, eta horregatik
imajinatu genuen kolore hau erabiltzen dutela otoitzerako. Oso
bitxiak dira eta egia esan, gero eta gehiago gustatzen zitzaizkigun.
Bidaia oraindik eta interesgarriagoa egin zen gure gidaria zen
Yambak gure ustetan bere familiakoa zen sendi baten ger-era eraman
gintuenean. Hortxe hasi ziren mongoliarrekin eduki genituen
kontaktu zuzenenak. Gure lagun berri mongoliarrak furgoneta gelditu
zuenean ez genekien zertarako zen, baina jeisteko eta ger-ean
sartzeko esaten zigula ulertzea lortu genuen. Eta gu, neska txintxoak
bezala, esandakoa egitera. Sartu ginen bada, eta hortxe ginen berriro,
elkarri begira eta zer egin jakin gabe.
-Eseri egin behar gara?
-Ideiarik ez.
68

-Zer esaten ari dira?
-Ideiarik ez.
LAUTADA AMAIGABEETAN ZEHAR - IRATXE UGALDE ETXEZARRETA
-Gogoratu, jateko edo edateko zerbait eskaintzen badigute, hartu
eta eskertu.
-Noski! Baina eskuineko edo ezkerreko eskuarekin?
-Uf, ahaztu zait. Eskuinekoarekin uste dut.
Eta horrela behin eta berriro. Baina azkenean, beti bezala, egoerara
egokitzen zara, gauzei ez diezu hainbeste buelta ematen eta naturalki
jokatuz, elkar ulertzen dugu eta momentu atseginak pasatzen
dira. Azken fi nean, beraiek gure antzera zeuden, guri begira eta irribarrez,
zer egin ondo jakin gabe.
Pixkanaka, keinu bidez esertzera gonbidatu ziguten eta jatekoa
eskaini ere bai. Nola ez, esker onez, hartu eta jaten hasi ginen (zein
eskurekin ari ginen gogoratu gabe). Orduantxe beste gauzatxo bat
ikasi genuen: jatekoa lehenengo aldiz hartzerakoan zati txikiari heldu,
hartutakoa bukatu egin behar baita, eta oso gustokoa ez bada,
prozesua benetan zaila egiten da. Horixe gertatu zitzaigun, bertakoek
prestatzen zuten gazta moduko bat eman ziguten eta gustora
hartu genuen, baina benetan mikatza zen hura eta kostata igaro
zen gure eztarrietan barna. Gero ahuntz esnea eman ziguten eta orduan
bai pixkanaka dastatu genuela, hau ere mingotsa zelako. Baina
merezi izan zuen jaki hauek dastatzea familiarekin egoteko aukera
eman zigulako. Horretan bai egon ginela gustora, haurrekin jolasean,
ger-aren egitura ezagutzen, eta helduen arteko familia barruko
antolaketa ikusten (emakumea lanean beste behin ere).
Agurtu ondoren, bidaia jarraitu genuen Kara-Korum herriaren
ondoan dagoen Erdene Zuu monastegira iritsi arte. Komunismo
garaian zutik iraun zuen bakarra da eta benetan zoragarria da,
eta bertan nabari den bake giroa oraindik eta hobeagoa da. Bertan
bizi dira adin guztietako monjeak: haurrak, helduak, zaharrak…
Denbora ez dela igaro dirudi hemen, ingurua lautada besterik ez
da eta erdian monastegia, zahar itxura duten baina ondo zainduak
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
dauden eraikuntza politekin. Bertan zoragarria da bazter batean
eseri eta lasaitasunaz blai egitea, monjeak otoitzean hasten direnean
beraien otoitz kantak entzutea… zenbat ikasteko dugun lurralde
urrun hauetan! Bizitza guztiz gozatzen jakingo bagenu, zenbat
zoriontsuagoak izango ginateke?
Gaua turistentzako ger kanpamentu batean pasa genuen, eta primeran
egon ginen, baina agian prestatuegia zegoela iruditu zitzaigun
eta hurrengo gauetan bertako jendearekin ostatu hartzen saiatuko
ginela erabaki genuen.
Goiza iritsita, hegoalderuntz abiatzea pentsatu genuen, Gobi
desertura iristeko asmoarekin. Yambarekin bidea adostu ondoren,
berriro trasteak gure furgonetatxoan sartu genituen eta martxan jarri
ginen. Egun horretan ederki ikusi genuen Mongolian zehar, lautadak
igarotzeko modurik onenetarikoa gure Volkswagen zaharra
zela. Edo agian gure Yamba izango zen artista gidatzeko orduan?
Errekak igarotzeko ez zeuden zubiak eta hala ere moldatu ginen
arazorik gabe zeharkatzeko, baina beste batzuek ez zuten zorte hori
izan eta han ibili ginen furgonetari sokak lotu eta beste furgoneta
bat ateratzen. Orduan azaldu ziguten Mongolian askotan gertatzen
zen zerbait: kotxea, furgoneta, motoa… edo delakoa matxuratu eta
ez dago grua zerbitzurik noski, beraz handik pasatzen den hurrengo
kotxea edo itxaron behar da horrela laguntza lortzeko. Beraz, zenbat
denboraz egon zaitezke laguntza zain? Zein arrisku eta ezbehar
gerta daitezke denbora horretan? Eta beraz, gauza bera gertatzen al
da hain bakarrik dauden ger-etako familiekin? Nola lortzen dute laguntza?
Garaiz jasotzen al dute? Nola moldatzen dira? Galdera asko
etortzen ziren burura, eta etortzen zitzaizkigun erantzunak ez ziren
oso baikorrak.
Ordura arte gidatzeko pistaren bat topatu bagenuen ere, hemendik
aurrera oraindik eta gutxiago zeuden eta ondorioz, ger batetik
bestera joan ginen nondik jarraitu behar genuen galdetzeko. Eta noski,
galdetzera joaterakoan gu bertakoei begira gelditzen ginen eta
komunikatzen saiatu, eta alderantziz, gu ere bitxiak baikinen haientzat.
Eta hor ikusi eta “ikasi” genuen pixkat mongoliar nomaden bi-
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LAUTADA AMAIGABEETAN ZEHAR - IRATXE UGALDE ETXEZARRETA
zitza nolakoa den, haien etxeak, tresnak, animaliak… ikusten. Beraz,
behin geldituta ez genuen presarik izaten handik alde egiteko, baina
pixkanaka ere konturatu ginen iluntzen hasiko zela eta oraindik
Gobi urruti zegoen.
Egun hartan ez ginen gure helmugara iritsi eta gaua bidean topatu
genuen biltegi huts batean pasa genuen. Baina hurrengo egunean
iritsi ginen Mandalgobi hirira, Gobi deserturako atea den hirira. Bidearen
azken zati honetan espero ez genuen gauza bat topatu genuen:
gameluak. Ez dakigu zergatik, baina ez genuen inondik inora
espero animalia hau topatzea, eta benetan bitxia izan zen.
Mandalgobi ez da oso hiri handia, baina baditu bere tabernatxoak
eta hotelak. Eta behin itxura pixkat txukunduta, afaltzera eta
potetxoren bat hartzera joan ginen. Gu ginen han zeuden giri bakarrak
eta tabernakoentzat, bitxikeria. Eta beste behin, musika izan zen
gure lagungarria gau benetan alaia eta ederra pasatzeko. Garagardo
pare bat hartuta, laster txispatu eta dantzan hasi ginen, eta gurekin
batera, pixkanaka pixkanaka, han zeuden mongoliarrak, gure lagun
Yamba barne. Benetan ahaztezina izan zen gau hura: conga alde batetik,
kalejira bestetik; irribarrea batetik eta algara bestetik. Hitz egiteko
momentuan ez genuen elkar ulertzen, baina ondo pasatzeko ez
genuen hitz egiteko beharrik izan.
Hurrengo egunean, desertura sartzeko gure asmoa alde batera
utzi genuen denbora agortzen ari zitzaigulako eta oraindik Ulaan
Baatar-eraino igo behar genuen. Baina ez genuen ordura artekoaz
damurik: bidean topatutako familiekin denbora asko “galdu” genuen?
“Galdu” kontzeptua nola ulertzen den araberakoa izango da
erantzuna, ezta? Agian desertuan esperientzia harrigarriak izango
genituen, baina Mandalgobin mongoliarrekin kalejiran ibiltzea ez al
zen nahiko harrigarria izan? Gure ustez bai, eta erabat gustora abiatu
ginen goruntz berriro.
Bide honetan guztian gainditzen joan ginen hasieran Yambarekin
komunikatzeko izan geniteun arazoak eta ordurako bagenekien
ezkondua zegoela eta bi seme-alaba zituela, argazkiak ere erakutsi
71

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
zizkigun, eta gure bizitzari buruzko informazioa ere ematen aritu
ginen. Esan bezala, zerbait benetan nahi denean saiatu egin eta
lortzen da. Eta horrela ere gure beste nahi bat lortu genuen: zaldian
ibili. Bidaian zehar jende ugari ikusi genuen zaldian eta ideia buruan
bueltak ematen genuen; azkenean saiatzea erabaki genuen eta
horrela adierazi genion Yambari. Hasieran zaldin ibiltzeko keinuak
egin genizkion eta ez zuen ulertu zer esan nahi genion; zaldi soinuak
ere egin genizkion baina agian Mongolian zaldiek beste hots bat
egingo dutelako edo orduan ere ez zuen ulertu adierazten geniona;
zorionez, urrunean haur batzuk zaldi gainean ikusi genituen eta
haiek adieraziz azkenean ulertu zuen nahi genuena.
Horrela gertuen zegoen ger-era joan eta han, Yambak zaldian ibili
nahi genuela azaldu zien bertakoei eta hauek beraien zalditan ibiltzen
utzi ziguten. Gustora ibili ginen, baina bertakoentzat benetan
barregarriak ginen: zaldi gainean ibiltzen laguntzen zigutenak zazpi
urte inguruko haurtxoak ziren, zaldi gainean gu oinez baino hobeto
ibiltzen zirenak, eta gu justu justu moldatzen ginen zalditik ez
erortzeko, eta pauso bat bestea baino azakarrago ematen bagenuen,
gure oihuak eta urduritasuna benetan irrigarriak ziren. Baina azken
fi nean, denek pasa genuen ondo, haiek gure kontura eta gu ere, gure
kontura.
Gaua familia horrekin pasa genuen, haiek beraien janaria guri
emanez eta guk gauza bera eginez, etxetik eramandako txorizo, urdaiazpiko
eta bestelakoak dastatzeko emanez. Eta benetan gustatu
zitzaizkien, guri beraiek prestatutako haragia bezala.
Goizean agurtu ginen eta egunaren amaieran berriro hiriburuan
ginen, Ulaan Baatar-en. Pena handiz agurtu genuen Yamba eta benetan
eskertu genuen bera bezalako gidari ona eta jatorra izatea, benetako
Mongoliaren zati bat erakusteko hain prest egon zen laguna.
Horrela bada, gure barnean egun haietako oroitzapenak ondo
gorde eta etxerako bidea prestatzen hasi ginen.
72

El mejor funeral de mi
vida
FERNANDO BALLANO GONZALO
Prampram es un pequeño pueblo de la costa este de Ghana,
un país africano del golfo de Guinea. Estaba recorriéndolo
para hacer un reportaje sobre los castillos que pueblan sus playas.
Los construyeron entre los siglos XVI y XVIII varias potencias europeas
para el tráfi co de oro, y después de esclavos, en la entonces
denominada Costa de Oro. Llegué en una furgoneta atestada sobre
las cuatro de la tarde. Tuve que caminar un buen trecho desde donde
me dejó el transporte hasta el Sealane Hotel, el único del pueblo.
El camino era de tierra roja y la estación seca lo había convertido
en polvoriento. Cuando me acercaba al establecimiento comencé a
percibir una música que aumentaba de volumen con mi cercanía.
Es muy normal que hoteles sean a la vez discotecas y prostíbulos,
pero la animación suele comenzar más tarde. Era sábado y temí que
tendría música durante toda la noche. Había logrado grandes habilidades
para librarme de las propuestas de las profesionales y para
convertir la música en arrullo de mis sueños. El cansancio también
ayudaría.
Abandoné mis cosas en la habitación que me alquilaron, bastante
destartalada pero sin suciedad ni animales visibles, y fui donde el
ruido. Quería comer y beber algo. Por falta de tiempo no había tomado
absolutamente nada desde el desayuno. Sólo unos tragos de
agua y una empanadilla en un puesto callejero mientras esperaba
una furgoneta. No te puedes separar de donde paran los transportes
pues no hay horarios. Has de esperar a que pase alguno con sitio
donde encajarte y luchar por conseguir un lugar.
73

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Llego al patio del hotel. Hay una barra de bar y un techado de
paja, semicircular, con unas cuantas mesas de madera pintadas de
blanco, aún casi inmaculado, con bancos. Detrás, bajo unos escalones,
se extiende una explanada rectangular donde hay una multitud.
A mi izquierda, en línea con la barra del bar, hay unos altavoces y
un equipo de música con mesa de mezclas incluida. Frente a mí, y
perpendicular al equipo de música, hay una mesa larga con mantel
blanco sobre el que han colocado una fi la de botellas de diferentes
licores y alcoholes. Tras la mesa se sientan varias personas, elegantes
y circunspectas. Detrás, en sillas de plástico verde, se sienta un
abigarrado grupo de mujeres vestidas todas igual, con un tejido tipo
cortinas, en colores verde y oro a juego con los asientos. Frente al
equipo de música hay un techado de chapa roja bajo la que se acomoda
mucha gente bien vestida, con trajes tradicionales o a la europea,
sentada en sillas de plástico blanco.
Delante de mí y frente a la mesa presidencial, en el lado que cierra
el rectángulo, hay un montón de chicas jóvenes con camisetas
blancas con una inscripción en lengua nativa y debajo, en rojo, se
lee: Accra, región en referencia a la región de la capital de Ghana.
Delante de los bafl es y del equipo de música unos chicos, vestidos
con casacas de la misma tela que las mujeres del tejido de cortinas,
no paran de hablar por un micrófono. Pregunto al camarero de qué
se trata aunque me lo imagino. Me confi rma que es el passing away
ceremony de una mujer. Es decir, un funeral. La ceremonia fi nal, el
fi nal del duelo, cuando hacen una fi esta. Me encanta el eufemismo
que usan en África para morirse: pass away, marcharse. Me sirve
una cerveza local de dos tercios de litro que es lo que se suele tomar
en el país y me dice que no hay problema en que me quede allí a
tomarme mi cerveza, pero no tiene comida hasta la noche. Los locutores
del traje de cortina a veces dejan de hablar y ponen música
local. Delante de mí hay un grupo de hombres jóvenes vestidos de
sport, con la mesa llena de cervezas, una botella de vino espumoso y
un cartón de vino Don García. Desde hace unos años se han puesto
de moda en Ghana los cartones de vino Don García y Don Simón y
constituyen un signo de categoría y de distinción. Debajo de la mesa
74

EL MEJOR FUNERAL DE MI VIDA - FERNANDO BALLANO GONZALO
tienen una caja de cerveza negra Guinness de tamaño pequeño. En
la mesa de al lado hay unas chicas muy elegantes que, de vez en
cuando, cogen una botella de cerveza de la caja. Los chicos se las
abren con los dientes. Una asistente pasa una gran cacerola de acero
inoxidable por todas las sillas de la concurrencia mientras imagino
que uno de los animadores exhorta a la gente a contribuir. La gente
echa dinero. Cuando acaba el recorrido el animador la hace sonar
para demostrar que hay mucha calderilla. El billete de mayor denominación
del sistema monetario ghanés, diez mil cedis, equivale a
un euro. Supongo que les echa la bronca y alguno sale al cuadrilátero
a llevar más dinero a la cacerola. Los funerales en Ghana son algo
muy importante. Pueden durar entre tres y cinco días durante los
cuales se cocina para todo el que se acerque por el lugar, van más
allá del duelo y son un homenaje el difunto. En Ghana se dice que si
un día no tienes qué comer o no tienes ganas de cocinar siempre te
puedes acercar a un funeral, aunque no conozcas a nadie. Los deudos
encargan carteles que se pegan por las paredes informando del
acto e invitando a todo el mundo a sumarse. Los funerales terminan
con una celebración fi nal, en la que me encuentro, donde se recauda
dinero para ayudar a la familia a recuperarse de los gastos, que pueden
suponer los ingresos de varios años.
Salen a bailar las del traje cortina y se les unen las de la camiseta
blanca que estaban delante de mí. A mi lado hay una piscina vacía
con un cartel que prohíbe bucear y una zona de mesas donde están
los más jóvenes, que han debido ir a la ceremonia porque les han
obligado sus padres y se mantienen un poco apartados de todo. Visten
como cualquier joven europeo y tienen aire de pasar del tema.
Detrás de mí, junto al pasillo que lleva a la zona de hotel comienza
una pelea entre dos mujeres. El camarero va a separarlas. Una de
las mujeres cortina, matrona de abundantes carnes, deja de bailar en
la pista y, con expresión de enfado, se dirige a la pelea, se mete por
medio y les debe decir algo del estilo de: si la difunta levantara la
cabeza… Mientras tanto las otras siguen bailando en el cuadrilátero
central. En la mesa de honor hay una pareja de hombre y mujer
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
mayores; al lado hay uno que me recuerda al actor José Luis López
Vázquez en negro, con bigote y todo. Va vestido completamente de
blanco, una camiseta deportiva blanca con galón rojo y una gorra
blanca, como si viniera del club de tenis. A su lado hay dos chicas
maduras, bien vestidas, y tan hieráticas como la pareja mayor. El
López Vázquez es el único de la mesa presidencial que se ríe y hace
tonterías. Seguro que su madre, la seria, además de que no logró que
se presentara con traje tradicional, o al menos europeo moderno y
elegante, tiene que aguantar que haga tonterías. Las chicas jóvenes
de la camiseta blanca, en la parte delantera llevan un escudo con
una inscripción en inglés: Sindicato de sastres y modistos de Ghana,
sección de aprendizas. Deben ser las representantes del sindicato de
la fi nada, que sería sastra. La pelea se recrudece. Los de la mesa presidencial
hacen como que no se enteran, menos López Vázquez, que
no pierde detalle y mueve la cabeza y estira el cuello cuando alguien
se pone en medio y le impide ver. La madre de José Luis pone cara
de circunstancias enfadada porque una pelea eche a perder el acto.
Un hombre mayor, vestido con manto tradicional de colores rojo,
naranja y verde, que se lleva con un hombro al descubierto, se acerca
a la pelea, les echa la bronca y logra apaciguarlas. Una de las chicas
de buen ver que estaba delante de mí está metida en el ajo y se la
han llevado a un callejón al lado de la barra junto con la contrincante
para que acaben de dirimir sus diferencias fuera de la vista de los
deudos.
Por una puerta que hay tras la mesa presidencial aparece otro
grupo de mujeres ataviadas con vestidos color crema con cuellos y
bocamangas negros. Después surgen otras mujeres con trajes verde
claro adornado de cuello y bocamangas de color negro. En los funerales
de Ghana las mujeres se agrupan por amistad y deciden qué
tejido y diseño lucirán. Los sastres callejeros los hacen en un santiamén,
sin patrones, a ojo, o cortando encima del modelo, y logran maravillas.
Más tarde aparecen unas con tela naranja y grandes lunares
blancos y negros, pero con un corte diferente, más sofi sticado. Esas
deben ser las diseñadoras. Van uniformadas por grupos pero no hay
dos mujeres que lleven un peinado parecido. Las peluqueras han
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EL MEJOR FUNERAL DE MI VIDA - FERNANDO BALLANO GONZALO
derrochado imaginación. Mientras tanto la pelea se reanuda. En la
mesa de al lado, la de los del vino Don García, hay una chica vestida
con transparencias negras y unos labios carnosos que el carmín ha
intentado aumentar aún más de tamaño. Se acerca a los hombres, les
vacila un poco y se acaba el cartón de Don García. Sacan otro de debajo
de la mesa. La chica recoge algo del suelo. En lugar de agacharse
mantiene las piernas rectas e inclina el tronco mostrando en todo
su esplendor sus lujosas posaderas a los chicos. Se mantiene unos
segundos en esa postura y los machos no pierden detalle. Cuando se
incorpora se lleva a uno de ellos a bailar.
Poco después aparecen unos jóvenes con pinta de bailarines de
hip-hop. El encargado de la música les pone algo para que se luzcan.
Los mayores pronto ponen cara de aburrimiento y el animador
cambia a otros ritmos más pachangueros. De repente todos se ponen
a bailar, hasta las de la pelea. Todos menos los de Don García, que
siguen bebiendo sin parar. Las de la misma tela pero diferente diseño
deben ser especialistas en costuras resistentes porque llevan una
ropa muy ajustada, a punto de explotar en cada movimiento pero
que, sorprendentemente, resiste. Una de ellas es blanco de todas las
miradas por sus nalgas espectaculares que ella se cuida bien de mostrar
y mover. Todos esperamos que en uno de sus contoneos estallen
las costuras, Pero no en vano son profesionales de la costura y nos
quedamos con las ganas. Un niño de unos trece años lleva una botella
de cerveza llena, con una pajita y va bebiendo.
Al fi nal todos se lanzan a la pista. Me apetece bailar pero siento
que sería meterme en su ceremonia. Me he mantenido en un segundo
plano, sentado en mi mesa, sin moverme, hasta casi mimetizarme.
No he sacado fotos, ni siquiera con disimulo, porque me parece
una falta de respeto. Bastante intromisión es observarles en su acto.
Me acerco a un sitio discreto pero más cercano para poder observarlos
bien, porque el grupo de bebedores que tengo delante se ha
puesto en pie y no me deja ver nada. Estoy sucio, sudado de todo un
día de viaje y cansado. Ellos todos van con sus mejores galas. A los
extranjeros se les permite todo pero me siento incómodo y me parece
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
una falta de respeto ir sucio cuando ellos van elegantísimos. Decido
ir a ducharme y cambiarme. Cuando regreso ya es de noche, pues
en África ecuatorial anochece siempre a las seis de la tarde. Sigue la
fi esta pero sólo quedan los jóvenes. Los mayores y familiares se han
ido. Observo el ambiente, escucho la música un rato y me marcho a
cenar. Ha sido el mejor funeral de mi vida.
FERNANDO BALLANO GONZALO. 54 AÑOS, FEO, ATEO Y SENTIMENTAL. HE VI-
VIDO Y TRABAJADO EN SUECIA, NORUEGA, GRAN BRETAÑA, FRANCIA, BURUNDI,
TANZANIA, MALI Y POLONIA COMO PROFESOR, COOPERANTE, GUÍA, REDACTOR Y
OTRAS LABORES INNOBLES.
EL DÍA QUE MURIÓ MIKEL SENTÍ UN ESCALOFRÍO, AL VERME TAMBIÉN SENTADO
EN EL PRIMER TODOTERRENO DE UN CONVOY DE TURISTAS, QUE TODAVÍA NO HA
DESAPARECIDO. SIRVA MI TEXTO COMO HOMENAJE DE OTRO GUÍA.
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Pesadilla aprobada
FRANCISCO ALBERTO LAHTI
Se escucha un lejano crujir de hojas secas en la inmensidad de
la madrugada apenas iluminada por una tímida luna menguante.
Un tero sobrevuela la selvática escena con su clásico trinar
sumado a unos cuantos grillos. El crujido se hace cada vez más cercano.
Se vuelve intimidante. Una puerta de nylon detiene el crujido.
Tensa espera. Dramático silencio. De repente, un tiro rompe el
clima y el puma yace moribundo. El animal se sintió atraído por el
aroma de la época del mes. Esos días en que la joven cubre su baja
intimidad con un trapo para no derramarse son los que desafían, sin
querer, al instinto animal. Las mujeres wichis no conocen las toallitas
femeninas.
Enigmático, casi inaccesible, violento, el impenetrable chaqueño
no invita a pasar. Cientos de angostos senderos lo convierten en un
escenario laberíntico donde no conviene meterse solo. Cuesta creer
que alguien pueda vivir allí. Una vaca, literalmente muerta de hambre
y sed, reposa su osamenta brillante. Al lado, una laguna de agua amarronada
es el triste recuerdo del río transparente que por allí corría.
“Trabajás, te cansás, ¿qué ganás?”. Ese parece ser el estigma que
tobas y wichis cargan por igual desde hace años. Una mujer destila
descarnada ironía cuando afi rma que su familia está acostumbrada
a cenar vinchuca. Ese insecto que de noche condena de por vida a
los corazones desprevenidos. A unos pocos metros vive otra familia
wichi cuya orina sirvió más de una vez para saciar la sed del agua
ausente. Los perros del lugar también supieron beber aceite quemado
de algún vehículo casual para seguir existiendo.
Un nene se acerca caminando muy despacio hasta que una de sus
piernas pasa por delante de la otra y pierde el equilibrio. Lleno de
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
tierra, queda tumbado en el piso. El niño mira y no responde. Atrás,
la mamá murmura que, a pesar del pelo corto y su ropa, el nene es
una nena. Tiene tres años, es sordomuda y nunca usó pañales. Los
bebés wichis no usan pañales. Ni siquiera chiripás. Sólo trapos anudados.
La mujer confi esa que comen lo que pueden, cuando pueden.
En los árboles hay charatas, pájaros que los wichis cazan para
cocinar en guisos de arroz, aquellos días en que tienen arroz. Persiste
el hambre continuo, antiguo, de muchas décadas, un hambre seco.
Muchas familias también comen lo que llaman “la torta parrilla”, un
kilo de harina, mezclado con agua y cocido como un pan casero. Sólo
con eso pueden comer por varios días más de ocho personas aunque
respetando un orden: primero los chicos y después el hombre de la
casa, que luego deberá salir de caza. Lo que queda, para mujeres y
ancianos. De allí que más del 80 por ciento de la población indígena
padezca desnutrición. Y muy pocos, más allá de su edad, cuentan
con más de cinco piezas dentarias sanas. Otro plato típico es el charque,
una carne cocida a base de sol y sal. Los wichis tienen su versión
de charque de caballo y perro.
Debido al desmonte excesivo, hoy el Impenetrable ya no puede
alimentar a sus habitantes originarios y agoniza al mismo tiempo
que ellos. Citando a Atahualpa Yupanqui, “parece que por aquí,
Dios no pasó”.
El vinal, un arbusto con largas espinas, se presenta con un pinchazo
en la mano. Según los aborígenes, es venenoso. Pero el tiempo
pasa y, después del grito agitado al despertar, parece que la vida
para Juan seguirá igual de tranquila en su casa de Pilar. De seguro
aprobará la lección de geografía argentina, Capítulo 4, Región Chaqueña
y su padre, ministro de Desarrollo Social, estará orgulloso.
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PESADILLA APROBADA - FRANCISCO ALBERTO LAHTI
FRANCISCO ALBERTO LAHTI. ESCRIBIR FUE UNA MANERA DE VENGARME. CRIA-
DO POR CUATRO MUJERES QUE HABLABAN SOLAS, DECIDÍ QUE MI DESCARGA VITAL SERÍA
GRITAR EN SILENCIO, A TRAVÉS DE LETRAS ESCRITAS, COMO PARA QUE NO PUDIERAN
INTERRUMPIRME MÁS. MI NOMBRE ES FRANCISCO ALBERTO LAHTI. NACÍ EN BUENOS
AIRES, ARGENTINA, HACE 29 AÑOS, AUNQUE NUNCA APRENDÍ A VIVIR ALLÍ. APENAS
SOBREVIVÍ HASTA ESCAPAR DE LA GRAN CIUDAD, CON DOS DÉCADAS, HACIA EL INTE-
RIOR DEL PAÍS PARA ESTAR MÁS TRANQUILO. CONCLUÍ ESTUDIOS SECUNDARIOS Y
ELEGÍ EL PERIODISMO POR COBARDÍA. ESCRIBIR LO QUE VEÍA ME HACÍA SENTIR MÁS
SEGURO QUE HACERLO DESDE LA IMAGINACIÓN PURA, CRUDA Y SIN RED. TRES AÑOS
DE ESTUDIOS DE FILOSOFÍA ME LLEVARON A SUMAR IDEAS PARA ALIMENTAR LAS LETRAS
Y MIS VERDADERAS GANAS. AL POCO TIEMPO, MIS UNI-VERSOS SE MEZCLARON HASTA
LLEGAR A ESCRIBIR COMPULSIVAMENTE CADA NOCHE, MÁS ALLÁ DE LA NECESIDAD DE
DESCRIBIR DE DÍA PARA QUE ME PAGUEN A CAMBIO Y ASÍ MANTENER A MI HIJO DE
DOS AÑOS. YA NO HAY VUELTA ATRÁS. AL FIN ME RECONOZCO UN ESCRITOR QUE, EN
LA PROVINCIA DE SAN JUAN, SOBREVIVE PUBLICANDO UNA NOTA PERIODÍSTICA CASI
TODOS LOS DÍAS EN DIARIO EL ZONDA Y DE NOCHE REVIVE ESCRIBIENDO CULPAS,
DESEOS Y PENSAMIENTOS POR NECESIDAD, EGOÍSMO Y PLACER. SON PALABRAS QUE ME
OBLIGAN A VOMITARLAS. SON MIS GANAS. EL BLOG WWW.KTARSIS-F.BLOGSPOT.COM
ES MI DESCUIDADA VIDRIERA LITERARIA DESDE 2007. SOY DE LOS QUE CREEN QUE
LO MEJOR ESTÁ POR VIVIRSE, ERGO, POR ESCRIBIRSE. ENTONCES NO PODRÍA AFIR-
MAR QUE LAS LETRAS DEL BLOG SEAN LAS MEJORES DE MI VIDA AUNQUE SÍ LAS QUE
MEJOR LA D-ESCRIBEN. LA NECESIDAD DE RESUCITARLAS Y UNA DE LAS BASES DE ESTE
CONCURSO ME OBLIGARON A CITARLAS EN EL BREVE CURRÍCULO DE UN ESCRITOR
COBARDE.

