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La Adolescencia hoy (un enfoque psicológico). Perdomo, Rita. - INAU

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RITA PERDOMO - <strong>La</strong> adolescencia <strong>hoy</strong> (<strong>enfoque</strong> <strong>psicológico</strong>)<br />

En: <strong>La</strong> adolescencia. José Portillo, Jorge Martínez, Ma. Luisa Banfi, comp. Montevideo :<br />

EBO, 1993. pp. 77-123<br />

INTRODUCCION<br />

El título de este Panel: ADOLESCENCIA HOY - Enfoques disciplinarios (para los cuales se propone <strong>un</strong> Médico,<br />

<strong>un</strong>a Psicóloga y <strong>un</strong> Sociólogo) impone dos desafíos: abordar conceptualmente la <strong>Adolescencia</strong> en <strong>un</strong> "HOY", Y<br />

hacerlo desde <strong>un</strong> <strong>enfoque</strong> disciplinario, en nuestro caso, el Psicológico.<br />

Empecemos por el seg<strong>un</strong>do.<br />

¿Es posible abordar la adolescencia desde la psicología?<br />

Si entendemos la adolescencia como <strong>un</strong>a etapa de la vida del individuo (ser viviente indivisible) y partimos<br />

del concepto de que los seres humanos somos seres bio-psico-sociales, de estas dos consideraciones se<br />

desprende que:<br />

a) no es posible abordar el fenómeno de la adolescencia desde <strong>un</strong> <strong>enfoque</strong> disciplinario aislado.<br />

b) si intentamos analizar predominantemente el aspecto “psico” necesariamente deberemos referido a los<br />

restantes, articulando los aportes específicamente <strong>psicológico</strong>s con los de otras disciplinas, entre las que se<br />

encontrarían no sólo las aquí presentes, sino también -y por lo menos- la antropología cultural, la historia,<br />

la economía, la lingüística, las ciencias de la educación y de la com<strong>un</strong>icación.<br />

Hoy más que n<strong>un</strong>ca la temática adolescente impone <strong>un</strong> abordaje no multidisciplinario, sino inter o<br />

transdisciplinario.<br />

Y aquí nos remitimos al primer desafio: ADOLESCENCIA "HOY".<br />

¿Cómo conceptuar la adolescencia?<br />

Cuando cualquiera de nosotros habla de <strong>un</strong> o <strong>un</strong>a adolescente, no se conf<strong>un</strong>de. Invariablemente piensa en<br />

<strong>un</strong> muchacho o muchacha perteneciente a <strong>un</strong> grupo social que está cambiando su cuerpo, que se expresa, se<br />

viste, sueña, se relaciona o se rebela de <strong>un</strong>a manera determinada.<br />

<strong>La</strong> adolescencia entonces podría definirse como <strong>un</strong>a etapa evolutiva: particular del ser humano, en la que se<br />

conjugan <strong>un</strong>a serie de aspectos biológicos, <strong>psicológico</strong>s, sociales y culturales: "<strong>un</strong> complejo psicosocial<br />

asentado en <strong>un</strong>a base biológica" como lo define el psicoanalista brasilero Luiz Carlos Osorio. (23)<br />

Es interesante destacar que hasta hace <strong>un</strong> tiempo, el fenómeno de la adolescencia era analizado poniendo<br />

el énfasis en los cambios corporales vinculados a la pubertad (andar desgarbado. aparición de los caracteres<br />

sexuales sec<strong>un</strong>darios) y en alg<strong>un</strong>as características conductuales que perturbaban a los adultos (cambios<br />

bruscos de temperamento, rebeldía, delincuencia juvenil). En las últimas décadas, en cambio, muchos autores<br />

(entre ellos Erikson y el mismo Osorio (9 y 23) han hecho hincapié en la adolescencia como período de<br />

crisis, momento crucial del desarrollo del ser humano en el cual se logra <strong>un</strong> cuerpo adulto apto para la procreación.<br />

y se produce la estructuración definitiva de la personalidad. En síntesis. <strong>un</strong> período en el cual se<br />

consolida la identidad personal.<br />

<strong>La</strong> preocupación actual por el fenómeno de la adolescencia coincide con <strong>un</strong>a explosión demográfica de<br />

jóvenes en el m<strong>un</strong>do (nuestro país constituye <strong>un</strong>a excepción en este sentido) con la consolidación progresiva<br />

de <strong>un</strong> "poder joven", del cual habremos de ocupamos más adelante.<br />

Si bien es cierto que las angustias básicas por las que pasa el adolescente están vinculadas a cambios físicos<br />

que se producen durante la pubertad, también es cierto que si no intentamos comprender las crisis de<br />

valores de los jóvenes, no podremos intentar <strong>un</strong>a aproximación al significado real del tránsito entre la niñez<br />

y la adultez.<br />

Como lo plantea Osorio (23): .. ...el estudio de la adolescencia <strong>hoy</strong>, extrapola el interés cognitivo sobre <strong>un</strong>a<br />

etapa evolutiva del ser humano para, a través de ella, intentar comprender todo <strong>un</strong> proceso de adquisiciones<br />

y motivaciones de la sociedad en que vivimos".<br />

¿Es posible delimitar cronológicamente la adolescencia?<br />

<strong>La</strong> Organización M<strong>un</strong>dial de la Salud (O.M.S.) (22) delimita la adolescencia entre los 10 y los 19 años de<br />

edad. Por consiguiente, sitúa el límite inferior antes de la maduración germinal evidenciada por la menarca<br />

en la niña (11 - 13 años aprox.) y la primer emisión seminal en el varón (13 - 15 años aprox.),


acontecimientos a los que se solía vincular el inicio de la pubertad. Una serie de consideraciones llevan a<br />

que se sitúe más tempranamente el límite inferior, entre ellas alg<strong>un</strong>as de tipo biológico (irrupción de<br />

hormonas masculinas y femeninas antes de la maduración germinal, aparición del vello pubiano) y otras de<br />

tipo sociocultural (reestructuración de la familia, influencia de los Medios Masivos de Difusión), con su<br />

respectiva incidencia a nivel <strong>psicológico</strong>.<br />

<strong>La</strong> O.M.S. entiende (22) el período entre los 10 y 14 años como la adolescencia inicial, y el de los 15 a los 19<br />

años como la adolescencia propiamente dicha, o seg<strong>un</strong>da fase (muchos autores han considerado el período<br />

de los lOa los 12 años como pre-adolescencia), señalando que "el período anterior, de los 5 a los 9 años, es<br />

considerado por <strong>un</strong>os como la edad escolar y por otros como la preadolescencia". (22)<br />

Si tenemos en cuenta además, que dicha Organización delimita la Juventud entre los 15 y 25 años,<br />

definiéndola como aquel período de la vida en que el individuo se prepara para el trabajo y para asumir la<br />

vida adulta con todas sus responsabilidades (incluyendo la inserción en el mercado laboral y la formación de<br />

<strong>un</strong>a nueva familia), veremos que el primer período de la franja etaria propuesta para la adolescencia estaría<br />

vinculado al inicio de la pubertad y el otro al inicio de la juventud. Pese a esta delimitación planteada por<br />

la O.M.S., desde el p<strong>un</strong>to de vista <strong>psicológico</strong> el tema resulta muy polémico.<br />

En cuanto a cuándo aparecen los fenómenos <strong>psicológico</strong>s característicos del inicio de la adolescencia,<br />

vinculados a la pérdida del cuerpo Infantil, del rol infantil y de los padres de la infancia, como lo plantea<br />

Aberastury (1), la irrupción de los mismos no siempre coincide con la pubertad: pueden aparecer antes o a<br />

posteriori.<br />

En lo que se refiere a cuándo puede darse por terminado este período del p<strong>un</strong>to de vista <strong>psicológico</strong>,<br />

consideramos que su finalización está determinada por el logro de las siguientes adquisiciones, de acuerdo<br />

con la síntesis propuesta por Osorio (23)<br />

"- Establecimiento de <strong>un</strong>a identidad sexual y posibilidades de establecer relaciones afectivas<br />

estables.<br />

-Capacidad de establecer compromisos profesionales y mantenerse (independencia económica).<br />

-Adquisición de <strong>un</strong> sistema de valores personales (moral propia).<br />

-Relación de reciprocidad con la generación precedente (sobre todo con los padres)".<br />

Conceptualmente, entonces, según los criterios de la O.M.S. haríamos coincidir el final de la adolescencia<br />

del p<strong>un</strong>to de vista <strong>psicológico</strong>, con el fin de la Juventud (25 años para la O.M.S.).<br />

Todo esto determina que desde el p<strong>un</strong>to de vista <strong>psicológico</strong> no podamos delimitar en forma más o menos<br />

precisa esta etapa del desarrollo en lo que respecta a su inicio, y mucho menos aún en lo que respecta a su<br />

finalización. <strong>La</strong> adquisición de los logros que determinan esta culminación está fuertemente condicionada<br />

por factores socioeconómicos y culturales, con sus respectivas connotaciones psicológicas. En sectores de la<br />

población donde se hace necesario salir a buscar trabajo desde edades tempranas, la adolescencia puede<br />

terminar abruptamente mucho antes de los 25 años. En los sectores desposeídos, este período de<br />

"moratoria" o preparación para la vida adulta como lo han llamado alg<strong>un</strong>os autores, entre ellos Erikson (9),<br />

constituye <strong>un</strong> lujo cuando está de por medio la lucha por la subsistencia, o hay que asumir <strong>un</strong> rol materno<br />

prematuro, ya sea por <strong>un</strong> embarazo a edad muy temprana, o porque hay que cuidar a los hermanos menores<br />

desde que se tienen 7 u ocho años. Podríamos incluso cuestionamos desde <strong>un</strong>a multiplicidad de consideraciones,<br />

si en estos casos realmente podemos hablar de adolescencia en los términos habituales. En <strong>un</strong><br />

trabajo anterior realizamos el análisis de alg<strong>un</strong>os aspectos de la psicología del “marginado”. (25)<br />

En otros casos, la adolescencia podría prolongarse mucho más allá de los 25 años cuando no es posible<br />

independizarse económicamente de los padres y se depende de ellos, ya sea porque no se puede acceder a<br />

<strong>un</strong>a vivienda propia, porque el sueldo no alcanza, porque aún se es estudiante y las exigencias curriculares<br />

impiden disponer de <strong>un</strong> horario para trabajar, o porque la única alternativa para que ambos integrantes de<br />

<strong>un</strong>a pareja puedan trabajar consiste en que los abuelos cuiden a sus hijos. <strong>La</strong> dependencia económica<br />

necesariamente determina dependencia psicológica.<br />

Además, en el Río de la Plata inciden otros factores socioculturales que exceden el alcance de este trabajo<br />

(tales como el tipo de madre fuertemente dominadora vinculado a nuestra ascendencia italiana y española,<br />

que generan fuertes lazos de dependencia con sus hijos), que pueden determinar <strong>un</strong>a importante<br />

prolongación de <strong>un</strong>a adolescencia, que a veces aparece como interminable.<br />

Pubertad y adolescencia<br />

El planteo precedente respecto a que no es posible establecer <strong>un</strong>a, delimitación cronológica precisa de la<br />

adolescencia del p<strong>un</strong>to de vista <strong>psicológico</strong>, en contraposición a la propuesta de la O.M.S. de <strong>un</strong>a clara:<br />

demarcación etaria de esta etapa vital, no es arbitrario ni caprichoso, como se habrá comprendido. No


obstante, para comprender mejor la discrepancia, quizás sea necesario discriminar dos conceptos que van<br />

frecuentemente <strong>un</strong>idos: Pubertad y <strong>Adolescencia</strong>.<br />

Tradicionalmente se utiliza el término pubertad para hacer referencia a las transformaciones biológicas de<br />

este período, y adolescencia para hacer referencia a los fenómenos psicosociales que la acompañan.<br />

Del p<strong>un</strong>to de vista etimológico, PUBERTAD significa "aparición de pelos". Aparición que comienza a darse<br />

alrededor de los 1O años en la región pubiana, como resultado de la irrupción de hormonas vinculadas al<br />

desarrollo gonadal, que hace exteriormente visible este proceso de maduración biológica, que permitirá<br />

ejercer plenamente las f<strong>un</strong>ciones de reproducción.<br />

<strong>La</strong> culminación de la maduración de las gónadas coincide con la culminación del crecimiento físico alrededor<br />

de los 18-19 años, cuando se sueldan los cartílagos de conjugación de las epífisis de los huesos largos, fin del<br />

crecimiento esquelético.<br />

Estas transformaciones biológicas sí se producen en forma relativamente <strong>un</strong>iversal dentro de las márgenes<br />

de edad arriba señaladas. Si hacemos coincidir conceptual mente pubertad y, adolescencia, podremos<br />

ajustar cronológicamente esta etapa de acuerdo con los parámetros etarios de la O.M.S., pero entendemos<br />

que existen diferencias conceptuales entre ambas. ,<br />

Aún en el caso de la Pubertad, de acuerdo con lo que plantea Francoise Dolto (8), podrían haber diferentes<br />

criterios para su "última frontera": "Los neurólogos dirigen la mirada al desarrollo nervioso: 20 años, la edad<br />

en que el tejido cerebral queda totalmente constituido. Los especialistas del crecimiento fijarán la fecha en<br />

los últimos p<strong>un</strong>tos de osificación. Es el final de la osificación de la clavícula, a los 25 años".<br />

Si se reflexiona acerca de cuál sería la tarea específica del p<strong>un</strong>to de vista <strong>psicológico</strong> durante la<br />

adolescencia, se verá que está vinculada en <strong>un</strong> extremo a desprenderse progresivamente de la infancia con<br />

las pérdidas que esto implica según lo consignamos anteriormente, y la consiguiente elaboración de los<br />

duelos respectivos: duelo por el cuerpo infantil perdido, duelo por el rol y la identidad infantiles, y duelo<br />

por los padres protectores e idealizados de la infancia, como lo plantean Aberastury y Knobel (1 y 17). En el<br />

otro extremo se sitúa el acceso a la condición adulta, que implica compartir en forma responsable el m<strong>un</strong>do<br />

con los otros, como individuo autónomo capaz de procrear y aceptar la propia finitud. Entre ambos extremos<br />

por lo tanto, la tarea psicológica consiste en <strong>un</strong> proceso de desarrollo personal que acompaña al crecimiento<br />

físico, a<strong>un</strong>que no siempre en forma sincrónica.<br />

- Etimológicamente, ADOLESCENCIA proviene de ad: a, hacia y olescere de olere: crecer. Significa la<br />

condición y el proceso de crecimiento. Implica <strong>un</strong> proceso de CRISIS vital (del griego krisis: acto o facultad<br />

de distinguir, elegir, decidir y/o resolver) a partir del cual se logrará la identidad personal. De allí que se<br />

afirme que la crisis evolutiva del proceso adolescente constituye <strong>un</strong>a crisis de identidad.<br />

Entendemos por IDENTIDAD la capacidad del individuo de reconocerse a sí mismo en el tiempo y en el<br />

espacio, la conciencia de su "mismidad", que implica poseer <strong>un</strong>a imagen corporal, la posibilidad de<br />

recordarse en el pasado y proyectarse en el futuro, y el vínculo de integración social inicialmente con las<br />

figuras parentales y posteriormente con otro es Grinberg quien introduce el concepto operativo de identidad.<br />

