REVISTA NACIONAL - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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<strong>REVISTA</strong> <strong>NACIONAL</strong> 405<br />
el plano concreto e inmediato donde afloran los síntomas y efectos,<br />
pero no donde están las causas, que son más profundas. Y que están<br />
ligadas de tal modo a otros fenómenos de la época que, de primera<br />
intención, se diría inútil cuanto se hiciera para conjurarlas.<br />
Pero no es así, y todo 10 que debemos hacer es afrontar esas<br />
cuestiones en el mismo plano profundo en que se hallan. Tendremos,<br />
pues, que remontar hasta una de las zonas más íntimas de la<br />
educación humana, aquella que Schiller llamó educación estética <strong>del</strong><br />
hombre, y todavía, darle proyección social.<br />
Hay dos sentidos o valores indisolublemente ligados al instinto<br />
familiar: el de la propiedad y el de la herencia. Bien sabemos<br />
que los eociólogos utopistas al estilo de Rousseau afirmaron que ellos<br />
son la causa de todas las calamidades; que el primer hombre que<br />
se atrevió a poner un cerco a un trozo de tierra y llamarle «mío»<br />
fué el promotor de desgracias sin cuento. Pero ésto es sólo cuando<br />
hay propietarios y desposeídos; latifundistas y despojados. El día<br />
que todos puedan ejercer ese primario derecho a estar sobre el planeta,<br />
como tan gráficamente llamó el Dr. Vaz Ferreira a la posesión<br />
de la tierra de habitación, la mayoría de los problemas de la propiedad<br />
habrá terminado.<br />
y luego, ninguna legislación podría quitar <strong>del</strong> alma humana ese<br />
instinto de conservación y seguridad que le induce a mirar como<br />
suyo el trozo de tierra y la vivienda largamente habitados y a veces<br />
trabajados por las propias manos; donde todas las cosas se han ido<br />
moldeando conforme a las costumbres de la familia, hasta que llegan<br />
a poseer un estilo propio y definido, diferente al de todas las<br />
demás.<br />
y hemos llegado aquí al quid de la cuestión. Bien conocida es<br />
la resistencia de los pueblos latinos a ocupar viviendas colectivas o<br />
de tipo standard, tan usuales en otros medios. El latino aspira a que<br />
su vivienda sea una expresión personal, y ésto es también 10 que se<br />
desea poseer y trasmitir en herencia, no meramente la tierra y las<br />
paredes.<br />
Esta es una manifestación frecuente de esos dos instintos o tendencias,<br />
que junto con el familiar, forman el cimiento <strong>del</strong> instinto<br />
social. Está adherido a la psique humana el deseo de poseer y trasmitir<br />
las realizaciones individuales, nombre y carácter, ejemplo y<br />
costumbres, ideas y creencias. Subyace detrás de este afán, como<br />
último estrato <strong>del</strong> alma humana, más profundo que todos los que<br />
entreviera el psicoanálisis, la voluntad de perdurar, el ansia de continuar<br />
o ser continuado el individuo a través de la especie. Tal vez<br />
hasta en el afán pueril con que los padres buscan el parecido fisonómico<br />
en el recién nacido deba verse un reflejo de ese apetito de<br />
inmortalidad o perpetuación. Y tal vez sea ese mismo afán el que<br />
induce a conservar y supervalorar imágenes y recuerdos, modos par-