Hotzak berotuta
ELENA UNAMUNO REMENTERIA
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AITZINSOLASA
“Suaren bila irteten da umea. Etxea edo familia zer den ezagutzeko
beharrezkoa da etxeaz kanpora, familiaz aparte bizitzea, beharrezkoa da
lurralde ezezagunean eta bakardadean galtzea, beharrezkoa da arriskua,
bildurra, oroimina senditzea. Etxea ez da berez heredatzen. Haur bakoitzak
irabazi eta eraiki behar du bere etxea”.
Joseba Sarrionandia
Etxeko atea hertsi eta suaren bila abiatu nintzen 2007an Suediara,
Erasmus programari esker. Han, Samien lurraldera
bidaiatzeko aukera aprobetxatu eta eskualde hotzenetariko batean
aurkitu nuen nire pertsona-froga.
Gaur, 2011n, berriro bidaiatu nahi dut izara zuriaren azpian ezkutatzen
den herrialde paregabera, baina ez dut bakarrik egin nahi; zu
nirekin etor zaitezen nahi dut, biok elkarrekin bidaia dezagun.
Sarrionandiak dioen moduan, gure sustraiak lepoan hartuaz,
gure herritik mundua korritzera joan gaitezke. Gure jendea, sustrai
eta guzti, zuhaitz-bidaiariak gara. Horregatik, bidaia honetan samien
lurretan egon arren, Euskal Herria, gure lurra, presente izango
da, sustraiak ikusezinak badira ere, gure herrira estu lotzen baikaituzte.
Denboran aurrera eta atzera egingo dugu; hainbat kontuz eta
azalpenez bustiko gara, eta emozio desberdinak biziko ditugu.
Nahiz eta tenperatura hotzeko herrialdea izan, nire bihotza berotzeko
adina berotasun izan zuen; nik aurkitu nuen nire sua. Zure
txanda da orain.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
1 Eguna: Errailak berotzen (2007-12-09)
Bata bestearen gainetik: zuria, gorria, grisa, beltza… Koloreak
ez du garrantzi handiegirik Suediako egun hotzei aurre egiteko orduan.
Jertseak zein baino zein lodiagoak daramatzat, gorputz argalari
borobil itxura emanez. Goizeko 10:30ean, Karlstad hirian autobusa
hartu dugu bidaiari ekin diogun seiok, eta, sei orduko bidaiaren
ondoren, Suediako hiriburura heldu gara: Stockholm-era.
Stockhom 1252an sortu zen eta gaur egun 14 irlaz eta 53 zubiz
osatzen da. 377.30 kilometro karratuetan, 788.269 biztanle bizi dira;
beraz, esan daiteke Eskandinaviako hirigunerik populatuena dela.
Aipatutako hamalau uharteetako batean dago tren-geltoki nagusia,
eta bera izan da bidaiari guztion bilgune; hain zuzen ere,
McDonald’s konpainia internazionalaren jatetxe baten aurrean, kaleak
ilunduta eta zeruan ilargia dagoen orduan: arratsaldeko lauretan.
Karlstad hiri txikitik atera garen seioi herrialde desberdinetako
jendea batu zaigu: gazteak denak, bidaiariak, maleta handi eta jertse
lodiz gizenduak. Hizkuntza desberdinen tonuak hartu du geltokiko
isiltasuna: frantsesa entzun da; belgikarrak ere han ibili dira isildu
gabe; espainola izan da nagusi nire inguruan, eta euskara ibili da
nire buruan. Ameriketara joan ziren euskaldunak bezala ibili gara;
bakoitza bere tribuan egon arren, ingelesa harremanetarako bide
izan dugu. Gure artean zaharrena, suediarra bera, da arduradun; 35
urte inguru izango ditu, gizon altua eta indartsua, kirolari tankerakoa.
“Scanvalt Experience” bidaia-agentziako langilea da; hau da,
unibertsitateko gazteentzat bidaiak antolatzea eta hauekin joatea da
beraien lana.
Ordubete geroago igo gara trenera; nahikotxo kostata, egia esan,
nire maleta ni neu baino pisutsuagoa baita, barruan daramadan arropagatik.
Izan ere, ez dut hotzak hilik gelditu nahi, inork ezagutzen
ez nauen Europako mutur batean. Trena martxan hasi da; bidaiari
ekin diogu. Ipar poloko paraje urrunetara garamatzaten errailak
berotzen hasi dira, eta tximinia kea ateratzen. Trena sei pertsonako
logeletan banatuta dago. Ni, Bilboko bi neskarekin, Aitziber eta Ai-
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HOTZAK BEROTUTA - ELENA UNAMUNO REMENTERIA
nara, Galiziako Carlosekin eta Malagako Damianekin eta Joserekin
nago. Ondoko gelan frantsesak daude, gurekin seiokin Karlstad hirian
bizi direnak; beste alderantz, logela batzuk urrunago, Belgikako
neska-talde bat, aurten Stockholmen bizi direnak.
Badira ordu batzuk Stockholm atzean utzi eta Suedian barrena
goazela. Zerua ilun dago, eta elurra da nagusi treneko leihoetatik
kanpo. Lapoien lurraldea gero eta gertuago daukagu; kultura berri
batean barneratzeko gutxi falta da. Noizbait telebistan ikusi ditudan
emakumeak neure begiekin ikusiko ditut; zerbait ezkutatzen
duten begi lausotuak begiratuko ditut, eta oreinen artean ibiliko
naiz. Pentsamendu horiekin sartu naiz ohera 01:30 pasatxo direnean;
ordu gutxi daukat lo egiteko, baina bihar esperientzia berri batekin
esnatuko naiz.
2 Eguna: Eguna bizi joan da (2007-12-10)
Burua esna, baina begiak ireki ezinik egon naiz goizean, trenak
errailetan ateratzen duen erritmo konstantea entzuten, lasai. Leihotik
ez da argirik sartzen izan, artean eguna argitu gabe egon delako.
Goia eta behea, dena maletaz josita eraman dugu bagoia. Txikia izatea
eskertzen den momentua izan da, ohean etzan eta lekua soberan
geratzen denekoa. Esperientzia berria gauekoa: Suedian gorantz
gaueko isiltasunean trenez bidaiatzea. Ametsak ere politak izan ditudalakoan
nago, atera kontuak.
Goizeko 06:15 inguruan esnatu gaitu treneko arduradunak; izan
ere, 06:40an Boden hirira heldu gara: gure gaurko lehenengo geltokira,
Stockholmetik 746 kilometro iparraldera. Tren-geltokitik bost
bat metrora izan dugu gosaltzeko ateak zabaldu dizkigun ostatua.
Bidean umeak ikusi ditut ilaran, denak uniformez jantzita eskolarako
bidean. “Ume gizajoak; goizetik hasten dituzte klaseak, bada”,
pentsatu dut neure artean, eta hizkuntzari buruzko gogoeta txiki bat
egin dut. Bodenen, Suedia osoan bezalaxe, ez dago hizkuntza ofi zialik,
Finlandiako mugen gertutasunagatik; haatik, eskoletan laponieraz
ikasten omen dute txikitatik. Parlamentua 1989an sortu zenean,
ezagutza linguistiko, kultural eta legala indartu zituen samediggi
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
izeneko biltzarren bidez; organo legegileak baino gehiago, kontsultarako
organoak ziren. Sami hizkuntzak hiru dialekto nagusi ditu:
iparraldekoa, ekialdekoa eta hegoaldekoa. Fino-ugriar taldekoa da,
ural-altaiar hizkuntz familiako adarra. Adar horretako ezagunenak
suomiera –fi nlandiera– eta hungariera dira.
Hiria omen da Boden; alabaina, guk ikusi dugunagatik, herri txikia
dela esango nuke. Ostatu bat, tren-geltokia eta hiruzpalau etxe,
besterik ez. Iluntasunak itsutu nau nonbait. Norrbotten konderrian
kokatuta dago, Suediako iparraldean. Gaur egun izen horrekin ezagutzen
den arren, XVI. mendeko idazkietan Bondebyn zein Bodarna
moduan agertzen da. Bonde hitzak, suedieraz, nekazari esan nahi du;
DBOk, ostera, mudatu. Beraz, hiri horren izena, bere esanahiari dagokionez,
nekazaritzarekin edo estalpeekin lotzen da. Esaten denez,
1543an nekazari-talde batek eskualdea hartu eta bertan zereginak
egin ez ezik, komertzio txikiak ere ireki zituen.
Sits eta bits gosaldu dugu Boden Hostel izeneko ostatu txikian. Ingurura
begiratu eta gehienek kafea eta ogi txigortua izan dute mahai
gainean; guk, ordea, mahaia jatekoz bete dugu. Zukua, zerealak,
kafesnea, ogi txigortua gazta eta urdaiazpiko egosiarekin, arrautza
egosiak, jogurtak… Ez da ezer falta izan. Tripa ondo bete eta berotu
ondoren, kalera joan gara aire freskoa hartzera; izan ere, ordu asko
pasatu ditugu trenean, eta hankak luzatzeak ez digu batere kalterik
egin.
Oraindik ez gaude Ipar poloan; momentuz ez dugu zirkulu polar
artikoa pasatu, baina gutxi falta da. Laponiarren lurraldean sartu
ez bagara ere, nabari da Suedia hegoaldearekiko aldea. Tenperatura
beherantz doan heinean, gu gizenduz goaz, barruan daramatzagun
jertseengatik. 08:00etan autobusa hartu dugu ostatu txikiaren
aurrean. Gure garraiobidea izango da aurrerantzean. Bi orduren
buruan Ipar Poloan izango gara.
Lappland
Izugarri aldatu da paisaia. Zuhaitzek ez dute benetakoen antzik:
adarrak zuri-zuri dituzte eta estalaktitak sortzen dira haietatik
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HOTZAK BEROTUTA - ELENA UNAMUNO REMENTERIA
erortzeko asmotan dauden ur-tantekin. Inguruan dena da zuria, eta
egunaren argitasuna ere desberdina da, zuri-urdin antzekoa.
Robert Edwin Peary (Cresson 1856/Washington 1920) izan omen
zen Ipar polora heldu zen lehenengoa 1909an. Horren aurretik
saiakera asko egin zituen bai Groenlandian, baita Iparburuan ere. Lehenengoa,
Groenlandian egin zuen 1886an, bere zerbitzari eta lagun
Matthew Henson afroamerikarrarekin. 1898-1902 eta 1905-1906 bitartean
egin zituen Ipar Polora lehenengo eta bigarren bidaiak, baina
zortzi behatz galdu eta porrot egin zuen; hala eta guztiz ere, inguru
eta baliabideei buruzko ezagutzak lortu zituen. Aurretiaz lortutako
jakintza guztiarekin, 1908an hasi zuen azken espedizio erabatekoa.
Peary bera, 24 gizon, 19 lera eta 100 txakurretik gora eraman zituen.
Bost azpitaldetan banatu zuen taldea, bera, Henson eta lau eskimal
talde buruan zirela. 1909ko martxoan Columbia lurmuturretik atera
eta apirilaren 6an iritsi ziren helmugara: Ipar polora.
11:00 inguruan, arduradunak leihotik begiratzeko esan digu, eta
bertan ikusi dugu, ezerezean, bidearen ondoan, zirkulu polar artikoa
jartzen duen kartel handi bat eta bere aurrean iglu izugarria. Heldu
gara Ipar Polora; heldu gara laponiarren herrialdera. Autobusa
errepidearen ondoan gelditu eta denok irten gara kanpora. Azken
eskaileratik jaitsi bezain azkar, hankak belaunetaraino sartu ditut
elurretan. Busti-busti egingo nintzela pentsatu dut, baina, nire harridurarako,
ez da hala izan; elurra oso lehorra da, hautsa bezalakoa.
Elur-malutek paper fi nez egindakoak dirudite.
Ipar poloaren eremuetariko bat da Lappland. Lapp hitzak Sáapmi
pertsona esan nahi du eta land-en esanahia lurraldea da; beraz,
Samien eskualdea litzateke. Samiak dira bertako biztanleak eta ez
laponiarrak, askotan entzun den bezala; izan ere, Lapoi hitzak konnotazio
ezkorra dauka, eskale-arropa, ezjakin edo tonto esan nahi
baitu beraien hizkuntzan. Laponiak Norvegia, Errusia, Suedia eta
Finlandia hartzen ditu, eta nekazaritza, abeltzaintza, ehiza, arrantza
eta duodji, hots, samien artisautza dira beren bizi baliabide nagusiak,
nahiz eta gaur egun turismoak ere indar handia hartu duen.
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Iglua barrutik ikusi, argazki batzuk atera eta berriro igo gara autobusera
gure bidearekin jarraitzeko asmoz. Ipar Poloan gaude dagoeneko.
Muga ikusezina zapaldu dut.
Samiak
Gure bidearekin jarraitu dugu Jokkmokk herrira heldu arte. Bodenetik
134km-ra dago, Laponian dagoeneko. 13:00 aldera utzi gaitu
autokarrak herrian. Beste ezer egin aurretik, Ajjte museoan sartu
gara –sami kulturaren zentroa– eta bertan, emakume bat gure zain,
samien inguruko bere jakintzak transmititzeko. alaiaz
agurtu gaitu –kaixo suedieraz–, eta aurrera egin du, ahoan legarrik
gabe mintzatuz.
Samien gaineko gauza interesgarriak ikasi ditut. Hasteko, buztinez
egindako sami familia bat ikusi dugu itsas txakur arropekin eta
ehizarako arpoiekin. Laponiarren ezaugarri fi sikorik nabarmenenak
bi dira: txikiak izatea eta oso burezur txikia eta forma berezikoa izatea.
Indartsuak eta biziak dira, ibilera arinekoak eta erresistentzia
handikoak. Odol-sisteman anastomosiak dituzte –arteria eta zainen
arteko ez-ohizko loturak–, tenperatura baxuak hobeto jasateko.
82.000 inguru sami omen daude eta horietako 20.000 Suedian.
Aurrera egin dugu tunel batetik, non kartoizko sami bakoitza arma
batekin ikusi dugun. Garai batean ehiza eta arrantzatik bizi ziren:
nomadak ziren, baina gaur egun, %10ek besterik ez du nomada izaten
segitzen.
Gela batera heldu gara, han samien bitxikeria eta historia gehiago
ikusteko. Adibidez, gela batean beren historia politikoa azaldu digu
emakumeak. “Urteetan samien kulturarekin amaitzeko asimilaziosistema
gogorrak egon ziren arren, gure arbasoek eutsi egin zioten
kultura eta tradizioari”, esan digu harro. 1917an samien lehenengo
kontzentrazioa egin zen; 1986an sami bandera sortu, eta 1989an
parlamentua. Samien banderak oso esanahi berezia daukala iruditu
zait, oso interesgarria. Nagusiki bi koloretan banatzen da: gorria eta
urdina. Erdian bi marra dauzka: bata, berdea; bestea, horia. Gainean
eraztun bat, erdia kolore urdinekoa eta beste erdia gorria. Koloreak
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Eskandinaviako banderarenak direla esaten da, baita sami arroparen
koloreak direla ere. Horrez gain, horietako bakoitzak esanahi sinboliko
bat omen dauka: gorria sua da; berdea, lurra; horia, airea, eta
urdina, ura. Erdian dagoen eraztunak eguzkia eta ilargia esan nahi
omen du, eta, batzuen esanetan, sami lurraldeak jasan zuen banaketa
ere adieraz lezake.
Azken gelan Beiwe jainkosaren berri izan dut: emankortasunaren
eta maitasunaren, udaberriaren, eguzkiaren eta zentzuaren jainkosa;
animalia eta landareen emankortasuna ekartzen duena. Neguko
iluntasun luzeak eraginda, buruko gaitza daukaten pertsonei
zentzua ekartzen bide die.
Museoaren amaieran, postal batzuk eta samien arropa egiteko
erabiltzen duten kolore biziko haria erosi dut, oroigarri gisa. Ikusitako
eta entzundako guztiak harrituta utzi nau. Oso interesgarria
iruditu zait samien kultura eta haien pentsaera, miresgarria.
Museotik irten garenean, Jokkmokk apur bat ezagutu dugu. Gauza
handirik ikusi ez, baina bueltatxo bat eman dugu, elurretan apur
bat jolastu eta zerbait bazkaldu bitartean. Hoztu garenean, 13:45 aldera,
berriro autobusean sartu eta denbora laburreko bidaiatxo batek
benetako samiak eta aurora boreala ezagutzera eraman gaitu.
Elur-oreinak
Jokkmokketik irten eta mendirantz jo dugu, Suedian gorantz.
Zerua iluntzen hasia dagoeneko, baina elur zuriak islatzen duen
argitasuna oraindik itzali barik. Mendiko egurrezko etxola batera
heldu gara, eta basoan gorantz jarraitu dugu, oinez. Tenperatura
nabarmen jaitsi da. Botak elur azpitik arrastaka, mukiak sudurretik
behera, betileak izozteko zorian: 13 gradu zero azpitik.
Hotzak dar-dar bidean, sute txiki bat ikusi dugu mendiaren magalean.
Bertaratu eta emakume sami baten ahotsarekin, Välkomna
hunkigarriak egin digu ongi etorria. Abegi onez hartu eta beragana
gerturatzeko seinalea egin digu. Zaku bat eskuetan hartuta, ren
esan eta aurrera jarraitu dugu. Zirraragarria iruditu zait emakume
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
sami baten ondoan egotea; bere usaina hain gertutik hartzea; aurpegiko
zimurrak eta begirada sakon hori ikustea. Isilik joan naiz, nire
begiek ikus izan ditzaketen detaile guztiak buruan gorde nahian.
Gauzak asimilatu nahian ibili naizenean, hezi baten parera heldu
eta atea ireki du emakumeak. Zakuekin zarata atera eta hara non
agertu den orein-talde handi bat gure aurrean. Ilusioarekin batera,
beldurrak hartu nau. Samiak eskua zakuan sartu eta ogi-pusketa bat
ateraz, eskura eman dit, oreinei eman diezaiedan. Zalantza-unetxo
bat pasa ondoren, makurtu, eskua luzatu eta adar luzeko orein baten
muturra nire eskua miazkatzen sentitu dut. Izugarria! Deskriba
ezina. 170 kiloko animalia pare-parean; adar luzeak begien aurrean;
bihotza taup-taup; burua ideiak ezin ordenatu. Ikaragarria, benetan.
Elur-oreina da Laponian ezagunena eta, era berean, ugariena den
animalia. Emeek 170 kilorainoko pisua har dezakete, eta arrek, espeziearen
arabera, 300 kilorainokoa. Ilaje luzea izaten dute; itxia, izurtua,
gogorra eta hauskorra: 6cm luze eta 4 lodi, tenperatura baxuei
aurre egiteko egokia, beraz. Hausnarkariak ei dira: egunsentian eta
ilunabarrean bazkatu ondoren, lasai-lasai etzan eta hausnartu egiten
dute. Urtaroaren arabera, gauza desberdinak jaten dituzte: udaberrian,
zuhaitz eta zuhamuxken kimuak; neguan, zuhaitz-azal eta
adar-muturrak, eta udazkenean, ezkur, pago-ezkur eta gaztainak.
Aurrean izan dudan oreina gaztea izan da. Zergatik dakidan?
Bada, antza denez, bai emeei, bai arrei, biei hasten zaizkie adarrak
eta urtero berritzen dira: zaharrei abenduan erortzen zaizkie; ar gazteei
udaberrian, eta eme gazteei udan. Gainera, adinaren eta osasunaren
arabera, adar bakoitzetik mutur bat edo gehiago ateratzen
dira. Jaioberriek bat, bi urtekoek hiru eta, horrela, 24 mutur izatera
ere hel daitezke. “Nire” oreinak adar bakoitzetik beste lau edo bost
adartxo izan ditu; orduan, oker ez banabil, behinik behin, hiruzpalau
urte inguru izango zituelakoan nago. 100 egun behar bide dituzte
luzakin sentikor berriak hasteko eta horrek eginahal metaboliko
garrantzitsua eragiten die.
Ogiak amaitu zaizkigunean, oreinei agur egin eta sute inguruan
gelditu gara eskuak zein oinak berotzeko. Emakumeari galdetu dio-
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HOTZAK BEROTUTA - ELENA UNAMUNO REMENTERIA
gu zergatik dagoen bakarrik mendian, eta honek, hala-holako ingelesean,
bere senarra mendian dagoela erantzun digu; hilabete luzeak
pasatzen dituela orein-taldearekin -Ameriketara joan ziren euskal
artzainak etorri zaizkit berriro burura: artzain joan eta hilabeteak
beren artaldea zaintzen pasatzen zituzten euskaldunak-. Azaroan
joan eta maiatzera arte ez dela itzultzen esan digu; oreinen ugalketa
garaia dela eta bertan egon behar duela. 30 asteko haurdunaldia eta
gero, basoan barneratu eta, 10 minutuko erditzearekin, orein bakarra
izaten dute.
Azarotik maiatzera. Denbora luzea mendian bakarrik egoteko.
Txundituta utzi nau halako adoreak. Salda eman digu, eta, oreinokela
dela esanez, urdaiazpiko itxurako zatitxoak luzatu dizkigu
probatzeko. Bost bat minutu lehenago, animalia haiei jaten emateak
apur batean okela eskuartean eustera behartu nau. Bizitzan behin
izango dela pentsatu eta aho barruan sartu dut. Zezinaren antzekoa;
zapore gogorra. Ez zait gustatu.
Bertan egon bitartean, taldeko mutil batek oin hotzak dituela esatean,
emakumeak aholkutxo bat eman digu: “Hotz egiten duen lekuetan
ez erabili kotoizko arroparik, izoztuta gelditu baitzaitezkete.
Komenigarria da plastikoa sartzea galtzerdiaren eta zapataren
artean, isolatzaile oso ona da eta”. Gomendioari buruan lekutxo bat
eginez eta eskuak goratuz, hej då –agur– esan diogu ahaztuko ez
dudan emakumeari.
Menditik jaitsi eta beheko etxolan sartu gara bero-berotan. Aurora
borealaren argazki pila ikusi eta gizon batek azaldu digu zelan
sortzen den fenomeno natural hori. Bukatu bezain laster, autobusean
sartu eta gure gaurko helmugarantz abiatu gara: Kirunarantz.
Aurora boreala
Beste ordu bi eta erdi pasa egin ditugu autobusean, baina hainbeste
izan dira gaurko emozioak, ezin izan dut lorik ere egin. Arratsaldea
jada; zerua ilun-ilun eta gorputzean bidaiaren nekea agertzen
hasi da. Batzuk lo, beste batzuk musika entzuten ni, ordea, argazkiei
eta paisaiari begira, gaur bizi izandako guztia errepasatzen. Egun bi-
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
zia gaurkoa. Aurora borealari buruz jasotako informazioak harrituta
eta argazkiek liluratuta, berau ikusteko irrika sortu zait, nahiz eta
jakin zaila dela eta zorte handia behar dela.
19:30-20:00 izango ziren Kiruna bistaratu dugunean. Autobusgidari
jatorrak Yellow House-en parean utzi gaitu -bi gauez gure bizitokia
izango den metalezko etxe horian-; maletak atera eta alde
egiten ikusi dugu. Logela oso polita da, antzinako erara apaindua:
hormetan hori argi koloreko egurrezko listoiak, loredun gortinak,
argazki txikiak eta mahai borobil bat parpailadun mahai-zapiarekin.
Dutxatu eta afaria egitera jaitsi gara sukaldera; gero, hitz eta pitz
egon gara, berriketan, lasai asko, bat-bateko ezustekoak asaldatu
gaituen arte. oihukatu du kalean zegoen
batek, eta gure artean estropezu eginez, korrika atera gara ostatuaren
aurreko plazatxora.
Aurora boreal, izenak berak dioenez, bi hitzez osatzen da: aurora,
egunsentiaren jainkosa erromatarra esan nahi duena, eta boreala,
grekozko boreas hitzetik datorrena, eta iparraldea esan nahi duena;
beraz, iparraldean egunsentietan agertzen den jainkosa erromatarra
izango litzateke.
00:00 puntu-puntuan; sinestezina. Sabelean kili-kilia sentitu dut,
zeruan marra berde bat ikusi dudanean. Ahula oraindik, indar gutxikoa,
baina ikaragarria. Aparteko fenomeno naturala neure begiekin
ikusten egon naiz. Aho zabalik, irribarrea ahoan, gora begira
igaro dut denbora. Arestian aipatu dudan etxolan aurora borealari
buruz aipatutakoa birgogoratu dut eta teoria hori neure begiekin
frogatzeko aukera izan dut.
Alde batetik, eguzkiak partikula kargatu batzuk isurtzen ditu –
protoiak eta elektroiak batez ere– eta horiek espazioan zirkulatzen
dute, eguzki-haizea izeneko korronteak sortuz, partikula kargatuen
multzoak, hain zuzen ere. Bestalde, Lur planetaren baitan indar magnetikoa
dago eta, horrez gain, errotazio-mugimendua. Honi guztiari
esker, partikulak atmosferara hurbiltzen dira, eta, ionosferarekin -atmosferaren
geruza- bat egiten dutenean, hor aurkitzen diren gasekin
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HOTZAK BEROTUTA - ELENA UNAMUNO REMENTERIA
talka egin eta lurraren bi muturretan, Iparburuan eta Hegoburuan,
indar elektriko bat sortzen da, aurorak sortuz.
Kolore eta forma desberdinak har ditzake, eguzki-haizean garraiatzen
diren partikulen arabera. Bi dira partikula horien aldaerak:
bata, berauen espezie atomikoa; bestea, daukaten energia maila.
Esaterako, oxigenoak kolore berdea, horia eta gorria sortzen dituen
bitartean, nitrogenoak urdinxka sortzen du, eta helioak gorri-purpura;
hortaz, guk ikusi duguna oxigenoak sortua izan da. Zirkulu
erdi itxurako berde ahul batez hasi da, baina, denbora pasatu ahala,
indarra hartuz joan da, zerua guztiz berde jarri den arte. 01:00 aldera
berriro ahultzen hasi eta desagertu egin da. Ordu betez gora begira
egon ostean, eta bizitzako esperientzia bakarretako bat bizi ondoren,
logelara etorri naiz atseden hartzekotan.
Bizipenez jositako egun batek erasanda, oso zorionekoa naizela
pentsatzen nago, ohean etzanda, bihar etorriko denaren zain.
3 Eguna: Meatzean eskiatzen (2007-12-11)
Goizean esnatu naizenean, leihotik begiratu eta elurra besterik
ez dut ikusi; oso paisaia polita iruditu zait: zerua urdin-urdin eta
lurra zuri-zuri. Janzten hasi bai, baina noizko bukatu! Cross country
skiing –iraupen-eskia– egiteko prestatu gara; beraz, arropa dezente
ipini behar. Termikoa lehenengo; eskiatzekoa gero, eta gainetik jaka,
gorro, tapaki eta eskularruak. Azala non dagoen ere ez.
Eskiatzeko materiala alokatzen duten taberna-hotelera joan eta
bertan eman digute beharrezkoa: eskiak eta paluak. Urduri egon
naiz, beti gustatu izan zaidan arren, ez dut-eta inoiz eskiatu; dena
dela, ipurdiko batzuk eta aurpegikoren bat edo beste hartu ostean,
esan dezaket ondo moldatu naizela eskien gainean. Gainera, iraupen-eskia
izanik, aldaparik ez; hortaz, egon direnetan erori eta bestelakoan
oso ondo egin dugu aurrera. Azkenerako nekatu egin banaiz
ere, izugarri gustatu zait. Kiruna ikuspegi panoramikoan kontenplatzeko
aukera izan dugu. Horregatik bakarrik ere merezi izan
du han goian ibiltzea. Berritsuena ere mutu uzteko paisaiak; begiak
mintzeko moduko kontrasteak: zuhaitz eta belar zuriak, lautada eta
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mendi elurtsuak, laku izoztuak, zeruan urdin, gorri eta more koloreak…
Kiruna, Giron samien hizkuntzan; “eper elurtarra” esan nahi du,
bertako txori zuria, hain zuzen ere. Kirunako ezkutuan agertzen da
burdinaren ikurrarekin batera, azken hau meatze-industria adieraziz.
Zirkulu polar artikotik 145km-ra kokatuta, munduko bigarren
udalerririk handiena da, area-hedadurari dagokionez. Kirunavaara
eta Loussavaara mendien artean kokatuta dago, bi-biak magnetita
mineralaren indusketa jasandakoak garai batean; gaur egun, ordea,
azken hori industeari utzi eta eski-pista bilakatu dute.
11:30ean hasi eta 14:30erako bukatu dugu ibilbidea, iluntzen hasi
duenerako. Hiru orduz kirola egin eta tripa-zorriak ase nahian, bazkaltzera
abiatu gara, pozik. Sabela ondo beteta, atseden hartu dut,
17:00etan informazio-bulegoaren aurrean hitzordua izan baitugu Kirunako
industria-motorra ezagutzeko: meatzea.
Kirunavaara
Meatzearen kanpoaldean, autobus batean sartu gaituzte,
meatokiaren tripetan sartzeko; izan ere, munduko burdinameatzerik
handiena eta modernoena da, eta bere tamainagatik, ez
dago oinez joaterik. Izugarria da han barruan sortu dutena! Lur
azpian 400 kilometrotik gorako bide-sarea dago; 4 kilometro luze
eta 2.000 metro sakon ditu bertikalean. Gu 540 metrora utzi gaitu
autokarrak, meatze-museoa dagoen lekuan.
Sartu aurretik, LKAB estanpatutako kasko horiak eman dizkigute,
arazorik egon ez dadin. LKAB Suediako meatze-konpainia da,
eta Kirunako eta Malmbergeteko meatzeetatik ateratzen du saltzeko
beharrezko magnetita, gero trenbide-sareari esker garraiatzen dena.
Gaur egun munduko handiena Kirunakoa izanik ere, garai batean,
Arboleda izan zen burdinaren esportatzaile nagusia. Mota
horretako materiala biek ustiatu arren, Kirunara trenbide-sarerik
heltzen ez zenez, oso zaila zen Europara esportatzea; ondorioz, Arboledak
hartu zuen ospea. Alabaina, urteak pasatu ahala, gainbe-
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HOTZAK BEROTUTA - ELENA UNAMUNO REMENTERIA
heran joan zen eta 1986an egin zituzten azken aprobetxamenduak.
Kirunak, aitzitik, trena heldu zenean, indarra hartu eta oraindik ustiaketan
dirau.
1647an jabetu ziren meatzearen balioaz, eta aire librean ustiatzen
hasi ziren. II. Mundu Gerran, kantitate handiak atera ziren, trenez
ekialdeko kostaldera garraiatzeko, eta, handik Alemaniara, nazien
gerran erabiltzeko. 1960an, lurpeko mineral-hobiak esplotatzeari
ekin zioten. Arestian aipatu legez, munduko handiena izatetik aparte,
modernoena ere ba omen da. Teknologia oso aurreratua darabilte;
langile gutxi ibiltzen da lur azpian, makina guztiak lurrazaletik kontrolatzen
baitituzte ordenagailu bidez.
Bisita oso berezia izan da; interesgarria iruditu zait, baina badago
deigarria egin zaidan datu bat ere: meatzearen masifi kazioagatik,
herria bere oinarrian ematen ari da, eta dena eraisteko arriskuan
omen dago. Horren ondorioz, Kiruna herria orain dagoen lekutik,
hiru bat kilometrora mugitzeko plana martxan da dagoeneko. Datu
ikaragarria dudarik barik.
Iluntzean, meatzetik itzuli eta gero, erdigunera joan gara pote
bat hartzera. Bost minutuko ibilbidea dago ostatutik zentrora, eta,
oso zorionekoak garenez, bidean berriro ikusi dugu aurora boreala;
berdea beste behin ere. Laburragoa izan da gaurkoa, baina, tira! Bi
egunetik bi, ez dago bat ere txarto. Tabernak itxita aurkitu ditugunez,
buelta eman eta ostatuan geure jaia egitea erabaki dugu. Luzatu
egin zaigu egonaldia, eta 02:30ean oraindik oheratzeke egon gara.
4 Eguna: Lasaitu ala larritu? (2007-12-12)
Lo gutxi egin dugun arren, goiz esnatu gara eguna aprobetxatzeko;
izan ere, ez dira betiko kontuak lurralde honetan ikusi eta bizi
ditugunak. Ainarak, Aitziberrek eta hirurok Kirunatik azken buelta
eman eta falta izan zaizkigun lekuak bisitatu ditugu.
Hilabete luzez izozpean dirauen lurraldea da. Neguan, azkar
estaltzen dira kaleak elurrez, eta, horri irtenbidea emateko, lur azpiko
berogailuak dituzte herrietan –orain Europan zabaldu den zoru
erradiatzailea delakoa–.
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Oso lasaia da Kiruna, kotxe gutxi ikusten da, baina horien ordez,
lerak begizta daitezke han eta hemen; oso lera bereziak, gainera. Ezinezkoa
da gurasoek haur-kotxeak erabiltzea, elurrak gurpilei oztopo
egiten dielako. Horregatik, umeek soka batez lotutako narra txikiak
dituzte, gurasoek tiraka eramateko. Gurasoentzat beraientzat, handiagoak
daude, ikusgarriak, nire ustez. Egurrez eginak dira, balaztekin,
zutik joatekoak eta besoen parera arteko heldulekuarekin. Aurrean
parrilla bat dute, bertan erosketak edo dena delakoa ipini eta
kate batekin eskulekura lotzeko.
Lasai asko pasatu dugu goiza. Arratsaldeko 16:30ean egin diogu
agur Kirunari. Gure ibilbidearekin jarraitu dugu Abisko natura-parkerantz,
bidean geldialdi bat eginez.
“Ice Hotel”
Jukkasjärvi-n egin dugu geraldia, Kirunatik 12 kilometrora eta
zirkulu polar artikotik 200era. Bertan dago Ice Hotel: izotzezko hotela.
Herri horretan turismoaren indarra udak hartzen zuenez, neguko
bisitak handitzekotan, 1989an bi asteko izotz-mintegiak antolatu
zituzten, eta, handik urte betera, lehenengo eraikina egin zuten:
60 metro karratuko iglua. 1992an bezero batek bere konpainiarekin
gaua bertan pasatu nahian sortu zen hotela.
Urtero eraikitzen da; bakoitzean artista desberdinei logela bat diseinatu
eta eraikitzeko aukera ematen zaie. Hotelak SCL University
Ultuna/Alnarp-ekin hitzarmena dauka eta, horregatik, eraikinaren
kanpoaldea arkitekturako bostgarren mailako ikasleek diseinatzen
dute. Torne ibaiko izotz-pusketak erabiltzen dira berau egiteko; izan
ere, ia urte osoan, kristal argi eta gardena den metro bateko izotzgeruzak
estaltzen du.
Hotela eraikitzen dabiltza oraindik. Aurten, abenduaren 8an hasi
eta 29ra arte, berrogei artista ibiliko dira lanean jo eta ke. Langileak
hara eta hona ibili dira, turiston fl ash eta joan-etorriei jaramonik egin
gabe. Hogei egun dituzte lana bukatzeko; hogei egun beraien artelanek
ikusle hautatuak izateko. Lan gogorra bezain polita begitandu
zait.
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4.000 metro karratuko hotelean, 5 gradu zero azpitiko tenperaturarekin
eta orein-larruz eginiko zakuetan lo egiteagatik, logela
bikoitza 150-350 euro bitartean ordaindu beharra dago; 750 euro suite
batengatik. Oso polita izan arren, ez dut uste inoiz gaua bertan
pasatuko nukeenik.
Sauna
Afalorduan heldu gara Abisko-ra, bidaiaren azken helmugara;
gure punturik iparrenera. Azken abentura bizitzeko, azken bizipenean
abenturatzeko ordua.
“Afalostean sauna probatzera joango gara”, esan digu arduradunak.
Jan ondoren, ordea, nagikeria izugarria sartu zait, eta ez dit
ilusio handiegirik egin joateak. Hala ere, iparraldeko lurraldeetan
tipikoa denez, bainujantzia eta toallarekin kanpora atera gara.
Jatorri fi nlandiarra dauka saunak, eta Eskandinavian oso hedatua
dago. Hasieran, leku sakratuak ei ziren, eta etxeetako patioetan
eraikitzen zituzten; gero, XX. mendean, lakuen ondoan ipintzeari
ekin zioten, luxuzko etxeek hala zeuzkatelako. Finlandiarren tradizioaren
arabera, gorputza garbitzeaz aparte, espiritua ere garbitzen
omen zuen; hori dela eta, II. Mundu Gerrara arte, leku hauetan erditzen
zen, eta, norbait hiltzen zenean ere, hileta-elizkizunaren aurretik,
gorpua bertan prestatzen zen. Ez hori bakarrik, beti egon izan
dira laborantza- eta folklore- egutegiarekin lotuta.
Nagikeria gehitzearren edo, zera esan digu arduradunak: “Basoan
barrena sartu behar gara lakura heldu arte, hantxe baitago gure helburua”.
Ez oso gogotsu, baina bera linterna batekin aurretik eta gu
bere atzetik abiatu gara. 23:30ean heldu gara egurrezko etxolara. Barrura
sartu, arropa kendu eta bata bestearen aurrean eseri gara -apur
bat deseroso, aurrekoaren izerdi-tantak zelan erortzen diren ikusten-.
Hamabost bat minutu barruan egon eta, ordurako aspertuta,
lakura joateko proposamena egin diet nire ondokoei. Baiezkoa jaso
eta saunatik ateraz, elurretan oinutsik korrika egin eta lakura heldu
gara. Bertan, hotzak dar-dar, arazo handi bat ikusi dut, eta, buelta
hartuz, barrura itzuli naiz berriro. Arazoa hau izan da: laku-ertzean
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elur-geruza egon da, eta zentimetro gutxi beherago hasten izan da
ura. Nire buruak azkar kalkulatu du, uretara salto eginez gero, ezin
izango dudala berriro gora igo, eskuekin indar handia egin beharko
nukeela. Barregarria badirudi ere, arduradunak esan dit lakuak ez
duela sakonera handirik eta lasai joateko. Hori horrela, gorputza
berriro izerditan hasi zaidanean, korrika atera eta oraingoan bai!
Oraingoan sartu naiz; barruraino sartu ere. Belaunetarainoko sakonerarik
ere ez du izan eta! Buruak kalkulu txarra egin dit, bada. Ur
izoztuan etzan, pare bat buelta eman eta ileak tente bueltatu naiz
barrura. Egitekoa bete dut: probatu dut sauna fi nlandiarra.
Dena dela, gaueko abentura ez da hor bukatu. Bueltatzerako orduan,
atzean gelditu gara, eta benetako abentura bizi izan dugu.
Hiru euskaldun Laponiako lurretan galduta, argirik barik, ilunpetan,
beldurrak akabatuta. Ilargi betea, gaueko 00:00 jota, otsoen uluak eta
beldurrari ikara gehitzeko, animalien aztarnak bidean! Noraezean
ibili gara, korrika hasi eta ez gelditzeko moduan. Aurrera eta aurrera
egin, eta, halako batean, begien parean ikusi dugu gure etxola.
Birikiak libratu zaizkidala begitandu zait; tentsioa baretu egin da,
eta, eskuak burura eramanda, edozer gerta zitekeela pentsatu dut.
Saunaren ondorioak lasaigarriak izan beharrean, larritasunez beteak
izan dira niretzat.
Pasatako momentu txarra alde batera utzi nahian -ahaztu, ez baitut
ahaztuko-, ohean sartu eta gabon esan diot gaurko egunari.
5 Eguna: Trenera buelta (2007-12-12)
Atzoko larritasunetik lasaituta esnatu naiz. Gosaldu eta azken
eguna ondo hasteko, Abisko natura-parketik paseotxo bat eman
dugu, txikia buelta, 12:35ean Bodenerako trena hartu behar izan
dugu-eta. Hala eta guztiz ere, ezin paraje horiek zapaldu gabe utzi.
Itzotz-aroa joan eta etorri egin da mendiak zizelkatuz, lurralde
paregabe hori sortuz. Lasaitasuna, handitasuna eta naturaltasuna;
malkartsua, bakarra eta konpara ezina. Hori da Abisko. Mendi, bailara,
lautada, baso, ibai, fl ora eta fauna; dena da bat parke horretan.
Txiki sentitu naiz ama-lurraren ondoan. Zirkulu Polarretik 200 ki-
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lometrora, 77 kilometro karratuko area zabaldu zen 1909an, natura
kontserbatzeko Suediako lehen legeekin batera.
Bidaia bukatzear, elurretan etzan eta hanka eta besoak eraginez,
aingeru itxurako silueta utzi dugu Abisko Turiststation aurrean. Maletak
hartu eta tren geltokira joan gara –metalezko itxaron-gela, trenbidearen
aurrean– izerditan, balizak elurretan tiraka eramateagatik.
12:35 puntuan, txu-txuarekin batera agertu da gorri eta urdin koloreko
tren zaharra. Bagoietara igo, bakoitzak bere eserlekua aurkitu
eta Bodenera abiatu gara. Han trenez aldatu eta Stockholmerako
gaueko trena hartu dugu. 19 orduko bidaia.
Hej då
Hogei urtetan bizi izan dudan esperientziarik bizienetako bat
izan dut bidaia hau. Bizitzako bost egun kendu -edo eman- dizkit,
eta ez dut, jada, inoiz begi berberez ikusiko samien bizimoldea, ezta
nirea neurea ere. Kontu asko ikasi dut; garrantzi handia ematen diote
samiek familiari eta beren ondasun zein kulturari. Urteetan Sami
nortasunarekin aurrera egiteko erakutsi duten kemena eredugarria
iruditu zait, gure herriarekin eta hizkuntzarekin aurrera jarraitzeko.
Trenean nago, etxerako bueltan. “Etxera”, urte honetan nire etxebizitza
dena: Suediako Karlstad hiriko gazte-egoitzara. Bizitokiaz
oroitu naiz, nire benetako etxeaz, Euskal Herrian, Gernikan dagoen
maitasunez berotutako teilapeaz. Gabonak dira eta egunotan oso gogoan
izan dut familia; herrimina sentituta, urte berria hasteko nire
lurraldera bueltatzea erabaki dut. Duela sei hilabete itxi nuen atea
irekiko dut.
Ohean sartu eta amets egin nahi dut: ama eskuak zabal-zabalik ni
besarkatzen; aita sukaldean niri janaria probarazten; ahizpa iparraldeko
lurraldeetako kontuak entzuteko deseatzen; aitona-amonak
musuka, nire masailak adurrez betetzen…
Sarrionandiak idatzitako esaldi bat gogoratu dut. Eskuartean
daukadan koadernoan idatzi eta bidaia esker oneko hej då batekin
99

