Julio 2011 - Universidad Católica de Córdoba
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<strong>de</strong> lágrimas, “no <strong>de</strong>beríamos recurrir a la fe sólo para buscar un soporte, sino también<br />
cuando estamos contentos o <strong>de</strong>seamos estarlo”.<br />
Cambios <strong>de</strong> hábitos<br />
–Poca gente va a misa o a la iglesia, pero las peregrinaciones y santuarios están<br />
llenos. ¿Es una vuelta a la primitiva Iglesia?<br />
–Hay misterios que la ciencia y la técnica no logran resolver. Entonces se acu<strong>de</strong> a la<br />
religión. El misterio <strong>de</strong>l dolor es uno <strong>de</strong> ellos. Pero estamos hablando <strong>de</strong> dos<br />
expresiones distintas <strong>de</strong> la fe. Una cosa es la peregrinación, que hoy convoca a mucha<br />
juventud, al igual que las iglesias con más canto y espontaneidad. Otra cosa es visitar<br />
un santuario llevando promesas, ofrendas, etcétera, a cambio <strong>de</strong> suerte o salud. Las<br />
peregrinaciones son una búsqueda. Es una práctica antiquísima y forma parte <strong>de</strong> la<br />
Iglesia tradicional. Pero son recorridos distintos.<br />
–¿Significa que no aprueba fenómenos como el <strong>de</strong> la Virgen <strong>de</strong> Tres Cerritos?<br />
Disculpando la comparación, la gruta salteña atrae más gente que un santón o<br />
un número <strong>de</strong> rock …<br />
–Esos fenómenos son parte <strong>de</strong> nuestra idiosincrasia. El latino busca los signos <strong>de</strong> la<br />
fe; el europeo, sobre todo el nórdico, busca enten<strong>de</strong>r. Yo no soy quién para aprobar o<br />
no. Admito que esos hechos son muy llamativos, y que justifican su comparación. Pero<br />
recor<strong>de</strong>mos que la Iglesia tiene una respuesta institucional al dolor: el misterio <strong>de</strong> la<br />
Pascua. Cada uno <strong>de</strong> nosotros tiene recursos suficientes para enfrentar una<br />
<strong>de</strong>sgracia. Hoy cun<strong>de</strong> una cultura <strong>de</strong> la superstición y el palabrerío que <strong>de</strong> ninguna<br />
manera nos ayuda a fortalecernos.<br />
Umbrales <strong>de</strong>l dolor<br />
–¿El hombre actual tiene menos aguante? ¿Por eso prosperan lemas como<br />
“pare <strong>de</strong> sufrir”?<br />
–Sin duda, en el pasado había más fortaleza y resiliencia. Hoy todo nos resulta<br />
ímprobo. Nos malacostumbramos al analgésico y la distracción, a la pildorita y el<br />
escapismo. Pero, paradójicamente, éste es un mundo signado por la pérdida: <strong>de</strong>l<br />
trabajo, <strong>de</strong> la pareja, <strong>de</strong> la patria, <strong>de</strong>l ser querido… Hoy el suicidio es una opción frente<br />
al fracaso. “Me va mal, chau, me mato”, es una frase que a nadie se le cruzaba por la<br />
cabeza. Había que seguir. Antes, sufrimiento y sacrificio eran parte <strong>de</strong> la existencia. El<br />
problema es que lo siguen siendo, aunque nuestra actitud haya cambiado<br />
radicalmente. No po<strong>de</strong>mos preten<strong>de</strong>r vivir en un mundo indoloro.<br />
–Viéndola tan seguido por televisión, ¿no <strong>de</strong>beríamos estar acostumbrados a la<br />
muerte?<br />
–Al contrario, ese fenómeno nos ha distanciado. Un espectador promedio ve hasta<br />
cuatro mil escenas mortuorias en un año. Los niños se crían con el espectáculo <strong>de</strong> la<br />
violencia virtual. La verda<strong>de</strong>ra muerte es la que molesta. A esa no la vemos nunca. La<br />
evitamos porque es fea, huele mal, nos recuerda que somos mortales. Hasta hace<br />
unos 30 años, el sexo era un tabú. Hoy la muerte y el dolor son un tabú. De eso no se<br />
habla.<br />
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