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Junio: Junta Accionistas Telefónica

Este mes la intervención de CGT en la junta de accionistas de Telefónica...

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JUNIO 2013 - Nº 4<br />

REVISTA MENSUAL CGT TELEFÓNICA<br />

Para la <strong>Junta</strong> de <strong>Accionistas</strong> de <strong>Telefónica</strong>, CGT puso en marcha la campaña «Pídele trabajo a Cesar».<br />

Con ella le trasladabamos solicitudes de trabajo –se admitían curriculum–, mensajes o preguntas al<br />

consejo de administración de una de las empresas más solvente y con mayor capacidad para crear<br />

empleo de este país –aunque no lo haga– y el día de la junta estuvimos allí para reivindicar empleo de<br />

calidad y se lo trasladamos al consejo de dirección, como portavoces de consumidores y sociedad en general<br />

ante <strong>Telefónica</strong>.<br />

El grupo <strong>Telefónica</strong>, con unos beneficios netos de casi 4000 millones de euros en 2012 y otros 900 en el<br />

primer cuarto de 2013. En el estado español, hundido en la crisis de la recesión, de las empresas sin crédito, de<br />

las personas sin trabajo, <strong>Telefónica</strong> obtiene la relación beneficios/ingresos<br />

más alta del grupo -el mayor beneficio<br />

limpio por cada euro que ingresa- y a pesar de haber<br />

destruido desde 2011 más de 6800 puestos de<br />

trabajo, sólo ha incorporado a 456 personas en<br />

plantilla en el mismo periodo.<br />

Las medidas adoptadas hasta ahora en<br />

relación a la crisis, las reformas laborales y<br />

de pensiones, los recortes y privatizaciones,<br />

han demostrado su clara ineficacia y marcado<br />

carácter antisocial. Con los servicios<br />

públicos en deterioro acelerado, el PIB<br />

por los suelos y la población empobrecida<br />

pagando más impuestos, es hora de<br />

soluciones reales para atajar la sangría<br />

del paro. Ha llegado el momento de que<br />

<strong>Telefónica</strong> revierta sus beneficios en la<br />

sociedad de la que los obtiene, creando y<br />

manteniendo empleo.<br />

El presidente de <strong>Telefónica</strong> lo es también<br />

del Consejo Empresarial para la Competitividad,<br />

lobby que aglutina a las 17 mayores<br />

empresas del país -las que tienen opción<br />

real de crear puestos de trabajo en la cantidad y<br />

calidad necesaria hoy- y cuyo objetivo esencial es<br />

“recobrar la confianza de los mercados internacionales<br />

en la economía española”, que acaba de trasladar al<br />

ministerio de Trabajo sus propuestas de mayor flexibilidad,<br />

de descuelgue de los convenios más efectivo, de que los despidos no<br />

deban pasar por el control de un juez... en lugar de un plan para crear un<br />

elevado número de puestos de trabajo, alguna solicitud de negociación de<br />

contrapartidas a cambio de ello, quizá una reducción de cotizaciones sociales,<br />

o de impuestos, o una legislación favorable como incentivo.<br />

También pudiera conseguir, por ejemplo, precios sociales de verdad en los servicios<br />

básicos de comunicación –teléfono e internet- para quienes los necesitan para<br />

buscar empleo pero no pueden pagarlos, en lugar de seleccionar asesores bien pagados<br />

casi en la puerta del juzgado (caso del Sr. Rato) o compensar con decenas de<br />

millones de euros a un directivo por su salida de la empresa (caso del Sr. Linares).


Discurso CGT<br />

<strong>Junta</strong> <strong>Accionistas</strong><br />

Buenas tardes, me llamo Santi y soy miembro de la<br />

Coordinadora Estatal del Telemarketing y aquí os<br />

hablo en nombre de la Confederación General del<br />

Trabajo.<br />

Esta semana, coincidiendo con esta <strong>Junta</strong> General de<br />

<strong>Accionistas</strong> de <strong>Telefónica</strong>, la CGT ha puesto en marcha en<br />

las redes sociales una campaña apelando a la responsabilidad<br />

social de <strong>Telefónica</strong>. Pensamos en CGT que ya que de<br />

la sociedad, de las personas que habitan este país, obtiene<br />

esta empresa sus beneficios, y además de una actividad tan<br />

social como son las telecomunicaciones: las conversaciones<br />

a través del teléfono de casa o el móvil, o la ya generalizada<br />

conexión de datos –Facebook, Twitter, SMS, Whassapp–,<br />

elementos que para muchos sectores de la sociedad les permiten<br />

desarrollar las relaciones sociales, y que todas ellas<br />

son actividades que van más allá de la propia comunicación<br />

y que se han convertido en un modelo de vida que caracterizan<br />

una sociedad avanzada; pues bien, repito, como<br />

de la sociedad esta empresa obtiene sus beneficios hemos<br />

pensado que la mejor manera de hacerles una buena<br />

2<br />

propaganda sería mostrando la capacidad de compromiso<br />

que tienen con la sociedad a la hora de revertir tamaños<br />

beneficios –cerca de 4.000 millones en el 2012, más de<br />

900 en el primer trimestre de este año– en aquellos de<br />

quienes se obtienen, generando empleo de calidad en estos<br />

momentos tan difíciles de dura crisis. La hemos llamado:<br />

“Pídele trabajo a Cesar”.<br />

Pero, al contrario de lo que se esperaba encontrar sobre<br />

esta multinacional, las redes sociales nos han devuelto una<br />

visión muy diferente de esta compañía: ellas nos hablan de<br />

la <strong>Telefónica</strong> más endogámica, de la cultura del amiguismo<br />

y del pelotazo; nos hablan de mangantes, imputados,<br />

prescritos y especuladores, nos hablan del caso Tabacalera,<br />

del caso Noos o Terra Mítica; nos hablan del cobijo en<br />

que se ha convertido esta compañía para los responsables,<br />

políticos o no, de esta crisis, no sólo económica –origen<br />

en las hipotecas basura americana del 2007– una crisis en<br />

general de valores democráticos que evidencia una putrefacción<br />

del sistema económico que rige las sociedad en que<br />

vivimos.


