Texto 3. Sören Kierkegaard Los estudios clásicos del ...
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fundamental <strong>del</strong> ser ahí, esto es, el ser en el mundo, y, en cuanto tal, lacotidianidad de la existencia debe poseer su estructura existenciaria. <strong>Los</strong>modos <strong>del</strong> ahí cotidiano, señalados ya en el primer punto, son habladurías[Gerede], avidez de novedades [Neugier] y ambigüedad [Zweideutigkeit],conformando estos tres existenciarios <strong>del</strong> ahí la caída <strong>del</strong> Dasein.De esta forma, podemos ver cómo el planteamiento heideggeriano en ciertaforma mantiene aún la comprensión kierkegaardiana de la existenciaimpropia, guardando los caracteres que conforman los estadios estético yético. La búsqueda <strong>del</strong> placer y el goce estético propio <strong>del</strong> primer estadio <strong>del</strong>a existencia humana se ve reflejada en una avidez de novedades que buscaconstantemente lo nuevo, sin detenerse en nada, dándolo todo por sabido,con la firme convicción de que ya nada le queda por comprender, pues el unosabe todo, uno comprende todo, a uno nada le supone ninguna novedad. Deahí que el instante <strong>del</strong> goce en <strong>Kierkegaard</strong> se convierta en Heidegger en este“no detenerse” que caracteriza a la avidez de novedades. Por su parte, lashabladurías, cuya atención se aleja <strong>del</strong> habla para centrarse en el “sobre quése habla”, adentra al existente dentro de la dictadura <strong>del</strong> uno, le impidecomprenderse como ser en el mundo, pues el habla originario quedaenmudecido en un público “estado de expresado”, de modo que el quién <strong>del</strong>habla queda oscurecido por lo expresado. En ello resuenan los ecos de aquellaesfera ética en la que el hombre se comprende como un yo, vislumbrando laeternidad, pero sin concreción, de forma que el yo de este estadio quedabarelegado a un nivel de abstracción que niega la concreción de la existencia.Por último, destaca Heidegger como tercer existenciario <strong>del</strong> ahí cotidiano laambigüedad, con el que al ser ahí le es imposible siquiera la posibilidad de laexistencia propia.Al igual que en <strong>Kierkegaard</strong>, el papel de la angustia en la ontologíafundamental heideggeriana es el abrir la posibilidad de la existencia propiacolocando al existente ante la posibilidad última <strong>del</strong> Dasein, esto es, ante su“ser relativamente a la muerte”, cuya comprensión lleva a la asunción de lalibertad como constitutivo de la existencia. Sin embargo, ante estaposibilidad, el Dasein es siempre tentado a la caída, a la huida hacia esaprotección que el uno garantiza; y, una vez caído, el uno actúa sobre elDasein impropio, haciéndole creer responsable de su vida. En el modo de serimpropio, la dictadura <strong>del</strong> uno “aquieta”, mantiene inmovilizado al Dasein enla caída que, de esta forma, no hace más que profundizarse. Pero debemostener presente que la tentación [Versuchung] proviene <strong>del</strong> Dasein mismo. Así,sobre la base <strong>del</strong> aquietamiento [Beruhigung] se levanta la segunda forma <strong>del</strong>a caída: el extrañamiento [Entfremdung]. Éste consiste en el ocultamiento<strong>del</strong> sí mismo, esto es, la negación de la posibilidad <strong>del</strong> sí mismo. Con ello, elDasein no ve otro modo de ser que el de la impropiedad. Se aleja <strong>del</strong> sí mismoaferrándose a la única verdad que, en tanto que aquietado y extrañado,