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Juan Rulfo - SpDistribuciones

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<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, El rollo, Tepeaca, Puebla, 1955.<br />

cirse que estos relatos están escritos<br />

a completa imagen y semejanza<br />

de la vida. Cuando los leemos tenemos<br />

la misma impresión que al<br />

recordar acontecimientos pasados<br />

que no comprendimos al vivirlos<br />

pero que, a la luz de la memoria y<br />

la experiencia, parecen de pronto<br />

precisos, como rodeados por una<br />

emanación, necesarios.<br />

La desgracia obliga siempre a<br />

reconocer como real aquello que<br />

no creemos posible. La desgracia<br />

nos ata a lo real y al mismo<br />

Se necesita un puente<br />

Arash Hejazi<br />

6 SP | JULIO 2008<br />

ENFRENTAR LA BRECHA:<br />

¿QUÉ HACES AQUÍ?<br />

Una mano me sacude. Abro los<br />

ojos con cansancio. Se trata de la<br />

adorable azafata del enorme avión<br />

de Lufthansa.<br />

«Nos estamos preparando para<br />

aterrizar señor», dice, «por<br />

favor enderece el respaldo de su<br />

asiento y abroche su cinturón de<br />

seguridad».<br />

Trato de moverme con torpeza.<br />

«Señor, ¿quisiera algo de beber<br />

antes de que aterricemos?»<br />

tiempo nos incapacita para superarlo,<br />

porque el hombre (es cosa<br />

sabida) sólo sobrevive gracias a<br />

la ficción elaborada y reelaborada<br />

mil veces de su memoria, de<br />

su afectividad, de su ser frente a<br />

los otros. Y en ese sentido estos<br />

cuentos de Maugham introducen<br />

en la ficción un personaje<br />

más: el alcohol.<br />

El alcohol como desinhibidor<br />

de la desgracia cumple una función<br />

en estos relatos de auténtico<br />

símbolo. Una de las últimas anotaciones<br />

de Simone Weil en ese prodigio<br />

de libro titulado La gravedad<br />

y la gracia dice algo que probablemente<br />

suscribiría sin pestañear<br />

Maugham referido a este libro:<br />

«La vida humana es imposible,<br />

pero sólo la desgracia logra que lo<br />

sintamos». Maugham reconoce<br />

que en la desgracia, si bien nos<br />

encontramos brutalmente estampados<br />

contra lo real, se producen<br />

verdaderas iluminaciones que de<br />

otra manera nunca habrían tenido<br />

lugar. Por eso no son más sabios<br />

quienes han sufrido más desgracias,<br />

sino quienes han sabido pensarlas<br />

con más valentía. En estos<br />

relatos hay personajes que se crecen<br />

en la desgracia y que conviven<br />

junto a otros a los que la desgracia<br />

les aniquila. La inteligencia<br />

con la que unos salen a flote, unida<br />

por contraste a la necedad o la<br />

debilidad de quienes se hunden<br />

hacen que este libro sea furibundamente<br />

contemporáneo y anacrónico<br />

a la vez. Hoy, que vivimos<br />

cada vez más en unas sociedades<br />

en las que la desgracia se ha convertido<br />

en la marca de la encarnación<br />

perfecta, en las que todo el<br />

mundo desea secretamente convertirse<br />

en víctima de algo para adquirir<br />

así un rostro ante los otros,<br />

muchas de estas figuras parecen<br />

haber perdido su esplendor, cuando<br />

lo cierto es que nos dan la pauta<br />

perfecta de nuestra enajenación.<br />

A cada tiempo su locura, a cada<br />

tiempo su sabiduría. La de este libro<br />

está perfectamente descrita<br />

en el propio título El temblar de una<br />

hoja tomado de la cita de Saint-<br />

Beuve con la que se abren los textos:<br />

«La felicidad extrema apenas<br />

está separada por el temblar de<br />

una hoja de la extrema desesperación».<br />

Si hay algo que atraviesa<br />

de parte a parte este maravilloso<br />

libro es precisamente la conciencia<br />

de nuestra fragilidad, el precario<br />

equilibrio de nuestros afectos<br />

y de nuestras convicciones. Y no es<br />

poca sabiduría para quien se atreva<br />

a pensarla hasta sus últimas<br />

consecuencias.<br />

Prólogo al libro El temblar de una hoja,<br />

de W. Somerset Maugham, cedido por<br />

Editorial Sexto Piso.<br />

CARAVAN BOOKS PUBLISHING HOUSE - IRÁN<br />

Mientras bebo mi agua, cierro<br />

los ojos y escucho el reporte<br />

que da el piloto sobre el clima de<br />

Frankfurt —la mayoría de las veces<br />

hace buen clima en octubre—,<br />

así como sus deseos de que hayamos<br />

tenido un buen vuelo y<br />