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
agurtuko dut. Bihotza berotu didan lurraldea ez da izoztuko nire
barnean. Nire sua, nire pertsona-froga aurkitu dut.
“Gure herriko arima aldean daramagu nahinora, sustraiak gure
ezaugarriak dira, giza jende legez nondik gatozen, eta norantz goazen
agertzen dutenak. Baina sustraiak, sorterrira lotzen gaituzten oroimena,
pentsamendua, sentimenduak dira”.
100
Hej då

El viajero viajado
o la casa de putas
de Morondava
MARCOS FUSTÉ PIN
Sobre una carreta tirada por dos cebúes, en una carretera bacheada,
ahora polvorienta, ahora asfaltada, rumbo a la lejana
Morondava, el viajero que viaja deviene refl exivo. Y refl exionando
se recuerda en su casa occidental. Observa a esa vaca con joroba que
resopla asfi xiada y que tira de él y de su mochila y piensa en su coche.
Su primera adquisición patrimonial. ¡Qué importante fue que
tuviera climatizador bizonal y elevalunas eléctrico! El sol cae vertiginosamente
en el trópico y el ocre africano es el color que decora sus
refl exiones. Le suda la frente y está en Madagascar. Opina que son
dos hechos aparentemente inconexos que, no obstante, resumen la
esencia de su vida: viajar sudando. No cesar de viajar.
Viajar para aprender, viajar para pensar. Un viaje para olvidar
que Occidente se sume en una visión cerrada de la vida, que ignora
lo que sucede más allá, que sólo cabe en su propio ombligo. Viajar
para seguir ampliando miras. Y quizá viajar para olvidar. El viajero
viajado viaja solo sobre una carreta tirada por dos híbridos vacunos.
Un crepúsculo vigoroso reconduce sus refl exiones hacia una
mujer que no le echa de menos y que no le espera. Otra mujer que
no le echa de menos y que no le espera. Quizá sufre, pero el cebú
de la derecha muge y el viajero se despereza. Respira hondo. Eleva
el mentón al cielo. La carretera es larga y está viajando. Su rostro se
esfuerza en dibujar un mustio mohín de satisfacción.
101

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Trotan las vacas. Viaja el viajero.
Se diría que Eddie no tiene edad para ir vestido de esa guisa, pero
lo cierto es que Eddie dejó de tener edad. Sopla una leve brisa marina
sobre el porche de Le Battelage y Eddie apura su séptima THB.
Un inmenso cielo estrellado le recuerda todas las razones por las que
lo hizo. Su rostro ajado dibuja una mueca que quiere ser sonrisa: si
por un instante piensa en Rose, lo hace para deleitarse en su lejanía;
si por otro instante, quizá más doloroso, piensa en su hija, lo hace
para ratifi car que su huida es total. Del interior del hotel sale Dorella
con un revoltijo de verduras casero. La joven alaba sus vestimentas.
Ebrio, Eddie le devuelve su habitual simpática lluvia de onomatopeyas.
Es en ese preciso momento, con Dorella sirviendo dócilmente la
cena a Eddie en la terraza de Le Battelage, cuando hace entrada un
joven viajero. Exhausto, sucio, extraño. Con la mochila a cuestas.
Con la juventud marchita. Eddie no duda en ofrecerle un plato. El
viajero recela y esquiva lo que le parecen los desvaríos de un viejo
demente. No entiende por qué en pleno mes de abril alguien debe ya
llevar un pijama que festeja el próximo año nuevo. En rojo chillón.
Además, desprecia el turismo sexual. La chica que cena con el anciano
bien pudiera ser su hija.
Cuando el viajero se instala en la habitación número dos del tétrico
hotel sale al balcón. Allí abajo, confundido entre quince chicas,
Eddie ha empezado la fi esta. Dorella se arrima a su viejo loco, no
quiere perder a su presa. Al viajero le molesta la música y le molesta
Eddie. Todavía no sabe que está en un burdel, pero sí siente que Le
Battelage es un fl aco premio para una jornada tan dura. Doce horas
sobre una carreta por las sendas de Madagascar para alcanzar el mar,
bien pudieran merecer mayores atisbos de libertad que la viciosa
casa de putas de Morondava.
El viajero amanece tarde. Elige con esmero una mesa con sol y
sombra. Se oye el ladrido de un perro. Sony, el conserje, le sugiere
un desayuno copioso. La variedad de frutas tropicales le abre el
102

EL VIAJERO VIAJADO O LA CASA DE PUTAS DE MORONDAVA - MARCOS FUSTÉ PIN
apetito. El viajero se dispone a reponer fuerzas, no en vano Morondava
es la última etapa de sus andanzas antes de regresar a casa.
Se oye de nuevo el ladrido histérico de un can malgache. Llega su
desayuno y el viajero decide olvidar lo difícil que es encontrar tranquilidad
en este país. Respira hondo y se congratula de ser un viajero
incansable pese a los elementos; de paladear con tanto gusto el
sabor de los propios pasos en busca de nuevos horizontes-quizá una
búsqueda fútil, quizá-, pero siempre una búsqueda; se congratula,
al fi n, de ser, por encima de todo, un viajero viajado, de vuelta de
todo. Cuando de nuevo, por tercera vez, oye el ladrido del chucho,
se plantea seriamente subir a la habitación, coger la mochila y buscar
otro alojamiento. Pero entonces aparece Eddie, todavía luciendo su
atemporal pijama de un fi n de año que no ha sido, persiguiendo a
un perrito cazador. “Bonjour, Monsieur!”, saluda jadeante, Eddie. El
viajero apenas si gruñe. Ataca de nuevo su tostada. Y entonces Eddie
se sienta. En su misma mesa, claro. Si vacila es porque sigue ebrio
y sus movimientos son imprecisos. Atrapa al perro y lo sostiene en
su regazo. El viajero fi nge no inmutarse al tiempo que Eddie pide su
THB. Me encanta la cerveza malgache, habla en un francés aletargado
y con un ligero acento.
Mientras el viajero unta su mermelada de mango sin levantar la
vista de su desayuno y Eddie, con su eterna mueca de sonrisa en el
rostro, acaricia a su perro, una chica de blanco cruza el pasillo con
una escoba. El perro ladra y Eddie escupe sus habituales onomatopeyas.
Quizá lisonjea a la muchacha. El viajero alza la vista y comprueba,
sin embargo, que no hay necesidad de piropos. La chica de
la limpieza se acerca a la mesa y deposita un indiscreto ósculo sobre
la calva del viejo. Eddie ríe con una sonrisa traviesa, con los dientes
apretados concentrando la intensidad del momento. Comprueba el
viajero que Dorella está pluriempleada en el hotel.
La última tostada le resulta empalagosa. Se levanta, se despide
con parquedad de sus forzados comensales y se va. El viajero piensa
orgulloso, por unos fugaces instantes, que ese viejo y él son las dos
caras de una misma moneda. Viajeros los dos, pero tan diferentes
103

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
viajeros los dos. Se jacta para sus adentros y no descarta, en futuras
ocasiones, una breve charla sobre moralidad con el viejo occidental.
Hace un par de días que el viajero no ha visto a Eddie. Desde Morondava
acomete varias excursiones. Los alrededores de la ciudad
son magnífi cos. Esta tarde regresa de una imponente puesta de sol
en la llamada avenida de los baobabs. Que Le Battelage sea un caserón
con fi nes de lenocinio ya no le preocupa. Bien pensado, en tanto
que viajero, poder dormir es lo único que precisa de su alojamiento
y, sin duda, espaciosa es su cama de la tétrica habitación número dos.
El viejo Eddie, en su habitual pijama navideño, es el primero en
recibirle. El viajero ha añadido, a su desprecio inicial por el anciano
etílico, un más razonado argumento revestido de pena: ahora, sencillamente,
lo toma por un beodo europeo puliéndose la pensión en
carne. Lo escruta fugazmente. Ahí está, presuntamente feliz. Aplaudiendo
a la nada, siguiendo un silencioso ritmo que sólo él percibe.
De nuevo, crecen en él las ganas de aleccionar al viejo putero. Alguien
debería osar plantar cara a la desvergüenza con la que este senil
personaje fi nge disfrutar de la vida, concluye concienzudamente.
Quizá es por eso que esta noche el viajero no desprecia la birra de
Eddie. Quizá por eso tampoco se incomoda cuando Dorella decide
sentarse junto a ellos, con el perro de Eddie en brazos. El primer
matiz que se encarga de puntualizar Eddie es que, Tinker, el perrito
ladrador que tanto perturba la paz del viajero, es de Dorella. Dorella
asiente con un suave dibujo de sus carnosos labios. El perro ladrador
no ladra, presintiendo con su olfato canino, que no es bienvenido a
los ojos del viajero. Eddie añade que es un regalo. Siempre regalos
a Dorella. “Cadeau! Toujours des cadeaux pour Dorella”, y luego
chasquea la lengua y emite una especie de beso al ambiente. No en
vano, Eddie ama a la vida.
El viajero de mente occidental, enfrentado a un occidental que
juega a hacer ver que nunca fue occidental, opina, defi nitivamente,
que Eddie es un cretino. Pero Eddie no se siente como tal y, aprovechando
que el viajero va al servicio, le propina un sincero morreo a
104

EL VIAJERO VIAJADO O LA CASA DE PUTAS DE MORONDAVA - MARCOS FUSTÉ PIN
Dorella. Esta se retuerce juguetona. Eddie, como un alumno díscolo
cuando el profesor se ha volteado para proseguir su escritura en la
pizarra, insiste en unas cosquillas. La chica suelta a Tinker y libera
una carcajada deliciosa. Para cuando regresa el viajero a la mesa, el
viejo borracho ya se ha puesto a perseguir al perrito de Dorella por
el desordenado salón de Le Battelage.
De pronto, solo con Dorella. No niega que se siente incómodo. ¿Le
está mirando como a un potencial cliente? Pero, ¡si es una niña! Dorella
no habla mucho. Se siente insegura, su francés no es muy fl uido
todavía. Pero lo aprenderá. Que viejos inofensivos como Eddie la
puedan sacar de su predestinada miseria, es razón más que sufi ciente
para que Dorella se esmere en aprender el francés. Dorella manosea
la cerveza de Eddie. El viajero que viaja y que ha visto putas en
todos los rincones del planeta, ve en Dorella a la vejación personifi -
cada. También le vienen ganas de monserguearla. Hay cosas que esa
niña no sabe y debiera saber. ¿Hasta qué punto conoce sus derechos?
Se aclara la voz y le pregunta a bocajarro si es feliz con la vida que
lleva. Dorella recula levemente, huidiza. Sonríe tímida. No entiende.
Insiste en su pregunta el hombre viajado. Dorella brinda como única
respuesta una hilera de dientes blancos perfectamente alineados que
contrastan bruscamente con el negro de su piel. Brusco es también
el silencio en el que concluye el conato de conversación moralizante.
Ambos sienten la brisa de la playa como un alivio a la tensión
reinante. Sopla el viento y huele el mar. Paz fugaz. Pero es un grito
de Eddie lo que acaba de desviar su atención.
El perro le ha mordido y Eddie sangra en un dedo. Dorella corre
a socorrerlo. Tinker se aparta con cautela y, con semblante de culpa
pero todavía juguetón, observa las consecuencias de sus fechorías.
El viejo clava la vista en los ojos caninos. Sin malicia. Sin rencor. Perro
y viejo se contemplan desconcertados. Gruñen y mascullan entre
dientes hasta que dos gotas rojas se funden en un pijama rojo de un
fi n de año por venir. Dorella le asiste en ese momento, rompiendo
los instantes de compenetración perro-hombre: “Qu’est-ce t’as, mon
chéri?”
105

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Un gruñido gutural es la sola explicación al incidente. Dorella le
toma la mano. Delicada la mano, delicada Dorella. Estudia minuciosamente
el alcance de la herida. Nada serio. Le come el dedo y se
lo besa. Le besa la sangre. El beso. La sangre. Y cesa el dolor. Torpe,
Eddie regresa a la mesa del viajero de la mano de Dorella. El perro no
osa seguirles. “Merci, mon chéri”, le agradece el viejo.
Y por primera vez, ante el barroco cuadro de un borracho y su
puta local, cruza por la estrecha mente del viajero la sombra de una
duda.
Quizá por eso, cuando Sony les comunica que ya es tarde y va
a apagar las luces de Le Battelage, el viajero viajado, conocedor de
éste y otros países, hombre de mundo y amplias miras, concede una
última birra al turista sexual.
El Tropicana está muy lejos de acumular todo el glamour que pretende
evocar su nombre. La cabaña está iluminada por la luz de tenues
velas, pues son más de las doce y ya no hay corriente en Morondava.
Sin nevera, las birras se calientan rápido en este clima tropical.
Así que ¡a beberlas!, comenta Eddie eufórico a su amigo de copas.
Y bebe el viajero. Y bebe Eddie. Y bebe Dorella.
Dos sorbos más y el viajero ya casi está dispuesto a preguntarle
al viejo qué diablos hace aprovechándose de una niña como Dorella
cuyo lugar no debiera ser otro que la escuela; ya casi quiere recriminarle
que fi nja normalidad en sostener la mano de una muchacha
sin medios, víctima social de un mundo injusto, pagándole para
mantener su arrugada verga ocupada; ya casi quiere preguntarle si
le cabría en la cabeza, como chaval de quince años, fi jar sus anhelos
eróticos, ¡siquiera sus anhelos románticos!, en un vejestorio etílico;
ya casi quiere reprocharle que haya de venir a un país necesitado,
lejos de su hogar, para ponerle cuernos a su esposa vieja y lenta.
Ya casi está dispuesto a todo eso, cuando de pronto Eddie y Dorella
se besan. Y no es un beso cualquiera. El viajero viajado, que tanto
viaja y que tanto ha visto, presencia, en las profundidades de una
isla continente, un beso muy en especial. El beso.
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EL VIAJERO VIAJADO O LA CASA DE PUTAS DE MORONDAVA - MARCOS FUSTÉ PIN
Bebe. Traga. Pide otra THB. Bebe. Traga. Otra THB. Y otra. Una
más, por favor. Y bebe. Y traga. La última THB, tal vez. ¿Por qué no
una más? Esta sí, de veras, no va más.
El viejo y la puta no paran de besarse en toda la velada. El viajero
bebe y los contempla bajo la frágil luz de una vela que forcejea con la
brisa del mar por no extinguirse. Quizá deviene de nuevo refl exivo.
Quizá recuerda a aquella mujer de la que huye y que no le echa de
menos. Y que no le espera. Quizá llora.
No recuerda cómo llega de vuelta a su hogareño local de citas
malgache.
Eddie no llegó nunca a festejar la entrada de ese nuevo año, a pesar
de que siempre fue un hombre de futuro. De buen seguro intuía
que ya pocas cosas mejores le podían aguardar en esta vida.
Eddie se embarcó en un viaje de Nouvelles Frontières tras la defi
nitiva separación de su esposa Rose, rumbo a Madagascar. Solo.
Dispuesto a olvidar que, teniéndolo todo, su vida en Luxemburgo
era un fracaso. Harto de dinero, con el corazón desgarrado por una
mujer infi el y una hija de diecisiete años que, sin dudar, había apoyado
incondicionalmente a su madre en el desenlace de la familia,
Eddie, efectivamente, tal como había supuesto el viajero incansable,
había decidido irse de putas a un país remoto. Quería brindarse la
felicidad instantánea de la que tan necesitado estaba. Bebió y fornicó
en la capital con Lova; bebió y fornicó en el norte con Cynthia; bebió
y fornicó en el sur con Louise; y bebió y fornicó en Morondava con
Dorella.
Dorella, una linda muchacha de diecisiete años, de la misma edad
que la hija de Eddie que, si bien no era prostituta, como hija de pescadores,
estaba altamente necesitada y no había dudado en cobrar
por sus servicios.
Eddie siguió viajando con Nouvelles Frontières hasta que llegó
el día de regreso a la Europa que ya nada le tenía guardado. Lloró
amargamente en una lúgubre habitación del hotel Chez Francis en
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Antananarivo y a la mañana siguiente tomó una resolución honesta
e inapelable. Regresaba a Morondava. Regresaba a por Dorella.
Deshizo el camino y-quién sabe si sobre una carreta tirada por
dos cebúes -atravesó la isla para volver junto a ella. Llegó a Morondava
con un sol cenital de justicia. En Le Battelage hacía horas que
Dorella ya había empezado a limpiar habitaciones. La encontró tendiendo
la colada. Se miraron y enseguida comprendieron. Supo que
había tomado la decisión acertada.
En un primer paso, Eddie razonó con Dorella y habló con el corazón.
Le dijo que la amaba y que, dada la previsible corta vida que
le quedaba, sin demasiado margen de error, la amaría siempre. Le
prometió un hogar, una pensión y la totalidad de su herencia. Y le
prometió una palabra que, en Morondava, y por primera vez en
su vida, hizo que sonara solemne: le prometió amor. Dorella tardó
poco en defenderse en francés. Lo acabaría aprendiendo muy bien.
Entonces sus parcos conocimientos de la lengua gala le permitieron
entender que Eddie, fuera lo que fuese lo que decía, no mentía. Le
tomó la mano y asintió. Su familia iba a vivir holgadamente con las
atenciones de Eddie.
Pero hubo un segundo paso. Entre los oscuros nubarrones de sus
demencias alcohólicas, Eddie vislumbró un conato de defi ciencia en
su amor. Así que habló claro con Dorella: mon chérie, yo te amo y tú
me amas, pero yo soy un viejo estúpido y borracho y tú una linda
jovencita. Si de verdad te amo, esto es lo que debo hacer: a partir de
mañana puedes irte a tu casa, no es necesario que vivas conmigo.
Recibirás la pensión tal cual la hemos pactado y no te pediré nada a
cambio. Sólo si tú me amas, ven a mi lado.
Dorella permaneció a su lado hasta el fi n de sus días.
La habitación dos de Le Battelage es menos espaciosa que la uno,
pero tiene mejores vistas. Además, es la habitación desde la que vi
empezar todo: desde aquí contemplé por primera vez mi futuro,
aunque entonces no pudiera imaginarlo. Recuerdo como si fuera
ayer la imagen de Eddie bailando, con su THB bien asida, entre un
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EL VIAJERO VIAJADO O LA CASA DE PUTAS DE MORONDAVA - MARCOS FUSTÉ PIN
enjambre de mujeres. Y recuerdo lo bien que me hizo sentir ser tan
diferente a ese anciano orate. Creer ser tan diferente a ese anciano
orate. Hubo una época en la que viajar era eso, engrandecer mi insignifi
cancia en el mundo occidental del que procedía. Rodearme de
un halo aventurero con el que adornar mi mediocridad. Inhalar otros
aires para dar consistencia a mis prejuicios.
Salgo a caminar por las polvorientas calles de esta ciudad. Solo.
Pesan mis pasos. Pesa mi recién adquirida soledad. Sopla una ligera
brisa índica que ayuda a combatir la temperatura. Camino hacia el
zapatero. Ha de hacerme unos remiendos en la planta de mi calzado
derecho. Quizá luego vaya al poblado pescador de Betania, al otro
lado de la península. El regreso de las frágiles embarcaciones con la
pesca del día es siempre un acontecimiento entretenido de contemplar.
Por entonces ya estará a punto de caer el sol. Quizá me conforme
luego con una cena frugal y un poco de lectura en la refrescada
terraza de Le Battelage. Mañana hay pronóstico de lluvias. Adoro las
tormentas tropicales. Perseverantes. Contundentes. Como perseverante
y contundente fue Eddie. Como perseverante y contundente
estoy creyendo ser yo.
Regresé a Morondava como regresó Eddie. Ya viejo. Ya solo. Y
paseando mi soledad, como quizá la paseara antaño Eddie, encontré
a Dorella una calurosa mañana de noviembre. O tal vez me encontró
ella, sin duda yo había cambiado menos. Vestía falda de doce colores
y blusa blanca. Junto a ella trotaba un viejo can al que creí reconocer.
No me mostró especial simpatía, pero no se separó de las piernas de
Dorella ni un palmo mientras charlamos animosamente. Su francés
era impecable. Su porte, el de una reina. Me contó la historia de su
bienamado Eddie que es la que he contado yo. La veo a menudo. Es
profesora de un colegio privado en Morondava. Da clases de historia
y literatura. Tiene dos hijos. Uno de ellos se llama Eddie.
Cada vez que la veo, me recuerdo a mí mismo por qué estoy aquí.
Porque las mejores historias se aprenden desandando el camino.
Porque los viajeros viajados siempre están de viaje. Y porque errar
es de sabios. O de viejos. O de viajes.
109

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Estamos a siete meses de Navidad. Llueve torrencialmente desde
hace tres días. Las calles están embarradas pero no frenan mis ganas
de dar un paseo. Chapoteo rumbo al zapatero. Prometió tener hoy
los remiendos. Quizá luego me acerque al mercado textil para rebuscar
tejidos. Me encanta manosear texturas y colores. Quizá elija una
tela colorada. Rojo chillón. Y quizá encargue un pijama de fi n de año.
Pronto. Para la semana que viene. Quizá entonces desande el camino
y ocupe el resto de la tarde en contemplar la lluvia, THB en mano,
desde la terraza de la casa de putas de Morondava.
MARCOS FUSTÉ PIN. EL AUTOR NACE EN BARCELONA Y ESCRIBE SU PRIMER CUENTO
INFANTIL A LOS 5 AÑOS “MARLON Y EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS”. DESDE SIEMPRE LA
LITERATURA ESTARÁ ENTRE SUS MAYORES AFICIONES. PESE A SER PERSONA DE LETRAS
SEGÚN TODOS LOS PSICOTÉCNICOS QUE ENTONCES SE LE PRACTICARON, SE DECANTA
POR ESTUDIOS UNIVERSITARIOS DE CARÁCTER TÉCNICO Y SOCIAL. EN 2000 CONCLU-
YE SUS ESTUDIOS DE INGENIERÍA INDUSTRIAL Y EN 2006 LOS DE CIENCIAS POLÍTICAS.
NO OBSTANTE, LA AFICIÓN POR LA ESCRITURA SIGUE AHÍ. INTACTA. ACTUALMENTE,
SE LE DESCRIBE COMO UN INDIVIDUO CON CUERPO DE INGENIERO Y ALMA DE ESCRI-
TOR QUE CANTA EN SUS RATOS LIBRES. HA ELABORADO CUATRO GUIONES, TRES DE
LOS CUALES FUERON REALIZADOS EN FORMATO DE CORTO CINEMATOGRÁFICO POR
ORIGAMI PRODUCCIONES: “PAPEL MOJADO”, “CARLOS DISTINTO” Y “EL COSTE
DEL ALQUILER”. HA ESCRITO OCHO RELATOS CORTOS. EN 2008 FUE PREMIADO EN
EL CONCURSO A CONTRATIEMPO DE LA EDITORIAL NEMIRA CON LA OBRA “UN
CRISANTEMO PARA JIM” QUE FUE IGUALMENTE PUBLICADA POR LA MISMA EDITORIAL.
DE 2003 A 2008 ESCRIBIÓ SU PRIMERA NOVELA, “EL VIAJERO PROVIDENCIAL”. DESDE
2008 ESCRIBE SU SEGUNDA NOVELA, “LAS MANOS DE DIOS”. DE ENTRE EL RESTO DE
SUS AFICIONES, LA MÚSICA Y LOS VIAJES OCUPAN POSICIONES DESTACADAS. CANTA DES-
DE HACE DOCE AÑOS EN LOCALES DE BARCELONA. SE LE PUDO VER EN CONCIERTO
SOBRE EL ESCENARIO EN LA FIESTA DEL PARALELO EN EL VERANO DEL 2010. ES UNA
VOZ FIJA EN EL RACÓ 69 DE LA CALLE BALMES. HA COMPUESTO LA BANDA SONORA
DE LOS CORTOMETRAJES “CARLOS DISTINTO” Y “PAPEL MOJADO”, ASÍ COMO DIVERSAS
CANCIONES MUSICALES. ASIMISMO, SE PERMITE UN VIAJE AL AÑO A TIERRAS REMOTAS.
VIAJAR ES SIEMPRE ALGUNA FORMA DE VOLVER A EMPEZAR. Y VIAJAR ES SIEMPRE, Y
POR ENCIMA DE TODO, UN INTERESANTE BUCEO A LAS PROFUNDIDADES DE UNO MIS-
MO. DE NUESTROS LÍMITES. DE NUESTRA NATURALEZA HUMANA COMÚN
110

Viaje por la memoria
IOSU PERALES
111
Aquí no pasa nada,
no es más que la vida
Tenía once años recién cumplidos. Lo recuerdo con exactitud
porque aquel viaje, regalo de mi abuelo, fue mi primer encuentro
con el mundo grande. Para entonces ya había recorrido los
barrios de Andoain, pero en 1942 ese era un territorio doméstico que
acababa en huertas y baldíos, y que yo creía ajeno a los hilos que
mueven la vida y deciden el devenir de los sucesos terribles y de los
admirables, de los días y de las noches. Andoain era en aquel tiempo
un pueblo triste, pasado por la guerra. Mi padre estaba en el lado
perdedor. Yo lo observaba atento a las noticias de una vieja radio
Marconi, reservado en sus conversaciones con los vecinos, hablando
en voz queda con mi madre de personas que habían marchado del
pueblo o desaparecido. Con mi edad yo no tenía conciencia exacta
de lo que ocurría pero mis sentidos me alertaban y no perdía detalle
de los movimientos silenciosos de mi padre. De él heredé la emoción
de mirar a las estrellas y calcular sus años por la luz. Entre tanto, mi
madre, de la que heredé su genio repentino tras largos espacios de
paciencia, se afanaba en que no nos faltara de nada, vigilante de la
salud de su padre que era mi abuelo, y resuelta a que mi padre no
sufriera más de lo necesario por su reciente derrota.
Cuando se me acercó mi abuelo muy de mañana y su aliento me
susurró: “Vamos, ya es hora de que descubras lo que hay más allá”,
yo regresaba de un sueño de túneles y de hombres cargando sacos
secretos, abrí los ojos ayudándo me con los dedos, di un salto desde
la cama y me abracé a él.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Mi abuelo era, al menos para mi infancia, el personaje más importante
de la familia. Iba y venía tres veces por semana en aquel
ferrocarril que era el enlace con mi imaginación, con frecuencia llevando
y trayendo algún bulto extraño que invariable mente terminaba
en poder de mi madre. Mientras mi abuelo vivía en el tren de
Plazaola y hablaba de gentes desconoci das y de lugares que nutrían
mis sueños, mi padre trabajaba en una fábrica de gomas que echaba
mucho humo y sus comentarios laborales me resultaban aburridos.
De manera que yo ansiaba que llegara el día de poder acompañar a
mi abuelo en uno de sus viajes.
Cincuenta años más tarde camino por la pista de tierra del trentxiki
y puedo ver con la memoria de mis retinas los raíles y las traviesas
de roble dibujando curvas al borde de los barrancos. Arrullo
el paisaje con los ojos como si hubiera encontrado un hijo perdido
para siempre y aprieto contra mí los árboles orlados como de una
especie de nimbos. Redescubro los lugares en los que siendo niño
hubiera querido vivir toda la vida y morir toda la muerte. Los meandros
jubilosos y las crestas enredadas con las nubes. Las colinas y el
silencio, las piedras gastadas por los pasos, el polvo y el estupor. Los
túneles oscuros habi tados por el aroma sobrenatural todavía vivo de
la Maga.
La Maga. Yo no sabía de su existencia. Fue mi hermana de ocho
años quien al despedirme bajo el dintel de la puerta, henchida de
una sana envidia, me aconsejó: “No dejes de ver a la Maga”. Quise
preguntarle quién era la Maga, pero ella corrió ligera hacia su habitación
presa de una alteración repentina y yo me vi delante de mi
madre agachada que me subía los calceti nes, me daba un beso en la
frente y me entregaba a mi abuelo. Cómo sabía mi hermana María
Eugenia de la existencia de la Maga es algo que jamás me reveló, y
aún hoy, cuando se lo pregunto, se echa a reír alzando los pómulos
y abriendo la nariz y me deja sin respuesta. Goza dejándome abandonado
en el misterio.
Cuando llegamos a la estación estaba felizmente agitado por una
agitación que sólo volví a sentir meses después, la tarde en que la
112

