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tantemente como en el de Howard, sino que
avanza á la conclusión de cada surco, al mismo
tiempo que la amarra, una distancia igual á
los surcos anteriormente trazados. No hay
necesidad, pues, como en el de Howard, de
rodear todo el campo con el hilo de hierro,
supuesto que al cable sin fin, le basta teuer
una longitud doble de la que tiene la tierra
que se ha de labrar.
El sistema completo de arado de vapor de
Fowler que acabamos de describir, cuesta unos
116.000 reales, incluyendo la máquina de
vapor, de diez caballos de fuerza, y en los ensayos
comparativos hechos con el de Howard
tardó seis horas en labrar hectárea y media
de tierra, pero haciendo una labor mucho más
profunda que aquél y consumiendo 350 kilogramos
de carbón. Los gastos se calculan de
la manera siguiente:
Francos
Maquinista 4,40
Labrador 3,75
Dos hombres 5,00
Tres muchachos 3,85
Mano de obra 17,00
Agua y aceite 7,50
Carbón 15,50
Desperfectos y amortización 8,00
Total 43,00
Calculando en 2,50 hectáreas el trabajo en
diez horas, da un resultado de 19,20 francos
por hectárea.
Los arados de vapor que en la actualidad
se construyen en la acreditada fábrica de John
Fowler, de Leeds, han sufrido algunas modificaciones.
Se componen de dos máquinas de
vapor de fuerza variable, las cuales van provistas
de unos tambores que giran horizontalmente
, y por los cuales pasa el cable de acero
que conduce el arado. Este es de báscula, como
ya queda dicho, y con varias vertederas; y
colocadas las máquinas de vapor una enfrente
de otra, á los extremos del campo que se va
á labrar, el instrumento va y viene de un lado
á otro, invirtiendo al final de cada surco la
posición de las vertederas, el obrero, que subido
en él, dirige su marcha. Las máquinas
avanzan, colocándose en la posición conveniente
á cada ida y vuelta del arado.
El modelo que el autor denomina Cubano,
destinado al cultivo de la caña de azúcar, y
que hace surcos de 14 pulgadas de profundidad
y 16 de anchura, aplicable á toda suerte
de labores, cuesta unos 7.000 duros, comprendiendo
las dos máquinas de vapor, el arado
de tres rejas, y 800 yardas de cable.
Construye también sistemas de arados movidos
por medio de una sola máquina, que
puede colocarse en el terreno sin variar de
posición, y rodeando el campo con el cable
de un modo análogo al del sistema Howard.
Años ha que funcionaron en España los
Dic—II.
arados de vapor en Caño Gordo, en la finca
del Sr. Marqués de Perales; en la Moncloa;
en la provincia de Málaga, en las propiedades
del Sr. Marqués del Duero; en Castilla, en
las del Sr. Ruiz Zorrilla, y en Extremadura,
en las del Sr. Marqués del Riscal. En la actualidad
es aplicado en la provincia de Huesca
por el Sr. Oliver, en Aranjuez por el señor
Marqués de la Laguna, y en Jerez de la
Frontera por el Sr. Bertemati; de suerte que
ya ha tomado carta de ciudadanía en nuestro
país, por más que su empleo tenga necesariamente
que ser muy limitado, dadas las condiciones
de nuestra agricultura.
En la colonia llamada de San Juan, situada
en el término de Vicien, á pocos kilómetros
de Huesca, de que son propietarios los señores
Oliver y Conde de San Juan de la Violada, se
utiliza con éxito satisfactorio el arado de vapor
para la plantación de vides y para las labores
de cultivo.
Las máquinas de vapor, de fuerza de diez y
seis caballos nominales, pueden producir mucho
mayor número de caballos efectivos, y pesan
unas 20 toneladas. La velocidad que estas
máquinas pueden desarrollar, es de unos 5 kilómetros
por hora. La tracción se verifica por
cables de acero de 35 hilos, los cuales hacen
marchar al arado. El trabajo ordinario es de
unos 80 centímetros de profundidad, que puede
llegar hasta 90, y el gasto diario es de 152
á 125 pesetas, elevándose á unos 20.000 duros
el coste de todos los aparatos que constituyen
el sistema.
En los importantes trabajos de roturación
y cultivo practicados recientemente en la colonia
agrícola de Campano, propiedad del señor
Bertemati, el arado de vapor ha ejecutado
una labor admirable á 0,76 metros de profundidad,
á pesar de la extremada dureza del
terreno, por efecto del calor excesivo de las ardientes
comarcas de Andalucía. El precio diario
de la labor, según los cálculos hechos por
el ilustrado ingeniero agrónomo D. Gumersindo
Fernández de la Rosa, que es quien dirige
dichos trabajos, ha sido el siguiente:
Reales
Jornales de maquinistas y demás operarios. 101,50
Carbón, 40 quintales (ó sean 2 toneladas). ... 320,00
Aceite y agua 35,50
Interés y amortización de las máquinas al 15
por 100 sobre 260.000 rs., repartidos entre
150 días de trabajo anual 280,00
Total 777,00
Habiéndose roturado y agostado una hectárea
por término medio cada día, resulta la
aranzada á 347 reales y 47 céntimos.
La aplicación del vapor á los trabajos del
campo es, pues, un hecho práctico y un problema
resuelto de incalculable trascendencia,
llamado á operar con el tiempo una revolución
completa en los sistemas de cultivo; y aun
cuando sea imposible su aplicación en la ma-
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