introducción - Mapa del Sitio
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RIQUEZA Y PODER AL SERVICIO DEL LINAJE<br />
Fraga, <strong>del</strong> absolutismo al régimen liberal<br />
I
II<br />
¡Nobles Fraga eran tus fueros!<br />
¡Grandes tus preeminencias!<br />
¡No existían diferencias<br />
De señores ni pecheros!<br />
(Fragmento de una loa “a la muy noble y vigilante ciudad de Fraga”,<br />
firmada por un descendiente de los Foradada en 1927.)<br />
En 1874, Joaquín Foradada era propietario<br />
de un ingenio de azúcar en Cuba<br />
con 975 esclavos de color, entre varones y hembras.<br />
(Documentación de los descendientes de la familia Foradada)
ÍNDICE<br />
INTRODUCCIÓN<br />
I. Origen y objeto de este libro.<br />
II. Conceptos historiográficos de referencia.<br />
III. Fuentes y metodología.<br />
IV. Metrología fragatina.<br />
PRIMERA PARTE: COORDENADAS DE UNA ESTRUCTURA AGRARIA<br />
III<br />
Página<br />
CAPÍTULO 1º: LA POBLACIÓN. 1<br />
1.1 La configuración <strong>del</strong> hábitat.<br />
1.1.1 El término municipal en el entorno comarcal.<br />
1.1.2 El “cor de la vila”: su configuración urbana medieval y moderna.<br />
1.1.3 Edificación y poblamiento desde el siglo XVIII al XX.<br />
1.1.4 La población comarcal entre el Medievo y el presente.<br />
1.2 Evolución de la población local.<br />
1.2.1 Valoración de las fuentes y <strong>del</strong> coeficiente conversor.<br />
1.2.2 Los escasos datos anteriores al siglo XVIII.<br />
1.2.3 El período de mayor crecimiento. 1715-1860.<br />
1.2.4 La evolución desde 1860 hasta el presente.<br />
1.3 El régimen demográfico.<br />
1.3.1 Estructura de la población por edad, sexo y estado civil.<br />
1.3.2 El componente migratorio.<br />
1.3.3 La epidemia como indicador de la coyuntura demográfica.<br />
1.4 El orden estamental de la población.<br />
1.4.1 Los “cuerpos inmortales”.<br />
1.4.2 El Estado de Hidalgos.<br />
1.4.3 El Estado Llano: cofradías piadosas y gremios de oficios.<br />
CAPÍTULO 2º: FACTORES DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA. 102<br />
2.1 La población activa.<br />
2.1.1 Las fuentes fiscales y los criterios de clasificación de oficios.<br />
2.1.2 Sectores económicos y grupos de actividad: las cuatro generaciones.<br />
2.1.3 El peso relativo de los sectores a través <strong>del</strong> tiempo.<br />
2.2 Tierra, trabajo y consumo.<br />
2.2.1 Las tierras <strong>del</strong> municipio.<br />
2.2.2 El hambre de tierra.<br />
2.2.3 El perfeccionamiento de la propiedad.<br />
2.2.4 Factores <strong>del</strong> crecimiento agrario: intensificación y extensión.<br />
2.2.5 Distribución y tenencia de la tierra.<br />
2.2.6 La coyuntura secular.<br />
2.2.7 Precios y salarios como indicadores de la coyuntura.<br />
2.3 Cultivos y comercialización.<br />
2.3.1 Sistemas de cultivo, rendimientos y producto útil.<br />
2.3.2 Las vías <strong>del</strong> tráfico comercial.<br />
2.3.3 De la protección a la liberalización <strong>del</strong> comercio.<br />
2.3.4 La Compañía de Calaf, paradigma <strong>del</strong> tráfico comercial.<br />
2.3.5 Los imitadores locales y su aparente fragilidad.<br />
CAPÍTULO 3º: LAS CARGAS SOBRE LA ECONOMÍA. 334<br />
3.1 El diezmo: carga y beneficio.<br />
3.1.1 El diezmo eclesiástico y el secularizado.<br />
3.1.2 La gestión <strong>del</strong> diezmo secularizado.<br />
3.2 El endeudamiento privado.
3.2.1 Censatarios, censualistas y flujos de renta.<br />
3.2.2 Crecimiento económico y endeudamiento: tipología de los censos.<br />
3.2.3 La estructura <strong>del</strong> endeudamiento a fines <strong>del</strong> Antiguo Régimen.<br />
3.2.4 Las deudas de corta duración: <strong>del</strong> censo a la obligación.<br />
3.2.5 El pósito municipal como institución crediticia.<br />
3.3 La fiscalidad Borbónica.<br />
3.3.1 La exención de impuestos: un privilegio frustrado.<br />
3.3.2 La <strong>introducción</strong> de la Única Contribución.<br />
3.3.3 El pago de la Única Contribución.<br />
3.3.4 Evolución de la carga y de la presión contributiva.<br />
3.3.5 ¿Quiénes controlan, quiénes peritan, quiénes cobran?<br />
CAPÍTULO 4º: TAXONOMÍA DE LOS CONTRIBUYENTES. 460<br />
4.1 El distanciamiento progresivo entre los contribuyentes.<br />
4.1.1 Principales rasgos al inicio de la etapa.<br />
4.1.2 Los rasgos diferenciales al final de la etapa.<br />
4.2 La evolución secular: una sociedad cada vez más dinámica.<br />
4.2.1 Evolución de la riqueza global y de los porcentajes de contribuyentes.<br />
4.2.2 Diferentes grados de correlación entre cuotas fiscales.<br />
SEGUNDA PARTE: EL GOBIERNO DEL MUNICIPIO.<br />
CAPÍTULO 5º: LOS OBJETOS DEL PODER LOCAL. 485<br />
5.1 Los abastos.<br />
5.1.1 El pan.<br />
5.1.2 El vino.<br />
5.1.3 La carne.<br />
5.1.4 Las tiendas y el aceite.<br />
5.1.5 La imposición de sisas y arbitrios como objeto <strong>del</strong> poder local.<br />
5.1.6 El derecho de alfarda como principal arbitrio municipal.<br />
5.2 Bienes comunes y de propios.<br />
5.2.1 El control y disminución progresiva de los bienes comunales.<br />
5.2.2 Los bienes considerados como propios <strong>del</strong> ayuntamiento.<br />
5.2.3 La hacienda municipal.<br />
5.2.4 Destinatarios de las rentas de propios.<br />
CAPÍTULO 6º: LOS SUJETOS DEL PODER LOCAL. 589<br />
6.1 Antecedentes forales <strong>del</strong> poder municipal.<br />
6.1.1 El contexto regional próximo.<br />
6.1.2 Rasgos <strong>del</strong> sistema de poder foral en Fraga.<br />
6.1.3 La insaculación controlada.<br />
6.2 La espoleta <strong>del</strong> cambio: la guerra de Sucesión.<br />
6.2.1 La fi<strong>del</strong>idad tradicional ‘al rey’ y, de nuevo, a Felipe V.<br />
6.2.2 La fi<strong>del</strong>idad recompensada.<br />
6.2.3 La Nueva Planta de gobierno.<br />
6.3. La nómina de los sujetos de poder.<br />
6.3.1 Los gobernantes locales en el conjunto de la etapa.<br />
6.3.2 Rasgos de la evolución generacional en el poder.<br />
CAPÍTULO 7º: LA CONFLICTIVIDAD POLÍTICA. 660<br />
7.1 Entre la perpetuación y los aires “nefastamente democráticos”<br />
7.1.1 El poder <strong>del</strong> clero frente al ayuntamiento y a la “Conservación”.<br />
7.1.2 Tras la Concordia, el primer intento de perpetuación en los cargos.<br />
7.1.3 La conflictiva intromisión de los diputados <strong>del</strong> común.<br />
7.1.4 La oligarquía tradicional frente a los advenedizos.<br />
7.2 El creciente control ‘exterior’ <strong>del</strong> poder local.<br />
7.2.1 La Ilustración lejana frente a la realidad cotidiana.<br />
IV
7.2.2 La imposición <strong>del</strong> corregimiento.<br />
7.2.3 El poder local durante la guerra de la Independencia.<br />
7.3 El final <strong>del</strong> Antiguo Régimen. La cuarta generación de poder.<br />
7.3.1 La reposición <strong>del</strong> ayuntamiento de 1808.<br />
7.3.2 Las depuraciones políticas.<br />
7.3.3 Perpetuación versus insaculación. La lucha por los puestos clave.<br />
7.3.4 Las quejas de los “hombres nuevos”.<br />
7.3.5 La eclosión política partidista <strong>del</strong> Trienio Liberal.<br />
7.3.6 La etapa absolutista final.<br />
TERCERA PARTE: LA SOCIEDAD FRAGATINA<br />
CAPÍTULO 8º: LA ESTRUCTURA FAMILIAR. 778<br />
8.1 Grupo doméstico, casa y segmento de linaje.<br />
8.1.1 Grupo doméstico y herencia.<br />
8.1.2 Modalidades de transmisión patrimonial.<br />
8.2 La casa y las diferentes ramas familiares.<br />
8.2.1 El matrimonio y sus modalidades.<br />
8.2.2 Diferentes trayectorias patrimoniales de las ramas.<br />
8.3 El linaje como capital honorífico, material y de poder.<br />
CAPÍTULO 9º: PROSOPOGRAFÍA DE LINAJES FRAGATINOS. 823<br />
9.1 Mayores contribuyentes sin continuidad generacional.<br />
9.1.1 En la primera generación <strong>del</strong> siglo XVIII.<br />
9.1.2 En la segunda generación <strong>del</strong> siglo XVIII.<br />
9.1.3 En la tercera generación <strong>del</strong> siglo XVIII.<br />
9.1.4 En la cuarta generación <strong>del</strong> siglo XVIII.<br />
9.2 Segmentos de linajes de menor peso patrimonial.<br />
9.2.1 Con bisabuelo mayor contribuyente.<br />
9.2.2 Con abuelo destacado.<br />
9.2.3 Con éxito de los nietos.<br />
9.2.4 Con arraigo creciente de los biznietos.<br />
9.3 Linajes de la “segunda nobleza”.<br />
9.3.1 Un linaje tradicional ¿venido a menos?: los Ibarz.<br />
9.3.2 “Nadie es alguien mientras no emparenta con un Cabrera”.<br />
9.3.3 El paradigma de la adaptación: la saga de los Barrafón-“Bonifant”.<br />
9.3.4 Del trato ganadero a la actividad crediticia: los Vera.<br />
9.3.5 La red de los intermediarios <strong>del</strong> poder: los Galicia-Catalán-Jorro.<br />
9.3.6 Los Martí como paradigmas <strong>del</strong> comerciante-arrendatario.<br />
9.4 La cúpula de los linajes infanzones.<br />
9.4.1 La excepción: el mayor beneficiario forastero de renta local.<br />
9.4.2 Los Bodón apegados al censualismo tradicional.<br />
9.4.3 El orgullo infanzón: los Perisanz, los Aymerich, los Foradada.<br />
9.4.4 La más estrecha “coligación de parentesco”: los Doménech y los Villanova.<br />
9.5 Linajes inmigrantes de “hombres nuevos”.<br />
9.5.1 De la Inquisición al liberalismo “exaltado”: de los Isach a los Salarrullana.<br />
9.5.2 Del afán por ennoblecerse al disfrute de la propiedad burguesa: los Rubio.<br />
9.5.3 Los Portolés, ¿infanzones de abarca?<br />
9.5.4 Los Miralles: <strong>del</strong> mancebo inmigrante a la cúpula económico-social.<br />
9.5.5 El “coloso” Monfort.<br />
9.6 Visión de conjunto: predominio por la sangre, el saber y el dinero.<br />
V
ÍNDICE DE CUADROS, GRÁFICOS Y MAPAS.<br />
ÍNDICE DE CUADROS.<br />
Cuadro 1: Evolución <strong>del</strong> caserío y familias <strong>del</strong> núcleo urbano.<br />
Cuadro 2: Evolución de la población en el Bajo Cinca.<br />
Cuadro 3: Evolución de la población en el Segrià.<br />
Cuadro 4: Población, índices y tasas de crecimiento 1715-1860.<br />
Cuadro 5: Evolución de la población contemporánea. 1860-2006.<br />
Cuadro 6: Índices de la población de derecho respecto a 1900=100.<br />
Cuadro 7: Estructura por edades regional y nacional en 1787.<br />
Cuadro 8: Distribución de la población en el censo de Floridablanca. Fraga 1787.<br />
Cuadro 9: Población por edad, sexo y estado civil. Fraga 1817.<br />
Cuadro 10: Distribución de la población en el padrón de 1834.<br />
Cuadro 11: Índices <strong>del</strong> crecimiento de la población en el Bajo Cinca.<br />
Cuadro 12: Densidades de población en el Bajo Cinca 1718-1860.<br />
Cuadro 13: Datos sobre migración obtenidos de fuentes contributivas.<br />
Cuadro 14: Inmigrantes empadronados en Fraga en 1834.<br />
Cuadro 15: Organigrama <strong>del</strong> capítulo eclesiástico (33 piezas).<br />
Cuadro 16: Capellanías conocidas en Fraga.<br />
Cuadro 17: Producto líquido de los “cuerpos inmortales”. 1789-1835.<br />
Cuadro 18: Hidalgos reconocidos y asimilados. 1751-1832.<br />
Cuadro 19: Evolución de la población activa y porcentajes intersectoriales.<br />
Cuadro 20: Ranquin de los grupos de oficios según su cuota media en 1730.<br />
Cuadro 21: Datos socio-profesionales <strong>del</strong> censo de Floridablanca en Fraga.<br />
Cuadro 22: Porcentajes de los principales estados y profesiones en 1787.<br />
Cuadro 23: Habitantes, población activa y oficios significativos 1730-1860.<br />
Cuadro 24: Evolución de la tierra cultivada 1715-1859.<br />
Cuadro 25: Distribución de la huerta vieja en 1730.<br />
Cuadro 26: Tamaño de las posesiones de regadío en 1730.<br />
Cuadro 27: Distribución de la huerta vieja + huerta nueva en 1832.<br />
Cuadro 28: Tamaño de las posesiones de regadío en 1832.<br />
Cuadro 29: Distribución de la tierra de secano en 1730.<br />
Cuadro 30: Tamaño de las masadas en 1730.<br />
Cuadro 31: Distribución de la tierra de secano en 1832.<br />
Cuadro 32: Tamaño de las masadas <strong>del</strong> monte en 1832.<br />
Cuadro 33: Ganado de labor en Fraga 1751-1859.<br />
Cuadro 34: Porcentaje de poseedores de ganado de labor por grupo profesional.<br />
Cuadro 35: Reses y caballerías de labor por contribuyente 1751-1832.<br />
Cuadro 36: Coyuntura agrícola y epidemias en Fraga 1716-1833.<br />
Cuadro 37: Rendimiento neto por fanega de tierra cultivada 1730-1859.<br />
Cuadro 38: Evolución <strong>del</strong> valor catastral de la tierra 1730-1832.<br />
Cuadro 39: Distribución de cuotas decimales entre los partícipes 1700-circa 1770.<br />
Cuadro 40: Distribución de cuotas decimales entre los partícipes 1770-1800.<br />
Cuadro 41: Distribución de cuotas decimales entre los partícipes 1800-1840.<br />
Cuadro 42: Endeudamiento de los vecinos en el catastro de 1730.<br />
Cuadro 43: Posesión de tierra y estructura censal en 1751.<br />
Cuadro 44: Flujos de renta según declaración de los censatarios en 1751.<br />
Cuadro 45: Grupos de censualistas y estructura crediticia en 1786.<br />
Cuadro 46: Censualistas por grupos socio-profesionales en 1832.<br />
Cuadro 47: Endeudamiento en el catastro de 1832.<br />
VI
Cuadro 48: Evolución de la contribución asignada y de la cargada sobre los vecinos.<br />
Cuadro 49: Evolución de la presión contributiva 1730-1832.<br />
Cuadro 50: Evolución de los coeficientes de correlación en la etapa.<br />
Cuadro 51: Datos conocidos sobre el precio <strong>del</strong> pan en Fraga.<br />
Cuadro 52: Justicias y bailes conocidos de la villa.<br />
Cuadro 53: Cargos de alcalde primero y segundo 1711-1837.<br />
Cuadro 54: Linajes de regidores 1711-1837.<br />
Cuadro 55: Tipos y porcentajes de grupos domésticos. Fraga, 1834.<br />
Cuadro 56: Tamaño <strong>del</strong> grupo doméstico y capacidad económica.<br />
Cuadro 57: Porcentajes de cuota satisfecha por linajes (MC) y (CS), 1730-1832.<br />
Cuadro 58: Árbol de brazos de don Ambrosio Jover Isach.<br />
Cuadro 59: Árbol de brazos de Camilo Miralles Cabrera.<br />
Cuadro 60: Segmentos de linajes (MC) tradicionales 1730-1832.<br />
Cuadro 61: Segmentos de linajes (MC) inmigrantes 1730-1832.<br />
ÍNDICE DE GRÁFICOS.<br />
Gráfico 1: Evolución <strong>del</strong> número de habitantes 1715-1860.<br />
Gráfico 2: Estructura por edad y sexo. Alcolea 1719.<br />
Gráfico 3: Estructura por edad y sexo. Alcolea y Fraga 1787.<br />
Gráfico 4: Estructura por edad y sexo. Fraga 1834.<br />
Gráfico 5: Edades de inmigración según el padrón de 1834.<br />
Gráfico 6: Evolución de la población activa en valores absolutos. 1730-1860.<br />
Gráfico 7: Índices de estacionalidad mensual media <strong>del</strong> trigo. 1822-1848.<br />
Gráfico 8: Estacionalidad <strong>del</strong> precio <strong>del</strong> trigo en Fraga. 1822-1848.<br />
Gráfico 9: Índices máximos y mínimos de la estacionalidad <strong>del</strong> precio <strong>del</strong> trigo.<br />
Gráfico 10: Precios <strong>del</strong> trigo en Fraga, Barbastro y Zaragoza 1649-1706.<br />
Gráfico 11: Precio <strong>del</strong> trigo en Fraga 1604-1848.<br />
Gráfico 12: Desviaciones cíclicas relativas 1701-1848.<br />
Gráfico 13: Precio <strong>del</strong> trigo en Fraga y Lérida 1701-1848.<br />
Gráfico 14: Precio de los cereales en Fraga 1822-1848.<br />
Gráfico 15: Evolución <strong>del</strong> indicador de riqueza total de (MCs), (CSs) y (PCs).<br />
Gráfico 16: Evolución <strong>del</strong> porcentaje de contribuyentes (PC), (CS) y (MC).<br />
Gráfico 17: Evolución de la cuota catastral de las ramas Cabrera.<br />
Gráfico 18: Evolución de la cuota catastral de los brazos Barrafón.<br />
Gráfico 19: Diferenciación patrimonial de ramas Foradada.<br />
Gráfico 20: Evolución <strong>del</strong> indicador de riqueza <strong>del</strong> linaje Cabrera.<br />
Gráfico 21: Evolución <strong>del</strong> indicador de riqueza Barrafón “Bonifant”.<br />
Gráfico 22: Evolución <strong>del</strong> indicador de riqueza de los Vera-Penella-Cabrera-Bellmunt<br />
Gráfico 23: Indicador de riqueza de la saga Martí…Nicolás.<br />
Gráfico 24: Evolución <strong>del</strong> indicador de riqueza de los Aymerich.<br />
Gráfico 25: Evolución patrimonial de las casas Villanova en Fraga.<br />
Gráfico 26: Evolución de la cuota promedio de linajes (MC).<br />
ÍNDICE DE MAPAS.<br />
<strong>Mapa</strong> 1: Término municipal de Fraga a inicios <strong>del</strong> siglo XX.<br />
<strong>Mapa</strong> 2: Montes de Monegros y Litera, partida <strong>del</strong> Secano y Huerta Vieja.<br />
<strong>Mapa</strong> 3: Huertas de Velilla, Fraga y Torrente con las dos acequias.<br />
VII
Siglas de archivos.<br />
A.C.A. Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona<br />
A.C.L. Archivo catedralicio de Lérida<br />
A.D.L. Archivo diocesano de Lérida<br />
A.D.Z. Archivo de la diputación de Zaragoza<br />
A.E.S. Archivo Espinosa-Salleras<br />
A.G.S. Archivo general de Simancas<br />
A.H.F. Archivo histórico de Fraga<br />
A.H.N. Archivo histórico nacional<br />
A.H.P.H. Archivo histórico provincial de Huesca<br />
A.H.P.L. Archivo histórico provincial de Lérida<br />
A.H.P.T. Archivo histórico provincial de Tarragona<br />
A.H.P.Z. Archivo histórico provincial de Zaragoza<br />
A.P.N.Z. Archivo de protocolos notariales de Zaragoza<br />
B.N. Biblioteca Nacional<br />
B.R.A.H. Biblioteca de la Real Academia de la Historia<br />
B.U.Z. Biblioteca Universitaria de Zaragoza<br />
INTRODUCCIÓN<br />
