Apunte 2 De martir a heroe y de
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«totalidad». En un escenario mo<strong>de</strong>rno líquido que favorece (y se sostiene sobre) los intereses <strong>de</strong>l<br />
consumidor, ninguno <strong>de</strong> esos i<strong>de</strong>ales conserva su atractivo pasado, ni se ve reforzado por la experiencia<br />
diaria, ni sintoniza con las respuestas aprendidas, ni conecta con las intuiciones <strong>de</strong> sentido común adquiridas.<br />
<strong>De</strong> ahí que se tienda a reemplazar esos i<strong>de</strong>ales por los valores <strong>de</strong> la gratificación instantánea y <strong>de</strong> la felicidad<br />
individual.<br />
A medida que la sociedad mo<strong>de</strong>rna liquida y su consumismo endémico avanzan, los mártires y los<br />
héroes se hallan en franca retirada. Hoy encuentran su último refugio entre aquellos pueblos que todavía<br />
libran lo que a muchos habitantes <strong>de</strong>l planeta (quizás, a la mayoría <strong>de</strong> ellos) se les antoja una guerra contra<br />
todo pronóstico <strong>de</strong> victoria y que ya tienen perdida <strong>de</strong> antemano; una guerra contra las formidables potencias<br />
financieras y militares globales que asedian los escasos territorios vírgenes que aún quedan con el fin <strong>de</strong><br />
implantar su forma <strong>de</strong> «vida nueva» don<strong>de</strong>quiera que vayan (un modo <strong>de</strong> vida que, para quienes lo reciben,<br />
augura el fin <strong>de</strong> la vida que habían conocido hasta entonces y, quizás, incluso el fin <strong>de</strong> la vida en general).<br />
A los más <strong>de</strong>sesperanzados y <strong>de</strong>sesperados <strong>de</strong> los asediados les quedan pocas opciones salvo recurrir<br />
al argumento <strong>de</strong>finitivo: el sacrificio voluntario <strong>de</strong> su propia vida con la esperanza <strong>de</strong> dar testimonio (por<br />
trágicamente retorcido que sea) <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong>l modo <strong>de</strong> vida que se les ha hecho imposible vivir y que está a<br />
punto <strong>de</strong> serles negado para siempre. Para ellos, una muerte dignificada <strong>de</strong> ese modo se les antoja la última<br />
oportunidad <strong>de</strong> alcanzar una dignidad que ya les ha sido arrebatada en vida. Esas personas son material<br />
maleable en manos <strong>de</strong> hábiles y astutos manipuladores, crueles y <strong>de</strong>spiadados. Es <strong>de</strong> esas filas <strong>de</strong> don<strong>de</strong> se<br />
recluta a los terroristas <strong>de</strong> la actualidad. Son mutantes <strong>de</strong>plorablemente distorsionados <strong>de</strong> los mártires <strong>de</strong> la<br />
vieja escuela, sobre los que también se ha injertado una imitación igualmente <strong>de</strong>formada <strong>de</strong> los héroes <strong>de</strong><br />
antaño.<br />
Los mártires <strong>de</strong> tiempos pretéritos estaban preparados para sufrir, pero no para hacer que otros<br />
sufrieran, puesto que la eficacia <strong>de</strong>l <strong>martir</strong>io voluntario estribaba en la prueba que con a se pretendía ofrecer<br />
<strong>de</strong> la valía inmortal <strong>de</strong> la creencia en cuya <strong>de</strong>fensa aquellos mártires se inmolaban; el «heroísmo», por su<br />
parte, solía medirse por el número <strong>de</strong> enemigos que el suicidio <strong>de</strong>l héroe lograba <strong>de</strong>struir. Los mártires <strong>de</strong> la<br />
fe no eran héroes y los héroes <strong>de</strong> las guerras nacionales habrían rechazado la etiqueta <strong>de</strong> mártires por la<br />