(15)<br />

En la medida que el proceso <strong>psicológico</strong> de la adolescencia acompaña al biológico de la pubertad, como<br />

parte de la identidad personal se irán consolidando la identidad sexual y la identidad de género, que no<br />

siempre se corresponde con el sexo al que pertenece al individuo.<br />

Dado que la tarea de esta etapa consiste en <strong>un</strong> proceso de individuación que parte de la situación de<br />

dependencia del niño respecto a las figuras parentales para transitar hacia la autonomía del adultd, el<br />

conflicto predominante en la adolescencia es el de dependencia/independencia, y la rebeldía constituye <strong>un</strong><br />

fenómeno imprescindible para separarse. "Sin rebeldía y sin protesta no hay adolescencia normal... el<br />

adolescente siempre fue <strong>un</strong> contestatario, <strong>un</strong> buscador de nuevas éticas... esta es <strong>un</strong>a etapa tan<br />

consternada como creativa" dirá Osorio. (23) Y Francoise Dolto afirma: "Un individuo joven sale de la<br />

adolescencia cuando la angustia de sus padres no le produce ningún efecto inhibidor". (8)<br />

Inicio, proceso y final de la pubertad: entendida como proceso biológico, es posible a<strong>un</strong>ar criterios respecto<br />

a su delimitación cronológica, a tal p<strong>un</strong>to que es posible establecer cuadros de crecimiento, medir, comparar<br />

y predecir (nos remitimos aquí a la exposición del Dr. Pais en este mismo Panel).<br />

Inicio, proceso y terminación de la adolescencia: entendida como <strong>un</strong> complejo proceso de desarrollo<br />

psicosocial vinculado al desarrollo biológico (no necesariamente sincrónicos), no es posible establecer criterios<br />

para <strong>un</strong>a delimitación cronológica precisa.<br />

Síntesis de las características psicológicas de la adolescencia<br />

Transcribimos la síntesis de Osorio (23) ya que entendemos que es muy completa y concisa, planteando si así<br />

correspondiera, alg<strong>un</strong>a discrepancia:


"- Redefinición de la imagen corporal, relacionada a la pérdida del cuerpo infantil y la consiguiente<br />

adquisición del cuerpo adulto.<br />

-Culminación del proceso de separación/individuación y sustitución del vínculo de 4dependencia<br />

simbiótica con los padres de la infancia por relaciones objetales de autonomía plena.<br />

- Elaboración de los duelos referentes a la pérdida de la condición infantil.<br />

- Establecimiento de <strong>un</strong>a escala de valores o código de ética propio. -Búsqueda de pautas de<br />

identificación en el grupo de pares.<br />

- Establecimiento de <strong>un</strong> patrón de lucha/fuga en relación con la generación precedente. .<br />

-Aceptación tácita de los ritos de iniciación como condición de ingreso al status adulto". (Aquí<br />

discrepamos con Osorio. Creemos como Francoise Dolto (8) que <strong>un</strong>o de los problemas de las generaciones<br />

actuales de adolescentes radica en que no enfrentan pruebas colectivas de paso; que los “proyectos”<br />

adolescentes quizás permitan prescindir de las mismas, pero que no las reemplazan. Osorio se refiere en<br />

alg<strong>un</strong>as oport<strong>un</strong>idades (23) a los exámenes vestibulares -exámenes de ingreso a las <strong>un</strong>iversidades- como <strong>un</strong>o<br />

de los ritos de iniciación actuales. Esto es discutible. Por <strong>un</strong> lado, no "pasan" por ellos más que los<br />

adolescentes de cierto sector socio..económico-cultural. Por otro, en todo caso marcarían <strong>un</strong> tránsito<br />

dentro de la misma adolescencia, ya que implican sólo pasar de la enseñanza media a la <strong>un</strong>iversitaria, y no<br />

ingresar al status adulto. De todas formas, la situación referida no se da en nuestro país).<br />

"-As<strong>un</strong>ción de f<strong>un</strong>ciones o papeles auto-otorgados, o sea, de acuerdo a inclinaciones personales,<br />

independientes de las expectativas familiares y eventuales, incluso de las imposiciones biológicas del género<br />

al que pertenece el individuo (homosexuales)".<br />

Alg<strong>un</strong>as manifestaciones del proceso <strong>psicológico</strong> observables en la conducta habitual de los adolescentes<br />

En "LA ADOLESCENCIA NORMAL" de Aberastury y Knobel (17), Mauricio Knobel titula el Cap. 2 "EL<br />

SINDROME DE ADOLESCENCIA NORMAL". Establece: "Pienso que la estabilización de la personalidad no se<br />

logra sin pasar por <strong>un</strong> cierto grado de conducta "patológica" que, según mi criterio, debemos considerar<br />

inherente a la evolución normal de esta etapa de la vida". Posteriormente agrega: "Anna Freud dice que es<br />

muy difícil señalar el límite entre lo normal y lo patológico en la adolescencia, y considera que, en realidad,<br />

toda la conmoción de este período de la vida debe ser estimada como normal, señalando además que sería<br />

anormal la presencia de <strong>un</strong> equilibrio estable durante el proceso adolescente". Osorio a su vez plantea (23):<br />

"tratándose de adolescentes, el término síntoma no es necesariamente indicio de anormalidad psíquica y<br />

-como lo sugiere su propia etimología- es lícito usarIo tan sólo en el sentido de «acontecimiento». Muchas<br />

perturbaciones de los adolescentes son apenas reacciones adaptativas normales para las circ<strong>un</strong>stancias y el<br />

momento considerado de su evolución onto-genética”.<br />

¿Normal anormalidad, conmoción, acontecimientos?<br />

Más allá de cómo se les quiera denominar, existen ciertas manifestaciones del proceso <strong>psicológico</strong> por el que<br />

atraviesa el adolescente que son observables en su conducta habitual, en términos relativamente generales.<br />

Nos ceñiremos a la enumeración de Mauricio Knobel en la obra citada, proporcionando <strong>un</strong>a síntesis de su<br />

planteo en la mayor parte de los casos, o citándolo textualmente en ocasiones. En alg<strong>un</strong>os momentos agregaremos<br />

aportes de otros autores:<br />

1) Búsqueda de sí mismo y de la identidad: "El poder llegar a utilizar la genitalidad en la procreación es <strong>un</strong><br />

hecho biopsicodinámico que determina <strong>un</strong>a modificación esencial en el proceso del logro de b identidad<br />

adulta y que caracterizan la turbulencia e inestabilidad de la identidad adolescente".<br />

[. . .] "En esta búsqueda de identidad, el adolescente recurre a las situaciones que se presentan como más<br />

favorables en el momento. Una de ellas es la de la <strong>un</strong>iformidad, que brinda seguridad y estima personal.<br />

Ocurre aquí el proceso de doble identificación masiva, en donde todos se identifican con cada <strong>un</strong>o, y que<br />

explica, por lo menos en parte, el proceso grupal de que participa el adolescente".<br />

[...] "En ocasiones, la única solución puede ser la de buscar lo que Erikson ha llamado también «<strong>un</strong>a<br />

identidad negativa», basada en identificaciones con figuras negativas pero reales. Es preferible ser alguien,<br />

perverso, indeseable, a no ser nada. Esto constituye <strong>un</strong>a de las bases de las pandillas de delincuentes, los<br />

grupos de homosexuales, los adictos a las drogas, etc.".<br />

Pueden presentarse también identidades transitorias, ocasionales o circ<strong>un</strong>stanciales, adoptadas sucesiva o<br />

simultáneamente por el adolescente, según las circ<strong>un</strong>stancias. Son aspectos de la propia identidad<br />

adolescente. Los cambios corporales, no sólo percibidos exteriormente, sino también como <strong>un</strong>a sensación<br />

general de tipo fisico, son perturbadores también.<br />

2) <strong>La</strong> tendencia grupal: Se transfiere al grupo gran parte de la dependencia que antes se mantenía con la<br />

familia, y el grupo aparece al mismo tiempo como continentador de las ansiedades de sus integrantes.


3) Necesidad de intelectualizar y fantasear: "Forma típica del pensamiento adolescente. Pueden ser<br />

considerados mecanismos defensivos frente a la imposición de la realidad, de ren<strong>un</strong>ciar a los aspectos<br />

infantiles, lo que obliga al adolescente a recurrir al pensamiento para compensar las pérdidas que ocurren<br />

dentro de sí mismo y que no puede evitar. De allí también la necesidad de refugiarse en el m<strong>un</strong>do interior.<br />

"Un autismo positivo” al decir de Aberastury, "que lleva a la preocupación por principios éticos, filosóficos,<br />

sociales...".<br />

Anna Freud (12) plantea que la intelectualización tendría por f<strong>un</strong>ción ligar los fenómenos instintivos con<br />

contenidos ideativos, para hacerlos accesibles a la conciencia y fáciles de controlar. Agrega como<br />

mecanismo de defensa característico de la adolescencia el ascetismo. Plantea que los adolescentes parecen<br />

temer más a la cantidad que a la calidad de sus pulsiones, y que por ello optan por establecer las<br />

prohibiciones más estrictas, que pueden extenderse a necesidades físicas cotidianas, evitar contacto con<br />

personas de su edad, música, bailes, indumentaria atractiva, etc. El ascetismo a veces puede cambiarse<br />

súbitamente por <strong>un</strong>a entrega a excesos pulsionales sin restricciones.<br />

4) <strong>La</strong>s crisis religiosas: El adolescente puede presentarse como <strong>un</strong> ateo exacerbado, o como <strong>un</strong> místico<br />

fervoroso, lo cual constituiría las posiciones extremas. También puede aparecer la preocupación metafísica.<br />

5) Desubicación temporal: El adolescente conviene el tiempo en presente y activo, como <strong>un</strong>a forma de<br />

manejarlo. A veces las urgencias son enormes, y otras, las postergaciones son aparentemente irracionales.<br />

Esto desconcierta al adulto. Knobel cita dos ejemplos respectivos de las situaciones extremas planteadas: el<br />

de la muchacha que precisa URGENTE <strong>un</strong> vestido porque tiene <strong>un</strong>a fiesta tres meses después, y el del<br />

muchacho que descansa plácidamente, porque tiene <strong>un</strong> examen RECIEN al otro día.<br />

6) Evoluci6n sexual desde el autoerotismo hasta la heterosexualidad:<br />

Oscilación entre la actividad masturbatoria y los comienzos del ejercicio genital. Contacto genital de tipo<br />

exploratorio. Búsqueda de pareja. Caricias cada vez más prof<strong>un</strong>das e íntimas. Enamoramiento apasionado (si<br />

es <strong>un</strong>a figura idealizada, como <strong>un</strong> ídolo musical, en realidad tiene las características de <strong>un</strong> sustituto<br />

parental al que el adolescente se vincula con fantasías edípicas). Una serie de actividades lúdicas llevan<br />

también al aprendizaje del otro sexo, tales como los bailes, ciertos juegos, el toqueteo en el<br />

amontonamiento de entrar o salir de la clase en el liceo, etc. <strong>La</strong> curiosidad sexual se evidencia también en<br />

el interés por las revistas o los video pornográficos. El exhibicionismo y el voyeurismo se manifiestan en el<br />

tipo de vestimenta, el arreglo o desarreglo del cabello, en el tipo de bailes, etc. "Es normal que aparezcan<br />

períodos de predominio de aspectos femeninos en el varón y masculinos en la niña. Es necesario tener<br />

siempre presente el concepto de bisexualidad, y aceptar que la posición heterosexual adulta exige <strong>un</strong><br />

proceso de fluctuación y aprendizaje en ambos roles".<br />

<strong>La</strong> bisexualidad se exterioriza en la masturbación (donde <strong>un</strong> individuo actúa simultáneamente los dos<br />

géneros), a veces también por prácticas homosexuales que si constituyen episodios aislados no implican<br />

necesariamente homosexualidad. Francoise Dolto plantea (8): "Se dice que hay cada vez más homosexuales,<br />

¡pero eso no es cierto! Se creen homosexuales y viven como tales después de haberse escaldado con <strong>un</strong><br />

primer amor. Es <strong>un</strong>a conducta de búsqueda de lo fácil. Una liberación de compromiso. Se han quedado en<br />

ese terreno puesto que nadie les alentó a correr de nuevo <strong>un</strong> riesgo valorizante. Han perdido su creatividad<br />

después de malograr <strong>un</strong> primer amor, y nadie les dice: «No te desalientes después de esta experiencia. Te<br />

prepara para otro encuentro más duradero con <strong>un</strong> ser que tendrá fe en ti». Entonces se vuelven hacia otro<br />

semejante que les devuelve el espejo del narcisismo así como el sentimiento de su valor respecto de gentes<br />

que desprecian al otro sexo".<br />

7) Actitud social reivindicatoria: Ya hablamos de la rebeldía. Según Knobel "sería sin duda <strong>un</strong>a grave<br />

sobresimplificación del problema de la adolescencia, el atribuir todas las características del adolescente a<br />

su cambio psicobiológico, como si en realidad todo esto no estuviera ocurriendo en <strong>un</strong> ámbito social". Acerca<br />

de la relación entre los adolescentes y el m<strong>un</strong>do adulto, habremos de referimos al tratar los conflictos<br />

generacionales.<br />

8) Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta: "<strong>La</strong> conducta del adolescente está<br />

dominada por la acción, que constituye la forma de expresión más típica en estos momentos de la vida, en<br />

que hasta el pensamiento necesita hacerse acción para ser controlado".<br />

[...] "El adolescente no puede mantener <strong>un</strong>a línea de conducta rígida, permanente y absoluta, a<strong>un</strong>que<br />

muchas veces la intenta y la busca". Otro “indicio de normalidad, se observa en la labilidad de su organización<br />

defensiva".<br />

9) Separaci6n progresiva de los padres: Constituye <strong>un</strong>a de las tareas básicas, concomitante a la identidad<br />

adolescente. Al reeditarse los elementos edípicos, ahora con posibilidades reales de consumar el incesto, el<br />

adolescente debe desprenderse para salir a buscar su objeto amoroso fuera del ámbito familiar. <strong>La</strong>s<br />

ansiedades del adolescente tienen su correlato en las ansiedades que despierta en los padres el acceso a la<br />

genitalidad de los hijos. Muchas veces los padres niegan el crecimiento de sus hijos.


10) Constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo: Estos se relacionan con <strong>un</strong> sentimiento<br />

básico de ansiedad y depresión vinculado a los duelos. El repliegue autista se manifiesta como sentimiento<br />

de soledad, frustración y desaliento, aburrimiento. Durante este repliegue, el adolescente se prepara para<br />

la acción y elabora constantemente sus vivencias y fracasos. Cuando el adolescente sumergido en la desesperanza<br />

más prof<strong>un</strong>da elabora y supera sus duelos, puede proyectarse en <strong>un</strong>a elación a veces desmedida. Si<br />

los intentos de elaboración fallan los cambios de humor pueden aparecer como microcrisis<br />

maníacodepresivas.<br />

Además de las manifestaciones planteadas por Knobel, queremos señalar otros aspectos vinculados con las<br />

conductas de alimentación, el aseo, y la ocasional crueldad con los animales: durante la adolescencia no<br />

sólo se reedita la conflictiva edípica, sino que además se da <strong>un</strong> resurgimiento de tendencias pregenitales,<br />

f<strong>un</strong>damentalmente en la primera etapa. Según Anna Freud (12), a<strong>un</strong>que en este período las tendencias<br />

genitales son predominantes, los intereses oral-anales retornan a la superficie y pueden manifestarse en la<br />

aparición de impulsos agresivos, crueldad, aumento del hambre, voracidad, y en el hecho de que los hábitos<br />

de limpieza cedan al placer de la suciedad y el desorden. <strong>La</strong>s formaciones reactivas desarrolladas antes de<br />

la adolescencia (asco, pudor, vergüenza, compasión) también amenazan derrumbarse, por lo que además de<br />

las tendencias exhibicionistas de las cuales ya se habló, pueden aparecer ocasionalmente la brutalidad y la<br />

crueldad con animales. Anna Freud (13) plantea "que es poco realista por parte de los padres oponerse a la<br />

liberación del vínculo existente con la familia o a la lucha contra los impulsos pregenitales del adolescente".<br />

Normalidad y patología en la adolescencia<br />

"Normal anormalidad", "conmoción" o "acontecimientos". Creemos necesario destacar que:<br />

a) <strong>La</strong>s conceptualizaciones teóricas acerca de la adolescencia son "adultocéntricas".<br />

b) El hecho de que se haga hincapié en que durante la adolescencia se logra la estructuración de la<br />

identidad personal, no significa que el adolescente no tenga identidad. Posee <strong>un</strong>a identidad adolescente,<br />

caracterizada precisamente por las manifestaciones que se han analizado.<br />

Hechas estas consideraciones acerca de la "normalidad", corresponde referirnos a la patología adolescente.<br />

Knobel (17) expresa que "la mayor o menor anormalidad de este síndrome normal [...] se deberá en gran<br />

parte a los procesos de identificación y de duelo que haya podido realizar el adolescente. En la medida que<br />

haya elaborado los duelos, que son en última instancia los que llevan a la identificación, el adolescente verá<br />

su m<strong>un</strong>do interno fortificado, y entonces, esta normal anormalidad será menos conflictiva y por lo tanto<br />

menos perturbadora".<br />

Osorio (23) se preg<strong>un</strong>tará: "¿Cómo podemos discriminar en la práctica lo que es normal... de lo que es<br />

patológico?" Plantea la utilización de <strong>un</strong> esquema referencial teórico "que considera el carácter psicopatológico<br />

de los síntomas en la adolescencia, en f<strong>un</strong>ción de ciertos «módulos o variables», que son:<br />

1) Intensidad<br />

2) Duración<br />

3) Significado regresivo<br />

4) Polimorfismo sintomático".<br />

Ilustra la aplicación del esquema con dos casos clínicos: a) el de <strong>un</strong> adolescente que ocasionalmente ha<br />

fumado marihuana, conducta que apareció dos meses antes. No ha tenido contacto con traficantes, cumple<br />

con las exigencias del liceo, tiene buen vínculo con la familia, tuvo <strong>un</strong>a novia, y le gusta la música. En este<br />

caso aparece <strong>un</strong> solo síntoma (uso de marihuana), relativamente reciente, de moderada intensidad y<br />

frecuencia, cuyo significado regresivo es comparable a otros hábitos orales socialmente incorporados a la<br />

sociedad adulta, como fumar cigarrillos de tabaco. Por lo tanto,. el síntoma no sería identificable en <strong>un</strong><br />

cuadro psicopatológico, y podría ser considerado (por lo menos en ese momento) como <strong>un</strong>a manifestación de<br />

la crisis adolescente.<br />

b) el de <strong>un</strong> adolescente que fuma marihuana desde hace <strong>un</strong> año y medio. Comenzó a hacerlo solo en su<br />

cuarto, cuando estaba angustiado o deprimido. Se abastece con <strong>un</strong> traficante. Antes fumaba sólo cuando<br />

estaba muy "bajoneado", pero ahora lo hace regularmente. Abandonó el liceo y también el básquetbol, ya no<br />

se reúne con la "barra". Ha usado ácido, justificando esto con que quiere "entrar en <strong>un</strong>a buena". Ha probado<br />

pastillas y también se ha inyectado. No se baña ni se alimenta con regularidad. Ha participado en dos robos<br />

menores. En la casa es agresivo, llama la atención y si no lo logra golpea puertas y muebles, o dice<br />

palabrotas. Actualmente no se relaciona con el sexo opuesto, y su actividad sexual se restringe a encuentros<br />

ocasionales con prostitutas, con las que se limita a practicar felacio o coito anal, generalmente con características<br />

sádicas. En este caso se observan marcadas tendencias regresivas: aislamiento, abandono del<br />

estudio y el deporte, desaseo personal, deterioro de la convivencia social y familiar; la intensidad del


síntoma se manifiesta mediante la gradación hacia drogas cada vez más fuertes; la persistencia en el tiempo<br />

es significativa: más de <strong>un</strong> año; aparece <strong>un</strong> polimorfismo sintomático, ya que el síntoma principal (drogas)<br />

se encuentra asociado con otros (hurto, conducta agresiva, perversiones sexuales). Estamos frente a <strong>un</strong><br />

cuadro definidamente patológico. Osorio lo denomina "síndrome delincuencial".<br />

Entremedio de los dos casos extremos, se situaría <strong>un</strong>a vastísima gama de posibilidades, que se aproximarían<br />

más a <strong>un</strong>o o al otro. Osorio advierte que el esquema no debe ser tomado como <strong>un</strong> modelo simplista.<br />

Al hacer referencia a la psicopatología adolescente, suele aparecer <strong>un</strong>a marcada preocupación de padres y<br />

educadores acerca de la homosexualidad, el consumo de drogas, la delincuencia y el suicidio.<br />

Ya hicimos mención a la homosexualidad cuando planteamos el concepto de identidad y nos referimos a la<br />

identidad sexual, y cuando vimos la evolución sexual desde el autoerotismo hasta la heterosexualidad. Habremos<br />

de considerar el uso de drogas, el suicidio y la delincuencia juvenil más adelante, ya que<br />

entendemos que previamente es necesario seguir prof<strong>un</strong>dizando en otros conceptos.<br />

¿Por qué adolescencia "Hoy" y no adolescencia ''Aqui y Ahora"?<br />

No parece casual que este Panel esté denominado "<strong>Adolescencia</strong> HOY", que el libro de Osorio que hemos<br />

citado se llame "Adolescente HOY", y que al elaborar <strong>un</strong> Proyecto de Investigación que estamos llevando<br />

adelante en la Universidad de la República, lo hayamos designado "Los adolescentes Uruguayos - HOY"<br />

(mucho antes de conocer el libro de Osorio).<br />

En 1975, en <strong>un</strong> documento de circulación interna titulado "El M<strong>un</strong>do en Devenir" (28), la UNESCO introduce<br />

el concepto del m<strong>un</strong>do como <strong>un</strong> sistema interrelacionado en el que juega <strong>un</strong> papel trascendental la nueva<br />

tecnología.<br />

En <strong>un</strong> trabajo anterior, "Nuestros jóvenes y la revolución tecnológica" (26), hemos planteado que a nuestro<br />

entender, los grandes cambios en los modos de producción y consumo connotan prof<strong>un</strong>das formaciones a<br />

nivel socio-cultural, con repercusiones en lo <strong>psicológico</strong>. Decíamos que priorizamos tres momentos<br />

f<strong>un</strong>damentales en la Historia: la evolución del neolítico (caracterizada por el cultivo de la tierra y la cría del<br />

rebaño); la revolución industrial (invención de la máquina de vapor y transformación de la industria textil y<br />

la revolución tecnológica (robótica informática e ingeniería genética). Hacíamos hincapié en que pese a que<br />

los países del tercer m<strong>un</strong>do no están en posesión de los adelantos tecnológicos, de todas formas se<br />

encuentran inmersos en lo que denominamos revolución tecnológica (en tanto transformación de los modos<br />

de producción y consumo), ya que el orden económico vinculado a la misma determina las relaciones de<br />

poder vigentes, y cambios socioculturales que afectan radicalmente la forma de vida de las poblaciones en<br />

general, y en particular de los jóvenes, constituyendo el desempleo juvenil en todo el m<strong>un</strong>do y la violencia<br />

indiscriminada contra los mismos (razzias, p.ej.) también a nivel m<strong>un</strong>dial, claros ejemplos de esta situación.<br />

Enfatizábamos la importancia de los Medios Masivos de Difusión (MMD), principalmente la TV como aparato<br />

hegemónico de transmisión de la ideología dominante, agente de transnacionalización de la cultura con el<br />

consiguiente proceso de aculturación de cada región. Planteábamos su doble carácter de producto (la<br />

satelización permite que <strong>un</strong> mismo mensaje llegue al mismo tiempo a todas partes del m<strong>un</strong>do) de la tecnología,<br />

y productor de condiciones necesarias para el sistema vigente, .contribuyendo a limitar la capacidad<br />

creativa y de crítica, imprescindibles para acompañar el desarrollo tecnológico, pero que deben restringirse<br />

a este plano (en este intento de limitar creatividad y criticidad, confluirían los MMD y la represión directa a<br />

los jóvenes). Señalábamos que desde su nacimiento, los adolescentes de todo el m<strong>un</strong>do han estado<br />

sometidos a los MMD, que imponen <strong>un</strong>a determinada "realidad" (a veces más por lo que no muestran que por<br />

lo que muestran) y modelos identificatorios <strong>un</strong>iversales (héroes deshumanizados, violentos, omnipotentes).<br />

Considerábamos que a nuestro entender, estos factores inciden en el aparato psíquico en la formación del<br />

yo y el super-yo.<br />

Osorio (23) plantea para situar a la familia actual, <strong>un</strong> esquema referencial inspirado en ideas de Margaret<br />

Mead. Según él, esta antropóloga "considera tres tipos de modelos culturales de acuerdo con los cuales el<br />

primero corresponde a las denominadas culturas pós-figurativas que extraen su autoridad del pasado,<br />

basándose en <strong>un</strong> consenso a-crítico y en <strong>un</strong>a lealtad inequívoca de cada generación a la que le precedió. En<br />

esas culturas los niños y los jóvenes aprenden f<strong>un</strong>damentalmente de los adultos, y el futuro es visualizado<br />

como <strong>un</strong>a prolongación del pasado, o sea que el pasado de los adultos es el futuro de cada generación. En<br />

esas culturas hay <strong>un</strong>a falta de «conciencia de cambio», y el mito prevalente es el del anciano como fuente<br />

del saber y de los valores que serán preservados y trasmitidos a generaciones futuras. Este es el modelo cultural<br />

vigente hasta el advenimiento de la era contemporánea...".<br />

"El seg<strong>un</strong>do de esos modelos es llamado por Margaret Mead ” ... “existe <strong>un</strong>a<br />

influencia recíproca entre jóvenes y adultos. Por el surgimiento de nuevos adelantos técnicos para los cuales<br />

los más viejos carecen de información, las capas más jóvenes de la población pasan a detentar <strong>un</strong>a<br />

significativa parcela de influencia, proporcionada por el conocimiento. En estas culturas lo que cuenta es el


presente y el mito que prevalece es el del adulto productivo. Es el modelo predominante en el m<strong>un</strong>do<br />

actual". Modelo que surge, por lo tanto a partir de la revolución industrial.<br />

"Finalmente tenemos el modelo de las culturas pre-figurativas, en las que el futuro ya no es más <strong>un</strong>a simple<br />

prolongación del pasado, sino que tiene su propia (y desconocida) identidad, en donde prevalecen las<br />

expectativas futuras sobre las realizaciones pasadas. En estas culturas hay <strong>un</strong>a exacerbación de los<br />

contenidos revolucionarios y de las tendencias iconoclastas, y podemos encontradas no sólo en naciones que<br />

están sufriendo cambios radicales en su estructura socio-política, sino también en «bolsas» culturales de<br />

países tanto de Occidente como de Oriente. En esas culturas el mito dominante es el del «poder joven»... El<br />

modelo vivencial está suministrado por la generación futura".<br />

Osorio cita también a Fusler, filósofo y teórico de la com<strong>un</strong>icación, y relaciona la propuesta de éste acerca<br />

de cómo encarar el flujo del tiempo con los modelos culturales de Margaret Mead, que se corresponden históricamente<br />

con la vigencia de los cambios introducidos por las tres revoluciones en los modos de<br />

producción y consumo, que nosotros señalamos previamente. Dice Osorio sintetizando la propuesta de<br />

Fusler:<br />

“<strong>La</strong> sociedad se organizaba inicialmente sobre <strong>un</strong> modelo «míticomágico», en el cual el tiempo es presente y<br />

el m<strong>un</strong>do es vivenciado como <strong>un</strong> escenario dentro del cual el tiempo circula; hace <strong>un</strong>os 3.000 años fue<br />

evolucionado hacia <strong>un</strong> modelo organizado a partir de la «conciencia histórica», en el cual hay <strong>un</strong> tiempo<br />

lineal que corre del pasado hacia el futuro, pasando por <strong>un</strong> p<strong>un</strong>to imaginario llamado presente. <strong>La</strong><br />

conciencia histórica nos remite al pasado en busca de los orígenes de nuestro comportamiento presente y en<br />

él se asientan los f<strong>un</strong>damentos de la existencia social. Sería equivalente a lo que Margaret Mead llamaba<br />

«sociedades pos-figurativas», en las que el modelo vivencial era suministrado por la generación anterior".<br />

“Según Fusler, hace ISO años comenzó a emerger <strong>un</strong> nuevo modelo al que por falta de otra denominación<br />

bautizó como «conciencia cibernética». El flujo del tiempo pasa a ser exactamente lo opuesto al tiempo<br />

histórico, pues según esa nueva concepción, el tiempo no puede fluir desde el pasado hacia el futuro, ya<br />

que es el mañana lo que se nos aproxima, y no el ayer. El pasado pasa entonces a ser <strong>un</strong>a dimensión<br />

incorporada al presente, <strong>un</strong>a especie de memoria que sustenta al presente, pero ya no residen en ella las<br />

pautas relacionales conductoras de la evolución social". "Se correspondería con las sociedades «prefigurativas»<br />

de Margaret Mead, en las que el modelo vivencial es suministrado por la generación futura". De<br />

ahí la afumación de que "los adultos de <strong>hoy</strong> son como inmigrantes en el tiempo, así como sus antepasados lo<br />

fueron en el espacio, o sea, estamos en <strong>un</strong> proceso de cambio hacia <strong>un</strong> «nuevo m<strong>un</strong>do» que no se localiza en<br />

otra latitud y sí en nuestra concepción temporal (de ahora en más, las utopías serían por lo tanto,<br />

ucronías...)".<br />

<strong>La</strong>s vertiginosas transformaciones socio-culturales de nuestra época hacen que, de acuerdo con lo que<br />

afirma Margaret Mead, "seamos <strong>hoy</strong> como inmigrantes en el extraño territorio que habitan nuestros hijos,<br />

con usos, costumbres, lenguaje y valores tan diferentes de los nuestros, como fueron para los individuos de<br />

décadas anteriores los de sus antípodas".<br />

Creemos interesante destacar que desde hace <strong>un</strong> tiempo venimos planteando lo siguiente:<br />

