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2-D LA ALMUDAINA Domingo, 13 de marzo de 2011 / Diario de Mallorca En 1888 El Terreno contaba con 400 casas ➔ ocupando la villa situada en el número 7 de la calle Villalonga. Si bien seguía casado en segundas nupcias con Rosario Murillo, convive con Francisca Sánchez del Pozo, una campesina a la cual conoció en Madrid unos años antes. La pareja llegó con María, hermana de Francisca y Genoveva, la asistenta. Entre los mallorquines amigos del poeta se encontraban Juan Sureda y su mujer, la pintora Pilar Montaner, y el también pintor Pedro Blanes Viale. Rubén Darío abandona Mallorca a finales del invierno de 1907. La segunda y última visita a la isla del poeta nicaragüense se produce en 1913, siendo huésped del matrimonio Sureda-Montaner, en su residencia de Valldemossa, pasando allí unas semanas. La citada villa de la calle Villalonga está amenazada por la piqueta. A principios del siglo XX es construida Villa Schembry, cuya fachada se atribuye a Gaspar Bennázar y que es propiedad de un importante consignatario de barcos que dio nombre a la villa, con dos torres. Desde la más alta, se dominaba toda la bahía, hoy se encuentra encorsetada entre un par de bloques de pisos acogiendo a la Escuela sueca. En su mejor época la villa fue frecuentada por famosos personajes. Uno de los primeros norteamericanos que descubrieron la isla, eligiendo El Terreno para residir un tiempo, atraído tanto por la tranquilidad del entorno como por poder vivir con poco dinero, gracias a la devaluación de la peseta, fue el pintor Willian Cook. Este curioso personaje descubrió Mallorca poco antes de estallar la Gran Guerra y procedía de París. Iniciada la Gran Guerra, tras una ausencia de meses, regresa a la isla. El fue el que despertó en su amiga y compatriota Gertrude Stein, escritora y mecenas de jóvenes pintores, residentes en el Barrio Latino, como ella, especialmente Picasso, Juan E Viene de la portada L PINTOR WILLIAM COOK DESPERTÓ EN LA ESCRITORA GERTRUDE STEIN EL DESEO DE CONOCER MALLORCA Gris o Bracque, el deseo de visitar Mallorca, algo que consiguió en el estío de 1915. Así que en compañía de su secretaria, compañera, biógrafa y compatriota, Alice B. Toklas, de ascendencia polaca, deja París, escapando por unos meses de la guerra, para visitar a su amigo Cook. Aunque este residía en el barrio antiguo de Palma, Gertudre y Alice, gracias a la recomendación de un cartero local, encontraron una casita situada en la calle Dos de Mayo, en El Terreno, que alquilaron pasando casi un año en ella acompañados de Jeanne Poule, su asistenta bretona y de Polybe, un podenco ibicenco que allí adoptaron. Cuenta Alice que aparte de leer y escribir, paseaban, participaban en tertulias con otros residentes en la islay comían bien. Como recuerda Alice B. Toklas, en el verano de 1916, la batalla de Verdún empieza a ser un agridulce recuerdo, a pesar de que este fuerte ataque germano costó muchas bajas pero fue frenado por los franceses, por lo que tanto Gertrude como ella respiraron tranquilas. Aunque los Estados Unidos permanecen neutrales aun ellas están a favor de los aliados. Incluso, a su regreso a París, ambas colaboran con el Fondo Americano para los Heridos Franceses. Poco después los americanos declaran la guerra a los Imperios Centrales, enviando tropas a Europa. En cuanto a a Cook, éste regresa a Francia, para alistarse en el ejército estadounidense. Durante su estancia en Mallorca, muy fructífera tanto a nivel intelectual como de trabajo para la escritora norteamericana, ella, Alice y Cook eran los únicos norteamericanos residentes en la isla. Refiriéndose a los súbditos británicos que aquí vivían, con los que coincidía en reuniones, los cifran en tres familias, destacando la anciana señora Penfold, temida por su ‘larga y afilada len- Una de la zonas en donde vivieron famosos personajes de la Legión Extranjera de El Terreno. FOTO: WILLY Una de las casas más antiguas de El Terreno, en la calle en donde vivió Gertrude Stein. FOTO: WILLY gua”. También forman parte de esta reducida aunque animada ‘legión extranjera’ en El Terreno el cónsul francés apellidado Marchand. Tampoco faltaba una súbdita alemana, ama de llaves de un vecino de Gertrude y Slice, a la cual se le vio ondear una bandera de su país, en los momentos de triunfo del ejército teutón. Cuando el Kaiser inició de forma rotunda la ofensiva de Verdún, en febrero de 1916, los