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Menno Simons- su vida y escritos - El Cristianismo Primitivo

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<strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>-<br />

<strong>su</strong> <strong>vida</strong> y <strong>escritos</strong><br />

John Horsch<br />

Harold S. Bender


Esta edición digital fue creado por:<br />

www.elcristianismoprimitivo.com


Contenidos<br />

Introducción.........................................................................iii<br />

Prólogo..................................................................................v<br />

<strong>El</strong> sacerdote católico.............................................................1<br />

Conversión y renuncia al catolicismo................................15<br />

Acti<strong>vida</strong>des en Holanda ....................................................25<br />

Acti<strong>vida</strong>des al noroeste de Alemania.................................30<br />

Acti<strong>vida</strong>des en Holstein .....................................................35<br />

Importancia de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>..........................................49<br />

Extractos de los <strong>escritos</strong> de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> sobre doctrina<br />

cristiana<br />

1. La autoridad de las Escrituras...................................52<br />

2. La trinidad de Dios....................................................53<br />

3. Cristo, <strong>su</strong> deidad y humanidad.................................55<br />

4. La encarnación...........................................................56<br />

5. <strong>El</strong> Espíritu Santo........................................................57<br />

6. <strong>El</strong> Pecado....................................................................58<br />

7. La expiación...............................................................60<br />

8. Arrepentimiento.........................................................61<br />

9. Fe................................................................................63<br />

10. Justificación por la fe...............................................64<br />

11. Regeneración...........................................................65<br />

12. Santidad de <strong>vida</strong>.......................................................68<br />

13. La iglesia...................................................................70<br />

14. Separación del mundo.............................................71<br />

15. Fraternidad verdadera..............................................72<br />

16. Las ordenanzas........................................................75<br />

17. Bautismo..................................................................76<br />

18. Importancia del bautismo........................................78<br />

19. Bautismo infantil......................................................79<br />

i


20. Salvación de los niños.............................................81<br />

21. <strong>El</strong> error de la regeneración bautismal......................83<br />

22. La cena del Señor (Santa Cena)..............................83<br />

23. Disciplina..................................................................84<br />

24. Arrepentimiento en caso de pecado secreto...........85<br />

25. Llamamiento misionero de la iglesia.......................86<br />

26. No resistencia...........................................................87<br />

27. Juramentos...............................................................90<br />

28. Pena capital..............................................................91<br />

29. No conformidad con el mundo...............................92<br />

30. Libertad de conciencia.............................................93<br />

31. Predestinación..........................................................96<br />

32. Perfeccionamiento...................................................97<br />

33. Nuevas revelaciones................................................98<br />

34. Educación <strong>su</strong>perior..................................................99<br />

35. Anti ocultamiento....................................................99<br />

36. Actitud hacia otras denominaciones.....................100<br />

37. Ejemplos de consagración al servicio del Señor. .100<br />

38. Trabajando bajo dificultades.................................102<br />

39. Persecución............................................................104<br />

40. Una oración de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>.............................107<br />

Un poco de historia...........................................................109<br />

Lista cronológica de los <strong>escritos</strong> de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>.......111<br />

ii


Introducción<br />

<strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> se convirtió al movimiento “anabaptista”<br />

en 1536. Viajó por todo el Noroeste de Europa animando<br />

y respaldando a los perseguidos, por medio de la<br />

predicación como así escribiendo tratados que defendían<br />

la fe y estilo de <strong>vida</strong> que aquellos, que habían abrazado la<br />

nueva fe, llevaban. Aunque sacerdote católico al principio,<br />

<strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> se encuentra haciéndose preguntas a si<br />

mismo como nunca lo había hecho antes. Tres fueron las<br />

razones de <strong>su</strong> conversión al “protestantismo”: La tran<strong>su</strong>stanciación<br />

(conversión del pan en el cuerpo de Cristo), el<br />

anabaptismo (el segundo bautismo), y el testimonio personal<br />

de <strong>su</strong> hermano. <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> escribió casi dos docenas<br />

de libros y folletos que fueron de gran ayuda para la<br />

dispersa y a veces confundida hermandad.<br />

Si bien, dicen muchos de los historiadores, <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong><br />

no fue un gran teólogo, un gran escritor, un gran organizador,<br />

fue un líder que predicó la Biblia en forma autoritaria<br />

y con claridad. Mucho puede decirse en cuanto al<br />

valor de estos <strong>escritos</strong> en ese entonces en relación al protagonista<br />

y el escritor. La relación del que lo tradujo del holandés<br />

al inglés y luego del inglés al español, estos factores<br />

hacen que el libro sea lo que es, un libro de riqueza espiritual<br />

e histórica.<br />

Si, tenemos que destacar que el énfasis de la iglesia en<br />

el mundo de la tinta y el papel hoy es distinto, las estadísticas<br />

son más destacadas que el esfuerzo individual. Pero<br />

este libro nos hace reflexionar, que a pesar de que hoy día<br />

no se mencionen líderes como <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>, no descar-<br />

iii


tan <strong>su</strong> existencia y el presente será el testigo de la posteridad.<br />

Cuánto la iglesia ha sido edificada por este ejemplar es<br />

difícil de decir. La iglesia sigue creciendo gracias a líderes<br />

que, como <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>, hacen preguntas, reflexionan y<br />

“ponen <strong>su</strong> mano al arado” y este libro es parte de ese testimonio.<br />