En el análisis de ciertas situaciones de inmigración y exilio, se pone de manifiesto el surgimiento de<br />

importantes conflictos a nivel familiar. En general (y en forma muy sintética), los adultos enfrentan serios<br />

problemas para integrarse a las nuevas culturas, entre otros motivos, porque les resulta muy difícil el<br />

cambio de costumbres y la adquisición del idioma. Esto los lleva en muchos casos a aislarse dentro del<br />

núcleo familiar, con sentimientos de desvalorización, depresión y angustia. Los niños en cambio, por su edad<br />

y por concurrir a centros de enseñanza, aprenden fácilmente el idioma y se integran mejor al medio social.<br />

De esta manera, pasan a ser quienes introducen a los adultos en la nueva cultura. Se invierte el patrón<br />

tradicional de la educación: son los niños quienes enseñan a sus padres, y no a la inversa. Este es <strong>un</strong>o de los<br />

factores que concurren a <strong>un</strong>a pérdida de autoridad parental, constituyendo <strong>un</strong>a de las bases de los<br />

conflictos familiares a los que hacíamos referencia.<br />

Analicemos ahora la relación entre niños, jóvenes y adultos en lo que respecta al avance tecnológico: los<br />

niños hacen <strong>un</strong> uso de la tecnología que a los adultos les resulta sorprendente, ya que aprenden rápidamente<br />

su "lenguaje". Se convierten así en quienes introducen a sus padres en la nueva" cultura<br />

tecnológica", muchas veces rechazada por éstos; rechazo vinculado a <strong>un</strong>a desvalorización con la<br />

consiguiente depresión y angustia, ya que les resulta muy difícil adaptarse a las nuevas exigencias que<br />

impone la tecnología en el ámbito laboral, por ejemplo. Pensamos que éste, j<strong>un</strong>to con otros, constituye <strong>un</strong>o<br />

de los factores que determinan la actual crisis de autoridad parental. En esta situación también se invierte<br />

el patrón tradicional de la educación: los menores son quienes enseñan a los mayores y no a la inversa,<br />

como sucedía en las generaciones anteriores. Basta con recordar <strong>un</strong>a propaganda televisiva de<br />

computadoras, en la cual <strong>un</strong> niño muy serio y formal plantea que debe enseñarle el manejo del computador<br />

a su hermana menor, y si le queda tiempo... "¡debería seguir con papá!", dicho esto en forma despectiva.


Este planteo acerca de la situación de "inmigración o exilio cultural" que implica la revolución tecnológica<br />

para los adultos, coincidiría por lo tanto con los planteo s de Margaret Mead y de Fusler, de acuerdo con la<br />

síntesis de Osorio. Más adelante nos ocuparemos del proceso de “aculturación tecnológica”. Para proseguir<br />

con la temática adolescente, creemos pertinente ahondar en alg<strong>un</strong>os aspectos generales de este “<strong>hoy</strong>”.<br />

Del principio de autoridad al de eficiencia<br />

Retomando el planteo anterior, nos centraremos en la sustitución del principio de autoridad (principio<br />

ordenador tradicional de las relaciones sociales) por el principio de eficiencia (¿principio "desordenador" de<br />

las relaciones sociales vigentes?)<br />

Para el análisis de estos factores hemos tomado f<strong>un</strong>damentalmente los aportes de Gerard Mendel. (21) Este<br />

autor también hace hincapié en la m<strong>un</strong>dialización, señalando que' '<strong>hoy</strong> el m<strong>un</strong>do es <strong>un</strong>o, sobre todo por la<br />

extensión de los intercambios económicos a todo el planeta” planteando cómo esto incide tanto en los<br />

países de centro como en los de periferia, por <strong>un</strong>a agudización de la división internacional del trabajo:<br />

-"En los países industriales avanzados, la competición más encarnizada y la búsqueda de <strong>un</strong>a rentabilidad<br />

máxima, única que hará posible la continuación de las inversiones a fin de luchar contra la competencia,<br />

provocan <strong>un</strong>os avances tecnológicos cada vez más rápidos" (escalada tecnológica)<br />

"En los países sub-desarrollados, a fin de intensificar las exportaciones [...] se da <strong>un</strong>a explotación sin tregua<br />

de las materias primas o el monocultivo en grandes extensiones".<br />

En <strong>un</strong> trabajo anterior ya citado (26) planteábamos además de estos, otros cambios introducidos en los<br />

países del tercer m<strong>un</strong>do por la división internacional del trabajo: traslado de diversas fases del proceso<br />

productivo de los países de centro a los de periferia en busca de ventajas económicas como mano de obra<br />

barata, beneficios fiscales y arancelarios, mayor facilidad para la represión policial, o leyes de protección<br />

ambiental menos severas (el tema de la polución y la protección del medio ambiente cobra cada vez más<br />

importancia en los países de centro). Todo esto contribuye a la des población del campo y a la<br />

concentración urbana, con el fortalecimiento de los respectivos cinturones de miseria.<br />

A p<strong>un</strong>to de partida de que la revolución tecnológica no hace más que llevar a sus últimas consecuencias la<br />

revolución industrial que le precedió, Mendel resume la situación diciendo que "en todo o casi todo el<br />

planeta, los intercambios económicos han impuesto las reglas básicas de la era industrial: búsqueda del<br />

rendimiento máximo; eficacia técnica; concentración de la mano de obra; mezcla y movilidad de la<br />

población; trastorno del medio ambiente y de las costumbres de vida; debilitamiento de la autoridad<br />

tradicional, debido a que la primacía ya no se otorga a la experiencia de vida o a la edad, sino a la<br />

competencia técnica que no tiene nada que ver con los modelos tradicionales". [...] "El orden del fenómeno<br />

del desarrollo tecnológico, no puede compararse más que con el orden biológico, jugando el elemento<br />

competitivo el papel de la selección natural en biología".<br />

[...] "Mientras que el principio de autoridad respeta <strong>un</strong> cierto orden específico humano en la medida que<br />

representa la extensión generalizada de la relación de dependencia casi biológica y después psicoafectiva<br />

del niño con su familia, el principio de eficiencia, rige las relaciones f<strong>un</strong>cionales y competitivas al interior<br />

de la esfera de la producción a la que deben adaptarse el hombre y la sociedad". "El principio de eficiencia<br />

no supone <strong>un</strong>a manipulación de la esfera psicoafectiva, de la culpabilidad, sino la imposición de nuevos<br />

valores".<br />

El ideal humano pasa a ser "el Robot o, a <strong>un</strong> nivel intelectual más diferenciado, el tecnócrata". En relación a<br />

esto, nos parece interesante reflexionar acerca de cómo también los intelectuales y científicos, cada vez<br />

más -incluso dentro de las Universidades-, ven condicionada su subsistencia a la elaboración de "Proyectos"<br />

que serán financiados de acuerdo con su nivel de "excelencia” y ellos mismos, a su vez, serán evaluados por<br />

la eficiencia en la gestión: manejo del financiamiento, cumplimiento de cronogramas, "excelencia" de los<br />

"productos".<br />

El ideal tecnológico, el principio de eficiencia, tienden a imponerse al hombre, produciendo lo que Mendel<br />

llama verdadera "aculturación tecnológica" .<br />

Aculturación tecnológica<br />

Mendel plantea que "esta disgregación cultural afecta tanto a la herencia sociocultural, como a aquel de<br />

quien se hereda (el adulto), al modo de trasmisión de la herencia (ritos de iniciación o de entrada) y al heredero<br />

(el niño y el adolescente).<br />

a) <strong>La</strong> herencia<br />

"<strong>La</strong>s tradiciones, la herencia sociocultural, han perdido su carácter «sagrado» [...] y su valor se decide en<br />

f<strong>un</strong>ción de su utilidad inmediata [. . .]. <strong>La</strong> mayor parte de los principios heredados del pasado se encuentran


<strong>hoy</strong> en día caducos debido a su “ineficacia””. P.ej.: a causa de la inflación (pérdida muy regular del valor<br />

adquisitivo). <strong>hoy</strong> resulta más racional endeudarse que ahorrar; el principio de la sabiduría financiera de las<br />

generaciones anteriores era "el ahorro es la base de la fort<strong>un</strong>a". Otro ejemplo, especialmente vinculado a la<br />

temática adolescente, lo constituye el hecho de que ya no resulta posible formarse de por vida en <strong>un</strong>a<br />

profesión u oficio; parece más razonable diversificar la formación, dada la movilidad del empleo (y en<br />

nuestro país la necesidad del multiempleo).<br />

b) El adulto<br />

Los adultos han sufrido <strong>un</strong>a importante' 'movida de piso":<br />

-Han cambiado las condiciones de vida y trabajo, y el medio ambiente natural y urbano. <strong>La</strong>s ciudades, o<br />

bien crecen vertiginosamente, o bien sufren <strong>un</strong> proceso de deterioro (a<strong>un</strong>que en muchos casos aparentemente<br />

no se da <strong>un</strong> cambio edilicio) que modifica sus características urbanas.<br />

-Ha cambiado el marco cultural. En nuestro país, por ejemplo, podríamos señalar la escasa difusión de<br />

autores nacionales, y la generalización de la TV y el video con <strong>un</strong> doble efecto: por <strong>un</strong> lado, la reducción de<br />

la actividad cultural interna (cierre de cines, menor concurrencia a teatros y otros espectáculos nacionales)<br />

y por otro. la ampliación del horizonte cultural más allá de nuestras fronteras (invasión cultural proveniente<br />

no sólo de países de centro, sino también de otras naciones latinoamericanas). Mattelart, refiriéndose a las<br />

transformaciones culturales vertiginosas que han sufrido alg<strong>un</strong>as regiones del tercer m<strong>un</strong>do, con <strong>un</strong>a rica<br />

tradición propia, hablará de "etnocidio", denominando así lo que describe como' 'verdaderos Hiroshimas<br />

culturales" (Rambo, Tortugas Ninja, etc, mediante). (*)<br />

-Los adultos deben, además, enfrentar la caída de los mitos, de las ideologías, la crisis de los valores.<br />

Para muchos adultos el m<strong>un</strong>do se hace añicos. Su pasividad, su sentimiento de impotencia, su mentalidad de<br />

espectadores y consumidores, da cuenta de <strong>un</strong> prof<strong>un</strong>do desasosiego. Según Mendel "esta aculturación de los<br />

adultos explica la multiplicidad de enfermedades psicosomáticas, de depresiones, de neurosis y de psicosis"<br />

actuales.<br />

Nos parece necesario agregar que esto último se da en relación dinámica con <strong>un</strong>a oferta permanente de<br />

psicofármacos, bebidas alcohólicas y cigarrillos. Se hace hincapié en el problema de drogadicción de los<br />

jóvenes; ¿qué sucede con las conductas adictivas de los adultos?<br />

(*) Mattelart (18) citado por Enrique Guinsberg en "Control de los Medios, control del Hombre'.. (14)<br />

c) Trasmisión de la herencia<br />

Según Francoise Dolto, (8) los adolescentes de <strong>hoy</strong> carecen de ritos de paso donde los adultos decreten: "A<br />

partir de ahora cuentas; eres <strong>un</strong>a persona de valor". Mendel (21) coincide también en este planteo,<br />

aportando <strong>un</strong> elemento a destacar: "antes de la última guerra (2a. guerra m<strong>un</strong>dial), las pruebas finales de<br />

estudios (agregaríamos para sectores socioeconómico medio y alto) podrían ser comparadas con los ritos de<br />

iniciación [...]. Durante estos últimos años, para la multitud informe, anónima y solitaria de los estudiantes<br />

perdidos en la masa de sus condiscípulos" el examen final ya no tiene la misma significación. Hoy, el obtener<br />

<strong>un</strong> título implica solamente "que se está apto para el trabajo", pero no significa el término de <strong>un</strong>a<br />

formación. Agregaríamos que la obtención del título ni siquiera implica necesariamente la posibilidad de acceder<br />

a la práctica profesional, ya que su ejercicio está condicionado a las posibilidades reales que presenta<br />

el mercado de trabajo, al cual podrán acceder sólo los más competitivos y los que tengan mejores vinculaciones<br />

(padres o familiares con clínicas, consultorios, estudios, etc.).<br />

d) <strong>La</strong>s jóvenes generaciones<br />

Según Mendel, para la nueva generación las consecuencias de la destrucción de las instituciones socioculturales<br />

tradicionales por el principio de eficiencia son dobles, y esta acción por primera vez en la Historia<br />

es directa y no mediatizada (es decir, trasmitida por los adultos).<br />

<strong>La</strong> primer consecuencia sería de tipo <strong>psicológico</strong>: "la nueva generación ya no ve a la sociedad de los adultos<br />

como algo que la protege y le da seguridad, sino como algo peligroso". En el momento de la edición de su<br />

libro, la amenaza omnipresente era la de la bomba atómica. Hoy la humanidad ha enfrentado <strong>un</strong>a Tercera<br />

Guerra M<strong>un</strong>dial (la del Golfo Pérsico), primera guerra eminentemente tecnológica, en la que la satelización<br />

de la información jugó <strong>un</strong> papel f<strong>un</strong>damental. Recordemos quiénes fueron enviados a matar-morir (jóvenes e<br />

integrantes de minorías étnicas y raciales).<br />

<strong>La</strong> seg<strong>un</strong>da consecuencia es de orden sociológico: la prolongada escolarización, y la agrupación masiva de<br />

jóvenes en el sistema educativo (en todo el m<strong>un</strong>do se eleva la edad para la enseñanza media obligatoria, y<br />

se produce la masificación estudiantil en las <strong>un</strong>iversidades).<br />

El conflicto generacional<br />

Según Osorio (23) "el conflicto generacional proviene de <strong>un</strong> «defasaje» en el sistema de valores de dos<br />

generaciones sucesivas. Será proporcional a la intensidad de los cambios socio-culturales que se están


procesando en <strong>un</strong>a determinada época, razón por la cual en las últimas décadas ha asumido proporciones<br />

n<strong>un</strong>ca antes verificadas en la historia de la civilización occidental".<br />

[...] "En el fondo del abismo que se fue cavando entre los jóvenes y sus padres está la lucha por el poder<br />

que caracteriza a la sociedad competitiva de nuestros días. Los adultos temen la amenaza representada por<br />

el creciente «poder joven» cada vez mas reivindicativo y dispuesto a anticipar la hora de sustituir a los más<br />

viejos en el comando de los destinos de la humanidad. <strong>La</strong> sociedad regida por los adultos se empeña, entonces,<br />

en prolongar lo más posible su inevitable sustitución, prolongando la moratoria adolescente con la<br />

exigencia de largos períodos de estudios académicos, servicio militar, exigencias cada vez mayores de<br />

capacitación técnica para el ejercicio profesional, baja rem<strong>un</strong>eración a quienes no poseen <strong>un</strong> nivel superior<br />

de instrucción", todo lo cual produce <strong>un</strong> retardo en la adquisición de autonomía financiera de los<br />

adolescentes. Al no contar ya con la autoridad moral, los padres recurren al manejo económico para limitar<br />

la libertad de los adolescentes.<br />

Podríamos complementar lo anterior citando a Knobel (17): "<strong>La</strong> saciedad, aún manejada de diferente<br />

manera y con diferentes criterios sociales, impone restricciones a la vida del adolescente. Este, con su<br />

pujanza, con su actividad, con la fuerza reestructuradora de su personalidad, trata de modificar la<br />

sociedad, que por otra parte, está viviendo constantemente modificaciones intensas. Teniendo conciencia<br />

de la traspolación que significa 10 que afirmo, es posible decir que se crea <strong>un</strong> malestar de tipo paranoide en<br />

el m<strong>un</strong>do adulto que se siente amenazado por los jóvenes que van a ocupar su lugar y que, por lo tanto, son<br />

reactivamente desplazados. El adulto proyecta en el joven su propia incapacidad para controlar 10 que está<br />

ocurriendo socio-políticamente a su alrededor y trata entonces de desubicar al adolescente".<br />