Como anecdótico, Sr. Alierta, en esas mismas redes<br />

sociales –a las que ustedes dan cobertura– le hemos podido<br />

volver a ver en aquella memorable rueda de prensa de hace<br />

un par de años donde hablaba de aquel niño de Arequipa<br />

que, desde su garaje –le puedo asegurar que en nuestras precarias<br />

viviendas no lo podríamos hacer porque no tenemos<br />

garajes– podría colgar en su “telefónica store” una aplicación<br />

con la que hacerse rico porque millones de personas se la<br />

podrían descargar en “Pekín o en Berlín”. En él aseguraba<br />

que aquello sería una realidad que “caería por su propio<br />

peso” y ponía como ejemplo la anécdota de aquel sargento<br />

en la mili que decía que “la bala, en su trayectoria, caería por<br />

la gravedad o por su propio peso”. Memorable, muy español.<br />

Bien, pues nuestro sindicato piensa que una sociedad<br />

sana se debe regir por una serie de principios básicos<br />

que representan los valores humanos: la confianza, la<br />

honestidad, la responsabilidad, la cooperación, la generosidad<br />

y, algo que nos caracteriza: la solidaridad.<br />

Pero, precarizando el mercado laboral como lo ha hecho<br />

<strong>Telefónica</strong> desde que se privatizara en los años 1990, no<br />

es un ejemplo de esos valores filantrópicos. Es cierto que<br />

los gobiernos de turno –al dictado de las empresas, como<br />

la suya, que forman el tejido empresarial del país– les ha<br />

facilitado, reforma tras reforma, la destrucción de millares<br />

de puestos de trabajo de calidad –ERE tras ERE se<br />

han destruido en <strong>Telefónica</strong> más de treinta mil puestos de<br />

trabajo– para volver a crearlos, ya precarios, en el sector de<br />

las telecomunicaciones: trabajadoras y trabajadores del telemarketing<br />

–al que represento–, del mundo de la informática<br />

o de en empresas colaboradoras que trabajan en casa<br />

del cliente, en las fachadas de los edificios, en arquetas o<br />

en centrales telefónicas, todos ellos con sueldos miserables<br />

y condiciones laborales infrahumanas, donde el empresariado<br />

de turno se aprovecha de los padefos para aplicar<br />

minuciosamente la cultura de la explotación laboral.<br />

Hay que recordar que tras el beneplácito de esta multinacional,<br />

en el último año miles de empleos del sector<br />

de telemarketing han desaparecido o se han precarizado.<br />

Recuerdo hoy aquí a las y los trabajadores de TeleTech, que<br />

llevaban magníficamente servicios de <strong>Telefónica</strong> en Madrid,<br />

y tras el compadreo esta empresa y esa otra multinacional<br />

americana, se quedaron todos en la calle. Recuerdo<br />

hoy aquí también lo que pasó hace apenas un mes en la<br />

empresa Unitono donde vimos como, por decisión directa<br />

de <strong>Telefónica</strong>, y con ese único argumento, 210 trabajadoras<br />

y trabajadores han sido despedidos y a los que se quedaron<br />

se les aplicó una modificación sustancial para 121<br />

de ellos más para todos los que operan para esta compañía<br />

un ERTE salvaje de 33000 horas mensuales. Es decir, con<br />

una causa absurda como es la decisión de <strong>Telefónica</strong>, se ha<br />

legalizado en UNITONO el «todo vale» para precarizar las<br />

condiciones laborales de los teleoperadores que atienden<br />

los servicios de esta multinacional.<br />

Qué decir de ATENTO, empresa que este año habéis<br />

vendido a un fondo de capital riesgo, y para la que nos tememos<br />

que en los próximos años se organice una auténtica<br />

masacre hacia los miles de trabajadores que atienden a los<br />

clientes de <strong>Telefónica</strong>. Atento es la empresa con más centros<br />

de trabajo en el estado español y con más teleoperadores<br />

que dependen de telefónica y han sido abandonados a<br />

un futuro muy incierto. Y no me olvido tampoco aquí de<br />

otras dos subcontratas de <strong>Telefónica</strong> (GSS y Digitex) que<br />

también recientemente han despedido y han precarizado<br />

las condiciones de decenas de sus trabajadoras por decisión<br />

directa de esta multinacional sin escrúpulos.<br />

Pero no solo ustedes precarizan el sector del Telemarketing.<br />

En un mar de empresas subcontratadas, muchas<br />

de ellas fundadas por ex directivos de <strong>Telefónica</strong>, se<br />

3<br />

precariza también a los trabajadores informáticos. Empresas<br />

como Irium, donde despidieron a una pareja porque él<br />

se significó en defensa de los derechos de los trabajadores;<br />

como Axpe Consulting, AtoS, Alten, Bull Siconet, CESCE,<br />

CGI, Coritel, HP, IBM, Indra, INSA, OESIA, Panel, Tecsidel,<br />

Telvent y cientos de charcuteras de la informática que<br />

viven de la subcontratación y de dar un servicio de despido<br />

barato a la gran matriz. ¿Es este tipo de trabajo sin un futuro<br />

mínimamente seguro lo que quieren las y los accionistas<br />

de <strong>Telefónica</strong>? ¿Es así como devuelven esta empresa y su<br />

junta directiva a la sociedad todo lo que ésta les ha dado?<br />

Con la entrada en la Unión Europea, España fue<br />

de los países que puso en marcha la “Liberalización del<br />

mercado de las telecomunicaciones” y, el Sr. Gónzalez y el<br />

Sr. Aznar, vendieron la participación que de ella tenía el<br />

estado. En otros países como Alemania o Francia, no ha<br />

sido así, y los estados mantienen el porcentaje suficiente<br />

de acciones como para controlar las empresas de Telefonía<br />

como la France o la Duch Telecom.<br />

Todo ello, con la excusa de que la “liberalización”<br />

supondría una mayor oferta en el mercado y, por tanto, la<br />

bajada del precio de los servicios. Ni siquiera eso, en las redes<br />

la sociedad se sigue quejando del alto precio de los productos<br />

de las telecomunicaciones, y en especial de los de <strong>Telefónica</strong>.<br />