Desde 1936, cuando se tradujo el libro del inglés al español,<br />

la iglesia Menonita hispana ha crecido. Con ese crecimiento<br />

ha traído al movimiento “anabaptista”, comenzado<br />

en el siglo XVI, una nueva dimensión que no puede ni<br />

podrá ser ignorada. Si bien la historia se repite, se repite<br />

con modificaciones. Los protagonistas no son los mismos<br />

y por tal razón la historia no es la misma. Lo único que es<br />

idéntico, es el mensaje del “Evangelio de paz y salvación,”<br />

que conmovió a <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> en 1536 y conmueve a líderes<br />

como él hoy día.<br />

Agradecemos a Carmen Palomeque por <strong>su</strong> esmerado<br />

trabajo de traducción, al español, a la comisión encargada<br />

del proyecto de publicación y demás que han hecho este<br />

libro una realidad.<br />

Arnoldo J. Casas<br />

22 de noviembre de 1978<br />

<strong>El</strong>khart, Indiana<br />

iv


Prólogo<br />

Este libro viene a llenar una sentida necesidad en el<br />

seno de la Iglesia Menonita en la Argentina, y de la literatura<br />

evangélica en general. Ha sido vertido al castellano a<br />

pedido de la Convención de dicha iglesia en ocasión del<br />

XXV aniversario (enero del año 1942) de <strong>su</strong> establecimiento<br />

en el país.<br />

Está destinado no solamente a los miembros de nuestras<br />

iglesias, sino a todas aquellas personas que muchas<br />

veces nos han preguntado: “ソ Quiénes son y qué creen los<br />

Menonitas?” Para mayor información de estos lectores en<br />

particular, se ha incluido un Apéndice consistente en una<br />

breve reseña histórica de los Menonitas.<br />

Además de la biografía completa de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>,<br />

contiene <strong>su</strong>mariamente los principios <strong>su</strong>stentados por la<br />

Iglesia Menonita expuestos por <strong>su</strong> organizador y basados<br />

en las Sagradas Escrituras, punto de partida de cuanto creemos<br />

y practicamos.<br />

Las obras de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> han sido vertidas al inglés<br />

en <strong>su</strong> totalidad y compiladas en dos voluminosos tomos, y<br />

de ellos se han extractado los Párrafos que se insertan en<br />

esta obra, al pie de cada uno de los cuales se indica el<br />

tomo, la página y columna de donde se ha extraído. De<br />

modo que: (I; 139b) significa que podrá encontrarse lo<br />

mismo, en forma extensa, en el tomo I, página 139, columna<br />

b, de la edición inglesa.<br />

Conviene advertir que dichos <strong>escritos</strong> datan de 400<br />

años atrás y que al hacerse la versión al inglés y luego al<br />

v


castellano se ha procurado conservar el estilo originario,<br />

sacrificando a veces la forma a este propósito.<br />

Por considerarlo de interés para la mayoría, bosquejamos<br />

seguidamente a grandes rasgos, la personalidad<br />

del autor de esta biografía y de <strong>su</strong> colaborador, respectivamente:<br />

H. S. Bender Doctor en Teología del Seminario Teológico<br />

de Princeton, y de la Universidad de Heídelberg, Alemania;<br />

actual director de “The <strong>Menno</strong>nite Quarterly Review”;<br />

Dean de Goshen College, Goshen, Indiana,<br />

EE.UU.; profesor de Historia Europea, Teología y Ciencias<br />

Sociales del mismo.<br />

John Horsch, traductor de los trozos del Holandés al<br />

Inglés; Historiador y escritor; llegó a los Estados Unidos<br />

en 1888 procedente de Baviera, Alemania. Desde 1890 ha<br />

publicado numerosas obras como editor y autor. Los títulos<br />

(en castellano) de algunos de <strong>su</strong>s libros son: “Los Menonitas,<br />

<strong>su</strong> historia, fe y prácticas”, 1893; “Historia abreviada<br />

del cristianismo”, 1902; “<strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>, <strong>su</strong> <strong>vida</strong>,<br />

obra y enseñanzas”, 1916; “<strong>El</strong> bautismo de niños”, 1917;<br />

“<strong>El</strong> liberalismo religioso moderno”, 1920; “<strong>El</strong> principio de<br />

la no resistencia”, 1927; “Historia de la iglesia Menonita<br />

europea” que acababa de escribir cuando le sorprendió la<br />

muerte en 1941.<br />

Terminado nuestro cometido sólo nos resta hacer llegar<br />

una palabra de reconocimiento a cuantos han hecho posible<br />

la aparición de esta obra, prestando <strong>su</strong> colaboración espontánea<br />

y desinteresadamente en, el cotejo con la versión<br />

inglesa, confección del mapa que se inserta, correcciones y<br />

con<strong>su</strong>ltas. A todos ellos nuestra sincera gratitud.<br />

vi


Y puesto que el único móvil de esta publicación es ser<br />

útil a cuantos la lean, quedarán, si ello se logra, compensados<br />

los esfuerzos de la Comisión de Publicaciones y de la<br />

Traductora.<br />

Carmen Palomeque<br />

1 de Abril de 1943.<br />

vii


Capítulo I<br />

<strong>El</strong> sacerdote católico<br />

En 1496, cuatro años después del descubrimiento de<br />

América, nació un niño en una familia de aldeanos holandeses<br />

que vivían en el villorrio de Witmar<strong>su</strong>m en la provincia<br />

de Friesland al noroeste de la Europa continental.<br />

<strong>El</strong> padre, cuyo nombre era Simón, llamó a <strong>su</strong> hijo <strong>Menno</strong>;<br />

de acuerdo a la costumbre de aquella época, al niño le<br />

llamaban <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> (<strong>El</strong> hijo de Simón). La aldea de<br />