I. Origen y objeto de este libro.<br />
Hubo un tiempo en que yo era tan alto –o tan bajito, según se mire- como el<br />
Niño Jesús. Un Niño Jesús en efigie de cuatro palmos, sobre el que reposaba la<br />
mano protectora de un enorme San José, el de la vara florida. Padre e hijo me<br />
miraban todos los días al levantarme, desde un ángulo de la antecámara de mi<br />
alcoba. Sí, sí, antecámara y alcoba. Y es que yo nací y pasé mis primeros años en<br />
casa de mi abuela carnicera (el oficio más vil en el Antiguo Régimen), que había<br />
comprado el inmueble –una casa grande- a un tal “señor Çintet”; a los herederos<br />
de don Jacinto Orteu para ser más precisos, un adinerado oriundo de La Pobla de<br />
Segur, afincado en Fraga por su matrimonio con la hija única y heredera de uno de<br />
los linajes de mayor antigüedad en Fraga: Los Aymerich. Así que desde pequeño sé<br />
qué es sentirse de Ca, aunque sea de rebote espurio.<br />
En la pared frontal de mi cuarto lucía un enorme espejo oxidado desde<br />
mucho antes de mi nacimiento y <strong>del</strong> de mi abuela; desde mucho antes de que<br />
aquella talla en madera policromada presidiera la habitación. El Niño me miraba<br />
siempre con cara amable y risueña y yo –por la inclinación <strong>del</strong> espejo- podía hablar<br />
con la imagen o a su imagen a voluntad. Acariciaba la cara <strong>del</strong> Niño, sin apretarlo,<br />
cuando nadie nos veía, y los dos nos mirábamos juntos en el espejo. Éramos<br />
amigos y a veces, hablándole, le hacía partícipe de mis juegos.<br />
VIII
La escultura llevaba años arrinconada en mi habitación olvidada de todos,<br />
desde que alguien la trajo para protegerla <strong>del</strong> desmán fanático de unos hombres<br />
que quisieron cambiar el mundo quemándola. La habían arrastrado a la plaza de la<br />
iglesia parroquial una mañana de julio con ánimo de hacerla desaparecer en el<br />
fuego, junto a los libros <strong>del</strong> archivo parroquial, los santocristos, las vírgenes y<br />
demás imágenes.<br />
Cuando jugaba con el Niño yo era monaguillo. Cada año, el día 28 de julio<br />
subía acompañando a mosen Agustín hasta el cementerio para rezar un responso<br />
ante el monumento a los Caídos. Una enorme lápida conmemorativa recordaba a<br />
quienes habían sido asesinados frente a uno de los muros <strong>del</strong> campo santo. La<br />
vanguardia de la Columna Durruti los había juzgado –o no- sumariamente y con<br />
uno de los camiones requisados por la CNT-FAI los había conducido hasta allí.<br />
Yo, mientras le acercaba el hisopo al mossen, releía cada año la larga lista<br />
de nombres asesinados: “Rvdos. Benito Basols, Justo Pérez, Andrés Ruiz, Francisco<br />
Abenoza... Y luego otros nombres: Joaquín Badía, Tomás Badía, José Espitia,<br />
Manuel Cabrera, Miguel Clarió, Juan Vila, José Roldán, Don Manuel Alabart,<br />
Guillermo Vázquez, Guillermo Vázquez (hijo)”... ... ¿El padre y el hijo?... Más que<br />
respeto, aquello me daba miedo... ¿Y por qué unos eran ‘Don’ y otros no?... Algún<br />
año intenté contarlos, pero siempre mosen Agustín reclamaba con una u otra<br />
demanda mi atención y nunca llegaba al final. Hoy sé, porque los he contado, que<br />
la lista incluía cuarenta y un nombres entre los que estaban los curas y otros ‘don’<br />
de algunos pueblos de Fraga y de la comarca.<br />
Años después supe que otros vecinos de Fraga, detenidos por los miembros<br />
<strong>del</strong> Comité de Milicias Antifascistas, se habían salvado <strong>del</strong> tiro de gracia. Los<br />
fragatinos de la FAI que los retenían en la sala consistorial, previsores ante la<br />
llegada de la columna anarquista, los habían escapado por la puerta trasera que<br />
daba al hort <strong>del</strong> Hospital. ¿Por qué unos sí y otros no?... Cuando me enteré cursaba<br />
la licenciatura de Historia en la Universidad Central de Barcelona y mi primer<br />
escarceo investigador acabó titulado La Colectividad Anarquista de Fraga. Después<br />
de consultar una serie de publicaciones libertarias contemporáneas de la guerra<br />
Civil, confeccioné un cuestionario para preguntar a quienes me constaba habían<br />
vivido los hechos <strong>del</strong> primer año de guerra en uno y otro bando. Los pocos que<br />
quedaban en Fraga, claro. Al escucharlos, advertí que sus recuerdos querían<br />
remontarse a un tiempo previo. Las raíces de los hechos descubiertos mediante el<br />
recurso al testimonio oral se hundían en tiempos remotos, arropados en la memoria<br />
colectiva. Aquella matanza de la explosión inicial no tendría justificación alguna<br />
pero sí explicación en generaciones anteriores de fragatinos; tal vez en siglos<br />
anteriores de fragatinos. Más que razones políticas, más que ideologías opuestas,<br />
IX
más que asesinar a hombres de derechas, aparecían en el discurso motivos más<br />
profundos, más antiguos, odios más arraigados en la mentalidad de mis<br />
antepasados, de nuestros antepasados.<br />
En realidad, como en tantos otros muros, contra aquel habían estallado las<br />
balas <strong>del</strong> odio, asesinando a algunos hombres “de Ca”, cabezas señaladas de<br />
familias notables de Fraga y de la comarca, junto a alguno de sus deudos, sus<br />
clientes, sus “vasalls”. También sacerdotes fragatinos y párrocos de otros pueblos.<br />
En realidad se intentaba fusilar al poder económico y social, laico y eclesiástico;<br />
aquel poder que, -presuntamente-, algunos disfrutaban “desde siempre”.<br />
Este es el origen y objeto de mi investigación. La búsqueda en épocas<br />
pretéritas de una conformación social que aflore las raíces de aquella coyuntura<br />
desaforada, más allá de una memoria colectiva que no suele retroceder más de cien<br />
o ciento cincuenta años y aún con infinidad de malformaciones. Intuía deber buscar<br />
sus orígenes en el Antiguo Régimen, sirviéndome para ello de la documentación<br />
local recién desempolvada por un ayuntamiento diligente.<br />
Comencé por los documentos más antiguos: los pergaminos conservados de<br />
temática censal, y con su información y la de otros legajos confeccioné una Historia<br />
de la deuda municipal entre los siglos XIV y XVIII. Reconocí con ello las vicisitudes<br />
seculares por las que había atravesado la hacienda municipal, mientras observaba<br />
la habilidad gestora de algunos fragatinos en el manejo <strong>del</strong> amplio abanico de los<br />
llamados ‘bienes de propios’: el patrimonio común de los vecinos administrado por<br />
sus líderes, que sirvió finalmente para liquidar aquella deuda durante el siglo XVIII.<br />
Me pregunté luego por las razones <strong>del</strong> singular crecimiento de la actividad<br />
económica durante la centuria ilustrada en Fraga y acabé describiendo dos de sus<br />
facetas significativas. De una parte, la conflictividad generada ante un posible<br />
aumento <strong>del</strong> regadío entre los poseedores de la tierra y quienes anhelaban acceder<br />
a ella me permitió redactar un escrito sobre Las dificultades de un nuevo cauce, en<br />
torno de la nueva acequia <strong>del</strong> Secano. De otra, el creciente trajín comercial<br />
producido en el contexto de aquel aumento de la producción quedó recogido en un<br />
breve resumen sobre La Compañía de Calaf en la Ribera <strong>del</strong> Cinca (1784-1812).<br />
Además, el análisis detenido de este período, -que incluía el acontecimiento<br />
de la lucha contra Napoleón-, me llevó a concretar las peripecias de los fragatinos<br />
durante su transcurso, a reconocer la conflictividad social y política en la que se<br />
vieron inmersos y a atisbar el predominio socio-económico de algunas familias de<br />
notable proyección futura. Mientras redactaba aquella Fraga en la Guerra de la<br />
Independencia observaba el comportamiento de algunos individuos que solían gritar<br />
en privado: “¡Y qué nos da a nosotros que gobierne José (Bonaparte) o cualquier<br />
otro!”. Era aquella una pequeña y pueblerina oligarquía centrada en sus intereses<br />
X
de grupo, en su estatus y en su preservación patrimonial, que intuía para sus hijos<br />
el horizonte próximo de la llamada Revolución Liberal.<br />
Con el bagaje de estas investigaciones previas decidí finalmente acometer<br />
en profundidad el estudio de un “largo siglo XVIII”, que se prolonga en este caso<br />
desde el inicio <strong>del</strong> reinado <strong>del</strong> primer Borbón Felipe V en el año 1700 hasta la<br />
muerte de Fernando VII en 1833; el período histórico conocido como “etapa final”<br />
<strong>del</strong> Antiguo Régimen. Para ello hube de recurrir a todas las fuentes disponibles en<br />
el propio archivo municipal así como a otras de carácter regional y nacional. Exploté<br />
de forma exhaustiva las relativas a la actuación de los munícipes –libros de actos<br />
comunes o actas de ayuntamiento-, las exacciones fiscales sobre los fragatinos<br />
reflejadas en catastros, libros de industrias, imposición de sisas y otros arbitrios, la<br />
gestión y arriendo de sus bienes de propios, -actas de la junta de propios y<br />
contratos de arriendos-, así como las derivadas de la conflictividad social entre<br />
vecinos o de éstos frente al consistorio, tanto en la primera instancia judicial local<br />
como en las apelaciones a los tribunales superiores en la Real Audiencia de<br />
Zaragoza o en el Supremo Consejo en la Corte.<br />
Sucumbiendo al peligro <strong>del</strong> que ya advertía el profesor Alcina Franch, 1 el<br />
resultado de la presente investigación participa tal vez mucho más <strong>del</strong> trabajo <strong>del</strong><br />
trapero que ha recogido materiales cuando los ha descubierto andando entre la<br />
documentación, que <strong>del</strong> pensador que acaba encontrando, por fin, sólo aquello que<br />
desde el principio buscaba. La razón de hacerlo así ha sido, hasta cierto punto,<br />
<strong>del</strong>iberada. La escasez (pobreza) y falta de idoneidad (extravagancia) de las<br />
fuentes disponibles para esclarecer el objetivo obligaban a exprimir las existentes,<br />
aunque lo alumbraran de forma tenue e indirecta. De ahí que los capítulos de este<br />
libro abarquen todos los aspectos rescatados de la documentación, aunque en<br />
algunos de ellos el fruto de la inmersión resulte sólo superficial.<br />
Su inclusión en alguna de las tres partes <strong>del</strong> libro pretende seguir una lógica.<br />
El esquema general analiza tres variables íntimamente relacionadas: la riqueza de<br />
algunas familias tradicionales y nuevas, el poder que ostentaron en la ciudad<br />
durante generaciones y el linaje al que se sujetaban adscritas. Por eso se dedica la<br />
primera parte a fijar las coordenadas de la estructura agraria local en sus facetas<br />
poblacional, profesional, productiva, comercial y financiera. Se ensaya en la<br />
segunda una taxonomía de los individuos inmersos en aquella estructura en función<br />
de su capacidad contributiva, para compararla con quienes ostentaron y pelearon el<br />
poder local, en su interés por controlar los bienes municipales. En la tercera parte<br />
se intenta comprender y explicar la trascendencia ejemplarizante de algunas<br />
familias destacadas; de aquellos segmentos de linaje paradigmas <strong>del</strong> éxito social.<br />
XI
II. Conceptos historiográficos de referencia.<br />
Obviamente, abordar cualquier análisis histórico particular, por local que sea<br />
su ámbito, requiere de la consulta de alguna bibliografía relativa a las variables que<br />
se pretenden estudiar. Es necesario apoyarse en los conceptos, metodología y<br />
conclusiones acuñados por investigadores reconocidos. Por ejemplo, el punto de<br />
partida podría ser la tesis circular expuesta por José Antonio Maravall hace ya<br />
cuarenta años. 2 De ella se desprende una correlación de nuestras tres variables: la<br />
riqueza, el poder y la posición social. Maravall afirmaba: “La posición social, una<br />
vez alcanzada, atrae la riqueza y el poder. El poder enriquece y eleva socialmente.<br />
La riqueza confiere eficazmente poder y transforma la posición social de quien los<br />
posee. De la riqueza se reconoce... que posee un carácter más originario, más<br />
como fuente o comienzos de cambio en la estratificación”. Maravall encadena de<br />
forma recíproca los tres factores o variables que parecen regir la transición <strong>del</strong><br />
Antiguo Régimen al Régimen Liberal en una tesis para el conjunto <strong>del</strong> Estado, que<br />
pretendo validar para el caso concreto de Fraga. En las páginas siguientes se<br />
resaltan algunas fuentes historiográficas relativas a estas tres variables.<br />
Respecto de la variable riqueza sigo las conclusiones generales de Peter<br />
Kriedte para los diferentes ámbitos <strong>del</strong> modo de producción feudal y de su<br />
evolución hacia el capitalismo. Es su reconocimiento de que “el auge secular (<strong>del</strong><br />
siglo XVIII) impulsó el proceso de acumulación en las explotaciones campesinas de<br />
mayor magnitud y posibilitó el aumento de sus posesiones, mientras las crisis de<br />
subproducción endeudaban al pequeño campesino que llegaba incluso a perder las<br />
suyas. La desigual distribución de la tierra se agudizaba y con ello crecía la<br />
diferenciación social”. 3 Un proceso continuado luego con las desamortizaciones,<br />
como observó J. M. Donézar, apoyándose en las tesis de Gonzalo Anes. 4 Donézar<br />
justificaba la necesidad de analizar la ‘estructura de la propiedad de la tierra’ en el<br />
siglo XVIII como referencia indispensable y previa a la comprensión de los procesos<br />
desamortizadores subsiguientes y de la nueva estructura agraria <strong>del</strong> XIX liberal. Es<br />
decir, proponía reconocer el proceso previo de ‘diferenciación social’.<br />
Aproximarse a esta problemática requiere definir la posición de partida y la<br />
evolución de los grupos que se diferencian. Debe precisarse dónde está la barrera<br />
entre la pequeña, mediana y gran propiedad, si procede hacerlo. Igualmente<br />
intentar resolver la aparente dicotomía ‘propiedad-posesión’ como la introdujo<br />
Pierre Vilar 5 o como detalló luego Jesús Millán, 6 lo que no resulta sencillo en el caso<br />
de Fraga. Para aproximarse a la propiedad agraria deben tomarse criterios de<br />
agrupación de los propietarios o poseedores que los ordene cuantificados, dentro de<br />
las tradicionales categorías de jornaleros sin y con minúsculas parcelas, en la de<br />
XII
pequeños campesinos, medianos o finalmente en la de hacendados. La fuente<br />
documental que viene utilizándose para ello es el catastro y como técnicas<br />
cuantitativas se manejan las estadísticas.<br />
A este propósito, existen sobradas explicaciones para los diferentes ámbitos<br />
territoriales de España, aunque los intervalos de frecuencias fijados en cada uno de<br />
ellos pueden no ajustarse a la realidad que ahora se pretende abordar.<br />
Posiblemente los más adecuados, por la similitud de condiciones geoclimáticas,<br />
sean los recogidos en los volúmenes publicados en 1995 sobre El mon rural català a<br />
l'època de la revolució lliberal dentro de las III Jornadas de Estudios de Historia<br />
celebradas en 1990 por la UNED en Cervera, y cuyos ponentes citan repetidamente<br />
los trabajos que el coordinador Enric Vicedo i Rius realizó en la década de los<br />
ochenta sobre la ciudad de Lérida. 7 Trabajos que hablan <strong>del</strong> doble proceso de<br />
‘fragmentación de la tierra’ y ‘concentración de la propiedad’, <strong>del</strong> ‘ansia’ por<br />
obtenerla y de la ‘proletarización’ creciente en el tránsito <strong>del</strong> XVIII al XIX.<br />
Con similar intención Mariano Peset, siguiendo a Robinson, había descrito el<br />
mecanismo esencial <strong>del</strong> proceso de diferenciación campesina. 8 Observaba cómo la<br />
herencia y la división de la propiedad entre hijos en el XVIII valenciano distribuía<br />
cada vez más el dominio útil de la tierra, mientras unos cuantos se destacaban por<br />
sus propiedades sobre el conjunto <strong>del</strong> campesinado. Diferenciación que podía<br />
proceder también de otras vías además de la posesión de tierra: el arriendo de<br />
derechos señoriales (en nuestro caso sobre todo eclesiásticos) o municipales, y que<br />
les permitía escapar al ‘proceso de desintegración de patrimonios’. En el ámbito<br />
rural, el proceso de diferenciación concluiría cuando aquella minoría alcanzaba un<br />
determinado nivel y se trasladaba a las ciudades para mejorar sus enlaces o<br />
posibilidades, así como para asimilarse a estratos nobiliarios, por las ventajas que<br />
comportaría la vinculación de sus bienes o la hidalguía.<br />
Por otra parte, comprender el verdadero alcance <strong>del</strong> ‘patrimonio’ de un<br />
individuo obliga a observar de forma conjunta no solo su dedicación al cultivo, sino<br />
al comercio y a la especulación con la tierra, su producción y su renta, así como a<br />