113
VIAJE POR LA MEMORIA - IOSU PERALES
Maga me enseñó a volar. Para mí aquella estación era la puerta de
salida de mi mundo pequeño. Era la frontera que daba paso a una
vida de hechos fantás ticos y formidables tragedias. Todo comenzaba
y tenía fi n en aquella estación. Mientras en mi casa nunca pasaba
nada, las noticias que traía mi abuelo me anunciaban la existen cia de
seres y de acontecimientos que me fascinaban o sobrecogían, según.
Mi abuelo conocía a mucha gente. En el andén había hombres
de rostros tristes que luego supe que eran mineros, leñadores a los
que identifi qué por sus musculaturas abultadas bajo sus camisas de
franela, mujeres que hablaban alto como desafi antes, empleados del
ferroca rril, y hombres de la edad de mi padre que conversaban entre
sí quedamente como si fueran cómplices de algo malo.
El tren dejó oír sus jadeos primero y enseguida todos sus ruidos
en medio de la lluvia. El tren, los trenes chirriando, rodando hacia lo
puro sobre raíles, alejándose hacia las colinas nítidas o nebulosas con
los faroles encendidos, a veces sonámbulos en la madrugada, nunca
vertiginosos, siempre regresando, silbando. Todos lo trenes silban.
“Viene la 31”, dijo mi abuelo en voz alta, “ya se jodió la Diesel”, añadió
ufano. Me sentí orgulloso de mi abuelo que era capaz de adivinar
qué maquina arrastraba el tren procedente de San Sebastián. La
31 salió de un túnel próximo expulsando chorros de un humo negro
y denso. Yo había contemplado numerosas veces sus sesenta y cinco
toneladas de ruedas grandes entrando en la estación de Andoain,
pero esta vez me pareció más poderosa y elegante, su cilindro y su
caldera irisando brillos entre la bruma. La locomotora tiraba de tres
coches de viajeros y un vagón de mercancías. Mi abuelo me instaló
junto a una amplia ventana diciéndome: “Fíjate bien y podrás verla”.
No me dijo más y mi pensamiento asoció inmediatamente el consejo
con la Maga. De momento observé el coche, sus asientos de madera
a un lado del pasillo de uno en uno; al otro de dos en dos, las paredes
limpias, el techo provisto de luz eléctrica, y un retrete en la parte de
atrás. Me rasqué las piernas a conciencia como hacía cada vez que
me preparaba para devorar un buen postre, y me dispuse a conocer
el mundo. Debo decir que por Andoain pasaba y pasa la línea de

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
ferrocarril Irún-Madrid, pero en sus trenes no viajaba mi abuelo de
modo que para mí era indiferente la existencia de algo que iba de la
nada a ninguna parte.
Frente a mí, de nuevo, el trayecto irregular, sus trazos rectos y
curvos sobre el río que late saltando por encima de las piedras verdosas
de musgos, las paredes de castaños y pinos que ciegan el sol,
la atmósfera húmeda en este tiempo de diciembre. Paisaje en el que
vi veleros en los bosques y pleamares de helechos, y ahora el volar
trémulo de los pájaros sin la fi gura del tren alegrando el valle Leizaran.
Cierro los ojos para ver mejor. Huele a hongos y a carbón.
Mi infancia, polvo de mina disolviéndose en la lluvia, mi infancia
temblorosa. Veo y huelo el río tejido hebra a hebra que se pierde en
las esquinas. Algunas nubes atrevi das descienden por las laderas en
busca del yerbín fresco que habita más abajo de los bosques, y me recuerdan
el primer viaje. ¿Dónde estarán los duendes? ¿Quién se llevó
las agujas del reloj de un tiempo que transcurría lento? ¿Quién las
voces del viento saludando al tren? Sigo las huellas de la 31 clavando
los ojos en aquel interior de vagón que yo veía primoroso y debía
estar en ruinas, y en aquella explosión de la naturaleza que bebía tras
el vidrio. Mi abuelo fue a sentarse unos metros más adelante, junto
a un señor de azul oscuro que portaba una gastada cartera de cuero
con letras metálicas incrustadas, y quedé solo con mis pensamientos
y mis ganas.
La locomotora rugió, dio un pitido agudo, e inició su marcha. Una
marcha cansina y cimbreante sobre unas vías que se me antojaban suspendidas
por pilares invisibles anclados en los barrancos. A la derecha
el agua en busca del mar, a la izquierda toda suerte de árboles; siempre
mi mirada asombrada. Pasamos túneles, largos y cortos, poblados de
ojos que lo observan todo, yo agarrado al banco de madera, en seguida
bajo una roca saliente que parecía querer atraparnos, y otra vez rectas
y túneles y curvas angostas y siempre el río alimentándose de la llovizna
que no cesaba. Y no por atender al paisaje dejaba de escudriñar en
el interior del coche. Aquel viejito que descendió en Olloki y que por
alguna razón oculta besó el suelo del andén; aquellos mineros estra-
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VIAJE POR LA MEMORIA - IOSU PERALES
gados que bajaron en la estación de Plazaola, gentes por las que sentí
piedad sin saber exactamente por qué; aquella mujer joven y menuda
que me sonreía con una sonrisa perenne que aún puedo dibujar en el
aire; aquellas dos mujeres de mediana edad que hablaban y hablaban
tras de mí y tanto utilizaban la palabra soledad, palabra que muchos
años más tarde comprendí en toda su dimensión; aquel ferroviario
que cada vez que cruzaba el pasillo me pellizcaba en la oreja sin motivo;
aquellos carboneros que horas más tarde bajarían en las mesillas
cargadas de leña sin más freno que un tronco. Pienso en ellos y hoy sé
que eran fi guras de posguerra, dolor y anhelos, palabras no-dichas. Y
observaba a mi abuelo fumando su tosco tabaco negro con el hombre
de azul oscuro. Sí, estaba entrando poco a poco en las entrañas del
mundo grande.
Estación de Olloki en el valle Leizarán
A la inversa de lo que sucede, la realidad se marchita con el barrido
del tiempo, puedo recordar sin esfuerzo los olores del invierno
cargados de vapor colándose hasta el interior del tren, las ventanas
cubriéndose de vaho por los alientos. Escucho la lluvia como un ritmo
de sílabas que caen sobre el techo metálico. Veo los gotones cayendo
de los aleros del vagón y las luces de aquellos sueños. Los senderos
copados por espinos que en primavera darán fl or blanca y argoma
amarilla. La greda.
Como en una estampa fantasmal la 31 avanzaba irrum piendo en la
neblina y en los túneles arcanos. Fue bajo los cordales de Ipuliño y San
Lorenzo, donde se manifestó la Maga delante de un caserío ancho y
blanco, encaramado en una colina.
Habíamos dejado atrás Olloki; lo supe porque leí ese nombre en
el edifi cio de una sola planta. Era una mujer alta y fl aca vestida completamente
de rojo que vigilaba el paso del tren, solitaria en el prado.
Comprendí que era ella por cómo la miraron todos los viajeros,
con qué respeto. Yo lo hice con ojos de almendra crecida, fascinado
por aquella fi gura maravillosa bajo la lluvia, su vestido movido por
el viento, su mano derecha sujetándose el sombrero rojo, redondo y

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
de ala ancha. Un poco más adelante mi abuelo volvió su cabeza, me
regaló una sonrisa cómplice y guiñó su ojo izquierdo.
El resto del trayecto no tuvo interés para mi alma entregada ya a
aquella aparición esbelta que seguía inventando en cada recodo, en
cada túnel y en cada loma. Descendimos del tren en Leiza, y al reparar
en el pequeño tamaño del pueblo quedé defraudado, y tomé conciencia
de que el mundo grande no estaba en el destino de mi abuelo sino
en el mismo tren, en su trayecto angosto y milagroso, en los hombres y
mujeres que viajaban contándose sus vidas y, sobre todo, en la Maga.
Acompañé a mi abuelo en sus visitas a algunas casas. En una de
ellas le entregaron un saquito de loneta a cambio de dinero. En otra
nos dieron de almorzar y hablaron de mi parecido y de mi estatura
como si no tuvieran otra posibi lidad. En una tercera entregaron a mi
abuelo un paquete envuelto en papel de estraza que olía a chorizos y
que debía procurar al párroco de Andoain. En cada esquina mi abuelo
tenía algo que preguntar, un saludo eterno, o una confi dencia. Entonces
me di cuenta que vivía realmente en Leiza y que nuestra casa era
tan sólo una estación del tren, un tránsito entre su gente y su gente,
aun a pesar de lo mucho que nos quería. Poco después, accidentalmente,
descubrí que mi abuelo era contrabandista por necesidad, y al
saberlo aumentó mi admira ción y mi amor por él.
De regreso al atardecer, la 31 corría loca cuesta abajo amagando
salirse de las vías en cada curva. Con la nariz pegada a la cristalera
buscaba nuevas emociones, mientras la llegada de una noche sin lluvia
se iba haciendo inexorable. A la vez escuchaba voces junto a mí,
de leñadores que recordaban a sus novias y discutían sobre salarios.
Más allá distinguía voces de mujeres quejándose del racionamiento y
de la mala calidad de la leche en polvo. Un cura viejo de sotana raída
y cara ancha colorada, hablaba enardecido en contra de Francia. Pensé
que Francia era alguien que le había hecho mucho daño a juzgar por
su ira. Y mi abuelo con todos. Iba de un lado para otro, hacía bromas,
daba opiniones, y de cuando en cuando venía hasta mí, me acariciaba
la cabeza y regresaba a su ambiente.
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VIAJE POR LA MEMORIA - IOSU PERALES
Era de noche cuando el tren pasó a la altura de Beines, lugar donde
habíamos visto a la Maga. Ahora sólo yo la vi, inventada en un prado
imaginario con su vestimenta de fuego.
Ha pasado mucho tiempo y sigo sintiendo en este valle la substancia
del mundo. En su paisaje está el rastro esculpido de historias
asombrosas y terribles, y en el aire deambulan ecos que me interpelan
a no olvidar el pasado. Itinerario al que vuelvo porque la vida
individual transcu rre en redondo. Ávido por rescatar las horas vividas,
aunque sé racionalmente que el pasado que actúa en mí no coincide
con el pasado que fue, y se encuentra en la intersección del pasado
que viví y del que requiero. Caminando en dirección a la Maga
recuerdo a Lucrecio que vinculó la noción del tiempo al concepto de
experiencia, y pienso en Baudelaire que dijo: “Desde el nacimiento
hasta la muerte, ¿cuántas horas contamos llenas de algo positivo, de
una acción satisfactoria, decidida?” Este valle en el que aprendí a
volar, aquellos vagones mordidos por los tempora les, la vieja y poderosa
31, los escenarios y las gentes que fui conociendo en los viajes
desde la primera vez, marcaron mi carácter como un tiempo fuerte
que te acompaña hasta la muerte.
“¿La viste?” fue el gritito que me lanzó mi hermana desde el balcón
de mi casa a la que llegué cansado cogido de mi abuelo. Asentí
con la cabeza y debió de lanzarse frenéti ca por la escalera porque
llegó en un santiamén, me abrazó y me condujo a un lado ante las
miradas complacien tes de mis padres. Mis padres. Ambos tenían entonces
treinta y cinco años y se querían. Recuerdo a la mujer menuda
y sin embargo fuerte que fue mi madre. Ella sabía lo que era menester
hacer en cada momento de penuria y de enfermedad. Nos daba a
mi hermana y a mí orientaciones fi rmes para la vida, y nos alentaba
amor a la escuela. Era la más increí ble administradora de una economía
escasa y animaba a mi padre con una frase maravillosa: “No te
preocupes, de alguna parte nos vendrá algo”, le decía, y venía algo.
Era tan fuerte mi madre que lloraba a menudo escuchando la radio,
o contando algo emocionante. Mi padre era distinto, manejable y fi el
como un perrito. Jugaba con nosotros y nos enseñaba a guiar a las

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
columnas de hormigas; con él mirábamos al cielo en las noches estrelladas
de nuestro corto verano en busca de meteoritos y de hadas;
nos ayudaba a hacer los deberes cuando nos sentíamos apretados.
Era un hombre tranquilo, trabajador, e inteli gente. Era tan inteligente
que dejaba que mi madre mandara en la casa, porque como él
siempre decía: “Qué bien manda vuestra madre”. Mis padres y un
contrabandista pobre que era mi abuelo. Trinidad que habita en mí.
“¿Cómo es ella, cómo es?” repetía mi hermana con la respira ción
entrecortada. Se la describí una y otra vez. Pero ella no paró hasta
que en nuestra habitación dibujé en un papel membri llo, con trazos
infantiles, a la Maga y al paisaje de la Maga. Tomó la cuartilla y la
sujetó en la pared con un alfi ler, justo encima de su cama, “para que
me acompañe en las noches”, dijo con toda naturalidad.
Antes del verano acompañé a mi abuelo dos veces más en sus
viajes a Leiza. En el segundo tuvo que arrojar un saco por la ventana
poco antes de llegar a Andoain. Otros también lo hicieron. En plena
noche salió de casa en su busca. En esas ocasiones no vi a la Maga y
creo que ello defraudó más a María Eugenia que a mí. Hasta que una
mañana de agosto, en plenas vacaciones escolares y de acuerdo con
ella, recurrí a mis pequeños ahorros, puse rumbo a la estación y en la
taquilla solicité un billete a Olloki. Sabíamos que ese día no viajaría
mi abuelo aquejado de un testarudo catarro de bronquios. Mi madre
debió sorprenderse por verme marchar de casa tan temprano, pero
como era verano debí inventar cualquier excusa que no consigo recordar.
Me acurruqué pegado a una ventana del automotor Diesel de
fabricación inglesa, para contemplar el verano. El valle en verano
luce cerezos y avellanos. Observaba los recorri dos atarantados de los
pájaros y los rayos de la pasta solar todavía tiernos chocando contra
las crestas airosas. Abajo, a la derecha del tren, el río progresaba
amansado; era el mismo río que ahora cae decidido, con estrépito.
Pensaba en la fi gura escarlata de la Maga en el centro del verano
espléndido; en mi necesidad de encontrar la para alimentar nuestros
sueños con certezas, los míos y los de mi hermana. En aquel viaje
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VIAJE POR LA MEMORIA - IOSU PERALES
comprendí que el verano hace bien a la gente: las voces sonaban animosas,
los comenta rios eran positivos y los semblantes -incluso los
de los mineros- me parecieron apacibles.
Puse pie a tierra en Olloki junto con otros tres pasajeros, dos hombres
y una mujer, a los que vi dirigirse hacia los caseríos cercanos.
Por la senda que marchaba paralela a los rieles caminé hacia Beines,
al igual que ahora, al encuentro de la Maga. Oh Maga, te reconozco
en cada fuente del camino, te absorbo.
Emergió para mí en el último tramo de una curva cerrada. En medio
de la vía estrecha su forma esbelta me esperaba, afable y fi rme.
Extendió sus brazos rojos. Turbado, quedé inmóvil hasta que ella
insistió con un gesto irresistible de sus manos. Quise decir algo pero
la saliva llenaba mi boca y las palabras se ahogaban en ella.
-Sabía que vendrías -su voz era mansa pero sólida-. Lo supe desde
tu primer viaje, entonces era pleno invierno y llovía.
Avancé hasta que sus dedos alados me tocaron, primero los hombros,
luego el rostro, fi nalmente mis manos nervio sas. Me condujo
lentamente hacia el caserío blanco. En el corto recorrido ella no volvió
a hablarme y yo acumulé el valor sufi ciente para una respuesta
tardía.
-¿Quién te lo dijo?
-Nadie. A mí nadie me dice las cosas, las sé -sonrió, me miró a los
ojos y añadió-: También sé que has venido para volar.
Con su mano izquierda rodeó mi breve cintura; en la derecha
portaba el sombrero redondo que lucía la primera vez que la vi. Ascendimos
una pequeño desnivel por el medio de un prado verde
intenso poblado de menta. Habían dejado de temblarme las canillas
y a cada segundo me sentía más seguro de mí mismo.
-¿También sabes eso?
-Conozco tus sueños, y en ellos vuelas y vuelas.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
-Tú lo puedes todo, Maga. Mi hermana lo sabe.
Me sonrió con la dulzura de mi madre. Dejó el sombrero sobre la
hierba, y me dijo:
-Toma mi mano derecha, cierra los ojos y piensa que eres una golondrina.
Serás el primero.
Lo hice y en cosa de segundos sentí a mi cuerpo volando, ligero
y rápido sobre el río y los árboles. Volábamos de verdad, no en mi
imaginación, sino de verdad sobre el valle, hasta divisar el tren en su
curso, luego a la altura de las crestas bajo un cielo celeste límpido.
Sobrevolamos Leizaran por espacio de unos minutos únicos ajenos
a toda aritmética. Valle al que regreso con aquella misma mirada de
asombro, la fi ebre de los abrazos que te debo por el tiempo del exilio,
las ganas. Volamos entre pájaros que nos observaban atónitos. Pensé
en María Eugenia, en mi deuda con su insistencia para que llegara
hasta la Maga, en su secreto saber.
En el instante de sentirme en tierra todo era oscuro, como si sólo
quedaran las sombras de la luz. Moví las manos en mi derredor y
sólo toqué el aire opaco de un túnel. Se había ido sin decir adiós,
pero yo sabía que habitaría en mí, para siempre.
Atravesé el largo túnel y de un golpe de vista identifi qué las cercanías
de Andoain. A paso rápido, casi corriendo por encima de las
traviesas, arribé a mi barrio en poco tiempo. Allí estaba la cabecita
de mi hermana asomada a la ventana, esperándo me para mi sorpresa,
como si una intuición sobrenatural le hubiera advertido de mi
pronto regreso. Pasamos el día encerrados en nuestra habitación, yo
contándole una y mil veces mi fugaz pero intenso encuentro con la
Maga, ella requiriéndome detalles de su rostro, de sus manos, de sus
ojos azules ovalados, de su voz amante.
Ni siquiera tuve la oportunidad de ir de nuevo a su encuentro.
Dos semanas después mi madre anunció el exilio familiar a un pueblecito
llamado Olorón; dijo que era en Francia. Así tomé conciencia
de que Francia era un lugar extraño en el que la gente habla distinto.
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VIAJE POR LA MEMORIA - IOSU PERALES
Nos dijo que mi padre tenía una gran oportunidad de emplearse en
un trabajo más digno y mejor pagado, pero yo tuve la sospecha de
que era por la seguridad de mi padre, de quien años más tarde supe
que había sido un sindicalista destacado. Mi abuelo se vino con nosotros.
A pesar de que su gente y su mundo más amado estaban en
el tren y en Leiza, debió comprender que no podríamos vivir sin él, y
decidió amarnos más que a su propia inclinación natural. A Olorón
nos fuimos una mañana, en otro tren feo de otros rumbos que bufaba
por paisajes insípidos sin olor a cerezas.
Meses más tarde, desperté un amanecer mirando a las montañas
pirenaicas a través de un gran ventano de la buhardilla, y sentí el
gozo que da la identifi cación con un paisaje al que de pronto descubres.
Ese día vino hasta mí el color amable de la nieve naranja de los
primeros rayos de la pasta solar. Luego fueron llegando las fl ores y
nuevas mariposas, el olor de los nidos. Y me sentí mejor.
El paso del tiempo fue oscureciendo mi vehemencia por el valle,
el tren y la Maga, inmersos mi hermana y yo en el aprendi zaje del
francés, la adaptación a nuevos amigos y a un nuevo colegio. Si
digo primavera recuerdo los colores del campo hasta los cercanos
Pirineos y a mi hermana coleccionando margaritas blancas. Si digo
verano me viene a la memoria un circo de estrellas. Si digo en fi n
otoño me recuerdo observando las guerras de nubes movidas por el
viento. En invierno era la lluvia cayendo como una cortina de terciopelo
sobre Olorón; era el aire helado que bajando de las montañas
provocaba el quejido de los costillares de nuestra casa.
Diez años después mis padres me enviaron a Marsella, a estudiar.
Mi abuelo, del que heredé una nariz bisiesta, prometió visitarme tan
pronto como pudiera, algo nervioso por mi marcha. Desde que perdió
a mi abuela, cuando yo tenía cuatro años, sus dos nietos éramos
como el guardagujas de su vida. Vivía para complacernos. Recuerdo
vivamente cómo me repetía: “Chaval has heredado el lunar sospechoso
de tu abuela”. Frase cuyo signo yo interpretaba a favor o en
contra según su tono de voz. El caso es que mi abuelo cumplió y a
los pocos meses se plantó en la estación de trenes de Marsella, con