Witmar<strong>su</strong>m está situada en una llanura fértil, a mitad de camino<br />

entre las ciudades de Franeker y Bolsward, distante<br />

unos 10 Km. del Mar del Norte.<br />

Muy pronto los padres de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> decidieron<br />

consagrar <strong>su</strong> hijo al servicio de la Iglesia, la Iglesia Católica<br />

y preparándolo para dicho servicio, se le confió a la custodia<br />

del monasterio más cercano a <strong>su</strong> hogar, probablemente<br />

el Monasterio Franciscano de Bolsward. Debido a esto, se<br />

consagró durante largos años a los ejercicios espirituales requeridos<br />

para un monje y al tradicional curso de estudios<br />

teológicos exigidos a los candidatos al alto oficio de sacerdote.<br />

Durante estos años de estudio aprendió muy bien a<br />

leer y escribir el latín; aprendió también el griego y llegó a<br />

informarse bien de muchos manuscritos antiguos en latín,<br />

especialmente los de los Padres de la iglesia, como Tertuliano,<br />

Cipriano y Eusebio. Pero omitió por completo leer el<br />

mayor de todos los libros: La Biblia. Hasta después de dos<br />

años de <strong>su</strong> ordenación para el sacerdocio, no se animó, con<br />

mucha hesitación a abrir las tapas del volumen prohibido.<br />

1


La ordenación de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> para el sacerdocio católico<br />

tuvo lugar en el mes de marzo de 1524, a los 28 años<br />

de edad, probablemente en la ciudad de Utrecht asiento del<br />

obispado de Utrecht que incluía prácticamente toda la actual<br />

Holanda en <strong>su</strong> jurisdicción. Su primera designación fue<br />

la de cura ayudante en la aldea de Pingjum, cerca de <strong>su</strong> aldea<br />

natal de Witmar<strong>su</strong>m. Allí ofició por espacio de siete<br />

años (1524-31) en segundo rango entre los tres párrocos. En<br />

1531 <strong>Menno</strong> fue transferido a <strong>su</strong> aldea natal, donde ofició<br />

como cura párroco hasta enero de 1536 en que declinó <strong>su</strong><br />

servicio en la Iglesia Católica para unirse al pequeño grupo<br />

de devotos hermanos evangélicos bajo la dirección de Obbe<br />

Philips, conocidos con el nombre de anabaptistas u Obbenitas.<br />

Los doce años de servicio de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> en la Iglesia<br />

Católica transcurrieron aparentemente, hasta donde es<br />

dado apreciar al hombre, en el desempeño del círculo ordinario<br />

de obligaciones de un sacerdote católico en una pequeña<br />

aldea. Ocupaba <strong>su</strong> lugar en las devociones regulares<br />

de la iglesia, cumpliendo con la alta ceremonia de la misa<br />

tanto como con los demás ritos y ceremoniales. Hacía ruegos<br />

por los vivos y los muertos, bautizaba los hijos de <strong>su</strong>s<br />

feligreses, consagraba matrimonios, recibía confesiones, administraba<br />

penitencias y en ocasiones predicaba breves sermones<br />

referentes a la devoción dominical de la congregación.<br />

Como los típicos sacerdotes de aldea de <strong>su</strong> época, no<br />

tomaba <strong>su</strong> oficio ni <strong>su</strong> <strong>vida</strong> muy en serio. Dedicaba poco<br />

tiempo al estudio, antes bien, como él mismo lo confiesa,<br />

reunía a los sacerdotes <strong>su</strong>balternos para “jugar a los naipes,<br />

beber y otras frivolidades de toda clase, Como era la costumbre<br />

de hombres tan inútiles”.<br />

Pero las apariencias exteriores no dicen toda la historia<br />

de la <strong>vida</strong> de <strong>Menno</strong> durante los doce años de <strong>su</strong> sacerdocio.<br />

2


Muy pronto ciertas dudas acerca de algunos dogmas de<br />

la iglesia comenzaron a atormentar <strong>su</strong> conciencia y <strong>su</strong> <strong>vida</strong><br />

se hacía pronunciadamente más miserable por la secreta lucha<br />

interior que no cesó hasta que rompió los lazos que lo<br />

unían con la Iglesia Católica y marchó públicamente en la<br />

fe y libertad del Evangelio. Vamos a describir esta lucha<br />

que duró once años.<br />

En el primer año del sacerdocio de <strong>Menno</strong>, en 1525, el<br />

mismo en que Conrado Grebel y <strong>su</strong> hermandad fundaban<br />

la iglesia Menonita en Zurich (Suiza) una seria duda empezó<br />

a turbar la <strong>vida</strong> frívola y despreocupada de <strong>su</strong> formulista<br />

religión. Mientras celebraba la misa, súbitamente le asaltó la<br />

idea de la posibilidad de que el pan y el vino no se cambiaran<br />

en el acto en el cuerpo y la sangre del Señor como había<br />

estado enseñando al pueblo. Al principio rechazó el pensamiento<br />

como inspirado por el demonio; pero no pudo librarse<br />

de la duda aunque recurrió al confesionario. No se<br />

sabe claramente cómo llegó <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> a dudar del<br />

dogma de la tran<strong>su</strong>stanciación como lo observa la Iglesia<br />

Católica. Posiblemente se haya puesto en contacto con las<br />

enseñanzas de Martín Lutero o de los otros reformadores<br />

de alguna manera, ya sea por libros o por la circulación de<br />

tales ideas de boca en boca. Ya en 1521 un holandés llamado<br />

Hoen había empezado a enseñar que los elementos de la<br />

Cena del Señor no se transformaban, sino que eran meros<br />

símbolos del <strong>su</strong>frimiento y muerte de Cristo. Sea que <strong>Menno</strong><br />

haya leído los <strong>escritos</strong> de Hoen o no, el hecho que la<br />

duda a este respecto existía en <strong>su</strong> mente es una evidencia<br />

de la influencia que la Reforma había empezado a ejercer<br />

en el lejano Friesland, pues la actitud hacia la misa era la<br />

piedra de toque en la nueva herejía evangélica.<br />

3


Alrededor de dos años <strong>Menno</strong> estuvo atormentado por<br />

dudas acerca de la misa antes que encontrara algo que le<br />

orientara. Finalmente decidió buscar sosiego mediante una<br />

diligente investigación en el Nuevo Testamento. Esta decisión<br />

fue uno de los grandes pasos en la <strong>vida</strong> de <strong>Menno</strong>. En<br />