la posesión de otros bienes inmuebles y rentas. En este sentido, resultará adecuada<br />
la variable agregada que Enric Tello 9 denominó ‘riqueza total’, y que acumula al<br />
valor de la tierra el de las posesiones urbanas de cada contribuyente, su ganado, la<br />
renta catastral personal derivada de su oficio, actividad profesional o mercantil, etc.<br />
y de los que resta o suma, –según proceda-, su endeudamiento o su capital censal.<br />
Variable agregada que permite pasar de la categoría tradicional de ‘poseedor’ de<br />
tierra a la nueva de ‘contribuyente’, de mayor proyección socio-política en el<br />
tránsito <strong>del</strong> siglo XVIII al XIX.<br />
XIII
La importancia <strong>del</strong> factor ‘comercio’ en esta variable agregada ha sido<br />
puesta ampliamente de manifiesto por la historiografía aragonesa con historiadores<br />
como Gómez Zorraquino, Pérez Sarrión o Antonio Peiró. Lo han hecho desde<br />
diferentes perspectivas: la <strong>del</strong> acceso al agua de riego y la <strong>del</strong> subsiguiente<br />
aprovechamiento mercantil <strong>del</strong> excedente agrario, la <strong>del</strong> mercado exportador de<br />
cereales y aceites aragoneses, o la de un supuesto y discutido proceso de<br />
‘periferización’ de la economía aragonesa en beneficio <strong>del</strong> capital comercial<br />
catalán. 10 Un proceso de periferización propuesto inicialmente por Jaume Torras al<br />
presumir que la evolución de la economía aragonesa <strong>del</strong> Setecientos sólo podía<br />
entenderse en un marco más amplio y en función de desarrollos externos al ámbito<br />
propiamente aragonés. 11 Un proceso concretado años más tarde por este mismo<br />
autor en el concepto ‘diáspora mercantil’ 12 y prolongado en similar línea<br />
interpretativa por otros historiadores catalanes como Assumpta Muset 13 respecto de<br />
las ferias, mercados y ‘diásporas’ catalanas, para ser sintetizado finalmente en las<br />
Actas <strong>del</strong> Congreso Els catalans a Espanya, 1760-1914, celebrado en Barcelona en<br />
1996 y editadas por María Teresa Pérez Picazo. Más recientemente, estructuran la<br />
cuestión los conceptos de ‘comarca agroclimática’, ‘región polarizada comercial’ y<br />
‘redes urbanas mercantiles’ manejados de forma brillante por J. R. Moreno<br />
Fernández, en el trabajo colectivo editado en 2004 por Enrique Llopis y titulado El<br />
legado económico <strong>del</strong> Antiguo Régimen en España.<br />
Dando un paso a<strong>del</strong>ante, parámetros como propiedad agraria, regadío,<br />
producción o comercialización pueden englobarse en el concepto más amplio de<br />
‘estructura agraria’ al modo que lo definían Isabel Moll y Jaime Suau como “un<br />
determinado sistema de relaciones sociales,... mediante el cual la clase dominante<br />
extrae un excedente a la payesía”. 14 Elemento básico en esa estructura agraria<br />
sería el crédito rural en manos de la Iglesia, <strong>del</strong> que los trabajos de Fernández de<br />
Pinedo 15 o el de Ferreiro Porto 16 serían referentes para el ámbito campesino. Su<br />
enfoque introdujo la institución eclesiástica en la perspectiva rentista, a través de<br />
los censos consignativos y <strong>del</strong> diezmo, como “solución estabilizadora” de la<br />
estructura agraria. Mientras, autores como Ferrer i Alós 17 enfatizaron la institución<br />
eclesial como formada por hijos segundos de los grupos dominantes, que jugarían<br />
un papel esencial en su “reproducción social”, o como Enrique Soria Mesa, quien ha<br />
resaltado la contribución de estos segundones eclesiásticos al “ascenso social<br />
familiar”. 18 Con el tiempo, se produciría la paulatina desaparición de esta modalidad<br />
de crédito de larga duración –por eso conocido entre nosotros como censal mort-,<br />
favorable en última instancia al censatario por su devaluación, con el fin de liberar<br />
la tierra y la propiedad en general, en el ámbito de los ‘nuevos instrumentos<br />
jurídicos’ liberales, como afirmaron Mariano Peset y Vicent Graullera. 19 El de la<br />
XIV
sustitución <strong>del</strong> censal en manos de la Iglesia por otras herramientas de crédito, en<br />
ocasiones usurarias y en manos de individuos laicos, será otro de los asuntos a<br />
dilucidar para Fraga.<br />
Elemento no menos relevante en la estructura agraria <strong>del</strong> Antiguo Régimen<br />
es el modo en que se detrae la renta derivada de los ‘bienes de propios’ y el<br />
análisis social de sus destinatarios. Atendemos aquí a la recomendación todavía<br />
válida de Fernández Clemente sobre la laguna existente con referencia a los<br />
concejos: “Generalmente se suele olvidar –afirma- que los patrimonios concejiles<br />
eran con frecuencia muy importantes, más que cualquier patrimonio privado,... y<br />
que los recursos eran esenciales para el funcionamiento <strong>del</strong> conjunto, y no solo en<br />
coyunturas de crisis”. 20 Respecto a esta cuestión, y debido a que el más productivo<br />
de los bienes de propios en Fraga fueron los pastos para el ganado de cría, resulta<br />
orientador el análisis efectuado por Pérez Sarrión, quien explica la evolución de la<br />
ganadería aragonesa trashumante a partir de tres factores básicos: “Una estructura<br />
de la propiedad <strong>del</strong> ganado y los pastos muy poco igualitaria,... un crecimiento<br />
desigual pero general en tierra llana de la producción ganadera,... y un creciente<br />
conflicto entre agricultura y ganadería producido desde la segunda mitad de siglo,<br />
que llevaría a la pérdida de hegemonía y privilegios de la ganadería trashumante”.<br />
Tres factores que observaremos en la realidad fragatina.<br />
Respecto de los bienes de propios en general, abastos, pósito y demás<br />
institutos de gestión municipal, la producción historiográfica ha sido muy amplia<br />
durante décadas, desde que Gonzalo Anes y Antonio Miguel Bernal <strong>del</strong>inearan el<br />
proceso de su empobrecimiento. 21 En los últimos años, varias ópticas e<br />
interpretaciones pueden fundamentar y dirigir las cuestiones planteadas en este<br />
apartado: especialmente útiles resultan sendos análisis de M. J. Espuny y de J.<br />
Sarrión sobre la hacienda y los bienes de propios de los municipios catalanes a<br />
comienzos de la Revolución Liberal, 22 o las secciones B) y C) de ponencias sobre<br />
‘La administración hacendística municipal’ y sobre ‘Política de abastecimiento<br />
urbano y conflicto social’, recogidas en el volumen de Actas de la V Reunión<br />
Científica de la Asociación Española de Historia Moderna, vol II, publicadas en 1999<br />
bajo la coordinación de José M. De Bernardo Ares. Con profusión de matices, estos<br />
trabajos evidencian la apropiación de las rentas públicas por familias, redes<br />
clientelares y grupos de poder. Otro objetivo prioritario en nuestro caso.<br />
En resumen, en primer lugar intentaré comprobar si se produjo en Fraga<br />
durante el Setecientos un proceso de diferenciación entre individuos y familias<br />
basado en la propiedad o posesión de la tierra y si ese proceso se agudizó con las<br />
medidas desamortizadoras puestas en práctica durante la Revolución Liberal. En<br />
segundo lugar comprobaré si algunas de estas familias superponen a sus<br />
XV
posesiones agrícolas otras propiedades y actividades económicas que aumentan su<br />
patrimonio o su renta y los distancian todavía más de sus convecinos. En tercer<br />
lugar, insistiré en la posible diferenciación creciente mediante el análisis <strong>del</strong> crédito<br />
censal, que permite medir individual y colectivamente niveles de endeudamiento de<br />
los patrimonios familiares. Estaremos entonces en disposición de cuantificar la<br />
riqueza total catastral de cada cual, y su liquidez patrimonial en un momento dado.<br />
Repetir el estudio en varios ‘cortes’ durante la etapa nos permitirá observar la<br />
evolución de los patrimonios familiares de forma diacrónica. A todo ello se añadirá<br />
la percepción de rentas derivadas de la gestión de propios y arbitrios. Estaremos<br />
entonces en disposición de ordenar y clasificar ya al ‘contribuyente’, aunque con<br />
esta técnica le conozcamos sólo por su riqueza catastrada en Fraga, sin que<br />
podamos añadirle patrimonios ubicados en terceros lugares. Con todo, en ocasiones<br />
será posible afinar su verdadero perfil económico al observar sus actividades en el<br />
ámbito comarcal y regional.<br />
* * *<br />
Respecto de la variable poder local, Bartolomé Yun Casalilla se preguntaba<br />
en 1987 “cómo se hace compatible un Estado que se ha pretendido -o pensado-<br />
absoluto o tendente al absolutismo, con unas oligarquías urbanas y rurales de<br />
indudable capacidad decisoria dentro de determinados ámbitos”. 23 Al tratar de la<br />
transición al capitalismo en Castilla, consideraba que éste era uno de los temas<br />
neurálgicos a estudiar desde todos los puntos de vista posibles.<br />
Para el contexto aragonés, Encarna Jarque y José Antonio Salas han<br />
planteado la hipótesis de que “el realengo no parecía haber soportado un control<br />
tan desmedido por parte <strong>del</strong> soberano, tal como venía sosteniendo determinada<br />
corriente historiográfica o que, en todo caso, -si esa presión controladora había sido<br />
una realidad-, las oligarquías locales, dueñas <strong>del</strong> poder municipal, habían tenido<br />
arrestos suficientes para frenarla o, mejor aún, para canalizarla a su favor”. 24<br />
La primera cuestión a resolver en este campo, por tanto, es la de los<br />
posibles cambios en el acceso y ejercicio <strong>del</strong> poder local desde el sistema<br />
insaculatorio propio de los Austrias al implantado por los Borbones con Felipe V. La<br />
premisa excepcional en este sentido es la consideración de “villa fiel” al Rey que<br />
tuvo Fraga durante la guerra de Sucesión y el posterior privilegio de gobierno que<br />
estructuró el poder local en la nueva ciudad, de forma diferente al de la mayoría de<br />
ciudades y villas de Aragón. Para la mejor comprensión <strong>del</strong> contexto previo al siglo<br />
XVIII utilizaré la tesis de Antoni Passola i Tejedor, que detalla como no lo había<br />
visto hacer hasta ahora la evolución <strong>del</strong> sistema insaculatorio, desde la composición<br />
XVI
de las tres mans medievales hasta la manipulación regia <strong>del</strong> sistema a mediados<br />
<strong>del</strong> Seiscientos. 25<br />
Desde la misma óptica catalana y para su ámbito regional he tenido<br />
presentes las tempranas aportaciones de Joan Mercader i Riba 26 así como las de<br />
José María Torras i Ribé, quien entendía que “en definitiva, los hombres que<br />
controlaban los diversos municipios antes de 1714 en buena parte aparecen como<br />
los más beneficiados por el cambio político, de manera que no parece aventurado<br />
concluir que, como grupo social coherente, las oligarquías tradicionales no tuvieron<br />
excesivos problemas para adecuarse a la nueva situación política”. 27 Torras sugería<br />
además “no extrañarnos porque los estamentos privilegiados vieran consolidar su<br />
ascendente en el ayuntamiento borbónico y acabaran siendo el grupo dominante<br />
indiscutible durante todo el siglo”. Para él, lo fundamental en los ayuntamientos de<br />
renovación anual era que “...la concordancia entre poder económico y poder político<br />
era notable, y alrededor <strong>del</strong> 50% de los regidores estaban comprendidos entre los<br />
‘mayores contribuyentes’, lo que confirmaría los indicios de colaboracionismo de<br />
las oligarquías locales con el nuevo régimen en los años de la posguerra, y<br />
consecuentemente los escasos efectos <strong>del</strong> conflicto sucesorio sobre la composición<br />
de los grupos dominantes tradicionales”. Años después, el propio Torras insistía<br />
acerca de la desnaturalización <strong>del</strong> sistema insaculatorio también en los municipios<br />
aragoneses, al profundizar en las características y fines perseguidos durante las<br />
sucesivas etapas <strong>del</strong> sistema desde el siglo XV, para acabar concluyendo que, en la<br />
fase ulterior de control estricto por el virrey, la elección de los cargos municipales<br />
“...es el precedente <strong>del</strong> nuevo sistema absoluto impuesto después de la guerra de<br />
Sucesión por los Borbones”. 28<br />
Cuestión concomitante a abordar es la ‘fi<strong>del</strong>idad’ al Rey y la pretendida<br />
novedad <strong>del</strong> acceso de los infanzones al poder municipal, como consecuencia <strong>del</strong><br />
sistema de mitad de oficios establecido en el privilegio concedido por Felipe V a<br />
Fraga. Contamos para este examen analógico con el estudio de la ciudad de<br />
Cervera, -caso similar de fi<strong>del</strong>idad- expuesto por Enric Tello. 29 La fi<strong>del</strong>idad se<br />
entendería en principio más como un ‘Realismo’ que como un ‘Felipismo’, lo que<br />
explicaría en ambas ciudades la petición subsiguiente de un ‘poder rotativo’ entre<br />
linajes, -que había predominado con los Austrias-, frente al decreto de ‘poder<br />
vitalicio’ impuesto en la Nueva Planta. Tal vez fuera esa en definitiva la fórmula de<br />
entendimiento entre la oligarquía local y la Corona.<br />
Para comprender el desarrollo <strong>del</strong> poder local en el contexto aragonés <strong>del</strong><br />
siglo resulta muy útil la tesis doctoral de José Antonio Moreno Nieves publicada en<br />
2004. 30 Su trabajo es guía segura respecto de la legislación aplicada en cada etapa,<br />
las funciones de los regidores, el perfil económico y sociológico de las oligarquías<br />
XVII
locales en las principales ciudades aragonesas o la conflictividad entre regidores y<br />
con los corregidores. Aspectos que abordaré para contrastar algunas de sus<br />
conclusiones, en especial dos de ellas: aquella según la cual “los cambios que<br />
sucedieron (con el cambio de régimen), no eran sino la agudización de un proceso<br />
de oligarquización y aristocratización, de larga tradición”; o la que deja fuera <strong>del</strong><br />
poder local a menestrales, comerciantes y mercaderes quienes, -según Moreno-,<br />
“apenas tenían posibilidades de hacer oír su voz en un territorio donde su peso<br />
económico y demográfico era muy limitado”.<br />
Especialmente intensos parecen haber sido en Fraga los conflictos por el<br />
poder local entre diferentes linajes y estamentos. Para la ‘conflictividad política’ en<br />
general son ilustrativos los factores descritos por José Bernardo Ares. Señala este<br />
autor como desencadenantes de esta lucha los siguientes: el ordenamiento jurídico<br />
aplicado en el nivel local, el control financiero y aprovechamiento fiscal, el<br />
patronazgo, parentelas y clientelas y la cobertura cultural de la acción política. Su<br />
conclusión señala que “...si estas redes parentelares o clientelares fueron un<br />
testimonio de la unión de pequeños o grandes grupos para hacerse con la toma de<br />
decisiones, -objetivo prioritario <strong>del</strong> poder-, sólo lo lograron imponiéndose a otros<br />
grupos tal vez no menos poderosos. De esta manera, la interacción siempre<br />
conflictiva de los distintos bandos, formados por la desunión y enfrentamiento en el<br />
seno de una comunidad, ha constituido el dinamizador soporte social de los<br />
gobiernos locales”. 31<br />
En el plano más concreto de la conflictividad entre regidores y corregidor es<br />
apropiado el estudio de Enrique Giménez López, 32 y para la conflictividad entre<br />
quienes ejercen el poder, -cualquier tipo de poder- y quienes lo soportan o se<br />
rebelan, es interesante el estudio de Margarita Ortega López, en el que se analizan<br />
los factores que favorecieron la continuidad <strong>del</strong> sistema, los elementos más<br />
conflictivos y sus causas, y las fórmulas ‘ordenadas’ y ‘heterodoxas’ que el propio<br />
sistema establecía para canalizar las protestas. 33<br />
De las cuatro generaciones de fragatinos que pretendo investigar, el ‘ciclo<br />
vital’ de la cuarta aparece inmerso en el contexto de la Revolución Liberal y, por<br />
ello, será preciso comprender si la nueva ideología sustentó o no los actos y<br />
adscripciones de la elite, en las oportunidades que ofrecía el nuevo poder local,<br />
derivado de las directrices estatales y de la legislación general. Particularmente<br />
apropiada parece aquí la tesis que Concepción De Castro sostenía ya en 1979<br />
respecto de La Revolución Liberal y los municipios españoles. Según esta autora,<br />
“la integración de la comunidad local bajo el régimen liberal hiere intereses<br />
arraigados que, de un modo u otro, se sitúan a la defensiva: pueden engrosar las<br />
filas de la oposición absolutista o pueden servirse de las nuevas formas para tratar<br />
XVIII
de perpetuarse, adulterando o transgrediendo en mayor o menor grado la<br />
legalidad. De ahí las luchas de facciones locales y la agitación que preside<br />
frecuentemente la instalación de los ayuntamientos constitucionales”. 34<br />
