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mucosas, en las serosas ó en los órganos parenquimatosos.
Las causas principales de ese
padecimiento son las que suprimen por mucho
tiempo ó disminuyen la acción secretoria
de la piel y de los ríñones, é introducen en la
economía grandes cantidades de líquido. De
ahí que los animales estén expuestos á contraer
la anasarca cuando están expuestos mucho
tiempo á la acción del aire húmedo, de
las nieblas y de las lluvias; cuando permanecen
en terrenos cenagosos; beben con exceso
agua, sobre todo si es estancada ó salobre, y
comen alimentos que tengan gran proporción
de mucílago. En ocasiones se halla el organismo
tan predispuesto á la anasarca por esas
influencias, que el padecimiento puede presentarse
repentinamente en un animal que entre
de pronto en el agua, absorba una gran masa
de ese líquido hallándose sudando, ó experimente
una brusca supresión de la transpiración
cutánea.
La anasarca se presenta sin verdaderos pródromos;
la hinchazón es uniforme desde un
principio; no se limita por lo tanto auna parte
del cuerpo, ni oponen resistencia á la presión
las partes hinchadas. Si se aprieta con el dedo,
se determina en la piel un hoyo que va desapareciendo
paulatinamente. La piel aparece
tirante, fría y seca; hay desarreglo en todas
las funciones; la circulación suele ser lánguida
, y el pulso lento, débil y pequeño por lo
común; las fuerzas musculares disminuyen;
la orina forma un sedimento copioso de color
amarillo, y es escasa, encendida,}' turbia. La
sed es devoradora; la lengua se pone árida y
mucosa, y á veces roja por la punta y los
bordes. El apetito es escaso, y marcado el extreñimiento.
La hinchazón se inicia generalmente
por las piernas; se extiende de noche
principalmente y mientras descansa el animal,
y va apareciendo sucesivamente en los muslos
, en el escroto, en el vientre, en las ancas,
en el pecho y en el cuello por último, sin
invadir la cabeza en la mayoría de los casos,
cuando el clima es seco y la anasarca es secundaria,
no primitiva.
En ese caso la enfermedad reviste por lo
regular carácter crónico, sobre todo si se desenvuelve
paulatinamente y si el animal enfermo
es viejo. La terminación favorable se
anuncia por abundantes flujos de orina y de
vientre, y á veces por sudores copiosos, y»por
el aumento de las fuerzas vitales y de las digestivas.
Cuando la terminación haya de ser
fatal, la hinchazón aumenta constantemente,
acaba por embarazar, no solamente la acción
de los órganos, sino también la de la respiración;
aparece una tos seca y una respiración
fatigosa, y al poco tiempo se produce la muerte,
anunciada generalmente por una elevación
de temperatura y por la plenitud del
pulso.
La anasarca solamente se cura cuando es
dable restablecer la acción de la piel y de los
ríñones, siendo casi siempre inútiles los medios
terapéuticos encaminados á provocar el
sudor, que rara vez pone término al padecimiento.
Los diuréticos, ayudados por fricciones
espirituosas alcanforadas en los remos, en
el abdomen y en el tórax; los purgantes,
cuando se tenga la seguridad de que no está
inflamado el intestino y además no haya diarrea;
escarificaciones ligeras en los miembros
abdominales, cuidando no provocar accidentes
inflamatorios y aun gangrenosos, lo mismo
que al emplear en casos graves los sedales y
vejigatorios, que aumentan la infiltración allí
donde se aplican, y si el animal es fuerte y
pletórico, los baños fríos generales, la sangría
seca, la dieta, las bebidas aciduladas y nitradas
y las opiatas, son los medicamentos á que
ha de recurrirse, á más de suministrar al enfermo
escasa cantidad de bebida, y alimentos
de buena calidad y de digestión fácil, teniendo
siempre en cuenta la fuerza del estómago
y de los intestinos.
Anasarca del caballo.—Entre los animales
domésticos es indudablemente el caballo el
que más fácilmente contrae la anasarca, y el
que más expuesto se encuentra á morir de sus
resultas. El padecimiento, consecuencia de
un enfriamiento casi siempre, se inicia en la
parte inferior de la cabeza, en el pecho, bajo
el vientre, y en la cara interna de las extremidades,
donde aparecen placas edematosas,
dolorosas al tacto, aisladas en un principio,
confluentes después, y cuya dimensión aumenta
desde el tamaño de un duro al de la palma
de la mano, acabando por confundirse unas
con otras y extenderse más ó menos, deformando
al animal. La hinchazón de los labios
y de la nariz dificulta la respiración, y de esa
manera se agrava notable y peligrosamente el
estado del enfermo. Un carácter del padecimiento
es que á la vez que se forman las infiltraciones
serosas aparezcan en las mucosas de
la nariz, de la boca y de los ojos, petequias,
manchas de color rojo vivo, que se extienden
constantemente hasta presentar sus centros
un color negro violáceo.
Generalmente se pueden marcar tres períodos
bastante caracterizados en ese padecimiento.
Durante el primero se inicia casi
siempre de una manera brusca el mal, con
fiebre más ó menos intensa, el pulso fuerte
al principio y pequeño después, con. latidos
del corazón muy violentos y mucosas de color
azafranado, manchadas de petequias. Los labios
y la parte extrema de la nariz se hinchan
por placas que, una vez reunidas, forman
un edema más ó menos extendido. La cabeza
se vuelve disforme.
En el segundo período se acentúan los
síntomas indicados; el paciente arroja mucosidades
sanguinolentas por las narices, y por
la boca una pegajosa saliva. Aumenta la intensidad
del color en las mucosas y la hinchazón
, y á los cinco ó seis días, si prosigue el
padecimiento, se hiende la piel en la ranilla,
en las rodillas y en los jarretes, ó se desprenden
escaras más ó menos largas. Los latidos
del corazón son fuertes, el pulso débil, grande