Revista Cordillera 1 -L- 1956 1.86mb - andes
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Otros torearán la vida; el gallego, en reblandecido estoicismo, simplemente, se dejara<br />
vivir. Para ello le basta su dolor. Su ausencia le produce soledad: "en donde ó cravo faltou...<br />
seica tiven soidades". Quizás ahí esté el secreto de todo el padecer rosaliano. La existencia<br />
transida de sufrimiento se justifica, gratuitamente, en él. El dolor no es meditativo ni propiciatorio,<br />
no es una "posibilidad para", no está en función ancilar de otra cosa. Es el alimento de un existir<br />
que tiene cabal conciencia de su radical impotencia y de su fracasada finitud.<br />
Nada más alejado del auténtico ser gallego que el raciocinio. La razón jamás se explicita<br />
en frío ejercicio viviseccionador de la realidad. Toda ella es aprehendida por vía cordial, por<br />
"intelleto d' amore". Es el gallego hombre de pasión. Su vivir, compadecer. Por ello, las<br />
preguntas por el sentido de la existencia se resuelven en nuevas preguntas o en respuestas<br />
donde el problema se escurre huidizo, evadiendo toda categorización conceptual.<br />
Qué es la existencia?, pregunta Rosalía. He aquí su respuesta:<br />
Yo sólo sé que es un placer que duele,<br />
que es un dolor que, atormentando, halaga.<br />
Placer doloroso, halagador tormento, el vivir rosaliano se acerca, en su definición, a<br />
aquella otra que Soren Kierkegaard diera de la angustia: "antipatía simpática, simpatía<br />
antipática".<br />
Su dolor de vivir es atracción del vacío y temor ante él; su angustia existencial es una:<br />
llama que de la vida se alimenta,<br />
mas, sin la cual, la vida se apagara.<br />
La etiología del sufrimiento, del dolor y de la angustia rosalianas, radican en su misma<br />
constitución espiritual. La verdad de su soledad finca en su interioridad. Algunos acontecimientos<br />
de su vida histórica habrán contribuido a sumirla en esa suerte de pesimismo soledoso, mas, la<br />
causa última reside en su corazón:<br />
Mais vé qu' o meu corazón<br />
é un-ha rosa de cen follas,<br />
y é cada folla un-ha pena<br />
que vive apegada n' outra,<br />
Quitas un-ha, quitas duas,<br />
penas me quedan de abandona<br />
hoxe dez, mañan corenta<br />
desfolla que te desfolla…<br />
O corazón m' arrincara.<br />
des qu' as arrincaras todas!<br />
El que desespera de la vida, sólo puede esperar en la muerte. La voluptuosidad del<br />
propio dolor es la mejor preparación para una muerte que aparece, no como consunción<br />
mediativa o como trampolín para la fruición de otra Realidad, sino como definitiva consumación<br />
en que la dolorosa finitud es derrotada para siempre. Para el gallego la muerte es una<br />
circunstancia límite con la cual topa la vida irremediablemente. Pero le interesa como término de<br />
la jornada, no como inicio de otra.<br />
Negra morte, morte negra<br />
cura de dores e engaños.<br />
Es la terminación de la tragedia, no el momento culminante del drama. Almas<br />
crepusculares, talladas en resignación eslava, el dolor y la muerte no van más allá de sí mismos.<br />
El dolor es la razón y la consecuencia del vivir, que sólo encuentra descanso en la tumba:<br />
Cando a yagua d' as penas<br />
se reverte n' a copa sin medida<br />
soya é remedio á morte<br />
para curar d’ ávida.<br />
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