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ARQ — 522 — ARQ<br />

márgenes de los ríos, y dan animación y alegría<br />

á toda la campiña. ¿Qué cosa más natural,<br />

por otra parte, ni de mayor interés para el<br />

terrateniente que esmerarse en la construcción<br />

de su morada, que es lo que más y más largo<br />

tiempo goza, y tanto contribuye á su salud y<br />

á la de los animales de trabajo?<br />

Si allí las villas tienen un risueño aspecto<br />

campestre, también con razón puede decirse<br />

que los campos ofrecen á los ojos el animado<br />

cuadro de una ciudad continuada; tan numerosos<br />

son los edificios y con tanto afán se procura<br />

reunir en ellos ciertas sencillas distracciones<br />

de la vida civilizada.<br />

Las granjas que hemos visitado en Holanda,<br />

por la parte de Maestrik, Ruremond y Venloó,<br />

son lugares encantados por su bellísima<br />

construcción y sus magníficas cercanías. Unas<br />

tienen belvederes en los puntos más elevados,<br />

para recrearse los dueños divisando extensos<br />

horizontes; otras espaciosos terrados, donde<br />

la familia se reúne en las noches serenas y<br />

contempla embebecida la bóveda estrellada; en<br />

otras se fabrican balaustradas sobre las corrientes<br />

de los ríos, desde las cuales se saluda<br />

á los que pasan en los buques, ó en las que las<br />

jóvenes tañen el arpa ó entonan baladas melancólicas.<br />

¡Qué distinto es lo que en España sucede!<br />

Las pocas quinterías que aquí se construyen<br />

sólo sirven para dar abrigo á las yuntas y<br />

conservar algún tiempo las cosechas de cereales.<br />

Eormado comúnmente el plano por un<br />

albañil inexperto é ignorante, todo es en ellas<br />

monstruoso, todo peca en ellas contra las<br />

reglas del buen gusto y de la economía. En<br />

unas provincias el establo sirve de entrada á<br />

las habitaciones; en otras están privadas de<br />

luz y de ventilación las quinterías. Son poquísimas<br />

las dotadas de un cuarto especial para<br />

el amo, y apenas la hay que atraiga Con su<br />

belleza las miradas del caminante. Son monótonas,<br />

y más que alegres casas de recreo, parecen<br />

encierros de campo.<br />

El alejamiento del labrador es la consecuencia<br />

inmediata de este orden de cosas; habítalas<br />

con pena mientras su estancia es indispensable<br />

para atender á ciertas labores;<br />

satisfecha la necesidad ó cumplido el deber,<br />

huye apresurado de aquel aspecto de miseria<br />

que agobia, de aquella lobreguez que llena el<br />

alma de tristeza.<br />

Los inconvenientes señalados han sido conocidos<br />

en todos tiempos; así es que los principales<br />

escritores agrónomos antiguos han<br />

prescrito reglas más ó menos atinadas para<br />

remediarlas. Vitrubio aconsejaba ya en tiempo<br />

de Augusto que «los establos tuviesen la exposición<br />

á Levante, los molinos de aceite al<br />

Mediodía, al Septentrión las bodegas, etc.»<br />

Columela decía que la granja debía constar<br />

de tres cuerpos: el primero destinado á la<br />

habitación; el segundo á los establos, graneros,<br />

guadarnés, etc., y el tercero á la bodega,<br />

el molino de aceite y demás industrias: pars<br />

urbana, rustica et fructuaria.<br />

Un escritor del siglo xvm empezó á ocuparse<br />

de las proporciones del edificio:<br />

J¥e fundus villam, ñeque fundum urbana vicissum<br />

Villa requirat: agro sil par dom us.<br />

Francisco de Neufchateau, comprendiendo<br />

la importancia del asunto, se expresaba de<br />

este modo en sus Comentarios á Olivier de<br />

Sévres: «El arte de edificar para alojamiento<br />

de los hombres y animales, y para guardar<br />

las cosechas con sencillez, solidez y economía,<br />

es el primer problema que hay que resolver<br />

en la ciencia de los campos».<br />

En las construcciones rurales la sencillez no<br />

está reñida con la elegancia, y la elegancia, no<br />

el lujo, es, en nuestro concepto, una condición<br />

precisa de las' casas de campo de los ricos<br />

labradores, á fin de que hasta la vanidad los<br />

incite á pasar en ellas la vida, en lo cual, según<br />

expondremos, tienen de consuno interés<br />

el individuo, la familia y el Estado.<br />

Hay entre el mundo interior y el exterior<br />

una relación íntima é inmediata; por punto<br />

general, el pensamiento toma el sesgo que le<br />

marcan las impresiones. La imaginación influye<br />

en la voluntad tanto como en aquélla<br />

lo que nos sorprende y admira, y á fuerza de<br />

meditar en lo útil, deducimos reglas exactas<br />

para alcanzar lo que más nos conviene. Supongamos<br />

al propietario establecido en su casa<br />

de campo, viendo pasar de continuo los animales,<br />

y examinando la marcha de la vegetación<br />

á todas horas. ¿Cómo se concibe que ha<br />

de pasar el día? Oirá el balido de una oveja,<br />

volverá los ojos al rebaño, y aprenderá sin<br />

esfuerzo cuáles son las propiedades, aptitudes<br />

y dolencias de las reses; llamarale la atención<br />

un olivar cargado de fruto; examinará lleno<br />

de contento la tierra en que está criado, la<br />

poda que se le ha hecho, y acabará por conocer<br />

cuanto concierne al cultivo de árbol tan<br />

precioso; le retendrá de noche el cansancio en<br />

el hogar doméstico, y allí, debajo de la parra<br />

ó al amor de la lumbre, contando lo que ha<br />

visto y oyendo las observaciones de la experiencia,<br />

tranquilo y alegre como si todas las<br />

tempestades se estrellaran en sus linderos, decidirá<br />

la reforma más conveniente á cada<br />

finca, y el modo de plantearla más seguro y<br />

económico. Los grandes agrónomos y ganaderos<br />

han vivido ó tienen su casa principal en<br />

el campo. El eminente ganadero Jonás Webb<br />

vivía en su preciosa quinta, cerca de Cambridge<br />

, y el afamado Mechi pasó casi toda la<br />

vida en su hacienda, que puede llamarse modelo<br />

, cerca de Londres. Así pudo aquél crear<br />

la magnífica raza lanar South-Down, y éste<br />

establecer el abono de lluvia para los prados.<br />

Hemos visitado ambas posesiones, y jamás<br />

olvidaremos, ni la galante hospitalidad de sus<br />

dueños, ni el encanto de aquellas moradas.<br />

Bien se nos alcanza que existe en España<br />

una causa que se opone á que se aumenten<br />

cual fuera menester los edificios rurales: el<br />

fraccionamiento de la propiedad. Los propietarios,<br />

teniéndola en pequeñas fincas despa-

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