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RockBottomMagazine.Num.03

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parecido en ese sentido, va poco

a poco contando cosas de mi

vida, pero que luego penetra en

la vida de otros, como pasa con

“Blood on the tracks”, salvando

obviamente las distancias, que

son infinitas leguas (risas).

Escuchar mucha música es

un poco como haber viajado

por todo el mundo solamente

por las sensaciones que te

producen las canciones que

escuchas durante toda tu vida.

Uno diría que conoce el Joshua

Tree solo por haber escuchado

a Gram Parsons, ¿no?

Eso mismo, que conoces las

rocosas porque has escuchado

a Poco, a los Eagles o a Buffalo

Springfield. Luego sucede

también que si has viajado a

sitios míticos, como el barrio

de los Kinks, el Muswell Hill

Village, comprendes incluso

mejor la música de los Kinks,

porque ahí reconoces la esencia

de su música, entiendes por qué

es tan especial. Precisamente

prefiero a los Kinks sobre todos

los grupos ingleses porque

retratan a las personas y a

las situaciones de una forma

atemporal, Ray Davies es un

retratista de la persona, como

Randy Newman, las retratan tan

bien que ese tipo de persona te

lo vas a seguir encontrando en

las distintas generaciones que

vayan viniendo por los siglos de

los siglos. Los perfiles humanos,

o de las situaciones, que hace

Ray Davies son perfectos. Por

eso al final si tú te metes en

profundidad en Dylan como

hice yo, acabas conociendo un

montón de sitios. Está muy bien

eso que dices, porque siento que

ayuda a que la gente experimente

a través de las canciones, gente

que a lo mejor no se termina de

meter en la música. Hay muchos

que me dicen que no tienen ya

edad para ponerse a escuchar

música... pero nunca es tarde

para engancharse a una buena

canción.

Yo soy de otra generación

posterior a la tuya, y me da

mucha envidia la imagen que

das del Bilbao que conociste en

tu primera época, una ciudad

muy abierta a la música…

Sí, bueno, pero también era una

ciudad muy cutre y muy fea,

¿eh?

Leo tus historias y pese a

no sentirme reflejado en

esas experiencias sí que me

identifico en la forma en

que sientes esos momentos

asociados a una música en

concreto, a sensaciones

asociadas con canciones, y

siento que, a pesar de llevar

toda una vida escuchando

música compulsivamente,

Arthur Alexander

cuanto más conozco y escucho

más cuenta me doy de lo poco

que sé, de lo poco que he

escuchado, o mejor dicho, de

la cantidad de música increíble

que aún no he disfrutado. Hay

gente que se agobia pero a mí

me parece maravilloso seguir

descubriendo música que te

emocione después de cuarenta

años. De entrada te digo que he

descubierto y re-descubierto

a gente entre las páginas del

libro. A Arthur Alexander no lo

conocía…

Hoy lo hemos puesto en una

entrevista en radio Euskadi…

Mira, si hubiera un incendio

en mi casa y tuviese que elegir

qué disco salvar ese sería el de

Arthur Alexander, que no digo

yo que sea el mejor disco del

mundo, porque el único disco

que creo que está por encima del

bien y del mal es el “What’s going

on” de Marvin Gaye, que es la

obra más milagrosa que se haya

hecho jamás. Pero el de Arthur

Alexander es el disco que más

quiero. En el relato lo cuento,

la gente lo desconoce y para mí

es la obra maestra del countrysoul,

donde ambos estilos se

mezclan perfectamente. Fíjate

que “Burning love” la hizo luego

Elvis, tío… Tenía mucho interés

en ponerlo al principio del libro

porque intuía que habría gente

que lo iba a descubrir.

Otro era Nick Drake. Lo conocía

pero no había entrado en su

música. O digámoslo mejor,

nadie me enseñó a escucharlo

tal y como tú has hecho.

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