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truniento, basados en el examen detallado de
todas sus piezas.
El motor animado no puede dar al día más
que una cierta cantidad de trabajo, que depende
de su raza, de su edad, de su peso, de
la ración que recibe y de su costumbre de
trabajar. Si ejerce un esfuerzo considerable,
su velocidad disminuye proporcionalmente;
si se le obliga á marchar con rapidez, soportará
una carga menor, y si uno y otro día se le
fuerza á hacer un trabajo superior al que buenamente
puede dar, se deteriora con rapidez.
Un arado mal construido ó mal graduado,
exigirá, pues, ó mayor mímero de animales, ó
más tiempo para labrar la misma superficie.
El exceso de tiro exigido por un mal arado, se
traduce para el agricultor, por una menor velocidad
de la yunta, ó por un tiempo más considerable
para practicar la labor; por el empleo
de mayor número de animales, ó por el
más pronto deterioro de estos mismos animales
y la exigencia de mayor ración. El motor
inanimado, el vapor por ejemplo, gastará el
combustible en proporción al trabajo que se
le exija. La menor tracción es, por consiguiente,
la primera y más importante circunstancia
que debe tener un arado, con tal de
que ejecute su trabajo de la mejor manera
posible.
El uso y entretenimiento de un arado, en
circunstancias idénticas de suelo y de cultivo,
dependen de la solidez y precisión de su construcción.
La solidez no resulta solamente del
peso y espesor de sus piezas, sino de la buena
elección y juicioso empleo de los materiales,
puesto que pueden obtenerse simultáneamente
la ligereza y la solidez.
El entretenimiento depende de las mismas
condiciones. Ciertas piezas se gastan con rapidez,
y el constructor debe preveer su reemplazo,
de modo que se verifique con economía,
eficacia y prontitud. Un arado bien conservado
puede durar mucho tiempo, si está construido
en buenas condiciones de solidez, hasta
que llega el caso de que no puede repararse
económicamente; debe, pues, incluirse en el
precio de producción de la labor, una cantidad
destinada á amortizar el capital de compra
del instrumento en el tiempo probable de su
duración. Esta amortización es poco elevada
en la mayoría de los casos, y menor siempre
cuando el arado está mejor construido, bajo
los puntos de vista precedentes. Debe tenerse
también en cuenta la baratura del instrumento,
que depende, no solamente del bajoprecio
de los materiales y de la mano de obra, si que
también de su juicioso empleo y de la economía
de esta mano de obra. En los grandes talleres
situados cerca de las vías de comunicación, y
en donde se aplica el fecundo principio de la
división del trabajo, el precio de los instrumentos
es siempre menor que en los talleres
aislados de las aldeas.
La cantidad de trabajo gastada por el motor
para labrar la misma extensión superficial,
depende de porción de circunstancias, entre
las que, la naturaleza de la labor, figura en
primer término, puesto que no será el mismo
el que exige la operación de romper, de alzar,
binar ó la necesaria para una labor profunda
ú otra superficial. La naturaleza del terreno
y su inclinación influyen también en este sentido,
necesitándose naturalmente mayor trabajo
en las tierras fuertes y tenaces que en
los suelos ligeros, y siendo también diferente
en los accidentados, que en los llanos y uniformes.
Ejerce además influencia la magnitud
de las parcelas que se han de labrar, puesto
que es mayor el tiempo que se tarda en labrar
una hectárea cuando las parcelas son más. pequeñas.
Constituido el arado por diferentes piezas
ú organismos, la disposición de cada cual y su
relación con las restantes, debe ejercer forzosamente
una influencia decisiva en su bondad.
Cada pieza debe ejecutar de un modo conveniente
el trabajo á que está destinada, con el
menor esfuerzo por parte del motor, y ofrecer
además la mayor resistencia con las menores
dimensiones. Estas piezas deben ser
ligeras en lo posible, pero con la conveniente
solidez, y fáciles de ejecutar, reparar y reemplazar.
El conjunto del arado debe ser sencillo,
y reducirse sus partes á las estrictamente necesarias
, en armonía con el trabajo á que se
destinan.
Leyes del frotamiento de las tierras.—El
estado del terreno y la función que desempeñan
las diferentes piezas dei arado, son las
causas que originan las resistencias que tiene
que vencer. Hay piezas que ejecutan un trabajo
directamente útil, como cortar, dividir,
levantar y voltear la tierra; otras no producen
ningún trabajo útil, y sólo sirven para
dirigir la marcha del instrumento en su movimiento
rectilíneo y paralelo á la superficie
del suelo. Esta última clase de resistencia es
común á todas las piezas operadoras, de dirección
ó de apoyo.
En el trabajo que tiene por objeto la división
del terreno, existen siempre dos clases de
resistencias que vencer: la fuerza de cohesión
ó de afinidad que une las moléculas de la tierra
, y la resistencia que opone la misma tierra
como plano de apoyo, al movimiento de las
piezas que componen el instrumento y que
constituye los frotamientos.
Las asperezas más ó menos aparentes que
existen en la superficie de todos los cuerpos,
son la causa de este frotamiento. Cuando se
hacen deslizar sobre el talud de una tierra
dos cuerpos, uno pulimentado y otro sin pulimentar
, se observa que este último se halla
en lo que en mecánica se denomina equilibrio
dinámico, sobre un ángulo más pequeño, y
tanto menor cuanto más perfecto es el pulimento.
Las asperezas se desgastan con el frotamiento
repetido muchas veces sobre las mismas
superficies, es decir, las superficies én
contacto se pulimentan, y en este caso es menor
la resistencia al movimiento, ó el ángulo
de frotamiento más pequeño. Y siendo como