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Alternativa 3 - La Verdad Oculta entre las Sombras

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Benson se dirigió a la Universidad de St. Andrews, donde el rector le informó de que<br />

Patterson ya había partido hacia Estados Unidos. Aparentemente, había tenido que hacerlo<br />

antes de lo previsto.<br />

“Me dijo que ellos le necesitaban con más urgencia de lo que había propuesto –le contó<br />

el rector-. <strong>La</strong>mento mucho que su viaje haya sido inútil, y permítame aclararle que Patterson no<br />

suele comportarse así... No acostumbra a concertar <strong>entre</strong>vistas y no cumplir. Supongo que con<br />

<strong>las</strong> prisas lo olvidó completamente...”<br />

¿Ellos? ¿Quiénes eran ellos?<br />

El rector meneó la cabeza, como disculpándose. “<strong>La</strong>mentablemente tampoco puedo<br />

ayudarle en este sentido. Patterson se mostró bastante misterioso en cuanto a lo que iba a<br />

hacer y al sitio exacto al que se dirigía. Algún lugar de Estados Unidos..., eso es todo lo que<br />

dijo.”<br />

Nos hemos comunicado con todas <strong>las</strong> universidades de Estados Unidos. Ninguna de<br />

el<strong>las</strong> tiene conocimiento de que se le haya ofrecido un puesto a Robert Patterson. A nadie se le<br />

ocurre ninguna sugerencia en cuando a dónde puede estar.<br />

También nos hemos puesto en contacto con la empresa norteamericana a la que debía<br />

incorporarse Ann Clark; la misma que “tenía prisa por contar con ella”.<br />

<strong>La</strong> empresa confirmó que le ofrecieron un puesto cuyo salario duplicaba el que ella<br />

recibía en Norwich. También no explicaron que recibieron una breve nota de la doctora Ann<br />

Clark... en la que ésta le comunicaba que, por razones personales, no podía ir a Estados<br />

Unidos.<br />

Recordamos que Simon Butler expuso el siguiente paso del misterio durante aquel<br />

documental televisivo. Se trasladó con un equipo de cámaras al aparcamiento en la Terminal<br />

Número Tres del Aeropuerto de Heathrow y señaló el coche que Ann Clark había alquilado en<br />

Norwich.<br />

Repetimos <strong>las</strong> palabras exactas que Simon utilizó en aquel programa: “Cualquiera que<br />

fuese la razón que trajo aquí a Ann Clark... ella había dicho a sus amigos que volaría en Nueva<br />

York. Sin embargo, no figura en ningún sitio que Ann Clark haya salido de este aeropuerto<br />

aquel día o cualquier otro día. <strong>La</strong> única prueba de que estuvo aquí es el coche abandonado.<br />

Más allá de eso... nada”.<br />

Cerca había otro coche abandonado, en el mismo aparcamiento. Una <strong>La</strong>nd Rover azul.<br />

Pertenecía a Robert Patterson.<br />

No obstante, transcurrió cierto tiempo hasta que el equipo de televisión encontró esos<br />

coches. En realidad, los descubrieron meses después del retorno de Benson de Escocia.<br />

Podrfían no haberlo encontrado nunca –y nunca se habría producido el programa sobre<br />

<strong>Alternativa</strong> 3- si no hubiera sido por la extraña historia de Brian Pendlebury.<br />

El proyecto sobre fuga de cerebros estaba casi concluido en abril de 1976. Dickson<br />

había encontrado otra serie de <strong>entre</strong>vistados y la tarea había alcanzado simultáneamente con<br />

trabajos sobre otros temas... incluyendo un novedoso método revolucionario para “estirar” el<br />

consumo de petróleo y el correspondiente a <strong>las</strong> Criadas Mecánicas.<br />

A Butler sólo le quedaban por hacer un par de montajes finales en el estudio y el<br />

programa sobre la fuga de cerebros quedaría listo para su transmisión.<br />

Naturalmente, estaban desconcertados por el extraño comportamiento de Ann Clark y<br />

Roberto Patterson- aparte de que había recibido algunos memorándums cáusticos de Harman<br />

con respecto al “excesivo despilfarro de instalaciones fílmicas”- pero ellos producían un<br />

programa científico y no les incumbía la desaparición de nadie.<br />

Y así había quedado todo... si una noche Chris Clements no hubiese oído de labio de<br />

un vecino, en el bar de su barrio, una historia sumamente inquietante...<br />

El vecino tenía unos parientes de apellido Pendlebury, que vivían en Manchester. Al<br />

parecer, el hijo de los Pendlebury –un experto en electrónica- se había evaporado en Australia.<br />

Más extraño aún, parecía haber escrito a sus padres durante meses... desde un domicilio en el<br />

que siquiera lo conocían.<br />

“Brian siempre fue un tipo egoísta, sólo interesado en lo que tenía que ver<br />

exclusivamente con él, pero esto es una barbaridad –comentó el vecino-. Incluso les envió<br />

fotografías, pero ahora parece ser que nunca estuvo allí...”.<br />

Aquello no tenía sentido para Clements, pero por la noche reflesionó al respecto y al<br />

día siguiente hizo un comentario a Colin Benson.<br />

-Parece ser que ha llegado la temporada de desaparición de los científicos –dijo-.<br />

Aunque quizá sólo se trate de una travesura que les gasta a sus padres.<br />

-¿Y si no lo fuera? –inquirió Benson repentinamente.

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