Fernando Leal y la exaltación del pasado indígena: el cerro y los ...

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Fernando Leal y la
exaltación del
pasado indígena:
el cerro y los
ángeles
Pedro S. Urquijo Torres
Historiador
Instituto de Geografía, UNAM
Unidad Académica Morelia
Depto. Geografía Cultural
CULTURA Y ARTE
Fernando Leal (1896-1964), artista
potosino, hace gala de sus conocimientos
en imágenes y lecturas indigenistas y los
proyecta en una obra por demás interesante, llena
de colorido y sutiles tonalidades. Virtuoso del arte
contemporáneo, Leal marca distancia en las
temáticas socialistas, las confrontaciones políticas
o la ideología revolucionaria de su época, sin
desprenderse del compromiso discursivo
historiográfico que echa raíces en un aparente
esplendoroso pasado prehispánico, aunque con
una modalidad insistente: la religión popular. Al
igual que Fermín Revueltas en su mural Alegoría
de la Virgen de Guadalupe, Leal hace una
exaltación del pasado indígena a merced de la
iconografía guadalupana.
La imagen que en esta ocasión nos ocupa es
parte de un folleto titulado Río de luz (1951), en la
que se muestra a un indio Juan Diego inspirado
en los personajes del Códice Florentino, obra
cumbre de fray Bernardino de Sahagún y sus
Martha Reta Hernández
Investigadora del Museo de la Basílica de Guadalupe
museo@basilicadeguadalupe.org.mx
Fernando LEAL (1896-1964)
Juan Diego encuentra las flores en el cerro del Tepeyac, ca. 1951
Acuarela sobre papel ?
Impreso en: Fleuve de Lumiere. Reine du Tepeyac, (extrit et
adpatation par Elise Dac), México: DAC, 1951, [Colección
Luciérnaga], 24 pp.
informantes nativos, ahora erguido ante unas
flores, quizá rosas de castilla estilizadas conforme
a las imágenes precortesianas, prueba de la
aparición mariana. Esta maravillosa pintura nos
invita a inmiscuirnos en un espacio-tiempo
multivalente y multifacético, de significados y
significantes que se asocian y se recrean en un
mismo lugar de acción: el Tepeyac. Por el
momento, no haremos un análisis detallado de la
obra; más bien, vamos a rastrear el origen de dos
componentes en ella para conocer el contexto del
que fueron extraídos. Nos concretamos, al
peculiar cerro y los angelitos que surcan el cielo.
Vayamos por partes.

Cultura y arte
La imagen el cerro posee la forma de un glifo
toponímico a la usanza de los lienzos cartográficos
indígenas, mismo que se utilizaba para indicar la
presencia de un poblado, y así lo podemos encontrar
en códices de regiones y culturas diversas de
Mesoamérica previas a la Conquista española y
también poscortesianos: Códice Alfonso Caso
(mixteco), Telleriano-Remensis (nahua), Matrícula de
tributos (nahua), por mencionar unos casos. Este
elemento iconográfico recibía el nombre genérico de
altépetl, que en lengua náhuatl quiere decir “aguacerro”
o “cerro de agua”, y que los lingüistas del siglo
XVI, como fray Alonso de Molina, tradujeron como
“ciudad o pueblo” (MOLINA, Vocabulario en lengua
castellana y mexicana). La relación entre un cerro de
agua y un asentamiento humano se explicaba a partir
de la cosmovisión prehispánica, en la cual los
patrones de asentamiento, la organización territorial e
incluso la religión se determinaban por la presencia
dominante del paisaje montañoso. Cada cerro se
consideraba como un recipiente repleto del líquido
vital, en cuya cumbre se engendraban las nubes que
otorgaban las lluvias para los cultivos. En caso de que
la geografía no permitiera la adopción de una
montaña, como sucedía en la península de Yucatán
donde el paisaje es plano, ésta se hacía de forma
artificial. Dicho de otro modo, no existía población sin
montaña de agua protectora. Por eso, no es de
extrañar que en los lienzos cartográficos indígenas en
los que se inspiró Leal, la imagen y el término altepetl
sirviera para designar una ciudad o un pueblo.
Conforme al modelo indígena, el glifo del pintor de
nuestro interés se muestra en color verde y con una
cavidad en la parte inferior, haciendo referencia a una
cueva subterránea por la que entra el agua.
Particularmente, la figura toponímica de Leal posee
una nariz en el costado derecho, en clara advertencia
al nombre del lugar (topónimo) plasmado: Tepeyacac:
“En la punta del cerro” (tepetl: “cerro”; yacatl “punta,
nariz”; c sufijo locativo que se usa después de vocal).
La relación entre la punta de una cumbre y una nariz
se explica también a partir de la cosmovisión
mesoamericana en la que las características de la
geografía se describen en términos del cuerpo
humano, pues se concibe que la anatomía es un
microcosmos del espacio en que se mora. Así, una
oquedad en la montaña puede ser una boca, una
curva en el camino un codo o un punto central en el
paisaje el ombligo de la tierra.
Pero quizá el aspecto más interesante de esta pintura
sea el sincretismo religioso entre la antigua religión
nahua y la religión católica que ésta contiene, ahora
evidenciado en la presencia de dos alegres ángeles
que vierten agua, los cuales hacen una fiel alusión a
la figura de los tlaloque –“muchos Tlaloc”–, los
mitológicos servidores del dios de la lluvia, quienes
surcan los cielos dejando caer el líquido vital sobre
las milpas y los bosques. Según la Historia de los
mexicanos por sus pinturas, crónica indígena del siglo
XVI, los tlaloque suelen tomar el líquido vital del
interior de las montañas, “y cuando el dios del agua
les manda que vayan a regar algunos términos toman
sus alcancías y palos y riegan del agua que se les
manda, y cuando atruena es cuando quiebran las
alcancías con los palos, y cuando viene el rayo es de
lo que tenían dentro o parte de la alcancía” (Historia
de los mexicanos por sus pinturas).
Como conclusión, podemos decir que el cerro del
Tepeyac, ahora plasmado como glifo toponímico por
Fernando Leal, es una metáfora iconográfica, un
artificio divinizado de la cultura prehispánica que
materializa el tiempo mítico de la cosmovisión
indígena en el tiempo histórico de la religión popular
contemporánea.
BIBLIOGRAFÍA
FERNÁNDEZ, Justino. Estética del arte mexicano, México:
Univerisdad nacional Autónoma de México (UNAM), 1990.
Historia de los mexicanos por sus pinturas, en Ángel María
GARIBAY, Teogonía e historia de los mexicanos. Tres opúsculos
del siglo XVI, México: Ed. Porrúa, 1965.
JOHANSSON, Patrick. La palabra, la imagen y el manuscrito. Lecturas
indígenas de un texto pictórico del siglo XVI, México; UNAM, 2000
MOLINA, Alonso, de. Vocabulario en lengua castellana y
mexicana y mexicana y castellana, México: Ed. Porrúa, 2001.
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