efecto, fue el paso decisivo que seguramente lo llevaría a la<br />

conversión final, pues el principio fundamental de la Reforma<br />

y del Evangelio mismo es la sola autoridad de la palabra<br />

de Dios como fuente de verdad para fe y <strong>vida</strong>.<br />

La determinación de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> de buscar en las Escrituras<br />

para resolver <strong>su</strong>s dudas acerca de la misa, no significaba<br />

una decisión de abandonar la autoridad de la Iglesia,<br />

pues probablemente él esperaba encontrar en las Escrituras<br />

una confirmación a las enseñanzas de la Iglesia. <strong>El</strong> verdadero<br />

problema se presentó cuando <strong>Menno</strong>, habiendo decidido<br />

abrir las tapas de la Biblia, descubrió que no contenía nada<br />

de las doctrinas tradicionales acerca de la misa. Mediante<br />

este descubrimiento, <strong>su</strong> conflicto secreto llegó al clímax,<br />

pues fue compelido a decidir cual de las dos autoridades sería<br />

<strong>su</strong>prema en <strong>su</strong> <strong>vida</strong>: la Iglesia o las Sagradas Escrituras.<br />

Había sido enseñado por la Iglesia que no creer en <strong>su</strong>s doctrinas<br />

significaba muerte eterna. ソ Qué debía hacer? Afortunadamente,<br />

como él mismo repite, encontró ayuda en las<br />

obras de Martín Lutero, pues éste decía que la violación de<br />

los mandamientos de los hombres nunca puede conducir a<br />

la muerte eterna. No se sabe en cuál de los <strong>escritos</strong> de Lutero<br />

encontró esto <strong>Menno</strong>, posiblemente en el folleto de 1518<br />

“Instrucción en varios a<strong>su</strong>ntos”, o tal vez en la importante<br />

obrita escrita en 1520 intitulada “La Libertad Del Cristiano”.<br />

Cuando <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> aceptó el punto de vista de Lutero<br />

y se atrevió a negar el dogma de la tran<strong>su</strong>stanciación,<br />

tal como lo observa la Iglesia Católica, porque las Escrituras<br />

4


no lo enseñan, encontró la forma de zafarse de las dudas y<br />

luchas, una forma de libertar <strong>su</strong> conciencia y <strong>su</strong> alma de<br />

muerte eterna. Pero haciendo esto, entraba inevitablemente<br />

en el camino que lo llevaría fuera de la Iglesia Católica,<br />

puesto que acatar las Escrituras en todo a<strong>su</strong>nto de conciencia<br />

equivalía a desechar los principios fundamentales del<br />

catolicismo. No obstante, al hacer <strong>su</strong> decisión con respecto<br />

a la misa, <strong>Menno</strong> no seguía la enseñanza de Lutero; al contrario,<br />

exponía <strong>su</strong> propia interpretación de la Cena del Señor;<br />

no se hizo luterano en ningún momento. Lo que siempre<br />

agradeció a Lutero fue el principio fundamental de considerar<br />

las Sagradas Escrituras sobre cualquier otra autoridad<br />

humana.<br />

La decisión de <strong>Menno</strong> de seguir las Escrituras tuvo lugar<br />

probablemente alrededor del año 1528. Esto no le llevó al<br />

inmediato abandono de la Iglesia Católica, pues al principio<br />

disentía con ella únicamente en lo concerniente a la misa, y<br />

no dudaba que podía seguir siendo un católico leal y enseñar<br />

un nuevo punto de vista dentro de la Iglesia. Así pues,<br />

como todos los demás reformadores, no se precipitó a cambiar<br />

<strong>su</strong> afiliación a la Iglesia. Semejante cambio hubiera significado<br />

el abandono de una buena posición con <strong>su</strong> generosa<br />

entrada, y <strong>Menno</strong> “amaba demasiado al mundo, y el<br />

mundo a él”, como decía más tarde, para dar un paso tan<br />

radical. <strong>El</strong> hecho es que estaba todavía lejos de una comprensión<br />

real del Evangelio, lejos de una conversión espiritual.<br />

Los años <strong>su</strong>bsiguientes, desde 1528 a 1531, fueron sin<br />

embargo, años de gradual iluminación. Ha dicho de <strong>su</strong>s experiencias<br />

durante este tiempo: “por la iluminación y la gracia<br />

del Señor crecí en el conocimiento de las Escrituras y<br />

pronto fui considerado por algunos, aunque inmerecidamente,<br />

como un predicador evangélico, a saber, uno que<br />

predica sermones basados en las Escrituras”. Algunos em-<br />

5


pezaron a acudir a él “porque se decía que predicaba la Palabra<br />

de Dios y era un buen hombre”.<br />

<strong>El</strong> progreso de <strong>Menno</strong> en el Evangelio fue lento. Uno de<br />

los pilares de <strong>su</strong> fe católica se había derrumbado: la misa;<br />

pero no obstante continuaba sin ningún temor celebrándola<br />

como antes. Aparentemente era todavía un sacerdote leal.<br />

Nunca hubiera abandonado la Iglesia Católica a no haber<br />

sido que un segundo puntal de <strong>su</strong> fe católica se vino abajo:<br />

el bautismo. <strong>El</strong> derrumbamiento de este segundo pilar se<br />

produjo gradualmente. Es muy probable que empezara con<br />

la lectura del librito de un tal Billican, predicador en la ciudad<br />

de Nördlingen al S. de Alemania, que abogaba por la libertad<br />

de la edad para el bautismo; por lo menos, <strong>Menno</strong> se<br />

refiere a un libro sobre el bautismo de ciertos predicadores<br />

de Nördlingen. <strong>El</strong> libro emplea argumentos dados por Cipriano,<br />

uno de los Padres de la primitiva iglesia Latina del<br />

N. de チ frica. Al principio, <strong>Menno</strong> prestó poca atención a la<br />

cuestión, pero se vio obligado a pensar seriamente sobre el<br />

bautismo en el año 1531, mientras estaba todavía en Pingjum,<br />

a raíz de un extraño <strong>su</strong>ceso en la vecina ciudad de Leewarden.<br />