Entonces: ¿Cómo puede ser que el abaratamiento<br />

del coste laboral haya supuesto un incremento del precio de<br />

los servicios?¿No se perseguía una mayor competitividad a<br />

precios más asequibles? La explicación, sin duda, está en el incremento<br />

del personal de alta dirección que ha disparado las<br />

diferencias salariales. Paradigmático ejemplo de estas diferencias<br />

la Ciudad de las Telecomunicaciones, donde confluyen<br />

“todas estas castas” de un sistema profesional piramidal donde<br />

las distancias se han multiplicado de forma exponencial.<br />

Ya hemos visto lo que ha supuesto la “autorregulación de<br />

los mercados” por la que abogan las clases dirigentes más<br />

neoliberales: la mayor crisis económica desde la del crack<br />

del 29. Entonces se limitaron las diferencias salariales<br />

marcando unos salarios máximos. En <strong>Telefónica</strong> el consejero<br />

delegado Sr. Linares se acaba de ir con una indemnización<br />

en su plan de pensiones cercana a los 40 millones<br />

de euros. Mal ejemplo, despiden y explotan al trabajador<br />

subcontratado con indemnizaciones de miseria y hacen<br />

multimillonarios a su ejecutiva.<br />

Desde CGT le exigimos a esta telefónica que respete<br />

los derechos de las y los trabajadores que dependen de<br />

ella. Esta empresa debería exigir a todas sus subcontratas<br />

un código de buenas prácticas hacia su plantilla y debería<br />

hacer un compromiso de empleo que permita a las familias<br />

no estar pendiente de que el ejecutivo de turno de telefónica<br />

haga una llamada a su empresa que le deje en la calle.<br />

Si no hacen eso y mucho más va a ser inevitable que esta<br />

compañía y sus marcas comerciales sean sean señalados<br />

entre los ciudadanos de a pie como los principales responsables,<br />

de los ataques a los derechos de miles de los trabajadores.<br />

Ustedes sabrán lo que se juegan.<br />

Nosotros llevamos años viviendo en la precariedad,<br />

y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no<br />

olvide que los trabajadores son los únicos productores de<br />

su riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que atendemos<br />

a los clientes, los que vigilamos los sistemas y los que<br />

conectamos los circuitos. Somos nosotros los que arreglamos<br />

las averías. Somos nosotros los que convencemos a los<br />

ciudadanos para que contraten un servicio u otro. Están<br />

ustedes forzando la máquina y pueden destruirlo todo por<br />

su avaricia. Torres más altas han caído. Pero a nosotros<br />

las ruinas no nos dan miedo porque llevamos un mundo<br />

nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en<br />

este instante.