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
una maleta colgándole de una mano, mientras levantaba la otra por
encima de las cabezas con la esperanza de que yo la divisara entre la
multitud. Permaneció una semana compartiendo mi habitación de
la calle Café de Flore cuyo nombre es un guiño a un famoso café de
París, según me dijo la patrona, una viejecita culta que leía libros de
misterio. Después de aquella primera vez mi abuelo siguió viniendo
cada seis meses, hasta que murió cinco años después, un atardecer
de verano, sentado junto a un árbol, tal y como lo encontró mi padre,
los labios abiertos como luchando contra el asma, los ojos dormidos,
las manos caídas hacia ambos lados sobre la hierba, sus días agotados
de tanto vivir toda su santa vida.
En Marsella viví muchos años. Me hice ingeniero y encontré trabajo.
A los 31 años me casé con mi segunda novia, una chica venida
de Pau de la que me llamó la atención una sonrisa que llenaba la
escena y era como una puerta abierta. Hasta casarme vagué muchas
veces por las calles de la ciudad, en busca del puerto, terminando
con frecuencia en uno de esos cafés de marineros por el gusto de
escuchar sus historias las más de las veces imposibles. Poco a poco
fui levantando mi propio paisaje de la ciudad a base de líneas y círculos
que dibujaban espacios cargados de sentido, un bar solitario
con mesas de mármol y un camarero que podía ser mi abuelo, un
banco blanco ajado bajo un magnolio, un parque con fl ores y agua
cayendo desde una roca natural, una calle estrecha y empedrada de
adoquines y silencios a cuyo fi nal se divisan barcos, otro café en el
que se almacenaban voces y ecos, la fachada de alabastro de un antiguo
teatro, una determinada esquina magnífi ca para mirar a los
transeúntes, era la ciudad, su cartografía hecha a la medida de mis
necesidades sentimentales. El resto de Marsella no era sino trayectos,
lugares de paso obligado, murallas de piedras, desfi laderos de
casas grises, un ruido monótono de motores y sirenas procedentes
del enorme puerto. Hoy todavía, cuando regreso como turista, soy
fi el a aquella clasifi cación de lugares, evocaciones de mi juventud
aún almacenada, a los que posteriormente añadí rincones amorosos
desde el primer día de mi primer noviazgo.
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VIAJE POR LA MEMORIA - IOSU PERALES
Treinta años en Marsella para después volver a Olorón, muertos
mis padres, buscando el calor de mi hermana María Eugenia,
también casada y madre de mellizas, no borraron las huellas de mi
infancia que como un alborotado río espiritual siempre me devuelve
al valle Leizaran. Es la semilla que habitando en mí echó raíces.
Son las raíces que me hunden en la tierra de este valle verde diáfano
y me impiden olvidar aquellas locomotoras que tiznaron mis
camisas de la infancia. Ahora sé que mi tiempo es infi nito y transcurre
y transcurre más allá de mi corto paso por este mundo; sé que
viviré abrazado a este paisaje generación tras generación, como vive
el tren en mí, rodando inmóvil. Aquí viviremos eterna mente los que
creemos en la lógica de que la muerte es sólo el otro lado de la noche.
Camino pensando en estas cosas, hacia Beines, y es entonces que me
digo, aquí no pasa nada, no es más que la vida, aunque algo he visto del
mundo y eso ahonda mi melancolía. En el cielo se compactan unas
nubes grises de las que emanan olores húmedos. Pronto lloverá y no
habrá por hoy residuos de sol.
Observo el caserío ahora desconchado tras cruzar un puente de
cemento sin barandas. Delante de la puerta principal, distingo sentada
a una mujer vestida íntegramen te de negro. Sé que me espera.
Subo ligero la loma cubierta de plantas de menta, sin dejar de mirarla.
Mi corazón ticta quea a gran velocidad. El viento remueve mi
levedad. Intento apaciguar me tomando un respiro en la pendiente.
Ella se levanta a pocos metros de mí y contemplo admirado su
fi gura aún esbelta rematada por un rostro arrugado pero hermoso
como una joya azul. Por el cálculo del tiempo transcu rrido pienso
que debe tener noventa años, pero yo veo en ella, otra vez, toda la
belleza física que preserva la bondad. Me sonríe de la misma manera
que ayer. Ayer, me parece que fue ayer cuando me tomó de las manos
para volar. Trémulo, extiendo mi mano derecha que ella aprieta
en la suya. No nos decimos nada porque en este momento las palabras
no servirían. Me conduce al centro del prado. Me mira fi jamen te
como la primera vez y de sus ojos vencedores escucho las palabras
mágicas: Cierra los ojos y piensa que eres una golondrina.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Volamos. Volamos de verdad, no en mi imaginación, sino de verdad
sobre el valle, hasta divisar el tren en su curso.
IOSU PERALES. UNA CONTRIBUCIÓN DISTINTA AL CONCURSO EN RECUERDO DE
MIKEL, A QUIEN TAMBIÉN GUSTABA DE LA AVENTURA EN SU PROPIA TIERRA.
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Eguzkiaren seme-alabak
BOLIVIA:
Eguzkiaren Irla
EIDER ELIZEGI
1. EGUZKIA
Gerturatu, urrundu, eskubira eta ezkerrera mugitu… edonondik
begiratzen diodala ere, ez diot arroka honi ingurukoei
baino antza sakratuagorik hartzen. Hain da saindua, ordea… Ziur
hau dela?
- Según me contaba mi abuelo, cuando Viracocha, dios de los dioses,
terminó de construir el mundo, estaba tan cansado que se apoyó sobre esta
roca y se quedó dormido. Entonses su cara de Viracocha quedó impresa en la
Roca Sagrada, ¿no ve?-azaldu dit lehentxeago Carlosek, leku ireki hau
bisitatzeko txartelak saltzen dituen zaindariak.
Carlosengana gerturatu eta berriz ere Viracocha zehazki non dagoen
galdetzen diot. Makiltxo bat hartu eta lurreko hautsetan marrazki
bat zirriborratzen du, bilatzen ari naizen hazpegiak nolakoak
diren adierazteko. Argiago ikusi dezadan, non kokatu behar dudan
seinalatzen dit.
- Al mediodía se ve mejor, pues, cuando el sol está del otro lado, pero
podrás ver…barba tiene, y los ojitos así, rasgaditos, pues… ¡Ahisito no
más colócate!
Azkenik, orain bai! Ikusten diot aurpegia! Espero nuena baino
txikiagoa da eta Viracocha-k, jainko guztien jainkoak, marrazki
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
bizidun itxura dauka. Elkar ebakitzen duten bi marra zuzenek
hiruki formako aurpegi bizarduna enkoadratzen diote: hori dela eta,
boliviarrek ez zieten inongo trabarik jarri espainiar kolonizatzaile
azal zuriei, haien bizarrak ikusi bezain laister Viracocha bera etorri
zitzaiela uste izan zutelako. Bi marratxo horizontalek loguraz
beteriko begiak irudikatzen dizkiote; beherago, beste marratxo
batek, espresiorik gabeko ahoa.
Baina Haitz Sakratuaren dohainak ez dira erretratu honetan
amaitzen: “Pumaren Harkaitza” ere esaten diote harearri zati honi,
alde jakin batetik begiratuz gero, ehizatzeko prest dagoen animaliaren
antza hartzen zaiolako.
Eta hare gehiago: izadiaren hasieran, harri pusketa honetatik
jaio ziren bai eguzkia eta bai ilargia, bakoitzak arrokaren sabelean
hutsune bat utzi zuelarik. Kondairak dio eguzkiak, arroka sakratutik
jaio zenean, bere lehen urratsekin irlaren lurrazala erre zuela:
Harkaitz Sakratutik gertu, oinuts forma daukaten marrazki dizdiratsuak
ditu lurreko haitz batek. Aztarnen barruan nere zapatila
sartzen dudanean ohartzen naiz zeinen haundiak ziren eguzkiaren
oinak jaio berritan.
Eguzkiaren jaiotzaren istorioa hor amaitzen da: berehala zerurantz
igo zen Inti jainkoan bihurtu eta munduari argia, beroa eta bizitza
ematera. Baina inguruko bazterrak ikusita, badirudi eguzkiak
zerurako bidean bere haurtzaroko lorratz gehiago ere erein zituela
irlako haitzetan.
Badirudi eguzkiari, txikia zenean, haur guztiei bezala, marrazkiak
egitea gustatzen zitzaiola eta bere burua haunditzean nolakoa
izango zen irudikatzen zuela: inguruko harearrizko harkaitzetan
urre koloreko zirkulu konzentriko argitsuak daude edonon. Eguzki
aurpegiak, eguzki eskuak, eguzki oinak pintatzen zituen han eta
hemen. Eguzki borobilak eta eguzki karratuak; eguzki lirainak eta
eguzki potoloak; beti irripartsu eta pozik ageri ziren eguzki askoren
erretratuak bazter guztietan. Eguzkiak oso zuen atsegin bere burua
ortzimugaren atzekaldetik kuku eginez jolasten marraztea, eta eguz-
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EGUZKIAREN SEME-ALABAK BOLIVIA: EGUZKIAREN IRLA - EIDER ELIZEGI
ki haurra bere fantasiekin parrez lehertzen zen, inguruko haitzetan
suzko txinpartak zipristinduz. Eguzkiak umetan, haur guztiek bezala,
eskuz lerro zuzenak marrazten ikastea zuen gogoko: zuzen-zuzen,
ahal bezain zuzen! Eguzkiak, txikia zenean, batzutan negar egiten
zuen, eta orduan bere suzko malkoak lurraren gainean isurtzen
ziren garrezko kolore likidoak inprimatuz. Hasieran eguzki haurrak
ez zekien ondo ibiltzen eta batzutan oreka galtzen zuen, bere garrosutsuekin
arroken gainean arrasto deliranteak pirografi atuz. Bazkal
ondoren eguzkiak siesta egiten zuen harriren baten gainean etzanda,
eta orduan bere ileen kizkurrak haitzaren gainean zinzelaturik gelditzen
ziren. Pixkat hazi zenean, ilargiarekin ajedrezean jolasten zen
eguzkia arratsetan: horretarako, harkaitz baten gainean kuadrikula
zuzen-zuzen bat marratzen zuten bien artean lehenik.
Aspaldi-aspaldi haunditu zen eguzkia. Baina irla hau bere seaska
da, bere sorlekua, bere etxea. Horregatik, oraindik ere leku honetara
oso lotuta dirau eta gogor jotzen du bere argi eta beroaz bertan, eta
dagoeneko sudurra kiskali dit.
Harroka sakratuaren parean, Sakrifi zioen Mahaiak mendeek bere
azalak higatu ez balituzte lez dirau: harrizko taula zabal sendoa lau
hankatxo karraturen gainean igota, eta inguruan jakintsu talde batentzat
kubo itxurako eserleku bana zirkuluan kokatuta. Nork daki
noren odolak isuri ote ziren harri zati honen gainean Inti jainko argitsuaren
ustezko egarriak asetzeko.
Hemendik gertu Chinkana deitzen den tenpluaren gainean
denboraren hortzek kosk egin dute: teilatua falta zaio eta pareta
batzuetako harriak lurrean sakabanatu dira. Baina hala ere iraganean
haundia, gelaz betea eta laberintikoa irudikatzen dut. Oraindik
ere botere esoteriko ugari esleitzen zaizkio leku sakratu honi.
Elezaharrek diote bertan badela tunel izkutu baten sarrera, zeinak
Titicaca zabaleko urak eta Peru-ko hegoaldeko lurrak azpikaldetik
zeharkatzen dituen, Cuzco-ko erdigunean azaleratzen den arte.
2. LURRA
Jada ez dut gogoratzen zenbat egun atzera, bakar-bakarrik jeitsi
nintzen irlaren hegoaldean Copacabana-tik ekarri ninduen ontzitik:
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
gainontzeko turista guztiek iparralderaino jarraitu zuten, lonely
planet gidari kasu eginaz irla osoa egun bakar batetan ezagutzeko
asmoz. Nik nahiago dut mantxo bidaiatu, itzultzeko datarik gabe,
presarik gabe, egitasmo zehatzik gabe, nere debora tarte libreak
ezustekoz bete daitezen.
3. URA
Iritsi eta berehala, Inkaren Harmailadi luzearen bi aldeetara,
Mama Occlo eta Manco Capac-en irudiek eman zidaten ongietorria.
Aintzinan, gizakiok miseria, ez jakina eta inbirien menpe bizi ginenean,
Inti jainkoak, gupidaturik, bere semea eta alaba Manco Capac
eta Mama Occlo, ludira bidali zituen. Urrezko haga bat eman
zien anai-arreba eta aldi berean senar-emazte zirenei, makila lurrean
sartzen zen lekuan bizi behar zutela aginduz. Horrela, lekutan ibili
ziren hagak ze paraje zulatuko ote zuen bila. Totorazko txalupa
batean Titicaca-ko urak zeharkatu eta Eguzkiaren Irlara iritsi zirenean,
makila lurrean sartuta geratu zen tente-tente. Horrela, Mama
Occlo eta Manco Capac-ek irla honetan eman zioten hasiera inken
inperioari: izan ere, inka hitzak “eguzkiaren seme-alabak” esan nahi
du quechua-z, kultura honen arbasoak zuzenean eguzkiarengandik
sortuak izan zirela eta.
Bidetzur batetan zehar motxilaren pisuaren azpian nere pausuak
hautsetan inprimatzen hasi nintzen. Irlaren magal guztiak terrazetan
zatikatuta daude inken garaietaik: lurra ustiatzeko, aldapak eskaileren
bitartez etzanarazi zituzten.
Eguzkiaren Tenpluaren arkitektura angelutsua ikustera gerturatu
nintzen. Leiho trapezoidaletatik begiratuta, zeru azpian itsasoaren
(barkatu, lakuaren) urdin biziak mendi magal urreztatuen eguzki
kolorearekin topo nola egiten zuen ikusi nezakeen. Eguzkiaren
Irlan badirudi denbora aintzina geratu egin zela eta inken garaian
bezalatsu bizi direla oraindik ere. Bolivia osoak bere ohitura indigenak
mantentzen baditu, irla honek are gehiago, agian uraren
isolamenduari esker, agian lur zati txikia delako, agian eguzkiaren
argiak kutsu berezi bat isurtzen duelako lur honen gainean... nork
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EGUZKIAREN SEME-ALABAK BOLIVIA: EGUZKIAREN IRLA - EIDER ELIZEGI
daki zergatik. Baina hala ere zaila da tenpluan bizi ziren erlijiosoek
zer ohitura zituzten, zer erritu ospatzen zituzten eta nola bizi ziren
zehazki jakitea.
Apalak dira boliviarrak. Humilak. Lasaiak. Bareak. Espainiarrak
iritsi zirenean ez zieten erresistentzia haundirik ezarri. Alde batetik,
inken inperioa botereagatik burrukan zebiltzan bi anaia etsaien artean
banatuta egonik, ez zegoen bere momentu hoberenean. Bestalde,
beraien sineskeriek erlijio kristauarekin bateratu zituzten erraz,
kontraesan haundirik gabe, puzzle baten moduan azalpen esoteriko
guztiekin nahasketa eroso bat sortuaz. Gainera, Bolivian inken aurreko
kultura eta zibilizazio zahar askoren arrastoak daude: zaila
da, aztarna horien arabera, bizimodua zehazki nolakoa zuten ondorioztatzea.
Paretetako harrietan eskuak ezarri eta azalarekin entzuten
saiatu nintzen… eguzkiz ase, bero-bero zeuden hormetako harri
laranjek isilik ziharduten.
Mantso-mantso iparralderuntz zuzendu nituen nire urratsak.
Irla honetan ez dago ibilgailu motordunik untziez aparte. Bertakoek
astoak erabiltzen dituzte alde batetik bestera trasteak garraiatzeko,
baina mandoen alboan bidea beti oinez egiten dute. Irlaren
iparraldetik hegoaldera doazen bederatzi kilometroak bi bidek
zeharkatzen dituzte: batak irlaren bizkarrezurra goikaldetik zuzenzuzen
azpimarratzen du inken garaiaz geroztik; bestea, berriz,
ekialdeko kostaldetik ur ertzera gerturatzen da, irlako herrixketako
kaleetatik pasatuaz. Eguzkiaren Irlan hiru komunitate besterik ez
dira bizi: Yumani hegoaldean, Challapampa eta Challa iparraldean.
Ordu gutxi batzutan, tipi-tapa irla osoa mutur batetik besteraino
gurutzatu daiteke. Nik goiko bidea aukeratu nuen.
Musika asinkroniko bat entzun nuen urrunean. Pinudi batetik
ateratzen zen bidetik jende errenkada bat zetorren saltoka. Bapatean,
mendi magal guztietatik boliviarrak bildu ziren nire inguruko zelaietara.
Hortzik gabeko irribarre zabal batekin, Pachamamari eskaintza
egiteko eguna zela azaldu zidan aitona zimurtsu beltzaran batek:
bi egun barru, papa ereitera zihoazen, eta beraz lurrari opalkuntzak
eskeintzeko eguna zen hura. Gainontzeko gizonak, mozkor-
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
mozkor eginda, purpura kolorezko tunika luzez apaindurik zetozen.
Emakumeek kazuela haundiak zekartzaten bizkarrean aguayo
etan bilduta, geroxeago partekatuko zuten meriendan dastatzeko janariez
beterik. Herriko neska-mutil gazteenek dantza egiten zuten
txistulari baten atzetik: izerdi patsetan blai egon arren, neketan lehertu
arren, ezin ziren une bakar batez ere gelditu, eta saltoka zihoazen
alde batetik bestera suge luze bat osatuaz, eskuan koka hostoak
zituen telazko xorro bat airean astintzen zutela euriari dei eginez.
Chacra jakin batetan bildu ziren denak. Koazko su usaintsu
bat piztu zuten izkina batetan; beste ertz batetan, herriko gizon
zaharrenaren errezoen inguruan, zulo sakon sakon bat aitzurtzen
hasi ziren beste batzuk; gainontzeko guztiek lurra goldatzen
ziharduten. Emakumeak bazter batetan elkartu ziren. Gonan biduta
zekartzaten papa borobilak goxo-goxo ezarri zituzten lurrean,
aguayo koloredun baten gainean. Zelaietik hartutako lora bat
ardotan busti eta zipristinekin bedeinkatu zituzten papak, aymara
z otoitzak murmurikatzen zituzten bitartean. Lursailaren ertzeko
zuloa nahikoa sakondu zutenean, bertara joan eta mesada
bat erregalatu zioten lurrari, bere llama-umeki eta guzti. Dena koka
hostoz hautseztatu ondoren, mesada ondo lurperatu eta lurrez estali
zuten. Azkenik, papa bedeinkatuak erein zituzten lur sailean, txistu
eta danbor soinuen erritmoan. Ardo eta garagardo botilek eskuz
esku egiten zuten salto. Dantzarien errenkada berregin eta saltoka
eta irrintzika askaria prest zuten zelairaino joan ziren denak.
Nímer-ek,La Paz-en ezagutu nuen lagunak kontatu zidan istorioaz
oroitu nintzen orduan:
Pacha simbolisa tierra; mama, madre: Pachamama es la madre tierra,
pues. Se dise que Pachamama era una mujer muy humilde, la cual tenía tres
hijitos muy pequeños. Estaban cansados de que Pachamama sufra y entraron
en los sembríos de los vesinos a robar. Pero entonses los capatases y los
gamonales chaparon a los pequeños y, en ves de castigarlos a los niños, se
lanzaron contra Pachamama: se reunieron todo el pueblo, linchándola hasta
dejarla muerta, pues. Los tres pequeños, que mientras tanto habían estado
jugando, volvieron a la casa y encontraron a Pachamama, la mamasita de
ellos, muerta. Los corasones de ellos se quebrantaron, y cada pequeño empesó
a decaer: comensando por el más chico, murieron toditos, pues.
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EGUZKIAREN SEME-ALABAK BOLIVIA: EGUZKIAREN IRLA - EIDER ELIZEGI
El año entrante las chacras y los sembríos fl oresieron harto, la producsión
era inexplicablemente maravillosa. Pero cuando ya se asercaba el tiempo
de la cosecha, el niño más menor de la Pachamama vino en forma de viento
hasiendo escalofríos en las personas; el segundo vino en forma de lluvia.
Al ver que eran todos fenómenos muy consecutivos, “hemos hecho algo
malo, hemos matado a Pachamama y nos está castigando” dijeron la gente
del pueblo. Entonses todos pobladores salieron a cosechar. Pero el terser
niño vino en forma de graniso y espantó a todas las personas, que salieron
huyendo, pues. “Para manaña ha de calmar y podremos cosechar” dijeron.
Pero al día siguiente vino la propia Pachamama en forma de helada, dejando
sin nada a todos los pobladores. Y desde entonses sabemos pues que la Pachamama,
tal como da, también te quita. Por eso se le rinde culto y se hasen
ofrendas, porque así ella te retribuye, pues. El mes de agosto se queman los
pagos, se entierran las senisas y al año entrante se renueva el amuleto...
Irlako nere lagun berriak beren festan gustora mozkortzen utzi
eta nere bidaia jarraitu nuen oinez iparralderantz: bakarrik, baina
bakarderik gabe. Bideak irlaren tontor etzaneraino eraman ninduen.
Beso eta hanka ugarizko animalia balitz bezala, irlaren lurrezko enborra
adar luze ugaritan luzatzen zen, esku eta oin bakoitza ur urdinetan
murgilduta desagertzen zen arte. Edonora begiratuta, zelai
horiztatuak, hodei zuriak eta ur anilak ikusten nituen. Lasaitasunaren
eta edertadunaren aintzinako lur primitiboak ziren haiek.
Kultura andinoak mundua ikusteko daukan moduaren arabera,
banakako kontzientziak ez dauka inongo zentzurik. Izadian ez da
ezer bere baitan existitzen, osagarria zaion beste elementu batekin
oreka bat lortzeko jarduten ez duen bitartean. Den oro binaka sortua
izan da: ez dago ezer bakoitia denik, gauza guztiek beste zerbaitekin
proporzionalizatzeko beharra daukate. Gaua eta eguna, emakumea
eta gizona, zuria eta beltza, eguzkia eta ilargia, zu eta ni… mundua
euren artean osagarriak diren bikoteetan banatuta dago. Eta bikoteko
elementuak bata bestearen bitartez existitzen dira. Horregatik,
andinoentzat ez dauka zentzurik europearron kontzientziaren
kontzeptuak: ni, ni naiz, bereizia, neure baitan osoa, eta ondoren
munduarekin erlazionatzen naiz, mundutik behar dudana hartu de-
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
zakedalarik, mundua ez bait da ni. Andinoentzat errealitatea ez da
horrela: andinoentzat nik ezin dut “ni” esan, “ni” ez denarekin elkarrekintzan
jarduten ez dudan bitartean. Hau da, norberaren kontzientzia,
bestearekin osatzeko ekintza batean murgiltzen den unean
soilik sortzen da. Akziorik gabe, eztago “ni”rik. Gizabanakoa, bere
baitan ez da existitzen, beraz: bere izatearen kontzientzia, natura ta
biok elkar eragiten hasten direnean bakarrik gauzatzen da. Horregatik,
natura, kosmosa, Pachamama, eguzkia… pertsona andinoaren
parte dira, eta izadiko elementu bizigabeak ama, lehengusua eta semea
maite dituzten bezainbeste estimatzen dituzte.
Argia. Lurra. Airea. Koloreak. Ez ziren nire azalaz kanpo geratzen.
Ni ziren dagoeneko, edo ez nintzen, edo espazioa nintzen, guztia eta
ezer ez, edo… nola esan.
Nire pausu patxadatsuek Challapampa-raino ekarri ninduten.
Futbol zelaian oraindik iparraldean ere ospatu zuten festaren azken
adatsak luzatzen ziren. Belardia garagardo kaxez ereinda zegoen.
Tarteka txaranga gogoz hasten zen jotzen, baina berehala isil-isilik
geratzen zen musikariek garagardoa edaten zuten artean. Haurrak
futbolean jolasten ari ziren. Emakume bat festatik apur bat urrundu
eta gona zabalduaz lurraren gainean makurtu zen pixa egitera.
Jendetzatik aldendu eta lurraren belar basati lehor eta latzaren
gainean etzan nintzen. Nere baitan, erritmo geldoan, Ruper “Etzanda”
abesten hasi zitzaidan belarrira:
Etzanda basa belar latzetan otaloreak,
lainoak goi goian, mundua geldirik,
mundua bizirik da, jiratu egingo naiz,
usaindu nahi dut lurra.
Oh, oh, oh, oh...
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EGUZKIAREN SEME-ALABAK BOLIVIA: EGUZKIAREN IRLA - EIDER ELIZEGI
Hemen nago besoak zabalduta munduaren
puska bat bildurik neure altzora mundua
geldirik, mundua bizirik da, begiak itxi,
sentitu eguzkia.
Oh, oh, oh, oh...
Zeruan hiru laino, irristadan zorabio
goxorik bihotzean
laino horiekin batera doaz minak,
bildurrak, azkenean.
Itsasoa zirudien, baina ez zen itsasoa. Argiaren erresuminak eta
igoera bakoitzean itotzen ninduten arnasetuek, itsasmailan ez nengoela
gogorarazten zidaten: gazi xamarra izan arren, olatu lasaietan
ortzimugaraino kulunkatzen den arren, ontzien amets urdin lasaia
izan arren, Titicaca ez da itsasoa, 4.000 metrotatik gora zabaltzen den
laku nare-narea baizik. Hego mendebalderantz, urrun, aurreko sei
hilabeteetan eskalatzen ibili nintzen Andeetako gailur batzuen izotzak
ageri ziren olatu marmarretan blai. Zenbat gailur, zenbat elur,
zenbat arnas, zenbat bizitza geratu zitzaidan bertan…
Belarretan etzanda, nire Mendiak ortzimugan, itsasoa marmarka,
Ruper belarrira bere abestia xuxurlatzen…ni neu izateari uztearen
bertigo zoriontsuak eraman ninduen: luz zati bat, eguzki pusketa
bat, mendi papur bat besterik ez nintzen dagoeneko.
Iluntzen hasia zen. Herrira itzuli nintzen eta emakume batek logela
bat eskeini zidan bere etxean. Etxekoandreak ez zekien gazteleraz,
ezta bere biloba txikiek ere: aymara bakarrik hitzegiten zuten.
Baina ulertu genuen elkar: euro t´erdi eskatu zizkidan andreak gaua
berean pasatzearen truke.
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
4. DENBORA
Gaur goizean herria goiz esnatu da. Ajeari jaramon haundirik
egin gabe, wiso-a bizkarrean hartu eta badoaz denak chacra-tan babak,
chocloa eta papak ereitera.
«Mi padre me hizo ver que el cosmos es tan claro y cristalino como un
estanque de agua en un manantial originario, translúcido y transparente,
en donde se puede observar todo lo que constituye esa claridad [...] y si se
quiere entender cómo funciona todo, en especial el tiempo, entonces debe
uno observar lo que sucede cuando tira una piedra en el cristalino estanque
de lo existente.»
5. URREA
Filosofi a andinoaz gehiago ikasi nahian, Javier Lajo-ren“Qhapac
Ñan: la ruta inka de sabiduria” ari naiz irakurtzen.
Lajo-ren esanetan, kanpoko zirkuluak ahalera adierazten du,
posiblea dena, izan daitekeena: barruko zirkulua horretan bilakatuko
da hurrengo unean. Denbora etengabe isurtzen da barrutik
kanpokalderantz, eta denboraz kanpo ezin da deus ere existitu, ezer
ere ez bait da izadian absolutoa. Horregatik, ez dago izaki estatikorik:
ezingo genuke “da” esan, “izaten ari da” esan beharko genuke
beti. Izan ere, denbora ulertzeko modu honengatik, aditzen denborek
egitura desberdinak dituzte aymara eta quechua hizkuntza indigenoetan,
gaztelera edo euskararekin parekatuz gero.
Bestalde, barruko zirkulua irakiten ari denaren energiak mugiarazten
du, eta beragandik sortzen da noizbait izatera iritsiko den
ororen indarra, eta ondorioz, orain izaten ari denarena. Ikus ezin
daitekeenaren eremua da, denboraren eta espazioaren erraietan dagoenarena,
azpian dantzana, orain gauzatzen ari den hau lehen izan
zen horren eremua.
Eta bi zirkulu hauen artean, erdikoa dago. Orain-hemen den guzti
honen mundua: azken fi nean atari bat besterik ez da, ezagutu dezakegunaren
eta beste bi esfera horien arteko atea. Zirkulu honek
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EGUZKIAREN SEME-ALABAK BOLIVIA: EGUZKIAREN IRLA - EIDER ELIZEGI
gure kontzientziaren bidez jasotzen du ikusmena. Horrela, denboraren
sorkuntza etengabea da, eta hain zuzen denborak horretantxe
datza: hiru zirkulu hauen artean isurtzen den jario oszilakor eta
konzentrikoan. Horri Puquina (eternitatea) deitzen diote andinoek.
Denbora, elkarrekin korapilatuta dauden bi sugerekin irudikatzen
dute: Chokora. Batak burua barruko zirkuluan dauka kokatuta;
besteak, kanpokoan: denboraren barrutik kanporako etengabeko
oszilazioaren sinbolo dira horrela. Egitura honek zilborra erdiko
esferan, gure kontzientziak harrrapatzen duen munduan dauka
kokatuta. “Y así, el tiempo, con su interior y su exterior, fl uye oscilando
cada vez con mayor fuerza como una Chokora que va girando y ampliando
su tamaño según gira...”
Presarik gabe, gerorik gabe, zirkulu kontzentrikoak elkarren
artean komunika arazten dituen sugetzar batetan bihurtuta, inguruan
turistarik gabe, bakarrik, banoa, beste hainbeste bezala munduko
lekurik ederrena den leku honen txokoetan galtzen jarraitzera…
oinez, zerupean, itsasoz inguraturik, boliviarrek denboraz duten
kontzeptu patxadatsuaz kutsaturik, eguzkiaren jaioterrian barna.
Orain eta hemen, banoa.
Arroka Sakratua, Sakrifi zioen Mahaia, Chinkana, eta eguzkiak
haurra zenean utzi zituen arrastoak dastatzen pasatu dut goiza.
------
Hegoalderuntz itzultzea erabaki dut, baina gaurkoan beheko bidetik
joango naiz, kostaldetik, mendizka guztietara igoaz eta bailara
guztieraino jeitsiaz, mila tontorretako “M” luze baten ingerada imitatzen
duen bidexkatik. Hegoaldera iristean bertako komunitatean,
Yumanin, festa giroa sumatu dut berriz ere: ezkontza bat ospatzen
ari dira. Goizean goiz irlako ermita batetan zeremonia ospatu eta
gero, Copacabana-ra joan dira bertan lotura legeztatzeko. Ezkondu
ostean, senar-emaztea itsasontzian itzuli da irlaraino. Emazte berriaren
etxean ospatzen da festa: gonbidatu bakoitzak opari ugari
dakartza, garagardo kaxak batez ere. Senar-emaztearen familiak
janari mordoa eskeintzen diote jende guztiari. Txarangak soinuz
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
pizten du ospakizuna. Gaua zabal hedatuko da, mozkorra eta festa
goizalderaino luzatuko dira.
Irlaren hegoalderantz bada lurra bitan ebakitzen duen lerro imaginario
baten gainean eraikita dagoen txabolatxo bat: irlaren iparraldea
bisitatzen duen orok txartel bat erosi behar du bertan, eta Antoniok
sarrerak saltzen pasatzen du egun osoa. Atarian daukan harriz
eraikitako eserlekuan luzatzen dira bere ordu lasaiak.
¿Cansada? Párate acá no más y quítate la carga. Charlaremos un
rato, pues –gonbitzen nau.
Hemendik aurrera, ilunabarrero etorriko naiz Antoniorekin solas
egitera.
-El oro es la sangre del sol. Puro oro es la isla. En agosto más que nada
salen los oros y se prenden como fueguitos que se van juntando formando
un fuego grande que después explota y vuelve a dar fueguitos chiquitos, y
así los oritos van recorriendo los serros de la isla, pues. Tienes que pararte
delante del fueguito, mirarlo de frente y, con un cuchillo, cortarlo por abajo.
Si vuelves al lugar a la mañana siguiente, encuentras hombresitos chiquititos
de oro cortados por los pies. Los oros son, pues. Porque el oro de la isla
son hombresitos así, chiquititos, ¿no ve?–eta bere behatzen artean hiru
zentimetroko tartea erakusten dit- Porque digo yo que no hay persona
que se dedique a construir hombresitos chiquititos de oro, ¿no ve? ¡Los oritos
son, pues!
Uraren azpian urre asko dagoela azaltzen dit. Kate haundi haundi
bat. Eta metro t´erdiko dorre bat. Baina ezin omen dira uretatik
atera, hondoa oso biguina dela eta. Dena den, Antoniok argi dauka
Pachamamari eskeintza haundi bat egiten zaion egunean, urre guztia
ateratzen utziko diola lurrak gizonari. Baina indiarrek ez dute jatorriz
urrearekiko grina berezirik. Kolonizatzaileek ez bezala, ez dute
(edo ez zuten espainiarrak iritsi ziren arte) urrea merkataritzarako
aberastasun-gosez salerosketan erabiltzen, jainkoei eskaintzak egiteko
bakarrik baizik. Antonioren esanetan, Challa-ren parean ba omen
da murgilduta dagoen tenplu inka haundi bat ere, urrezko kanpaia
duena: urazpian egon arren, arrats batzutan adi egonez gero urrunean
kanpaia entzuten omen da…
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EGUZKIAREN SEME-ALABAK BOLIVIA: EGUZKIAREN IRLA - EIDER ELIZEGI
-Titi quiere desir gato -jarraitzen du berbatan Antoniok- pero gato
acuático, pues. Yo no he visto, pero mi madre sí, mi madre vio una ves.
Cuando lo ves así en la orilla, al agua se mete muy rápido. Muy rápido se
mete, pues, al agua. En el hueco dejado por el sol en la Roca Sagrada se ve la
cara de un titi. ¿No ve? Acá los ojitos, y su naris del titi, y la boca también,
con los bigotes y todito, pues. K´harka en aymara quiere desir cobre: el titi de
la roca del color del cobre es, pues, ¿no ve? Titi-K´harka, Titicaca: el gato
acuático de cobre, quiere decir el nombre del lago, ¿no ve?–eta ahotsa
algaratan lehertzen zaio.
Nik ere, berak bezala, neure aymara propioa badaukadala azaltzen
diot: gaztelerarekiko oso desberdina den hizkuntza, seaskan
lehenengoz ikasi nuena, euskera deitzen dena. Adibidez, “agua”-ri
“ura” esaten diogula azaltzen diot. Antonio parrez lehertzen da.
¿“Ura”? –eta algara zaratatsuak – ¡Al agua “ura” le disen ustedes,
pues, ¿no ve?! ¡Ura! Nosotros “uma” le desimos en aymara. “Uma” es el
agua para nosotros, y “ura” para ustedes, ¿no ve? –eta sinestu ezin balu
bezala, algaraka eta algaraka jarraitzen du. Nik ez diot hainbesteko
graziarik aurkitzen, baina bere parrek eraginda, nik ere karkaraka
amaitzen dut.
Irlan zehar ba omen daude inken arrastro arkeologiko gehiago,
Antonioren esanetan.
-El palasio del inka, hay. Y el baño del inka también hay, que es
una pileta escalonada en sírculos y hasia abajo, y el agua brota de
dos lugares y se crusa en medio sin mesclarse. Así es, pues. Pero en
terrenos privados están y no se pueden visitar. Hasta hase dies años
acá no conosíamos turismo y no saben restaurar. Si pensaran en restaurar
no se venderían esos terrenos, ¿no ve? Antes ninguno sabíamos
restaurar, pues, las piedras de los templos para haser nuestras
casas usábamos, ¿no ve?
Beti bezala, gose naiz. Ibiltzen luzatzen zaizkidan orduek eta
leku honetako garaierak tripak apetituz mantentzen dizkidate egun
osoan zehar.
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
-Trucha frita, puedes comer. La trucha y el pejerrey en realidad
no son de aquí. En los setenta aparesieron... bueno, trucha ya había
antes.
Arrain hauek bertako jendeak bere dietan proteina gehiago jan
zitzan sartu zituzten lakuko uretan.
-Poco hay ahora porque se pescó mucho con red. Antes se pescaba
con caña y con dinamita, y ahora se pesca con red. Si se dejara
un año no más de pescar, hartito habría luego. Pero todo el mundo
pesca.
6. ILARGIA
Egundoko sugegorri erraldoia Titicacako uretan barrena zetorren
arrastaka Eguzkiaren Irlarantz. Erasoa desbideratzearren, Inka erregeak
harri bat jaurti zion sugetzarrari bere habailaz. Harriak buruan
jo zion piztiari eta zuztarretik atera zion: bere bururik gabeko gorpuak
Ilargiaren Irla sortu zuen orduan.
“Avaroa” du izena Marcialen egurrezko itsasuntziak. Bakar bakarrik
narama uren olatuetan egurrezko kexuak negar egiten dituen
ontziaren barruan.
Birjinen Tenpluaren ondoan lurreratu naiz. Eraikuntza haundia
da, U tankerako egitura dauka, erdian belarrezko patio zabal bat
besarkatzen duelarik. Ate eta leihoak gurutze andinoaz apaindurik
daude. Hemen, hautatutako neskatoak hezitzen zituzten: edertasunaren
arabera hiru taldetan banatzen zituzten eta ehuntzen
irakasten zieten. Heltzen zirenean, Inti jainkoaren izenean sakrifi katuak
izaten ziren.
Seguru asko, hemen bizi izan zen neskatoren bat han, tenpluaren
patio tin pare-parean, urrunean zuriz jantzita dirdira egiten duten
mendi garai haietako baten baten gailurrean egongo da. Duela mende
mordo bat, inkak 6.000 metro baino gailur altuagoetara ere igotzen
ziren. Gaur egungo kranpoi eta pioletik gabe, goretex-ezko galtza eta
eskularrurik gabe, lumazko jakak zer diren ezagutu gabe… landare
zuntzez ehundako sandalia moduko oinetakoekin eta lanazko
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EGUZKIAREN SEME-ALABAK BOLIVIA: EGUZKIAREN IRLA - EIDER ELIZEGI
aguayo dotoreez estalita, mendi puntetaraino eskalatzen zuten haur
hauek eurekin eramanez: haiek bai, andinistak! Kultura andinoaren
ustetan, mendiak Apu deituriko jainko batzuren bizilekuak dira, eta
gainontzeko jainkoei bezala, eskeintzak egiten dizkiete.
Data, mendia eta haurra aukeratzen zituztenean, bidaia luze
bat hasten zen aukeratuarentzat. Lehenik Cuzco, inken inperioaren
hiribururaino joan behar zuen, bertan inka nagusiaren aurrean belaunikatzera.
Jarraian, Cuzco-tik hasita, egun luzetan zehar, ehundaka
kilometrotara zeuden Andeetara gerturatzen ziren apaiz eta
erlijiosoek lagunduta. Arroparik dotoreenak eta urrezko bitxi eta
zinginarri mordoa eramaten zituzten. Mendi garaienetaraino iristen
ziren: badirudi bidean ia ez zutela deus jaten: suposatzekoa da
koka murtxikatzeak, goseak, altuerak eta nekearen mozkorrak gogoa
jainkoen mundurantz gerturatzen zietela. Gora iristean, sakrifi
zioaren errituaren bezperan, chicha edaten zuten denek. Badirudi
haurrek bazekitela zertarako ziren eramanak bertara, baina biharamunean
heriotzaren bitartez jainkoarentzat opari batetan bilakatzea
eta jainko horrekin bat egitea, ohore haundia ziren beraientzat.
7. AGURRIK EZ
Lurrean jesarri eta apaizetariko batek, muturrean urrezko bola
bat zeukan makulu batekin kolpez kaskezurra hautsita akabatzen
zuten neskatoa. Une berean Cuzco-n 40 llama hiltzen zituzten.
Batzutan jarraian ume gehiago ere sakrifi katzen zituzten: gehienetan
neskak, batzutan mutikoren bat ere bai. Gero, mendiaren leku
egokian zulo bat egin eta bertan ehorzten zituzten, kutunez, urrez,
kokaz eta bitxiez inguraturik. Gailurretako hotzak eta esterilitatea
direla eta, haur hauetako dexente topatu dituzte gaur egun arkeologoek
momifi katurik.
Patioko belarditik altxa eta hankekin irriparrak dantzatuz eta
eskuekin pozak hegaldatuz, irlan zehar oinez noa. Koa, eukaliptoa,
erromeroa eta beste landare usaintsuez lurrintzen dut nere azala.
Isatsetik bururaino, lurrezkoa bihurtu zen sugetzarraren gorpua zeharkatzen
dut eta burua falta zaion muturreraino iristen naiz: ba-
139

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
satiki sustraietik aterea izan zitzaionez, lurra sugegorriaren odolaz
tintaturik bezala, gorri gorria da bertan.
Irlaren puntan, amildegiaren ertzean, mutiko bat dago bakarbakarrik
harri baten gainean eserita. Bere alboan ile txuri kixkurreko
txakurra siesta botatzen ari da. Haurrari irriparretik, eskuetatik,
begiradatik, hemengo denbora geldoaren baretasuna isurtzen zaio.
Txapelaren azpitik irripar egiten dit. Bere alboan esertzen naiz. Llamak
zaintzera etorria da. Goizaren ordu luzeak hemen pasako ditu,
bere behatzak belar printz batekin entretenitzen diren artean, lasailasai,
llamei, ur urdinari, eguzkiak lakuaren gainean pizten dituen
dirdirei, urrutiko mendietako izotzei… eta gaur ezustean iritsi den
turista honi so eginez.
Ilargiaren Irlan komunitate bakar bat bizi da: Coatí. Etxetxoen
artetik uraren ertzeraino iritsi naiz. Kantuta parrezka ari da sekula
ikusi dudan itsasontzirik arraroenean: ur botila hutsez sare bat bete
eta gainean dabil zaldi baten gainean bezala belaunetatik behera
hankak uretan sartuta. Bitartean Rosalía, bere ahizpa txikiak, besoak
asko luzatzen ditu egurrezko txalupatik Kantuta harrapatu nahian.
Haurrak jolasten ari diren lekutik gertu, urontzi bat konpontzen dihardute
herriko gizonek: zintzelak, espatulak eta labanak erabiliz,
telazko lokarriekin betetzen dituzte txaluparen gorputza osatzen
duten egurrezko taulen arteko hutsuneak. Hitzegiteko gogoz ematen
didateongietorria.
-El Titicaca es un poco salado, ¿no ve? Y por eso se mete por entre la
madera y hay que arreglar, pues. El agua del lago es medisinal, ¿no ve? Porque
cuando nos metemos, como nuestra piel también tiene como agujeritos
chiquitititos, el agua entra adentro como una medisina.
Ilargiarien Irlak bere hortan dirau, oraindik ez du turismoak
kutsatu. Hemen oraindik ez dute edozeren truke dirua eskatzen eta
haurrak ez dira kanpotarrekin eskuan edozer bitxia erakutsi eta
“¡comprame, turista!” esatera jolasten.
-25 familias somos acá. Tres religiones hay en la isla: la católica, la andina
y la evangélica. Escuela tenemos, sí, multigrado. Vivimos de las pesca:
140

EGUZKIAREN SEME-ALABAK BOLIVIA: EGUZKIAREN IRLA - EIDER ELIZEGI
cultivamos trucha y, como ya no hay en el lago, vendemos a la Isla del Sol, a
Copacabana y a La Pas. Todas las mañanas viene el intermediario, ¿no ve?
Gure balore eskalaren arabera, larriki txiroak dira boliviarrak.
Altiplanoan, garaiera eta hotza direla eta,biztanleek patata, kinua,
garagarra eta oloa bakarrik ustiatu ditzakete. Eta altuera haietan
llamak eta ardiak bakarrik hazten dira ondo. Lurrak zabalak dira
oso, eta biztanleen dentsitatea oso baxua da. Sakabanatuta, batzuk
besteengandik urrun bizi dira. Horregatik, haur askorentzat eskola
urrutiegi gelditzen da egunero joan ahal izateko, eta askok ez daukate
uniformea eta materiala erosteko nahikoa diru. Gela bakarreko
adobezko etxetxoetan bizi dira ume ugari izaten dituzten familia
osoak. Garbitzeko eta edateko ez daukate gertuen geratzen zaien
ibaiko uraz besterik. Pobreak dira oso. Titicaca-n baliabideren bat
gehiago badaukate: lakuko amurrainak, eta ura nahi adina.
Txiroak dira boliviarrak. Baina… aberastasunaren kontzeptua
zertan oinarritzen dugun galdetzera behartzen naute. Par egiten
dute edozergatik eta edozein unetan: alaiak dira oso. Lasai bizi dira,
ez daude beti kezkati. Adiskidetsuak dira, abegitsuak, eskuzabalak:
ez daukate ezer, baina daukaten guztia eskeintzen dizute eta etxeko
ateak zabaltzen dizkizute. Maite dute lurrean elkarren ondoan eseri
eta koka hosto batzuk trukatzea, denbora murtxikatzea, elkarri istorioak
kontatuaz. Kanpotarra izan arren, leku guztietan onartzen
naute, lurrean beraien ondoan eseritzera gonbidatzen naute, koka
hostoak trukatzen ditugu eta denbora murtxikatzen dugu, elkarri
istorioak kontatuaz. Pobreak iruditzen zaizkigu, baina beraien bizimodua
bizitzeko ez zaie deus falta. Nere lagunetaz oroitzen naiz,
nere herriaz… lanean jo ta ke denborarik gabe bizi gara, dirua bai
(batzutan), baina ez daukagu denborarik, ez daukagu patxadarik, ez
daukagu hainbesteko bizipozik, ez dakigu denbora ezer egin gabe
arnasa hartze hutsa edo eguzkiaren laztanak dastatzen pasatzen,
eguzkiarengandik eta lurrarengandik oso urrun bizi gara, gehienetan
urduri gaude, ez dugu ia parrik egiten. Nor da bietan aberatsago?
Dena den, ez dut pobreziarekiko hausnarketa bera egin Boliviako
beste lurralde batzuetan: Potosí-ko Cerro Rico-ko meatzetan,
141