<strong>El</strong> 20 de marzo de 1531, cierto sastre llamado Sicke<br />

Freerks fue ejecutado públicamente en dicha ciudad por<br />

la singular razón de haberse bautizado por segunda vez.<br />

“Sonaba extraño a mis oídos, dice <strong>Menno</strong>, que se hablara<br />

de un segundo bautismo.” Más extraño aún le re<strong>su</strong>ltó cuando<br />

se enteró de que el tal Freerks era un hombre piadoso y<br />

temeroso de Dios, que no creía que las Escrituras enseñaban<br />

que los niños deben ser bautizados, sino que enseñaban<br />

que el bautismo debe ser administrado únicamente a<br />

los adultos, sobre la confesión de <strong>su</strong> fe personal.<br />

Freerks era un sastre ambulante que había sido bautizado<br />

en la ciudad de Emden, al E. de Friesland, a fines del<br />

6


año 1530 por un predicador llamado Juan Volkerts Trypmaker<br />

quien a <strong>su</strong> vez había sido bautizado y designado predicador<br />

en la misma ciudad a principios de 1530 por cierto<br />

predicador laico luterano llamado Melchior Hofmann. Se<br />

decía además que Hofmann había sido bautizado recientemente<br />

por los “anabaptistas” de Estrasburgo. De todos modos,<br />

empezó en 1530 a predicar el nuevo bautismo y otras<br />

doctrinas similares de los “anabaptistas” teniendo a Emden<br />

como punto de partida. Debe decirse que el Cuerpo principal<br />

de “anabaptistas” de Estrasburgo tanto como el de Suiza,<br />

nunca tuvieron nada que ver con Hofmann. Todo lo<br />

contrario; en 1538, en discusión pública con los dirigentes<br />

de la Iglesia Reformada de Berna, Suiza, ciertos líderes<br />

“anabaptistas” <strong>su</strong>izos repudiaron públicamente toda relación<br />

con Hofmann. Este predicaba algunas doctrinas fanáticas<br />

acerca de la segunda venida de Cristo y el establecimiento<br />

de un reino terrenal de Dios en Estrasburgo, además<br />

de dar extrañas interpretaciones a las profecías, incluso designándose<br />

a sí mismo como el segundo Enoch. Las doctrinas<br />

por él enseñadas eran claramente perversiones del<br />

Evangelio, originadas en <strong>su</strong> fecunda imaginación, doctrinas<br />

que no había aprendido de Lutero ni de Zwinglio ni de los<br />

“anabaptistas” ni de ningún otro predicador evangélico. Por<br />

lo tanto a Hofmann no se le puede llamar “anabaptista” en<br />

el mismo sentido que a los Hermanos <strong>su</strong>izos o a los menonitas,<br />

a pesar de que predicó el bautismo sobre la confesión<br />

de fe, en vez del bautismo de párvulos.<br />

<strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> no sabía nada de esto cuando se enteró<br />

de la ejecución de Sicke Freerks. Lo que debió conmover <strong>su</strong><br />

mente fue el hecho de que alguien estuviera dispuesto a<br />

morir por causa de un “segundo bautismo”. ソ Era posible<br />

que la Iglesia Católica estuviera equivocada con respecto al<br />

bautismo, como lo estaba en lo tocante a la misa? Una vez<br />

7


más el sacerdote <strong>Menno</strong> se encontró con un conflicto en <strong>su</strong><br />

conciencia, causado por la nueva duda que acababa de presentársele.<br />

Pero esta vez ya sabía cómo hallar solución a <strong>su</strong><br />

problema; como predicador evangélico acudió de nuevo a<br />

la Biblia a en demanda de luz. Allí, por mucho que buscara<br />

no pudo encontrar bases para el bautismo de párvulos. Por<br />

último recurrió en procura de ayuda a <strong>su</strong> <strong>su</strong>perior, el presbítero<br />

de Pingjum. Este admitió después de repetidas discusiones<br />

con <strong>Menno</strong>, que el bautismo infantil no tiene fundamento<br />

bíblico, pero insistió en que la razón aconsejaba que<br />

era conveniente y justificado. Pero <strong>Menno</strong>, que había<br />

aprendido a aceptar lo que las Escrituras decían, no estaba<br />

dispuesto a “creer a <strong>su</strong> razón” únicamente; por lo tanto<br />

fue más lejos en procura de ayuda, esta vez investigando diligentemente<br />

lo que los Padres de la iglesia habían dicho al<br />

respecto. Estos afirmaban que los niños necesitaban el bautismo<br />

para limpiarse del pecado original. Pero comparando<br />

<strong>Menno</strong> estas enseñanzas con las Escrituras, encontró una<br />

verdadera contradicción, pues éstas enseñaban que la sangre<br />

de Cristo el Redentor, y no el agua del bautismo, es lo<br />

único que limpia de pecado. Los Padres de la iglesia estaban,<br />

por lo tanto, equivocados.<br />

Como último recurso <strong>Menno</strong> acudió a los evangelistas<br />

contemporáneos, los Reformadores. Todos ellos enseñaban<br />

que los niños deben ser bautizados, aunque exponían para<br />

ello distintas razones. Lutero insistía que los niños podían<br />

tener fe, a lo menos delegada en otros, y que debían ser<br />

bautizados en base a esta fe. Butzer de Estrasburgo urgía<br />

que los niños fuesen bautizados como garantía de que serían<br />

criados en los caminos del Señor, mientras que Bullinger<br />

de Suiza argumentaba que los niños debían ser incorporados<br />

al pueblo del nuevo pacto mediante el bautismo, así<br />

como los judíos eran incorporados a <strong>su</strong> pueblo mediante la<br />

8


circuncisión. Pero a pesar de las variadas razones aducidas,<br />

<strong>Menno</strong> observó que todos omitían dar pruebas bíblicas<br />

para el bautismo de párvulos; cada uno seguía <strong>su</strong> propio<br />

criterio. Habiendo llegado al final de <strong>su</strong> intensa búsqueda<br />