En resumen, calibraré primero las oportunidades de acción de los fragatinos<br />
y el alcance de su poder local en el contexto de la monarquía centralizadora de los<br />
Borbones y en el más concreto de su inclusión en el corregimiento de Zaragoza<br />
durante casi toda la etapa. En este sentido, sólo en los treinta años finales –entre<br />
1796 y 1833- el poder <strong>del</strong> ayuntamiento se verá condicionado por la presencia de<br />
un corregidor local. En segundo lugar valoraré el grado de concordancia entre la<br />
categoría de ‘mayores contribuyentes’ establecida y el acceso de individuos,<br />
familias y linajes al poder municipal. En tercer lugar comprobaré hasta qué punto y<br />
de qué modo el paso <strong>del</strong> tiempo obstaculizó o facilitó el acceso de determinados<br />
individuos destacados -en cada grupo social- al poder local. Por último, será preciso<br />
atender a la coyuntura de cambio que ofreció la Revolución para comprobar hasta<br />
qué punto sus dictámenes y propuestas pudieron incidir en el juego político de<br />
individuos y facciones de la sociedad local.<br />
* * *<br />
La variable linaje demanda una serie de conceptos desarrollados<br />
ampliamente por la historiografía en las últimas décadas. Partimos aquí de las<br />
aportaciones de la autora francesa Martine Segalen en su libro Antropología<br />
histórica de la familia, publicado por primera vez en 1981, donde conjuga el<br />
concepto ‘grupo doméstico’ con el de ‘parentela’, como urdimbre y trama <strong>del</strong> linaje,<br />
o mejor, de los ‘segmentos de linaje’. Segalen <strong>del</strong>imita este concepto mediante tres<br />
condicionantes: “para que haya segmento de linaje es necesaria una cierta<br />
profundidad genealógica, la existencia de bienes materiales para transmitir y una<br />
ideología familiar”. Es lo que pretendo concretar para Fraga. Además, Segalen<br />
entiende la organización social como regulada por los ‘grupos de parentesco’ o<br />
conjunción de varios segmentos de linaje, tanto en el terreno económico como en<br />
el social o el político, y esa es, precisamente, mi principal preocupación.<br />
Desde el grupo de Cambridge de fines de los años sesenta hasta la<br />
actualidad, el estudio de la familia ha evolucionado atendiendo a la diversidad de<br />
campos a los que afecta. A finales de los setenta y principios de los ochenta la<br />
historia de la familia empezaba a ser explorada en España con estudios sintetizados<br />
más tarde por profesores como Casey, Chacón o Carlos Barros. 35 Posteriormente se<br />
presentó un “Informe sobre historia de la familia versus historia social” con la<br />
inclusión de varios artículos relativos a las diferentes escuelas historiográficas que<br />
han tratado, desde el siglo XIX hasta hoy, el tema de la familia y sus derivaciones<br />
XIX
sociales. Presentado por Francisco Chacón Jiménez, 36 el informe advertía de que,<br />
“en la actualidad, asistimos a una verdadera explosión historiográfica y a una<br />
profunda renovación de los conceptos vigentes hasta los años setenta”. Así mismo,<br />
alertaba sobre la escasez de estudios que insertasen la familia en el estudio de la<br />
comunidad, precisando cómo son “las redes de ascendientes, descendientes y<br />
colaterales, así como las de aliados, amigos y vecinos, las que sitúan a la familia en<br />
un contexto que no puede ser dejado al margen”. Por eso proponía el método que<br />
denomina ‘genealogía social’ y que –aplicado a individuos- otros han denominado<br />
‘biografía social’. Se trata de tomar en consideración “la transmisión <strong>del</strong> patrimonio,<br />
los oficios y los cargos, y detectar así las posibilidades de promoción y movilidad<br />
social, ascendente o descendente, que nos aproximan a las desigualdades sociales”.<br />
Además –indicaba- sólo desde una perspectiva generacional es posible entender los<br />
ideales de reproducción y perpetuación. En este sentido, en los últimos años el<br />
propio Chacón ha propuesto el análisis de la relación entre “familias y poderes”. 37<br />
Es justo lo que persigue este libro: el estudio de las familias y linajes de<br />
mayores contribuyentes a través de cuatro generaciones sucesivas, con el fin de<br />
desentrañar redes de parentesco usufructuarias <strong>del</strong> poder municipal, que procuran<br />
con ello su reproducción y perpetuación. Se trata de intentar un ejemplo de<br />
microhistoria mediante el recurso a la biografía social, siguiendo la metodología que<br />
en el aspecto socio-económico proponen Irigoyen López y Pérez Ortiz y que se<br />
concreta en la articulación de la oligarquía económica en un sistema de ‘linajes<br />
supra familiares’ y ‘bandos-linaje’; también en la comparación entre la ‘hidalguía de<br />
sangre’ frente a los ‘blasones ficticios’ de familias en ascenso económico; o la<br />
categoría de los ‘notables’ (nobles aburguesados) frente a la de ‘burguesía rural’.<br />
Para el aspecto socio-político, nos interesa resaltar el libro colectivo<br />
coordinado por Francisco Chacón y Juan Hernández Franco Poder, familia y<br />
consanguinidad en la España <strong>del</strong> Antiguo Régimen (1992) destacando entre sus<br />
artículos, -por el contexto próximo a Fraga al que se refiere-, el de Antonio Moreno<br />
Almárcegui sobre la pequeña nobleza rural, el sistema de herencia y la estructura<br />
de la propiedad de la tierra en Plasencia <strong>del</strong> Monte (Huesca) entre 1600 y 1855.<br />
Introduce este autor el concepto de ‘casa’ (perfectamente válido para Fraga), a la<br />
que considera el pilar fundamental <strong>del</strong> orden social, “resultado de una compleja<br />
trama de relaciones familiares, desgastada continuamente por la muerte y<br />
continuamente rehecha gracias al matrimonio”. Cada casa tiene su propia sangre<br />
familiar, un apellido, -dice-, y las jerarquiza en una tipología gradual, posiblemente<br />
muy similar a la que pueda establecerse para Fraga.<br />
De provechoso aporte conceptual resulta igualmente el libro de Francisco<br />
Marcos Burgos Esteban relativo a los lazos <strong>del</strong> poder. 38 Se destacan en él la<br />
XX
solidaridad y la dependencia entre familias; el matrimonio entre desiguales aunque<br />
sociológicamente homógamo; las uniones exógenas y las endógenas como modos<br />
de acrecentamiento de prestigio las primeras o de consolidación de alianzas las<br />
segundas, para terminar concluyendo que la combinación de endogamia y<br />
exogamia permite concentrar diferentes tipos de poder, de autoridad, de influencia.<br />
Al tratar <strong>del</strong> parentesco, el autor lo contempla desde la doble perspectiva <strong>del</strong> linaje<br />
y <strong>del</strong> ‘clan’ –mejor concepto que el de parentela en su opinión- para conjugar las<br />
dos coordenadas de tiempo y espacio. Y por último, asemeja el parentesco a la<br />
clientela, significando que la segunda subyace en el primero hasta el punto de que<br />
“emparentar puede ser la forma de asegurar una clientela”. En la administración<br />
local –afirma-, el clientelismo se manifestaría al organizar los cargos municipales<br />
los diversos aspectos de la vida, promocionando a sus protegidos o favoreciendo a<br />
sus clientes. Con un municipio electivo los oficios de regidores entrarían en este<br />
juego de promociones. E incluso los corregidores podrían condicionar su actuación<br />
por el hecho de estar emparentados con los grupos dirigentes de las localidades en<br />
las que desempeñan su función. (Imposible una mayor concordancia con lo que<br />
veremos suceder en Fraga). Según Burgos Esteban, el funcionamiento <strong>del</strong><br />
clientelismo se efectúa mediante los siguientes mecanismos de reciprocidad: ‘la<br />
compensación económica’, ‘la compensación por promoción social’, y ‘la<br />
compensación política’. De nuevo aparecen las tres variables a estudiar.<br />
En resumen, aquí la tarea esencial consiste en obtener la mejor concreción<br />
posible de los segmentos de linaje correspondientes a cada apellido de mayores<br />
contribuyentes. Una vez plantificados, deben ordenarse según el ‘tiempo’ de su<br />
protagonismo social e intentar clasificarlos por sus características comunes. Para<br />
ello deben establecerse sus rasgos de pertenencia y actuación relevantes en el caso<br />
que nos ocupa. En este trayecto, damos el salto <strong>del</strong> ‘individuo mayor contribuyente’<br />
al grupo que forma su linaje y al grupo de linajes ligados por el parentesco.<br />
También a las alianzas sociales –parentelas y clientelas- que pueden establecerse<br />
verticalmente entre apellidos de mayores contribuyentes con sus homónimos de<br />
nivel económico inferior. Todo ello visto desde la óptica de la riqueza que acumulan<br />
y <strong>del</strong> poder que ostentan y ejercen.<br />
* * *<br />
Me interesa finalmente resaltar una cuestión relativa a la posible<br />
interpretación global de la etapa. Se trata de la expresada ya en 1979 por Joseph<br />
Fontana al subrayar que, siendo la naturaleza y la dirección <strong>del</strong> proceso de paso <strong>del</strong><br />
feudalismo al capitalismo igual en todas partes,... “la forma en que éste se<br />
desarrolla varía en cada lugar y en cada momento histórico, en función <strong>del</strong> juego<br />
XXI
concreto de los enfrentamientos y alianzas de los diversos grupos sociales,... que<br />
son los que configuran finalmente el curso real y cotidiano de los acontecimientos<br />
históricos”. 39<br />
Las exposiciones contenidas en el libro homenaje a Miguel Artola en 1994<br />
sobre el predicamento que la llamada Revolución Burguesa ha tenido en las<br />
escuelas historiográficas son un buen apoyo en este ámbito. Sobre todo la expuesta<br />
en el artículo de Pedro Ruiz Torres titulado “Del Antiguo al Nuevo Régimen:<br />
Carácter de la transformación”, donde discurre sobre si realmente hubo revolución<br />
burguesa, en el sentido de protagonizada por esta clase social; sobre si la<br />
revolución fue sólo revolución política o también revolución social; sobre si fue un<br />
choque entre clases sociales, -la burguesía contra la nobleza feudal-, o si fue una<br />
alianza entre una burguesía ‘traidora’ a sus intereses de clase con la vieja<br />
aristocracia.<br />
Igualmente y desde una óptica que ya toma partido, resulta útil la<br />
explicación de las diferentes escuelas propuesta por Jesús Cruz en el año 2000. 40<br />
Este autor es partidario de quienes entienden que no hubo una verdadera<br />
revolución social ni tan siquiera una revolución en lo cultural, sino más bien una<br />
adaptación o continuidad entre las antiguas clases o fracciones de clase dirigentes<br />
<strong>del</strong> Antiguo Régimen y los nuevos individuos, o mejor, familias, que se introdujeron<br />
entre aquellas elites y aceptaron su cultura tradicional. Advierte una contradicción<br />
hipócrita entre las consignas políticas liberales de esta nueva aristocracia de la<br />
administración, el dinero, los negocios, el comercio y las finanzas, y sus<br />
comportamientos vitales, que siguen las pautas culturales de los antiguos<br />
dirigentes sociales. Un conclusión similar a la propuesta en 1997 por Antonio<br />
Moliner, quien asume las tesis de Pérez Ledesma y Álvarez Junco al cuestionar<br />
incluso el concepto de revolución burguesa, “...puesto que España no contaba con<br />
una burguesía con fuerza para protagonizar una revolución y (por tanto) la nueva<br />
sociedad alumbrada en el siglo XIX mantuvo una estructura oligárquica de base<br />
agraria”. 41<br />
Naturalmente, lo expuesto hasta aquí en tanto que interpretaciones globales<br />
parece sobrepasar con mucho el alcance de un estudio local. ¿Cómo es posible<br />
obtener conclusiones en un ámbito tan restringido respecto de conceptos tan<br />
complejos? ¿Cómo hablar de revolución burguesa en Fraga? ¿Será posible observar<br />
en una localidad rural concreta algo tan abstracto y general como el tránsito <strong>del</strong><br />
feudalismo al capitalismo? ¿O incluso reconocer el modo en que se produjo ese<br />
tránsito? Tal vez debamos mantenernos tan sólo en el análisis de las tres variables<br />
expuestas arriba, con sus respectivos flancos, características y matices, dentro de<br />
un estudio microhistórico que atienda al ciclo vital de individuos anónimos para la<br />
XXII
Historia con mayúscula. En este sentido cabe seguir propuestas como las de José<br />
María Imízcoz Beúnza 42 cuando sugiere desarrollar nuevos métodos de<br />
aproximación a la realidad mediante la prosopografía; mediante una ‘historia de<br />
cerca’, en la que seguramente no aparezcan protagonistas históricos como<br />
demandaba diez años antes L. Stone en El pasado y el Presente, pero en la que<br />
caben pequeños universos, en los que se analizan con mayor riqueza las<br />
interacciones sociales de todo tipo de elementos. Por esta vía, concluye Imízcoz,<br />
“se tiende a transferir el protagonismo histórico de los actores alegóricos (“las<br />
clases”, “los grupos sociales”, “el Estado”) a los actores efectivos de los procesos<br />
históricos, los individuos, a sus motivaciones e interacciones estratégicas con el<br />
ambiente que les rodea”. Aunque también sea preciso atender seria y literalmente a<br />
su severa advertencia, según la cual “...determinados trabajos parecen quedarse en<br />
meros ficheros de personajes, (con lo que)... se corre el riesgo de quedarse en<br />
simples individualidades sin suficiente configuración colectiva ni mayor anclaje<br />
social. Por esta vía, añade, “el saludado retorno <strong>del</strong> sujeto, <strong>del</strong> hombre como actor<br />
de historia, podría verse abocado a una simple deriva neopositivista”.<br />
III. Fuentes y metodología.<br />
Alguno de los autores citados en las páginas anteriores expone al iniciar su<br />
estudio la metodología de la que se ha servido. Especialmente próxima a mi<br />
propósito es la que Torras i Ribé expuso en su tesis sobre los municipios catalanes<br />
<strong>del</strong> Antiguo Régimen. Para la caracterización de los individuos que ocuparon los<br />
cargos municipales propuso atender a su profesión, su ubicación entre los<br />
contribuyentes, las ocasiones en que solicitaron el cargo y el dictamen que sobre<br />
cada aspirante emitió la Audiencia. Respecto <strong>del</strong> concepto ‘mayores contribuyentes’<br />
manifestaba seguir a una serie de autores que lo utilizaban, adoptando diferentes<br />
criterios para <strong>del</strong>imitarlo: Jordi Nadal Farreras (1971), Pere Molas (1973), Nuria<br />
Puig (1975) o Antonio Eiras Roel en 1982.<br />
Según Torras, <strong>del</strong> conjunto de elementos incluidos en aquella ficha se<br />
obtiene la ‘biografía social’ <strong>del</strong> poder, que define al grupo-dominante. Todo ello lo<br />
deduce aún reconociendo no poder contar con información sobre las circunstancias<br />
personales y familiares de los mayores contribuyentes, ni sobre la composición de<br />
su fortuna; tampoco sobre su genealogía ni sus relaciones de parentesco. Con<br />
muchas limitaciones, su estudio se basaba apenas en la conjunción entre dos de las<br />
tres variables: la riqueza y el poder.<br />
Para el ámbito aragonés, José Antonio Moreno Nieves incide también en la<br />
‘posición económica’ de los regidores y utiliza el concepto ‘grado de diferenciación’<br />
al comparar las fortunas de los mayores contribuyentes, mediante la técnica<br />
XXIII
estadística <strong>del</strong> coeficiente de variación. Pretende con ello discriminar la ‘cohesión<br />
<strong>del</strong> grupo dominante’. Una metodología similar a la de Torras, aunque más<br />
completa al introducir dos nuevos elementos de análisis. Uno económico, para<br />
dilucidar con mejor aproximación la variable riqueza: se trata <strong>del</strong> estado de<br />
‘liquidez patrimonial’ de los regidores respecto <strong>del</strong> resto de mayores contribuyentes<br />
al tomar en consideración su posible endeudamiento o capacidad financiera. El otro,<br />
la consideración social de los regidores, a los que encuadra mediante lazos<br />
matrimoniales dentro de un linaje determinado. De este modo, conjuga las tres<br />
variables: poder, riqueza y linaje.<br />
La metodología <strong>del</strong> presente trabajo no es por tanto original. Siguiendo a<br />
otros autores pretendo conocer cuándo, cómo y por qué‚ algunas familias se<br />
situaron en la cima de la escala social local al tiempo <strong>del</strong> cambio estructural que<br />
supuso el paso <strong>del</strong> Antiguo Régimen al Régimen Liberal. Se trata de comprender y<br />
explicar la trayectoria vital de algunos individuos significativos como resultante de<br />
la actuación simultánea de las tres variables expuestas en el epígrafe anterior: las<br />
familias en las que se incluyen, la riqueza que consiguen acumular y el poder que<br />
ostentan e incluso, en ocasiones, detentan; cada individuo por lo heredado, lo<br />
