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encaman la ley al conformarle cuerpos y le dan también el crédito de ser<br />

recitada por lo real mismo, De la iniciación a la tortura, toda ortodoxia<br />

social se sirve de instrumentos para darse la forma de una historia y producir<br />

la credibilidad agregada a un discurso articulado por cuerpos.<br />

Otra dinámica completa a la primera y se le imbrica, la que empuja<br />

a los seres vivos a convertirse en signos, a encontrar en un discurso<br />

el medio de transformarse en una unidad de sentido, en una identidad.<br />

De esta carne opaca y dispersa, de esta vida exorbitante y alterada, pasar<br />

en fin a la limpidez de una palabra, volverse un fragmento del lenguaje,<br />

un solo nombre, legible para los demás, citable: esta pasión habita al asceta<br />

armado de instrumentos que combaten su carne, o al filósofo que<br />

hace otro tanto con el lenguaje, "a cuerpo descubierto", como decía Hegel.<br />

Pero no importa quién es el testigo de esto, ávido de tener o de ser en fin<br />

un nombre, de permanecer interpelado, de metamorfosearse en un dicho,<br />

al precio mismo de la vida. Esta intextuación del cuerpo responde a la<br />

encamación de la ley; la mantiene, hasta parece fundarla, servirla en todo<br />

caso. Pues la ley juzga de ésta: "Dame tu cuerpo y te doy sentido, te hago<br />

nombre y palabra de mi discurso". Las dos problemáticas se sustentan, y<br />

tal vez la ley no tendría poder alguno si no se apoyara sobre el oscuro<br />

deseo de intercambiar algo de la carne por un cuerpo glorioso, de ser<br />

escrito, así fuera mortalmente, y de ser transformado en una palabra reconocida.<br />

Aquí todavía, en esta pasión de sersigno, sólo se opone el grito,<br />

extravío o éxtasis, revuelta o fuga de lo que del cuerpo escapa a la ley<br />

de lo nombrado.<br />

Tal vez toda la experiencia que no es grito de júbilo ni de dolor<br />

sea recopilada por la institución. Toda la experiencia que no es desplazada<br />

o deshecha por este éxtasis resulta captadapor "el amor del censor",17<br />

reunida y utilizada por el discurso de la ley. La experiencia se canaliza y<br />

se instrumenta. Se escribe por medio del sistema social. Asimismo, habría<br />

que buscar por el lado de los gritos 10 que no es "rehecho" por el<br />

orden de la utilidad escrituraria.<br />

Las "máquinas célibes"<br />

Con la inauguración de una nueva práctica escrituraría, marcada en el<br />

cielo del siglo XVIII por la insularidad laboriosa de Robinson Crusoe, se<br />

puede comparar entonces su generalización tal como la representan las<br />

máquinas fantásticas cuyas figuras surgen, alrededor de los años 1910­<br />

1914, en las obras de Alfred Iarry (Le Surmúe. 1902;Le Docteur Faustroll,<br />

1911), Raymond Roussel (Impressicns d'Afrique, 1910; Locus Solus, 1914),<br />

17 Ver Píerre Legendre, L'Amour du censeur. Essai sur I'ordre dogmp,tique, París, Seuil, 1974.<br />

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