Año Santo de la Cruz - Sinodoiglesiaenasturias.org

la cruz: muerte y vida
de la santa Cruz de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro”, lo que tiene
lugar antes de la lectura del Evangelio en la celebración de la Santa Misa. El
persignar es signar y santiguar a continuación, lo que se lleva a cabo al comienzo
del día o al inicio de algún acto que tenga especial significación.
La cruz se usa también para bendecir, cuando se invoca la protección divina
sobre una persona o cosa. Esta invocación se busca también al colocarla sobre las
puertas, sobre las paredes o al traerla colgada del cuello. Las bendiciones de
palabra, trazando la cruz, también son frecuentes en personas que las piden para
su casa, su automóvil, una medalla u otros objetos de devoción. La funciones
litúrgicas se terminan también con una bendición impartida con la mano, trazando
una cruz e invocando a la Santísima Trinidad. Hasta el siglo XVI se podía dar con
ambas manos, pero entonces se introdujo la costumbre de emplear sólo la
derecha. Los obispos bendicen con tres cruces en el aire, significando a la
Santísima Trinidad.
En la historia cristiana, la cruz se encuentra pronto ligada al culto. En las
catacumbas romanas aparecen cruces grabadas junto a nombres o figuras. La
misma cruz es objeto de culto por su vinculación a la muerte del Señor. No sólo fue
el instrumento de su obra redentora, sino que también Él la tocó con su cuerpo y la
mojó con su sangre. Tan fuerte relación hace que, al ver la cruz, se piensa y se
siente a la persona que la llevó y que estuvo sostenida sobre ella. Los primeros
cristianos fueron llamados los “religiosos de la cruz”. Juliano el Apóstata los acusó
de adorar un leño, pero San Cirilo de Alejandría contesta: “Nosotros, mirando a la
Cruz, recordamos a Aquel que sobre ella murió para que nosotros tuviésemos
vida”.
En el año 326 Santa Elena, madre de Constantino I, viajó a Jerusalén para
visitar los santos lugares. Allí preguntó por la cruz del Señor. Reuniendo
testimonios de ancianos que recordaban tradiciones de sus mayores, se concluyó
que estaba escondida en una cueva cerca del Santo Sepulcro. Mandó cavar en
aquel sitio, y apareció la cruz con los clavos y el título de madera de la inscripción.
Constantino I ordenó construir allí una gran basílica que se convirtió en meta de
peregrinaciones. Este hallazgo impulsó con extraordinario vigor el culto al santo
leño, y fue motivo para su primera fiesta titulada La invención de la Santa Cruz
(invención en latín significa encuentro), cuya celebración cae el 3 de mayo. Un
trozo de esta cruz fue traído a Roma donde se construyó el templo de la Santa Cruz
de Jerusalén para guardarlo.
En el año 614 el rey de Persia Cosroes II, en guerra con el Imperio de
Bizancio, ocupó Jerusalén y la saqueó. Las reliquias que allí se guardaban fueron
cogidas y llevadas a Ctesifonte, su capital. En el año 628 muere el rey persa. Su hijo
Siroes firma la paz con el emperador bizantino Heraclio. El tratado implica la
devolución de las reliquias sustraídas. El 14 de septiembre volvieron entre grandes
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