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l - Repositorio Gestion Documental v.03

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APR — 411 — APR<br />

En España, que es el país de la ganadería<br />

lanar, los rebaños viven sin abrigo, salvo<br />

contadísimas excepciones. Bien se puede asegurar<br />

que existen 15 millones de cabezas sin<br />

entrar jamás en cubierto.<br />

Hay escritores, por el contrario, que juzgan<br />

de suma utilidad para la salud de las reses<br />

y la finura de la lana, pernoctar bajo techado<br />

3' aun tener cubierto el cuerpo con una funda.<br />

En Alemania se ha practicado por muchos<br />

este sistema, y claro es que el de cubrir la res<br />

sólo puede usarse en pequeños rebaños, y no<br />

•conviene sino cuando la lana tiene muy elevado<br />

precio.<br />

Nuestra opinión está entre esas dos, que<br />

conceptuamos exageradas. No participamos<br />

en absoluto de la primera, á pesar de conceder<br />

que hay pocos animales formados por la<br />

naturaleza de un modo tan á propósito para<br />

resistir los rigores del frío y de las lluvias. El<br />

vellón es una excelente zamarra que tiene en<br />

constante abrigo á los animales, y la grasa<br />

de la hebra de la lana impide que penetre el<br />

agua hasta la piel, sobre todo cuando las vedijas<br />

se unen por la extremidad á causa de la<br />

mugre.<br />

Pero que las lluvias continuas y el frío intenso<br />

ejercen un influjo pernicioso en el ganado<br />

lanar, es indudable, puesto que durante<br />

el tiempo más crudo del invierno contrae enfermedades<br />

distintas de las que resultan de<br />

comer la hierba mojada. La cría, sobre todo,<br />

sufre con la humedad extraordinariamente,<br />

tanto que los corderos que nacen en noches<br />

lluviosas generalmente perecen arrecidos, rechazados<br />

por las madres.<br />

El calor no es menos molesto para este ganado<br />

que la lluvia y el frío. Para convencerse<br />

de ello no hay más que verlo durante la canícula.<br />

Triste, abatido é inapetente, se arremolina,<br />

y las ovejas se esfuerzan por resguardarse<br />

la cabeza de los rayos solares, colocándola<br />

á la sombra de las compañeras. Y<br />

no hablamos de las que no tienen costumbre<br />

de soportar una temperatura seca y muy<br />

elevada, porque esas no pueden resistir la inclemencia<br />

del verano. Varios ganaderos amantes<br />

del progreso pecuario han traído de treinta<br />

años á esta parte ganado lanar inglés de<br />

diferentes razas, y todo ha perecido al llegar<br />

el calor extremo del verano.<br />

No son menores los inconvenientes de encerrar<br />

el ganado en un aprisco poco ventilado.<br />

El aire se vicia en él con la respiración<br />

de tantos animales y con los miasmas que se<br />

desprenden de las deyecciones; ¿cómo es posible<br />

que no se resienta la salud en una atmósfera<br />

tan deletérea? Por otra parte, la temperatura<br />

se eleva hasta el punto de que los animales<br />

sudan, los poros de la piel se dilatan, y<br />

si en tal disposición se los saca al aire libre<br />

estando helando, quedan como sobrecogidos<br />

de frío, siendo la consecuencia un fuerte catarro<br />

, cuando no una pulmonía. M. Tessier ha<br />

expuesto con gran lucidez y detenimiento los<br />

perjuicios causados al ganado lanar con el<br />

encerramiento en apriscos estrechos y poco<br />

ventilados.<br />

Los ganaderos ilustrados de todos los países<br />

huyen en la actualidad de los sistemas exagerados<br />

en este punto, y siguen sin preocupación<br />

las reglas que dicta el sentido común<br />

y vamos á exponer.<br />

La primera regla es tener el ganado á la<br />

intemperie durante las estaciones de primavera<br />

y otoño. La repugnancia que tiene á estar<br />

encerrado cuando el frío ó el calor'no son excesivos,<br />

es tal que si se deja abierta la puerta<br />

del aprisco y no se le fuerza á permanecer<br />

dentro, sale al aire libre, manifestando su<br />

grande alegría desde que cruza el dintel, corriendo<br />

, saltando y dando balidos. En Inglaterra<br />

se le tiene en los cercados ó en los corrales<br />

de las granjas, hallándose mejor que en<br />

estabulación. Con más razón conviene este<br />

sistema en España, por ser el clima mucho<br />

más benigno, y puede decirse que sobre esto<br />

no cabe duda, puesto que está generalmente<br />

adoptado.<br />

La segunda regla es que el encierro del ganado<br />

durante la noche en la estación invernal<br />

es muy conveniente. Cierto esque casi<br />

toda la ganadería, según va manifestado, sufre<br />

los fríos y las lluvias sin gran detrimento;<br />

estando bien alimentado ocurren pocas pérdidas<br />

por este motivo; pero también es cierto<br />

que las reses enfermas se agravan extraordinariamente<br />

ó perecen, bastando muchas veces<br />

la estabulación para que se alivieu ó curen.<br />

Bien se comprende la gran dificultad que<br />

existe en apriscar rebaños de mil y más cabezas,<br />

mayormente si pastan, que es lo ordinario,<br />

en dehesas arrendadas: pero se establece<br />

el principio, independientemente de su aplicación.<br />

El uso constante en España respecto á la<br />

ganadería trashumante es encerrar los rebaños<br />

en redes, tanto para evitar que las reses se<br />

extravíen y confundan si están divididas en<br />

secciones, cuanto para ordenar el majadeo de<br />

las dehesas.<br />

Adviértese que esta práctica tiene un gravísimo<br />

inconveniente. La paridera se verifica<br />

entre Noviembre y Diciembre. Si mientras<br />

dura sobrevienen recios temporales, puede<br />

asegurarse que perecerán la mayor parte de<br />

los corderos nacidos de noche. Si existiera<br />

una tinada y se pusiesen en ella á cubierto<br />

de los vientos y de la lluvia las ovejas<br />

preñadas de más tiempo, se evitaría todo peligro<br />

y la cría quedaría á salvo. La utilidad<br />

del abrigo en esas noches tempestuosas la revelan<br />

los animales de un modo que no deja<br />

lugar á duda. Si la red está colocada cerca de<br />

una pared ó peñasco, las ovejas se dirigen en<br />

apretado montón hacia el sitio más resguardado.<br />

Esto indica que es muy preferible á la<br />

red la maleza para construir los cercados de<br />

las majadas. La retama, la jara, las ramas<br />

de encina engavilladas y sostenidas por tomizaatada<br />

á unas estacas, formarían un muro<br />

suficientemente espeso para librar las reses

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