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Bolas metálicas rojas y doradas todavía colgaban del techo de la<br />

cafetería, balanceándose con la corriente de los calefactores. Me rodeé con mi<br />

chaqueta, y Finch lo notó, abrazándome a él y frotándome el brazo. Sabía que<br />

yo estaba prestando demasiada atención a la dirección general de Travis,<br />

esperando que él me mirara, pero él parecía haber olvidado que yo estaba<br />

sentada en la mesa.<br />

Una vez que terminó su almuerzo, mi corazón se agitó cuando caminó<br />

detrás de mí y puso sus manos sobre mis hombros.<br />

— ¿Qué tal tus clases, Shep? —Preguntó.<br />

Shepley puso mala cara. —Los primeros días apestan. Horas de<br />

programas de estudio y las reglas de clase. Ni siquiera sé por qué me presento<br />

la primera semana. ¿Y tú?<br />

—Eh... todo es parte del juego. ¿Qué tal tú, Pidge? —Preguntó.<br />

—Lo mismo —dije, tratando de mantener mi voz casual.<br />

— ¿Has tenido unas buenas vacaciones? —Preguntó, juguetonamente<br />

balanceándome de lado a lado.<br />

—Bastante bueno. —Sonreí.<br />

—Fantástico. Tengo otra clase. Hasta más tarde.<br />

Le observé ir en línea recta hacia las puertas, empujándolas para<br />

abrirlas, y luego encendiendo un cigarrillo mientras caminaba.<br />

—Huh —dijo América un tono agudo. Observó a Travis atravesar el verde<br />

a través de la nieve, y luego sacudió la cabeza.<br />

— ¿Qué, cariño? —Preguntó Shepley.<br />

América apoyó la barbilla en la palma de su mano, pareciendo molesta.<br />

—Eso fue un poco raro, ¿no?<br />

— ¿Cómo fue eso? —Preguntó Shepley, agitando la trenza rubia de<br />

América hacia atrás para acariciar con sus labios su cuello.<br />

América sonrió y se inclinó hacia su beso. —Está casi normal... tan<br />

normal como puede ser Trav. ¿Qué pasa con él?<br />

Shepley sacudió la cabeza y se encogió de hombros. —No sé. Ha estado<br />

así durante un tiempo.<br />

— ¿Cómo de ilógico es eso, Abby? Él está bien y tú estás triste —dijo<br />

América, despreocupada de los oídos atentos.<br />

— ¿Estás triste? —Preguntó Shepley con una expresión de sorpresa.<br />

Mi boca se abrió y mi cara ardió de vergüenza al instante. — ¡Yo no lo<br />

estoy!<br />

Librosdelcielopersonal.blogspot.com<br />

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