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triple de los 38 á los 40°; quíntuplo de los 46,
á los 48, y de los 56 á los 58 décuplo. Más
arriba del grado 70 no se concibe que la plancha
pueda ascender, á no ser en días temerosos,
muy excepcionales, de borrasca desenfrenada
y destructora; y si alguna vez en nuestros
climas, por este concepto relativamente
benignos, se eleva á mayor altura, á los remolinos
desconcertados y rebotes ascendentes
del viento debe atribuirse. Al llegar á las mayores
y más temerosas presiones, cuyo conocimientopreciso
tan interesante
sería
para saber á
ciencia cierta,
en los problemas
de construcciónurbana
ó rústica,
qué resistencias
ú obstáculos
defensivos
convendría
oponer para
evitar ó aminorar
sus estragos
, el aparato
falla hasta
cierto punto
ó enmudece
en términos
lam entables.
Pero este defecto,
repe-
. . , , T- -, timos, á casi
Figura 140.—Anemómetro de Jjind | 0 (j o g ] o s c] e_
más anemómetros de presión alcanza.
El llamado de Lind, representado en la
figura 140, como el de Hooke, consta esencialmente
de una veleta, que lleva consigo
y orienta un tubo encorvado de vidrio, en
forma de sifón, de brazos próximamente de
iguales longitud y calibre, cerrado uno y
abierto el otro, por cuya boca, como de bocina
, plana en el sentido vertical y adaptada á
la recepción del viento que en sentido horizontal
contra ella sopla, puede éste colarse en
el interior del tubo. Hasta cosa de la mitad,
el sifón está cargado de agua, que en momentos
de calma ascieude á la misma altura en
ambos brazos; pero, cuando el viento sopla y
penetra con ímpetu en el tubo receptor, la
doble columna líquida se desequilibra, desciende
por un lado y asciende por otro, y de
la diferencia de alturas en ambos brazos, apreciada
en la escala entre ambos existente, se
infiere en cualquier momento la presión del
viento que la produce, nunca sin error ó incertidumbre,
pero sí, en la práctica, ó prescindiendo
de cavilosidades y nimiedades teóricas,
con grado de aproximación á la verdad tolerable
y útil muchas veces. Lo mismo que el
anterior, este anemómetro puede, sin demasiada
complicación, modificarse y disponerse de
manera que señale la máxima presión del vien­
to durante determinado intervalo de tiempo,
en ausencia ó sin la intervención inmediata
del observador. Y, como el anterior y el
siguiente, su sensibilidad disminuye conforme
la fuerza del viento arrecia, ó conforme
la diferencia de alturas de las dos columnas
líquidas es mayor, y mayor, por lo tanto, la
resistencia opuesta al empuje de la corriente
atmosférica. Su graduación difícilmente puede
obedecer á ningún principio teórico, aplicable
sin correcciones notables á la práctica;
y debe considerarse como empírica, variable
con las dimensiones y forma de embocadura
del sifón, y distinta, por lo tanto, en cada ejemplar
del aparato.
Substancialmente. el anemómetro de Osler
consta también, en primer término, de una veleta
que, al girar y tomar la enfilación del
viento, mueve una plancha metálica, circular
ó cuadrada, de área conocida, y la coloca en
posición normal ó perpendicular á la misma
dirección. Esta plancha no es giratoria como
en el anemómetro de Hooke, sino móvil en
el sentido longitudinal de la corriente aérea:
hacia atrás por el impulso del viento, y hacia
delante por el de un muelle ó resorte antagonista
en espiral, apoyándose para ello
en un sistema de guías y pequeñas poleas ó
rodillos, que la sostienen y permiten avanzar
ó retroceder horizontalmente con mínimo esfuerzo.
Colocada la plancha, firme é invariablemente
relacionada con la veleta, en posición vertical
y normal al viento, cuando éste sopla, y
la oprime y empuja, necesariamente retrocede,
y se apoya contra la espiral elástica, que se
contrae ó encoge más ó menos, conforme aumenta
ó disminuye la fuerza que contrarresta.
Las contracciones del muelle, apreciadas sin
dificultad por medio de una escala aneja al
aparato, sirven para deducir la presión del
viento, expresada en kilogramos, previa graduación
experimental y muy escrupulosamente
efectuada, por referencia al área de la plancha,
y mejor todavía al decímetro ó al metro
cuadrado.
Este anemómetro no tiene, en verdad, todos
los defectos del primeramente descrito; pero
algunos posee que en gran manera amenguan
su valor como aparato de precisión y no simplemente
indicador de los efectos que con él
pretendemos medir. La plancha receptora de
las embestidas del viento no cambia, por ejemplo,
de superficie útil ó eficaz; pero con la compresión
la fuerza del muelle antagonista se
sobreexcita notablemente y opone al empuje
externo resistencia cada vez mayor, y en casos
extremos como insuperable; y con la exposición
del aparato á la intemperie varía la
estructura molecular del muelle, y con esto
la graduación resulta ilusoria al poco tiempo
de servicio. Ni el sistema de guías y poleas,
para facilitar ó suavizar el movimiento de
avance y retroceso de la plancha, es tan delicado
ni tan duradero, en perfecto estado de
conservación, como el de suspensión de la