extranjeros del bando aliado, la mayoría residentes en El Terreno, vivían con el corazón en un puño. En cambio, el pequeño grupo en que había quedado reducida la tripulación del mercante germano Fangturm, al quedar internado en aguas de Palma, una vez ser sorprendido por el inicio de la guerra, mostraban su contento. Alice escribió que los marineros del Fangturm, fondeado frente a su casa de la calle Dos de Mayo, y desde cuyas ventanas se podían distinguir su movimientos en la cubierta del buque internado, nada más iniciarse con éxito alemán la ofensiva de Verdún, comenzaron a pintarlo. A punto de finalizar dicha tarea, ésta se suspendió. Al parecer, los tripulantes del barco, antes que nadie en la isla, supieron que las tropas del Kaiser habían fracasado en Verdún. La noticia contagió de júbilo a la colonia extranjera aliada y simpatizantes, por lo que buena parte de ella decidió regresar a casa. Lo mismo hicieron Gertrude. Alice y su asistenta, volviendo a París. La desbandada dejó en cuadro la colonia extranjera del Terreno. A partir de 1920, acabada la Gran Guerra, llegan a El Terreno un importante número de extranjeros, los cuales se alojan en casas y torres de veraneo que alquilan, o en pensiones y fondas allí existentes. En aquellos años, primeros del período de entreguerras, el centro de encuentros para buen número de extranjeros residentes en El Terreno era la Librery, librería instalada en un garaje particular de calle Joan Miró, cerca de la plaza Gomila, pionera en Palma en venta de prensa extranjera, en aquella época esencialmente en legua inglesa. Junto a la Librery estaba abierto un bar en donde los norteamericanos residentes o eventuales se desquitaban de la Ley seca'de su país, con creces. Entre los clientes de ambos establecimientos no faltaban algunos de los huéspedes del hotel Príncipe Alfonso, en Cala Major, especialmente funcionarios y militares británicos, ya jubilados que habían regresado de las colonias, especialmente de Africa y la India, y que elegían Mallorca para pasar grandes temporadas, pues sus retiros no les permitían, en su mayoría, un tren de vida anterior. También en El Terreno se daban este tipo de residentes, mezclados con artistas, intelectuales y gentes que buscaban un nuevo ambiente, sin olvidar lo barato que era vivir en la isla en aquel tiempo, aunque algunos se vieron obligados a dar clases de inglés a mallorquines, para subsistir. En ese barrio, esa curiosa ‘Legión Extranjera'’ tenía su vida, su círculo, vida tranquila y el mar cerca, entre otros alicientes. No faltaban extranjeros pudientes que, en aquella época, disfrutaban de un buen tren de vida, alojados en el Hotel Mediterráneo que comenzó como apéndice del también desaparecido Alhambra, propiedad Joan Pensabere Cunil, uno de los pioneros del turismo mallorquín. Vecino del Mediterráneo fue poco después el Victoria, ambos de parecido estilo arquitectónico. Eran tiempos en los que un tranvía eléctrico unía el centro de Palma con Cas Catalá, por el trazado de lo que era la carretera a Andratx, recorriendo a lo largo El Terreno. En El Terreno se instaló el primer ‘dancing’ en Mallorca, según nos contó Xavier Sans, vecino en su juventud de ese barrio palmesano que se abrió en una villa con jardín situada en la que es hoy avenida Joan Miró. Lo regentaba una curiosa pareja formada por un oficial ruso del Zar Nicolas que se exiló y al cual le faltaba un brazo y una inglesa, padres de un bebé. La pareja era buscada por Scotland Yard, que desplazó un agente a Mallorca, pues resulta que ella era una lady emparentada con la familia real británica, todo un escándalo. Localizada la pareja el local se cerró, siendo trasladada la madre y el bebé a Inglaterra mientras que el ruso fue expulsado. Historias similares se dieron en El Terreno, especialmente en su época dorada, entre los curiosos miembros de su ‘Legión Extranjera’ residente. Hacia 1934, George Bernanos, escritor católico y conservador francés, huyó de los acreedores, auténtico azote de su vida, ya que siempre estaba endeudado, se traslada con su familia a Mallorca, estableciéndose en El Terreno. Llegó a ocupar hasta seis vi- El abandono convierte en vestigios fantasmales bellas villas del pasado que encierran historias. viendas durante su estancia en Palma, entre El Terreno y Porto Pí, desde octubre de 1934 a finales de julio de 1938. El inicio de la Guerra Civil española hace que El Terreno pierda buena parte de su