¿Por qué los jóvenes se rebelan frente al m<strong>un</strong>do de los adultos? ¿Por qué los adultos tienden a negar<br />

su lugar a los adolescentes?<br />

. Podríamos decir a grandes rasgos, que en el conflicto generacional se interactúan dos envidias:<br />

- <strong>La</strong> envidia que los adolescentes sienten por el poder que detentan los adultos (<strong>hoy</strong> por <strong>hoy</strong>, pese a todos<br />

los cambios que señalamos, la sociedad sigue siendo <strong>un</strong>a sociedad gerontocrática).<br />

- <strong>La</strong> envidia que sienten los adultos por ese "poder joven" que se está gestando vinculado a la era<br />

tecnológica, y relacionado con <strong>un</strong> fenómeno cuantitativo (aumento de la población juvenil en el m<strong>un</strong>do) y<br />

otro cualitativo (facilidad de los jóvenes para adquirir el "lenguaje tecnológico"; agrupamiento de los<br />

adolescentes porque la sociedad debe prolongar la escolaridad obligatoria).<br />

Del p<strong>un</strong>to de vista intrapsíquico, nos parece necesario recordar antes que nada, lo que plantean<br />

reiteradamente Aberastury y Knobel (1 y 17), distintos trabajos del libro de Mercedes Freire e Irene Maggi<br />

(11), y Osorio (23) entre otros. Los duelos de los adolescentes tienen su correlato en los duelos que deben<br />

enfrentar sus padres: duelo por la pérdida de sus hijos niños, por la pérdida de su rol de padres de niños, y<br />

por la pérdida de su condición de adultos jóvenes. De la elaboración de estos duelos por parte de los<br />

adultos, también dependerá en buena medida la convivencia de las generaciones. <strong>La</strong> aceptación de la<br />

condición de adolescentes y jóvenes de sus hijos implica para los padres, la aceptación de su propia finitud,<br />

con la paulatina pérdida concomitante de su potencial sexual y de su cuerpo de adultos jóvenes.<br />

Además, podríamos decir que no sólo en los adolescentes se da <strong>un</strong>a reedición de la conflictiva edípica;<br />

también se da en sus padres, estando el comportamiento de éstos determinado básicamente por el grado de<br />

resolución de sus propios conflictos edípicos. Es decir, el comportamiento de los padres está condicionado, a<br />

su vez, por la relación que tuvieron con sus propios progenitores. Según Osorio (23), "tanto el rechazo sistemático<br />

como la identificación patológica de alg<strong>un</strong>os padres con sus hijos adolescentes (de quienes copian<br />

hábitos o pautas de conducta) tienen su origen en <strong>un</strong>a situación edípica mal resuelta y posteriormente<br />

reeditada". .<br />

Osorio señala también que: "mientras que los hijos se proyectan en dirección al futuro donde habitan sus<br />

expectativas existenciales, los padres se agarran al pasado, en la vana tentativa de eternizar <strong>un</strong>a juventud<br />

evanescente".<br />

Creemos necesario plantear por último (a<strong>un</strong>que existiría <strong>un</strong> sinnúmero de otros factores a tener en cuenta<br />

en relación a este tema), que en el conflicto generacional se ponen en juego tendencias filicidas y<br />

parricidas. <strong>La</strong> Historia (relato adultocéntrico) ha destacado siempre estas últimas negando las primeras son<br />

los jóvenes los enviados a morir en la guerra, la mayoría de los torturados en las cárceles políticas, la<br />

mayoría de los desaparecIdos).<br />

Según Osorio (23). "entre las manifestaciones filicidas que atraviesan los tiempos, además del estatuto<br />

marcial que ordena que las naciones sacrifiquen a sus jóvenes en los campos de batalla, encontramos la<br />

practica de la circ<strong>un</strong>cisión, los castigos corporales a los que se somete a los hijos, los sufrimientos físicos y<br />

psíquicos que señalan los ritos de iniciación en las civilizaciones primitivas, y las torturas a las que las gerontocracias<br />

totalitarias someten a sus prisioneros políticos, generalmente<br />

jóvenes" .


Podríamos decir que las tendencias filicidas preceden, incluso, a las parricidas.<br />

Dado que como ya se señaló, en la adolescencia se da <strong>un</strong>a reedición de la conflictiva edípica, estructurante<br />

de la personalidad, tomemos como p<strong>un</strong>to de partida el propio mito de Edipo para analizar el planteo que<br />

acabamos de realizar.<br />

Victoria Paliant (24) nos recuerda que "antes de matar a <strong>La</strong>yo, mucho antes, Edipo ha sido condenado a<br />

muerte por él. <strong>La</strong>yo ordena deliberadamente la muerte de Edipo. Este en cambio, no sabe que el hombre a<br />

quien ha matado es su padre. [...] <strong>La</strong> negación de las tendencias filicidas, la visión parcial y la acentuación<br />

del parricidio, se convierten a su vez en otra actuación filicida. ¿Por qué? Porque cuando se habla de pulsión<br />

parricida, cuando se acepta el complejo de Edipo como inherente a la estructura de la personalidad del ser<br />

humano, aparece <strong>un</strong> culpable: el hijo, que asume el papel, transformando en autoacusaciones todos los<br />

actos terribles que cometen los padres. Por eso se hace necesario equilibrar la balanza: <strong>La</strong>yo ordena matar a<br />

Edipo. <strong>La</strong> pulsión filicida TAMBIEN existe y forma parte de la estructura de la personalidad del ser humano.<br />

Lo grave es que es negada deliberadamente, y en esa negación reside su fuerza, su posibilidad de seguir<br />

siendo. De seguir condicionando <strong>un</strong>a estructura social, <strong>un</strong>a forma de poder".<br />

Volveremos al tema del conflicto generacional, cuando tratemos la delincuencia y la drogadicción.<br />

<strong>La</strong> moda, el "look", la cultura juvenil<br />

Hoy se invierte otro patrón tradicional aparte de los ya señalados: en las últimas décadas se invierte el<br />

proceso de identificación. Francoise Dolto (8) afirma: "lo que más hace sufrir a los adolescentes es ver que<br />

los padres tratan de vivir a imagen de sus hijos, y quieren hacerles la competencia. Es el m<strong>un</strong>do al revés.<br />

Los padres tienen ahora amiguitas de la edad de sus hijas, y a las mujeres les gusta' <strong>hoy</strong> agradar a los compañeros<br />

de sus hijos, porque precisamente ellas no vivieron su adolescencia. Están presas en la<br />

identificación con sus hijas".<br />

Hoy los adolescentes no quieren parecerse a sus padres, no se identifican con ellos como sucedía<br />

tradicionalmente. Heredan de los adultos <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do peligroso que amenaza autodestruirse, destruyéndolos.<br />

Los adultos, en cambio, se identifican con los jóvenes, buscando prolongar su propia juventud. Los<br />

muchachos y las chicas no aspiran ya a copiar la moda de sus padres, sino por el contrario, estos serán los<br />

que adopten los jeans, las calcas, las camperas, el peinado, el calzado de los jóvenes, y con ellos sus<br />

costumbres y su lenguaje. El fenómeno del "look" es <strong>un</strong> fenómeno contemporáneo. Podríamos caracterizarlo<br />

como <strong>un</strong>a "gestalt joven". A su servicio se pone la tecnología. N<strong>un</strong>ca antes estuvo tan vigente el mito<br />

fáustico. Los medios masivos de difusión se hacen cargo de la oferta de elixires, O pactos diabólicos:<br />

cosméticos, gimnasios que garantizan cuerpos perfectos, cirugía plástica, dietas milagrosas. Se suman a<br />

estos los ejercicios más o menos violentos al aire libre. Muchos hombres y mujeres maduros sucumben a los<br />

mismos, ya que no contemplan sus capacidades orgánicas reales. Lo que es peor aún, este mito (y rito)<br />

contemporáneo del "look" empuja a muchos adolescentes "imperfectos" a serias perturbaciones fisicas y<br />

psíquicas: trastornos orgánicos severos, anorexia, bulimia, que conducen muchas veces a la muerte. Lo que<br />

resulta patético en los adultos maduros, se vuelve trágico en los adolescentes.<br />

Cabría preg<strong>un</strong>tarse, de todos modos, hasta qué p<strong>un</strong>to la moda y la cultura juveniles, son realmente de los<br />

jóvenes.<br />

Nos referimos a la "cultura juvenil de masas" en <strong>un</strong> sentido amplio. ¿Quiénes la producen (vestimenta,<br />

discos, cassettes, accesorios, etc.) y la impulsan a través de la publicidad? ¿Quienes obtienen ganancias de<br />

ella?<br />

Por <strong>un</strong> lado, esta "cultura" y esta "moda" son adoptadas por los jóvenes de todo el m<strong>un</strong>do, como búsqueda de<br />

<strong>un</strong>a "<strong>un</strong>iformidad" que pueda brindar seguridad y autoestima. Por otro, los adultos también la adoptan,<br />

identificándose con ellos en <strong>un</strong> intento de vivir <strong>un</strong>a "eterna juventud" (¿expresión de su envidia por quienes<br />

detentan <strong>un</strong>a juventud real, por el poder potencial de sus hijos?). Son también quienes la industrializan. <strong>La</strong><br />

juventud “vende”. Paradoja posmoderna: la cultura juvenil en <strong>un</strong> sentido amplio, es cosa de adultos.<br />

¿Cómo y por qué, expresiones juveniles "contraculturales" se convierten en productos de consumo?<br />

Si bien existe <strong>un</strong> sinnúmero de hipótesis posibles, habría dos que se situarían en los extremos:<br />

a) Porque estas expresiones, en definitiva, no cuestionan realmente al sistema, no constituyen verdaderas<br />

oposiciones al mismo.<br />

b) Porque constituyen <strong>un</strong>a oposición real o potencialmente peligrosa, por lo cual el sistema debe conferirles<br />

status para neutralizarlas. Victoria PailIant (24) plantea: "Así la preg<strong>un</strong>ta era: ¿Cuál es el proceso que lleva a<br />

los «malditos» a convertirse en pósters? Pues bien, la respuesta es que la gerontocracia los deglute, los<br />

asimila, transforma el gesto heroico en <strong>un</strong>a mueca, se da el lujo de permitirles crecer para incorporarlos y<br />

luego [...] neutralizarlos", (¿Saturno devorándose a sus hijos?).


Para Basilio Muñoz (2), "la cultura subterránea está destinada o bien a agotarse en sí misma, o bien a<br />

organizarse en estructuras «visibles», ésto es, a transformarse en overgro<strong>un</strong>d". ¿Qué sucede entonces? Tomemos<br />

alg<strong>un</strong>os ejemplos citados en el artículo de Muñoz en JOVENES:<br />

"...el público bailaba entre las filas de butacas, rompía los asientos, se pegaba y destrozaba cuanto caía en<br />

sus manos. En <strong>un</strong> instante, cristalizó toda la rebelión rock... Por vez primera el concepto de teen-ager (los<br />

diez y pico) fue utilizado como noticia, como excelente argumento para vender y, de pronto, todos se<br />

subieron al carro para aprovecharse de él".<br />

[...] "En el 56 la cosa explota con Elvis Presley. Elvis fue el primer ídolo del rock, primero jugando con la<br />

provocación y el erotismo y luego cada vez más inocuo y almibarado. Se termina confirmando el peso económico<br />

de los adolescentes y Presley termina siendo aceptado por los padres. <strong>La</strong> censura de la TV a sus<br />

movimientos de cadera no duró mucho".<br />

[...] "Salgan y saquen sus propios fanzines o lleven sus críticas a la prensa del sistema; vamos a ponerles los<br />

pelos de p<strong>un</strong>ta y a in<strong>un</strong>dar el mercado con la escritura p<strong>un</strong>k! Los fanzines serán entonces la expresión<br />

discursiva de lo no dicho hasta entonces. <strong>La</strong> explosión definitiva es la presentación en TV de los Sex Pistols,<br />

Siouxie y alg<strong>un</strong>os p<strong>un</strong>ks, a las 5 de la tarde. Por primera vez en Inglaterra, Rotten dice "fuck" en cámaras.<br />

Escándalo y propaganda. Anarquía en el Reino Unido (disco de los Pistols) vende 10.000 copias por día".<br />

De todas formas, permanentemente en todo el m<strong>un</strong>do, aparecen expresiones contraculturales de los<br />

jóvenes: en videos, en música, en revistas, en graffitis... En todo el m<strong>un</strong>do también, se reprime a los<br />

jóvenes contestatarios... (¿Impulsos filicidas versus impulsos parricidas?).<br />

<strong>Adolescencia</strong>, familia y sociedad<br />

En relación a este tema, dada la amplitud del mismo, haremos <strong>un</strong>a breve referencia a alg<strong>un</strong>os aspectos<br />

p<strong>un</strong>tuales:<br />

a) Por múltiples razones, expuestas en los apartados anteriores, en nuestra época la familia ha modificado<br />

su papel de intermediación entre el adolescente y la sociedad. También aquí se ha revertido el patrón tradicional;<br />

son los jóvenes quienes aparecen como intermediarios entre su familia y la nueva sociedad.<br />

b) En la pérdida de autoridad parental, y en las dificultades para <strong>un</strong> diálogo generacional, concluyen además<br />

de otros factores, entre los que figuran alg<strong>un</strong>os ya señalados, los siguientes:<br />

-Los adultos han sido condicionados durante su infancia, en <strong>un</strong> <strong>un</strong>iverso relacional diferente al de los<br />

actuales adolescentes (sometidos desde su nacimiento a la TV, y en contacto permanente con la<br />

computadora y los juegos electrónicos).<br />

-<strong>La</strong> mujer se integra al mercado laboral, no por <strong>un</strong>a necesidad de realización personal, sino porque debe<br />

aportar j<strong>un</strong>to con su marido para el mantenimiento del núcleo familiar (cuando no debe hacer frente sola a<br />

la crianza de sus hijos). Esto determina que los niños sean depositados en guarderías y escolarizados desde<br />

edades muy .tempranas, con las consiguientes vivencias de abandono por parte de estos, y de culpa por<br />

parte de sus padres (f<strong>un</strong>damentalmente de la madre). Los padres permanecen poco tiempo en su hogar, y<br />

cuando se encuentran en él, están tan cansados que no tienen deseos de jugar o hablar con sus hijos.<br />

-Los padres proyectan en sus hijos frustraciones múltiples. El no haber podido llegar a <strong>un</strong>a realización<br />

individual, lleva a que vean a sus hijos como <strong>un</strong>a prolongación de sí mismos, pretendiendo realizarse a<br />

través de ellos, con todo lo que esto significa para los jóvenes, en cuanto a poder separarse y discriminarse,<br />

como factor imprescindible de su crecimiento Y desarrollo. A esto se suma, en la mayor parte de los casos,<br />

la frustración concreta de no poder acceder a la demanda de los hijos en cuanto al consumismo (de juguetes<br />

industriales en la infancia, de prendas de vestir con grifas promocionadas en la adolescencia).<br />

-Ante la natural rebeldía del adolescente, los adultos de <strong>hoy</strong> suelen reaccionar con autoritarismo (represión<br />

desmedida, abuso de poder que puede incluir castigos corporales" prohibiciones excesivas), o con <strong>un</strong>a<br />

incapacidad absoluta para poner límites. Dado que el conflicto predominante durante la adolescencia es el<br />

de dependencia-independencia, cualquiera de estas dos alternativas resulta perjudicial. El autoritarismo<br />

mutila. <strong>La</strong> falta de límites es vivida como abandono, ya que los límites resultan imprescindibles para crecer.<br />

<strong>La</strong> autoridad bien entendida, en cambio, implica al mismo tiempo respeto y colocación de límites.<br />

Recordemos el principio básico que debiera regir la convivencia social: la libertad de cada <strong>un</strong>o termina<br />

donde comienzan los derechos de los demás.<br />

-Un capítulo aparte debería abrirse para la temática de adolescencia, familia y sociedad en América <strong>La</strong>tina,<br />

dadas las vicisitudes sufridas por nuestros países en relación a las dictaduras militares (represión, cárcel-liberación,<br />

exilio-desexilio). <strong>La</strong>s Ciencias Sociales, incluyendo la Psicología, se encuentran investigando este<br />

fenómeno, al cual dedicaremos especial importancia en <strong>un</strong> próximo trabajo. Alg<strong>un</strong>os p<strong>un</strong>tos que consideramos<br />

que deben ser tomados en cuenta para esto, son los siguientes:<br />

-la incidencia de las dictaduras sobre las instituciones en general, y en particular sobre la familia y la<br />

enseñanza.


