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"sentido común", "segunda naturaleza", etcétera), denruciones-:-y jUSllñcactones<br />

se multiplican. De los primeros a la segunda, cambia el héroe.<br />

Un actor pasivo y nocturno sustituye a la multiplicidad astuta de estrategias.A<br />

este mármol inmóvil se atribuyen, como a su actor, los fenómenos<br />

observados en una socíedad.'! Personaje esencial, en efecto, pues permíte<br />

a la teoría su movimiento circular: desde ahora, de las "estructuras"<br />

pasa al habitus (siempre en cursivas); de éste a las "estrategias", que se<br />

ajustan a las "coyunturas", ellas mismas reducidas a las "estructuras" de<br />

las que son los efectos y estados particulares.<br />

En realidad, este círculo pasa de un modelo construido (la estructura)<br />

a una realidad supuesta (el habitus), y de ésta a una interpretación de<br />

hechos observados (estrategias y coyunturas). Pero más todavía que las<br />

situaciones heterogéneas de piezas colocadas en círculo porla teoría, sorprende<br />

el papel que ella asigna a los "fragmentos" etnológicos para tapar<br />

un agujero en la coherencia sociológica. El otro (cabileño o bearnés) va a<br />

proporcionar el elemento que faltaba a la teoría para que marche y para<br />

que "todo se explique". Este extranjero lejano tiene todos los caracteres<br />

que definen el habitus: coherencia, estabilidad, inconsciencia y territorialidad<br />

(1a experiencia es el equivalente del patrimonio). Está "representa.<br />

do" por el habitus, lugar invisible donde, como en la casa cabileña, las<br />

estructuras se invierten al interiorizarse y donde esta escritura se vuelve<br />

de rtuevo al exteriorizarse bajo la forma de prácticas que tienen la apa·<br />

riencia engañosa de improvisaciones libres. La casa es, desde luego, memoria<br />

silenciosa y determinante, la que se aloja en la teoría bajo la metéfora<br />

del habitus y que, por añadidura, aporta a la suposición un elemento<br />

referencial, un aspecto de realidad. Debido a su metaforizacíón teórica,<br />

este elemento referencial no es más que algo con apariencia de verdad.<br />

La casa da al habitus su forma, pero no un contenido. Además, la argumentación<br />

de Bourdieu se ocupa menos de indicar esta realidad que de<br />

mostrar la necesidad y las ventajas de su hipótesis para la teoría. El habitus<br />

se vuelve un lugar dogmático, si se entiende por dogma la afirmación de<br />

algo "real" que el discurso necesita para ser totalizador. Sin duda, como<br />

ocurre en el caso de muchos dogmas, tiene sin embargo el valor heurístico<br />

de desplazar y renovar las posibilidades de investigación.<br />

Estos textos de Bourdieu fascinan por sus análisis y agreden por<br />

su teoría. Al leerlos, me siento el cautivo de una pasión que exasperan al<br />

excitarla. Están hechos de contrastes. Al examinar escrupulosamente las<br />

prácticas y su lógica -de un modo sin equivalente desde Mauss-, los<br />

textos las llevan finalmente a una realidad mística, el habitus, destinada a<br />

30 Esquisst d'unethrorie, pp. 175, 178-9; "Avenir de clesse", pp. 28-9; La Distinction, pp. 189-95.<br />

31 Ver el elogio del héroe, en "Avenir de classe", pp. 28 Yss. 'Iambíén se pueden estudiar en<br />

adelante "las estrategias del hIlbitus", ¡bid., p. 30.<br />

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