Pensadores dominicanos del siglo XX - Claro
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PENSADORES DOMINICANOS DEL SIGLO <strong>XX</strong> Y EL SURGIMIENTO DE LA CONCIENCIA NACIONAL<br />
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Para la época en que Américo Lugo escribió su tesis había que ser<br />
osado para emitir juicios como ésos. Pocos, entonces y después, asimi-<br />
laron los referidos conceptos como lo que eran: una simple tesis, no<br />
un epitafio, producto <strong>del</strong> estudio particular que un hombre honesto y<br />
patriota a carta cabal había realizado en torno a la evolución histórica<br />
de su país. Se imponía confirmar o no la verosimilitud de los plantea-<br />
mientos de Lugo, pero nadie -ni entonces ni después- se preocupó por<br />
el examen objetivo de la tesis. Resultó más fácil calificarla de pesimis-<br />
ta, hispanista, racista y hasta de anti dominicanista.<br />
Lugo era consciente de los riesgos que corría al esbozar seme-<br />
jante teoría y ya para 1916 escribió: «Sé mejor que nadie de la<br />
inutilidad de este esfuerzo, cuyo único resultado será causarme da-<br />
ños y enemistades, convencido, como estoy de que no constitui-<br />
mos una nación verdadera», debido principalmente a la ausencia<br />
de cultura política, falta de convivencia de la comunidad y uni-<br />
dad, toda vez que desde la fundación de la República, los domini-<br />
canos habían vivido bajo la égida <strong>del</strong> despotismo, el autoritarismo<br />
y el caudillismo. Una nación soberana, de conformidad con Lugo,<br />
jamás debe ser gobernada por dictaduras sino, más bien, por un<br />
Estado pluralista y democrático.<br />
Si al examinar los orígenes <strong>del</strong> Estado dominicano, obramos<br />
conforme a las premisas teóricas <strong>del</strong> doctor Lugo y de sus contem-<br />
poráneos, no habría que ser pesimista para constatar que la socie-<br />
dad dominicana de 1844, con apenas 125,000 habitantes, no se<br />
hallaba sociológicamente preparada para enrumbarse hacia el de-<br />
sarrollo dentro <strong>del</strong> esquema republicano y democrático que ya dis-<br />
frutaban otros países europeos y de América.<br />
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La nueva realidad cualitativa que implicó el nacimiento de la<br />
República se tradujo en una inversión de valores que impidió el<br />
fortalecimiento de las instituciones políticas nacionales. Al igual<br />
que la mayoría de los pueblos latinoamericanos, nuestros antepa-<br />
sados no fueron capaces de desvincularse de las tradiciones e insti-<br />
tuciones heredadas de la lejana época colonial cuando nuestras<br />
naciones eran provincias ultramarina españolas. Esa anomalía his-<br />
tórica en algunos casos provocó una suerte de estancamiento so-<br />
cial y en otros generó regresiones sociológicas, que obstaculizaron<br />
el normal desarrollo <strong>del</strong> país. Si bien constituíamos un pueblo or-<br />
gulloso de su estirpe, origen y condición, Lugo entendía que no<br />
habíamos alcanzado el status de nación porque carecíamos de una<br />
conciencia política sólida y de un nivel cultural que entonces se<br />
hallaba disperso.<br />
Conviene destacar que Lugo jamás perdió fe en la potenciali-<br />
dad <strong>del</strong> pueblo dominicano para superar sus permanentes crisis<br />
sociales y construir un estado de derecho soberano y progresista.<br />
En 1921 escribió: «A pesar de la ocupación, somos, permanece-<br />
mos siendo un Estado tan soberano como antes». Y para alentar a<br />
quienes habían perdido la esperanza de restaurar la república, sen-<br />
tenció: «En presencia <strong>del</strong> desaliento general y para responder a la<br />
consagrada frase de que este país está perdido, declaro que tengo fe<br />
profunda en los destinos de la nación, en su amor a la independen-<br />
cia, en su vitalidad y en su porvenir».