sin encontrar pruebas que apoyaran el bautismo de niños<br />

en la Palabra de Dios, <strong>Menno</strong> llegó a la conclusión de “que<br />

todos estaban equivocados al respecto” —la Iglesia Católica,<br />

los sacerdotes de Pingium, los Padres de la iglesia, los<br />

Reformadores— y que sólo el bautismo sobre la confesión<br />

de fe era bíblico.<br />

Esta importante determinación fue la más significativa en<br />

la carrera de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> porque selló la ruptura con la<br />

Iglesia Católica y lo llevó por último al círculo de los “anabaptistas”.<br />

La salvación por el sacramento del bautismo es<br />

la piedra angular sobre la cual está constituido todo el sistema<br />

de la religión católica; es posible permanecer católico<br />

aún negando la doctrina de la tran<strong>su</strong>stanciación, pero<br />

ソ cómo se puede mantener la fe en una iglesia cuyo medio<br />

esencial de salvación se niega? Por otro lado únicamente los<br />

“anabaptistas” entre los grupos religiosos de esa época negaban<br />

la necesidad del bautismo para niños y basaban la<br />

membresía de la iglesia en una experiencia personal de salvación,<br />

de la cual el agua del bautismo constituía un mero<br />

símbolo exterior; por lo tanto <strong>Menno</strong> algún día hallaría el<br />

medio de llegar hasta ellos.<br />

Sin embargo esta crítica determinación acaecida aparentemente<br />

en el año 1531, no llevó a <strong>Menno</strong> a una inmediata<br />

ruptura con la Iglesia en la cual ejercía el sacerdocio y de la<br />

cual conseguía <strong>su</strong> sostén. Pasarían cinco años más, antes<br />

que la separación se produjera. A pesar de que, como <strong>Menno</strong><br />

afirma enfáticamente, <strong>su</strong>s nuevas Creencias relativas al<br />

bautismo (así como el anterior cambio de interpretación de<br />

9


la Cena del Señor) las había recibido después del estudio de<br />

las Sagradas Escrituras bajo la guía del Espíritu Santo, por<br />

la gracia de Dios, <strong>su</strong>s recientes convicciones no lo llevaron<br />

a una acción inmediata. Parece que había pequeños grupos<br />

de “anabaptistas” en la vecindad, pero <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> no<br />

se asoció enseguida con ellos. Al contrario, cuando se le<br />

ofreció la promoción al cargo de cura de Witmar<strong>su</strong>m, aceptó<br />

sin vacilar. Las grandes ventajas que le reportaba movían<br />

<strong>su</strong> “afán de lucrar” dice <strong>Menno</strong> y continuó sin temor, en la<br />

doble <strong>vida</strong> del “hipócrita”, prosiguiendo en el oficio de la<br />

misa y en el bautismo de niños. <strong>Menno</strong> mismo explica la<br />

causa de <strong>su</strong> debilidad, pues dice que a pesar de <strong>su</strong> conocimiento<br />

de las Escrituras no fructificaba por <strong>su</strong> <strong>vida</strong> carnal.<br />

Aquello que había cambiado <strong>su</strong> mente no había afectado <strong>su</strong><br />

corazón; la Palabra de Dios todavía no estaba en él. <strong>El</strong> mismo<br />

describe la hipocresía de <strong>su</strong> <strong>vida</strong> en esos días con duras<br />

palabras:<br />

“Confiado en la gracia, procedía como un malvado. Era<br />

como un sepulcro cuidadosamente blanqueado. Exteriormente,<br />

para los hombres, yo era moral, casto, generoso;<br />

nada podía reprochárseme. Pero interiormente estaba lleno<br />

de huesos de muertos. Procuraba mi propia comodidad y<br />

honra más celosamente que tu justicia, honor, verdad y tu<br />

Palabra.”<br />

La oposición entre la convicción y la práctica en lo referente<br />

al bautismo y la Cena del Señor no dejaron al nuevo<br />

pastor de Witmar<strong>su</strong>m en reposo más que al antiguo cura de<br />

Pingjum. La conciencia de <strong>Menno</strong> le condenaba continuamente<br />

y <strong>su</strong>fría por este constante conflicto secreto.<br />

<strong>El</strong> a<strong>su</strong>nto del bautismo se puso nuevamente de actualidad<br />

alrededor de un año después de la llegada de <strong>Menno</strong> a<br />

Witmar<strong>su</strong>m, por la entrada de algunos “anabaptistas” a la<br />

10


comunidad. <strong>Menno</strong> dice que él nunca vio a las personas<br />

que “habían roto con la Iglesia en lo tocante al bautismo”,<br />

no <strong>su</strong>po donde estaban ni de donde venían. Todavía <strong>Menno</strong><br />

permanecía inactivo.<br />

Finalmente acaeció un hecho más grave en <strong>su</strong> parroquia,<br />

cuando algunos de la secta de Münster llegaron a Witmar<strong>su</strong>m<br />

y “engañaron a muchas almas piadosas de nuestra aldea”.<br />

Esto <strong>su</strong>cedía en 1534, pues el gobierno revolucionario<br />

de Münster no se instaló hasta febrero del mismo año.<br />

<strong>El</strong> grave error de la “perversa secta de Münster” como él<br />

la llama repetidas veces, fue una cuestión seria para <strong>Menno</strong>.<br />

