04.05.2013 Views

eduardo-galeano-bocas-del-tiempo

eduardo-galeano-bocas-del-tiempo

eduardo-galeano-bocas-del-tiempo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Eduardo Galeano Bocas <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong><br />

La hermana, Ivonne Galeano, lo miró y salió corriendo. Golpeó las puertas de sus vecinas, y<br />

con un dedo en los labios las invitó al espectáculo. Ellas abandonaron sus muñecas, a medio<br />

vestir, a medio peinar, y en puntas de pie, tomadas de las manos, se asomaron a la cuna <strong>del</strong><br />

bebé. No se pusieron coloradas de envidia, ni palidecieron por el complejo de castración.<br />

Aguantándose la risa, comentaron:<br />

–iMirá lo que se trajo este loco para hacer pipí!<br />

El viento<br />

Cuatro años cumplía Diego López y aquella mañana le brincaba en el pecho la alegría, la<br />

alegría era una pulga saltando sobre una rana saltando sobre un canguro saltando sobre un<br />

resorte, mientras las calles volaban al viento y el viento batía las ventanas. Y Diego abrazó a su<br />

abuela Gloria y en secreto, al oído, le ordenó:<br />

–Vamos a entrar en el viento.<br />

Y la arrancó de la casa.<br />

El sol<br />

En algún lugar de Pennsylvania, Anne Merak trabaja como ayudante <strong>del</strong> sol.<br />

Ella está en el oficio desde que tiene memoria. Al fin de cada noche, Anne alza sus brazos y<br />

empuja al sol, para que irrumpa en el cielo; y al fin de cada día, bajando los brazos, acuesta al sol<br />

en el horizonte.<br />

Era muy chiquita cuando empezó esta tarea, y jamás ha faltado a su trabajo.<br />

Hace medio siglo, la declararon loca. Desde entonces, Anne ha pasado por varios<br />

manicomios, ha sido tratada por numerosos psiquiatras y ha engullido muchísimas pastillas.<br />

Nunca consiguieron curarla. Menos mal.<br />

El eclipse<br />

Cuando la luna apaga el sol, los indios kayapó disparan flechas de fuego hacia el cielo, para<br />

devolver al sol su luz perdida. Los barí suenan tambores, para que el sol regrese. Los aymaras<br />

lloran, y a gritos suplican al sol que no los abandone.<br />

A fines <strong>del</strong> 94, hubo pánico en Potosí. Cayó la noche en plena mañana y quedó el cielo<br />

súbitamente negro y con estrellas. En aquel mundo helado de muerte, mundo <strong>del</strong> fin <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong>,<br />

lloraron los indios, aullaron los perros, se escondieron los pájaros, y en un santiamén se<br />

marchitaron las flores.<br />

Helena Villagra estaba allí. Cuando el eclipse acabó, ella sintió que algo le faltaba en una<br />

oreja. Un arete, un solcito de plata, se le había caído. Ella buscó al pequeño sol por los suelos,<br />

durante largo rato, aunque sabía que no iba a encontrarlo jamás.<br />

La noche<br />

La luna<br />

La luna madura embaraza la tierra, y hace que el árbol cortado siga vivo en su madera.<br />

La luna llena alborota a los lunáticos, a los alunados, a las mujeres y a la mar.<br />

17

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!