conseguido y lo transmitido, a través de sus circunstancias generacionales, de su<br />
ciclo vital; y todo ello indagado a lo largo de un período lo suficientemente amplio,<br />
–más de cien años-, como para permitir observar tanto las persistencias como los<br />
cambios a través de cuatro generaciones de fragatinos.<br />
La discriminación de la variable riqueza.<br />
Para conseguirlo debemos determinar las fuentes de donde obtener la<br />
información pertinente y el criterio de selección de los mayores contribuyentes. La<br />
fuente cuantitativa disponible para conocer la condición económica de cada<br />
individuo y convertirla de este modo en un indicador de riqueza, es el conjunto<br />
de libros catastro confeccionados “por menor” a lo largo <strong>del</strong> siglo XVIII y <strong>del</strong> primer<br />
tercio <strong>del</strong> XIX, junto a los cuadernos de industrias y cuadernos cobratorios de la<br />
contribución que los acompañan desde finales <strong>del</strong> Setecientos. La fuente se toma<br />
sólo como indicador y no como fiel reflejo <strong>del</strong> patrimonio real o <strong>del</strong> producto útil<br />
anual derivado de la actividad económica de cada contribuyente, lo que no es<br />
posible averiguar de forma fiable. Es suficientemente conocido el grado de<br />
ocultación de los datos catastrales sobre no incluirse en ellos la tipología completa<br />
de los bienes, sino únicamente los sujetos al impuesto en cada momento, y sólo los<br />
ubicados en el municipio donde reside el contribuyente.<br />
Para salvar esta dificultad, las fuentes notariales permiten en otros lugares<br />
acudir a testamentos, capítulos matrimoniales, inventarios de bienes, etc., lo que<br />
XXIV
no es posible en Fraga por haber desaparecido casi en su totalidad. Los escasos<br />
documentos de este tipo con que contamos han sido localizados ocasionalmente<br />
como documentación anexa en la serie de Pleitos Civiles <strong>del</strong> Archivo Histórico<br />
Provincial de Zaragoza y excepcionalmente en el de Protocolos Notariales de dicha<br />
ciudad. En semejante situación, lo disponible se convierte en indispensable y se<br />
hace de la necesidad virtud.<br />
Utilizaré el indicador de riqueza catastral para ordenar el conjunto de los<br />
vecinos según su cuota anual satisfecha en la exacción fiscal que en Aragón se<br />
denominó “Única Contribución”. Una contribución repartida por cupos a cada pueblo<br />
desde la Intendencia, según un número de contribuyentes “útiles” predeterminado<br />
y muy alejado de la realidad poblacional. Una contribución no progresiva, que<br />
grababa con igual porcentaje la hacienda <strong>del</strong> más rico y la <strong>del</strong> menesteroso.<br />
Con el catastro es posible obtener la cuota anual de cada contribuyente en<br />
cada uno de los documentos conservados completos, lo que permite conocer la<br />
evolución de los patrimonios a lo largo de las cuatro generaciones. La <strong>del</strong>imitación<br />
de la cuota anual exigida a cada vecino implica realizar pasos sucesivos. En primer<br />
lugar se determina la riqueza individual mediante la suma <strong>del</strong> valor catastral<br />
atribuido a sus bienes: tierras de regadío y de secano, casas u otros edificios y<br />
capitales censuarios invertidos -que se sumarán a los anteriores- o debidos, que se<br />
restarán de aquellos. En ocasiones también el ganado de cría o los colmenares se<br />
incluirán por sus capitales estimados.<br />
Debe advertirse que el valor catastral atribuido a los bienes no era por<br />
supuesto el de mercado, ni se mantenía uniforme a través de los años, ni resultaba<br />
siempre progresivo. Ni siquiera un bien parece tener un valor en sí mismo para el<br />
catastro. El valor atribuido a los bienes inmuebles o semovientes dependía<br />
realmente <strong>del</strong> cupo global de contribución exigido cada año. Para cada nuevo<br />
catastro y cuaderno de industrias eran los peritos designados por el ayuntamiento<br />
en cada ramo de riqueza -tierras, edificios, ganados, oficios, industrias y tratos<br />
comerciales-, quienes se encargaban de tasar valores y cuotas, de manera que al<br />
final <strong>del</strong> proceso, el monto global a recaudar fuera suficiente para satisfacer las<br />
demandas de la Real Hacienda. Unas veces los peritos variaban el valor catastral de<br />
los bienes o las cuotas por actividad y otras el porcentaje final a imponer: el ‘tipo<br />
fiscal’ diríamos ahora.<br />
De la hacienda valorada de cada cual, -bienes sitios y semovientes-, se<br />
extraía un producto útil anual y se añadía a ese producto el peritado para las<br />
actividades personales, artesanales, profesionales y comerciales. En los primeros<br />
catastros se perita a jornaleros y mancebos según las jornadas trabajadas hasta un<br />
total de 180 días laborables. En los siguientes están teóricamente exentos de<br />
XXV
contribuir, y lo hacen entonces sólo por sus casas o por los animales de labor que<br />
poseen, al igual que los labradores.<br />
Al producto líquido final obtenido se aplica inicialmente, -en dinerillos de<br />
Aragón-, la tarifa mensual o tipo fiscal necesario ese año para “cubrir” la cantidad<br />
asignada como cupo, procurando que el catastro “no quede corto”. En los catastros<br />
siguientes, alguno presenta la cuota final mensual mientras en otros hay que<br />
calcularla. Los cuadernos de industrias detallan siempre los productos líquidos de<br />
cada contribuyente, pero éstos pueden ser mensuales, por tercias (cuatrimestres) o<br />
trimestrales. Es preciso por tanto, antes de realizar cualquier otra operación,<br />
obtener las cuotas anuales correspondientes en cada caso. Para ello hay que tener<br />
presente que de uno a otro documento no se haya producido cambio en la paridad<br />
de las monedas, como efectivamente no la hubo entre 1737 y 1832.; también debe<br />
tenerse en cuenta que los primeros catastros presentan la cuota a satisfacer en<br />
moneda de cuenta: libras, sueldos y dineros jaqueses, mientras los últimos lo<br />
hacen en reales de vellón y maravedíes. 43<br />
Por las propias fuentes sabemos que el producto líquido se situaba en torno<br />
al 3% de la riqueza estimada. Siempre el mismo porcentaje. Y siendo la riqueza<br />
lógicamente variable, igual que el número de contribuyentes, el peso fiscal<br />
soportado por los vecinos resultó unos años más gravoso que otros, debiendo<br />
siempre alcanzar el cupo asignado, de cuantía también variable. De manera que un<br />
individuo podía pagar un año más teniendo menos y otro año pagar menos<br />
teniendo mayor patrimonio o rendimientos. Por tanto, si no aplicásemos un<br />
mecanismo corrector a la cuota anual obtenida en cada catastro o cuaderno de<br />
industrias, la imagen de la evolución patrimonial de un individuo a través de sus<br />
cuotas anuales resultaría errática: su indicador de riqueza catastral se ajustaría<br />
poco a la realidad. Tampoco podríamos comparar el patrimonio familiar de una<br />
generación con el de la siguiente.<br />
Para superar esta dificultad determinamos los tipos impositivos de cada año,<br />
tomando el primer año –1730- como año base y a partir de él deducimos un<br />
coeficiente corrector para los demás, por el que dividiremos las cuotas de cada<br />
cual. Obtenemos de este modo unas cuotas rectificadas que nos permiten<br />
comparar las satisfechas por un mismo contribuyente en diferentes años así como<br />
las de contribuyentes de sucesivas generaciones. La tabla siguiente expone los<br />
tipos fiscales aplicados en Fraga para la Única Contribución, de los que deducimos<br />
los coeficientes correctores:<br />
XXVI
AÑO TIPO COEFICIENTE<br />
FISCAL IMPOSITIVO CORRECTOR<br />
1730 15,00% 1,000<br />
1751 15,00% 1,000<br />
1772 14,70% 0,980<br />
1789 6,42% 0,428<br />
1803 8,75% 0,583333<br />
1819 14,25% 0,95<br />
1832 17,00% 1,133333<br />
Con esta técnica, una cuota anual de 20 sueldos jaqueses en 1730 se<br />
mantiene en la misma cantidad como cuota rectificada, al dividir la primera por la<br />
unidad. Pero una cuota de 20 sueldos en 1772 –por ejemplo- se convierte en 20,4<br />
sueldos; o una cuota de 65 sueldos de 1789 pasa a ser una cuota rectificada de<br />
151,87 sueldos, la cual nos aproxima mucho más que la inicial a la riqueza real de<br />
cada cual en cada momento.<br />
* * *<br />
Una vez establecidas las cuotas anuales rectificadas para todos los<br />
contribuyentes en todos los catastros es preciso escoger un criterio que determine<br />
el número de mayores contribuyentes a estudiar en cada ocasión.<br />
Son varios los criterios de selección utilizados por los historiadores. Hay<br />
quien se inclina por un número fijo de contribuyentes principales. Hay quien lo<br />
toma en función <strong>del</strong> volumen global de contribuyentes y elige un porcentaje que<br />
estima adecuado para aplicarlo a los diferentes catastros. Entendemos que el<br />
criterio de ‘número fijo’ no es idóneo para comparar catastros distribuidos en un<br />
período tan dilatado como el tomado aquí de cien años, y menos para siglos de<br />
aumento demográfico como los siglos XVIII y XIX. El número total de<br />
contribuyentes reales difiere tanto <strong>del</strong> primer al último listado que no parece lógico<br />
tomar siempre los 50 mayores contribuyentes, como suele hacerse. Además, ¿por<br />
qué cincuenta y no cuarenta o sesenta?<br />
Parecería lógico elegir un número cada vez mayor, proporcional al número<br />
total anual de contribuyentes, pero sólo sería válido cuando el diferencial de cuota<br />
entre dos contribuyentes se mantuviese constante de un año al siguiente. Entonces<br />
sí, bastaría aumentar el número de componentes <strong>del</strong> grupo, para cada año, de<br />
acuerdo con el incremento porcentual de contribuyentes. Pero puede ocurrir que los<br />
contribuyentes se distancien cada vez más entre sí, o a la inversa, se igualen<br />
progresivamente en sus cuotas. Por eso el número a elegir debe variar con el<br />
cambio en el grado de diferenciación.<br />
XXVII
Para comprobar si se cumple o no en Fraga esa proporcionalidad nos<br />
servimos <strong>del</strong> cálculo estadístico. 44 Se trata de establecer para cada catastro una<br />
medida estadística de concentración utilizada ya en el tratamiento de fuentes<br />
fiscales. 45 Es el llamado Coeficiente o Índice de Gini que permite calibrar el grado<br />
de diferenciación existente entre los contribuyentes de un año concreto. O lo que es<br />
lo mismo, la mayor o menor concentración de la riqueza en manos de algunos<br />
contribuyentes. El coeficiente es una medida abstracta limitada entre los valores<br />
extremos 0 y 1, y permite su comparación entre catastros sucesivos. Se aproxima<br />
tanto más a la unidad cuanto mayor sea la concentración de contribuyentes en las<br />
cuotas más bajas y sólo muy pocos satisfagan las más altas. Es decir, a mayor<br />
diferenciación entre contribuyentes, mayor coeficiente de Gini.<br />
El proceso seguido para su determinación ha sido el siguiente: una vez<br />
fijadas las cuotas anuales individuales (Xi) en cada catastro y conseguida la<br />
presentación ordinal de los contribuyentes (Ni), se calcula el porcentaje acumulado<br />
de contribuyentes (Pi), la cantidad de cuota acumulada (Si) y, finalmente, también<br />
su porcentaje acumulado (Qi), con lo que puede obtenerse ya el coeficiente de<br />
acuerdo con la fórmula:<br />
XXVIII<br />
Pi - Qi<br />
Coeficiente de Gini = -----------<br />
que para Fraga proporciona los siguientes valores:<br />
tipo de fuente coeficiente incremento<br />
Catastro de 1730 (incluye cuotas por oficios) 0,35<br />
Catastro de 1751 (incluye cuotas por oficios) 0,44 +0,09<br />
Libro cobratorio de la contribución de 1772 0,54 +0,10<br />
Libro de Industrias de 1789 (incluye las haciendas) 0,66 +0,12<br />
Libro de Industrias de 1803 (incluye las haciendas) 0,62 -0,04<br />
Catastro de 1819 + Libro de Industrias de ese año 0,71 +0,09<br />
Catastro de 1832 + Libro de Industrias de ese año 0,66 -0,05<br />
Los valores encontrados para el coeficiente de Gini están indicando un<br />
aumento continuado en la diferenciación entre contribuyentes, con un ligero<br />
retroceso en 1803 y 1832 respecto de la tendencia general. La conclusión es que<br />
debemos elegir un número distinto de mayores contribuyentes para cada año, y<br />
que ese número variará en razón inversa a la variación en el grado de<br />
Pi
diferenciación. Es decir, a mayor variación menor número de mayores<br />
contribuyentes.<br />
Sabiendo que el número debe ser distinto en cada ocasión, se trata de<br />
concretarlo para cada año fiscal. Lo conseguimos con ayuda de otra medida<br />
estadística de concentración llamada mediala, que definimos para nuestro<br />
propósito <strong>del</strong> siguiente modo:<br />
La mediala de las cuotas de los contribuyentes es la cuota tal que<br />
aquellos que pagan individualmente menos que la mediala pagan<br />
globalmente tanto como aquellos cuya cuota sobrepasa la cuota medial.<br />
Por tanto:<br />
Mediala = Cuota correspondiente al 50% de Qi<br />
Es decir, tomamos como contribuyentes significativos (CS) a aquellos<br />
cuya cuota conjunta iguala la <strong>del</strong> resto de contribuyentes de ese año, a los que<br />
llamaremos pequeños contribuyentes (PC). Un criterio nada original por otra<br />
parte, puesto que es utilizado habitualmente para expresar de forma gráfica cómo<br />
unos pocos poseen tanto como la inmensa mayoría, en una sociedad escasamente<br />
igualitaria.<br />
No parecería adecuado, sin embargo, calificar a este grupo como ‘los ricos’,<br />
puesto que ya he a<strong>del</strong>antado no estar en condiciones de abarcar la totalidad de los<br />
bienes integrantes de la “hacienda” de cada individuo, ni el situarse por encima de<br />
la media de un conjunto de contribuyentes debe suponer automáticamente su<br />
consideración de tal. Por eso prefiero referirme a ellos como ‘significativos’, en el<br />
doble sentido de que la cuota que pagan exige poseer un nivel de bienes<br />
inmuebles, -casi siempre tierras y/o casas-, o de rendimientos obtenidos por<br />
comercio, industria o profesión, -o de rentas censales-, que les mantienen por<br />
encima de la mayoría.<br />
Desestimados los contribuyentes forasteros y eclesiásticos, -que dejo al<br />
margen de los cálculos para este objetivo-, los números absoluto y relativo de<br />
contribuyentes ‘vecinos laicos’ a elegir en cada catastro como significativos (CS), en<br />
función de las respectivas medialas anuales, serían por tanto los que se detallan en<br />
la siguiente tabla:<br />
XXIX
CATASTRO O CONTRIBUYENTES MEDIALA Nº DE CONTRIB. %<br />
LIBRO DE FRAGATINOS (en sueldos SIGNIFICATIVOS DEL<br />
INDUSTRIAS. LAICOS jaqueses) ELEGIDOS TOTAL<br />
año 1730 508 70 128 25,2<br />
año 1751 558 72 110 19,7<br />
año 1772 655 94 84 12,8<br />
año 1789 766 91 63 8,2<br />
año 1803 744 125 76 10,2<br />
año 1819 853 282 53 6,2<br />
año 1832 1.030 264 98 9,5<br />
Finalmente, dentro de cada linaje, unos individuos más que otros suelen ser<br />
los mayores responsables <strong>del</strong> incremento <strong>del</strong> monto fiscal por sus actividades<br />
profesionales o financieras, por el mecanismo de la herencia o por el matrimonio.<br />
Me interesa centrar en ellos la atención <strong>del</strong> estudio. El criterio para seleccionarlos<br />
vuelve a ser el utilizado al elegir los contribuyentes significativos. Hay que descubrir<br />
cuántos de esos contribuyentes significativos poseen tanto como todos los demás<br />
de su grupo. Para ello, se aplica el mismo concepto de cuota medial -que ahora se<br />
situará por definición en el 75% de Qi-, lo que permite dejar al margen a la mayoría<br />
de los (CS), y elegir sólo a los que consideramos Mayores Contribuyentes (MC),<br />
tal como se detalla en la siguiente tabla:<br />
CATASTRO O CONTRIBUYENTES CUOTA 75% Nº DE MAYORES %<br />
LIBRO DE FRAGATINOS (en sueldos CONTRIBUYENTES DEL<br />
INDUSTRIAS LAICOS jaqueses) ELEGIDOS TOTAL<br />
1730 508 128 34 6,7<br />
1751 558 158 33 5,9<br />
1772 655 221 17 2,6<br />
1789 766 330 9 1,2<br />
1803 744 346 16 2,2<br />
1819 853 690 14 1,6<br />
1832 1.030 611 23 2,2<br />
XXX<br />
146<br />
Se obtiene de este modo el grupo de los 146 Mayores Contribuyentes (MC).<br />
Como algunos de ellos se repiten en más de un catastro, el número final a estudiar
a lo largo de la etapa se reduce a 111 individuos distintos, correspondientes a<br />
74 apellidos. Como boceto caracterizador de cada uno de ellos se intentará<br />
concretar la tipología y evolución de su patrimonio, sus actividades profesionales y<br />
su situación en el ranquin contributivo; también su ascendencia familiar paterna y<br />
materna; aquellos de sus parientes por consanguinidad y por afinidad que aparecen<br />
en los catastros como contribuyentes significativos; los cargos municipales y otras<br />
funciones públicas desempeñados por el (MC) y por sus parientes; por último, su<br />
