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de la naturaleza. Las plantas son verdaderos
autómatas que viven., crecen, se desarrollan
y propagan sin darse cuenta de ello, sin experimentar
placer ó dolor, sin tratar de resistir
ó de secundar los impulsos que se agitan
dentro de ellas. El animal, por el contrario,
puede determinar ciertos cambios, puede contrarrestar
ciertos impulsos exteriores por su
propia iniciativa, y de ahí que goce de libertad
de acción, más ó menos limitada, según
las inclinaciones y necesidades que el Creador
le ha impuesto; de ahí que influya realmente
en la mayoría de los movimientos que en su
.organismo se realizan, siquiera el instinto limite
la esfera de los caprichos y antojos. A
medida que el organismo se perfecciona y se
complican sus funciones, mayor es la influencia
de la voluntad, y en los de orden elevado
aparece una sensibilidad cada vez más delicada
y que llega hasta el amor.
Precisamente para facilitar la realización
de esas funciones del animal existe un sistema
especial, el sistema nervioso; aparato predominante
que interviene en todos los actos de
la existencia animal; instrumento á la vez de
la sensibilidad y de la voluntad, que se sobrepone
á los órganos todos, aun cuando sin anularlos,
y regulariza sus funciones. Ese sistema,
que tanta importancia fisiológica tiene, y
que no aparece en los vegetales ni siquiera
bajo forma rudimentaria, ejerce tan decisiva
acción en los animales, que la organización
de éstos depende en gran parte de la disposición
de los centros nerviosos. Otro de los caracteres
distintivos del animal es también la
locomoción, ó sea la facultad de trasladarse
de un punto á otro por propia iniciativa; facultad
que ha de ser guiada por los sentidos
y que permite al animal ejecutar las decisiones
que adopte. Naturalmente la locomoción
supone apéndices movibles ó remos, los cuales
obedecen á las resoluciones del sujeto, gracias
á la acción que los nervios ejercen en los
músculos correspondientes. Esa necesidad de
moverse supone para los animales la de una
forma más recogida, la de una concentración
de fuerzas y de órganos que no poseen los vegetales,
los cuales se extienden y expansionan,
digámoslo así, en el medio en que viven. Otra
consecuencia de la movilidad del animal es
que no pueda tener enterrada en el suelo una
parte de su organismo para proporcionarse la
necesaria nutrición. De ahí la necesidad de la
cavidad exterior llamada estómago, en la cual
se ingieren los alimentos, y de ahí una función
especial, la nutrición, que tiene por objeto
extraer de aquéllos los principios nutritivos
, á fin de que los puedan absorber otros
órganos destinados especialmente á ese fin.
En resumen: el organismo animal se caracteriza
por la existencia del sistema nervioso; por
la de los músculos y de los apéndices que éstos
tan de poner en movimiento; por los órganos
de la sensibilidad, también íntimamente relacionados
con el sistema nervioso, y por el aparato
digestivo.
Prescindiendo ahora de señalar las especiales
facultades que en el orden fisiológico corresponden
á los órganos y aparatos mencionados,
no hemos de hacer caso omiso del papel
que el animal desempeña en la creación, y
de sus relaciones con las plantas y la materia
inorgánica. La planta forma la materia vegetal
á expensas del reino inorgánico; que el vegetal
se nutra ó reproduzca, el último resultado
de sus funciones es organizar cierta cantidad
de materia adecuada para la- formación de
la planta ó de alguna de sus partes. El animal
ejerce una acción más amplia; no solamente
organiza materia animal y proporciona al
hombre substancias alimenticias al igual de
los vegetales, substancias que la industria explota,
y aun otras que sirven para fertilizar
los campos, y de consiguiente para la alimentación
de las plantas, sino que también puede
obrar á voluntad sobre la naturaleza exterior,
y desarrollar fuerzas que el hombre utiliza y
convierte en movimiento y en riqueza. Por lo
mismo, el animal, sobre todo el doméstico ó
susceptible de ser educado, se ofrece á nuestra
consideración bajo dos aspectos principales:
como productor de materia animal, y como
causa de actos y de movimientos que es
dable al hombre dirigir y utilizar.
De dos maneras principales produce el animal
la materia que le caracteriza: por la nutrición
y la reproducción. Gracias á la primera
función, acrecienta la cantidad de su propia
substancia; gracias á la segunda, perpetúa su
especie y asegura la ejecución de actos que él
mismo realiza. En el reino vegetal, en el agua
que absorbe y en el aire que respira, encuentra
el animal los elementos indispensables
para la realización de esas dos importantes
funciones. En realidad, nada toma directamente
de la tierra, á no ser el agua y algunos elementos
que pueda contener este líquido en
disolución; el reino vegetal es el que directa ó
indirectamente le proporciona los elementos
químicos de la materia viviente, ó sean el carbono
, el hidrógeno, el oxígeno y el ázoe, convenientemente
preparados ya. Los mismos
carnívoros han de nutrirse con substancias
que proceden también de una elaboración de
las materias vegetales que otros animales han
realizado. También del aire toma el animal un
elemento importante para mantener en buenas
condiciones ese líquido llamado sangre, que
circula por todo el organismo y que parece
ser el agente de la vida. Así, pues, mediante
la digestión de substancias nutritivas, la absorción
del agua y la respiración del aire atmosférico
libre ó del disuelto en los líquidos,
el animal produce materia y movimiento, y
constituye un admirable instrumento de transformación.
Los animales absorben el oxígeno
del aire atmosférico como un estimulante necesario
para sostener su vida; cuanto más completa
es la respiración, mayor es la vivacidad
y la intensidad del calor, como se advierte en
las aves y en todos los animales de sangre caliente
, comparados con los de sangre fría, que