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1 - Dirección General de Bibliotecas - Consejo Nacional para la ...

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uenos toreros, ante una <strong>la</strong>rga faena ante<br />

una tarea que iba a ocupar ya todos los<br />

minutos <strong>de</strong> nuestra vida<br />

Ahí estábamos. con grave fervor sin tea­<br />

tralida<strong>de</strong>s. a esculpir su rostro nuestro. a<br />

expresar en su perfil todas <strong>la</strong>s fuerzas inefa­<br />

bles que todos nuestros ángeles y <strong>la</strong> mayor<br />

parte <strong>de</strong> nuestros <strong>de</strong>monios nos iban mos­<br />

trando. tentándonos no importaba si a sal­<br />

vamos o a per<strong>de</strong>mos, pero a salvar<strong>la</strong><br />

Nuestros materiales iban a ser unas monta­<br />

ñas que apunta<strong>la</strong>ban el cielo en todos los<br />

horizontes, cielo <strong>de</strong> piedra el<strong>la</strong>s mismas. y un<br />

sol invariable que sabía sin embargo toda <strong>la</strong><br />

historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> pintura; y unos pueblecillos <strong>de</strong><br />

juguete junto a espejos que andaban. l<strong>la</strong>ma­<br />

dos rios. o junto a <strong>la</strong> pupi<strong>la</strong> sin párpados <strong>de</strong><br />

los <strong>la</strong>gos <strong>de</strong>sve<strong>la</strong>dos; y bosques que se veían<br />

a pesar <strong>de</strong>l proverbio alemán y <strong>de</strong> los árbo­<br />

les. como si fueran <strong>de</strong> cristal; y un trópico<br />

que cantaba floras y faunas exageradas<br />

sobre ruinas rever<strong>de</strong>cidas en <strong>la</strong>s que los<br />

arqueólogos no tenían más remedio que<br />

ponerse a estudiar botánica y zoología; y una<br />

constitución polft:ica que era puente vertical<br />

<strong>de</strong> nuestra tierra al aire futuro. como un<br />

árbol joven que todos regábamos un poco<br />

supersticiosamente. mejor <strong>para</strong> frutal <strong>de</strong><br />

nuestros hijos que <strong>para</strong> sombra nuestra; y<br />

unos cuantos libros que olían a tan nuevos.<br />

los muy clásicos, que parecían escritos aque­<br />

l<strong>la</strong> misma mañana.<br />

Unos éramos economistas. otros éramos<br />

campesinos. otros éramos ingenieros. otros<br />

éramos artistas. Todos éramos original, esen­<br />

cialmente. revolucionarios, y sentíamos no<br />

necesi1:ar <strong>de</strong> membrete que lo pregonara,<br />

como los pájaros que veíamos no necesita­<br />

ban el cartelito en <strong>la</strong>tín <strong>de</strong> ünneo <strong>para</strong> can­<br />

tar con <strong>la</strong> voz exacta, seguros <strong>de</strong> que aunque<br />

los sabios distraídos pusieran cartel <strong>de</strong> cere­<br />

zo en el manzano. siempre seria una manza­<br />

na <strong>la</strong> que les cayera a <strong>de</strong>scubrir <strong>la</strong> ley <strong>de</strong><br />

Newton, Nacidos, crecidos en respirar aquel<br />

aire joven <strong>de</strong> México, nos i<strong>de</strong>ntificaba un<br />

afán <strong>de</strong> construir cosas nuevas. <strong>de</strong> adoptar<br />

posturas nuevas ante <strong>la</strong> vida Sentíamos esto<br />

lo único revolucionario y más sincero que<br />

tomar simplemente lo viejo y barnizarlo y<br />

escribir encima: "!Viva <strong>la</strong> Revolución!", que<br />

era a fin <strong>de</strong> cuentas lo que nos pedían unos<br />

amigos rusos caídos en el pozo <strong>de</strong> <strong>la</strong> propa­<br />

ganda. creyéndolo torreón por explicable<br />

efecto <strong>de</strong> óptica, y otros espejos <strong>de</strong> todas<br />

partes que se cre(an obligados a espejos<br />

suyos.<br />

y empezamos a rec<strong>la</strong>mar <strong>de</strong> cada uno lo<br />

mejor que su personal aptitud le permitie­<br />

se crear, sin preocuparse <strong>de</strong> <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong><br />

respon<strong>de</strong>r a una c<strong>la</strong>sificación revolucionaria<br />

que hasta sin querer; íntimamente, habría <strong>de</strong><br />

llevar su obra <strong>de</strong> todas maneras. En el caso<br />

particu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> los poetas, les exigimos tan<br />

sólo que hicieran poesía. viva y viva. aunque<br />

no dijesen -y mejor si no lo <strong>de</strong>cfan- el epi­<br />

sodio pintoresco o <strong>la</strong> doctrina social o eco­<br />

nómica <strong>de</strong> <strong>la</strong> revolución. que <strong>para</strong> eso esta­<br />

ban all( el economista. el político, el legis<strong>la</strong>-<br />

Biblioteca efe México<br />

dor. Que queríamos <strong>de</strong> ellos pura poesía,<br />

que no vendieran <strong>la</strong> primogenitura <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

creación estética por <strong>la</strong>s lentejas <strong>de</strong> una<br />

divulgación social que <strong>la</strong> revolución había<br />

encomendado ya. con mejor juicio, al maes­<br />

tro <strong>de</strong> escue<strong>la</strong> y al periodista. Que su poe­<br />

sía sería reaccionaría, que no sería al fin<br />

poesía, aunque sus materiales fueran arado<br />

y martillo, si con ellos no <strong>de</strong>scubría nueva<br />

belleza formal y esencial, y que sería revo­<br />

lucionaria en sí y por sí misma si se daba<br />

sinceramente, fervorosamente. a <strong>la</strong> expre­<br />

sión cabal <strong>de</strong> sus propios individuales<br />

hal<strong>la</strong>zgos. La revolución no nos <strong>de</strong>cfa: "El<br />

que me busque me per<strong>de</strong>rá", sino "El que<br />

me busque en parte alguna que no sea en<br />

todas partes me per<strong>de</strong>rá".<br />

y esta voz sonreía a todos los que hasta<br />

aquel<strong>la</strong> hora nos habíamos encenrado en nuestras<br />

bibliotecas y en nuestras universida<strong>de</strong>s,<br />

temerosos <strong>de</strong> que <strong>la</strong> mera busca <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad<br />

o <strong>de</strong> <strong>la</strong> belleza por el<strong>la</strong>s mismas, <strong>de</strong>sinteresada­<br />

mente, no fuera a caber en el mundo, retorci­<br />

do en convulsiones materiales, que nuestros<br />

antecesores inmediatos nos querían hacer<br />

creer era sólo nuestro México <strong>de</strong> aquellos días.<br />

De ahí <strong>para</strong> siempre. nuestra alegría <strong>de</strong> traba­<br />

jar belleza inútil iba a aceptarse legítima.'<br />

, Publicado originalmente en Lecturas Domínico/es. suple­<br />

mento <strong>de</strong> E/ TIempo. Bogotá. 2S <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1934.<br />

Aparecido posteriormente en Lo Gaceto <strong>de</strong>/ Fondo <strong>de</strong><br />

Culturo Económico, Méxko. abril. I 979.

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