estatus social y su posible filiación política ‘partidista’. La descripción conjunta de<br />
estos rasgos constituirá su biografía social y, -junto a las de sus parientes-,<br />
esbozaré finalmente una Prosopografía de linajes de mayores contribuyentes.<br />
El estudio de la variable poder local.<br />
Realizaré el estudio de esta variable mediante el análisis de dos factores<br />
relacionados entre sí: los mecanismos legales de acceso al poder y las<br />
estrategias de las que se sirven individuos, familias y linajes para conseguirlo y<br />
mantenerlo. Uno y otro factor se convierten muy a menudo en causa de conflictos<br />
entre aspirantes y ocupantes, entre los propios ejercientes y entre éstos y las<br />
autoridades corregimentales, regionales y aún estatales.<br />
Para comprender la relevancia tanto de los mecanismos como de las<br />
estrategias es preciso determinar previamente la nómina de quienes participaron<br />
<strong>del</strong> poder. Fraga tuvo desde el advenimiento de los Borbones y hasta el final <strong>del</strong><br />
reinado de Fernando VII un sistema de gobierno municipal basado en la<br />
designación por el Rey cada tres años de alcaldes y regidores, aunque desde fines<br />
de siglo contó con un corregidor de letras. A presentación de una terna, –en<br />
ocasiones confeccionada por el ayuntamiento saliente-, el Tribunal de la Audiencia<br />
será el órgano autorizado para proponer al Consejo Supremo de Castilla los<br />
candidatos al ejercicio de la administración local. El Consejo lo elevará a la Cámara<br />
y de allí saldrán los nombramientos y las inhabilitaciones con la firma <strong>del</strong> Rey.<br />
Las actas de las sesiones municipales proporcionan en ocasiones los<br />
nombres de las ternas para cada oficio de gobierno, con los rasgos estamentales,<br />
económicos, profesionales y de parentesco de los candidatos, así como las posibles<br />
causas de impedimento legal para su habilitación. Por otra parte, la documentación<br />
conservada en el Archivo Histórico Nacional, Sección Consejos, relativa a los<br />
expedientes abiertos con motivo de cada renovación <strong>del</strong> ayuntamiento, completa la<br />
información en casi todos los casos.<br />
Habitualmente, cada tres años en sesión solemne, se realizaba la toma de<br />
posesión o en su caso la renuncia de los cargos consistoriales, lo que permite<br />
obtener su nómina inicial para el período. Las modificaciones por ausencias,<br />
XXXI
muertes, elección de nuevos cargos, etc. suelen reflejarse también en las actas. Ha<br />
sido posible por tanto establecer el listado casi completo de los individuos que<br />
ejercieron en algún momento entre 1711 y 1833 cargos públicos principales o<br />
secundarios en Fraga. Y para cada uno de ellos puede deducirse su permanencia<br />
acumulada en los diferentes oficios de gobierno.<br />
Ternas, categoría de los cargos y permanencia en los mismos son datos que<br />
permiten analizar el poder local en frío, de forma aséptica o estadística. Estamos<br />
efectuando con ello el tratamiento cuantitativo de la variable ‘poder local’. Pero los<br />
libros de resoluciones <strong>del</strong> ayuntamiento permiten observar que la sucesión en<br />
dichos puestos no tuvo en Fraga, como en casi ningún otro lugar, nada de aséptica,<br />
sino todo lo contrario. Los conflictos por “coligación de parentescos”, por ser los<br />
pretendientes “deudores a los bienes de propios” o por otras causas, aparecen de<br />
forma casi permanente, pese a lo poco propicio de la fuente. Mucho más explícitos<br />
son en este sentido los múltiples informes, propuestas, recursos y solicitudes<br />
recogidos en los expedientes <strong>del</strong> Archivo Histórico Nacional. Por otra parte, la<br />
documentación de la serie ‘Consultas e Informes <strong>del</strong> Real Acuerdo’ y la de<br />
‘Expedientes <strong>del</strong> Real Acuerdo’ en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, y la<br />
información que puede espigarse en múltiples expedientes dispersos dentro de la<br />
sección ‘Consejos Suprimidos’ <strong>del</strong> propio Archivo Histórico Nacional, alumbra no ya<br />
los mecanismos y estrategias <strong>del</strong> poder local sino la conflictividad –a menudo<br />
extrema en Fraga- producida por la ambición de poder de unos y la enemiga de<br />
otros.<br />
De todos modos, en ocasiones el ayuntamiento es sólo lugar de negociación<br />
entre hombres de paja, y la nómina de los ediles no es el espejo exacto de los<br />
poderosos; por lo que, si en lugar de fijarnos sólo en el individuo que ostenta el<br />
cargo lo hacemos en la familia que ejerce el poder o en sus parientes y patrones,<br />
creemos estar manejando una variable significativa. El análisis de los conflictos a<br />
través de familias y linajes nos mostrará su aspecto cualitativo.<br />
Cuestión controvertida es la <strong>del</strong> posible cambio de grupos sociales y por<br />
tanto de familias gestoras <strong>del</strong> poder local en el tránsito de los Austrias a los<br />
Borbones. Debemos comprobar ese extremo para Fraga. Del mismo modo interesa<br />
reconocer si el tránsito <strong>del</strong> Antiguo Régimen al período de la Revolución Liberal,<br />
supone un nuevo cambio en las familias de poder. Para lo primero, ha sido preciso<br />
obtener de los libros de actos comunes correspondientes al siglo XVII la nómina de<br />
los principales cargos locales: los tres ‘jurados’ anuales. Con ella y con el listado de<br />
los cargos en el siglo XVIII y los de la primera mitad <strong>del</strong> XIX es posible reconocer la<br />
continuidad, alternancia o sustitución de familias y grupos que ejercen el poder en<br />
ambas situaciones extremas. Al mismo tiempo es posible observar la inclusión de<br />
XXXII
familias foráneas a lo largo <strong>del</strong> Setecientos y comprobar su intervención como<br />
inmersión en, o sustitución de, las anteriores. Es preciso, por tanto, hacer patentes<br />
sus estrategias de asentamiento en la ciudad y de su acceso al poder.<br />
El proceso seguido en la concreción de la variable linaje.<br />
En principio debe señalarse la inexistencia de un catálogo familiar de<br />
conjunto ni tan siquiera de árboles genealógicos particulares, relativos a familias<br />
ubicadas en Fraga en diferentes épocas. Hasta el presente, tan sólo Valeriano<br />
Labara Ballestar, en 1994, ha publicado un estudio sobre una de dichas familias,<br />
-Els Barrafon de Fraga-, concretado a la rama supuestamente infanzona <strong>del</strong> apellido<br />
y centrado en uno de sus miembros -don Domingo María Barrafón y Viñals-,<br />
personaje de relevancia nacional. Ningún otro personaje ha sido esbozado en su<br />
ciclo vital, aunque en la obra ahora citada se incluyen, con oportunidad<br />
genealógica, diferentes segmentos de familias emparentadas con los Barrafón.<br />
Por otra parte, la realización de ese posible catálogo será siempre quimérica<br />
para Fraga, como para otros muchos lugares, si lo que se pretende es completar<br />
todas y cada una de las familias con todos sus componentes, sus fechas de<br />
nacimiento y defunción, sus enlaces matrimoniales u otros elementos definitorios<br />
de su itinerario vital. Aquel día de julio de 1936 se quemaron los libros parroquiales<br />
de nacimientos, matrimonios y defunciones, y los primeros censos de población<br />
conservados se inician sólo en 1822. Por otra parte, las informaciones extraíbles <strong>del</strong><br />
Registro Civil son obviamente posteriores, e inútiles para el presente estudio.<br />
Los datos necesarios para seleccionar y situar individuos en las sucesivas<br />
generaciones y los indispensables para establecer nexos familiares entre ellos han<br />
debido obtenerse siempre de fuentes indirectas, básicamente de las informaciones<br />
catastrales, de los pleitos familiares, los testamentos y capítulos matrimoniales, o<br />
extraídas de los contratos censales, cartas de gracia, comandas y obligaciones. En<br />
algunos casos, las firmas de infanzonía, las peticiones de beneficios eclesiásticos,<br />
capellanías u otros similares, y aún las mismas actas municipales, contratos de<br />
arrendamientos, etc., han proporcionado la confirmación de conjeturas iniciales.<br />
Con todo este material ha sido posible incardinar a la mayoría de los individuos que<br />
nos interesan en su familia y linaje correspondiente.<br />
Naturalmente pocas familias jornaleras acaban perfiladas en las genealogías<br />
compuestas para este estudio. Pocos jornaleros establecen contratos de arriendo de<br />
bienes <strong>del</strong> común o de propios; pocos jornaleros pleitean por bienes sitios, pocos lo<br />
hacen contra el ayuntamiento por no cederles suficientes pastos para su ganado.<br />
Pocos soñarán con su ascenso a la nobleza. Sólo uno se atrevió -en los ciento<br />
cincuenta años <strong>del</strong> estudio- a solicitar firma de infanzonía y, naturalmente, la<br />
XXXIII
Audiencia de Aragón ni siquiera aceptó a trámite la documentación presentada.<br />
Nadie, por ejemplo, entre los jornaleros necesitaba de las garantías de una<br />
capitulación matrimonial para entablar un parentesco ventajoso; simplemente se<br />
casaba. Los únicos jornaleros que solemos recoger, por tanto, si su apellido<br />
corresponde al de las familias que nos interesan, son los catastrados.<br />
Los linajes mejor perfilados, –obviamente-, serán los que mayor rastro han<br />
dejado en la documentación durante el período y en su caso es factible realizar su<br />
seguimiento generación tras generación. En ocasiones, dentro de cada familia<br />
elegida, se han tenido en cuenta también y computado los individuos que por no<br />
ser herederos contaban con pequeños patrimonios, o que permanecían en la<br />
condición de jornaleros sin patrimonio inmueble; los encontramos entre los<br />
pequeños contribuyentes (PC). En Fraga y en esa época se dan sistemas diferentes<br />
de sucesión y herencia y parece conveniente hacer el seguimiento, además <strong>del</strong><br />
patrimonio central de la casa, <strong>del</strong> segregado en los hijos segundones y demás<br />
descendientes, en cada uno de los estadios generacionales para los que su<br />
cuantificación es posible. Se ha hecho así en la inteligencia de que, más que el<br />
caudal de cada individuo particular, es el patrimonio familiar, el patrimonio de la<br />
Casa, lo que sitúa socialmente a todo el grupo en un momento concreto <strong>del</strong> linaje.<br />
No se trata por tanto de realizar un estudio dentro de los cánones de la<br />
demografía histórica, que no podría llevarse a buen término para Fraga. Más bien<br />
se busca tejer una red de individuos y familias-soporte de donde ‘colgar’ sucesivos<br />
patrimonios, a fin de analizar su evolución, y en este sentido el objetivo ha podido<br />
alcanzarse en un elevado porcentaje de casos. Ha sido posible seguir la dinámica de<br />
engrosamientos y a<strong>del</strong>gazamientos de la línea patrimonial a través de las cuatro<br />
generaciones que recorre el estudio.<br />
En concreto, la red de linajes se forma longitudinalmente eligiendo aquellas<br />
familias alguno de cuyos miembros se ubica en una u otra generación dentro <strong>del</strong><br />
grupo de mayores contribuyentes; y ello porque se trata de comprobar hasta qué<br />
punto el binomio familia-riqueza funciona para los más acomodados.<br />
Transversalmente, la red se completa y anuda fuertemente con todas aquellas<br />
relaciones de parentesco halladas en las fuentes a partir de enlaces matrimoniales<br />
establecidos de forma endogámica dentro de las familias <strong>del</strong> linaje, así como los<br />
exogámicos trabados entre éstas y familias de otros linajes. Al observar cualitativa<br />
y cuantitativamente estos últimos enlaces es cuando los conceptos de<br />
contribuyente significativo (CS) y pequeño contribuyente (PC) –ubicados entre<br />
parientes y clientes-, ayuda a comprender mejor las características de un posible<br />
grupo dominante en el conjunto de los linajes.<br />
XXXIV
Una vez recopilada la información, el proceso seguido para la confección de<br />
cada segmento de linaje ha sido el siguiente: En primer lugar se han considerado<br />
como propias <strong>del</strong> estudio a cuatro generaciones. 46 Tomamos como primera<br />
generación la que sobrevive a la guerra de Sucesión como adulta y sufre sus<br />
secuelas; es decir, la generación de los que nacieron en las últimas décadas <strong>del</strong><br />
siglo XVII y quedaron en situación de bisabuelos al final de la etapa. La he<br />
denominado Primera Generación. Se han situado luego en su tiempo los<br />
individuos de las siguientes tres generaciones, a las que respectivamente denomino<br />
Segunda Generación (adultos en las décadas centrales <strong>del</strong> siglo XVIII), Tercera<br />
Generación (adultos en las décadas finales) y Cuarta Generación (los<br />
supervivientes a la guerra de la Independencia). Naturalmente algunos linajes<br />
abarcan las cuatro generaciones mientras otros se diluyen en alguna de ellas y<br />
otros aún se incorporan a la generación correspondiente en el momento de su<br />
llegada a Fraga como familias o como individuos solteros.<br />
Una vez seleccionados los individuos (MC), las fuentes catastrales han sido<br />
utilizadas como cañamazo inicial en la construcción de las familias más antiguas,<br />
cuando no se conocía directamente su composición, procediendo a agrupar según<br />
su primer apellido a todos aquellos contribuyentes que aparecían en los sucesivos<br />
apeos. Junto a esta fuente, para las dos últimas generaciones ha sido posible ya<br />
servirse de los primeros padrones y censos de población <strong>del</strong> siglo XIX.<br />
A continuación he establecido las relaciones familiares obtenidas <strong>del</strong> resto de<br />
las fuentes, añadiendo a los individuos ubicados en los catastros aquellos otros<br />
aportados por ellas, que no poseyeron un patrimonio fiscalizable. Normalmente se<br />
trata de mujeres o varones que no alcanzaron la mayoría de edad u otros que,<br />
alcanzándola, quedaron sin patrimonio alguno; también algunos eclesiásticos<br />
eximidos de contribuir en los primeros catastros pero de quienes conocemos su<br />
adscripción familiar. De este modo, dentro de un mismo apellido, se han organizado<br />
los individuos en diferentes troncos familiares, unas veces en diferentes ramas<br />
paralelas con probable parentesco de tercer o cuarto grado desde la primera<br />
generación (aunque no comprobable con las fuentes manejadas), y otras inicial y<br />
directamente emparentadas, que se ramifican y separan dentro <strong>del</strong> período.<br />
En varios de los linajes seleccionados han quedado al final individuos<br />
desconectados, sin que haya sido posible relacionarlos exactamente con sus<br />
probables familias. Ocurre esto a veces con los eclesiásticos conocidos por algún<br />
catastro y más frecuentemente por otras fuentes; ocurre también con hembras,<br />
conocidas por múltiples noticias, pero que no figuran en el catastro sino como<br />
viudas o como solteras herederas de patrimonios, caso de alguna mujer infanzona<br />
que mantiene casa independiente.<br />
XXXV
Los primeros apeos fragatinos -como cualesquiera otros, supongo- incluían<br />
el segundo apellido de un individuo sólo cuando era imprescindible a efectos de su<br />
identificación segura y distinta de otro. Si sólo existía un ‘Pedro Ibarz’ jamás se<br />
indicaba su segundo apellido. Cuando un padre y su hijo eran homónimos, se<br />
calificaba al primero de ‘mayor’ y al segundo como ‘menor’. Sólo cuando dos ‘Pedro<br />
Ibarz’ coincidían en vida se añadía al de menor relevancia social el segundo<br />
apellido; o se le diferenciaba señalando la calle donde tenía su casa, o mediante un<br />
alias. Hasta finales <strong>del</strong> siglo XVII la necesidad de diferenciar individuos por el<br />
segundo apellido fue prácticamente nula en Fraga porque el volumen de población<br />
era pequeño, y sobre todo porque la expansión lateral de cada apellido, de una<br />
generación a la siguiente, acababa siendo sólo ocasional, debido a las crisis de<br />
subsistencias y a la elevada mortalidad subsiguiente, que permitía a lo sumo<br />
mantener un tronco unifamiliar en cada linaje, sin ramificaciones.<br />
Llegados al siglo XVIII y durante el primer tercio <strong>del</strong> XIX el segundo apellido<br />
comienza a utilizarse aunque excepcionalmente. Casi nunca coincidían individuos<br />
con idéntico nombre y apellido. La excepcionalidad de la inclusión de segundos<br />
apellidos en los catastros y en muchas fuentes de la época ha dificultado<br />
sensiblemente el reconocimiento de parentescos entre los individuos a estudiar.<br />
Además, debe advertirse que la obtención de los dos apellidos de una persona<br />
tampoco constituye garantía para su inclusión en una generación familiar concreta<br />
si no puede completarse el dato con fechas documentales verosímiles para lo que<br />