colonia extranjera siendo sustituidos por los peninsulares a los que les coge la guerra en Mallorca. Mientras dura la contienda, Gomila es frecuentada por militares italianos y alemanes, especialmente aviadores, pasando veladas en la sala de fiestas Tito's. También en la misma plaza se ubicaba el bar Oasis, regentado por un alemán al que se le consideraba jefe del partido nazi en Mallorca. Residente poco recomendable en El Terreno fue el Conde Rossi, que vivía no lejos de la casa que ocupaba Ramón Franco y su familia. Un vecino de Bernanos, al principio de la guerra, fue el vice-cónsul británico en la isla, Alan Hillgarth, miembro del servicio secreto de su país, cuando ubicó su oficina en la zona. Por El Terreno, entre 1933 y 1936, por ser vecina de Génova, se vió también a Natacha Rambova, aunque el nombre auténtico de esta millonaria norteamericana, viuda de Rodolfo Valentino, era Winifred Kimball Shaughessy. Finalizada la contienda civil española se inicia la II Guerra Mundial, los refugiados residentes en El Terreno regresan a sus lugares de origen, lo mismo que los militares italianos y germanos. Este barrio se animó hacia 1947, pues acogió en varios de sus hoteles y pensiones al grueso del equipo de la película de aventuras Jack El Negro, coproducción en la que participaban norteamericanos, franceses, ingleses y españoles. La protagonizaba George Sanders, rodándose parte de este largo metraje en El Jonquet. Algunos miembros del equipo que intervino en Jack El Negro fueron buenos clientes del restaurante El Patio en Gomila, ya desaparecido. También Gaby, una belleza que llegó a ser Miss Inglaterra en 1938, y que se convirtiéó en modelo de Dior posteriormente, conoció en 1953, hospedada en el hotel Mediterráneo al que sería su marido, John Mackinnon, norteamericano y gran jugador de golf. Eligieron residir en la isla convirtiéndose en una de las parejas más rutilantes de su colonia extranjera, llegando a abrir Gabi Couture cerca del Born. El Terreno siguió seduciendo a intelectuales y artistas foráneos, incluso cuando el turismo comenzó a marcar su destino, a finales de los años 50. Entre esos nuevos residentes se encontraba el poeta norteamericano, y a su vez traductor de grandes escritores en castellano, Anthony Kerrigan, acompañado de su mujer Elaine Gurievictch, los cuales pudieron alquilar la casa que ocupó Gertrude Stein, que lograron salvar de la piqueta. Algo que no se pudo conseguir con una serie torres, en cuyos solares crecieron bloques de apartamentos multiplicados a partir de las cuatro últimas décadas del pasado siglo, convirtiendo la zona de un barrio cosmopolita en un espectro, mientras las villas que quedan en pie, algunas casi en abandono, intentan sobrevivir a los elementos, entre muros de cemento y van convirtiéndose en fantasmas de un pasado brillante difícil de recuperar.
Domingo, 13 de marzo de 2011 / Diario de Mallorca LA NATA Y LA FLOR ESTEBAN MERCER En Mallorca no hay tema que nos ponga más que una boda en la Casa March. Por su historia y por su leyenda y también porque han sabido representar durante generaciones y mejor que nadie cómo es el auténtico carácter mallorquín. Hermético más que discreto. El que pocos turistas intuyen abrasándose en yates lujosísimos o no frente a sus playas particulares con vistas a Cabrera donde se ha escrito buena parte de nuestra historia social y económica más reciente. El sábado pasado se celebró en S’Avall la boda de Catalina March Juan, la hija del financiero Juan March Delgado, un apasionado de la jardinería más exquisita, experto en rosas, para las que hay que tener una sensibilidad especial, y de María Antonia Juan, dama entre las damas de la mejor sociedad, propietaria de una sobriedad estética inalterable que paraliza como una luz cegadora de verano en Santanyí. Los novios, Catalina y Tomaso Cremonesi, pusieron fecha, con los almendros en flor, no hay espectáculo más bello para regalar a los que llegan de fuera, eligieron escenario, confeccionaron según sus gustos y prioridades listas de invitados y menús. Libertad absoluta siguiendo el sabio consejo de la Corte de la Casa, acostumbrada a lo más. Se la cuento brevemente y con respeto para registrarla definitivamente en la historia. Llamaron la atención la decoraciones florales repartidas por todo la casa y sobre las barras del bar, espectaculares centros hipermodernos en enormes jarrones de cristal, originales pero muy elegantes. La madre de