Involución de<br />

los Salarios<br />

Por eso podemos<br />

afirmar que en<br />

<strong>Telefónica</strong>, durante<br />

los 14 años que van<br />

de 1999 a 2014,<br />

se ha producido<br />

una evolución de<br />

los salarios directos<br />

inferior al IPC, y<br />

además, con el<br />

flamante último<br />

convenio y su<br />

prórroga, los veremos<br />

reducidos entre un<br />

16% y un 20%.<br />

1ª Parte: Extracto artículo del Alberto Garzón Espinosa-<br />

Licenciado en Económicas en la universidad de Málaga.<br />

Los salarios son el componente económico más<br />

importante del capitalismo junto con la tasa de<br />

ganancia ya que si bien esta última es el motor<br />

del sistema, los salarios son a su vez la gasolina<br />

(debido a que son el estimulante del consumo y el elemento<br />

principal que hace las ventas puedan realizarse).<br />

Sin embargo, estudiar la evolución de los salarios no sólo<br />

sirve como herramienta económica (ver cómo ajustar la<br />

capacidad de consumo a la de producción) sino también<br />

como herramienta política (defender a los trabajadores<br />

del intento permanente por empobrecerlos).<br />

Precisamente por el papel que juegan en la economía<br />

el debate está casi siempre contaminado. Un vistazo<br />

a los artículos y noticias más convencionales sobre<br />

economía nos daría la impresión de que los salarios son<br />

un lastre para una economía como la española, mientras<br />

que la percepción generalizada de la gente es que los<br />

salarios son cada vez más insuficientes para llevar un<br />

nivel de vida digno. Corresponde entonces resolver esta<br />

brecha de realidad que surge entre lo que es el análisis<br />

económico convencional y la percepción social. Y para<br />

ello nada mejor que hacerlo de una forma técnica y rigurosa,<br />

acudiendo a los datos y procediendo a interpretarlos<br />

con cautela.<br />

Antes que nada una matización. En sentido amplio<br />

el salario debería entenderse por sus tres patas: salario<br />

directo, salario diferido y salario indirecto. El salario<br />

directo es aquel que se deriva de las rentas del trabajo o<br />

lo que comúnmente llamamos salario o sueldo. El salario<br />

diferido son todas las prestaciones por jubilación que<br />

vamos a recibir cuando termine nuestra vida laboral y<br />

que dependen de la cantidad y calidad de las cotizaciones<br />

sociales. Y finalmente el salario indirecto (o social)<br />

es aquel que se deriva de la diferencia entre el precio de<br />

mercado de un bien y su precio ofrecido por un servicio<br />

público, es decir, es lo que dejamos de pagar directamente<br />

debido a que el bien o servicio está suministrado<br />

a través de lo que se llama Estado del Bienestar y que si<br />

por el contrario fuera de prestación privada sería mucho<br />

más caro (un ejemplo claro es la sanidad o la educación).<br />

4


Salarios reales<br />

Para calcular el salario real se utiliza un deflactor o<br />

índice de precios que sirve para “ajustar” los salarios<br />

al crecimiento de los precios y medir así la capacidad<br />

adquisitiva. Sin embargo esto no está exento de<br />

problemas, ya que supone preguntarse cómo medir<br />

el incremento de los precios. El mecanismo más<br />

utilizado es emplear el índice de precios al consumo<br />

(IPC), que mide el crecimiento de los precios de una<br />

determinada cesta de bienes de consumo. Es decir,<br />

los economistas van siguiendo el crecimiento de los<br />

precios de un conjunto de bienes que se consideran<br />

de compra habitual y calculan cuánto suben. Y con<br />

ese dato (llamado índice del IPC) se deflacta el salario<br />

nominal, tras lo cual se obtiene el salario real. Veamos<br />

qué ha pasado entonces con el salario real.<br />

Lo que podemos comprobar es que desde 1978<br />

hasta principios de los noventa los españoles ganaron<br />

capacidad adquisitiva, pero que desde entonces y hasta<br />

el inicio de la reciente crisis lo que ha ocurrido ha<br />

sido un estancamiento de dicha capacidad. Incluso en<br />

algunos años se puede comprobar cómo el salario real<br />

ha caído (línea naranja) lo que refleja que los salarios<br />

han subido menos que los precios. La sorpresa, que<br />

luego interpretaremos y resolveremos, es que al inicio<br />

de la crisis los salarios reales han subido y mucho. Eso<br />

es contraintuitivo, ya que refleja que los salarios suben<br />

en tiempos de crisis. En una segunda fase de la crisis,<br />

sin embargo, los salarios reales se desploman. Resolveremos<br />

esta paradoja más adelante.<br />

Como podemos comprobar, aquí ya hay algo<br />

absolutamente claro: lo que antes era un estancamiento<br />

de los salarios reales en la época 1994-2007 ahora<br />

es realmente una caída importante de los mismos. En<br />

efecto, observando las variaciones interanuales podemos<br />

comprobar que los salarios han perdido poder<br />

adquisitivo de forma sistemática en todo ese período,<br />

lo que significa que se han empobrecido respecto a<br />

la capacidad de consumo. No obstante, volvemos a<br />

ver cómo en una primera fase de la crisis los salarios<br />

reales se disparan y en una segunda caen de forma<br />

abrupta. ¿Cómo podemos entenderlo?<br />

5<br />

¿Salarios al alza en tiempos de crisis?<br />

En España sabemos que el mercado laboral es muy<br />

dual, lo que quiere decir que hay un estrato de trabajadores<br />

fijos (que cobran más) y otro de trabajadores<br />

temporales (que cobran menos). Y lo más importante:<br />

sabemos que los segundos son los más fáciles de despedir.<br />

Así, en un inicio de crisis se da un descenso del<br />

empleo que retira del mercado laboral a los empleados<br />

peor pagados y eso provoca, automáticamente, un<br />

alza estadística en los salarios medio<br />

Pero a continuación se llega a la segunda fase<br />

del ajuste. El incremento del desempleo provoca que<br />

haya un gran número de personas formando el “ejército<br />

industrial de reserva”, es decir, gente dispuesta a<br />

trabajar a cualquier precio -pues su vida va en ello.<br />

Eso provoca una presión insostenible sobre los salarios<br />

de todos los que siguen trabajando, de modo que<br />

según se desarrolla la crisis los que aún mantienen<br />

empleos ven cómo sus procesos de negociación con<br />

los empresarios se congelan y sus salarios se estancan<br />

o caen. Eso explica la segunda fase de la crisis: el descenso<br />

abrupto de los salarios reales. Vamos a permitirnos<br />

verlo gráficamente:<br />

Podemos observar que hay una correlación negativa<br />

entre ambas variables, como era de esperar. Cuando<br />

el número de empleados sube (y por las instituciones<br />

del mercado laboral eso significa entrada de nuevos<br />

“precarios”) el salario real baja.<br />

En los años de la crisis se ve bastante bien: cae<br />

brutalmente el número de empleados y sube automáticamente<br />

el salario real -primera fase del ajuste.<br />

Y aun cuando en 2010 sigue cayendo el número de<br />

empleados (pero menos) los salarios reales ya vuelven<br />

a caer -segunda fase del ajuste.<br />

En definitiva, el ajuste de la crisis recae sobre la masa<br />

salarial. La masa salarial (MS) es el concepto que<br />

incluye al salario (W) y a los trabajadores (L). Se define<br />

como MS = W * L. En la primera fase de la crisis<br />

afecta al número de empleados (L). Y en la segunda al<br />

salario (W).


Salarios relativos<br />

Para Marx, por ejemplo, el salario relativo era mucho<br />

más importante que el salario nominal o real. Porque<br />

el salario relativo indicaba cuánto más se empobrecían<br />

los trabajadores a pesar de que sus condiciones<br />

materiales de vida aumentaran. Y esto es así porque<br />

el salario relativo mide la proporción de la renta que<br />

reciben los trabajadores.<br />

Eso significa que de todo lo producido por una<br />

economía hay una parte que se quedan los trabajadores<br />

y otra que se quedan los empresarios. Vemos<br />

cómo ha sido el reparto reciente.<br />

Pues lo que vemos es que la participación<br />

salarial en la renta -el salario relativo- ha caído desde<br />

1992 de forma ininterrumpida. Y eso por cierto<br />

incluye a la crisis, salvo muy ligeramente en la primera<br />

fase como ya hemos apuntado. Los asalariados<br />

recibían en 1992 el 69% de la renta, mientras que en<br />

2010 es sólo el 61%. Y a principios de los ochenta era<br />

del 73%. Marx, y no sólo él, nos diría que nos estamos<br />

empobreciendo continuamente en beneficio de<br />

los capitalistas.<br />

Observando la línea naranja, que mide la tasa<br />

de variación, vemos que casi siempre está por debajo<br />

del 0% lo que es un indicativo del empobrecimiento.<br />

Sólo en momentos de crisis la participación salarial<br />

sube ligeramente, pero como consecuencia de un descenso<br />

en el nivel de beneficios empresariales causado<br />

por la crisis misma.<br />

Algunas anotaciones más<br />

Los liberales argumentan que la rebaja salarial supone<br />

un incremento de la competitividad debido a que el<br />

coste de los salarios influye en el precio final de venta<br />

y es necesario reducir éste para poder sacar a la economía<br />

de la crisis. Pero esto tiene dos errores graves.<br />

El primero, la hipótesis de que de la crisis sólo se sale<br />

con un modelo de crecimiento orientado hacia el<br />

exterior. El segundo, que olvida que los beneficios empresariales<br />

son también un coste y no sólo los salarios.<br />

6<br />

El otro día vimos que en España de todos los<br />

beneficios de las empresas no financieras el 50% se<br />

iba a distribución vía dividendos, lo que daba una<br />

señal de lo qué se está haciendo con los beneficios en<br />

este país. Desde luego no invertir y generar empleo,<br />

sino más bien enriquecer a los dueños últimos de<br />

las empresas (los accionistas). Esto va en la línea de<br />

las tesis que sostienen los teóricos de la financiación<br />

postkeynesiana (que consideran que las finanzas están<br />

ejerciendo una punción sobre la economía productiva)<br />

y los teóricos neo-marxistas (que consideran<br />

que el capitalismo está en crisis permanente y que no<br />

puede reinvertir los beneficios de forma rentable en la<br />

economía productiva, motivo por el cual se desplazan<br />

a la esfera financiera o a remunerar a los directivos y<br />

accionistas).<br />

Evolución de los salarios en <strong>Telefónica</strong><br />

Para la evolución de los salarios directos en nuestra<br />

compañía vamos a tener en cuenta el período comprendido<br />

entre el año 1999 y el 2012, suficiente para<br />

demostrar la desaceleración de su crecimiento.<br />

Recordar que hasta el año 2011, la referencia que<br />

se tomaba era la del IPC, un índice ya de por sí manipulado<br />

puesto que la mayoría de los productos que se<br />

tienen en cuenta para su cálculo son de carácter perecedero,<br />

que no coinciden con el grueso del consumo de<br />

la cesta de la compra familiar, no teniéndose en cuenta,<br />

por ejemplo, los gastos derivados de la compra de la vivienda<br />

–en algunos casos hasta el 60% del presupuesto<br />

familiar mensual– o el gasto generado por el consumo<br />

de gasolina. Y a partir de ese año pasamos a la referencia<br />

del OIBDA, un índice empresarial de balance de<br />

gastos-beneficios, que se «audita pero no se pública», lo<br />

que hace perder todavía más de vista la inflación anual<br />

para la corrección salarial.<br />

A continuación, una gráfica con el IPC anual en<br />

negro– y las subidas salariales –en rojo–negociadas en<br />

los sucesivos Convenios Colectivos:


Fijémonos en los porcentajes referenciados del<br />

IPC del primer año de vigencia de cada uno de los<br />

convenios para ver que son inferiores al IPC real:<br />

Año 1999: 1,80% - IPC Real 2,90%<br />

Año 2001: 2% - IPC Real 2,70%<br />

Año 2003: 2% - IPC Real 2,60%<br />

Año 2008: 3% - IPC Real 1,40%*<br />

Año 2011: 1% -IPC Real 2011 2,40%<br />

(*) El año 2008 fue el único año donde la subida prevista fue<br />

superior al IPC real, por eso la empresa no asumió el compromiso<br />

y acordó con los sindicatos CCOO-UGT el ajuste de la subida<br />

salarial al IPC.<br />

Podemos comprobar, salvo ese año 2008, que<br />

las subidas salariales previstas desde el año 1999<br />

han sido claramente inferiores al IPC real publicado<br />

oficialmente en enero de cada año, produciéndose<br />

anualmente un desfase salarial de entre un 0,6% y un<br />

1,4% durante cada año de la negociación y firma de<br />

los respectivos convenios colectivos.<br />

No solo eso, a partir del año 2011 la empresa<br />

hace utiliza la excusa de la crisis para justificar la<br />

reducción de los salarios y acuerda con los sindicatos<br />

firmantes una subida salarial del 1% hasta 2014, que<br />

supone, hasta la fecha, una contracción de los salarios<br />

de un 3,3%.<br />

Ahora vamos a ver que repercusión en euros<br />

ha tenido sobre los salarios de las tres categorías más<br />

características –casi las tres cuartas partes de la plantilla<br />

pertenecen a ellas– en la empresa: Encargado de Planta<br />

Interna, Operador Técnico y Operador Auxiliar, ya que<br />

constituyen casi las tres cuartas partes de la plantilla, en<br />

el nivel de Principal de 2ª, nivel al que se adscriben la<br />

inmensa mayoría:<br />

Pero además del sueldo base hay que tener en<br />

cuenta dos conceptos más que son los que de manera<br />

incontestable han contribuido al mantenimiento del<br />

poder adquisitivo de nuestros salarios: el Plus de Productividad<br />

–que se hacía efectivo desde 1999 a 2010<br />

en la paga de septiembre y que se consolidaba en el<br />

sueldo base a partir de enero del siguiente año– y la<br />

Antigüedad que cada dos años supone el 2,4% del<br />

salario regulador de cada categoría.<br />

7<br />

El IPC acumulado desde 1999-2012 ha sido de<br />

un 40,5%, los salarios de las tres categorías entre esas<br />

fechas han crecido alrededor de un 42%, siendo un<br />

poco menor el crecimiento del salario del OAPI (40%).<br />

El Plus de Productividad al ser consolidable a<br />

partir de enero del año siguiente solo influye en la<br />

subida salarial durante 9 meses, es decir, de enero a<br />

septiembre.<br />

El plus de Antigüedad es aplicable cada dos<br />

años, por lo que la influencia del IPC sobre esta cantidad<br />

es proporcional a los dos años.<br />

Y a pesar de estos dos conceptos salariales los<br />

sindicatos firmantes no han sido capaces de garantizarnos<br />

el poder adquisitivo. ¡Imaginaros si no hubieran<br />

existido! En la actualidad el de productividad ya<br />

ha desaparecido y, muy previsiblemente, con la introducción<br />

de la Clasificación Profesional en nuestra<br />

estructura laboral, el plus de antigüedad desaparecerá<br />

a corto plazo introduciendo cualquier complemento<br />

de tipo o personal compensatorio y absorbible.<br />

Con estos argumentos pretendemos desmontar<br />

los continuos reproches de trabajadores bien pagados;<br />

todo lo contrario: hemos tenido una evolución económica<br />

por debajo de lo que podríamos llamar «sueldos<br />

de evolución positiva».<br />

La tendencia actual es menos halagüeña: se<br />

pretenden reducir los salarios y homogeneizarlos con<br />

los equivalentes a los salarios precarios. Así lo certifica<br />

la firma de la reciente prórroga que, previsiblemente,<br />

reduzca nuestro salario alrededor de un 6%, con lo<br />

que volveremos a situarnos a niveles del año 2007.<br />

Por eso, para paliar la alarma de la plantilla por<br />

una reducción drástica del salario directo propuesto<br />

por la empresa en la comisión de Negociación Permanente<br />

–la eliminación de una paga extraordinaria, la<br />

eliminación de días de asuntos propios...– pegan el tijeretazo<br />

en los salarios diferidos: planes de pensiones<br />

y póliza del seguro colectivo de supervivencia. Si la<br />

cantidad que dejará de aportar la empresa –una media<br />

de 3800 euros/persona– se hubiera reducido en la<br />

masa salarial, supondría la friolera cifra del 10%.<br />

Por eso podemos afirmar que en <strong>Telefónica</strong>, durante<br />

los 14 años que van de 1999 a 2014, se ha producido<br />

una evolución de los salarios directos inferior<br />

al IPC, y además, con el flamante último convenio y<br />

su prórroga, los veremos reducidos entre un 16% y un<br />

20%.<br />

La introducción de este informe hablaba por sí<br />

sola. Ya lo dijo Karl Marx en su día: «Nuestros salarios<br />

no son los salarios reales sometidos únicamente a la<br />

evolución de la producción y del superávit-inflación,<br />

sino que son salarios relativos, sometidos exclusivamente<br />

a la codicia del explotador que sostiene que los<br />

beneficios deben dedicarse exclusivamente a la retribución<br />

del empresariado y el accionariado detrayendo<br />

continuamente los salarios de la clase trabajadora.»


