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Cuando Adán y Eva<br />
salieron de la mano del<br />
Creador eran perfectos<br />
en cada detalle. Dios<br />
ordenó que el hombre<br />
posea las cualidades del carácter<br />
puro y noble de su Hacedor. Estos<br />
rasgos de carácter eran divinos,<br />
porque el hombre fue hecho “a<br />
imagen de Dios” (Génesis 1:26, 27).<br />
Fue creado como un agente moral<br />
libre. El hombre pudo haber sido<br />
creado como un robot; pero en el<br />
gran amor de Dios y en su misericordia,<br />
este acto de coronación de<br />
la obra de sus manos fue dotado<br />
con el poder de la elección.<br />
“Para el hombre, estando dotado<br />
de conciencia y capacidad de<br />
raciocinio, la ley moral de Dios le<br />
es dada para controlar sus acciones.<br />
El hombre no está forzado a obedecer.<br />
El puede desobedecer la ley de<br />
Dios, como hizo Adán, y llevar las<br />
terribles consecuencias; o al vivir en<br />
armonía con esa ley, él puede<br />
cosechar las recompensas de la obe-<br />
diencia”. 1<br />
Honestidad<br />
Se requiere una honestidad<br />
estricta en cada transacción de la<br />
vida. “Ahora bien, se requiere que<br />
cada administrador sea hallado fiel”<br />
(1 Corintios 4:2). La honestidad es<br />
una joya muy rara que está al<br />
alcance de todos. Para poseerla,<br />
debemos ir a Cristo y aprender de<br />
él. Sin él somos incapaces de alcanzar<br />
a ser honestos en pensamiento y<br />
acción.<br />
Se ha de practicar y enseñar la<br />
honestidad<br />
A menudo se dice que debemos<br />
practicar lo que predicamos.<br />
Nuestras vidas son un constante<br />
ejemplo para aquellos que están a<br />
nuestro alrededor, para bien o para<br />
mal. Nuestra influencia es una<br />
responsabilidad de la cual no<br />
podemos librarnos. Uno de los<br />
mayores testimonios para un<br />
mundo pecaminoso es la vida noble<br />
de los hijos de Dios. Dios es<br />
deshonrado por la falsedad y la<br />
deshonestidad, lo cual da a otros<br />
una razón para contravertir a él y a<br />
su Palabra.<br />
Dios quiere que sus hijos sean<br />
estrictamente honestos. Nuestro<br />
amor a Dios debe ser el motivo<br />
para la obediencia. Cada día nuestras<br />
acciones y palabras están siendo<br />
registradas, y un día tendremos<br />
que rendir una cuenta al gran Juez<br />
12 THE REFORMATION HERALD, LA SEMANA DE ORACION DE 2002<br />
Domingo, 9 de diciembre de 2002<br />
Honestidad e integridad<br />
M. STOYKO — AUSTRALIA<br />
de toda la humanidad. Dios<br />
conoce todos nuestros pensamientos;<br />
no podemos ocultar de él un<br />
solo acto de injusticia. Por nuestros<br />
pensamientos, palabras y<br />
acciones seremos justificados o<br />
condenados.<br />
La primera responsabilidad de<br />
inculcar la honestidad en un niño<br />
reside en los padres. El Señor preguntará<br />
a todos los padres, “¿dónde<br />
está el rebaño que te fue confiado,<br />
la grey de tu gloria?” (Jeremías<br />
13:20). Por lo tanto, es imperativo<br />
que los padres eduquen a sus hijos<br />
en líneas rectas. Debemos notar el<br />
poder del ejemplo de los padres. La<br />
sierva del Señor escribe:<br />
“Es indispensable que se practique<br />
la honradez en todos los<br />
detalles de la vida de la madre, y en<br />
la educación de los hijos, es importante<br />
que se enseñe a las niñitas y a<br />
los niñitos, a no mentir o engañar<br />
en lo más mínimo”. 2<br />
No podemos enseñar a los<br />
niños lecciones de honestidad e<br />
integridad cuando nosotros mismos<br />
no hemos rendido nuestras vidas a<br />
Dios y no estamos aprendiendo de<br />
él diariamente. Por eso la importancia<br />
de nuestra conexión con<br />
Cristo no puede ser subestimada.