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l - Repositorio Gestion Documental v.03

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AZU — 699 — AZU<br />

gancho en cada uno de sus extremos; este<br />

alargador debe variar de longitud, según la<br />

cabida de los toneles. Uno de los extremos<br />

se sujeta al gancho del tapón, mientras que<br />

el otro al asa del cangilón del aparato.<br />

5.° Una asa de cangilón de alambre e, de<br />

2 milímetros de diámetro. La parte superior<br />

del asa forma un pitón que se une al gancho<br />

de la parte inferior. El asa termina con los<br />

ganchos, que entran en dos agujeros abiertos<br />

hacia la parte superior ó borde del cangilón.<br />

6." Un cangilón de hierro f, que afecta la<br />

forma de un tronco de cono hueco, cuya parte<br />

superior tiene 40 milímetros de diámetro y<br />

la base inferior 20 milímetros. El cangilón<br />

está abierto por su parte superior. En la inferior<br />

va ajustado un tapón de hierro con un agujero<br />

en el centro, de 4 milímetros de diámetro.<br />

Las paredes laterales del cangilón tienen 3<br />

milímetros de espesor.<br />

A 10 milímetros del borde superior van<br />

abiertos dos agujeros diametralmente opuestos,<br />

y en los cuales entran los ganchos del<br />

asa. Una pequeña ranura practicada sobre<br />

estos agujeros hasta el borde superior del cangilón,<br />

permite al asa alojarse en parte en el<br />

espesor del metal del cangilón. A 40 milímetros<br />

del borde superior se han practicado<br />

cuatro agujeros de 4 milímetros de diámetro,<br />

á iguales distancias entre sí.<br />

En cuanto á la manera de emplear el aparato,<br />

es bien sencilla. Se coloca en el cangilón f<br />

la cantidad de azufre necesaria, y se la prende<br />

fuego; en el momento mismo se coloca dentro<br />

del tonel, de manera que el tapón a ajuste perfectamente<br />

y cierre el agujero superior de la<br />

vasija. En tal estado, el azufre continúa ardiendo,<br />

merced al oxígeno del aire encerrado<br />

en el tonel, formándose una atmósfera de gas<br />

ácido sulfuroso, que es el agente azufrador.<br />

El azufrado es muy ventajoso para conservar<br />

los envases, pero no lo es menos para<br />

mantener el vino sin alteraciones, especialmente<br />

cuando propenda á volverse. De ahí<br />

que convenga azufrar las vasijas en el momento<br />

en que haya de echarse el vino , cuando<br />

haya de trasvasarse después de la fermentación<br />

tumultuosa, repitiendo la operación<br />

tantas veces como el trasiego. Si el vino que<br />

haya de conservarse es tal por naturaleza que<br />

no se altere demasiado pronto, podrá reducirse<br />

á dos veces el azufrado, practicando una<br />

de ellas ligeramente al trasegar por primera<br />

vez el vino y la otra al trasvasarle en el mes<br />

de Diciembre. Cuando haya peligro de que el<br />

vino se vuelva, se ejecutará tres y aun cuatro<br />

veces el azufrado, cargando más en la primera<br />

que en las subsiguientes, ya que excepto<br />

en el caso del calentamiento, el azufrado de<br />

los vinos es el medio más eficaz para conservar<br />

y fortalecer éstos. Algunos han combatido<br />

el azufrado, porque come el color de los<br />

vinos, y porque cuando es excesivo comunica<br />

al caldo un gusto bastante ingrato de azufre<br />

quemado. Pero es de advertir que la decoloración<br />

es sólo momentánea y el vino adquiere<br />

más tarde un color limpio y transparente,<br />

acaso más intenso que el que le es peculiar;<br />

fenómeno que se explica perfectamente teniendo<br />

en cuenta la acción que ejercen los<br />

ácidos sobre los colores vegetales. Con regular<br />

bien el azufrado se evitan completamente los<br />

dos inconvenientes indicados. En todo caso<br />

podrá reservarse una cantidad determinada<br />

de vino para echarla en el envase cuando se<br />

haya recargado mucho con ácido sulfuroso,<br />

puesto que al adicionar la nueva masa de líquido<br />

éste contendrá aire ú oxígeno suficiente<br />

para transformar el ácido sulfuroso. Por lo<br />

demás, si el vino azufrado exhala un olor más<br />

ó menos pronunciado á ácido sulfuroso, no<br />

debe alarmarse el cosechero, puesto que ese<br />

olor se va desvaneciendo con el tiempo, bastando<br />

á veces un corto número de días para<br />

que se verifique esa transformación.<br />

El azufrado de los vinos en la forma que le<br />

acabamos de exponer, tiene por fin únicamente<br />

matar los gérmenes de los seres microscópicos<br />

que pudieran provocar en los vinos alteraciones<br />

y fermentaciones anormales; mas no<br />

propenden á impedir la fermentación normal,<br />

y lo más que se consigue es que retarden un<br />

poco ésta. Pero se dan casos en que le conviene<br />

al cosechero provocar el mutismo, esto es,<br />

suspender por algún tiempo el proceso fermentativo,<br />

ora con objeto de mantener el<br />

vino más dulce, ora con el de transportarle<br />

más entero á grandes distancias, sin que se<br />

provoque la fermentación durante el transporte.<br />

Ese objeto se logra con un azufrado<br />

más abundante que el ordinario, es decir,<br />

quemando mayor cantidad de azufre dentro<br />

de las barricas ó cubas.<br />

Maumené, que se dedicó á precisar bien las<br />

condiciones en que la operación debía ser practicada,<br />

entiende que deberá quemarse una<br />

mecha de 4 centímetros cuadrados para cada<br />

barrica de 200 litros, y que inmediatamente<br />

después de haberla quemado se deberán echar<br />

en el envase de 25 á 30 litros de vino. Después<br />

se obstruirá la boca con el tapón y se moverá<br />

en todos sentidos la barrica, á fin de que se<br />

diluya en el líquido el ácido sulfuroso que se<br />

haya ido fijando en las paredes. Hecho esto,<br />

se levantará la tapa y se quemará una nueva<br />

mecha de las mismas dimensiones indicadas<br />

dentro del envase; se echarán después otros<br />

25 ó 30 litros de vino; se agitará la barrica<br />

nuevamente, y se procederá de esa suerte<br />

hasta que se haya llenado completamente el<br />

recipiente. Si después de quemada la segunda<br />

mecha no ardiese la tercera por haber perdido<br />

el aire contenido en la cuba la cantidad de<br />

oxígeno necesaria para la combustión, será<br />

necesario introducir aire del exterior por medio<br />

de un fuelle, para que desaloje el ácido<br />

carbónico que se opone á que' arda la mecha.<br />

A veces ocurre que al ir á separar la tapa,<br />

ésta salta despedida con alguna violencia, y<br />

puede causar contusiones al operador; de aquí<br />

que sea necesario proceder con cautela, ya<br />

que el ácido carbónico desprendido en el in-

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