Irresponsables<br />

El 29 de mayo, se celebró un nuevo Pleno del<br />

Comité Intercentros. ¡Que capacidad de<br />

menosprecio hacia la plantilla demuestran<br />

los mayoritarios! En menos de dos horas se<br />

despacharon los innumerables problemas, a pesar de que<br />

desde CGT insistimos en que debe ser en este foro<br />

donde se han de trasladar y debatir todos los asuntos<br />

que nos afectan.<br />

Desde los distintos comité provinciales y<br />

sindicatos se trasladaban resoluciones y propuestas<br />

cuya importancia requería un debate más profundo.<br />

Se debería haber analizado la situación actual y<br />

las acciones sindicales que, como máximo órgano<br />

representativo, debería emprender. Como el incumplimiento<br />

sistemático de la Normativa Laboral,<br />

desde la firma de la trasposición de la clasificación<br />

profesional, encomendando tareas<br />

a categorías que no les pertenece; o<br />

la falta de formación por la inoperatividad<br />

del nuevo modelo<br />

formativo, la reducción drástica<br />

de recursos en áreas que la empresa<br />

considera no estratégica, la<br />

eliminación del teletrabajo<br />

sin negociación previa, la<br />

preocupante situación de<br />

las provincias que han<br />

sufrido los efectos del ERE<br />

y que ponen en jaque el<br />

mantenimiento del empleo.<br />

Todos son asuntos que<br />

se «negocian y liquidan»<br />

en comisiones sin que se<br />

posibilite la participación<br />

del conjunto de la representación social.<br />

A pesar de que uno de estos sindicatos, la semana<br />

pasada, denunciaba en un comunicado las presiones<br />

y el hostigamiento a la que están sometidos en el área<br />

de comercial, la noticia de la muerte de un compañero<br />

–que pudiera estar relacionada con la situación de<br />

estrés y sobrecarga de trabajo– no ha modificado el<br />

orden del día, desestimando la petición de CGT.<br />

¿Que se puede esperar de un comité cuya<br />

máxima es la de «lavarse las manos»?<br />

8<br />

Ni un solo tema presentado para su debate ha<br />

pasado el filtro de la Comisión de Gestión. Tanto<br />

CCOO, como UGT y STC-UTS se han encargado de<br />

despachar, en esta comisión previa –en la que solo<br />

ellos tienen presencia–, la mayoría de los temas.<br />

No les parece<br />

importante, y lo<br />

dan como tratado, el<br />

escrito del Comité de Sevilla quejándose de que la<br />

empresa está ordenando trabajos sin respetar ni<br />

categorías ni formación –probablemente en su<br />

corta capacidad no alcanzan a distinguir entre<br />

tema tratado y resuelto–. Tampoco pasaron a<br />

pleno los escritos de Zaragoza, Alicante, Madrid<br />

y Asturias sobre Teletrabajo. Al mismo<br />

cubo de la basura arrojaron nuestra<br />

propuesta sobre la preocupación<br />

del mantenimiento del empleo en<br />

provincias de menos de 100 trabajadores.<br />

Se niegan a hablar siquiera<br />

de un reparto más social de los<br />

fondos sociales argumentando<br />

que el reglamento del comité<br />

establece cuales son las comisiones<br />

de trabajo, saltándose<br />

el artículo 7 que<br />

establece que se podrán<br />

crear tantas comisiones<br />

como se estimen convenientes.<br />

Tema ya tratado<br />

es para ellos también<br />

la unificación de gratificaciones<br />

de encargados<br />

y también<br />

vetado en el Comité.<br />

Qué se puede esperar de un presidente de<br />

Comité que no tiene ningún pudor en decir que<br />

«no le parece ni bien ni mal la nueva aplicación de<br />

e-domus “gestión de presencia”», una herramienta<br />

que vigilará y controlará todas nuestras entradas y<br />

salidas de los edificios de telefónica, y que se convertirá,<br />

como el resto de herramientas de control, en una<br />

nueva medida de presión.