Puesto que los atroces daños causados por los Münsteritas<br />

fue la causa final para la ruptura de <strong>Menno</strong> con el Catolicismo<br />

y <strong>su</strong> adhesión a los “anabaptistas”, y puesto que la lucha<br />

contra ese movimiento fanático por todos los medios a<br />

<strong>su</strong> alcance fue la preocupación principal de <strong>Menno</strong> durante<br />

los años 1534 y 1535, será bueno hacer una breve reseña de<br />

las características del Münsterismo.<br />

Jan Matthys, un panadero poco instruido pero pre<strong>su</strong>ntuoso,<br />

de Kaarlem, Holanda, fue uno del pequeño grupo de<br />

seguidores de Melchior Hofmann que había organizado los<br />

“melchioritas” en el año 1531. Cuando Hofmann fue tomado<br />

prisionero en Estrasburgo en mayo de 1533, perdiendo<br />

por consiguiente la conducción de <strong>su</strong>s seguidores, ciertos<br />

elementos indeseables comenzaron a cobrar influencia y<br />

gradualmente a a<strong>su</strong>mir la dirección del grupo. Matthys fue<br />

el principal de ellos. Tenía una poderosa personalidad, lleno<br />

de odio hacia las clases <strong>su</strong>periores y poseedor de una imaginación<br />

capaz de maquinar los más fantásticos hechos. Tuvo<br />

éxito al hacer recaer el mando sobre sí mismo, arrastrando a<br />

muchos de los melchioritas consigo a un programa radicalmente<br />

revolucionario; sin embargo, algunos como los her-<br />

11


manos Obbe y Dirk Philips de Leewarden y otros, rechazaron<br />

de plano las extrañas nuevas doctrinas de Matthys desde<br />

el principio y rehusaron tener nada que ver en absoluto<br />

con él, a pesar de ser amenazados con persecuciones. En<br />

efecto, Obbe Philips tomó la dirección del grupo de melchioritas<br />

que rechazaban las extrañas tendencias de Hofmann,<br />

así como las de Matthys y trataron de construir <strong>su</strong> fe basados<br />

únicamente en una sana interpretación de las Escrituras.<br />

En tanto Jan Matthys se enteró que la clase trabajadora<br />

evangélica de la ciudad de Münster en Westfalia, al noroeste<br />

de Alemania había sacudido la dominación de las clases<br />

altas, incluso la del Obispo Católico. Aguijoneado por la<br />

idea de que esto le brindaría la oportunidad de asentar una<br />

base segura para <strong>su</strong> campaña contra las “impías” clases encumbradas,<br />

mandó de inmediato agentes que lograron inclinar<br />

a <strong>su</strong> favor a los “predicadores evangélicos” Rothman<br />

y Roll en enero de 1534. Pronto Matthys mismo fue a la<br />

ciudad tomándola bajo <strong>su</strong> control con la delirante e histérica<br />

aprobación del populacho y prometiendo establecer el<br />

reino de Dios en la tierra, la nueva Jerusalén. Cuando fue<br />

muerto, Juan de Leiden tomó <strong>su</strong> lugar y se constituyó a sí<br />

mismo en rey. La asombrosa doctrina anunció entonces<br />

que, puesto que el reino de Dios había llegado, la justicia<br />

seria administrada a los infieles por los creyentes y miembros<br />

del nuevo reino. Se mandaron “Apóstoles” en cantidad<br />

desde Münster invitando a los “creyentes” de todas<br />

partes a acudir a la Nueva Jerusalén y participar de <strong>su</strong>s bendiciones.<br />

Miles creyeron al anuncio y aceptaron la invitación<br />

de inmediato, y aunque muchos de ellos fueron arrestados<br />

en el camino, cientos llegaron a la ciudad. Sin embargo<br />

la duración del reinado de Münster no sería muy larga;<br />

el sitio de la ciudad, ordenado por el ejército del Obispo de<br />

12


Münster en marzo de 1534 condujo a la captura y derrumbe<br />

del “Reino” en junio de 1535, después de terribles <strong>su</strong>frimientos<br />

e indescriptibles escenas de brutalidad.<br />

Desgraciadamente, la doctrina de venganza y destrucción<br />

de los infieles por los creyentes había tomado incremento<br />

en los círculos de los melchioritas primitivos de<br />

Holanda, y por lo tanto se organizaron revoluciones y conspiraciones<br />

en otros lugares fuera de Münster con los desastres<br />

consiguientes. <strong>El</strong> terrible veneno del fanatismo revolucionario<br />

de Jan Matthys y de Juan de Leiden continuó <strong>su</strong><br />

acción implacable entre los perseguidos y acosados melchioritas<br />

de Holanda.<br />

<strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> entró en contacto con la “perversión<br />

Münsterita” en el año 1534. Algunas de las almas más pías<br />

y devotas entre <strong>su</strong>s feligreses, sin duda algunas de aquellas<br />

que habían sido influenciadas por <strong>su</strong>s predicaciones y con<br />

las cuales se sentía espiritualmente identificado, fueron<br />

arrastradas por el fanático error de los Münsteritas. Hasta <strong>su</strong><br />

propio hermano se encontraba entre ellos. A pesar de que<br />

<strong>Menno</strong> había adoptado el principio del bautismo de adultos,<br />

no podía ni soportar la idea de hacer causa común con<br />

los Münsteritas. Admitía que tenían un celo encomiable<br />

pero declaraba que cometían graves errores en <strong>su</strong> enseñanza.<br />