-la incidencia de las dictaduras sobre los modelos identificatorios que ofrecen <strong>hoy</strong> nuestras sociedades<br />

(docentes, líderes políticos, gobernantes, artistas, etc.).<br />

-las vicisitudes sufridas por los padres de los actuales adolescentes y por otras figuras de identificación<br />

vinculadas directamente con ellos.<br />

-la superposición de los duelos propios de la adolescencia con los duelos aún no elaborados por nuestras<br />

sociedades, en relación a las dictaduras.<br />

Educaci6n, elección vocacional, trabajo<br />

Alg<strong>un</strong>os factores a tener en cuenta:<br />

- <strong>La</strong> necesidad del sistema de fomentar el espíritu crítico y la creatividad en la educación, ya que estos<br />

resultan imprescindibles para lograr la eficiencia, y paralelamente, la necesidad de limitar esa criticidad y<br />

esa creatividad a lo técnico, sustituyendo la autoridad tradicional (ya caduca) por <strong>un</strong>a neomaquinaria<br />

policíaca, e ideologizando (¿idiotizando?) desde los medios masivos de difusión (otra forma de educación).<br />

- <strong>La</strong> prolongación del período obligatorio en que los adolescentes deberían permanecer en el sistema<br />

educativo (en nuestro país, hasta finalizar el 1er. ciclo de enseñanza media, tercer año de liceo, edad aproximada:<br />

15 años).<br />

-A<strong>un</strong>que la enseñanza media es <strong>hoy</strong> obligatoria en casi todo el m<strong>un</strong>do hasta los 15-16 años, no todos los<br />

jóvenes la culminarán. Y no sólo en el Tercer M<strong>un</strong>do. Según Francoise Dolto (8). "en los países industrializados,<br />

cerca del 10% de los jóvenes fracasan o se encuentran marginados antes de haber terminado su<br />

escolaridad obligatoria. Los más afectados son los de las clases más desfavorecidas, o los pertenecientes a<br />

minorías étcnicas". [oo.] "En la mayor parte de 10$ países industrializados, más de los 2/3 de los<br />

adolescentes de 17 años están en el sistema educativo. A los 19 años, sólo hay entre 30 y 50%".<br />

- <strong>La</strong> exigencia actual en todo el m<strong>un</strong>do de que se generen cambios prof<strong>un</strong>dos en la enseñanza. que<br />

acompañen a los cambios en los modos de producción.<br />

- <strong>La</strong> necesidad de flexibilizar el curriculum, y de educación continua.<br />

- <strong>La</strong> inadecuación de nuestro sistema educativo a los cambios en los modos de producción y consumo y en<br />

los servicios.<br />

-<strong>La</strong> masificación estudiantil en las Universidades.<br />

-El elevado porcentaje de deserción en las Universidades.<br />

-Frecuentes cambios de carrera <strong>un</strong>iversitaria, verdaderos periplos por las Universidades o las Facultades.<br />

-En caso de obtener <strong>un</strong> título <strong>un</strong>iversitario, escasas posibilidades de ejercer la profesión.<br />

-En la década de los '60, en nuestro país se produce <strong>un</strong>a "fuga de cerebros"; <strong>hoy</strong>, la formación recibida en el<br />

país no habilita para competir en el mercado profesional fuera de fronteras.<br />

-Movilidad en el empleo y multiempleo (cuando se consigue trabajo).<br />

- Los jóvenes uruguayos emigran.<br />

-Desocupación juvenil masiva en todo el m<strong>un</strong>do.<br />

Otros factores a tener en cuenta:<br />

-A comienzos de 1987, la UNESCO (datos suministrados al inicio del Seminario' "'Educación para los Medios" -<br />

Universidad de la República, marzo de 1987) consideraba que hasta dos años antes (1985), el TOTAL de los<br />

conocimientos producidos por la humanidad (desde sus inicios) se duplicaba cada 12 años; en ese momento,<br />

ya. el TOTAL de los conocimientos se duplicaba cada 10 años (¿cada cuánto se duplican <strong>hoy</strong>?). En ciertas<br />

áreas específicas, tales como la biogenética, ese organismo consideraba que el TOTAL de los conocimientos<br />

producidos por la humanidad se duplicaba ¡cada 9 meses!<br />

-En 1989, la UNESCO (datos proporcionados por la prensa oral y escrita durante ese año) consideraba que<br />

aún se desconocían 200 profesiones que existirán en el año 2000.<br />

-Los Objetivos del aprendizaje (no siempre manifiestos) que define la UNESCO (3): aprender-a-hacer;<br />

aprender-a-aprender, y aprender-a-ser, pasibles de ser interpretados de diferentes maneras, desde el<br />

sistema se leen:<br />

aprender-a-hacer: aprender las destrezas y habilidades necesarias para llevar a cabo en forma efectiva el<br />

trabajo (sea cual fuere).<br />

aprender-a-aprender: Mantener <strong>un</strong>a capacidad de re-formarse y reprogramarse permanentemente, ya que<br />

sin este requisito no es posible acompañar el proceso productivo, condición indispensable para la<br />

supervivencia del sistema,<br />

aprender-a-ser: aprender a integrarse al aparato productivo en forma eficiente; aprender a ser <strong>un</strong> engranaje<br />

más dentro de <strong>un</strong>a sociedad f<strong>un</strong>cional, <strong>un</strong>a gran maquinaria.


Y aún más:<br />

-Muchos, muchísimos niños y adolescentes en el Tercer M<strong>un</strong>do, n<strong>un</strong>ca tendrán acceso a la educación, o no<br />

podrán completar <strong>un</strong>a formación mínima que los habilite a acceder a <strong>un</strong> empleo digno.<br />

-Muchos, muchísimos adolescentes en el Tercer M<strong>un</strong>do, n<strong>un</strong>ca accederán a <strong>un</strong> empleo.<br />

-Muchos, muchísimos adolescentes en el Tercer M<strong>un</strong>do, "apenas" sobrevivirán.<br />

“¿Qué decir de ese inmenso contingente de jóvenes del Tercer M<strong>un</strong>do, para los cuales «el día siguiente» (*)<br />

se anticipó en <strong>un</strong> «<strong>hoy</strong>» donde el fantasma de las consecuencias de <strong>un</strong>a hecatombe nuclear se materializa en<br />

la realidad brutal del hambre que corroe las entrañas, en la postración física que abate el ánimo, y en la<br />

desesperanza de no tener asegurada la existencia?", se preg<strong>un</strong>ta<br />

(*) Referencia al filme "El Día siguiente": día siguiente a <strong>un</strong>a hecatombe nuclear.<br />

Osorio(23), y agrega: "Tenemos <strong>hoy</strong> (1989) en el Brasil, aproximadamente 30 millones de adolescentes, de<br />

los cuales los 2/3, o sea, 20 millones, viven en condiciones infrahumanas en las zonas rurales o en la<br />

periferia de las grandes ciudades. Su dilema existencial se resume en sobrevivir. Sobrevivir [...] al día de<br />

<strong>hoy</strong>, en que la miseria no es <strong>un</strong>a suposición sino <strong>un</strong>a certeza, y donde la violencia y el crimen aparecen<br />

como únicas alternativas para nivelar privilegios". Para estos jóvenes, la delincuencia será su trabajo. Para<br />

otros el trabajo al que podrán acceder consistirá en situaciones de subempleo infrahumano, que "apenas" les<br />

permitirán subsistir.<br />

Desconocemos las cifras de jóvenes ubicados en niveles críticos de pobreza en nuestro país, pero el proceso<br />

de pauperización de la población se agudiza rápidamente. Respecto a las características de ocupación y la<br />

distribución urbana de la población juvenil de Montevideo en niveles críticos de pobreza, nos remitimos a los<br />

datos aportados por el Sociólogo Alvaro Portillo en este Panel, provenientes de <strong>un</strong>a investigación que se<br />

lleva a cabo en la Facultad de Arquitectura.<br />

Pero en el dilema laboral de los jóvenes no sólo están de por medio factores socio-económicos, como hemos<br />

visto. Aún aquel adolescente que pueda completar la formación básica obligatoria, <strong>hoy</strong>, con 15 años de<br />

edad, debe optar por <strong>un</strong> bachillerato diversificado, sin saber cuáles serán las opciones laborales en el m<strong>un</strong>do<br />

cuando tenga 25 años. Deberá estar dispuesto a re-programarse y reformarse de por vida, deberá competir<br />

duramente para insertarse en el medio profesional si culmina estudios superiores, y si no lo hace, tendrá<br />

menos posibilidades de insertarse en el mercado laboral. Deberá transformarse en <strong>un</strong> ser eficiente, porque<br />

si no lo hace correrá el riesgo de perder su trabajo, y si tiene trabajo, tendrá que pensar que deberá<br />

cambiar de empleo más de <strong>un</strong>a vez a lo largo de su vida, o lo que es peor, quizás deba tener varios empleos<br />

simultáneos.<br />

Elección vocacional: ¿Asistimos a la caída de otro mito?<br />

Los jóvenes de <strong>hoy</strong>, además, se enfrentan a que determinadas profesiones ofrecen aparentes posibilidades<br />

de ascenso social o seguridad económica. Esto les generará expectativas, o generará expectativas en sus<br />

padres, que ejercerán <strong>un</strong>a presión velada o abierta sobre ellos, forzándolos a realizar los estudios a<strong>un</strong>que no<br />

tengan especiales aptitudes o inquietudes para ello. Pero esas posibilidades son sólo aparentes, ya que para<br />

ejercer esas profesiones en forma redituable deberán tener vinculaciones sociales previas, o deberán estar<br />

verdaderamente capacitados para competir, lo cual implica que posean las aptitudes e inclinaciones de las<br />

cuales carecían. Muchos jóvenes se guiarán por estas “quimeras del oro”, o serán incapaces de rebelarse<br />

contra las presiones de sus padres; obtendrán <strong>un</strong> título y no ejercerán n<strong>un</strong>ca la profesión, o lo harán en<br />

forma marginal. Otros percibirán la situación durante la formación, o fracasarán en los estudios.<br />

Abandonarán la Universidad, o realizarán <strong>un</strong>o o varios cambios de carrera.<br />

En otros casos, concurrirán a la Universidad porque no pueden acceder al trabajo o a otras instancias válidas<br />

de socialización. Muy probablemente, también fracasen. .<br />

En la insatisfacción vocacional de los jóvenes, confluyen factores intrapsíquicos (tales como la resolución<br />

insatisfactoria de conflictos con las figuras parentales que dificultan la adquisición de la identidad y por<br />

consiguiente afectan la elección) y fuertes presiones sociales.<br />

Hoy, para los jóvenes el futuro ya no es previsible (ni siquiera en lo que respecta a las opciones laborales) y<br />

quizás tampoco sea posible (por la amenaza permanente de <strong>un</strong>a guerra tecnológica, o por la situación de<br />

pobreza extrema). En <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do violento, muchos jóvenes aprenderán que la violencia es la única forma de<br />

nivelar privilegios.<br />

"El futuro factible no permite abrir demasiadas expectativas, en cuanto a posibles cambios radicales en el<br />

espíritu y la ética del NO FUTURE”, dice Luis Eduardo Morás (2) en JOVENES.<br />

Los jóvenes uruguayos emigran: se exilian, o se inxilian. "<strong>La</strong> gran diferencia radica en que ya no existe <strong>un</strong>a<br />

quimera del oro en el exterior, para las nuevas generaciones. Los jóvenes del 90, viven dentro de fronteras


con <strong>un</strong> sentimiento de exterioridad, extraños en su propia tierra, que reproduce modelos de exclusión<br />

alimentando nuevas formas de marginalidad socio-cultural. Algo así como vivir ausente, sin haberse ido. Es<br />

el tiempo del exilio interior", dice Morás. (2)<br />

"Pobres los viejos, las pelotas; pobres nosotros los jóvenes" dice Br<strong>un</strong>o (<strong>un</strong> adolescente) en MAMA ERA PUNK,<br />

video de CEMA producido en Montevideo en diciembre de 1988.<br />

Alteraciones conductuales: delincuencia y drogadicción<br />

Según Osorio (23), "como perversión de esa lucha por la afirmación en el medio de la sociedad, surge la<br />

delincuencia juvenil, que es estigmatizada como <strong>un</strong>a de las plagas sociales de nuestra época, omitiéndose<br />

que los mayores delitos continúan siendo cometidos por los adultos. ¿No tenemos ante nosotros las guerras,<br />

promovidas por los adultos para sacrificio de la juventud? ¿No constituyen ellas la expresión institucionalizada<br />

del filicidio practicado por quienes se arrogan la patria potestad de los hijos de las naciones<br />

beligerantes?"<br />

[...] "<strong>La</strong> delincuencia, como nos recuerda Blos, es <strong>un</strong> término sociológico con referencias conductuales y<br />

psicológicas aún mal definidas. Blos compara la delincuencia con la «fiebre» en el campo clínico, sin que los<br />

datos disponibles permitan por sí solos señalar <strong>un</strong>a causa específica, o caracterizar <strong>un</strong>a entidad nosológica<br />

precisa. Todo lo que podemos inferir de la delincuencia, es que el individuo y el ambiente se encuentran en<br />

estado de violenta discordancia".<br />

En la actualidad los medios masivos de difusión ponen especial énfasis en la gravedad del problema de la<br />

delincuencia juvenil en nuestro país. Aún reconociendo la existencia real de conductas delictivas en alg<strong>un</strong>os<br />

adolescentes, cabría preg<strong>un</strong>tarse cuál es la verdadera dimensión del problema, y por qué, desde los medios<br />

se hace tanto hincapié en el mismo.<br />

Ya habíamos hablado "del malestar de tipo paranoide en el m<strong>un</strong>do adulto que se siente amenazado por los<br />

jóvenes que van a ocupar su lugar". De cómo "el adulto proyecta en el joven su propia incapacidad por<br />

controlar lo que está ocurriendo socio-políticamente a su alrededor y trata entonces de desubicar al<br />

adolescente", según Knobel. (17)<br />

Para comprender mejor el problema, y teniendo en cuenta el planteo de Blos acerca de las dificultades<br />

vinculadas al término delincuencia, nos parece necesario recurrir al aporte de la Sociología. Morás (2)<br />

plantea que <strong>un</strong>a sociedad con tendencia a digerir en forma acrítica visiones totalizadoras y tranquilizantes,<br />

encuentra en «el joven desviado», al mejor exponente para reflejar temores e seguridades propias y<br />

ajenas”. Cita a Merton: "El desarrollo de <strong>un</strong>a particular forma de interpretar los acontecimientos ha ido<br />

delineando <strong>un</strong>a lógica social donde lo importante no es lo que efectivamente pasa, sino lo que la gente cree<br />

que pasa. Cuando se definen determinadas situaciones como reales, éstas comienzan a ser reales en sus<br />

consecuencias, a<strong>un</strong>que la definición no se corresponda con la realidad".<br />

