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revista 31 - Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima

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si un imán actuara sobre su corazón<br />

y <strong>de</strong> una manera u otra sobre el resto<br />

<strong>de</strong> sus faculta<strong>de</strong>s, que se concentran<br />

y repliegan en Dios en una aspiración<br />

única <strong>de</strong> amor. Llega a tener la<br />

sensación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r tocarlo. Este sentimiento<br />

logra su plenitud y se hace<br />

continuo en el estado que santa Teresa<br />

llama “unión transformante” o<br />

“matrimonio divino”, y que es el mayor<br />

anticipo <strong>de</strong>l Cielo en esta tierra.<br />

A mi juicio, están en lo correcto los<br />

teólogos que consi<strong>de</strong>ran que semejante<br />

estado místico, cuyas etapas recorrimos<br />

muy sumariamente, es un <strong>de</strong>sarrollo<br />

normal <strong>de</strong> la vida espiritual llevada<br />

con naturalidad hasta sus últimas<br />

fases. Incluso al opinar, como otros,<br />

que el estado místico se halla fuera <strong>de</strong><br />

la normalidad <strong>de</strong> la vida sobrenatural<br />

<strong>de</strong> la gracia, fuerza es reconocer que<br />

la Eucaristía realiza <strong>de</strong> todos los modos<br />

una unión transformante muy real<br />

y sumamente profunda. Nadie <strong>de</strong>be<br />

extrañarse con que el estado místico<br />

se pueda experimentar particularmente<br />

en la hora <strong>de</strong> la Comunión; pues en<br />

ese momento todo contribuye a inducir<br />

el arrobamiento místico en el alma:<br />

un signo sensible nos trae la presencia<br />

corporal <strong>de</strong> Cristo, al mismo tiempo<br />

que el Espíritu <strong>de</strong> Dios estimula en<br />

nosotros la caridad, concentrándola<br />

toda entera en el amor extático.<br />

Una vez visto esto, expondremos<br />

cómo se produce en el alma, gracias<br />

a la Comunión, la unión con Cristo y<br />

la transformación en él.<br />

unión con cristo<br />

por la eucaristía<br />

Nuestro Señor afirma esa unión:<br />

“El que come mi carne y bebe mi sangre,<br />

permanece en mí, y yo en él” (Jn 6, 56).<br />

Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> instituir este sacramento,<br />

cuando los apóstoles ya experimentaban<br />

la veracidad <strong>de</strong> sus palabras, Jesús<br />

habló otra vez <strong>de</strong> esa unión con insistencia:<br />

“Permaneced en mí, como yo en<br />

vosotros. Lo mismo que el sarmiento no<br />

pue<strong>de</strong> dar fruto por sí mismo, si no permanece<br />

en la vid, así tampoco vosotros<br />

si no permanecéis en mí. Yo soy la vid;<br />

3 Heraldos <strong>de</strong>l Evangelio · <br />

vosotros los sarmientos. El que permanece<br />

en mí y yo en él, ése da mucho fruto”<br />

(Jn 15, 4-5). Todo el mundo conoce estos<br />

versículos, y la forma en que Jesús<br />

insiste en la misma i<strong>de</strong>a: “Permaneced<br />

en mí, permaneced en mi amor”.<br />

La Eucaristía es el gran sacramento<br />

<strong>de</strong> la incorporación en Cristo. Los<br />

<strong>de</strong>más sólo encaminan y llevan a ella.<br />

La Eucaistía<br />

aliza d tds ls<br />

mds una unión<br />

tansfmant muy<br />

al y sumamnt<br />

pfunda<br />

Ella es la que realiza la unión, el<br />

metabolismo <strong>de</strong> la vida entre Cristo<br />

y sus miembros, entre la vid y los sarmientos.<br />

Cristo, realmente presente<br />

en todos los sagrarios <strong>de</strong> la tierra, hace<br />

sentir su comunicación <strong>de</strong> vida a todos<br />

sus miembros, ya sea a través <strong>de</strong>l<br />

resto <strong>de</strong> los sacramentos, ya por las<br />

<strong>de</strong>más gracias multiformemente distribuidas<br />

a las almas en todas sus vías.<br />

Pero en la Comunión el alma lo recibe<br />

a él mismo, para apoyarse en él directamente,<br />

para extraer y tomar <strong>de</strong> él toda<br />

la vida <strong>de</strong> la gracia y <strong>de</strong> la caridad.<br />

Aquí está la feliz consecuencia:<br />

esa caridad, ya más fervorosa, nos<br />

une más íntimamente, <strong>de</strong> manera tal<br />

que él habita en nosotros. Es el segundo<br />

aspecto <strong>de</strong> la unión.<br />

Después <strong>de</strong>l “vosotros en mí” y <strong>de</strong>l<br />

“yo en vosotros”. Mi Padre y yo “vendremos<br />

a él, y haremos morada en él”<br />

(Jn 14, 23), dijo Jesús al respecto <strong>de</strong><br />

todo fiel que lo ama en esta tierra. Al<br />

crecer en ese amor por medio <strong>de</strong> la<br />

Comunión, que estimula la caridad,<br />

se produce una penetración cada vez<br />

más íntima <strong>de</strong>l Divino Huésped en nosotros.<br />

Cada vez lo gozamos más, nos<br />

per<strong>de</strong>mos en él, haciéndonos uno con<br />

él. “No éramos dos, era una fusión”, es-<br />

cribe santa Teresita <strong>de</strong>l Niño Jesús hablando<br />

<strong>de</strong> su Primera Comunión. “Por<br />

este sacramento –enseña santo Tomás–<br />

se aumenta la gracia y se perfecciona la<br />

vida espiritual, a fin <strong>de</strong> que el hombre se<br />

haga más perfecto por la unión a Dios”<br />

(III, q. 79, a. 1. ad 1).<br />

transformación en nuestro<br />

señor por la eucaristía<br />

La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> asimilación<br />

En sus “Confesiones”, san Agustín<br />

cuenta que le parecía oír una voz diciéndole<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo alto: “Yo soy el alimento<br />

<strong>de</strong> los fuertes; crece y me comerás,<br />

no para transformarme en ti sino<br />

para que te transformes en mí” (1.<br />

VII, c. X). Santo Tomás aplica esas<br />

palabras divinas a la Comunión. Toda<br />

nutrición tiene por efecto la asimilación.<br />

Pero es natural que el elemento<br />

principal, el más viviente <strong>de</strong> los dos,<br />

sea quien asimile al otro. Ordinariamente,<br />

quien come, quien ingiere el<br />

alimento, es quien lo hace pasar a su<br />

propia vida. Pero estamos frente a un<br />

caso extraordinario: en la Comunión,<br />

el más viviente es el alimento, y por lo<br />

tanto es él quien transformará en sí a<br />

quien lo come. “De lo cual se <strong>de</strong>riva –

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