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dComercio: El boletín mensual de la Cámara de Comercio de Zaragoza · Número 17 · Noviembre 2008
dComercio: El boletín mensual de la Cámara de Comercio de Zaragoza · Número 17 · Noviembre 2008
///////////////////////////////////////////////////// *De toda la vida: ////////////
EL PAISAJE URBANO de la Calle
Alfonso I no se podría completar
sin rescatar la fachada de La
Casa Blanca. Este comercio no
ha cambiado de ubicación desde
que Celestino Salinero lo pusiese
en macha hace justo 100 años
inspirado por La Maison Blanche,
una tienda de moda de niños de
París que le cautivó en uno de sus
viajes y de la que reprodujo hasta
el nombre.
Nacido en Ayerbe (Huesca), el
joven Celestino llegó a Zaragoza y
comenzó a trabajar en una tienda,
aunque pronto decidió emprender su
propio negocio. Inquieto, resoluto y
vivaz, Celestino se entregó en cuerpo
y alma al negocio, llegando incluso a
dormir en el local comercial, tras el
mostrador.
“La tienda empezó vendiendo
ropa de todo tipo, no sólo para
niños, y tenía unos grandes
talleres”, recuerda María José
Salinero, nieta del fundador y
actual propietaria de La Casa
Blanca, mientras sostiene una foto
de las costureras de esa época.
Antonio, hijo de Celestino, fue
el encargado de continuar con el
negocio. “También empezó muy
joven y fue pasando por todos los
escalafones del negocio, desde
“La dedicación de Ceslestino Salinero le llevó
a dormir tras el mostrador muchas veces”
La Casa Blanca
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talleres a la venta”, afirma María
José. El negocio se fue especializando
hacia la ropa infantil y conservaba
los talleres en los que se producía
la misma ropa que después se
comercializaba. “Mi madre era
maestra y no quería que me dedicara
a trabajar en la tienda, pero con 17
años ya estaba allí. También tuve que
pasar por todas las fases del negocio,
desde coser a vender”, recuerda.
En la actualidad, La Casa Blanca
ya no tiene los talleres al costado y ha
reducido su superficie, pero sigue al
pie del cañón. Con María José se llegó
a la actual tercera generación de este
negocio familiar, “probablemente la
última -señala- porque el comercio
es muy sacrificado y mis hijos ya
han encauzado su vida por otros
caminos”.
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C/ Alfonso I, 22-24