Pitágoras y Su Escuela
Pitágoras y Su Escuela
Pitágoras y Su Escuela
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
»―Mira: he aquí el mar, he aquí el sol sobre éste,<br />
he aquí la tierra en la que estás parado…<br />
»―¿Cuántas veces agradeciste a Mí ―a su Crea‐<br />
dor― por la belleza y armonía, por la existencia?<br />
»―Me preguntas: ¿para qué vivías en la Tierra?<br />
»―Vivías, por ejemplo, para simplemente pre‐<br />
guntarme, por fin, acerca de esto y recibir la respuesta.<br />
»―Aunque claro ésta que vivías no solamente pa‐<br />
ra esto.<br />
»Yo creía en la existencia de Dios. Visitaba a los<br />
templos, oraba. Creía, pero… no en tal Dios ―¡vivo y<br />
real!― Quien de repente empezó a hablar Conmigo<br />
como un Amigo y Maestro.<br />
»¡Ahora podía sentirlo! ¡La ligereza juvenil, ale‐<br />
gría, amor y gratitud Me sobrellenaron!<br />
»En estos últimos años de Mi vida Dios Me ayudó<br />
a recordarme a Mí Mismo.<br />
»¡Mis brazos ―los brazos de la conciencia― eran<br />
grandes! Pues, Yo sustenía en éstos todos los paisajes y<br />
vastedades, cuando creaba Mis proyectos arquitectóni‐<br />
cos.<br />
»Y en aquel momento era fácil para Mí aprender a<br />
acariciar el mar, la tierra y todo lo viviente con estos<br />
brazos del alma.<br />
»Empecé a experimentarme grande, como una pi‐<br />
rámide que consistía de la Luz sutilísima. Yo estaba<br />
sobre la Tierra y en la profundidad estaba la Luz. Po‐<br />
día sumergirme en aquella Luz que no tenía ningún<br />
límite en absoluto y podía volverme esta Gran Luz.<br />
»Cuando había dominado esto, Él Me permitió<br />
entrar en Él y volverme Uno con Él.<br />
32