de vernos pronto de nuevo a bordo.<br />

Ese deseo se le concederá<br />

rápido ya que dentro de cinco<br />

días volaré a casa en el mismo<br />

vuelo. Esta vez, mi destino será<br />

Teherán, mi hogar.<br />

La Feria de Frankfurt siempre<br />

ha sido un festejo anual pa-<br />

VENTANA<br />

EDITORIAL<br />

ra mí. Atiendo algunos asuntos<br />

ahí, pero mi principal motivación<br />

para visitar la feria cada año<br />

nunca han sido los negocios como<br />

tal, sino mi intenso anhelo<br />

de acudir. Es una atmósfera en<br />

la que todo el mundo piensa sobre<br />

libros, vive los libros, respira<br />

y duerme los libros; todo en<br />

torno a algo que ya no se considera<br />

una necesidad práctica en<br />

nuestro mundo moderno y en la<br />

era de la información. Tan sólo<br />

dura cinco días, pero es muy satisfactoria<br />

e inspiradora; la parte<br />

www.spdistribuciones.com<br />

más intensa para mí es ver a mis<br />

amigos, editores de todas partes<br />

del mundo, con la triste —quizá<br />

no es triste pero de alguna manera<br />

extraña— sensación de que<br />

aunque somos amigos y vivimos<br />

para los libros, hay una gran brecha<br />

entre su mundo y el mío, que<br />

plantea preocupaciones que nadie<br />

cree y que presentan un reto<br />

muy distinto para un editor.<br />

COPYRIGHT: ¿DE QUÉ HABLAN?<br />

Cada vez que estoy en Frankfurt,<br />

veo a gente ansiosa, corriendo de<br />

una cita a otra, deseosa de hacer<br />

negocios, de encontrar un lugar<br />

en un mundo de la edición que<br />

resiste con valentía el peligro de<br />

la extinción. «¿Adónde van con<br />

tanta prisa?», fue mi impresión<br />

inicial la primera vez que fui a<br />

Frankfurt, y no tardé mucho en<br />

hallar la respuesta: a vender y a<br />

comprar derechos, la principal<br />

actividad de la mayoría de las<br />

ferias del libro importantes. Esto<br />

es algo que nunca ha sido un<br />

gran negocio para los editores<br />

iraníes, ya que Irán no reconoce<br />

ningún tratado internacional<br />

de derechos de autor. Es uno de<br />

los pocos países no suscritos a<br />

la Convención de Berna, a la WTO,<br />

al World Copyright Agreement,<br />

o a alguna otra convención que<br />

obligue a los editores a adquirir<br />

los derechos para editar un libro<br />

publicado fuera de Irán antes<br />

de traducirlo o editarlo. Por eso<br />

tenemos por lo menos 12 ediciones<br />

de Harry Potter, 5 de Cien<br />

años de soledad e incluso 4 traducciones<br />

distintas de Kafka en<br />

la orilla en las librerías iraníes,<br />

sin que se le pague al autor ni<br />

un centavo. Desde luego que existe<br />

un puñado de editores que en<br />

lo individual respetan los derechos<br />

de autor e intentan comprar<br />

los derechos para publicar<br />

un libro, pero esto no impedirá<br />

jurídicamente que otros editores<br />

publiquen el mismo libro<br />

con otra traducción, y los editores<br />

que paguen regalías tienen<br />

un problema con el precio del libro<br />

ya que, sin importar cuánto<br />

se esfuercen, no pueden competir<br />

con el precio de las ediciones<br />

no autorizadas de los mismos libros.<br />

El gobierno de Irán lleva<br />

mucho tiempo asegurando que<br />

www.spdistribuciones.com<br />

planea suscribirse a la Convención<br />

de Berna pero yo no he visto<br />

ningún esfuerzo en esta dirección<br />

en los últimos diez años.<br />

Por esta razón, la mayoría de<br />

los editores internacionales consideran<br />

que los editores iraníes<br />

somos piratas, y explicar la situación<br />

no ayuda mucho salvo<br />

por unos cuantos valerosos<br />

agentes, editores y autores que se<br />

arriesgan a ser publicados en<br />

Irán con regalías bajas o sin cobrar<br />

anticipos. El resto no cree<br />

que estemos diciendo la verdad.<br />

El copyright es una importante<br />

línea divisoria entre nuestros<br />

mundos, pero no es la principal.<br />

LA CENSURA: ¡NO MERECES SER<br />

PUBLICADO!<br />

Al ser una nación orgullosa de<br />

haber producido uno de los libros<br />

más ancestrales de la historia<br />

(Avesta, escrito por el poeta persa<br />

Zaratustra), y que cuenta con un<br />

trasfondo religioso en el que Dios<br />

jura por la pluma y lo que registra,<br />

1 es natural que sea difícil creer<br />

que nuestro gobierno sea uno de<br />