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
adibidez. Zilarrezko erraiak dituen mendiaren gainean miseria
gorrian bizi dira bertako biztanleak, duela 500 urtez geroztik.
Hilerri jendetsuetan bilakatu dira mendeetan zehar meatzak,
bertako indiarrak eta Afrikatik ekarritako beltzak esklabu bilakatu
eta denbora urrian lanak akabatuta hiltzen ziren milaka. Gaur
egun Potosí-n, garai batean munduko wall street-a izan zen
hirian, miseriak bere hortan dirau. Zilarrezko azken pinportak
eskuratzearren erraiak kanporatu dizkioten Cerro Rico-ri, baina
oraindik teknika zaharkituekin ustiatzen dira meatzak, bai Potosin
eta bai beste lekuetan, eta gizonak, emakumeak eta haurrak gazte eta
sofrimendu gorritan hiltzen jarraitzen dute. Kolonizatzaileen altxor
egarriak lehenik, eta kapitalismoaren hozkada odoltsuak orain,
herrialde honetan naturak daukan aberastasuna garrazki kentzen
die eskuetatik ustiaketan latz bizi diren indigenoei.
Ez nuen pobreziaren hain ikuspuntu erromantikoa usaindu
hirietako eskaleak ikusi nituenean ere, La Paz-en, Oruro-n… soinean
zuen aguayo zahar eta zikina, eta eskutik zintzilika negarrez
zeraman haur goseti mukitsua besterik ez zeukan emakume zaharra
kaleetako izkina bakoitzean topatu nuenean. Edota ta zapatak
garbitzen zituzten mutil gazte txanodunen begi ipurterreekin topo
egin nuen bakoitzean, unibertsitateko ikasketak ordaintzeko, edo
sei seme-alabako familia mantentzeko, edo pegamina erosi eta bere
lurrunetan minik gabeko lurralde biguinetara ihes egiteko, eguneko
orduak markurtuta hiritarren zapatei dizdira ateratzen pasatzen zituzten
gizonen aurrean.
Tamalez, globalizazioak ez du lurrean zirrikitu librerik uzten,
aintzinako kultura aberats hauek euren errealitatea beraien fi losofi a
eta mundua ikusteko moduaren arabera antolatzen jarraitu dezaten.
Horren ordez, esplotazioaren bidez miserian hondoratzen ditu, modernitatearen
trenean azken bagoiak betetzen dituztela eta. Horren
islada, hainbeste mendetan mantendu duten bizitza komunala porrot
egiten ari da pixkanaka jabetza pribatura aldatzen doazen herrixka
hauetan. Bolivian izaera indigenoak gogor dirau oraindik…
baina zenbat denbora gehiagoz jasan ahal izango ote du.
142

EGUZKIAREN SEME-ALABAK BOLIVIA: EGUZKIAREN IRLA - EIDER ELIZEGI
Modernizatzera behartuko ditugu, industria eta kapitalismoa
nola garatu behar dituzten irakatsiko diegu, ekonomiaren trenera
igotzen “lagundu”ko diegu, atzeratutzat eta garatu gabetzat jotzen
ditugulako. Eta artean ez gara ohartuko desagertaraziko dugun fi losofi
a eta jakinduria andinoak, iraunkorra ez den gure garapenaren
arazoen irtenbiderako gakoak eduki ditzakela: beraiek bezala lurra,
eguzkia, natura aintzat hartu eta zentzumenez eta diru-goserik gabe
ustiatzen ikasiko bagenu, lurrarengandik jasotzen dugun gauza
bakoitza eskertuko bagenio, izadia maitatu eta berarekin erlazionatzeko
modua aldatuko bagenu, natura gure norbanakoaren izatearen
kontzientziaren osagai ezinbesteko bat bezala ulertuko bagenu,
gure gizartearen garapenak lurrari, eta beraz gure buruari sortzen
dizkion arazoak agian ez lirateke hain larriak izango. Baina garatu
gabeak kontsideratuko ditugu, eta ez-jakinak direla erabakiaz, gure
teknologia, ekonomia eta gizarte antolakuntza irakatsiko dizkiegu…
milaka urtetan garatutako jakinduria alperrik galtzen utziaz.
Handik gertu Marcialekin egiten dut berriz ere topo. Harrizko
hondartzaren gainean ahuspezka etzanda dago, harri baten azalean
J U A N A, bere emaztearen izena marrazten, ni iritsi, Eguzkiaren
Irlara bueltatu eta berriz ere berarekin topo egiteko zain.
Copacabana-ra naraman untzia olatuetan kulunkatzen den bitartean,
leihoetatik begira noa zorabiatu ez nadin. Euri tantek munduaren
islada kristaletan borobildu egiten dute. Motxila berriz ere
bizkarrean, banoa. Banoa, bazter guztiak kondairaz beterik dituzten
irla hauetatik:elezaharrak Bolivian ez dira istorio hutsak, munduaren
azalpenak baizik. Izadia ikusteko dauden bezainbeste errealitate
bizi dira munduan. Apur bat aberastu zaizkit egun hauetan begiak,
izadia ulertzeko era berriak barneratu ondoren.
Banoa. Nere aita eguzkiaren azpian, nere ama lurraren bazterrak
miatzen jarraitzera, nere anai-arreba diren gizaki guztien ohiturez
eta beren mundua ikusteko moduaz, maitatzeko era berriak ikasten
jarraitzera, banoa…
143

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
EIDER ELIZEGI. BEGIAK IREKIAK NITUELA JAIO NINTZEN EKAITZ BORTITZ BATEK
NAHASTEN ZUEN 1976KO ABENDUKO GAU BATEAN. MENDIKO ETXE BATETAN HAZI
NINTZEN LASARTEN, ZUHAITZEZ, ANIMALIAZ, AIREZ ETA LIBURUZ INGURATURIK. BIO-
LOGIA IKASKETAK BURUTU NITUEN ETA DOKTORADUTZA BAT GARATU NUEN BIRIKE-
TAKO MINBIZIARI BURUZ NAFARROAKO UNIBERTSITATEAN. IRAKASKUNTZAN URTE
BATZUK EMAN ETA GERO, NERE LAN FINKOA ETA ETXEA UTZI NITUENETA FURGONE-
TAN INSTALATU NINTZEN, MUNDUKO MENDI DESBERDINETARA BIDAIATZEN HASI ETA
IDAZKETARI DENBORA GEHIAGO ESKEINI AHAL IZATEKO. 2008AN MONT BLANC-EKO
GOÛTER ATERPETXEAN 4 HILABETE PASATU NITUEN LANEAN, MENDI ESPERIENTZIA
ESTATIKO BAT BIZI AHAL IZATEKO. EGONALDI HARTATIK JAIO ZEN TESTUAK DESNIVEL
SARIA JASO ZUEN 2010EAN ETA“MI MONTAÑA” DEITZEN DEN LIBURUAN IKUSI ZUEN
ARGIA.
HTTP://WWW.LIBRERIADESNIVEL.COM/LIBROS/MI-MONTANA/9788498292046/
2010EAN 6 HILABETEZ IBILI NINTZEN PERU ETA BOLIVIAKO MENDI ALTUETAN
ESKALATZEN, ETA KULTURA ANDINOAN SAKONTZEARREN BOLIVIAKO BAZTERRETAN
BARRENA BIDAIATZEN.
HTTP://VAGAMONTANYAS.BLOGSPOT.COM/SEARCH/LABEL/CUENTO%20DE%20
UN%20VIAJE%20ANDINO
ORAIN FURGONETAN NABIL ALDE BATETIK BESTERA. MENDIETAN, BASOETAN ETA
ARROKETAN BIZI NAIZ. BARRASKILOA BEZALA NAIZ, ETXEA GAINEAN DARAMAT ETA
NERE BURBUILA GURPILDUNEAN BIZI NAIZ. OSO GAUZA GUTXI DAUZKAT ETA LEKU
GUTXI BETETZEN DUT MUNDUAN: NERE BURUA MUGIKORRA DELA JAKITEAREN AL-
TXOR ARINAK ABERASTEN NAU. ELURRAREN, BELARRAREN ETA HAITZEN AZALEAN
ISILIK DIRAUTEN HITZAK ESALDITARA ETA IRUDIETARA ITZULTZEKO BIZI NAIZ.UNE
HAUE TAN PROIEKTU EDITORIAL DESBERDINETAN MURGILDUTA NABIL, ETA NERE HU-
RRENGO LIBURUAREN AZKEN LANAK BUKATZEN ETA BIDAIA BERRIEN PLANAK ANTO-
LATZEN ARI NAIZ.
HTTP://VAGAMONTANYAS.BLOGSPOT.COM/
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Sierra Leona,
nudos de garganta
FERNANDO ODRIOZOLA EZEITZA
La mujer, gruesa y fuerte, vestida con una camiseta con una
imagen cristiana, un pareo a modo de falda y unas viejas sandalias,
levantó los brazos y los sacudió epilépticamente, como queriendo
contagiar al resto no sé si su enfado o su entusiasmo. Era pura
dinamita, caminando de acá para allá por entre las fi las de asientos,
salvando cestos, piernas y bultos y señalando con sus gruesas manos
y acusadores dedos a diestro y siniestro, golpeando hombros de
hombres y mujeres, queriendo elevar sus gritos al cielo. Hasta que se
paraba en el sitio, escogía a su víctima y le lanzaba toda una serie de
improperios, seguidos de salmos y rezos. De pronto, en medio de su
airado sermón, se percató de la presencia de los únicos tres blancos
en aquel mar de pieles negras. Me pareció adivinarle un leve alivio
en su rostro, y al cabo de pocos segundos se acercó con brío, pasó a
mi lado y se detuvo junto a la pareja de estadounidenses sentados en
otro banco aledaño. Ahora golpeaba el hombro del más corpulento,
con menos ahínco que con sus vecinos pero en repetidas ocasiones,
abrió las palmas de sus manos y echó una retahíla gutural sin descanso.
Las sonrisas dieron paso a las risas, que siguieron cuando tocó
mi turno para redimirme de mis pecados.
El ferri comenzó a moverse. Abandonábamos el muelle de Lungi
para cruzar el río Sierra Leona y alcanzar en poco más de media hora
la capital del país: Freetown. Hacía pocas horas que había aterrizado
en la noche africana y ya con el sol en alto me metía de lleno en
la realidad de este antiguo centro de esclavos explotados por trafi -
cantes portugueses, españoles y franceses y rebautizado como tierra
145

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
de promisión para los africanos liberados de sus cadenas americanizadas.
El último episodio de sus pesadillas había concluido hace
apenas diez años, tras un decenio sangriento de una cruenta guerra
civil. Aquella mujer era sólo una parte de sus secuelas, con su garganta
seccionada y sus cuerdas vocales desgarradas para siempre. Y
a pesar de su invalidez se hacía oír, con la esperanza de estrujar tras
el breve viaje y sus rezos salvadores algún billete entre sus manos.
Yo agradecía la ligera brisa del mediodía, que se colaba por debajo
de aquel techo que nos protegía de un sol inclemente para tratarse
de los umbrales de la primavera. Ahora el turno era para un joven
vestido con una túnica blanca inmaculada, que colgó de la viga central
del techo un altavoz y comenzó con el adoctrinamiento islámico,
combinando el krío para el discurso, la lengua vehicular de un país
con otros veintidós idiomas, y el árabe para el recital de suras del
Corán. Diez minutos después el aprendiz de imán cedió espacio a
otro joven, esta vez evangelizador evangélico, con quien compartió
instrumental de difusión. Me gustó el detalle, al menos.
La llegada a puerto me sumió en el caos organizado. Tras mirar
a los ojos a un par de rajabolsillos descaradamente colocados a mi
espalda, me sumé al colorido desfi le de mujeres, vistosamente ataviadas
con faldas y blusas de telas multicolores y pañuelo de mismos
tonos coquetamente anudado entre las rastas de su cabeza, que
enfi laba la rampa camino a una gran verja. El tumulto se deshizo con
rapidez, busqué un taxi y me dirigí a mi casa de huéspedes. La vida
hervía en el centro de la ciudad, con sus edifi cios desvencijados, las
aceras tomadas por vendedores de todo exhibiendo su mercancía al
incesante rosario de viandantes, y un tráfi co desesperante que apenas
sí circulaba por unas calles constreñidas entre colinas, cientos de
motos, minibuses y coches. Me asusté de ver tanto sudor chorreando
por tanta frente africana. ¿Qué no sería para un europeo recién llegado
de su invierno?
Tras dejar mis cosas y tomar la segunda ducha del día salí a la
calle. Obras, policías intentando buscar un sueldo extra entre los infractores
sin casco o cinturón, decenas de escolares sorteando zanjas,
146

SIERRA LEONA, NUDOS DE GARGANTA - FERNANDO ODRIOZOLA EZEITZA
vehículos y personas y una nube de polvo que lo inundaba todo,
todo salvo los rayos cegadores del sol. No pasé mucho tiempo sin
toparme con los primeros mutilados. ¡Qué despreocupadamente se
puede vivir en la ignorancia! Pero yo había leído previo al viaje varios
libros sobre Sierra Leona y conocía el origen de esas amputaciones.
Personas sin piernas, sin manos o sin brazos, que se habían librado
de la muerte a cambio de alguna o varias de sus extremidades.
Era el precio que se cobraban los rebeldes del RUF y respuesta de su
comandante sanguinario Foday Sankoh al llamamiento presidencial
de unir las manos por la paz y utilizarlas para el voto. A partir de
entonces cientos de miembros seccionados en aldeas por todo el país
comenzaron a aparecer en las escalinatas del palacio gubernamental.
Tras unas jornadas en la capital sierraleonesa me dirigí a las colinas
de Kabala, en el norte del país. White man! White man! , gritaban
los niños, acostumbrados a la presencia de tubabus de piel blanca, ya
sean trabajadores de las innumerables minas que agujerean Sierra
Leona o de organizaciones no gubernamentales de cooperación internacional
que luchan por cerrar supurantes heridas sociales, económicas,
humanas. Incluso en los puestos de policía –una cuerda
atravesada en la calzada y unos tipos de paisano, a veces con demasiado
vino de palma ingerido-, al ver un rostro no africano por acto
refl ejo dirigían sus miradas al chasis del todoterreno para adivinar
la organización a la que pertenecía la visita: United Nations, Mining,
Unicef, Save the Children, MSF… Más niños bajo la sombra de un
mango sujetaban grandes tablillas de madera sobre las que dibujaban
con grandes letras suras coránicas. Junto a otro árbol, un grupo
de mujeres ya adultas se esforzaban en rebajar un tanto el alto índice
de analfabetismo femenino, las mismas que durante toda la tarde
anterior había visto, en grupo también, moler grano, cargar leña y
criaturas a la espalda, preparar fuego… Las cocinas, una sencilla cacerola
de metal elevada sobre una pequeña plataforma donde colocar
la leña o el carbón, cuando no directamente sobre un círculo de
piedras, calentaban en plena calle el rancho, consistente básicamente
en enormes cuencos de arroz acompañados por una salsa de maní o
de hojas de mandioca o patata.
147

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
África despertaba, un día más, y yo dirigí mis pasos por la empinada
cuesta que conducía a una inmensa mole de granito desde donde
obtener una buena panorámica. Abajo, chozas de techo de paja,
pequeñas nubes de humo, sonidos de voces… De regreso atravesé
con mi joven guía los primeros patios de casas, un poco azorado por
romper la intimidad de las familias, aunque éstas no parecían sorprenderse
demasiado por la interrupción foránea, acostumbradas a
una vida vecinal de puertas abiertas. De inmediato los más pequeños
comenzaban a saludar al intruso con alocados gritos. Una niña
me cogió de la mano, empapada de sudor, recorrió con sus dedos
mi antebrazo y se entretuvo impresionada en el vello pegajoso. Me
acompañó unos pasos totalmente ufana, sin soltarme la mano, luego
se llevó la suya a la nariz, la olió, sonrió y se volvió hacia su madre
chillando en limba. Creí entender la palabra “negro”. O algo similar
quise escuchar.
De vuelta de las montañas el mercado de Makeni proseguía con
su incesante actividad, aunque hoy sábado otros actos rompían la
cotidianidad de este nudo de caminos. Primero una carrera de chavales
avanzando por el carril derecho de la carretera perseguía a media
docena de jóvenes corpulentos, desnudos de torso y piernas, con
afi lados machetes en su mano, que se iban haciendo tajos sobre su
piel para luego cicatrizarla con un polvillo blanco. Una demostración
de fuerza, autocontrol y sangre derramada, nada que ver con
los mea culpa chiíes y sí con las singulares creencias y sacrifi cios de
una de las numerosas poro o sociedades secretas dispersas por el
país, que reúne normalmente a miembros de una misma etnia que
han pasado en su adolescencia por las ceremonias de iniciación en
el bosque. Rituales que en su día, y quién sabe si aún hoy, incluían
sacrifi cios animales y cuentan que también humanos.
En otra esquina del mercado anticipó su presencia con gritos y
cánticos un segundo grupo, menos numeroso y compuesto por hombres
por encima de los 25 y por debajo de la cuarentena, límite que
marca la esperanza de vida en Sierra Leona. Un escopetero junto
a un hombre extrañamente mayor armado de silbato y espada en-
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SIERRA LEONA, NUDOS DE GARGANTA - FERNANDO ODRIOZOLA EZEITZA
cabezaban el desfi le, que giraba en torno a la representación de un
diablo vestido con sacos marrones, el rostro velado y toda una suerte
de amuletos colgando de su indumentaria, rodeado del resto de los
miembros de este otro poro. Mi acompañante me contó que aquellos
eran antiguos kamajors, cazadores de etnia mendé suscritos en sus
orígenes a las reglas de los chiefs o jefes de poblado y luego armados
como mercenarios del propio ejército sierraleonés para combatir
contra los rebeldes del RUF en su territorio del Este. Además de
“jugar” en casa, con un amplio conocimiento del terreno, contaban
con una inestimable ayuda adicional que les dio fama nacional e internacional:
a través de rituales mágicos se volvían invisibles ante el
enemigo y sus balas. Esas ceremonias, indispensables antes de iniciar
cualquier ataque, incluían la ingesta o ducha de sangre animal y
humana y hasta prácticas de canibalismo. Una costumbre que arraigó
en las otras fuerzas combatientes a fi n de redoblar el valor en el
fragor de la batalla. Claro que muchos eran obligados a ello so pena
de pasar a formar parte del siguiente menú, sobre todo los miles de
niños soldado de entre 8 y 12 ó 15 años de uno y otro bando, casi todos
empujados a liquidar a sus familiares más directos en su primera
acción bélica. Aquel tremendo estreno los marcó de por vida.
Empezaba a entender por qué la mayoría de los taxistas de Freetown,
jóvenes de entre 18 y 30 años, algunos con las siglas del RUF
tatuadas en el antebrazo, hablaban en susurros, como queriendo no
despertar a nadie, menos aún a sus magulladas conciencias de ex
niños soldados robados a la misma infancia hacía tan sólo diez o
quince años atrás. Supervivientes del terror. Me volvió entonces a la
memoria la fotografía vista en el Museo Nacional de Freetown y único
de todo el país, ubicado al lado del enorme Cotton Tree (Árbol de
algodón) bajo el cual los primeros esclavos liberados por los ingleses
fundaron la actual capital del país. Fue la última imagen que vi en un
recorrido que inicia en la sala de objetos etnográfi cos y que de sopetón
deja al visitante en la sala de los horrores de la guerra civil. Edifi -
cios destrozados por las bombas, carreras de vecinos agachados para
esquivar los disparos por entre calles que ahora yo pisaba, imágenes
de mocosos empuñando kalasnikovs y adornados de ristras de balas
149

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
aún por disparar y ese niño, con la mirada más asustada que nadie
pudiera imaginar, mirando con sus enormes ojos horrorizados al objetivo
de la cámara que le fotografía, de arriba abajo, con su menudo
cuerpo de tres añitos y ambos brazos amputados.
Las okadas volaban de un rincón a otro de la ciudad, como en
cualquier ciudad o pueblo de Sierra Leona. Toman el nombre de una
antigua aerolínea nigeriana, conocida por un eslogan comercial que
destacaba su rapidez. Son un asequible modo de transporte para los
bolsillos foráneos, no tanto para los locales, pero acercan destinos
a cualquier minuto y con una frecuencia abrumadora. Normal, son
cientos, tocando la bocina sin parar, de a dos, tres o hasta cuatro pasajeros.
Casi todos sus dueños son antiguos combatientes que entregaron
las armas a cambio de un dinero que invirtieron en la compra
de estas motocicletas y así tener un futuro por delante. En una de
ellas me acerqué al supermercado de un libanés, bien nutrido para
los estándares del país. Al lado, una muchedumbre se concentraba a
la carrera sobre lo que parecía un prado en altura. Iba a comenzar un
partido de fútbol. Los contendientes de uno y otro equipo corrían,
golpeaban el balón con fuerza, se tiraban al suelo sin miramientos
para cortar el avance del adversario, para defender su portería, para
reiniciar el contraataque. Jugaban con muletas. A todos les faltaba
uno de sus miembros inferiores, cortados a machete a la altura del
tobillo, unos, de la tibia o la rótula, el resto. Seguía en Makeni, uno
de los antiguos feudos del RUF por su ubicación estratégica, a caballo
entre las carreteras que llevan a la frontera con Guinea Conakry,
tanto hacia el Oeste como hacia el Norte, a la capital Freetown encaminando
las botas hacia el Sur, o a los preciados campos de diamantes
y oro del Este. Allí me dirigía.
Las carreras de las okadas estresaban las calles polvorientas de
Koidu-Konu, la capital diamantífera de Sierra Leona. Lo lógico sería
que la inmensa riqueza minera de la región se viera refl ejada en sus
calles y el bienestar de sus habitantes. Pero esto era el lejano Oeste
americano en África. El lejano Este sierraleonés. La gallina de los
huevos de oro que armó hasta los dientes a rebeldes y alimentó gue-
150

SIERRA LEONA, NUDOS DE GARGANTA - FERNANDO ODRIOZOLA EZEITZA
rrillas vecinas, como la de los partidarios del liberiano Charles Taylor.
De aquí, dicen, salieron los diamantes con los que Al Qaeda se
autofi nanció el atentado de las torres gemelas de Nueva York. También
parte de los diamantes sangrientos que adornan para siempre
dedos de prometidas de todo el mundo, la mayoría, ironías del destino,
de Estados Unidos. El edifi cio más alto era una de las mezquitas,
de casi tres pisos. El resto lo conformaban casas bajas, almacenes de
alquiler de palas y cedazos y ofi cinas de compra de diamantes y oro,
cuyos apellidos delataban un origen árabe y libanés. Me hospedé
en un hotel de estos descendientes de antiguos fenicios. Ni registro
de entrada ni 15% de impuestos. Y eso que al rato apareció en el
comedor la comitiva del ministro de Agricultura. ¿Vendrían a plantar
lechugas? Lo dudo. La tierra era como un queso gruyere que se
llenaba de socavones y pozos de agua con la que lavar el mineral. El
que encuentra algo, claro. Al menos ya no había soldados encañonando
a los buscadores como antaño.
El sol apretaba y la corta caminata de dos minutos se tradujo en
media hora larga y a paso ligero. Tres diamanteros veteranos hundían
sus caderas en el barro de una tierra horadada sin permiso,
muy cerca uno del otro, al acecho. Más allá, dos cuadrillas de fornidos
se afanaban por abrir surcos en la tierra, con las herramientas
más elementales, alquiladas por día a los amos del pueblo –“no tenemos
dinero para comprarlas”-, y un ingenioso sistema de achique
de agua basado en una cubeta de plástico atravesada por una cuerda
doble que hundía el invento en el charco y que extraía el agua barrosa
del pozo al monte al estirar de los extremos. Un compañero
meneaba concienzudamente un platón metálico en el que brillaba
polvo áureo, quizás el jornal del día para todos. Al lado, una niña
enseñaba sin querer la tripa embarazada cuando sus pechos aún no
habían despertado de la infancia. ¿Sería el padre alguno de los presentes?
Todos enfangados en la misma mina a cielo abierto. Hasta
la caída de un nuevo sol. Los sueños se acostarían para despertar al
día siguiente, y al siguiente, y al siguiente… con el mismo empeño,
idéntica miseria.
151

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
La Isla Tiwai supuso un bálsamo natural en el camino. De Konu
a Kenema se sucedieron en la ruta pequeñas poblaciones con un
común denominador: la vida apacible que despertaba en las cocinas
humeantes en el exterior de humildes hogares, y casas y casas
destruidas, incendiadas, agujereadas por impactos de bala, obuses
o metralla, testigos mudos de la guerra. Me lo contaron en la comunidad
de Kambama, a orillas ya del río Moa (mujer, en mendé), que
abraza en dos a la isla Grande: hasta aquí llegó la guerra. Por este lado
no podían acceder a la isla, pero por el Este sí se llega saltando de roca en
roca. A algunos los mataron, a otros los alistaron en sus fi las y unos cuantos
escapamos río abajo. Llegamos a otra isla y hundimos todos los botes,
quedando aislados durante años. Aislados, pero a salvo de los horrores.
Escuchaba a mi guía bajo la sombra de un árbol a orillas del bosque
tropical y de una playa de arena cobriza. No teníamos prisa.
Habíamos madrugado para descubrir distintas especies de monos
saltar por entre las copas de gigantescos árboles. Y tras un contundente
desayuno atravesamos la isla en diagonal, de oeste a noreste,
para disfrutar de un paseo y salir al otro brazo del río. Él se bañó en
las aguas claras –“aquí puedes ver si viene el cocodrilo”-; en mi caso,
y dado el consejo antes de zambullirnos, preferí esperarlo sentado
en una roca. Tenía el pelo cano a pesar de no superar los 45 años, y la
piel arrugada sobre la que sobresalían fuertes músculos toda la vida
trabajados. Se consideraba afortunado. Había viajado por todo el
país y hasta le habían invitado a un congreso religioso en Ghana. Le
gustaba recorrer mundo y soñaba con poder hacerlo. “Pero aquí no
tenemos recursos –decía-. Mira lo que ha pasado en nuestro país y lo
que sucede en el continente. Echamos a andar, pero enseguida viene
una guerra, una dictadura o una catástrofe que lo destruye todo. Y
vuelta a empezar desde el comienzo. En el camino perdemos el poco
desarrollo que estábamos obteniendo. Ahora le está sucediendo a
Egipto, Libia, Costa de Marfi l. Y mientras, algunos gobernantes se
hacen cada vez más ricos. El presente de África es cero. Y el futuro
de África también es cero”. Con esas palabras resonando en mi cabeza
volvimos al campamento. Me tumbé en la hamaca, cuya cuerda
cedió, arrojándome de espaldas al duro cemento. ¿Tenía derecho a
quejarme?
152

SIERRA LEONA, NUDOS DE GARGANTA - FERNANDO ODRIOZOLA EZEITZA
Sherbro, Shenge, Tombo, Kent… los nombres de otras islas y localidades
se fueron sucediendo al ritmo de los llamados de pumui
(hombre blanco). Un barco me dejó en la pequeña playa del norte de
Dublín, la primera de las tres islas que conforman el pequeño archipiélago
de Banana Islands. Plataneros los había, al igual que palmas,
mangos y avocados, pero el nombre le venía de la propia forma de
isla, alargada y curvada como un plátano. El tiempo parecía haberse
detenido. Pero, ¿en qué momento? ¿Cuando los portugueses arribaron
por primera vez a estas costas y la bautizaron Sierra Leona por el
perfi l dentado que mostraba la cordillera de montañas que protegen
la Península?, ¿cuando iniciaron el lucrativo negocio del comercio de
esclavos?, ¿cuando los ingleses patrullaron la zona para combatir el
esclavismo? , ¿o en los tiempos en los que la isla se sobrepobló con
gentes del continente que llegaban aquí como podían huyendo de
la guerra civil? Pequeños faroles que iluminaron las escalinatas del
pequeño puerto o los aledaños de los pozos de agua dulce, cañones
apuntando al horizonte desde el suelo, una campana de hierro, un
cementerio y sendas iglesias conforman parte de sus recuerdos. Y
una vecindad pesquera de unos pocos centenares de personas orgullosas
de su isla.
Tuve tiempo hasta para perderlo. El ambiente invitaba a ello. Al
tercer día cambié de alojamiento a un sencillo hostal orientado a recibir
mochileros y propiedad de un joven viajero griego enamorado
del lugar, buceador profesional y proveedor vespertino de sabrosos
peces que aún coleaban en su arpón antes de pasar por el fogón de la
cena. Con un entusiasmo y energía dignos de admiración dirigía los
trabajos de ampliación y mejora constante de su pequeño refugio de
Robinson: lo mismo un pozo de agua dulce que un inmenso techado
de madera que hasta un muelle protector en la orilla de su parcela
de mar. Para ello tenía a un equipo de carpinteros, madereros y chicos
para todo proveniente del mismo Freetown, con unas espaldas,
bíceps y hombros forjados en duro basalto. Dos de ellos hablaban
y los otros tres gesticulaban con manos y dedos. Me acordé de la
mujer del ferri, pero no era el caso. Tras toda una jornada de acarrear
pesados tablones, golpear rocas de granito y transportar del pozo al
153

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
depósito de ducha galones y galones de agua, uno de ellos me contó
cómo se quedó mudo y sordo a los cuatro años por culpa, achacaba
él, de un hechicero que equivocó remedios y brujería. Por si no fuera
sufi ciente, una enfermedad lo dejó temporalmente inválido. Pero un
tesón fuera de lo común lo puso a caminar grandes distancias en el
interior del país para endurecer aquellas fl ácidas rodillas de su niñez.
Así que las caminatas y penurias de su infancia fueron la mejor
escuela para un futuro en el que se atravesaron los kamajors. Se levantó
el pantalón y se remangó la manga derecha de la camisa para
mostrarme cicatrices de balas y metralla que rebotaron en su cuerpo
gracias a los conjuros previos a los duros combates en la selva. ¿Y
tú comiste carne humana?, le pregunté sin miramientos. No, él sólo
bebía sangre y se bañaba en cenizas.
Por la noche nos invitaron al cumpleaños de un vecino. Casualmente
el generador que hubiera encendido la música se estropeó,
con lo que la fi esta se limitó a saludar al anfi trión, comer arroz con
pollo –todo un lujo- y ver cómo se vaciaban sin cesar bidones con
vino de palma. Siguieron las conversaciones gestuales y las bromas
con los trabajadores sordomudos del hostal sobre quién aguantaba
más ingesta de alcohol. Una dirección fue escrita en un papel: 45
Upper Brook Street, Freetown. La sede del milagro obrado por el
religioso español Chema Caballero, quien a contracorriente de casi
todo el mundo acogió en su seno a niños soldados y los recuperó
para sí mismos y para el país. Ese es el hogar hoy de impedidos físicos
como Ibrahim, George o Patrick, que no cejan en su tremendo
empeño por asirse al presente y labrarse un futuro. Al contarles que
había leído sobre Chema, su padre protector, al que describí gestualmente
con barbas y gafas, sentimos todos un lazo aún mayor. A la
mañana siguiente una fi na lluvia ambientó la tristeza de la despedida.
Las miradas, los gestos y las manos sobre el corazón del otro lo
dijeron todo.
Volví al continente en el mismo barco. Una barracuda mordió el
anzuelo pero no quiso subirse a bordo y acompañar a este único tripulante.
En Kent, me asomé a su playa, la misma que aparece en
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SIERRA LEONA, NUDOS DE GARGANTA - FERNANDO ODRIOZOLA EZEITZA
grandes carteles de carretera por el país con un lema de unión dibujado
en su arena anaranjada: Sierra Leona in peace. Eché a andar
por la carretera buscando una okada que me llevara a las siguientes
playas. Al borde de un hostal que volvía a abrir sus puertas tras un
cierre temporal podía leer un nombre: Sengbeh. El esclavo más famoso
de Sierra Leona, un mendé capturado por portugueses y comprado
en Cuba por esclavistas españoles para ser revendido en la
América sureña que se sublevó en plena travesía caribeña, tomó el
mando de la nave pero fue engañado por su captores y conducido
a Estados Unidos, donde un tribunal dictaminó su libertad tras un
largo proceso jurídico. Junto a los supervivientes de aquella travesía,
y de la mano de los ingleses, Sengbeh volvió libre de cadenas a su
tierra para comprobar que en ese tiempo su familia, cuyo recuerdo le
había alentado su lucha, había sido esclavizada y deportada del país.
“El presente de África es cero. Y el futuro de África también es cero”,
resonó en mis adentros.
El ferri partió a primera hora de la tarde, esta vez para recorrer
el río Sierra Leona a la inversa, de la capital al aeropuerto. La música
atronaba en la sala con aire acondicionado de la primera clase.
Faltando pocos minutos para arrimar a puerto, el volumen bajó. El
muchacho que había estado queriendo vender los cds de las canciones
que escupían los altavoces llamó la atención de los viajeros, se
agachó y subió entre sus brazos a un joven aquejado de enanismo,
quien saludó a los presentes y nos invitó a disfrutar de la performance
inminente. Una música pegadiza llenó el ambiente, mientras él y
otro compañero que no había visto hasta entonces correteaban por
entre el pasillo, calados con gorras de raperos, protagonizando un
play-back que me hizo otro nudo en la garganta. Hasta que sonreí,
porque me ví en un futuro volviendo a este país ya no olvidado en
su presente.
155

