07.05.2013 Views

1 - Abiding Life Ministries International

1 - Abiding Life Ministries International

1 - Abiding Life Ministries International

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

que intentaremos implementar para recuperar la primacía de nuestras emociones, estará diciendo<br />

qué es aquello en lo que en realidad confiamos para traer contentamiento a nuestra vida diaria,<br />

lo cual Dios, por supuesto, no va a permitir que tenga éxito. Podrá revelarse que confiamos en<br />

ídolos, aquellas cosas en las cuales hallamos una cierta medida de seguridad o de consuelo (Is.<br />

42.17). Quizá recurramos a ciertos hermanos o hermanas que estamos seguros nos pueden sacar<br />

de nuestra calamidad (Jer. 9.4; Mi. 7.5), y sin embargo descubrimos que ellos no tienen<br />

respuestas. Podremos volver a la enseñanza que nos prometía la felicidad total y eterna; a la<br />

doctrina que nos trajo una experiencia prometida, y hacerlo con mayor celo y énfasis, pero, oh<br />

decepción: todavía caminamos en oscuridad y es probable que ya pensemos que hemos sido<br />

engañados (Jer. 28.15). Podremos apelar a nuestros éxitos y a los muchos logros alcanzados en<br />

el pasado, esperanzados en que Dios reconozca nuestra gran valía y regrese (Jer. 48.7). Hasta<br />

podrá ser revelado que hemos confiado en la fama como aquello que nos permitirá vivir la vida<br />

abundante (Ez. 16.15).<br />

¿No es verdad que cuando todo lo demás falla comenzamos a quejarnos, cometiendo el<br />

error de muchos: en medio de la contrariedad no optamos por permanecer quietos, en silencio y<br />

esperar, sino que lo hacemos a Dios directa o indirectamente culpable de todo? Al igual que Job,<br />

comenzamos a maldecir el día en que nacimos y hasta llegamos al punto de achacarle a Dios la<br />

desgracia de nuestra existencia. Podemos llegar al extremo de enojarnos con Dios, acusándolo<br />

de no importarle nuestra situación y de permanecer pasivo mientras nosotros estamos en crisis.<br />

“Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que<br />

andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?” (Mal. 3.14).<br />

Nos hartamos de toda la situación. Ciegos, incapaces de razonar y faltos de toda<br />

esperanza, se nos hace imposible ya ver de alguna manera la mano de Dios en este proceso.<br />

Necesitamos que nuestros ojos sean abiertos.<br />

Al escribir Pablo su carta a Filemón, deja expresa constancia de estar en la cárcel<br />

(probablemente en Roma). Siguiendo la costumbre, seguramente estaría encadenado a un<br />

guardia, y al escribir la carta oiría el ruido de las cadenas y vería a su custodio, lo que le haría<br />

siempre consciente de su condición de prisionero. Sin embargo, en esa breve misiva Pablo<br />

declara cuatro veces que era un prisionero de Jesús y del evangelio. ¿Qué significado tienen<br />

estas afirmaciones, teniendo en cuenta la situación de Pablo? Él no veía a un soldado romano en<br />

el otro extremo de su cadena, ¡él veía a Jesucristo! La persona de fe no se ve prisionera de nada<br />

ni nadie más que de Dios mismo. Es que ninguna cosa pasa a formar parte de nuestra vida sin<br />

pasar primeramente por las manos amorosas de nuestro Padre celestial.<br />

¿Qué ve usted en el otro extremo de la cadena que lo tiene prisionero? ¿Ve usted a sus<br />

padres, a su esposa o esposo, su trabajo, su pecado, sus fracasos, su enfermedad, sus<br />

circunstancias? En cambio, ¿estaría usted dispuesto a ver a Jesucristo como el autor de eso y a la<br />

vez quien le permite descansar, sabiendo que el resultado será, en última instancia, para su<br />

beneficio?<br />

Tenía yo muy pocos meses de creyente en Cristo cuando decidí asistir a una conferencia<br />

en una gran ciudad. Pasaba mis tardes recorriendo la zona céntrica y testificando a quien<br />

encontrara a mi paso. Al llegar a una esquina, observé que a casi dos cuadras de distancia un<br />

hombre giró y comenzó a caminar hacia mí. Estando él ya bastante cerca, sentí que el Señor me<br />

decía: “¡Dale a este hombre todo el dinero que tengas!” Tenía en mi poder 150 dólares, lo cual<br />

para mis circunstancias era una buena suma. Cuando el hombre estaba por pasar a mi lado lo<br />

41

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!