1 - Abiding Life Ministries International
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La incredulidad es idolatría<br />
Si existiese solo una cosa que la lectura de este libro pudiera dejarle, ¿qué le gustaría que<br />
fuese? ¿Qué es lo que usted necesita? Supongo que su respuesta podría incluir algo así como<br />
amor; y el ver satisfecha esa profunda soledad que a menudo siente, con la alegría de ser amado<br />
y aceptado; y también una cierta medida de seguridad a la vez que algo en qué confiar. Nuestras<br />
necesidades son, básicamente, necesidades espirituales que Dios, y solamente Dios, puede<br />
satisfacer. Si, no obstante, usted es un creyente incrédulo, entonces no ha llegado a permitir que<br />
sea Dios quien satisfaga sus necesidades más profundas.<br />
¿Dónde ha recurrido usted para la satisfacción de estas necesidades? ¿Cómo le hace<br />
frente usted al mundo circundante? ¿Qué hace cuando está sumido en el desconcierto, el<br />
desaliento, o cuando el fracaso y el desaliento se ciernen como una niebla espesa que oculta toda<br />
alternativa? ¿A quién o a qué recurre usted cuando la presión resulta insoportable? ¿Dónde<br />
encuentra usted consuelo?<br />
Otro interrogante que quizá usted al igual que muchos otros se ha planteado, se relaciona<br />
con la manera de existir en un mundo donde Dios parece ser relevante únicamente para lo futuro<br />
(es decir, para no ir al infierno), pero donde el presente “se maneja con realidades”. ¿Cómo vivir<br />
en un medio humano ferozmente competitivo?<br />
Examinemos algunos de los recursos empleados en estas circunstancias –mecanismos de<br />
supervivencia– y la manera en que se desarrollan.<br />
Cómo se desarrollan los ídolos<br />
Un mecanismo de supervivencia es simplemente el término que usa el mundo para lo<br />
que Dios llama un ídolo. Y un ídolo es cualquier refugio que no sea Cristo, al cual corremos<br />
cuando estamos bajo presión. En el momento en que algo nos lastima, necesitamos una manera<br />
de sobreponernos al dolor y no sentirnos destruidos. Aquello a lo cual recurrimos frente al dolor<br />
es nuestro ídolo.<br />
En cierta oportunidad me tocó discipular a un cristiano muy consagrado, diligente en su<br />
trabajo en la iglesia y a la vez un activo predicador. Una noche, mientras él trabajaba hasta altas<br />
horas, su esposa pensó en darle una grata sorpresa; amasó unos bizcochitos y fue a visitarlo en<br />
su oficina. Al entrar, lo sorprendió en una conversación telefónica obscena, en tanto que su<br />
despacho estaba sembrado de publicaciones pornográficas.<br />
El hombre llegó a mi oficina debido al serio problema que enfrentaba. Lo primero que<br />
hice fue recopilar su historia personal, anterior a su conversión. Allí descubrí que cuando tenía<br />
apenas doce años de edad su padre se volvió alcohólico; los sábados eran el peor día de la<br />
semana para el muchacho. Ese día, el padre se quedaba en casa y bebía desde temprano en la<br />
mañana; para el mediodía por lo general estaba ebrio y era muy común que desatara su violencia<br />
sobre la familia, principalmente la madre. En una oportunidad el adolescente presenció el<br />
momento en que el padre tomó a la madre por los cabellos y le incrustó la cara en la pared de la<br />
vivienda, haciéndola atravesar la precaria pared de fibrocemento.<br />
¿Se imagina usted el estar en esta situación, observando tal reyerta entre sus padres y no<br />
teniendo al Señor Jesús para recurrir a Él con su dolor? ¿Qué haría usted para sobrevivir en una<br />
circunstancia así? El muchacho corrió a esconderse debajo de la cama de su padre, y ¿sabe qué<br />
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