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Las cosechas destinadas á recalces deben
sembrarse en surcos separados por lo menos
•50 centímetros entre sí. Se abren las vertedei'as
con relación tí la anchura que han de
alcanzar los lomos. En el primer recalce deben
trabajar con el máximum de separación;
pero al siguiente, que penetra más profundamente,
es necesario aproximar las vertederas
si la labor ha de resultar en límites convenientes.
Aunque los recalces ayudan á la destrucción
de las malas hierbas, no hay que renunciar
á las entrecavas, creyéndolas inútiles.
Son, por el contrario, en extremo ventajosas
las más veces, porque facilitan la función del
aporeador, y hacen su marcha más expedita'v
más perfecto su trabajo, desembarazando de
malas hierbas los lomos, en que toman tanto
desarrollo, por encontrarse en las mejores condiciones
para desenvolverse.
Un aporeador bien manejado debe recalzar
por lo menos una hectárea al día. Es un instrumento
útilísimo é irremplazable en los
grandes cultivos, y que puede emplearse también
para abrir regueras por donde corran las
aguas. Otro de los fines que se propone el
cultivador aporcando, es el de blanquear y
curar las plantas para quitarles el gusto amargo
que las hace desagradables. En este caso
ha de ser completo el recalce de toda la parte
del vegetal que se someta al blanqueo, pues
de otro modo no se lograría el objeto si no se
interceptase por completo la luz.
Es sabido que la obscuridad, no sólo se opone
á la coloración y acentuación de ciertos
sabores en las plantas, sino que en determinados
casos las descolora y debilita los segundos.
Las plantas privadas de la luz no ofrecen
el sabor que las que reciben libremente los
rayos del sol; lo que no es siempre un mal
para los hortelanos, porque utilizan la ausencia
de la luz para blanquear sus achicorias,
lechugas romanas, apios, cardos, etc.
Estas aporcaduras son exclusivamente propias
de la horticultura, y se practican con
útiles de mano, requiriendo cuidados y precauciones
de que no es conveniente prescindir
para no comprometer el éxito.
Deben aporcarse las plantas con buen tiempo
y cuando la tierra no se encuentra húmeda
, á fin de no provocar la putrefacción segura
de las primeras. Por esta razón ofrecen
menos inconvenientes para aporcar, con el fin
de blanquear y curar, las tierras ligeras y porosas
, que las frescas y fuertes.
D. Nava'TO Soler.
APORÉTICA.—Género de plantas de la
familia de las Sapindáceas. En los montes de
las Islas Filipinas suelen encontrarse las dos
especies leñosas siguientes:
Aporética gemella, P. Blanco.—Árbol de 4
ó 5 metros de alto, con las hojas ternadas ó
quinadas; hojuelas casi lanceoladas, aguzadas
y aserradas; flores pequeñas, del tamaño de
una lenteja, dispuestas en panoja, y fruto dos
drupas unidas por abajo. Florece en Junio.
Retorciendo con los dedos una ramilla se advierte
un olor bastante grato.
Aporética penicellala, P. Blanco.—Arbusto
de poca talla y tronquito delgado, que necesita
el apoyo de los árboles, con las hojas ternadas;
hojuelas aovadas, aserradas, con puntitas
en las aserraduras, y otra en el ápice,
lampiña, con un grupo de lana en las axilas
de las venas. Flores en racimos umbelados;
cada umbelilla con dos ó tres flores. Fruto dos
drupas pequeñas, lampiñas y globosas, de las
cuales una aborta muchas veces. Florece en
Junio. También despiden las ramas cierto
olor grato cuando se las retuerce con los
dedos.,
APOSITO-—Es el conjunto y aplicación
de todas las cosas necesarias para la curación
de una enfermedad externa, en la que se ha
hecho alguna operación. Entre los objetos que
forman los apositos, hay unos que no quedan
adheridos á las' partes dolientes, como son los
instrumentos de curaciones, y otros que están
destinados á permanecer fijos más ó menos
tiempo. Los apositos que sirven para sujetar
las partes heridas en condiciones convenientes,
ó para fijar los tópicos ú otros objetos de curación,
se llaman vendajes (véase esta palabra).
APOSTASIÁCEAS (Botánica).— Familia
muy poco numerosa de plantas monocotiledóneas,
exóticas todas ellas y muy semejantes
á las orquídeas por la estructura de sus
flores. Se diferencian de las segundas casi exclusivamente
por contener tres estambres en
lugar de uno solo, y por la dehiscencia valvar
de sus cápsulas. Sólo ofrecen interés para los
botánicos, puesto que ninguna de las pocas
especies se cultiva como planta útil ó como
planta de adorno.
APOTO.—Lo que sirve para sostener, como
el puntal respecto de una pared; esa palabra
se emplea en diversas acepciones. En mecánica,
apoyo ó punto de apoyo es el punto fijo
sobre el cual estriba la palanca para que la
fuerza venza á la resistencia. En bipiátrica se
denomina tiempo de apoyo el momento durante
el cual un caballo en marcha mantiene
el pie posado sobre el suelo, pudiéndose , por
la atenta observación del tiempo empleado,
descubrir las más leves cojeras. En equitación
se llama apoyo la acción recíproca entre la
mano del jinete y la boca del caballo por medio
de la brida, ó'también la impresión de la
acción de la brida en la mano del jinete. El
bueno y verdadero apoyo de la mano es un
sostenimiento delicado de la brida; de suerte
que retenido el animal por la sensibilidad de
la boca, no se atreve á apoyarse sobre la embocadura,
ni á pisotear ó dar cabezadas para
resistir su efecto. Se dice que un caballo tiene
apoyo fino, cuando su boca es suave; sordo,
cuando fuerza la mano; que no tiene apoyo,
cuando obedece con dificultad al jinete y
teme la embocadura, y que tiene demasiado
apoyo, si se abandona sobre el freno ó sobre
la brida. Llámase apoyo á mano llena un apo-