Riesgos...<br />

psicosociales<br />

La organización del trabajo en una empresa,<br />

además de ser una de las claves para su éxito o<br />

fracaso, es un asunto delicado y complejo que<br />

debe conjugar las condiciones de la empresa y<br />

las capacidades, necesidades, cultura y situación personal<br />

del trabajador o trabajadora. La Ley de Prevención<br />

de Riesgos Laborales considera que la organización del<br />

trabajo forma parte de las condiciones que influyen en<br />

la salud y seguridad de las personas trabajadoras, entre<br />

otros mecanismos, a través de la exposición nociva a los<br />

riesgos psicosociales.<br />

Esta consideración reconoce que una<br />

deficiente organización del trabajo es<br />

perjudicial para la salud de las<br />

trabajadoras y trabajadores,<br />

causando estrés y<br />

respuestas fisiológicas,<br />

cognitivas y<br />

conductuales precursoras<br />

de enfermedades.<br />

El estrés<br />

y el malestar físico y<br />

psíquico que sufren<br />

muchas personas<br />

trabajadoras son resultado de una mala organización del<br />

trabajo y no de un problema individual, de personalidad<br />

o que responda a circunstancias personales o familiares.<br />

Por ello, las características de la organización del<br />

trabajo deben ser evaluadas, controladas y modificadas<br />

si generan riesgos, con métodos avalados por estudios<br />

científicos.<br />

En la actividad laboral vivimos múltiples y simultáneas<br />

situaciones negativas: exceso de exigencias psicológicas<br />

como trabajar rápido, de forma aislada o irregular,<br />

tomar decisiones difíciles y sin tiempo de análisis;<br />

tareas que requieren callarse la opinión, no posibilitan<br />

aplicar habilidades y conocimientos ni permiten autonomía<br />

en la forma de realizarse; cuando sentimos la falta<br />

de influencia, de reconocimiento, de apoyo o de desarrollo<br />

y no encontramos sentido al trabajo; con las funciones<br />

ambiguamente o mal definidas, sin la información ni<br />

la formación adecuada y a tiempo; cuando se provoca la<br />

inseguridad contractual, se dan cambios de puesto o servicio<br />

contra nuestra voluntad o no podemos adaptar el<br />

9<br />

horario a las necesidades familiares y la empresa impide<br />

compatibilizar la vida personal y laboral, aunque dispone<br />

de herramientas y normativa para la conciliación...<br />

Es entonces cuando la individualidad, el carácter<br />

y las condiciones psicofísicas de cada cual, su trayectoria<br />

vital y los procesos adaptativos y de gestión anímica que<br />

haya sido capaz de adquirir, serán vitales para enfrentarse<br />

y superar el trance. Sobre estos elementos privativos<br />

de cada persona apenas tienen capacidad de<br />

actuación las empresas, ya que las Evaluaciones<br />

de Riesgos Psicosociales atienden al<br />

principio de prevención en el origen,<br />

apuntan al origen de los problemas,<br />

a las características de la<br />

organización del trabajo<br />

y no a las de las personas.<br />

Así, lo que queda en<br />

manos del empleador debe<br />

hacerse con toda la rigurosidad<br />

posible, algo que no sucede hoy<br />

en <strong>Telefónica</strong>, que dilata premeditadamente<br />

la ejecución de estas evaluaciones<br />

y la puesta en marcha de los cambios<br />

que exijan sus resultados hasta que llega la multa<br />

de la Inspección de Trabajo.<br />

No parece que la empresa actúe para evitar el<br />

deterioro del clima laboral -que tanto dice valorar- y<br />

los dramas personales derivados de la organización del<br />

trabajo entre su plantilla cuando, a la elevada carga de<br />

trabajo, las malas herramientas y la desmedida presión<br />

de los mandos, añade el intento de sustituir las Evaluaciones<br />

de Riesgos Psicosociales por las encuestas de<br />

clima laboral, suspende el teletrabajo y la movilidad sin<br />

discriminar perfiles profesionales o establece unilateralmente<br />

una hora máxima de entrada, cuando la normativa<br />

laboral vigente permite un horario flexible con<br />

cómputo semanal. Anteponer la paranoica y desconfiada<br />

idea de alguien a las normas de aplicación y a la pura<br />

lógica, en lugar de formar a la dirección en seguridad y<br />

salud, interiorizando y haciendo propia la necesidad de<br />

realizar las evaluaciones necesarias, porque el empleo sin<br />

riesgos es nuestro derecho y, además, más productivo<br />

para el negocio.


