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tar mayor superficie que en una banda rectangular.
En el segundo caso, las bandas presentan
aristas agudas, fáciles de destruir con
la grada, y un gran cubo de tierra y de aire
penetrado. Estas ventajas no se hallan compensadas
por la mayor elevación de toda la
tierra y por el mayor corte de la cuchilla.
Las bandas de sección trapezoidal (figura
207) producen aristas agudas muy salientes
que se destruyen fácilmente con la grada;
el volteo es más fácil; las hierbas se entierran
mejor, siendo mayor el cubo de tierra que
A
Figura 206
cae en los intervalos de las crestas. Es, pues,
preferible á la forma ordinaria, sobre todo
cuando se trata de romper un prado, pero
presenta dos inconvenientes: exigir mayor
r* . \ - , "*-:.- .Ü^-
Figura 207
tracción y dejar la tierra desigualmente labrada,
formando el fondo del surco una especie
de cremallera. En resumen, la banda rectangular
es preferible en la generalidad de los
casos, y su anchura debe estar comprendida
entre una y media y dos veces la profundidad
de la labor. La paralelográmica puede convenir
para las tierras tenaces. La trapezoidal
tiene todas las ventajas y ninguno de los inconvenientes
de la banda paralelográmica, y
es ventajosa para roturar un prado.
Dos son, como queda dicho, los movimientos
de la banda (figura 200). En la primera
fase, para que el prisma tome una posición
vertical, cada uno de los rectángulos terrosos
debe hacer un cuarto de revolución alrededor
de la arista B. En la parte anterior de la vertedera,
la primera generatriz es, por consiguiente,
horizontal, y la última, B A', vertical;
las restantes ocuparán posiciones cada
vez más inclinadas. La directriz definida de
la superficie anterior de la vertedera es, pues,
el eje rectilíneo B, paralelo á la dirección del
arado é igual á la anchura de la labor, debiendo
apoyarse normalmente las generatrices
sobre esta directriz.
El centro ó eje de rotación, cambia en la
segunda fase del movimiento y llega á D',
distante, del primero, el espesor de la banda ó
la profundidad de la labor.
Dos clases de superficies pueden emplearse
para la parte posterior de la vertedera que
ejecuta el volteo de la tierra:
l." La vertedera dirigirá la banda por el
lado B' D', y las nuevas generatrices serán
más inclinadas á partir de la horizontal B D'
hasta una inclinación un poco mayor que B'D',
tal que la diagonal A" B' haya pasado un
poco de la vertical, y que la banda pueda caer
por sí misma; ó si se quiere B" B', tal que
la banda sea conducida poco á poco á su posición
de estabilidad. Esta superficie es evidentemente
del mismo género que la de la
parte anterior, variando sólo su eje. Todas
las generatrices se apoyarán sobre un eje rectilíneo,
pasando por D' y paralelo al movimiento
del arado.
2. a La vertedera conducirá la tierra por
el lado grande B A' colocado verticalmente
por la parte anterior de la vertedera, y este
lado deberá tomar posiciones cada vez más
inclinadas, desde la vertical B A' hasta la
inclinación B' A", á donde la banda se halla
en equilibrio, ó más bien un poco más allá.
Esta superficie no es en absoluto de la misma
especie que la anterior, pero la continúa,
puesto qué la misma generatriz engendra las
dos superficies sin discontinuidad, mientras
que en la primera hipótesis la superficie posterior
no continúa la anterior, lo cual es un
inconveniente real en la práctica, y además
la vertedera, cogiendo la banda por una
nueva cara, puede encontrarla desmenuzada
en parte ó contorneada, lo que ocasionaría
un volteo irregular. Si se determina esta primera
superficie posterior, la segunda será conocida,
porque todas sus generatrices son
perpendiculares á las de la primera especie de
superficie posterior.
En el primer género de superficie posterior
la directriz es el eje de rotación D', paralelo
al eje B de la superficie anterior y distante
de éste la profundidad de la labor, apoyándose
normalmente en dicho eje todas las generatrices.
En la segunda hipótesis, las generatrices
de la superficie posterior de la vertedera
son perpendiculares á las que acabamos de
indicar para el primer género, ó normales á
las generatrices de un cilindro cuyo eje esB',
y cuyo radio es la profundidad de la labor.
Sea cual fuese la superficie posterior adoptada,
debe llenar, con relación al nuevo eje de
rotación ó al cilindro, las dos condiciones que
hemos dicho son necesarias para la superficie
anterior, es decir, que sus generatrices sean
normales á la dirección del arado, ó á directrices
definidas paralelas á esta dirección.
Para hallar las superficies más convenientes
que debe tener la vertedera, y después de lo
expuesto, resta examinar las condiciones relativas
al buen empleo de la fuerza, averiguando
cuál es el movimiento que debe producirse
para conseguir la inversión de la
tierra.
Considerando cada uno de los rectángulos
que componen la banda (figura 208) divididos