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REVISTA NACIONAL - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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<strong>REVISTA</strong> <strong>NACIONAL</strong> 389<br />

Con posterioridad a su iniciativa y dándole ya forma orgánica,<br />

el doctor Brum redactó un anteproyecto de estatutos de la Asociación<br />

de los Países Americanos. Ese documento fué incorporado, muchos<br />

años después de la muerte de su autor, a los antecedentes de<br />

la Conferencia de México, en febrero de 1945 y bajo la signatura<br />

«repartido núm. 29». Desde luego, el anteproyecto era conocido de<br />

la cancillería uruguaya en 1936, y al tener efecto en Buenos Aires<br />

la Conferencia de Consolidación de la Paz el pensamiento <strong>del</strong> expre·<br />

sidente encontraba ecos continentales: los gobiernos de Chile, Santo<br />

Domingo y Colombia gestionaron en W áshington la inclusión <strong>del</strong><br />

asunto en las sesiones a celebrarse, y el <strong>del</strong>egado chileno a la Sociedad<br />

de las Naciones, don Agustín Edwards, anunció en Ginebra que<br />

su gobierno iba a propiciar la creación de ligas regionales asociadas,<br />

una de las cuales sería la Liga Americana.<br />

Estas noticias demostraban que existía un clima propicio para<br />

la cristalización de la idea, o por 10 menos para comenzar su fu·<br />

. cusión en la a;,amplea panamericana. En esos días se mencionó mi<br />

nombre como el de un posible integrante de la <strong>del</strong>egación uruguaya;<br />

y habiéndose constituído en Montevideo una comisión con el come·<br />

tido de asesorar al ministerio de Relaciones Exteriores sobre los asun·<br />

tos a tratarse en Buenos Aires, sugerí la conveniencia de incluir<br />

entre ellos el proyecto relativo a la Liga Americana. En ese documento<br />

reiteré 10 que estaba en el criterio de todas las esferas que<br />

habían seguido la achlación de la Liga de las Naciones: que esta<br />

institución no había logrado realizar sus objetivos fundamentales,<br />

es decir, el postulado <strong>del</strong> desarme, la evitación de las agresiones y<br />

la organización efectiva de la paz. Ginebra se había caracterizado<br />

como un centro de discusiones a€adémicas y el mundo político preveía<br />

10 que pocos años después había de convertirse en una espantable<br />

realidad. En mi comunicación a la comisión asesora no vacilé<br />

en afirmar textualmente: «Cada día nos acerca más al conflicto que<br />

colocará frente a frente, no ya a los grupos nacionales y étnicos, sino<br />

a las doctrinas opuestas en materia de gobierno y organización s()..<br />

ciaL» La solución de solidarizar políticamente a los pueblos de América,<br />

enunciada por Brum en 1920, me parecía de uua oportunidad<br />

impostergable en 1936, e insistí en la elección de Montevideo como<br />

sede de la asociación interamericana.<br />

Estas ideas no prevalecieron, y decliné mi eventual inclusión<br />

en la <strong>del</strong>egación urugnaya. La Conferencia de Consolídación de la<br />

Paz, integrada por personalidades ilustres, puso término a sus sesiones<br />

académicas votando una proposición <strong>del</strong> canciller argentino, doctor<br />

Saavedra Lamas, sobre abolición de la violencia en las relaciones<br />

internacionales. Fué una expresión más de generosidad teórica que se<br />

añadió al conjunto de instrumentos ya celebrados en otras capita-

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