Más adelante Morás plantea también que" la apelación a <strong>un</strong>a pres<strong>un</strong>ta ola delictiva, en sus dos posibles<br />

interpretaciones -dato empírico de la crisis y exigencia de mecanismos de control más firmes- estimula la<br />

emergencia de <strong>un</strong> imaginario colectivo formalizado en <strong>un</strong>a figura estigmatizada: la del menor infractor".<br />

[...] "Se asimila <strong>un</strong> joven que se encuentra en esa edad difusa ubicada entre el pasaje de la infancia a la<br />

adolescencia, con <strong>un</strong> sujeto al que conviene aislar del cuerpo social por el mayor tiempo posible".<br />

[...] "los jóvenes infractores de normas legales se reconocen en <strong>un</strong>a marginalidad que no es sólo económica.<br />

Más allá del probable, pero aún indemostrado, avance de las conductas delictivas en los menores, los en<strong>un</strong>ciados<br />

sobre el «auge delictivo» llegan a ser «f<strong>un</strong>cionales» para los actores que lo vinculan en forma<br />

absoluta al aspecto económico [...], y también para quienes promueven el aumento de las medidas<br />

represivas como <strong>un</strong> aspecto imprescindible del «orden»".<br />

Creemos importante destacar otro aspecto señalado por Morás:<br />

Los medios masivos de difusión, muy frecuentemente vinculan la imagen del delincuente con la del<br />

drogadicto, a lo cual se agrega cada vez más la sospecha de que sea portador del SIDA. Se estereotipa la<br />

imagen del joven portador de estas" enfermedades modernas", lo cual contribuye a dificultar su reinserción<br />

social. Estas" enfermedades modernas", por otra parte, no son nuevas, lo que varían son los hábitos y la<br />

referencia a los enfermedades de transmisión sexual. Ayer se asimilaban delincuencia-alcohol y sífilis.<br />

Nos parece interesante destacar que en cuatro entrevistas grupales realizadas a cuatro grupos de jóvenes de<br />

diferente nivel socioeconómico en la Investigación "Los adolescentes Uruguayos - Hoy" (17), se observa cómo<br />

los mismos adolescentes se hacen cargo de la lógica social imperante. Los jóvenes pertenecientes al grupo<br />

de ingresos elevados, inician la entrevista haciendo referencia a las conductas antisociales: robos drogas, e<br />

inmediatamente, "los jóvenes no piensan más que en sexo":<br />

En <strong>un</strong> grupo entrevistado en <strong>La</strong> Teja, de nivel socioeconómico medio y bajo, también al inicio de la<br />

entrevista surge el tema de la droga, en este caso asociado con la homosexualidad. Por último, 'en el grupo


de jóvenes "marginales" entrevistado en la Ciudad Vieja, se asocian la droga y "vicios" (cigarrillos y alcohol),<br />

con la homosexualidad y las "jodas" (conductas antisociales tales como robos, homicidio, etc.).<br />

Por estos motivos es que en este apartado no hemos separado delincuencia y drogas. A<strong>un</strong>que las entrevistas<br />

aludidas no habilitan para realizar generalizaciones, nos parece significativo que en las mismas,<br />

delincuencia-drogas-homosexuaIidad, aparecen planteadas como <strong>un</strong>a ecuación: si se cae en <strong>un</strong>o de los<br />

términos, también se puede caer en los demás. Así como lo hicimos respecto a la delincuencia, nos<br />

parece conveniente realizar también alg<strong>un</strong>as p<strong>un</strong>tuaIizaciones respecto a las drogas.<br />

En primer lugar nos parece necesario desmitificar alg<strong>un</strong>os aspectos vinculados al tema.<br />

Osorio (23) plantea que la problemática del uso de drogas por parte de los adolescentes de <strong>hoy</strong>, se inserta<br />

en el contexto del conflicto generacional.<br />

"Creemos que existen dos grandes equívocos en cuanto al uso de tóxicos por parte de los adolescentes de<br />

<strong>hoy</strong>: 1. POR PARTE DE LOS ADOLESCENTES, la ilusión de que las drogas «liberan», cuando lo cierto es que<br />

«someten» o «esclavizan». Para escapar al yugo de los padres o al de los «valores burgueses de la sociedad<br />

de consumo» como pregonan, se dejan dominar por los tóxicos y acaban manipulados por los intereses<br />

espúreos de los traficantes. [...] <strong>La</strong> dependencia en los jóvenes se vincula a <strong>un</strong> patrón patológico de<br />

sumisión y no de rebeldía". Complementariamente, Francoise Dolto (8) alerta acerca de que la droga<br />

"blanda" somete a los jóvenes a la apatía y a la indiferencia: "Los adolescentes que se orientan hacia la<br />

droga blanda tienden a huir refugiándose en lo imaginario y en la camaradería de las palabras, en lugar de<br />

actuar. Hay que decides que la droga les vuelve mucho más pasivos frente a los obstáculos, que alimenta su<br />

apatía, su indiferencia".<br />

Volvamos a Osorio: "2. POR PARTE DE LOS PAD,RES, el correspondiente engaño de que con las drogas, sus<br />

hijos están desafiando la moral doméstica y «protestando» contra sus hábitos de vida, cuando de hecho lo<br />

están imitando. ¿Con qué autoridad puede censurar a su hijo que se está intoxicando con marihuana, <strong>un</strong><br />

padre que fuma habitualmente, o <strong>un</strong>a madre que consume sistemáticamente tranquilizantes o somníferos?"<br />

"Cuando los jóvenes se drogan imitan la conducta drogadictiva de los adultos y de la sociedad en general,<br />

adoptando drogas diferentes a las usadas por sus padres". Francoise Dolto coincide con este planteo. (8)<br />

Según Osorio, los jóvenes se drogan "porque la humanidad siempre usó tóxicos para aliviar sus ansiedades o<br />

para proporcionar se <strong>un</strong>a gratificación compensatoria en situaciones de frustración intensa. Si en la actualidad<br />

se incrementó el uso de las drogas, no existe otra razón, sino el aumento significativo de los índices<br />

de angustia (y sus equivalentes depresivos) en la población en general. Por eso, toda la política de represión<br />

al uso de tóxicos está llamada a fracasar. Está dirigida a las consecuencias y no a las causas. Estas son<br />

complejas, de naturaleza intrapsíquica y socioeconómica, lo que no nos autoriza a adoptar la postura del<br />

avestruz, pensando que estamos solucionando el problema de la drogadicción tan sólo con alg<strong>un</strong>as medidas<br />

paliativas, combatiendo el tráfico, o esclareciendo a los eventuales usuarios acerca de los inconvenientes de<br />

su uso". En otra parte del libro, Osorio plantea que sólo reprimir el uso de droga, sería hacer como aquel<br />

marido engañado, que cuando se enteró que su mujer lo traicionaba en el sofá de la sala, se limitó a sacar<br />

el sofá.<br />

Nos parece de importancia agregar que no reprimir el uso de drogas, no significa no reprimir a los<br />

traficantes; y que despenalizar el uso de las drogas, no significa legalizarlas.<br />

Volviendo a Osorio, éste plantea que para encaminarnos hacia <strong>un</strong>a solución del problema, necesitamos<br />

comprender antes qué es lo que conduce al individuo a no consumir drogas.<br />

"¿Quiénes son los jóvenes que no se drogan? ¿Por qué no lo hacen? ¿Cuáles son los sectores sociales que no<br />

utilizan tóxicos o que lo hacen a <strong>un</strong>a escala reducida? ¿Cuál es el perfil psicosocial del no drogadicto?"<br />

"NO PENSEMOS IATROGENICAMENTE. Reflexionemos acerca de aquello que protege al individuo de los<br />

rituales destructivos de la drogadicción. Investiguemos qué tipo de familia o de sociedad prescinde de la<br />

conducta drogadictiva. Y entonces nos estaremos aproximando a las soluciones buscadas".<br />

Podríamos decir que la propuesta de Osorio ap<strong>un</strong>ta hacia <strong>un</strong>a estrategia de PROMOCION DE SALUD, en tanto<br />

que otras acciones tales como el esclarecimiento de los efectos de las drogas, ap<strong>un</strong>tan a la PREVENCION. Es<br />

decir, la primer propuesta tiene como eje la salud, en tanto que la seg<strong>un</strong>da se centra en la enfermedad. No<br />

obstante, entendemos que ambas no son contradictorias, sino complementarias. <strong>La</strong> drogadicción constituye<br />

<strong>hoy</strong> <strong>un</strong>a grave enfermedad social que debe ser erradicada, al mismo tiempo que se realicen acciones<br />

tendientes a promocionar los aspectos sanos de esa misma sociedad. Y no nos referimos sólo a la marihuana,<br />

la cocaína, los pegamentos, las anfetaminas, etc., nos referimos también al alcohol y al tabaco. .<br />

Osorio plantea que "del p<strong>un</strong>to de vista intrapsíquico, el padrón drogadictivo está marcado por <strong>un</strong>a<br />

significativa tendencia regresiva, esto es, ante la emergencia de situaciones de angustia o depresión, se<br />

produce <strong>un</strong>a búsqueda de alivio o de protección recurriendo a los modelos primitivos dé sustitución psíquica,<br />

tales como aquéllos vigentes en el período posnatal, e incluso en el fetal. Esto explica, por consiguiente, la<br />

preferencia de los drogadictos por aquéllos efectos que los sustraen de la realidad circ<strong>un</strong>dante como se da<br />

en la condición psíquica del recién nacido, o que los remiten a <strong>un</strong> estado mental «fetalizado», como sucede


con los usuarios de las llamadas drogas pesadas. En cuanto a las condiciones ambientales, sabemos que las<br />

drogas son consumidas indistintamente en todos los estratos socioeconómicos, pero es notoria su mayor<br />

incidencia en los grandes centros urbanos". Osorio concluye que "los individuos más expuestos al uso de<br />

drogas son los que disponen de <strong>un</strong>a precaria estructura del ego para hacer frente a la carga ansiógena de la<br />

vida urbana, organizada bajo la égida de la falta de respeto hacia lo humano, en favor del producto material<br />

de su actividad, en <strong>un</strong>a flagrante inversión tanática de valores, que conduce a la praxis suicida de <strong>un</strong>a<br />

sociedad que violenta las leyes naturales y, por lo tanto, predispone al uso de sustancias que en lugar de<br />

alimentamos nos envenenan".<br />

"El dilema tóxico de los adolescentes consiste, por lo tanto, en ren<strong>un</strong>ciar al placer sustitutivo proporcionado<br />

por las drogas, en <strong>un</strong>a sociedad que induce a su consumo".<br />

Partiendo de la precisión de que existen DROGAS LICITAS (el tabaco y el alcohol) y DROGAS ILICITAS<br />

(marihuanas, anfetaminas, pegamentos, cocaína, barbitúricos, etc.), correspondería que nos preg<strong>un</strong>táramos<br />

si podemos hablar (como lo hacen permanentemente los medios masivos de difusión) de <strong>un</strong> problema real de<br />

consumo de drogas ilícitas en nuestra población adolescente.<br />

En primer lugar, debemos aclarar que la distinción entre drogas lícitas e ilícitas se hace sin tener en cuenta<br />

la dependencia que puedan generar, ni el daño que causan a la salud. El alcohol y el tabaco producen<br />

dependencia y son perjudiciales para la salud. No es posible afirmar con ligereza, en cambio, que todas las<br />

drogas ilícitas generan adicción y pueden llevar a la muerte. Según Gabriela Del Signore (2) en JOVENES, "la<br />

cannabis sativa (marihuana) y la cannabis índica (hashish) con sus derivados -las cuales no producen<br />

síndrome de abstinencia- en alg<strong>un</strong>os casos son recomendadas por su acción terapéutica, y en todos son destacadas<br />

como menos nocivas que el tabaco y el alcohol. Otro muy distinto es el caso de estos últimos,<br />

además del de los barbitúricos, anfetaminas y pegamentos, en cuanto a la dependencia y nocividad".<br />

También habría que señalar que no todas las drogas producen efectos similares, y que s610 alg<strong>un</strong>as pueden<br />

producir conductas violentas, entre ellas el alcohol, que es <strong>un</strong>a de las drogas lícitas. Según Françoise Dolto<br />

(8) "el tabaco y el alcohol pueden hacer más daño que la marihuana tanto en el plano del sistema nervioso<br />

central del individuo, que es más o menos sensible al alcohol o al tabaco, como en el campo de los<br />

accidentes", donde el alcohol aparece en primer lugar como causante de los mismos, a veces asociado con<br />

drogas ilícitas.<br />

En seg<strong>un</strong>do lugar, se debe tener en cuenta la periodicidad del consumo. Ya hablamos de que si <strong>un</strong><br />

adolescente consume <strong>un</strong> porro ocasionalmente, y esta conducta no va asociada con otros síntomas, si no<br />

tiene contacto con traficantes, y ese consumo ocasional no data de mucho tiempo atrás, no podemos<br />

adjudicar a la situación otra, significación que la de formar parte de la propia crisis adolescente. El<br />

significado regresivo de la conducta sería comparable al de otros hábitos orales socialmente incorporados a<br />

la sociedad adulta, tales como el consumo de cigarrillos de tabaco. Del Signore (2) plantea: "Existe quien<br />

consume ocasionalmente (sí, <strong>un</strong>a vez probé <strong>un</strong>o en Brasil), esporádicamente (y, si pinta, pero no estoy ni ahí<br />

de salir a buscar; compro a veces), o habitualmente (siempre que puedo tengo; fumo cuando tengo ganas;<br />

en alg<strong>un</strong>os períodos mas, en otros menos, pero siempre algo). Y por supuesto existirían casos extremos, pero<br />

no son los centrales".<br />

En tercer lugar debemos tener en cuenta todos los factores en<strong>un</strong>ciados respecto a la delincuencia juvenil,<br />

ya que delincuencia y drogas participan ambas de la lógica social a la que nos habíamos referido.<br />