se pretende. Es decir, pueden darse -y se dan- componentes de una misma familia<br />
con iguales nombres y apellidos, pertenecientes a generaciones distintas,<br />
originados en enlaces endogámicos, con lo que se hace imprescindible contrastar su<br />
correcta ubicación en una generación por otras fuentes, para evitar errores.<br />
La inmensa mayoría de filiaciones, hermanamientos o ascendencias se han<br />
establecido casi siempre a través <strong>del</strong> vaciado de la información proporcionada por<br />
las fuentes, procurando evitar mis propias deducciones. Sólo en casos<br />
excepcionales, y apoyado por referencias indirectas basadas en trasferencias<br />
patrimoniales, he decidido parentescos no expresados abiertamente por la fuente.<br />
Cuando a pesar de todos los esfuerzos, algunos componentes de un mismo apellido<br />
no han podido ubicarse dentro de alguna familia, se han presentado en las hojas de<br />
SEGMENTOS DE LINAJES mediante líneas discontinuas, como individuos aislados,<br />
próximos a la generación y familia que posiblemente les corresponde.<br />
Pese a las dificultades expresadas hasta aquí y a lo inconexas e incompletas<br />
que permanecen por ahora algunas familias, el conjunto de linajes observables con<br />
continuidad a través de las cuatro generaciones parece significativo para el<br />
XXXVI
propósito de la investigación. Y desde luego -concluido el trabajo- no falta ninguno<br />
de los individuos que debían ser estudiados.<br />
* * *<br />
Las descritas hasta aquí son las pautas metodológicas a seguir para obtener<br />
la selección y caracterización de algunos individuos, familias y linajes en los<br />
ámbitos patrimonial, político-administrativo y social. Dicho de otro modo, para fijar<br />
los rasgos sobresalientes de una posible oligarquía local. Pero para comprender no<br />
ya el quién y el qué sino el cómo y porqué de aquella realidad parece indispensable<br />
<strong>del</strong>inear tres configuraciones previas. Por un lado debemos determinar la base<br />
económica de la sociedad fragatina mediante la concreción de las coordenadas de<br />
su estructura agraria. Dedicaré a ello la primera parte <strong>del</strong> libro. Dentro de la<br />
segunda, y una vez determinada la nómina de los mayores contribuyentes,<br />
incluyo sendos capítulos dedicados a la descripción de los objetos <strong>del</strong> poder local,<br />
y de los sujetos -individuos, familias y linajes- que los gestionaron. Por último,<br />
esbozaré en la tercera parte algunos rasgos de la estructura familiar fragatina<br />
necesarios para la mejor comprensión de la prosopografía final de aquellos linajes<br />
que supieron conjugar su elevado patrimonio con el disfrute <strong>del</strong> poder en un<br />
continuado ascenso o predominio social.<br />
IV. Metrología fragatina.<br />
Hasta la generalización en España <strong>del</strong> Sistema Métrico Decimal a mediados<br />
<strong>del</strong> siglo XIX e incluso durante años después de su implantación legal, los<br />
aragoneses utilizaron un sistema de pesos, medidas y monedas propio, de origen<br />
medieval, unificado hasta cierto punto en las Cortes de Monzón de 1552. Pese a<br />
esta unificación aragonesa, persistieron múltiples variantes comarcales y aún<br />
locales, 47 cuya sistematización conocemos desde hace años primero por Guillermo<br />
Pérez Sarrión 48 y luego por Pablo Lara Izquierdo 49 . Posteriormente, algunos autores<br />
dedicados al análisis de la actividad económica, bien sea de la capital o de otras<br />
comunidades aragonesas, refieren valores de cada unidad para el ámbito espacial y<br />
temporal que estudian. 50<br />
Durante el Antiguo Régimen cada lugar era un mundo aparte cuyas<br />
características metrológicas contribuían a explicar su historia agroeconómica, y sus<br />
peculiaridades deben tenerse presentes si no quieren cometerse errores de bulto;<br />
tanto más si la pretensión incluye su comparación con datos de otras zonas. Eran<br />
precisamente esas peculiaridades las que obligaban a concejos y ayuntamientos a<br />
llevar un estricto control sobre “medidas, mesuras y pesos”, por medio de su fiel<br />
almutazaf. Quien era elegido para ello custodiaba “en lo más recóndito” las<br />
diferentes piezas para que cada año los vecinos, el almudín, los molineros o los<br />
XXXVII
comerciantes y tenderos las “refirieran” a ellas. Desde “la soga de cordear” que<br />
utilizaban los agrimensores hasta el “peculín” usado para cobrarse su comisión el<br />
molinero, todas las unidades de medida debían ser controladas periódicamente.<br />
En un trabajo preliminar al presente analicé la documentación oportuna para<br />
concretar las medidas agrimensales utilizadas en Fraga durante la etapa, señalando<br />
las diferencias y cambios que históricamente se produjeron en algunas de ellas.<br />
Entiendo haber justificado allí las unidades respectivas, por lo que se obvia ahora<br />
su argumentación. 51<br />
Desde entonces he contrastado aquellas y otras unidades ponderales y de<br />
capacidad cuantas veces lo ha requerido la documentación, por lo que juzgo fiables<br />
las estimaciones realizadas con ellas y válidas las comparaciones que se establecen<br />
ahora con las propias de otros lugares en la época, referenciadas en las notas. En<br />
definitiva, las medidas, pesos y monedas utilizadas en Fraga, al menos desde<br />
finales <strong>del</strong> siglo XVII y hasta mediados <strong>del</strong> siglo XIX serían las siguientes:<br />
Medidas lineales:<br />
Palmo = 12 dedos = 0,192 m. 52<br />
Pie = 12 pulgadas.<br />
Vara = 3 pies o 4 palmos.<br />
Alna 53 = 5 palmos.<br />
Medidas superficiales en tierras de huerta:<br />
Vara cuadrada = 0,596 m 2 .<br />
Almud = 100 varas cuadradas.<br />
Cuartal = 4 almudes = 400 varas cuadradas.<br />
Fanega o fanegada corta 54 = 3 cuartales = 1.200 varas cuadradas = 715,2 m 2 .<br />
Fanega o fanegada larga = 4 cuartales = 1.600 varas cuadradas = 953,57 m 2 .<br />
Fanega Castellana 55 = 6 fanegas largas de 40 varas en cuadro = 5.721,42 m 2 .<br />
Medidas superficiales en tierras de monte:<br />
Tornall catalán 56 = 900 pasos cuadrados = 900 varas cuadradas = 536,4 m 2 .<br />
Tornall de Fraga 57 = 4 tornalls catalanes = 3.600 varas cuadradas = 2.145,6 m 2 .<br />
Cahizada antigua 58 = 5 tornalls de Fraga = 18.000 varas cuadradas = 10.728 m 2 .<br />
Cahizada moderna 59 = 4 tornalls de Fraga = 14.400 varas cuadradas = 8.582,4 m 2 .<br />
Medidas ponderales generales:<br />
Adarme o arienzo = 1,823 gr.<br />
Cuarto = 4 adarmes.<br />
Onza = 4 cuartos.<br />
Libra común = 12 onzas.<br />
Libra carnicera = 36 onzas.<br />
Arroba = 36 libras.<br />
Quintal = 4 arrobas.<br />
Carga 60 = 3 quintales.<br />
Medidas ponderales para seda:<br />
Onza = 29,168 gr.<br />
Libra 61 = 16 onzas.<br />
Arroba = 25 libras.<br />
XXXVIII
Medidas ponderales para hielo:<br />
Libra = 12 onzas = 350 gr.<br />
Arroba 62 = 40 libras.<br />
Medidas de capacidad para aceite 63 :<br />
Libra = 16 onzas.<br />
Arroba = 25 libras. 64<br />
Quintal = 4 arrobas.<br />
Pie de olivas 65 = 12 fanegas = 269,28 L.<br />
Medidas de capacidad para áridos:<br />
Un tercerol = dos peculines.<br />
Almud de grano = 1,87 L.<br />
Cuartal = 4 almudes.<br />
Fanega = 3 cuartales = 12 almudes.<br />
Cuartera catalana 66 = 3 fanegas y 2,4 almudes.<br />
Cahíz 67 = 2 talegas 68 = 8 fanegas = 2 ½ cuarteras.<br />
Medidas de capacidad para vino:<br />
Dineral = 0,155 L.<br />
Cuartal (Cuartillo) = 4 dinerales.<br />
Cántaro 69 = 16 cuartales.<br />
Carga = 12 cántaros.<br />
Nietro = 16 cántaros.<br />
Equivalencia usual entre medidas de capacidad y ponderales para el trigo:<br />
Fanega 70 = 1 arroba y 12 libras = 16,800 Kg.<br />
Cahíz 71 = 10 arrobas y 24 libras = 134,4 Kg.<br />
Cuartera de trigo = 0,4 cahíces = 4 arrobas y 9 ½ libras = 53,76 Kg.<br />
Equivalencia entre monedas de cuenta aragonesas y monedas castellanas:<br />
Antes <strong>del</strong> año 1726<br />
Sueldo jaqués 72 = 12 dineros.<br />
Libra jaquesa= 20 sueldos = 18 reales de vellón y 15 maravedíes.<br />
Desde 1726 a 1737<br />
Sueldo jaqués = 15 dineros = 30 maravedíes.<br />
Libra jaquesa= 18 reales de vellón y 26 maravedíes.<br />
Desde 1737 a 1868<br />
Sueldo jaqués = 16 dineros = 32 maravedíes.<br />
Libra jaquesa = 18 reales de vellón y 28 maravedíes (18,82 r.v.)<br />
Libra de ardite (catalana) = 0,57 libras jaquesas.<br />
Monedas de la época usuales en Fraga: 73<br />
Hasta 1772:<br />
Ochavo o Dinero = 2 maravedíes.<br />
Cuarto = 2 ochavos.<br />
Pieza o Tarja = 2 cuartos. 74<br />
A partir de 1737 y hasta 1771:<br />
Real de vellón 75 = 34 maravedíes.<br />
Real de plata = 2 sueldos jaqueses = 1 real de vellón y 30 maravedíes.<br />
Real de ardite = 0,5364 reales de vellón.<br />
XXXIX
Peçeta = 4 reales de vellón = 4 sueldos y 4 dineros. 76<br />
Peso fuerte de plata 77 = 8 reales de plata = 16 sueldos = 20 reales de vellón<br />
Escudo de plata = 1 libra jaquesa.<br />
Doblón “sencillo” de oro 78 = 32 reales de plata.<br />
Desde 1772<br />
Real de plata = 2 reales de vellón = 2 sueldos y 2 dineros jaqueses.<br />
Peseta provincial de plata = 2 reales de plata = 7 sueldos y 6 dineros catalanes 79 .<br />
Duro (escudo de plata) 80 = 5 pesetas = 10 reales de plata = 20 reales de vellón. 81<br />
Escudito de oro= 1 libra, 2 sueldos y 9 dineros jaqueses. 82<br />
Cuarto de oro (o doblón de a 80 r. v.) 83 = 4 duros de plata 84 = 40 reales de plata. 85<br />
Doblón de a ocho de oro (o 320 r. v.) = 16 duros de plata. Pesa una onza de oro. 86<br />
XL
NOTAS DE LA INTRODUCCIÓN.<br />
1<br />
ALCINA FRANCH, J. Aprender a investigar. Madrid, 1994. p. 65.<br />
2<br />
MARAVALL, J. A. Estado Moderno y mentalidad social. Siglos XV al XVII. Revista de Occidente, 2 vols.<br />
Madrid, 1974.<br />
3<br />
KRIEDTE, P. Feudalismo tardío y capital mercantil. Barcelona, 1979.<br />
4<br />
DONÉZAR, J. M. Riqueza y propiedad en la Castilla <strong>del</strong> Antiguo Régimen. Madrid, 1984.<br />
5 VILAR, P. Cataluña en la España Moderna, Ed. Crítica, Tomos I y II. Barcelona, 1979 y1987.<br />
6<br />
MILLÁN, J. Rentistas y campesinos. Desarrollo agrario y tradicionalismo político en el sur <strong>del</strong> País<br />
Valenciano, 1680-1840, Instituto Juan Gil-Albert, Alicante, 1984.<br />
7<br />
VICEDO I RIUS, E. 1982 “Propietat, accés a la terra y distribució <strong>del</strong>s ingresos a Lleida en el s. XVIII”<br />
en Recerques nº 12 de 1982, pp. 57-80. También en 1986 “Propietat i renda synorial a les terres de<br />
Lleida en el marc <strong>del</strong> procès de creixement agrari (segle XVIII)” en Terra Treball i Propietat. Barcelona ,<br />
1986 pp. 275-296. Y finalmente en Les terres de Lleida i el desenvolupament català <strong>del</strong> set-cents.<br />
Producciò, propietat i renda, Barcelona, 1991.<br />
8<br />
PESET, M. Dos ensayos sobre historia de la propiedad de la tierra. Madrid, 1982.<br />
9<br />
TELLO, E. Cervera i la Segarra al segle XVIII. En el origen d' una Catalunya pobra, 1700-1860.<br />
Barcelona, 1995.<br />
10<br />
GÓMEZ ZORRAQUINO, J. I. “La burguesía mercantil catalana en Aragón. La familia Torres (1750-<br />
1816)” en Estudis d'Història Econòmica, nº 2 (1989) o en Los Goicoechea y su interés por la tierra y el<br />
agua en el Aragón <strong>del</strong> siglo XVIII (1989).<br />
PÉREZ SARRIÓN, G. “Capital comercial catalán y periferización aragonesa en el siglo XVIII. Los<br />
Corta<strong>del</strong>las y la Compañía de Aragón” en Pedralbes nº 4 (1984) o, ese mismo año, en su tesis titulada<br />
Agua, agricultura y sociedad en el siglo XVIII. El Canal Imperial de Aragón, 1766-1808, sintetizada luego<br />
para varios aspectos en 1998, con el volumen Aragón en el Setecientos. Crecimiento económico, cambio<br />
social y cultura, 1700-1808.<br />
PEIRÓ ARROYO, A. “El mercado de cereales y aceite aragoneses ss. XVII-XX” en Agricultura y Sociedad<br />
nº 43 (1987) o en el libro Regadío, transformaciones económicas y capitalismo. (La tierra en Zaragoza.<br />
1766-1849) publicado en 1988.<br />
11<br />
TORRAS ELÍAS, J. “la economía aragonesa en la transición al capitalismo. Un ensayo” en Tres<br />
estudios de Historia económica de Aragón. Zaragoza, 1982.<br />
12<br />
En el libro de Maxine BERG Mercados y manufacturas en Europa. Barcelona 1995.<br />
13<br />
MUSET i PONS, A. Catalunya i el mercat espanyol al segle XVIII: els traginers i els negociants de<br />
Calaf i Copons. Publicacions de l’Abadía de Montserrat, 1997.<br />
14<br />
MOLL, I. y SUAU, J. “Senyors i pagesos a Mallorca (1718-1860/70)”. Estudis d'Història Agrària, nº 2,<br />
de 1979 pp. 95-191.<br />
15<br />
FERNANDEZ DE PINEDO, E. “Actitudes <strong>del</strong> campesino parcelario ante la usura y el crédito rural (s.<br />
XVI al XVIII)” en Dinero y Crédito Madrid, 1978 pp. 371-379. Así como “Del censo a la obligación:<br />
modificaciones en el crédito rural antes de la primera guerra carlista en el País Vasco” en Historia agraria<br />
de la España contemporánea, I, pp.297-305. Crítica. Barcelona, 1985.<br />
16<br />
FERREIRO PORTO, J. 1980 “Fuentes para el estudio de las formas <strong>del</strong> 'crédito popular' en el Antiguo<br />
Régimen: obligaciones-préstamo, ventas de renta y ventas de censos”. Actas de las I Jornadas de<br />
Metodología Aplicada a las Ciencias Históricas, Economía y Demografía. Santiago de Compostela, 1980<br />
pp.763-780.<br />
17<br />
FERRER i ALOS L. “Familia, iglesia y matrimonio en el campesinado acomodado catalán (siglos XVIII-<br />
XIX). El mas Vila <strong>del</strong> Soler.” Boletín de la ADEH 1991; IX pp.27-64.<br />
18<br />
En el libro colectivo Familia, transmisión y perpetuación (siglos XVI-XIX), editado por Antonio<br />
Irigoyen López y Antonio L. Pérez Ortiz . Universidad de Murcia, 2002.<br />
19<br />
PESET, M. y GRAULLERA, V. “Els censals i la propietat de la terra al segle XVIII valencià” en<br />
Recerques nº 18 de 1986 pp. 107-140.<br />
20<br />
FERNÁNDEZ CLEMENTE, E. “Sobre la crisis de la ganadería española en la segunda mitad <strong>del</strong> siglo<br />
XVIII” en C.I.H. BROCAR, nº 12 de 1987, pp. 89-101.<br />
21<br />
ANES, G. y BERNAL, A. M. La economía agraria en la Historia de España. Propiedad, explotación,<br />
comercialización, rentas. Madrid, 1978.<br />
22<br />
ESPUNY, M. J. y SARRIÓN, J. “La hacienda y los bienes de propios de los municipios catalanes a<br />
comienzos de la revolución liberal” DD.AA. en El mon rural català a l'època de la revolució liberal.<br />
Cervera, 1991.<br />
23<br />
YUN CASALILLA, B. Sobre la transición al capitalismo en Castilla. Economía y sociedad en Tierra de<br />
Campos, (1500-1830). Salamanca, 1987.<br />
24<br />
JARQUE, E. y SALAS, J. A. “Monarquía, comisarios insaculadores y oligarquías municipales en el<br />
Aragón de la segunda mitad <strong>del</strong> siglo XVII” en Revista de Historia Moderna, Anales de la Universidad de<br />
Alicante nº 19 de 2001.<br />
25<br />
PASSOLA i TEJEDOR, A. Oligarquía, municipio y corona en la Lleida de los Austrias (1468-1706) en su<br />
edición digital de 1999.<br />
XLI
26 MERCADER I RIBA, J. Felip V i Catalunya, Barcelona, reedición de 1985.<br />
27 TORRAS I RIBE, J. M. Els municipis catalans de l'Antic Règim (1453-1808). Barcelona, 1983.<br />
28<br />
TORRAS I RIBE, J. M. “La desnaturalización <strong>del</strong> sistema insaculatorio en los municipios aragoneses”<br />
en la revista Studia Historica de Historia Moderna, nº 15 de 1996.<br />
29<br />
TELLO ARAGAY, E. Visca el rei i les calces d'estopa. Crítica. Barcelona, 1990.<br />
30<br />
MORENO NIEVES J. A. El poder local en Aragón durante el siglo XVIII. Los regidores aragoneses entre<br />
la Nueva Planta y la crisis <strong>del</strong> Antiguo Régimen. Institución Fernando El Católico. Zaragoza, 2004.<br />
31<br />
BERNARDO ARES, J. M. Y GONZALEZ BELTRÁN, J. M. (eds.) “La lucha por el poder desde la<br />
perspectiva municipal” en La Administración Municipal en la Edad Moderna. Actas de la V Reunión<br />
Científica de la Asociación Española de Historia Moderna vol. II. Servicio de publicaciones de la<br />
Universidad de Cádiz, 1999.<br />
32<br />
GIMÉNEZ LÓPEZ, E. “Conflictos entre corregidores y regidores en el Aragón <strong>del</strong> siglo XVIII” en La<br />
administración municipal en la Edad Moderna. Actas de la V Reunión Científica de la Asociación Española<br />
de Historia Moderna, vol II, 1999.<br />
33<br />
ORTEGA LÓPEZ, M. Conflicto y continuidad en la sociedad rural española <strong>del</strong> siglo XVIII. Madrid,<br />
1999.<br />
34<br />
DE CASTRO, C. La Revolución Liberal y los municipios españoles. Madrid, 1979.<br />
35<br />
Como títulos apoyados en una amplia bibliografía contamos con La familia en la España mediterránea<br />
(siglos XV-XIX) de Casey, Chacón y otros (1987); también con “La historia de la familia o la vitalidad de<br />
la historiografía española” en Carlos Barros (ed.) Historia a debate <strong>del</strong> año 1995.<br />
36<br />
CHACÓN JIMÉNEZ, F. “Propuestas teóricas y organización social desde la Historia de la familia en la<br />
