Diez Negritos De Agatha Christie 5 Diez negritos se fueron a cenar ...
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Philip Lombard lanzó un suspiro de satisfacción cuando puso una silla tras la puerta. Se<br />
dirigió hacia la mesilla de noche y puso encima la vela. Se miró al espejo para estudiar sus<br />
rasgos y <strong>se</strong> dijo a sí mismo:<br />
«Ya puedes hacerte el fuerte, pero todas estas historias comienzan a turbarte el cerebro.»<br />
<strong>De</strong>sfloró<strong>se</strong> nuevamente su sonrisa de lobo. Se desnudó y puso el reloj encima de la mesilla.<br />
Abrió el cajón y <strong>se</strong> sobresaltó, pues allí estaba el revólver.<br />
Vera Claythorne estaba acostada. La vela <strong>se</strong>guía encendida; no tenía valor para apagarla, la<br />
oscuridad le daba miedo.<br />
No cesaba de repetir<strong>se</strong> lo mismo: «<strong>De</strong>bo estar tranquila hasta mañana. ¡Nada ocurrió la<br />
noche pasada, nada ocurrirá esta noche! He cerrado con llave y cerrojo la puerta, nadie<br />
puede entrar en mi habitación.»<br />
Pensaba:<br />
«Es cierto; puedo quedarme encerrada en mi cuarto... La cuestión de la comida es<br />
<strong>se</strong>cundaria. Será posible esperar aquí hasta que vengan en nuestro socorro, pero si tengo<br />
que permanecer en mi dormitorio un día o dos...»<br />
Estaba encerrada en su dormitorio... ¡bien!<br />
Pero ¿esto <strong>se</strong>ria posible?<br />
¿Tendría valor para no salir de su cuarto? ¿Tendría que estar muchas horas sin hablar a<br />
nadie ni cambiar impresiones!<br />
Los recuerdos amontonáron<strong>se</strong> en su cabeza. Todos eran lo mismo... Hugo... Ciryl... e<strong>se</strong><br />
niño horrible que no cesaba de importunarla... ¿Por qué no me deja nadar hasta la roca, miss<br />
Claythorne? Siempre... estas palabras grabadas en su mente. Hasta que... «Tienes que<br />
comprenderlo Ciryl; si te dejo, mamá estará angustiada por ti. Pero mañana nadas hasta las<br />
rocas mientras yo entretengo a mamá para que no te vea, y cuando estés encima de las<br />
rocas haces <strong>se</strong>ñas y verás qué contenta <strong>se</strong> pone; para ella <strong>se</strong>rá una sorpresa.»<br />
«¡Ah! Es usted muy amable, miss Claythorne... esto me resultará delicioso.»<br />
Se lo prometió porque Hugo estaría en Newgray todo el día, y cuando volvie<strong>se</strong> todo estaría<br />
terminado... <strong>se</strong> lo había prometido.<br />
Pero ¿y si no ocurrie<strong>se</strong> nada? Ciryl diría que miss Vera le dejó ir hasta las rocas. Pero había<br />
que correr el riesgo, pues de lo contrario... No ocurriría esto, pues la corriente es tan fuerte,<br />
no sólo para un niño, sino para una persona mayor. Y si <strong>se</strong> salvara diría: «Si yo te lo he<br />
prohibido siempre, ¿por qué mientes?»<br />
Nadie sospecharía de ella.<br />
¿Hugo lo había sospechado? ¿Qué significó la mirada tan extraña que le dirigió después<br />
del... accidente? ¿Lo sabía Hugo?<br />
<strong>De</strong>sapareció de su vida y jamás contestó a sus cartas... ¡Hugo!<br />
Vera <strong>se</strong> revolcaba por la cama. No, no. Era preciso no pensar más en Hugo. Su recuerdo le<br />
hacía sufrir demasiado. Todo terminó. <strong>De</strong>bía borrar de su alma la imagen de Hugo. ¿Por<br />
qué esta noche tuvo la <strong>se</strong>nsación de que estaba a su lado?<br />
No podía dormir<strong>se</strong> y al levantar sus ojos hacia el techo vio el cordón colgado y <strong>se</strong><br />
estremeció al recordar aquella mano viscosa que le rozó el cuello... E<strong>se</strong> cordón en medio de<br />
la habitación le fascinaba, atraía irresistiblemente su mirada.<br />
El ex inspector Blove, <strong>se</strong>ntado en su cama, con los ojos inyectados de sangre, espiaba las<br />
sombras del cuarto. Parecía una bestia salvaje al acecho de su enemigo.<br />
Inútilmente probó dormir<strong>se</strong>. La amenaza del peligro era cada vez más angustiosa. <strong>De</strong> diez<br />
<strong>Agatha</strong> <strong>Christie</strong><br />
<strong>Diez</strong> <strong>Negritos</strong><br />
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