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varían según las causas que determinan la
asfixia.
Sucédense las acciones musculares con la
vehemencia y rapidez que da el presentimiento
de un peligro inminente, y tal vez se hacen
desordenadas por la insuficiente hematosis de
la sangre, para calmarse muy luego y cesar
en absoluto, conservando únicamente el corazón
su acción durante algún tiempo todavía.
En el período de gran agitación se hinchan
las venas superficiales del cuerpo, toman
un tinte azulado la piel y las mucosas visibles,
aparecen extraviados los ojos y girando violentamente
en sus órbitas, y la faz adquiere
un aspecto de angustia que conserva después
de la muerte. Al terminar ese período de lucha,
los orines, los excrementos y la espuma
son expelidos fuera con mucha frecuencia.
Cuando se calman las agitaciones musculares,
la sensibilidad ha quedado ya suspendida desde
algún tiempo antes, y el cuerpo no presenta
ya otra señal de vida que algunos latidos del
corazón, que desaparecerán muy luego; pero el
enfriamiento es lento siempre, salvo en el caso
de que la asfixia sea determinada por la sumersión
en agua fría.
Cuando un animal muere por asfixia, como
lesión patológica general y constante, se observa
en el cadáver una sangre ennegrecida y
sin coagular, acumulada en las venas, y muy
especialmente en las superficiales y en algunos
órganos parenquimatosos, tales como el pulmón
y el bazo; por lo regular, las arterias no
la contienen. Abandonada esa sangre al aire
libre, se vuelve roja por la acción del oxígeno.
Otras lesiones se advierten también, relacionadas
todas con la causa determinante de la asfixia
, tales como la inyección de la cabeza, el
mantener ó conservar abierta la boca, las
equimosis en el cuello, la rigidez de las extremidades
en los animales muertos por extrangulación,
la frialdad y la hinchazón de los
ahogados, la dilatación de las pupilas, carácter
común á todos los vivientes muertos por
asfixia, y otros síntomas que fuera ocioso enumerar.
Tratamiento.—El primer socorro que debe
prestarse á los asfixiados es el de substraerlos
á la causa que determina la asfixia, hallándose
indicado en muy contados casos el practicar
una abertura en la tráquea; operación que, si
siempre es grave en el hombre, no suele ser
en los animales peligrosa por punto general.
La segunda indicación á que se ha de atender
es la de restablecer la respiración, provocar
los latidos del corazón y calentar al paciente.
Esta última precaución es muy importante
respecto de los ahogados ó asfixiados por sumersión
, que ordinariamente se han quedado
fríos por la acción del líquido en que se han
bañado. En las demás especies de asfixia el
calor se conserva durante largo tiempo, y no
es prudente esperar que vuelvan á la vida los
individuos que se hayan quedado ya demasiado
fríos.
Para restablecer la .respiración se deberá
insuflar aire durante largo rato por las narices
del paciente ó por la tráquea, si se ha practicado
la abertura de ésta; la insuflación se puede
practicar con la boca si se trata de una
persona ó de un animal pequeño, ó por medio
de un fuelle si la res es mayor. En el perro se
adapta el cañón á la boca, se le tapan las narices
y se introduce el aire, imitando cuanto
sea posible los movimientos de la respiración;
en el caballo y en el buey se introduce una
cánula de plomo por una de sus narices, se
tapa la otra y se ajusta al extremo que queda
fuera el cañón del fuelle, haciendo lo mismo
que en el caso anterior. Al mismo tiempo que
se trata de introducir el aire en los pulmones,
es necesario provocar el movimiento de las
paredes del pecho, practicando sobre las últimas
costillas y sobre el vientre maniobras
apropiadas á ese fin. La circulación se despierta
ó activa por medio de fricciones irritantes
ejercidas sobre la piel con lúas ó brochas
ásperas, con manojos de paja empapados
en vinagre caliente, con cataplasmas de harina
de mostaza aplicadas sobre los ríñones y con
lociones hechas con esencia de trementina. La
insuflación en las narices de algunos vapores
amoniacales, de vapores sulfurosos, de humo
de tabaco y las titilaciones sobre el velo del
paladar, son medios de curación que no deberán
desatenderse en ningún caso. En fin, para
conseguir que el cuerpo entre en calor, se le
deberá cubrir con mantas de lana calentadas
al fuego ó al sol, si no hubiera otro medio á
mano.
Cuando la asfixia es originada por alguna
compresión experimentada en el pecho, polla
extrangulación ó por la sumersión, casi
siempre es útil el practicar una sangría, y
también se halla indicado este recurso cuando
es muy enérgica la reacción que se provoca al
volver el animal á la vida. Muchos escritores
aconsejan que no se sangre á los asfixiados
sino cuando hayan comenzado ya á reanimarse
y hayan vuelto en sí.
Como resumen de lo dicho, podemos establecer
que hay seis clases de asfixia, á saber:
1. a Por sofocación, originada por la presencia
de cuerpos extraños, tumores ó inflamaciones
que obstruyen los conductos aéreos, y que
exigen siempre la operación de la traqueotomía,
ó sea la abertura de la tráquea, á fin de
facilitar la entrada del aire.—2. a Por extrangulación,
es decir, por una acción violenta de
que resulta ahorcado el animal, en cuyo caso
habrá de cortarse el cordel que provoque la
suspensión de la respiración, se ejecutará una
sangría moderada, se echará agua fría sobre
la cabeza y se practicarán friegas estimulantes
en las extremidades.—3. a Por sumersión, ahogados;
para salvar al animal se comenzará por
colocarle en un terreno igual, sobre el lado
derecho, con la cabeza un poco levantada, y
emplear en seguida los medios indicados.—
4. a Por la acción de gases no respirables, como
el hidrógeno, el ácido carbónico, el hidrógeno
sulfurado, etc., que se desarrollan en multitud