España Moderna” en revista Historia Moderna vol. 18 pp. 17-29. Universidad de Salamanca, 1998.<br />
37<br />
CHACÓN JIMÉNEZ, F. “Familias y poderes”. Actas de la IX Reunión Científica de la FEHM-UMA,<br />
Universidad de Málaga, 2009. Volumen I, pp. 21-32.<br />
38<br />
BURGOS ESTEBAN, Fco. M. Los lazos <strong>del</strong> poder. Obligaciones y parentesco en una elite local<br />
castellana en los siglos XVI y XVII. Universidad de Valladolid, 1994.<br />
39<br />
FONTANA LÁZARO, J. La crisis <strong>del</strong> Antiguo Régimen, 1808-1833. Barcelona, 1979.<br />
40<br />
CRUZ, J. Los notables de Madrid. Las bases sociales de la revolución liberal española. Alianza<br />
Editorial. Madrid, 2000.<br />
41<br />
MOLINER PRADA, A. Revolución Burguesa y movimiento juntero en España. Editorial Milenio. Lérida,<br />
1997.<br />
42<br />
IMÍZCOZ BEUNZA, J. Mª. (dtor.) Elites, poder y red social. Las elites <strong>del</strong> País Vasco y Navarra en la<br />
Edad Moderna. Universidad <strong>del</strong> País Vasco. Bilbao, 1996.<br />
43<br />
El procedimiento concreto para obtener las cuotas anuales en los sucesivos catastros y libros de<br />
industrias ha sido el siguiente: en el catastro de 1730 se cargan 12 dinerillos mensuales por cada 100<br />
libras jaquesas de capital; la cantidad resultante se multiplica por 12 meses y se pasa a sueldos<br />
jaqueses dividiendo por 15, en la consideración de que el sueldo equivalía a 15 dineros entre 1726 y<br />
1737, a diferencia de su equivalencia tradicional de 12 dineros por cada sueldo. El mismo procedimiento<br />
se sigue para el catastro de 1751 con la equivalencia pertinente entre monedas. En cambio, en el libro<br />
cobratorio de 1772 se expresa la cuota mensual de cada contribuyente directamente en sueldos, por lo<br />
que sólo es preciso multiplicar por doce meses. En el libro de industrias de 1789 debemos aplicar el tipo<br />
impositivo <strong>del</strong> 6,42% al producto líquido que presenta, ya que lo cargado en el catastro ese año fue de<br />
30.774 reales, resultantes de ese porcentaje <strong>del</strong> producto líquido. En cambio, según el libro de industrias<br />
de 1803 se pagaron ese año 44.770 r. v. de contribución, lo que implicó cargar al tipo de 8,76% un<br />
producto líquido total que ascendió a 542.800 sueldos jaqueses. La cuota anual <strong>del</strong> catastro de 1819 se<br />
obtiene con el 14,25% <strong>del</strong> producto líquido expresado en reales de vellón, pues se indica que se pagó a<br />
“4 reales y 3 cuartillos de vellón por cada 100 reales de útil y por cada tercio” (tres tercios anuales). El<br />
resultado se pasa luego a sueldos jaqueses. Y, finalmente, en el catastro <strong>del</strong> año 1832, la cuota se<br />
obtiene aplicando el porcentaje <strong>del</strong> 17% al producto líquido anual expresado en sueldos jaqueses. Con<br />
estas operaciones obtenemos para todos los catastros una cuota individual homogénea en sueldos<br />
jaqueses.<br />
44<br />
CALOT, G. Curso de estadística descriptiva. Madrid, 1988, pp. 87-100.<br />
45 TELLO, E. “Propietat agrària i percepció de rendes. El paper de l'endeutament en la distribució de les<br />
terres (Cervera 1744-45)”, en Estudis d'Història Agrària, nº 6. Barcelona, 1983, pp. 57-100.<br />
46 “Según L. Henry se puede aceptar la edad de treinta años como la media a la que las mujeres tienen<br />
los hijos en el Antiguo Régimen. Es decir, entre el nacimiento de una generación y el momento en que<br />
tiene los hijos esa generación pasan unos treinta años”. Tomado de MORENO ALMÁRCEGUI, A. Población<br />
y producción agrícola en el Norte aragonés (1598-1820). Congreso de Historia Rural. Siglos XV al XIX.<br />
1984 p. 473.<br />
47 Para un mismo período, conocemos diferentes medidas de fanega de superficie en Fraga y Torrente<br />
de Cinca; diferentes fanegas de capacidad en Monzón y Fraga, diferentes arrobas de aceite en Belver de<br />
Cinca y Fraga, etc. También para distintos períodos en Fraga, conocemos valores diferentes de una<br />
misma unidad metrológica.<br />
XLII
48<br />
PÉREZ SARRIÓN, Guillermo. “Metrología y medidas agrimensales en Aragón a fines <strong>del</strong> Antiguo<br />
Régimen”, en Cuadernos Aragoneses de Economía. Zaragoza, curso 1978-79. Apéndice II, p. 114.<br />
49<br />
LARA IZQUIERDO, Pablo. Sistema aragonés de pesos y medidas. La metrología histórica aragonesa y<br />
sus relaciones con la castellana. Guara editorial. Colección básica aragonesa nº. 45. Zaragoza, 1984.<br />
201 p.<br />
50<br />
Vid. PEIRÓ ARROYO, Antonio. Regadío, transformaciones económicas y capitalismo. (La tierra en<br />
Zaragoza. 1766-1849). Zaragoza 1988, pp. 16-17. También GÓMEZ ZORRAQUINO, José Ignacio. Los<br />
Goicoechea y su interés por la tierra y el agua en el Aragón <strong>del</strong> siglo XVIII. Zaragoza 1989, pp. 9-11.<br />
51<br />
BERENGUER GALINDO, Antonio. “Medidas agrimensales en Fraga durante el siglo XVIII”, en Revista<br />
Argensola nº. 103, 1989, pp. 9-16.<br />
52<br />
Ésta y las restantes equivalencias entre el sistema aragonés y el sistema métrico decimal –metros,<br />
litros y kilogramos- según lo expuesto por GÓMEZ ZORRAQUINO, J. I. Op. cit. pp. 9-11.<br />
53<br />
Documentada en las Ordinaciones de la villa de Fraga de 1685. Además de esta unidad se indica que<br />
los jurados deben proveerse de “un marco, valanzas, pesos para oro y plata, vara, alna, anega, quartal,<br />
almud”. Al indicar las obligaciones de los Almutazafes se citan las siguientes unidades: tercerol, quintal,<br />
arroba, media arroba, cuarto de arroba, libra, media libra, onza, media onza, cuarto de onza, arroba de<br />
aceite, cántaro, medio cántaro, libra, media libra y dineral de aceite o aguardiente; mesura de vino,<br />
mesura para leche, vara, media vara, alna de cinco palmos”.<br />
54<br />
De muy restringido uso en Fraga al menos desde el siglo XVIII, mientras seguía siendo medida<br />
habitual en la ciudad de Huesca, así como en algún pueblo de la comarca próxima a Fraga como<br />
Torrente o Alcolea.<br />
55<br />
“La fanega castellana, cuyo patrón original está en la ciudad de Ávila, tiene 2 medias; 4 cuartillas; 12<br />
celemines; 24 medios; 48 cuartillos; y 36 cozos o tercios de celemín”. Tratado de Comercio de Sebastián<br />
Berges (comerciante fragatino <strong>del</strong> siglo XVIII).<br />
56<br />
El Diccionario Alcover-Moll informa de que un tornall es una medida de superficie agraria de 900<br />
pasos cuadrados. Un pas equivaldría a 4 pams, es decir, a una vara de 0,772 m. y, por tanto, 900 pasos<br />
cuadrados serían equivalentes a 536,4 m 2 . En Fraga se adoptó un tornall cuatro veces más extenso que<br />
el catalán.<br />
57<br />
La utilización <strong>del</strong> tornall como medida de superficie en tierras de secano aparece documentada en<br />
A.H.F. C416-3, folio 6v, al indicarse que el ayuntamiento concede en 1846 un sitio en la Partida Alta<br />
"para construir un mas, era y corral...”, nombrando para su ejecución a dos regidores, quienes lo<br />
verifican "adjudicándole dos tornallos y medio de tierra". La utilización de la cahizada de cuatro tornalls<br />
aparece documentada en 1804: en una escritura de compraventa de una masada entre Antonio Vilar<br />
Charles y Manuel Bollic, situada en la Partida de Burriat, junto al camino de Car<strong>del</strong>l, se indica que la<br />
extensión es de ocho cahizadas de cabida "debiendo medirse y entenderse cada cahizada a razón de<br />
cuatro tornallos". A.H.F. C296-6.<br />
58<br />
En tierras flojas de escasa profundidad y plagadas de piedra, con cosecha menos incierta en caso de<br />
lluvias escasas.<br />
59<br />
En tierras fuertes de mayor profundidad y con mejores cosechas en caso de lluvias abundantes. La<br />
doble clasificación de “tierras floxas” y “tierras fuertes” por un lado y la de “cahizada antigua” y<br />
“cahizada moderna” por otro parecen responder a un mismo criterio: el de la diferente cantidad de tierra<br />
necesaria para obtener una misma cosecha, dependiendo <strong>del</strong> agua. Algunos ejemplos de mediciones de<br />
tierras de secano a lo largo <strong>del</strong> siglo XIX parecen indicar una evolución a la baja de la superficie<br />
necesaria para una cosecha semejante, que se extrema cuando una parte <strong>del</strong> monte de Litera va a ser<br />
puesto en regadío con el Canal de Aragón y Cataluña: en el proyecto de construcción <strong>del</strong> Canal de<br />
Tamarite de 1832 se propone que las tierras que puedan regarse con sus aguas paguen un canon<br />
determinado “por cada cahizada de 7.200 varas superficiales”. Es decir, una cahizada de 2 tornalls de<br />
Fraga (equivalentes a 8 tornalls catalanes), que equivalía a seis fanegas cortas, y tendría por tanto una<br />
superficie de 4.291,2 m 2 . (Extensión muy parecida -por otra parte- al jornal usado como medida de<br />
superficie en Lérida, de extensión 4.368,47 m 2 .) Vemos, por tanto, cómo progresivamente la cahizada<br />
va reduciéndose al paso de los años, y con la conversión de las tierras de secano en regadío. A.H.F.<br />
C139-2<br />
LARA IZQUIERDO, P. op. cit. p. 189, afirma en este sentido que: “En efecto, en las peores tierras la<br />
unidad de superficie tiende a agrandarse (tierra floxa, según las fuentes), entendiendo que se necesita<br />
una superficie superior a la normal para sembrar una unidad de volumen. Las tierras de mejor calidad,<br />
por el contrario (tierras fuertes), disminuyen la unidad de medida de superficie”. Esto es lo que ocurrió<br />
en Valdurrios inicialmente, según la primera Concordia celebrada entre los terratenientes de Caspe que<br />
cultivaban aquella partida <strong>del</strong> término de Fraga y el concejo de la entonces villa en el siglo XVI. Se indica<br />
en dicha concordia que las cahizadas a cultivar serán de dos cahíces de sembradura, con lo que parece<br />
se estaba aludiendo a una cahizada muy extensa, propia de tierras muy "floxas", que había de formarse<br />
con dos cahizadas de Aragón, de 24 cuartales, o sea una cahizada de 48 cuartales o 19.200 varas<br />
cuadradas. A.H.F. C416-1, Repartos de tierras. Esta sería la medida más extensa de cahizada utilizada<br />
en Fraga. Posteriormente, en la nueva Concordia entre Caspe y Fraga de 1716 se reduciría la cahizada a<br />
la de cinco tornalls o de 18.000 varas cuadradas.<br />
60<br />
Adjudicamos a la “carga” la equivalencia de tres quintales, tal como lo hace Lara Izquierdo para<br />
Sobrarbe en “Metrología histórica de Sobrarbe”, Revista Argensola nº 103. Huesca 1989, pp. 113-150.<br />
XLIII
61 Libros de la Cofradía de San José de carpinteros y albañiles de Fraga, siglos XVII y XVIII.<br />
62 En las actas <strong>del</strong> ayuntamiento de 1723. A.H.F. 128-1<br />
63 En 1836 se documentan en Fraga como medidas de aceite el dineral y la cuartera.<br />
64 Libros de la cofradía de San Joseph, <strong>del</strong> gremio de carpinteros y albañiles de Fraga.<br />
65 A.H.F. C138-1. Actas <strong>del</strong> ayuntamiento <strong>del</strong> año 1813. También en C411-5 <strong>del</strong> año 1816.<br />
66<br />
Medida de Lérida utilizada en algunas operaciones y equivalencias fragatinas y documentada desde<br />
principios <strong>del</strong> siglo XVIII. Vid. UCEDA, Óscar, Lleida 1707. La ciutat massacrada. Lleida, 2007 p. 33.<br />
Documentada también la equivalencia en A.H.F. C136-1 <strong>del</strong> año 1799. En las fuentes catalanas tanto de<br />
Lérida como de Tarragona se indica la equivalencia: un cahíz de Aragón = 2 ½ cuarteras catalanas o<br />
también un cahíz = 2 cuarteras y 6 cuarterons o cuartans de Tortosa. A.H.P.T. “Fondos Comerciales”,<br />
C.18.<br />
67<br />
En diferentes fuentes fragatinas de los siglos XVII y XVIII se documenta el cahíz de capacidad para<br />
áridos como de ocho fanegas y la fanega de 12 almudes.<br />
68<br />
Manuscrito de Francisco Aguilar Galicia de 1859.<br />
69<br />
En las Ordinaciones de Fraga de 1494 se indica que un cántaro de vino equivale a 28 libras. En el<br />
siglo XVIII se indica que un cántaro tiene 16 cuartales.<br />
70<br />
A.H.F. C135-2. Actas <strong>del</strong> ayuntamiento de 14 de mayo <strong>del</strong> año 1797. Lo refiere el almudinero al<br />
ayuntamiento.<br />
71<br />
Es decir, el cahíz de trigo tenía durante el siglo XVIII en Fraga una equivalencia en peso menor de la<br />
que posiblemente había tenido en épocas anteriores. LARA IZQUIERDO, Pablo en Sistema aragonés de<br />
pesos y medidas”. Zaragoza, 1984, pp. 180-182, indica cómo el cahíz de trigo tuvo entre los siglos XV y<br />
XVIII 5.184 onzas, que serían equivalentes a 151,56 Kg, y lo explica diciendo que el cahíz “no es sino<br />
una ‘carga’, unidad máxima ponderal aragonesa equivalente a tres quintales o a doce arrobas<br />
ponderales”.<br />
72<br />
La devaluación <strong>del</strong> dinerillo de Aragón comienza a documentarse a partir de 1718 y el proceso<br />
alcanza el año 1737, pasando la equivalencia desde un sueldo jaqués = 12 dineros, a, un sueldo jaqués<br />
= 16 dineros. A.H.F. C127 Actas <strong>del</strong> ayuntamiento de 10 de agosto de 1718. La equivalencia no cambió<br />
en a<strong>del</strong>ante. Mientras, el sueldo de ardite fue equivalente durante todo el siglo XVIII a 12 dineros de<br />
ardite, según la documentación <strong>del</strong> A.H.P.T. “Fondos Comerciales”, C.38, f. nº. 9 y ss.<br />
73<br />
En 1817 el corregidor de Fraga confirma al intendente que los pesos, medidas y monedas utilizados<br />
en Fraga son “idénticamente los mismos que se utilizan en esta capital”. Lo que ocurre es que en Fraga<br />
circula la moneda fraccionaria catalana, que se acepta en los intercambios comerciales, devaluada<br />
respecto de su valor nominal: “no se abonan en Aragón sino a dos quartos las piezas de a seis”. A.H.F.<br />
C92-1. O.G.<br />
74<br />
Las tres monedas usadas en Fraga son conocidas como “monedas de cobre o calderilla que llaman de<br />
vellón” según indica el Tratado comercial de Sebastián Berges (comerciante fragatino <strong>del</strong> siglo XVIII). El<br />
valor que se les adjudica en este documento es el inverso al que les concedía VICENS VIVES, J. en su<br />
Manual de Historia Económica, Barcelona 1964, p. 533 para el ámbito catalán y valenciano. Según este<br />
autor un “chavo” (ochavo castellano) = 8 maravedíes; “dos diners” (un cuarto castellano) = 4<br />
maravedíes. Coincide en cambio con que un diner sea equivalente a dos maravedíes.<br />
75<br />
DOMÍNGUEZ ORTIZ, A. Rentas episcopales de la Corona de Aragón en el s.XVIII. , Agricultura colonial<br />
y crecimiento económico en la España contemporánea. Barcelona 1974, p. 15. En 1737 el real de vellón<br />
pasó de 32 a 34 maravedíes.<br />
76<br />
Documentada en Fraga al menos desde 1754. A.H.F. C131-1.<br />
77<br />
A.H.F. C129-2. Actas <strong>del</strong> ayuntamiento de 2 de junio. Unidad monetaria según la Pragmática de 5 de<br />
mayo de 1772.<br />
78<br />
En 1708, en Fraga se documenta un doblón de oro equivalente a 3 Libras, 5 sueldos y 11 dineros<br />
jaqueses. En 1718 y 1721 se documenta la equivalencia de un doblón de a treinta y dos reales = a 3<br />
libras y 4 sueldos jaqueses; es decir, ha reducido su valor respecto de la moneda jaquesa. Lo llaman<br />
entonces doblón de a 32 reales de plata. A.H.F. C.127. Actas <strong>del</strong> ayuntamiento de 24 de agosto y C.128-<br />
1 de 28 de mayo respectivamente. También en A.H.F. C.1245-19 Escribanía <strong>del</strong> año 1799.<br />
79<br />
A.H.P.T. Fondos Comerciales, C.17, f. 287v. Del año 1800. Se trata de la peçeta catalana.<br />
80 DOMÍNGUEZ ORTIZ, A. Sociedad y Estado en el siglo XVIII español. Barcelona 1981, pp.98-99. El real<br />
de a ocho pasó en 1728 de ocho a diez reales de plata y ese fue el valor <strong>del</strong> “duro” hasta su<br />
desaparición.<br />
81 A.D.L. “Alonso”, legajo nº 1. <strong>del</strong> año 1836.<br />
82<br />
A.H.F. C1096-2 Libro <strong>del</strong> interventor de la junta de Propios comenzado en 1783.<br />
83<br />
A.H.F. C134-1. Actas <strong>del</strong> ayuntamiento de 1 de Julio de 1784. También en Tratado de Comercio de<br />
Sebastián Berges (comerciante fragatino <strong>del</strong> siglo XVIII).<br />
84<br />
A.H.F. C.410. Actas de la junta de propios de 24 de agosto de 1796.<br />
85<br />
En 1800 se documentan “doblones sencillos antiguos” y “doblones sencillos nuevos”. A.H.P.T. Fondos<br />
Comerciales, Ca.3, f. 130. Se refiere al distinto valor de los doblones de oro fabricados antes y después<br />
<strong>del</strong> año 1772, teniendo los primeros un “premio” de un real de vellón y 6 maravedíes sobre los<br />
segundos.<br />
XLIV
86 A.H.F. C.965-2 Contribuciones generales <strong>del</strong> año 1797. En el año 1812 se indica la equivalencia de<br />
una onza de oro = 17 libras jaquesas, con lo que la onza habría aumentado su valor respecto de la<br />
moneda de cuenta aragonesa. A.H.F. C.1221-26. En el siglo XIX se sigue manteniendo la misma<br />
equivalencia respecto <strong>del</strong> duro, puesto que en 1814 y 1818 se documenta una onza = 16 duros. A.H.P.Z.<br />
Pleitos Civiles. C.4092-5.<br />
XLV