156

Retazos
AMAIUR MENDIGUREN
Él sabía que era el último abrazo. Una fi na lluvia comenzaba a
humedecer el fi nal de la tarde.
En Mongolia era verano pero nevaba. Todo era blanco en el amanecer
gélido bajo la lona. Los caballos hundían los hocicos bajo la
blancura buscando el primer alimento del día que, sin duda, se había
conservado fresco. Hubo que sacudir la nieve que cubría las tiendas.
Después de un té caliente en el helado comedor de tela comenzamos
a caminar dejando atrás el recién blanqueado Malchin. Poco a poco
parecía que el paisaje recuperaba el color.
La tarde nos esperaba fría junto al río Tsagaan. Comenzó otra vez
a nevar cuando los caballos nos transportaban a la otra orilla. Primero
fueron unos copos desperdigados, como desorientados, confundidos
por el viento. Luego cayeron en masa, como si de pronto se estuviera
deshilachando una gruesa cortina blanca. Antes de oscurecer
hubo que montar las tiendas al abrigo de una pared, bajo un rústico
techado que, el olor lo denunciaba sin atisbo de duda, había servido
de cobijo a algún rebaño de ovejas. Tremenda noche sólo aliviada
mínimamente por el chupito de vodka.
Despertar con el hedor instalado en las fosas nasales no fue un
momento demasiado feliz. Había nevado mucho y los camelleros
dictaminaron que sus animales no podrían descender la pendiente
que nos esperaba. Así pues, la caminata fue corta ese día, esperando
una mejoría del tiempo para el día siguiente. Llegamos a un lugar
hermoso (ciertamente era difícil llegar a un lugar que no fuera hermoso).
Junto a un riachuelo habían instalado dos o tres yurtas –gers
en Mongolia- para aprovechar la bonanza del verano. Nos acercamos
a una y nos invitaron a entrar. Nos quitamos las botas y nos
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
agachamos para pasar al interior. Nos señalaron las alfombras en el
suelo y nos sentamos. Era la primera yurta que visitábamos (luego
serían muchas) y mirábamos con curiosidad el reducido mobiliario,
los tapices de vivos colores en las paredes, los utensilios de cocina
que colgaban de un palo colocado horizontalmente sobre el fi eltro
casi a la altura del techo. Pero sobre todo mirábamos a la gente que
estaba había dentro. Y la gente nos miraba. Había varios niños y niñas
que nos sonrieron, primero tímidamente y más tarde con más
confi anza, como con ganas de jugar. Las caritas enrojecidas por el
viento y el sol. Una de las niñas era muy rubia, y tenía los ojos muy
azules. Había dos mujeres mayores que tomaban el té en grandes
cuencos, lentamente, levantando los ojos para estudiarnos con la
mirada. Una mujer joven trabajaba sin descanso. Atizaba el fuego
instalado en medio de la yurta, echaba agua en un recipiente, iba a
buscar leche, colocaba los platos, las tazas, ordenaba las ropas. Tenía
una cojera importante, igual que el mayor de sus hijos, y me pareció
injusto que aquella gente que ya vivía una cotidianidad difícil, tuviera
que soportar además condicionantes que añadían mayor dureza
al quehacer diario. Había una mesita junto al fuego que llenaron con
platos de mantequilla, fuentes de queso (un queso extremadamente
duro) y cuencos de té con leche que iban llenando una y otra vez a
medida que los íbamos vaciando. No sé cuántas horas fueron. Fueron
hermosas, al calor de la estufa, alimentada con bostas de yak y
de las sonrisas que, como el té, parecían no agotarse nunca.
Al fi nal de la tarde nos animamos a salir de la yurta. Había dejado
de nevar. Incluso se abrían algunos claros. Acompañado de más
gente y trayendo algunos animales, volvía el hombre de la casa -o
sea, de la yurta-. Se bajó del caballo y el más pequeño de sus hijos
corrió a recibirle.
Cuando pasamos el collado de Tshagan Jerjan también había nieve
pero lucía el sol. El sol era hermoso en Mongolia. El sol es hermoso
en todas partes. Pero el sol era especialmente hermoso en Mongolia.
Eso me pareció. Me pareció hermoso atravesar los interminables valles
bajo el sol. Ver brillar los incontables riachuelos al sol. Tumbarte
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RETAZOS - AMAIUR MENDIGUREN
sobre la hierba, después de un almuerzo de pasta o arroz que sabía
delicioso, cerrar los ojos y sentir el sol. Me pareció un regalo caminar
bajo el sol por los montes, caminar horas sin ver a nadie, escuchando
el silencio, respirando la inmensidad. Donde nada parece tener fi n.
Donde se puede pasar todo el día bordeando un lago y todavía te
queda lago para el día siguiente. A veces algo se movía en la lejanía.
Un caballo se acercaba. Un hombre de aspecto rudo te sonreía amigablemente.
Y te preguntabas desde dónde vendría, cuántas horas
habría cabalgado antes de encontrarnos, cuánto tendría que recorrer
todavía. Porque apenas habíamos encontrado asentamientos en todo
el día. Y eso que era verano. Verano que es cuando se puede vivir en
las montañas. Cuando las gentes dejan sus pueblos y se trasladan
con sus hogares de fi eltro hasta los montes. Cuando el suelo se viste
de verde y el ganado se puede hartar de hierba antes de que se torne
todo blanco. Verano, que es cuando se elaboran los quesos que se dejan
secar al sol, cuando se prepara el aguardiente con leche de yegua.
Cuando las mujeres se despellejan las manos apretando, prensando
la lana que se convertirá en el cálido fi eltro de las vestimentas y las
paredes, con el que intentarán frenar el viento y el frío que llegarán
en breve. Y es que el verano es corto en Mongolia y a fi nales de
agosto ya no quedará nadie en el monte. En algunos lugares ya habían
desmontado las yurtas. Sobre el suelo quedaban las hendiduras
que evidenciaban un hogar concluido, como heridas abiertas que el
viento aun no había llegado a cicatrizar. Junto a las marcas del suelo,
botellas de vodka vacías delataban alguna noche de borrachera. Y
me preguntaba si habría sido una borrachera alegre o triste. Y quién
sabe lo que fue…
El sol era hermoso cuando los arroyos te obligaban a quitarte
las botas para atravesar las aguas tremendamente frías con los pies
desnudos... Era hermoso llegar junto a un río y montar la tienda al
sol del atardecer. Poder bañarte aprovechando los últimos rayos. Un
baño rápido, la temperatura del agua desanimaba cualquier intento
de demora. Luego mirar el cielo que había palidecido y descubrir la
luna... Zuretzat ilargia lapurtuko nuke gauero.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
El viento era poderoso en Mongolia. Poderoso hasta barrer los
arbustos, hasta combar los solitarios abetos junto al lago Khurgan.
Poderoso para llenar la noche de ruidos, para hacer volar tiendas
vacías. Y cuando traía lluvia era como si te azotara. Y te dejaba, además
de mojada, dolorida. Te dejaba humillada. Pero era verano y,
antes o después, encontrabas una yurta. Y sabías que podías entrar.
Y sabías, porque leías en los ojos de la gente, que podías secarte, podías
calentarte. Y te llenaban los cuencos de té y el alma de sonrisas.
Atravesando el valle de Jargant una tarde tres preciosas niñas y
un niño precioso nos acompañaron hasta que acampamos cerca de
sus yurtas. Se quedaron un buen rato con nosotros. Intentábamos
averiguar quién era la mayor, qué edad tenían, si eran hermanos…
La que parecía mayor tenía una expresión ligeramente triste. La que
debía de ser la más pequeña abría unos ojos desmesuradamente
grandes y juguetones en una cara regordeta. Nada conseguimos saber
de edades ni parentescos pero nos divertimos cantando Pintto
Pintto, gure txakurra… ¡Cómo he podido olvidar sus nombres! Yo
que me jacto de mi buena memoria, yo que sostengo que no existe
falta de memoria sino de interés no he sido capaz de recordar sus
nombres. Ni uno solo (me siento realmente culpable por ese olvido).
Las caras sí. Bueno, juego con ventaja, tengo sus fotos. Tendré
que esforzarme, como una penitente arrepentida, hasta poder poner
nombre a esos ojos que me miran desde el papel.
En Khovd había duchas con agua caliente y se dormía en camas
dentro de las yurtas dispuestas a modo de bungalós. Era un pueblo
con una plaza barrida por el viento y un pequeño museo. Era sábado,
y la gente joven tomaba cerveza en un oscuro pero agradable
bar. Cenar en aquellas sólidas mesas de madera, sentados en cómodas
sillas de madera, constituyó un auténtico lujo asiático.
Dejamos Ulan Baatar bajo el control de la imponente fi gura de
Genghis Khan dominando la inmensa plaza de Suhbaatar.
En Dushanbe era septiembre y hacía mucho calor. Me pareció una
ciudad agradable. Me gustó recorrer las amplias avenidas, pasear
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161
RETAZOS - AMAIUR MENDIGUREN
por los jardines donde iban consumiendo la mañana del domingo
los tayikos y las tayikas de coloridos vestidos. El mercado también
merece un rato. Me pareció muy grande. Me llamaron la atención los
puestos que vendían frutos secos. Muchos puestos con una increíble
variedad de frutos secos, dulces de todos los colores, galletas, caramelos.
Más tarde sabría de la importancia de esos productos en la
dieta tayika.
El puente que atraviesa el rio Bartang, cerca de Rushon, se había
caído. No se sabe muy bien cuánto tiempo llevaba caído porque no
se veían muchos restos. Pero se había caído. Y tuvimos que pasar
por encima de aquellas aguas, que a mí se me antojaron velocísimas,
en una especie de tirolina que nos dejó en el inicio del sendero que
se interna en el valle de Gisev. En poco más de dos horas de subida
llegamos a la aldea. Las mujeres del lugar nos prepararon la cena
y luego dispusieron unos edredones sobre las alfombras para que
pasáramos la noche. Por la mañana descubrimos un lago junto a la
aldea, a la sombra de los montes, antes de abandonar aquel remoto
lugar, bajando otra vez al sitio donde, al parecer, algún día hubo un
puente.
Una estrecha carretera construida en la época soviética discurre
junto al río Panj, al sur de Tayikistán. La otra orilla, Afganistán. Durante
muchos kilómetros el agua sirve de frontera entre los dos países.
Afganistán. Sentí la atracción de lo prohibido. Todo el viaje sin
quitar la vista de la otra orilla. Sentí la atracción de lo bello. Pequeñas
aldeas colgadas en las laderas de enormes montañas, aparentemente
inexpugnables montañas. Pequeñas manchas verdes sobre un fondo
ocre-gris de piedra. Minúsculos caminillos trazados a veces sobre
la piedra desnuda, pasos de tablas suspendidas en el vacío, tan frágiles
en apariencia que parecían de cartulina, como el escenario de
un belén. De vez en cuando parábamos frente a un grupo de casitas
y los niños gritaban con vocecitas chillonas y saludaban agitando
los brazos. Más allá aparecían unos burritos que no se sabía si iban
o venían. Un par de mujeres andando, un hombre montado en un
burro. Era un interminable ir y venir de hombres, mujeres, burros

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
y cabras. A veces te esforzabas para averiguar algo más valiéndote
del zoom de la cámara de fotos. Cómo van vestidos, si son jóvenes
o viejos, si las mujeres llevan velo, pañuelo o burka. Incluso estuvimos
esperando un rato para ver cómo se las arreglaba un grupo de
gente y de animales para cruzar una pasarela que se nos antojaba
imposible. Pero los del otro lado de río se detuvieron. No sabemos si
a descansar o a discurrir cómo afrontaban el paso. Y nos quedamos
sin saber cómo lo harían. No podíamos entretenernos más tiempo.
Probablemente ellos de eso, de tiempo, andaban más sobrados.
En algún sitio, no recuerdo exactamente dónde, se incorporó a
nuestro 4x4 un chico joven (debía de ser familiar del guía local).
Aprovechaba el coche para llegar al valle de Bartang a ver a sus padres.
Dormía casi todo el rato pero en los ratos de vigilia, y dado que
hablaba francés, aprovechamos para preguntarle cosas del país. Nos
aclaró que él no era tayiko, él era pamir. Y tenían los pamires una
lengua propia, distinta del tayiko. Me sentí pamir. Se lo expliqué. Lo
entendió perfectamente. Nos reímos y me estrechó la mano.
Encontramos el balneario de Jelondy en un descampado junto a
la carretera. El exterior, un edifi cio de una sola planta, presentaba
mal aspecto. El interior era peor. Una enorme, decadente e inhóspita
recepción, con una raída alfombra que alguna vez había sido roja,
desembocaba en una serie de pasillos donde se ubicaban las habitaciones,
igualmente decadentes e inhóspitas y, además, minúsculas.
Qué decir de los retretes, a los que había que llegar atravesando una
especie de patio mal iluminado. El paseo terminaba en unos cubículos
con tres sucios agujeros alineados donde, a falta de intimidad,
podías encontrar una dubitativa complicidad. Pero el objetivo era la
ducha. Llevábamos varios días sin gozar de tal lujo. Y hacia las duchas
nos encaminamos con ilusión. Las mujeres a las duchas de las
mujeres. A falta de GPS dimos innumerables y, seguramente innecesarias,
vueltas antes de alcanzar el ansiado chorro de agua. Mientras
nos desvestíamos en la estancia contigua, se fue la luz. Tratamos de
alcanzar la ducha guiándonos por el ruido del agua, palpando las
paredes para caminar con cierta seguridad. Agua había sí, pero no
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RETAZOS - AMAIUR MENDIGUREN
podías saber dónde dejabas el jabón, un movimiento impreciso del
brazo terminaba en un cuerpo que no era el tuyo (por supuesto las
duchas eran compartidas). Cuando ya nos secábamos, en el habitáculo
de las mujeres, volvió la luz. Sentada en un banco de madera
donde yacían nuestras ropas, había una mujer. Estaba totalmente
vestida y parecía muy mayor. Miraba descaradamente nuestras
desnudeces y se reía. Comentaba algo con las otras mujeres más
jóvenes a las que parecía acompañar, y se reía. Sin rastro de burla
o menosprecio. Simplemente se divertía. Y terminamos riéndonos
todas. Al fi nal nos despedimos de las nuevas amigas con efusivos
movimientos de brazos. Nunca hubiera sospechado un balneario tan
destartalado ni tan divertido.
Alichur es un pequeño pueblo donde viven gentes kirguises. Los
kirguises representan aproximadamente un 1,5% de la población de
Tayikistán. De origen nómada, se asientan fundamentalmente al este
del país. Son distintos. Tienen las caras más redondas y los ojos más
rasgados. En Alichur encontramos una pequeña mezquita y un cielo
tremendamente azul. También encontramos una casa donde poder
tomar un té.
En Murgab también había kirguises y un mercado muy animado.
Los puestos de venta eran una sucesión de containers alineados a
ambos lados de un pasillo central de tierra. Recuerdo que compramos
pan y latas de sardinas. Los hombres llevaban unos sombreros
blancos con dibujos negros, muy curiosos. Cerca está la frontera china.
A lo largo de muchos kilómetros, unas vallas de madera se clavan
en la tierra para dividir en porciones la meseta del Pamir.
El valle de Bartang se abre paso, como pidiendo permiso, entre
los montes del Pamir. El verde acompaña al río, vigilado constantemente
por las cumbres blancas. Las aldeas, los pequeños pueblos,
brillaban al sol cuando, en la tarde, las mujeres y los hombres trabajaban
en el campo mientras correteaban los niños. Se llenaban los
ojos de luz y de belleza. Dolía. Dolía no entender sus palabras, que
no entendieran las nuestras. Les extrañaba que no habláramos “rusiki”.
Alguna gente joven hablaba un poco de inglés. Las chicas jóve-

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
nes nos contaron que estudiaban en la universidad, en Dushanbe o
en Khorugh, y en verano volvían al pueblo, a la casa de los padres,
para echar una mano en el campo. Seguramente no era el tipo de
vacaciones con las que sueña cualquier estudiante durante el curso.
O, quién sabe, quizás ellos, los pamires, sí. Eso no lo conseguimos
saber. Con otra gente intentábamos hablar otro lenguaje. Exento de
alfabeto, de leyes gramaticales. El que se pronuncia con los gestos y
se acentúa con las miradas, con las sonrisas. Y cuando les decíamos
lo hermoso qué te parecía su país, que su pueblo era muy bonito,
que te gustaba su pañuelo o que era preciosa la niña que llevaba en
brazos, nos alegraba saber, porque la sonrisa de satisfacción que te
devolvían era signifi cativa, que nos habían entendido.
Llegar al lago Karakul me produjo una sensación esperada, una
emoción conocida. El nombre, Karakul, se me había metido dentro
en el pequeño lago chino, muy cerca de la frontera tayika, cinco años
atrás. Y me volvió a estremecer la misma belleza desolada, la misma
bella desolación. La aridez del pueblecito arrastrándose hasta la
orilla del lago. Las niñas y los niños kirguises de caritas redondas.
La pequeña mezquita donde los hombres (sobre todo los hombres)
vestidos con oscuros trajes, entraban y salían tras haber vaciado en
el interior plegarias y desesperanzas. Al otro lado del lago, donde
terminaba el agua, disputándose el horizonte se agolpaban los
montes tocados con sombreros de nieve... En algún sitio, lejos, posiblemente
detrás de alguna nube que nos impedía su visión, debía
esconderse el pico más alto, el Lenin. A medida que la luz del día se
iba consumiendo las aguas del Karakul se tornaban más verdosas.
Se levantaba el viento. Empezaba a hacer frío. A 4.000 metros las noches
resultan siempre frías. Y los cielos bellos. Las estrellas son como
agujas de luz. Muchas, amontonadas, incontables Ez zara zeruko
izar bakarra. Ez zara.
Amaneció sobre la alfombra-cama del destartalado dormitoriocomedor.
La luz se colaba a través de los sucios cristales dejando
ver detrás un cielo blanquecino que después sería azul. Me hubiera
gustado quedarme. No sé hasta cuándo, pero quedarme. Prolongar
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RETAZOS - AMAIUR MENDIGUREN
mi encuentro (tal vez reencuentro) con el lago Karakul. Volver a ver
cómo cambia el color del agua al atardecer. Pasear siguiendo el movimiento
de las espumas que acarician la orilla... Poner las manos a
modo de visera, mientras enfrente se pone el sol, tratando de acertar
el lugar exacto del pico más alto. Volver a sentir el viento en el
atardecer solitario. La fría belleza de la desnudez en el abrazo del
silencio. La emoción del lugar cuyo nombre llevaba dentro desde
hacía cinco años.
Odioso billete de vuelta.
Recordando paisajes, gentes. Regurgitando soles, nieves, vientos.
Rumiando emociones. Añorando sonrisas. Desde la primavera que
asoma en los bosques de Zagoria. En esta Grecia un poco inaccesible.
Ausente de columnas dóricas y altares de Zeus. Donde el sol nunca
calentó sufi ciente para el gusto de los dioses. Sin rastro de Edipo ni
de Menelao. Donde no te imaginas a Hécuba vestida con hermosos
peplos. Sólo montes, ríos, bosques de pinos y robles, pequeños pueblos
salpicando de gris el verde. Viejos puentes, también de piedra
gris, mirándose en las aguas. La garganta de Vikos, la más profunda
del mundo. Según sus habitantes, que no escatiman paneles ni alfabetos,
desde 1997 está anotada en el libro Guinness de los records.
Al margen de estos reclamos, dudosamente trascendentes, hay que
reconocer que es bella. A los escasos y pequeños monasterios de la
zona se accede caminando por senderos, sorteando riachuelos. Están
cerrados pero la visión merece la pena. En una de las pocas tabernas
que están abiertas en esta época del año, hombres de edades diversas
comparten mesa y bebida, echando los humos frente al televisor
encendido. Un ligero olor a carne asada envuelve la estancia.
Al fi nal de una estrecha y rota carretera, después de quince vertiginosas
curvas en ascensión está Mikro Papingo. Pegada a los montes,
bajo la mirada del más alto, el Astraka. Desde el último peldaño,
en lo más alto del pueblo puedo contemplar, abajo, la encantadora
iglesita de Taxiarches. Llueve suavemente al fi nal de la tarde. Una
fi na lluvia humedece la discreta primavera cerca de la frontera albanesa.
La misma fi na lluvia que quiso acompañar al abrazo que, él
sabia, era el último.

166

Vida cotidiana
en un reparto de
Ciudad de La Habana
ANA ELORZA
La cara de Alejandrito es un poema. Rosa, la abuela, trata de
distraerlo tatareándole una canción infantil cubana, mientras
Yusi, su madre, le viste un peto, al mismo tiempo que le sopla las
manos para aliviarle el picor. Pero el niño, de apenas tres años, hace
muecas de enfado y acaba pataleando, incapaz de olvidar que lo que
quiere es rascarse frenéticamente los granos.
Una vecina con un turbante a lo Omara Portuondo se asoma a
la casa, dando los buenos días. Aquí las puertas sólo se cierran de
noche. “¿Funcionó el ungüento?”, pregunta. La abuela niega con la
cabeza. El último remedio vecinal, un emplasto con hierbas, tampoco
ha funcionado.
El niño lleva con el sarpullido varias semanas. “¿Tanto tiempo?”,
pregunto extrañada. Ellos no ven nada anormal. Parece un problema
de piel leve, fácilmente diagnosticable por un pediatra o un dermatólogo
y de fácil solución con la pomada adecuada, pero eso aquí, en
Cuba, es casi imposible de conseguir.
“Ya hemos visitado dos médicos, uno cerca de esta cuadra y otro
en Marianao”, me dice Yusi, pero ni oír hablar de ninguna pomada.
La industria farmacéutica hace escaso negocio en la isla. El cubano
carece de los genéricos más cotidianos: paracetamol, ibuprofeno…
Ni se imagina que existan. Aquí, los dolores de cabeza o las infec-
167

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
ciones de muelas se pasan a pelo. O con algo de fi toterapia, o con un
trago de alcohol. Estamos en un barrio en las afueras de La Habana,
en una urbanización de edifi cios obreros de cuatro plantas, con una
construcción ordenada y en bastante buenas condiciones, pero con
sus aceras algo destartaladas y las carreteras vecinales embarradas
por las últimas lluvias.
Me sorprende que se alabe tanto el sistema médico cubano, cuando
luego los mínimos trastornos de salud se convierten en penosas
incomodidades, donde se aúnan dolor y altas dosis de paciencia y
que se tratan de resolver recurriendo a rogativas santeras, cocimientos
de hierbas, o, incluso, peregrinajes. Rosa, la abuela, no pone en
duda las buenaventuras del sistema sanitario. Fíjate que este mes
llegan a La Habana los venezolanos . Se refi ere a grupos de pacientes
pobres venezolanos que son enviados asiduamente a Cuba para
realizarse intervenciones, sobre todo oftalmológicas. Si nuestro sistema
no fuera bueno, no vendrían .
Francisco, el abuelo, llega a casa con una fruta bomba (papaya).
No es el abuelo directo del niño, pero sí la pareja de hecho de Rosa
y a todos los efectos el cabeza de familia en aquella vivienda que
comparten tres generaciones. Es un hombre alto, de pelo canoso, y
pocas palabras y una fi gura de autoridad en el barrio, según he podido
comprobar. Por eso nos ha podido alojar en su casa, aunque esté
prohibido invitar a extranjeros. A pesar del respeto que le tienen los
vecinos, no deja de parecerme una actitud bastante valiente, teniendo
en cuenta que hay un vigilante del CDR en cada cuadra y que en
el ambiente se acaba respirando una paranoia tipo Gran Hermano.
Francisco mira al niño quejoso y pregunta por el carro. Es el coche
de alquiler que hemos contratado, un Peugeot 306 rojo aparcado
entre un viejo Lada soviético a tres colores y varias bicis oxidadas.
Es un coche exclusivo para turistas y en ese entorno se ve bastante
ostentoso, la verdad. Me pide acercarlos a San Lázaro con el niño.
Más bien me invita a hacerlo. Cómo decirle que no. Acordamos ir al
día siguiente, temprano.
168

VIDA COTIDIANA EN UN REPARTO DE CIUDAD DE LA HABANA - ANA ELORZA
La mañana, calurosa y húmeda, de aparente calma chicha, la
pasamos en el barrio. La abuela de Alejandrito que es una cocinera
excelente me explica cómo prepara los chícharos, una especie de garbanzos
pequeños, con carne de puerco. Me pide que limpie el arroz.
Ya han cortado el agua, como casi todos los días. En el patio han
guardado unos recipientes de plástico, como aljibes, en los que ayer
por la noche recogieron agua durante las horas que se restableció el
servicio. Están habituados a los cortes de agua y luz. En ocasiones,
han llegado a perder los alimentos que tenían en el frigorífi co. Mejor
no coger lucha , me dicen. Parece que lo tienen asumido, es la rutina
diaria.
Ayudo a Yusi en las tareas de casa. Hoy toca algo de colada, el detergente
que usan es malísimo, limpia mejor el champú que he traído.
Nunca es tarde para aprender a frotar: sábanas, camisetas, vaqueros.
No necesito gimnasio ni mancuernas, voy a modelar una musculatura
ligera estupenda. Los hombres de la casa no asoman a la cocina y al
patio más que para preparar café o tender o descolgar alguna prenda
propia. El grueso de las faenas del hogar es potestad de las mujeres.
En eso estamos parecidas. Eso sí, observo que a diario los jóvenes se
limpian cada uno su ropa interior, blumer o calzoncillo.
Francisco se ha sentado en la entrada que hace las veces de recibidor,
salón-comedor y parque de juegos del niño. En ninguna casa
cubana falta el televisor, uno o dos, normalmente aparatos grandes.
A Francisco le encanta el cine y se ríe junto a Alejandrito, que ahora
está más sereno del picor, de una escena de una película de acción.
Ven series y películas norteamericanas, saltándose cualquier precepto
o propaganda antiimperialista. A Francisco le surte un joven
repartidor que trabaja con discreción. Un videoclub-man personal
y a domicilio, una especie de chico Avón de las películas, que visita
las casas de sus clientes una o dos veces por semana. Lo conocí ayer
por la noche. Joven y ligeramente estirado, llegó vestido de lo más
sobrio y con un maletín negro. Traía las últimas novedades en dvd.
Sin esconderse, pero sí con cierto sigilo, dialogó con Francisco. El
abuelo eligió dos títulos y le pagó con unas monedas.
169

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Rosa ha puesto la aún brillante olla arrocera china en el fuego.
Me apunto en la lista mental que la próxima vez les traiga un surtido
de estropajos, porque la he visto limpiar con una especie de paño de
cocina delgado que no creo que sea precisamente mágico. Hace unos
pocos meses el propio Fidel alentó a todas las cubanas a comprar
a módico precio estas modernas ollas arroceras con las que había
colaborado el gobierno chino. Fidel las ensalzó porque dijo que supondrían
un considerable ahorro energético de gas. Yusi me cuenta
que en una de sus habituales intervenciones televisadas, esta vez
alabando las virtudes de la nueva cazuela, el comandante les descubrió
a las cubanas la enorme ventaja que suponía poner los frijoles en
remojo desde la víspera. Como si no lo supieran. Me lo dice riéndose
entre dientes.
Los jóvenes como Yusi no nombran a Fidel. Hacen un discreto
gesto, como si se mesaran una barba invisible de chivo, para referirse
a él. Me cuenta el último chiste. En 2003 se creó el Club de los 120,
como homenaje a las personas centenarias de la isla, de los que parece
que hay una cantidad destacable en la isla. Los cubanos homenajean
a sus centenarios y aplauden la iniciativa, ahora bien, desean
que Fidel no ingrese en él.
Ni Rosa ni Francisco utilizan la mímica. Lo llaman Fidel o el Comandante
y hablan de él con bastante respeto, cuando no con admiración.
Los jóvenes no creen en el revolucionario, más bien lo detestan,
porque están convencidos de que mientras ellos pasan penurias
el viejo y su familia viven a cuerpo de rey. De todas maneras, son
pocos los que se atreven a hablar mal abiertamente del dinosaurio.
El pueblo cubano tiene bastante adormecido el espíritu rebelde.
Nelson, un vecino que es santero, entra sudoroso a la casa. “Vigilad
el carro de las gallegas (las gallegas somos nosotras), los críos
casi resuelven con el tapacubos”. Lo que me faltaba. Francisco me
dice que no me preocupe. Se levanta del butacón y se asoma a la
ventana, yo junto a él. Cuatro hombres mayores juegan al dominó
en una mesa camilla. Se saludan. Les hace un gesto con el brazo y
señala el relumbrante coche para que estén al tanto. “¡Cómo no! Yo
170

VIDA COTIDIANA EN UN REPARTO DE CIUDAD DE LA HABANA - ANA ELORZA
me ocupo”, le dice el más viejo mientras le da un lametón al habano
y me mira con desparpajo y sonrisa seductora.
Al mediodía llega a comer Alejandro padre, también sudoroso. El
niño olvida el picor de las manos y corre patizambo a abrazar una
pierna de su padre. Adecuándonos al espacio, comemos en dos turnos.,
Después, mientras padre e hijo echan una pequeña siesta, Yusi
aprovecha para hacer unos mandados y me invita a que la acompañe.
Coge un pomo (botella) y una jaba (bolsa)”.
Primero, vamos a por yogur. Tres cuadras de frente, dos a la izquierda.
Otro edifi cio igual. Subimos dos plantas. Yusi entra a la casa
con la botella. Elaboración casera y artesanal y comercio vecinal. Yo
espero en el descansillo. Bajan unos niños saltando las escaleras de
tres en tres. Una vecina se asoma al hueco de la escalera y grita a
pleno pulmón: ¡Yusleidis! ¿Dónde están las tijeras para la manicure
(pronunciado manikiur)?” Va vestida de calle, con una falda ceñida
y una camiseta, y lleva rulos y una redecilla, la sombra de ojos es
azul plomo, vibrante e intensa y extendida con generosidad. Yo, que
tengo fama de presumida, parezco una austera monja de clausura
comparada con estas mujeres.
La mujer pasa a mi lado y me mira con descaro. Me observa de
arriba abajo, desde el color de pelo al calzado. Como me tiene un
poco acogotada, la saludo y sonrío, para romper un poco el hielo.
“¡Qué cómica!” me dice, altiva, y se hincha como un pavo real y pasea
por el descansillo. No me quita ojo. Mira y remira un pañuelo
grande que llevo, rojo y naranja, que lo mismo uso de foulard que de
pareo. Lo mira, yo diría, que con lascivia. Se ve que es lo que más le
ha gustado de mi atuendo ¡Qué lindooooo!, me dice fi nalmente con
voz melosísima y poniendo cara de gata ante plato de leche. Gracias,
le contesto.
-Y tú tendrás tantas telas bonitas como ésta
-No creas– contesto.
-¿Por qué no me regalas ésta para mi hija?
171

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Me río y le contesto que no con la cabeza y antes de que me empiece
a contar historias tristes que me harán sentirme culpable, miro
para otro lado.
Parece que me ha leído el pensamiento y se vuelve a asomar al
hueco y algo enfadada grita de nuevo a su hija: “¡Yusleidis! ¿Qué tú
te crees? ¿Que tengo toda la tarde para esperarte?”
Yusi sale por fi n con el yogur para Alejandrito, la cosa está mala
y sólo ha conseguido media botella. Cuando volvemos a la casa,
pasamos por el cobertizo que tienen como almacén. Imagino que
guardan las bicis, muebles… De pronto entramos en una especie de
compacta mini granja de animales y entiendo porqué de madrugada
me había parecido oír cacarear. Tienen un gallo y varias gallinas. Y la
joya de la corona: un cerdo, que nos recibe chillando. Yusi sube a la
parte de arriba y recoge los huevos que han puesto las gallinas. Me
ve bastante urbanitas y me dice riendo que no me arrime demasiado
a las paredes. Entiendo lo del palo del gallinero.
En casa, como hace bastante calor y el ventilador eléctrico de pie
no funciona, la familia se ha echado a descansar después de comer.
Nosotras, las gallegas, cogemos el coche y un plano de La Habana
y aprovechamos para entregar los paquetes que llevamos para los
familiares de amigos y conocidos. Ropa, libros, medicinas o dinero.
En todas las casas nos reciben con hospitalidad y alegría, aunque
algunos, por orgullo, la disimulan y nos obsequian con café, plátano
frito o agua, conversación inteligente o música a todo volumen. Tratamos
de que nos vean como a iguales, pero es imposible. Rezumamos
sociedad del bienestar por todos los poros, aunque para nada
haya sido nuestra intención, pero olemos a gel o champú, llevamos
unas gafas de sol de óptica, reloj de pulsera...
Con una sensación agridulce enfi lamos hacia La Habana Vieja y
ejercemos de turistas. Subimos por Obispo, paseamos por las callejuelas,
muchas están siendo remodeladas, y nos tomamos un par de
cervezas Bucanero en la hermosa plaza de La Catedral.
172

VIDA COTIDIANA EN UN REPARTO DE CIUDAD DE LA HABANA - ANA ELORZA
Me pregunto cómo será la visita a San Lázaro y me entero de
que es un lugar de peregrinaje habitual. Está en el santuario de El
Rincón, a unos 30 kilómetros de La Habana y los fi eles le atribuyen
notables poderes curativos, sobre todo relacionados con problemas
de la piel.
Cuando regresamos a casa, ya casi ha oscurecido y nos dicen que
están a punto de cortar la luz. Sacan unas velas blancas que a primera
vista son iguales a las que conozco. Pero no, estas velas además de
resultarles caras, se consumen en tiempo record. Nunca he visto una
cosa igual. Observo estupefacta que la vela se quema casi a la misma
velocidad que prende la mecha. Dura 15 ó 20 minutos, como mucho.
Anoto en la lista mental, junto a medicamentos y estropajos, traer un
puñado de velas de duración no exprés.
Por la mañana nos levantamos temprano. Ya me estoy acostumbrando
a la irremediable ducha con cubo. Lo del uso del periódico
Granma como papel higiénico lo llevo peor, y como extravagancia
personal pero necesaria me he agenciado un rollo de papel a precio
de oro. Para no tener remordimientos aprovecho para leer las noticias
ofi ciales en el baño.
Cuando bajo al coche me encuentro con la primera sorpresa. Al
lado del Peugeot, esperan seis peregrinos adultos, más el niño. Demasiada
gente para un solo vehículo, pero nadie quiere perderse la
excursión. Pienso en dejarles el coche, pero salta a la vista que es un
coche para extranjeros y bajo pena de multa ningún cubano lo puede
llevar. No me queda más remedio que conducirlo y arriesgarme a
que me multen por llevar más de cinco personas, pero Francisco me
dice que no habrá problema. En fi n, él sabrá. Yo aún no tengo ni una
pizca de experiencia en realidad cubana. “Confío en usted”, le digo,
y partimos sin más contratiempos hacia El Rincón, a encomendarnos
a San Lázaro.
173