los pocos del mundo moderno y<br />

de la era digital que censure libros<br />

de manera oficial. Mientras<br />

los editores internacionales se<br />

apresuran de una cita a la otra para<br />

incrementar sus ganancias, nosotros<br />

temblamos cuando decidimos<br />

publicar un libro: «¿Nos<br />

permitirán hacerlo?»<br />

Nuestra constitución no reconoce<br />

de manera expresa la libertad<br />

de expresión: «La prensa es<br />

libre de expresar su opinión, a menos<br />

que sea contraria a los fundamentos<br />

del Islam o los derechos<br />

del pueblo, y la ley explicará los detalles»<br />

(Artículo 24, Constitución<br />

de la República Islámica de Irán).<br />

Los detalles nunca fueron<br />

explicados, más que en un acta<br />

promulgada por el Consejo<br />

Supremo de la Revolución Cultural<br />

(que no tiene rango de ley, al<br />

no ser promulgada por el Parlamento),<br />

que especifica los temas<br />

que «No merecen ser publicados»,<br />

por ejemplo: renunciar a<br />

los fundamentos de la religión;<br />

promover la corrupción moral;<br />

invitar a la sociedad a manifestarse<br />

y hacer disturbios contra el<br />

1 Corán, 68:1.<br />

Estado de la República Islámica de<br />

Irán; promover las ideas de grupos<br />

terroristas e ilegales y sectas<br />

corruptas y defender la monarquía;<br />

promover conflictos entre<br />

los varios grupos étnicos o religiosos<br />

o crear problemas en la<br />

unidad social y del país; burlarse<br />

y debilitar el orgullo nacional y<br />

el espíritu nacionalista, y crear una<br />

atmósfera de pérdida de valores<br />

nacionales ante la cultura y civilización<br />

de sistemas coloniales<br />

occidentales u orientales. 2<br />

Bien, pues éstos son los parámetros<br />

que el Ministerio de<br />

Cultura y Guía Islámica ha tomado<br />

en cuenta para emitir permisos<br />

de publicación de libros<br />

los últimos 20 años. Desafortunadamente,<br />

casi cualquier cuestión<br />

puede interpretarse como<br />

una violación de estas líneas<br />

rojas, en especial en cuanto<br />

hace a la «corrupción moral» y<br />

«pérdida de valores», para las<br />

que nadie puede dar una definición<br />

concreta.<br />

Los editores tienen que someter<br />

los libros a consideración del<br />

ministerio antes de poder publicarlos;<br />

no existe una vía jurídica<br />

para objetar la decisión de un censor,<br />

o para permitir que el sentido<br />

común juzgue la salud del libro<br />

editado. Hay un gigantesco sistema<br />

burocrático —costeado por el<br />

2 Acta de Lineamientos para la Publicación<br />

de Libros, promulgada en 1988 por el Consejo<br />

Supremo de la Revolución Cultural.<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Troncos, casa en ruinas y torres de Santa Prisca, década 1930 ó 1940.<br />

tesoro nacional iraní— de desistimiento<br />

previo fundamentado<br />

en el acta mencionada con anterioridad:<br />

los editores tienen que<br />

traducir, maquetar, editar e incluso<br />

corregir las pruebas antes<br />

de poder someter los libros a la<br />

consideración del Ministerio.<br />

Entonces los censores los leen.<br />

Si no encuentran problemas, emiten<br />

un permiso de publicación;<br />

si sí, anotan lo que debe eliminarse<br />

—en un pedazo de papel sin<br />

membrete ni firma— y el editor<br />

debe incorporar los cambios y<br />

volver a presentar el libro. Si se<br />

decide que el libro «no merece<br />

ser publicado» de ninguna manera,<br />

le transmiten la decisión<br />

al editor de manera verbal, sin<br />

prueba escrita. Y lo peor es que<br />

todo depende del gusto e interpretación<br />

individual de las personas<br />

que leen el ejemplar en el<br />

Ministerio de Cultura, cuya identidad<br />

nadie conoce.<br />

Con el permiso oficial en mano,<br />

el editor puede proceder a<br />

imprimir el libro. Pero una vez terminado,<br />

debe volverlo a entregar<br />

al ministerio, para que pueda<br />

revisar si los cambios y omisiones<br />

han sido incorporados y es sólo<br />

entonces que se emite un Permiso<br />

de Distribución —cuyo nombre<br />

oficial es Declaración de Recepción<br />

del Libro—. Pero esto no significa<br />

necesariamente que el libro pueda<br />

ser reimpreso. Cuando concluyó<br />

el periodo del presidente<br />

JULIO 2008 | SP 7

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