No poseemos aún cifras respecto al consumo de drogas (lícitas o ilícitas) entre los jóvenes de nuestro país.<br />

Lo estamos investigando desde distintas disciplinas. Sospechamos que nuestra población juvenil, en términos<br />

generales, no consume mayormente drogas ilícitas en forma habitual, y que <strong>un</strong> consumo de este tipo se da<br />

f<strong>un</strong>damentalmente en sectores que podríamos definir como sectores de ingresos económicos "altos" y<br />

sectores con graves carencias socioeconómicas, constituyendo en ambos casos, conductas que podríamos<br />

denominar como conductas "sociopáticas". Creemos en cambio, que en términos generales, entre nuestros<br />

adolescentes adquiere mayores proporciones el consumo de drogas lícitas como el alcohol y el tabaco. Estas<br />

hipótesis deberán ser confirmadas. Pensamos que en <strong>un</strong> plazo relativamente breve contaremos con los datos<br />

necesarios. Poseemos en cambio, datos de dos investigaciones realizadas en Brasil por Baptista Neto (4 y 5),<br />

que coinciden con parte de nuestras hipótesis.<br />

<strong>La</strong> primer investigación tuvo como objetivo la elaboración del perfil psicosocial del adolescente de<br />

Florianópolis, capital del estado de Santa Catarina, y p<strong>un</strong>to de convergencia de la mayoría de los jóvenes en<br />

busca de estudio y empleo, según su autor. (4) Fue realizada en 1979, con <strong>un</strong>a muestra de estudiantes<br />

sec<strong>un</strong>darios de entre 14 y 19 años de edad, de clase media. En el perfil elaborado, respecto al uso de<br />

drogas, se establece que normalmente no hacen uso de las mismas.<br />

<strong>La</strong> seg<strong>un</strong>da investigación, con el mismo objetivo de la primera, fue realizada en todo el Estado de Santa<br />

Catarina (5) en noviembre de 1989, con <strong>un</strong>a muestra representativa de estudiantes de 10, 20 Y 3er. grado de<br />

liceos públicos y privados y centros de atención al menor - 2045 adolescentes de áreas rurales y urbanas con


edades comprendidas entre los 12 y los 24 años-. Transcribimos el perfil obtenido en cuanto al uso de<br />

drogas:<br />

"-<strong>La</strong> mayoría ya ha hecho uso de bebidas alcohólicas. El consumo tuvo lugar por primera vez antes de los 14<br />

años de edad, por diversos motivos (principalmente por curiosidad).<br />

-Hacen uso de bebidas alcohólicas por diversos motivos: «influencia de amigos, para olvidar problemas y<br />

para salir de la tristeza». <strong>La</strong>s bebidas son consumidas generalmente en grupo.<br />

-No acostumbran hacer uso de medicamentos, y cuando lo hacen es por indicación médica o por iniciativa<br />

propia. Son usados medicamentos «para abrir el apetito o para la memoria».<br />

-No hacen uso de drogas ilícitas (en términos generales).<br />

-Los adolescentes que ya usaron drogas, lo hicieron por primera vez antes de los 16 años de edad, por<br />

razones de curiosidad y por influencia de los amigos.<br />

-Los adolescentes que hacen uso de drogas actualmente, lo hacen por influencia de amigos, para olvidar<br />

problemas y para sentir placer.<br />

-<strong>La</strong>s drogas más usadas son la maconha (marihuana) y el «lançaperfume» .<br />

-Creen tener información suficiente acerca de los efectos de las drogas en el organismo.<br />

-No fuman.<br />

- Los padres no consumen en términos generales sustancias tóxicas; entre aquéllos que consumen, el padre<br />

consume tabaco y alcohol, la madre tabaco y somníferos.<br />

-Los familiares en general no consumen con frecuencia alcohol, drogas o tranquilizantes; los familiares<br />

identificados como usuarios son tío/a y hermano/a".<br />

Kalina (16), en los comentarios a la investigación de Florianópolis, plantea: "Los resultados son tan<br />

sorprendentes como interesantes, pues nos enfrentan, como, dice Baptista Neto, a nuestras opiniones<br />

prejuiciosas respecto al uso de drogas y la homosexualidad entre los jóvenes, por ejemplo. Creo que esto<br />

nos muestra que nosotros también estamos influenciados por la propaganda inescrupulosa de ciertos grupos<br />

de nuestra sociedad que, a través de los medios de com<strong>un</strong>icación de masas, inducen tanto conductas tóxicas<br />

y promiscuas entre los jóvenes con fines comerciales, como amplían el problema para llevarlo, por su<br />

difusión, a la categoría de fenómenos normales. En otras palabras, lo que es tan general, pasa a ser norma<br />

(léase: lo normal)".<br />

“¿Porqué nosotros también nos dejamos influenciar? Creo que la razón más prof<strong>un</strong>da radica en la envidia<br />

que provocan en la población adulta, la belleza y la cualidad de vida de los adolescentes de las clases<br />

sociales media y alta y su potencial futuro, pues son ellos los que hipotéticamente disfrutarán de la<br />

revolución tecnológica que ya estamos viviendo".<br />

Una vez desmitificados o cuestionados distintos aspectos en lo que respecta a dos de las alteraciones<br />

conductuales que más "conmocionan" a los adultos de <strong>hoy</strong>, la delincuencia juvenil y la drogadicción,<br />

creemos necesario referimos globalmente a las alteraciones conductuales que efectivamente podrían<br />

incluirse en <strong>un</strong> cuadro psicopatológico, de acuerdo con lo que planteamos en NORMALIDAD Y PATOLOGIA DE<br />

LA ADOLESCENCIA. Transcribimos la síntesis planteada por Osorio (23): "<strong>La</strong> psicopatología peculiar del grupo<br />

etario adolescente se caracteriza f<strong>un</strong>damentalmente en el área del comportamiento, en la que el<br />

adolescente ante la imposibilidad de superar sus conflictos con el m<strong>un</strong>do que lo rodea, protesta contra la<br />

forma en que éste está estructurado [...] El conflicto yo-m<strong>un</strong>do externo derivado de la propia necesidad<br />

evolutiva de diferenciar-se e individuar-se del adolescente, cuando se encuentra exacerbado, da origen a<br />

disturbios de conducta".<br />

El suicidio<br />

No nos extenderemos en este p<strong>un</strong>to, pero queremos destacar que en estos momentos, la tasa de mortalidad<br />

decrece en el m<strong>un</strong>do en todas las franjas etarias excepto en la adolescencia, donde ha aumentado. Este aumento<br />

de la mortalidad se produce por accidentes y suicidios. ¿Se trata de <strong>un</strong> mismo fenómeno?<br />

Así como la sociedad adulta proyecta en los adolescentes su incapacidad de controlar <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do que se ha<br />

vuelto peligroso, generando mitos que estigmatizan a los jóvenes, oculta la epidemia de suicidios protagonizados<br />

por éstos en todo el m<strong>un</strong>do. <strong>La</strong>s posibles razones, por lo que hemos visto, son múltiples. No<br />

obstante, del p<strong>un</strong>to de vista <strong>psicológico</strong> nos interesa destacar en términos generales alg<strong>un</strong>os factores que<br />

plantea Francoise Dolto (8):<br />

“Ningún joven puede franquear la adolescencia sin tener ideas de muerte, ya que es preciso que muera a <strong>un</strong><br />

modo de relaciones infantiles. El vive el fantasma en forma metafórica de suicidio. Es entonces cuando<br />

tiene necesidad de alguien que le ayude a sublimar dicho fantasma, dándole representaciones que figuren<br />

en lo social. «Si no pudieras confesarlo, no pasarías por esta fase». Hay que pensar la muerte del cuerpo<br />

para poder acceder a otro nivel, el del objeto de su deseo, que no es sólo cuerpo, sino corazón y mente;<br />

pero el adolescente lo ignora. Necesita hablar con <strong>un</strong> adulto que no sienta inquietud por abordar el tema de<br />

la muerte”.


Más adelante, la autora plantea: "El número de niños depresivos que quieren morir es más considerable de lo<br />

que se piensa, pues jamás tienen ocasión de decirlo. Sólo pueden manifestarlo por la negativa a autoestimarse:<br />

el sujeto se desprecia, y desprecia a la persona que se ocupa de él puesto que él es<br />

despreciable".<br />

<strong>La</strong> adolescencia "es la muerte de todo lo que se ha sido antes... Los adultos como se dice, «evacúan» la<br />

muerte de los otros, no la muestran, y menos hablan de ella... <strong>La</strong> disfrazan, enmascaran la verdad. Cuando<br />

ha sucedido <strong>un</strong> drama, cuando evidentemente el joven buscaba matarse, los padres se niegan a creer en<br />

otra cosa que en <strong>un</strong> accidente. En realidad, a<strong>un</strong>que el gesto no estuviera claramente premeditado, formaba<br />

parte del deseo inconsciente de suicidio en <strong>un</strong> intento de que el exterior se adapte a la fantasía".<br />

[...] "<strong>La</strong> falta de estructuras es lo propio de la adolescencia: es sano. No hay estructuras en el feto del<br />

primer día. Hay que ayudarle; sin ello moriría. Hay que darle calor, cubrirlo, asistirlo. El recién nacido,<br />

dejado sobre <strong>un</strong>a mesa se moriría. Al adolescente la sociedad lo deja de lado; no es nada en relación a lo<br />

que era antes. [...] Los padres ya no pueden hacer nada, están en situación de mate como dicen los<br />

jugadores de ajedrez, sin salida".<br />

"Pero es la sociedad que les rodea quien puede actuar. Los primos, las madrinas, tíos, tías. <strong>La</strong> cosa va muy<br />

bien con los adolescentes cuando los que intervienen son personas diferentes de los padres".<br />

[...] "Es muy importante que (el adolescente) sepa que la tía, la madrina, observan <strong>un</strong>a absoluta discreción.<br />

O la abuela. [...] Estos chicos necesitan de <strong>un</strong>a abuela que no vaya a chismorrear. Tienen necesidad de <strong>un</strong><br />

oído discreto que no les eche en cara sus palabras, y que les haga comprender que los ama y entiende su<br />

sufrimiento, porque están en <strong>un</strong>a edad de sufrimiento a causa de la mutación. [...] El recién nacido ha<br />

muerto a algo para renacer a otra cosa. El adolescente también, ha muerto a la infancia”.<br />

En "<strong>La</strong> causa de los adolescentes"(8), Francoise Dolto aporta datos estadísticos de diferentes partes del<br />

m<strong>un</strong>do en relación a los suicidios, posibles causas según los países, y medidas adoptadas por los mismos.<br />

Intentando poner <strong>un</strong> p<strong>un</strong>to en <strong>un</strong> texto inabarcable e interminable<br />

Es más lo que queda por decir de la adolescencia desde <strong>un</strong> <strong>enfoque</strong> <strong>psicológico</strong>, que lo que se ha dicho.<br />

Por ejemplo, si bien en alg<strong>un</strong>os apartados hemos considerado aspectos vinculados a los grupos de pares y a<br />

la sexualidad adolescente, no hemos prof<strong>un</strong>dizado en estos temas consciente y deliberadamente. Se trata<br />

de temáticas muy amplias, imposibles de abarcar en <strong>un</strong> texto de estas características. En relación a la<br />

sexualidad de los adolescentes, habría también mucho a desmitificar, no sólo en lo que respecta a la<br />

homosexualidad, sino también en cuanto a los embarazos juveniles y la capacidad de maternaje de las<br />

jóvenes.<br />

Nuestro objetivo no ha sido proporcionar <strong>un</strong>a información que dé <strong>un</strong>a explicación última de este período<br />

vital desde el aporte de la psicología, sino suministrar elementos de análisis que promuevan inquietudes e<br />

interrogantes que contribuyan a desestigmatizar a los adolescentes, contribuyendo al derrocamiento de<br />

alg<strong>un</strong>os mitos generados defensivamente por la sociedad de los adultos.<br />

No ha sido nuestra intención tampoco, proporcionar <strong>un</strong>a visión apocalíptica del presente y el futuro. <strong>La</strong><br />

situación de crisis por la que atravesamos, implica que enfrentamos <strong>un</strong> momento crucial pero indispensable<br />

para el desarrollo de la humanidad. Los jóvenes siguen teniendo en sus manos la posibilidad de transformar<br />

el m<strong>un</strong>do.<br />

Una última interrogante: ¿Por qué los ADULTOS-HOY nos interesamos tanto en la temática adolescente?<br />

Posiblemente acudan rápidamente a la superficie <strong>un</strong>a serie de respuestas muy "claras", satisfactorias y<br />

evidentemente válidas: promoción de salud, prevención, educación liberadora, etc. Pero si vamos a lo prof<strong>un</strong>do,<br />

en zonas más "oscuras", quizás descubramos que conocer mejor a los adolescentes, implica también<br />

la posibilidad de controlarlos mejor, de defender mejor nuestro poder adulto, <strong>hoy</strong> tambaleante. A<strong>un</strong>que<br />

resulte difícil admitir esta posibilidad, creemos que es imprescindible tomar conciencia de la misma. El<br />

conflicto generacional es inevitable e imprescindible para el desarrollo de la Humanidad. No obstante, no<br />

debiera tratarse de <strong>un</strong> enfrentamiento tendiente a mantener o revertir situaciones de dominación, sino de<br />

<strong>un</strong>a interacción dinámica que permitiera re-construir <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do amenazado por las guerras tecnológicas, los<br />

desastres ecológicos, la distribución injusta de la riqueza, y la perversión de todos los valores. Deberíamos<br />

comprometemos j<strong>un</strong>to a los jóvenes en esa tarea.<br />

Para ello será necesario que tomemos conciencia de la envidia que sentimos de nuestros hijos, y que<br />

paralelamente, ellos puedan tomar conciencia de la envidia que sienten por el poder que detentan los<br />

adultos, atenuando sus tendencias impulsivas con <strong>un</strong>a actitud reflexiva acerca de las propuestas positivas de<br />

sus padres.<br />

El reconocimiento y la aceptación de <strong>un</strong> espacio adolescente por parte de los adultos, no implica que<br />

estos carezcan de <strong>un</strong> espacio propio. Es más, los adolescentes necesitan a los adultos para crecer.


Mercedes Freire de Garbarino relataba en <strong>un</strong>a conferencia sobre la adolescencia, que en <strong>un</strong>a oport<strong>un</strong>idad <strong>un</strong><br />

adolescente había realizado <strong>un</strong> dibujo que consistía en <strong>un</strong> sendero bordeado de pequeñas piedras. Cuando<br />

se le preg<strong>un</strong>tó qué había dibujado, dijo que el sendero era la vida, y las piedras los padres. Estos no debían<br />

estar en el medio para no interferir, pero resultaban imprescindibles a los costados, para mostrar el camino<br />

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