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
ANA ELORZA [DONOSTIA, 1966] ES LICENCIADA EN FILOLOGÍA Y DOCUMENTA-
LISTA Y APASIONADA DE LA LITERATURA, LA ESCRITURA Y LOS VIAJES. EN EL AÑO 2005,
JUNTO A UNA AMIGA, TUVO LA OPORTUNIDAD DE HACER UNA SERIE DE VIAJES A CUBA,
PAÍS QUE AMBAS YA HABÍAN CONOCÍDO EN LA DÉCADA DE LOS NOVENTA, AL COMIENZO
DEL PERIODO ESPECIAL. A PESAR DE LAS SENSACIONES AGRIDULCES Y DE LAS VIVEN-
CIAS DISFRUTADAS Y PADECIDAS, AGRADECEN LA OPORTUNIDAD IMPAGABLE QUE SE LES
BRINDÓ DE TRANSITAR POR LA AUTÉNTICA Y CRUDA REALIDAD CUBANA, TAN ALEJADA
Y EXTRAÑA A LO QUE MUESTRAN LOS FOLLETOS TURÍSTICOS.
174

Argiaren hiriko
ilunbean
KOLDO LENIZ ORTUONDO
Benaresen azken arnasa ematen duen zoriontsuaren arima,
Karma-ren legearen uztarpetik libre geratzen da, aske sekula
eta betiko, kosmosarekin bat eginez.
-----------------
“Una experiencia inolvidable visitar Manikarnika durante la noche, el
gath de las cremaciones blablabla...”, irakurri nuen pare bat ordu lehenago
sinplekeriaz beteriko turismo-gida burujale madarikatu hartan.
Uholdearen erdian, sutzarrek euri-jasaren eraginetik at ziruditen.
Erregaiaren “bikaintasunagatik” ote zen? Dom-ek, makila luzeak
erabiliz, menderen-mendetan lortutako eskarmetuaren trebeziaz
gobernatzen zituzten subanbadak. Ke umel hark, sudurzuloetan lekedatzen
zidan haragi-erre eta gorpuetako urin irakinen kiratsa nire
azken sakonera sartu arte, erabateko higuin eta nazka sorraraziz.
Garezurraren kraskadarekin batera itzali ziren argiak. Arima
erraturen bat ote zen hilotzetik aske geratu zen inguma hura? Mentura
hutsa zen haraindiko seinalea zirudien gertakizun hura. Orain
badakit, baina, une hartan infernuko deabru guztietan eta ilunbetako
superstizio guztietan sinesteko prest nengoela.
Potxingoan sakonago sartzea suposatu bazuen ere, itzalaldiarekin
batera pausua atzera botatzea berezko erreakzioa izan zen. Orkatila
inguruan kiribildu zitzaidana sugea ez bazen, sugea zirudien.
Kontrolik gabe, buruak gorputzaren atal bakoitzari norabide ezber-
175

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
din baterantz hanka egiteko agindu zion: aldiberean lau puntu kardinaletara
egindako jauzi kaotikoa izan zen.
Ahuspez putzuaren erdian, alarauka hasia nintzen Orko haiek
inguratu nindutenean. Laguntzera etorriak ziren, noski, baina ni ez
nengoen milikeriak ederresteko tenorean.
Ihes egitea besterik ez nuen gogoan. Txondorren suaren argitan,
txerren haien aurpegi groteskoak, txantxo mehatxatzaileak bailiran,
Tolkienek asmatutako mundu beltzetara zeramaten nire irudimena.
Aurrean nituenak zakarki bultzatuz, kalezulo batetik sartu nintzen
arrapaladan Sauronen erreinutik iheska. Montzoiaren ataska guztiak
zabalik ziruditen une berean, Benares-ko labirinto hartan gauez
sartzea adimenaren kontrako erabakia zela antzemateko, libre behar
duzu egon beldurraren eldarniotik. Ez zen nire kasua.
Noraezean nenbilen karkabatik karkabara galmendi ilun hartan;
hasierako garrasiak orro bihurtu ziren uraren nibela, gera gabe, orkatiletatik
gora, belaunetatik gora, infernuko txaramela baino bihurriago,
gerrialdera iritsi zitzaidanean. Ur-jauzi amaigabeak estoldak
butxatu zituen bere barneko salda fekala gomintatuz. Kaleak, itsasoratzeko
pasagunerik gabeko ubide bihurtu zituen, ni goitik behera
lokaztuta, erdian harrapatuz. Orduan ikusi nuen, oinaztuaren argitan
ikusi ere, gizon haren silueta. Trumoiari burrunbatzeko astirik
emon gabe bereganantz jo eta laguntza erreguka besarkatu nuen.
Bigarren tximistak argitu gintuenean, beldarrez zulatuta zirudien
aurpegi hartan marrazten hasia zen irribarreari osatzeko astia eman
orduko, trenputxartuta eroria nengoen dzanga batean gorotz zirinez
gainezka zegoen urtegi haretan. Heriotzarekin berarekin egin ote
nuen ba topo!
Begiak zabaldu nituenean aurpegi bera ikusi nuen aurrez-aurre,
oraingo honetan bonbila goibel baten argipean. Charpoy batetan
etzanda, ohial garbi batez bilduta nengoen. Intsentsuaren usain
goxoak kaleko kiratsa ahanztarazi zidan. Lehiotik zetorren euri zaparradaren
hots beldurgarriak obaubaren musika zirudien orain. Eskuetan
zekarren tchai beroa luzatu zidanean begietara zuzenean be-
176

ARGIAREN HIRIKO ILUNBEAN - KOLDO LENIZ ORTUONDO
hatzera ausartu nintzen lehenengoz, eskertsu behatu ere. Te-az gain,
irriño bat eskaini zidan. Orain, mustupila hura ez zitzaidan begitandu
lehentxoago iruditu zitzaidan Lovecraften izaki likatsu horietako
baten aurpegia. Sudurra eta betazalak jan zizkion gaitzak, ezin izan
zion begiradaren samurtasuna eta musuko onberatasuna xurgatu.
Lepra gaixotasun arrunta da oraindino Indian. Lepradunak madarikatuak
badira, are gehiago legenduna ukiezinen kasta-bakoa denean.
Dom-ek, hinduen gorpuak erretzeari emandakoak, hildakoen
kaskezurrak hautsiz, berraragipen-gurpilera itzultzera bideratzen
dituzte defuntuen arima galduak. Lan ez-purua, ez-puruen artean.
Shital Chaudhary dom-a, ukiezin legenarduna, gauerdi hartaz
gero, nire lagun mina izango zen aurrerantzean 1998. urtekoko
gau izartsu batean, sua ta kea, eresiak ta mantrak, garezurraren
artesietatik merezia zuen Moksha-ren bila alde egin zuen arte,
betirako askatasuna lortuz.
Sarritan bueltatu naiz Manikarnikara gau hartaz gero, batzuetan
Shitalen eskutik eta bera faltatu izan zaidanean, bakarrik. Dom –
ek gogoraezinezko garaietan legez, bere azkenbako betebeharrean
diraute. Aurreustezko lenteak kendutakoan hauteman dut lehen
bisitaldi hartako ekintza ankerra, urrikalmenduz beteriko jarduera
ezinbestekoa besterik ez dela.
Orduko gaiztokia, atsegindegi bilakatu zait. Pasarte beldurgarritzat
nuena, aurreiritziz betetako bidazti arrotz eta xalo baten begitazio
tentela bihurtu da.
Daniovad, Shital!
177

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
KOLDO LENIZ ORTUONDO. 1963AN GERNIKAN JAIOTAKO LEKEITIARRA. EUS-
KAL TELEBISTAKO LANGILEA. ARTEAREN HISTORIAN LIZENZIATUA. INDIAR ARTEA IKA-
SI NUENEAN SARTU ZITZAIDAN INDIAREKIKO JAKIN-MINA ETA ONIRITZIA. INDIARA
EGINDAKO LEHEN BIDAIA 1988AN IZAN ZEN; ORDUZ GEROZTIK SARRITAN EGON NAIZ.
ETBRENTZAT HAINBAT DOKUMENTAL EGIN DITUT INDIAN BESTEAK BESTE “DR. LI-
VINGSTONE, SUPONGO” ETA “MUNDO.HOY” PROGRAMETARAKO. 2004KO TSUNA-
MIAK ANDAMAN ETA NIKOBAR UHARTEDIAN IZAN ZUEN ERAGINA ERAKUSTEN ZUEN
ERREPORTAIA BAT EGIN NUEN ( “PARADISU ZAURITUA” ). AZKEN BIDAIA 2009AN
EGIN NUEN, NIRE 13 ETA 10 URTEKO BI SEMEALABEKIN; BIDAIAREN ERREPORTAIA BAT
BURUTU GENUEN ETBRAKO ( “NAMASKAR! ABENTURA BATEN KRONIKA” ); BERE
GIDOIA HAURREN IDATZI, IRITZI ETA IKUSPUNTUETAN OINARRITUTA DAGO.
178

El viajero circular
LUR SOTUELA ELORRIAGA
El horizonte se quebraba en ocres y rojos, revistiendo el paisaje
de una claridad tenue en la que se descubría, dormidas todavía,
las dimensiones inciertas de la realidad. Las formas del viaje
cobraban, ahora que el amanecer despertaba, la precisión de su contorno,
la exactitud de sus razones.
El tren incansable había cruzado la noche en una danza enloquecida
de paradas y movimientos oscuros y secretos que habían
impedido que el sueño se adueñara por completo de mi descanso.
Casi despierto, observaba con atención cómo la aurora se deslizaba
impaciente por las sombras y me mostraba las extensiones íntimas
de la región. Creo que esos momentos son insuperables. Siempre he
amado viajar en ferrocarril. Transitar por los caminos de hierro que
el hombre ha dibujado con habilidad por la naturaleza. Ha sido a
lo largo de toda mi extensa vida el modo preferido de realizar mis
traslados. Existir es una experiencia compleja, y cuando crees haber
visto y conocido todo lo que la vida te puede ofrecer, como era mi
caso, ya que en más de setenta años recorriendo los continentes con
las más variadas intenciones y compañías, desde el turista accidental
hasta el explorador avezado, llega un momento en el que la vida va
y te sorprende, y busca en tu perplejidad los motivos para que sigas
expectante. En realidad, es un regalo para que sepas disfrutarla, para
que comprendas tu pequeñez y las limitaciones que acarrea; pero,
sobre todo, para que te agarres fuerte a ti mismo y no dejes pasar en
vano ni un solo instante de tu vida ni el misterioso sentido que de
cada uno de ellos se desprende y puedes alcanzar.
Mi compartimento había permanecido vacío durante todo el recorrido,
y no había recibido en mitad de la noche ningún intempestivo
179

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
acompañante. Eliminemos de mi narración lo irrelevante, y avancemos
hasta el momento en el que el tren se detuvo en una polvorienta
estación de paso, en medio de ninguna parte y prácticamente sin
vida. Por curiosidad asomé la cabeza para observar el aspecto del
andén, y con sorpresa observé cómo un extraño personaje, el único
habitante de aquella estación, esperaba con tranquilidad la completa
detención del convoy. Su actitud y apariencia se hicieron dignas
de una detallada inspección mientras el tren se detenía lentamente.
Dos maletas de cuero gastado escoltaban su pequeña y abombada
constitución. Cargaba con numerosos bultos de diferentes tamaños
y formas. Casi de mi misma edad, vestía un traje caqui adornado
con todos los detalles de la gran ciudad, hasta un broche más grande
de lo aconsejable que destacaba como una estrella en el fondo de un
pozo, fl otaba absurdo colgando de su ojal. Sus facciones gruesas y
afables denotaban determinación, y en mi interior deseé que se sentara
en mi compartimento para poder conocer más a fondo a aquel
curioso caballero.
La casualidad es un elemento muy poderoso, y mis deseos se
cumplieron. Tres minutos después, cuando el tren reemprendía de
nuevo la marcha, aquel hombre entró con torpeza en el cubículo en
el que yo me encontraba. Se presentó con un educado buenos días,
que pronunció con una divertida voz afl autada, y comenzó la compleja
organización de sus maletas y bultos, tarea que se dilató por
unos minutos, hasta que logro sentarse en el sillón que estaba frente
a mí y se secó el sudor que el esfuerzo y el calor de aquella hora
de la mañana le había producido con serena lentitud. Tras unos instantes
de adaptación al movimiento y al entorno, el personaje me
miró con unos profundos y puros ojos azules desde la trinchera de
sus densas gafas. No puedo relatar aquí detalladamente todo lo que
hablamos en las siguientes tres horas, pero sí proyectar sobre estas
hojas un resumen, la síntesis de una vida y, sobre todo, de una manera
de vivir, que aquel hombre, aquel viajero casual me transmitió.
Trataré de mostrar con veracidad el diálogo que se estableció entre
nosotros. Nuestra transcendental conversación se inició de manera
cortés, como corresponde a dos viajeros que intercambian opiniones.
180

-Buenos días de nuevo, caballero.
181
EL VIAJERO CIRCULAR - LUR SOTUELA ELORRIAGA
-Buenos días -respondí animadamente, al notarle hombre de gustos
semejantes a los míos carraspeando antes de continuar-. Disculpe
la pregunta, que le hago sin ánimo de molestarle, y meramente por
curiosidad: ¿qué hacía un hombre como usted en una estación tan
alejada y extraña? Desde luego, no es un destino hermoso o de interés.
Me miró perplejo, como si no entendiera mis palabras y respondió
con aquella voz tan indefi nible como aguda.
-Mi estimado señor, a mí me resultan indiferentes el interés o belleza
que por alguna norma social o canon estético se le otorga a
algún lugar del mundo en especial. Caballero, como le digo, completamente
indiferente, repitió mirando fi jamente por la ventana.
-No me diga usted que considera que sólo los cánones o determinados
componentes históricos o sociales convierten un lugar en un
emplazamiento especial...
-Caballero-, comentó interrumpiéndome y todavía hipnotizado
por el paisaje-, como ya le he dicho, me es indiferente. Todos los
rincones de este mundo, absolutamente todos, tienen, sin lugar a dudas,
la belleza o el interés necesarios para ser visitados, o por explicarlo
de una manera más pragmática: para que se transite por ellos,
y podamos conocer sus secretos.
-Caballero, perdone la intrusión, pero no llego a comprender.
Créame que soy un hombre viajado; y que viajar es uno de mis grandes
pasiones, pero no lo entiendo.
-Tal vez si le cuento brevemente mi historia, pueda entender lo
que trato de explicarle. Es un relato sencillo, como son fi nalmente
todas las cosas, todas las vidas, todos los lugares.
Soy hijo único de una familia acomodada, y como a tal se me
educó. Mi niñez y juventud fueron tranquilas y seguras. Mi afi ción
por las matemáticas hizo que de joven me encargara de las fi nanzas
y cuentas de las empresas familiares, dedicando mi tiempo y mi
esfuerzo al estudio de los números y de sus múltiples relaciones.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Durante cuarenta y cinco años llevé una vida anodina y frugal -no
he sido hombre de excesos-, y mis únicas pasiones se repartían entre
los números y la lectura de libros de viaje. Centelleaban en mi mente
los lugares descritos, los paisajes inmensos y los detalles más insignifi
cantes de mis lecturas me producían un placer inconmensurable.
Nunca había salido de viaje, ni siquiera en verano, y quizás esa dicotomía,
entre mi realidad y mis sueños, fue la que produjo la chispa
que luego generaría el fogonazo. La idea que me convertiría en
un auténtico vagabundo, que cruza el mundo, recorriendo y dando
vueltas a este planeta como un loco, una y otra vez, hasta no saber
cuántas veces he rodeado esta esfera, dijo con tono cansado, antes de
que le interrumpiera.
-¡Cómo! La vuelta al mundo es mucho viaje -exclamé ante la confesión
de aquel hombre.
-La refl exión que me generó este deseo irrefrenable de viajar
es clara y matemática. Si todos los números forman un todo y son
igual de importantes para generar ese concepto, todos los lugares
del mundo deberían ser idénticamente esenciales para concebir la
totalidad de un planeta. Esta comprensión originó en mí un proceso
imparable que me llevó a vender todas mis pertenencias, empresas
y viviendas, y a comenzar un viaje el día que cumplí 45 años. Hoy
es mi cumpleaños, y hago 68, y la circular travesía sin fi n continúa.
Todas las calles, todos las esquinas, todos los árboles, cada átomo
de esta tierra tiene importancia para mí, y mi ofi cio desde hace 23
años es recorrer la totalidad del mundo buscando conocer ese todo.
Mi fortuna, convenientemente administrada, me permite vivir con
holgura y desplazarme cómodamente a lo largo de la Tierra. No me
detengo, no duermo nunca más de un día en un mismo lugar. Avión,
barco, elefante, tren, coche, en cualquier medio de transporte que
imagine, El viaje es imparable.
-Pero el mundo es muy grande. No tendrá tiempo -comenté estupefacto.
-No lograré visitar todos los rincones antes de morir, pero esta ór-
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EL VIAJERO CIRCULAR - LUR SOTUELA ELORRIAGA
bita incansable no será inútil, y lograré por medio de esta tarea conocer
gran parte de este globo, en medio del espacio al que llamamos
hogar posiblemente más que ningún otro ser humano antes. Y eso es
sufi ciente. El hecho de intentar la comprensión quizás sea sufi ciente.
En ese momento llegamos a una estación, y en menos de dos minutos
había abandonado el tren con todos sus bártulos, y me encontré
encaramado en la ventana, hablando con aquel hombre que
miraba atentamente el andén como si fuera un científi co frente a una
compleja revelación.
-¿A dónde irá? ¿Hacia dónde se dirige? ¿Dónde...? -le pregunté
ansioso. Me respondió con unas palabras que todavía hoy, después
de muchos años, retumban intensas en el fondo de mi mente.
-El destino es indiferente. Lo importante es el viaje.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
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El paria del Amazonas
MARIA ESTHER GILIO
San Pablo no es una ciudad para claustrofóbicos. El pensamiento
de que es posible atravesarla en todas direcciones sin
encontrar el mar es capaz de deformarla a los ojos de un obsesionado
de esta especie. Por eso no hablo de San Pablo, ya que San Pablo sólo
sirvió para hacer más urgente mi deseo de la isla, que había nacido
con el cuento de Cortázar. No sería en el Egeo, tan dibujada, concreta,
gris y negra, de arena y roca. Pero sí verde y brillante, en medio de
un mar verde y brillante. Una isla que también, vista desde el cielo,
pudiera servir para un cuento de ciencia fi cción, pero que de pie sobre
ella tuviera bananeros, mangueras, isleños calmosos, mosquitos
diligentes, diluvios momentáneos y el sol que cualquier isla tropical
merece.
Pero ahora no se trataba de un cuento, y para llegar a ella había
que tomar un ómnibus que demoraba cinco horas en avistar el mar,
que se llenaba hasta los topes, y que esta vez hizo el descenso por el
camino de montaña que conduce a la costa al ritmo de la música que
transmitía una estación de San Pablo.
A mi lado, un sacerdote leía. A veces los lentes, faltos de una patilla,
iban a dar sobre su libro. A veces sobre el piso. Entonces decía
“dispense”, se los acomodaba, y seguía leyendo.
La radio anunció “A Banda”. Era la marcha que el día anterior había
sacado el primer premio entre cientos de canciones. Un aplauso
atronó el ómnibus. El chofer levantó los brazos en señal de alegría
y apretó el acelerador. Yo me dispuse a morir. El curita de al lado,
ajeno a todo, seguía leyendo.
-¿A usted le parece bien lo que hace este hombre?- le pregunté.
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MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Me miró sorprendido; yo repetí la pregunta en el mejor portugués
que pude.
-Sí, creo que entendí, señora. Pero… ¿cuál hombre?
-El chofer.
-¿Y qué es lo que hace?
-Maneja como un loco.
-¿Sí? No me había dado cuenta. Voy leyendo.
-Debe ser algo sensacional…
-Es una novela de terror. Estoy en el fi nal. El fi nal es paralizante.
Me pasó el libro. Una cincuentena de páginas impresas prolijamente
encuadernadas.
-Pero, ¿en qué idioma está escrito?
-En latín. Un hermano resumió la novela y la tradujo por hacer
una broma.
-¿Cómo se llama?
-Algo así como “Dando otro golpe en el clavo”.
-Fantástico nombre. ¿Y el autor?
-Es inglés o americano, Henry James.
Sacó dos bizcochos de un bolso, me ofreció uno y guardó el libro.
-Por favor, siga leyendo, el fi nal es fantástico.
-¡Ah! ¿Lo conoce?
-Sí, creo que sí.
-No, no, no. Me gusta mucho conversar con extranjeros. ¿La señora
es italiana?
-No, ¿qué le hizo pensar?
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-El acento.
-Soy uruguaya.
-¡Ah!
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EL PARIA DEL AMAZONAS - MARIA ESTHER GILIO
-Bueno. ¿No me leería un poco de ese libro? Me gustaría ver cómo
suena.
Con su voz inocente, entrecortada por los saltos del ómnibus,
leyó un buen rato. Los de alrededor empezaron a mirarlo y a callar.
Tal vez pensaban que rezaba. El guarda se acercó al chofer y le dijo
algo en voz muy baja. El chofer apagó la radio y la velocidad se hizo
pareja y aceptable. Yo me dormí. Me desperté frente al mar. El ómnibus
estaba casi vacío. El hermano tampoco estaba. Me había dejado
dos bizcochos envueltos en una hoja de cuaderno y un mensaje:
“Boa viagem”.
Toda isla verdaderamente tropical posee un paria. Y ésta era verdaderamente
tropical. Tenía mangueras esplendorosas, lagartijas en
los techos de tejas, confusas historias de tiburones, cocoteros en la
playa y un cartel en la Prefectura que decía: “Vacúnese contra la malaria”,
por lo cual el paria tenía que estar por algún lado. Solamente
hacía falta paciencia. Es muy claro que no es posible preguntar a un
isleño: “¿Dónde está el paria de esta isla?”. El diálogo podría hacerse
interminable, sería inconducente, y con seguridad nos daría fama de
idiotas. Esa difi cultad me condujo a los falsos parias. Primero fue un
inglés. Supe que vivía hundido hasta las orejas en un mar de alcohol
destilado, que había llegado hacía treinta años como capitán de un
petrolero y que, enamorado de la isla, lo había abandonado para entregarse
enteramente a ella.
Cuando lo vi el inglés estaba, es cierto, nadando en la saludable
cachaça del lugar, pero era dueño de un hotel con todos los libros de
contabilidad al día, una lancha a motor deslumbrante y una rubia
importada que se sabía de memoria las discrepancias entre Armani y
Jean Paul Gautier. Nuestro diálogo fue corto, revelador y solo sirvió
para conducirme hasta otro falso paria: un francés pintor. Y aquí la

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
culpa fue mía; cualquiera sabe que en un latino no se puede gestar
un paria verdadero. Es necesario un fermento puritano, una infancia
desarrollada en la aridez de una moral sin grietas, lejos de toda forma
posible de sensualidad.
El francés vivía, sí, en medio del mato, barbudo, y quiero darle el
crédito de que bastante borracho. Pero los papagayos de sus telas,
rojos, azules y amarillos, eran tan cuidadosamente primitivos, tan
minuciosamente ingenuos, y se vendían en tan sólidos dólares en
una galería de Río, que rápidamente tuve que desecharlo.
Ya desistía de encontrar el paria que la isla con seguridad poseía,
y estaba dispuesta a abandonar su búsqueda y decidida a inventarlo
en toda la sucesión de sus hechos concretos, cuando me topé con él.
Todos mis desvelos estaban justifi cados. Era deslumbrante. Tan deslumbrante
como siempre lo son los seres verdaderos.
Había llovido tres días sin parar. Una lluvia espesa. La isla parecía
el fondo de una pecera gigantesca, ya que, a pesar del diluvio, todo
estaba quieto, como si el agua en lugar de caer hubiera subido hasta
sumergirnos. Debajo de una frondosa manguera, mi hombre, en cuclillas,
fumaba. Por supuesto que no lo reconocí de inmediato. Los
ojos azules, el pelo gris que aparecía por debajo del sombrero de paja
ruinoso y aludo, la pipa, que encendía cada cinco minutos, las negras
que lo fl aqueaban, serias y enigmáticas, nada dijeron a mi corazón
ya muerto para las intuiciones súbitas. Pensé que era el sueco de San
Pablo que tenía una plantación de bananas al sur de la isla e intenté
lo que consideré buena conversación para plantadores de bananas.
-Esta lluvia viene mal para la cosecha.
-¿Cuál?
-La de bananas.
-La banana se cosecha todo el año.
-Vi que estaban cargando una balsa con bananas.
-Todo el año cargan balsas con bananas.
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-Sin embargo, esta lluvia…
-Es la época de las lluvias.
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EL PARIA DEL AMAZONAS - MARIA ESTHER GILIO
-Tengo la sensación de que la isla entera hubiera entrado en maceración.
-Su portugués no lo entiendo, hable español.
-Sí. Digo que por momentos me parece que toda la isla ha empezado
a pudrirse.
Los turistas tienen que ir a Guaruyá. Allí nunca se pudre nada.
-Siempre tengo la esperanza de que no se den cuenta de que soy
turista.
Me miró por primera vez. De arriba abajo. Las botas de goma, el
sombrero de tela impermeable, y sonrió.
-No ganaría nada. ¿Para qué?
-Cuando un isleño dice que la isla empieza a pudrirse a nadie se
le ocurre mandarlo a Guaruyá.
-Gracias a Dios aquí a nadie se le ocurre hacer literatura con las
cosas que se pudren.
Las muchachas habían empezado a moverse. Acomodaban provisiones
trasegándolas de canastos a bolsas y de bolsas a canastos.
Mi falso plantador de bananas las miró, miró al cielo y se puso de
pie. Tomó una bolsa que le alcanzaron, la abrió, metió en ella la tela
impermeable con la que se había protegido hasta el momento, se
echó al hombro la bolsa, trastabilló unos instantes y se largó a la
lluvia. Las dos muchachas con sus cargas sobre la cabeza lo siguieron.
De golpe parecían haberse alegrado y charlaban entre ellas animadamente.
Ligeras, totalmente olvidadas del enorme volumen que
sostenían, dejaron atrás al sueco, doblado en tres por su carga.
Dos días después volví a encontrarlo. Mi interés en las mariposas
disecadas me llevó hasta él. “El único que puede tenerlas es un viejo

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
medio loco que vive en el camino a la cascada. Suele coleccionar y si
lo agarra bien puede venderle o incluso regalarle”, me dijo un hombre
del lugar.
En cuanto lo vi, conjeturé que le había agarrado bien. Bebía cerveza
y canturreaba sentado en los escalones de su casa de madera.
Una de las muchachas dormía sobre el piso de la galería; la otra asaba
sardinas a unos metros de la casa. Le hablé de las mariposas a
boca de jarro. “Para qué las quiere”, me preguntó. No había previsto
la pregunta y no era el estilo de hombre al que se le pudiera decir,
por ejemplo: “Quiero hacer una lámpara con mariposas; todas las revistas
de decoración traen lámparas con mariposas”. Dije entonces:
“Me interesan las mariposas”, y simulé abstraerme en la etiqueta de
la botella de cerveza, gesto que lo llevó a adjudicarme una decidida
pasión por esta bebida y que lo inclinó de inmediato en mi favor.
Corrió hacia atrás de la casa, trajo varias botellas más de cerveza
tibia, abrió una, tiró de ella la cuarta o quinta parte del líquido, me
consultó con una rápida mirada para añadirle algo que presumí un
alcohol destilado y luego un chorro de limón. Y así quedó pronta
una bebida –únicamente comparable a mi remoto aceite de castor
de la infancia- con la que brindamos por las mariposas, las islas que
se pudren en medio de los océanos, los plátanos que no precisan
de primaveras para fl orecer… y el Kaiser. El Kaiser. Pues mi sueco
plantador de bananas no solamente no plantaba bananas, sino que
era alemán. Y mientras caminábamos por la pequeña casa cuyo piso
de madera se inclinaba peligrosamente hacia la derecha y yo tragaba
con espíritu cristiano aquel veneno, preguntándome con curiosidad
incuestionablemente malsana con cuál de las negritas viviría y trataba
de mantener una actitud que no se apartara de la cordialidad
asexuada, supe que aquél era el paria que había buscado esterilmente.
Supe asimismo que toda premeditación de ocultar cualquier forma
de sensualidad era ociosa, ya que nada estaba más lejos de las
realidades de este ario que el adjudicar atractivos a una mujer que
no fuera por lo menos mestiza.
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EL PARIA DEL AMAZONAS - MARIA ESTHER GILIO
-¿Usted me preguntó cómo vine a dar acá? En un tiempo viví en
Manaos. Pero Manaos no sirve. El río… sucio… y después, las indias…
peor que las blancas. ¡Perdóneme! No tienen alegría… en fi n,
es como vivir solo, ninguna sensualidad. O una sensualidad no comunicativa…
no sé… Empecé a bajar. Viví en Santarem, San Luis de
Marañón, Ceará. Bahía me gustaba al principio. Después, demasiada
gente. Sentía que esa ciudad se estaba transformando en un gran
show. Aquí vivo hace siete u ocho años. Le interesan las mariposas.
¿Por qué le interesan?
-¿Qué hacía en Alemania antes de venir a Brasil?
-Me ocupaba de mariposas… y otros insectos.
-También de leones.
-¿Por qué lo dice?
-Por esa foto.
-En esa época dirigía el zoológico de Hamburgo. ¿De dónde conocía
esta bebida?
-No la conocía.
-Es extraño que le guste, entonces. Al principio no gusta.
-No me gusta.
-¿Por qué la bebe?
-Quise caerle simpática.
-¿Por qué quiso caerme simpática?
-A causa de las mariposas.
-Eso cansa.
-¿Qué cosa?
-Venga, le voy a mostrar las mariposas.
Pasamos al cuarto contiguo, el único dormitorio que tenía la casa.

MAMBO POA 3 - MIKEL ESSERY BILDUMA
Allí el piso se había inclinado tanto que se tenía la sensación de estar
en un barco. En un jergón de dos plazas, único mueble aparte de un
baúl de madera seguía su sueño la negrita de la galería. Sin mirarla
me invitó a sentarme a los pies de la cama, acercó el baúl, lo abrió, y
se sentó a su vez. El baúl estaba lleno de cajas que empezó a sacar y
abrir. Cajas y cajas con decenas de mariposas. A veces, sobre las cajas,
venía alguna pequeña cucaracha, que él alejaba con un golpecito
suave. A medida que las abría las colocaba sobre el suelo, mientras
me explicaba cosas que yo apenas entendía, o me señalaba peculiaridades
que no tenían para mí ningún signifi cado. A medida que las
cajas salían del baúl, su portugués, teñido de un fuerte acento, se iba
salpicando de vocablos alemanes, de frases enteras en alemán, de tal
manera que perdí por completo la pista de lo que decía. Pero esto no
tenía importancia, porque creo, estoy casi segura, que él había borrado
totalmente mi existencia. Hablaba en un tono casi entusiasta,
pero monocorde. Y no dirigido a nadie. Cuando las cajas se acabaron,
quedó unos segundos en silencio, mirándolas. Sacó luego dos
pequeños libros en alemán, uno con su nombre en la tapa. Luego
unas cintas negras, una billetera, unos diarios casi deshechos y dos
o tres fotografías. Todo lo examinó lentamente, dándolo vuelta de
un lado y otro. Y cuando en el baúl ya no quedaba nada, salvo dos
cucarachitas marrones caminando por el fondo, se puso de pie. Y
esquivando torpemente las cajas y la botella de cerveza, que quedó
oscilando, salió.
La negrita que dormía se había despertado y miraba. La otra, de
pie en la puerta, tenía los ojos clavados en las cajas de mariposas y
arañaba el marco con la uña del pulgar.
-¿Lo espero?- pregunté.
-No señora, no lo espere.- dijo sin mirarme la que estaba de pie.
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EL PARIA DEL AMAZONAS - MARIA ESTHER GILIO
MARÍA ESTHER GILIO NACIÓ EN MONTEVIDEO. ERA ABOGADA Y PERIODISTA.
FUE DEFENSORA DE PRESOS POLÍTICOS DURANTE LA DICTADURA. RECIBIÓ EL
PREMIO CASA DE LAS AMÉRICAS POR SU LIBRO “LA GUERRILLA TUPAMARA”. VIVIÓ
EN URUGUAY CASI TODA SU VIDA, ESTUVO EXILIADA DOCE AÑOS EN ARGENTINA, UNO
EN PARÍS Y TRES EN BRASIL. ACOSTUMBRADA A VIAJAR DESDE MUY NIÑA, SEGUÍA
TRABAJANDO, ESCRIBIENDO Y VIAJANDO A LOS CASI NOVENTA AÑOS DE EDAD.
MURIÓ EL PASADO 27 DE AGOSTO, UNA VEZ QUE YA TENÍAMOS SU RELATO EN
NUESTRAS MANOS.
Nota Mambo Poa 3: El relato de María Esther Gilio nos lo hizo llegar
la también participante -y ganadora de esta tercera edición- Lili Villanueva. Reproducimos
su mensaje, porque nos llena de emoción y nos sirve de ejemplo y
enorme aliento.
Estimados, les envío una crónica de viaje de mi amiga Maria Esther Gilio y sus datos.
Ella no tiene dirección de mail y casi no ve como para escribir en computadora.

www.mikelmunduan.net
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Esker onak
Gure esker ona liburua ekarri duen kontakizun lehiaketa
babesteagaitik honako lagun hauei: Banoa bidaiak, Hotel Niza,
Altair aldizkaria, Elkar argitaletxea, Izadi Kirolak eta
Jesuskoa landetxea.
Ganboa argitaletxeari liburu hau argitaratzeko emandako
erraztazuna eta laguntzagaitik eta Juan Carlos Sanchez-i
egindako edizio lanagaitik.
Eskerrak baita ere III edizioan epaile lanean aritu direnei:
Agurtzane Agirre, Arantza Bujanda, Merche Espiño,
Ima Etxeberria, Molly Izaga, Idoia Lizarralde, Marc Morte,
Koke Nagore, Esther Remiro, Xavi Román, Yosu Yurramendi.
Kolaboratzaile hauek ere gogoan ditugu:
Xesús Domínguez eta Maria Román.
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LAGUNTZAILEAK:
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