ineficacia <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> éstos (una ineficacia que tanto los héroes como sus panegiristas habrían tachado <strong>de</strong><br />
lamentable). Pero por virtuosos que los mártires y los héroes reivindiquen ser o sean reivindicados como<br />
tales por otros en sus respectivos y distintos términos, la combinación <strong>de</strong> sus cualida<strong>de</strong>s produce una mezcla<br />
incongruente y ciertamente satánica...<br />
La sociedad mo<strong>de</strong>rna líquida <strong>de</strong> consumo convierte las hazañas <strong>de</strong> los mártires, los héroes y todas las<br />
versiones híbridas <strong>de</strong> unos y otros en hechos sencillamente incomprensibles e irracionales y, por<br />
consiguiente, atroces y repulsivos. Esa sociedad promete la felicidad fácil, alcanzable por medios nada<br />
heroicos y que por tanto, <strong>de</strong>berla estar -tentadora y gratificadora- al alcance <strong>de</strong> todo el mundo (o, mejor<br />
dicho, <strong>de</strong> todos los consumidores). El <strong>martir</strong>io y, en general, toda clase <strong>de</strong> sufrimiento «por una causa», es<br />
ahora representado como el resucitado <strong>de</strong> la fechoría <strong>de</strong> otra persona o como un caso que sólo pue<strong>de</strong><br />
explicarse como una acción dolosa premeditada <strong>de</strong> los actores (en cuyo caso, los culpables <strong>de</strong>ben ser<br />
hallados y castigados) o como un fallo psicológico (en cuyo caso, <strong>de</strong>berían ser sometidos a terapia con la<br />
esperanza <strong>de</strong> que se curen algún días. A diferencia <strong>de</strong> otros tipos pasados y presentes <strong>de</strong> sociedad, la que aquí<br />
nos ocupa pue<strong>de</strong> ser a<strong>de</strong>cuadamente <strong>de</strong>scrita sin necesidad <strong>de</strong> recurrir a las categorías <strong>de</strong>l «<strong>martir</strong>io» y el<br />
«heroísmo», pero necesita, eso sí, <strong>de</strong> dos categorías relativamente nuevas que esta misma sociedad ha<br />
situado en el centro <strong>de</strong> la atención pública: las <strong>de</strong> la víctima y el famoso (o la celebridad).<br />
En la sociedad actual, <strong>de</strong> nadie se espera que sufra dolor a menos que éste haya sido infligido por las<br />
autorida<strong>de</strong>s competentes como merecido castigo por una mala conducta. La cuestión <strong>de</strong> hasta qué punto el<br />
dolor ocasionado se correspon<strong>de</strong> con la magnitud y la gravedad <strong>de</strong> la falta (y pue<strong>de</strong> ser entonces 'consi<strong>de</strong>rado<br />
plena y auténticamente merecido) suele ser sumamente controvertida. El <strong>de</strong>recho a <strong>de</strong>cidir sobre tal cuestión<br />
es uno <strong>de</strong> los principales elementos en juego en la lucha por el po<strong>de</strong>r, y las <strong>de</strong>cisiones que reflejan la<br />
jerarquía <strong>de</strong> fuerzas <strong>de</strong>l momento continúan siendo vinculantes (aunque no necesariamente incuestionables)<br />
mientras persista tal jerarquía. El sufrimiento por otro motivo que no sea estrictamente el cumplimiento <strong>de</strong><br />
una pena (conveniente atenuada) por un <strong>de</strong>lito o una falta es consi<strong>de</strong>rado evitable e injustificado; si alguien<br />
lo pa<strong>de</strong>ce, habrá que hallar al responsable <strong>de</strong> tal exceso y habrá que inculparle por ello. Cada caso <strong>de</strong><br />
sufrimiento es, pues, potencialmente, un caso <strong>de</strong> victimización, y cualquiera que pa<strong>de</strong>zca dolor (al menos,<br />
potencialmente también) es una víctima.<br />
casaemaús 5 <strong>De</strong> Mártir a héroe y <strong>de</strong> héroe a celebridad