la novia lucía estupendísima en un vestido con cuerpo de pedrería, espectacular, con los hombros marcados y manga farol sobre falda negra, larga. La novia, sencilla y de blanco se cambió tras la cena para la gran fiesta y para mostrarse con un modelazo impresionante, ¡un vestido largo negro! Las mujeres de la familia destacaron por sus peinados, unos moños muy trabajados que fascinaron. Se cuidó hasta el último detalle, sirva como ejemplo que no se permitía fumar en ninguna zona de la casa excepto en un pequeño salón con chimenea, no demasiado grande , que se llenó enseguida provocando tal overbooking que se convirtió como siempre ocurre en la zona más divertida. Un punto de encuentro que fue extendiéndose a medida que la noche avanzaba. Los invitados bailaron sin parar. Miguel Palacio, Vega Royo-Villanova y María Juan de Sentmenat se convirtieron en los reyes de la pista mientras sonaba la música. Clásicos versión disco, Sweet Caroline llenó la pista y también los últimos hits como The time of my life, The black eye peas, David Guetta… hasta las seis de la mañana animando a Juan y Beltran Gómez-Acebo, los dos hijos solteros de la Infanta Doña Pilar y a Eugenia Ortiz Domecq, la guapísima y encantadora hija de Bertín Osborne, un estilazo fascinador para muchos embelesados. Los fotógrafos Inés Sentmenat y su marido Pablo Zuloaga hicieron gala de su sentido del humor como pareja, al igual que Leonor March y su marido el cineasta Jaime Rosales, encantador divirtiéndose con los amigos italianos y japoneses del novio que destacaron por sus ganas de diversión y la naturalidad con la que se mostraron. El decorador Jorge Varela e Inés Pan de Soraluce se lo pasaron en grande. Almendros en flor Tomeu Català, con Bárbara Martí y su madre, Francesca Martí, tras la ‘performance’ en la cárcel de Palma. Miguel Martí, Sophie Grado, Paloma, Estrella Martí, Barbara Martí, su padre Antonio y Margarita Oliver. El fue el creador del showroom madrileño de Carmen March y ahora está trabajando en la tienda que Miguel Palacio abrirá en breve con un estilo elegante inspirado en el art decó y la magia de los espejos. Marieta Salas, gran amiga de los padres de la novia, estaba fantástica. La cena la sirvió Mercés de Barcelona. La misma que asesora a Alberto Tomás y Frank Vicet en la carta del Nicolás. No se pierdan la foto de Frank con el actor Miguel Ángel Silvestre mientras se hablan al oído, Dios sabe de qué. Nos encantaría saberlo para contarlo antes de que el Duque aparezca por Palma para probar sus montaditos. ¿Se imaginan? Hasta aquí puedo contar. Lo que si podría contar es la boda extrapública que se organizó otra mallorquina internacional y glamurosa, casi institucional. La reina Vivian Caoba se casó a lo grande, de largo por detrás y corto por delante, con un modelo que hará morir a las futuras princesas Kate de Inglaterra de y Charlene de Mónaco ¡Felicidades a los novios y a las novias! Mientras escribo escucho la voz de Francesc Antich. Discursea una letanía entusiasta y optimista sobre la temporada turística que nos espera. Está en Berlín, acompañado de la genuina Margarita Ná- LA ALMUDAINA 3-D La boda de Catalina March Juan, todo un acontecimiento social en este tiempo previo a la primavera Marta Autonell, Rafel Torres, Maties Balaguer, Mª Antonia Mestre y Manuel Moñino. FOTOS: ESTEBAN MERCER Rafel Nadal, de Vins Nadal, con su esposa Esperanza Galmés y su hija Esperanza Nadal. FOTOS: ESTEBAN MERCER El diseñador Luis Corujo con su mano derecha, Enrique Company Manera. El conde Federico Sofío y su hija Sandra.FOTOS: ESTEBAN MERCER Los señores de Martí Miquel y Margarita Oliver, abuelos paternos de Bárbara, emocionados con el trabajo de su nieta con los presos. Dolça Feliu Aymar, Bárbara Flaquer, María del Mar Socías Camacho y Gemma Bes Padrós son las creadoras de ‘Ametlla’. jera, todavía más positiva respecto al futuro de la economía balear en manos alemanas. Nuestros salvadores,una vez más y a pesar de que les hemos dado donde más duele en infinidad de ocasiones. Nájera habla de la Playa de Palma. Me entusiasma escucharla. Compara su entrada con el trastero de su casa, feo y desordenado dice, e intuyo, luego pienso, que todavía no se han enterado nuestros mandamases, que lo que no se ve es lo que más limpio y arreglado debe estar. Así están de siempre las mejores casas, poderosas o humildes. Así debería Sigue a la página 4 ➔
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