Grandes riquezas,<br />

gran esclavitud<br />

Un proceso<br />

crítico no puede<br />

considerar la<br />

limosna, pública o<br />

privada, como un<br />

instrumento para<br />

la transición hacia<br />

cualquier utopía<br />

que pretenda ser<br />

una alternativa<br />

al modelo<br />

de sociedad<br />

capitalista<br />

Instrumento de autonomía<br />

para los de abajo<br />

La realidad le da la razón a Séneca y es<br />

incontestable que para que unas pocas personas<br />

puedan acumular grandes riquezas es necesaria<br />

la esclavitud de otras muchas. Joseph Stiglitz<br />

-profesor de la Universidad de Columbia (USA),<br />

ex economista jefe del BM, ex asesor del presidente<br />

estadounidense Clinton y premio Nobel de Economía,<br />

decía hace casi tres años, en septiembre de 2010, sobre<br />

España: «… es víctima de las reglas del juego, que le<br />

obligan a recortar su gasto, lo que casi con total seguridad<br />

conducirá a un incremento aún mayor del desempleo»,<br />

«… es presa fácil para los especuladores del mercado»<br />

y «Las respuestas ingenuas –recortar el gasto y subir<br />

los impuestos– sólo empeorarán las cosas…». No se<br />

equivocaba en absoluto. La sociedad española se encuentra<br />

en una espiral de empobrecimiento continuado motivada y<br />

potenciada por las políticas de austeridad impuestas por la<br />

Unión Europea. Ante esto solo cabe resignación o lucha.<br />

Será lucha entonces, porque las recetas que nos<br />

aplican legislativa, ejecutiva y judicialmente están dictadas<br />

por los mercados. El poder político que constituye los<br />

parlamentos y gobiernos, presunta representación<br />

del pueblo, está plegado a las necesidades del poder<br />

económico, empresarial, corporativo. Aquel no ejerce su<br />

obligación de controlar y poner límites a la voracidad,<br />

a los excesos, al propio desarrollo lógico de este y, muy<br />

a menudo, ni siquiera realiza tareas de supervisión<br />

eficaces. Una prueba más de la inoperancia y agotamiento<br />

del mal llamado sistema democrático. Los mercados<br />

tan sueltos son pasto de especulación y un puñado de<br />

personas, empresas o entes sin escrúpulos son capaces<br />

de hundir estados, arrastrando a su población, si ello les<br />

reporta beneficio. Así el mercado nunca será un medio de<br />

distribución de la riqueza para crear una sociedad justa e<br />

igualitaria sino un sistema de enriquecimiento particular y<br />

egoísta a expensas del conjunto.<br />

Dice un proverbio sufí que «si el loco persiste en su<br />

locura, se convertirá en un sabio» así que persistamos en<br />

la locura de conseguir lo que necesitamos. Es la sociedad<br />

quien tiene que ponerle los objetivos y los métodos a la<br />

economía, decirla para que debe servir y no al revés. ¡No<br />

a la dictadura del poder económico. Por el reparto del<br />

trabajo y la riqueza. A cada cual, lo necesario!<br />

10


Gallardón<br />

El País, Jorge M. Reverte<br />

y los tullidos<br />

Alberto Ruiz Gallardón, ministro de Justicia,<br />

nos quiere volver a llenar de tullidos las escaleras<br />

de las iglesias. Estampas que los más<br />

viejos recordamos de nuestra infancia española<br />

y los más jóvenes que han podido viajar traen<br />

incrustadas en sus retinas cuando vuelven de algún<br />

periplo por países donde reina la miseria. Niños sin<br />

piernas, sin brazos, ciegos, paralíticos cerebrales, que<br />

viven postrados y se alimentan de la caridad tintineadora<br />

de las monedas aleadas con las mezclas de los<br />

metales más ruines, las de cinco céntimos.<br />

El ministro de Justicia lo tiene claro: esos niños,<br />

a los que casi siempre se puede diagnosticar con<br />

tiempo que van a arrastrar una existencia peor que<br />

miserable, van a tener derecho y obligación de vivir<br />

esa vida, a la que les condenará, si sus proyectos salen<br />

adelante. ¿Exageración? No, ninguna, porque entre<br />

los anuncios del ministro no hay nada que se refiera a<br />

la atención a esas vidas, a la garantía a los cuidados o<br />

las rentas básicas. Más del 50% de las jóvenes españolas<br />

(que son las que presumiblemente pueden tener<br />

niños) están en paro. Si alguna de ellas comete el error<br />

de quedarse embarazada, puede encontrarse no con<br />

el derecho a parir a un hijo, sino con la obligación<br />

de hacerlo, sea cual sea su circunstancia vital. Y si el<br />

nacido tiene taras irreversibles, tendrán que arrastrar<br />

durante toda su vida esa penitencia. Porque el Estado<br />

que defiende Gallardón garantizará el derecho a nacer,<br />

pero no el derecho a vivir dignamente.<br />

El ministro declara a quien quiera escucharle<br />

que defender lo que defiende es lo más progresista.<br />

Y si uno se descuida, los tertulianos de las emisoras<br />

más rabiosas de la extrema derecha clerical le dirán, a<br />

voces, que los nazis pusieron en marcha un programa<br />

llamado Aktion 4 que consistió en matar a todos los<br />

ciudadanos alemanes, sin necesidad de que fueran<br />

judíos, que sufrieran taras físicas o mentales. Una<br />

repugnante manipulación que esconde que aquello<br />

se hizo sobre personas ya nacidas, incluso adultas.<br />

Que no tenía nada que ver con una discusión que es<br />

puramente ideológica, la de cuándo se puede considerar<br />

persona a lo concebido. Para la Iglesia española,<br />

que es la que inspira la pretensión de Gallardón, ese<br />

momento es el de la fecundación. Por eso, el aborto<br />

es un asesinato para los dignos obispos que lo combaten<br />

mientras se olvidan de la pederastia, por ejemplo,<br />

pese a que las palabras más duras que se pueden recordar<br />

de Cristo fueron aquellas que dedicó a semejantes<br />

tipos: “Al que escandalizare a un niño, más le<br />

valiera atarse al cuello una piedra de molino…”.<br />

11<br />

Muchas mujeres españolas han peleado durante<br />

años para conseguir una ley de plazos para el aborto.<br />

La única posible y objetiva para respetar los derechos<br />

de las embarazadas. Hasta que esta ley se puso en<br />

marcha, con gran oposición, por supuesto, de la Iglesia<br />

y de violentos meapilas como el ministro, tenían<br />

que fingirse enfermas mentales para abortar dentro<br />

de la ley. Los profesionales del mundo ‘psi’ tenían que<br />

decidir si su cabeza iba a poder funcionar bien o no<br />

en el caso de que llevaran hasta el final un embarazo<br />

no deseado. La sociedad española estuvo muchos<br />

años, desde 1985, viviendo una repugnante simulación,<br />

hasta que hubo ley de plazos.<br />

Desde entonces, desde que se promulgó la ley<br />

en 2010, las mujeres tienen derecho a decidir con libertad<br />

durante las 14 primeras semanas de embarazo.<br />

Sin que un cura ni un psiquiatra tengan que intervenir<br />

y sin que, ¡sorpresa!, haya aumentado el número<br />

de abortos en España. La diferencia es que las señoras<br />

que han abortado no han tenido que pasar por la<br />

prueba de fingir que sus neuronas estaban alteradas.<br />

Les ha bastado durante estos años con mostrar su<br />

decisión, con reivindicar la libertad para administrar<br />

su cuerpo. Hay más sorpresas: el 38% de los católicos<br />

practicantes aceptan esa regulación, por ejemplo. Y<br />

son mayoría los españoles que apoyan la ley de plazos,<br />

frente a la anterior, la de 1985, de “supuestos”. A esto<br />

nos quiere llevar el ministro, pero con severas correcciones<br />

que prevalgan los derechos del feto de cinco<br />

minutos sobre los de la madre adulta.<br />

Este defensor del derecho a la vida, amparado<br />

por hooligans como el ministro del Interior, Jorge<br />

Fernández, que compara el aborto con ETA, o el obispo<br />

de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, quieren llenar<br />

las escaleras de las iglesias de mujeres locas y de niños<br />

tullidos.


El Distrito <strong>Telefónica</strong> se<br />

llena de Bicis<br />

Cierto, el otro día cuando llegué a la plaza Sur ya no había sitio en el aparcadero de Bicis. Mientras la ataba<br />

a las barras, coincidí con otro compañero que me instó a poner una IRCI –él también la iba a solicitar– pidiendo<br />

su ampliación.<br />

CGT, ya en noviembre de 2011, entre las propuestas para mejorar el acceso a esta «gran ciudad de las telecomunicaciones»<br />

proponía, entre otras, el desplazamiento de estos aparcamientos a las puertas de los edificios –se<br />

habían producido, y se siguen produciendo robos de bicicletas– y también vestuarios con taquillas y duchas para<br />

quienes usamos este tipo de transporte tan ecológico y saludable.<br />

Pero claro, la sensibilidad de quienes gestionan tal amigable espacio en el que se ha convertido el distrito<br />

debe andar próxima a la de quienes, ante la inminente modificación del código de la circulación, no dudan en<br />

criticar en los espacios de opinión de los diarios digitales a los ciclistas urbanos porque se pretenda con la ley de<br />

la Sra. Seguí –controvertida por la obligatoriedad del casco para los ciclistas– buscarnos un huequecito en aceras<br />

de más de tres metros o circular en contrasentido en calles con limitación de 30Km/h –de agradecer que se limite<br />

a esta velocidad calles de un carril o doble con uno en cada sentido–. A cambio, se nos forzará a circular por el<br />

carril derecho a no ser que vayamos a girar.<br />

Estos críticos motorizados, en un alarde de contribuyente, se preguntan si los impuestos que pagamos las<br />

bicis suplirán los que pagan ellos por sus vehículos. Incluso llegan a opinar en lo del uso del casco obligatorio<br />

diciendo que «el no quiera casco que se haga una póliza de accidente» para que no sea el sistema público de salud<br />

el que corra con los gastos de una supuesta lesión. Imagino que, por lo menos, no serán fumadores al volante<br />

quienes dicen esta estupidez.<br />

Ni que decir que la polémica del casco deja en segunda plano la verdadera reivindicación de quienes usamos<br />

la bici para desplazarnos por la urbe: ciudades pensadas para las personas –peatones o ciclistas– y no para<br />

los coches. En algunas ciudades europeas, desde hace muchos años, se ha implantando la limitación de todas sus<br />

calles a 30km/h –Ciudad 30– que ahorran no sólo vidas de ciclistas, también de peatones.<br />

En fin, por desgracia el lobby del motor seguirá dictando en España las leyes que les favorezcan, pero no<br />

por ello la CGT dejará de reivindicar en su ámbito, el laboral, que, por lo menos, se nos facilite el acceso a los<br />

puestos de trabajo. ¿Seguirá esa sensibilidad igual de «aceitosa»?

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