Le afectó profundamente ver que esas abominables doctrinas<br />

encontraban adeptos entre <strong>su</strong>s parroquianos y decidió<br />

entregarse de lleno a combatirlos.<br />

La lucha contra la influencia Münsterita fue la preocupación<br />

principal de <strong>Menno</strong> cerca de un año. Ponía tanta energía<br />

en la acusación pública que de ellos hacía en <strong>su</strong>s sermones<br />

que pronto conquistó fama de hábil para “acallar muy<br />

bien la voz de <strong>su</strong>s enemigos”. En <strong>su</strong>s visitas pastorales procuraba<br />

no sólo salvaguardar a los que estaban en peligro y<br />

13


engañados sino también rescatar a aquellos que se habían<br />

deslizado. Logró también, celebrar una conferencia secreta<br />

y una pública con “dos padres de la perversa secta”. Finalmente<br />

<strong>Menno</strong> decidió llevar más allá la lucha, escribiendo.<br />

<strong>El</strong> re<strong>su</strong>ltado de <strong>su</strong>s esfuerzos fue un folleto, escrito probablemente<br />

a principios de 1535, aunque impreso por primera<br />

vez en 1627, bajo el titulo: “Prueba clara e indubitable, basada<br />

en las Sagradas Escrituras contra la abominable y terrible<br />

blasfemia de Juan de Leiden.” En él, <strong>Menno</strong> ataca vigorosamente<br />

el encumbramiento del “Rey” Juan a una autoridad<br />

divina, y prueba que el uso de armas por los Münsteritas<br />

era un grave pecado, contrario a la voluntad de Dios<br />

para la iglesia y contrario también al espíritu de Cristo. Apelaba<br />

a los verdaderos cristianos de todas partes a separarse<br />

de tales abominaciones y seguir el ejemplo de Cristo.<br />

14


Capítulo II<br />

Conversión y renuncia al<br />

catolicismo<br />

(1535-1536)<br />

Pero mientras <strong>Menno</strong> peleaba vigorosamente la buena<br />

batalla de la verdad contra el error de los Münsteritas, se introducía<br />

cada vez más profundamente en un serio conflicto<br />

interno. Se había preocupado por rescatar las almas piadosas<br />

que estaban desconformes con la Iglesia Católica, de<br />

envolverse en las herejías de los Münsteritas, pero únicamente<br />

que les proporcionara algo mejor ソ no aparecería<br />

ante ellos como un mero defensor y sostenedor de la Iglesia<br />

Católica? Y cuando, <strong>su</strong>s amigos católicos usaban <strong>su</strong> nombre<br />

y <strong>su</strong>s argumentos para combatir a los Münsteritas, ソ no<br />

estaba permitiendo comparecer como aliado del mantenimiento<br />

del imperio de las tinieblas en dicha iglesia? Cuanto<br />

más exitosamente aplastaba a los Münsteritas, tanto más intolerable<br />

para <strong>su</strong> conciencia se tornaba la situación.<br />

<strong>El</strong> clímax del conflicto se produjo cuando sobrevino la<br />

tragedia de la Vieja Abadía cerca de Bolsward, donde alrededor<br />

de tres mil almas extraviadas perdieron la <strong>vida</strong>, entre<br />

ellos <strong>su</strong> propio hermano carnal. <strong>El</strong> grupo era uno de los citados<br />

anteriormente, que estaban imbuidos del veneno revolucionario<br />

de los Münsteritas y habían decidido erigir <strong>su</strong><br />

propia ciudad en refugio y empezar la campaña para el establecimiento<br />

del reino de Dios en Friesland. En marzo de<br />

1535 una gran compañía de 3.000 se había apoderado de un<br />

viejo monasterio (Oude Kloster) en los <strong>su</strong>burbios de la ciu-<br />

15


dad de Bolsward, encerrándose en él. No pudieron soportar<br />

por mucho tiempo el asedio de las fuerzas gubernamentales<br />

y después que 1.300 habían perecido el resto fue capturado<br />

y ejecutado el 7 de abril. <strong>El</strong> ejemplo de estas “pobres ovejas<br />

extraviadas” como las llama <strong>Menno</strong>, dando <strong>su</strong> sangre y <strong>su</strong><br />

<strong>vida</strong> por <strong>su</strong> fe, a pesar de ser una fe falsa, hizo una extraordinaria<br />

impresión en el alma de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>. No podía<br />

desechar este pensamiento. <strong>El</strong>los habían dado <strong>su</strong>s <strong>vida</strong>s por<br />

un error, mientras que él no estaba dispuesto a dar absolutamente<br />

nada por la verdad, sólo por temor a perder <strong>su</strong> reputación<br />

e ingresos continuaba formando parte de un sistema<br />

que <strong>su</strong> conciencia repudiaba. Si hubiera tenido la valentía<br />

de llegar al fin, renunciando a la doctrina y prácticas católicas,<br />

y constituirse en el pastor de esas ovejas errantes tal<br />

vez hubiera podido salvarlas advirtiéndoles la proximidad<br />

de la tragedia. Sentía que la sangre de ellos caía sobre <strong>su</strong><br />

conciencia quemándole y haciéndole ver <strong>su</strong> oprobio. “La<br />

sangre de esa gente, decía, se me hizo una carga tan pesada<br />

que no podía soportarla ni encontrar descanso para mi<br />

alma”. Era cierto que había hablado contra algunas de las<br />

abominaciones del sistema papal, pero sin embargo no había<br />

hecho una ruptura definitiva con todo el sistema.<br />

La tragedia de la Vieja Abadía puso a <strong>Menno</strong> en la encrucijada;<br />

ahora veía claramente <strong>su</strong> deber. Como siervo de<br />

Dios no podía eludir la responsabilidad de guiar a las ovejas<br />

errantes, y como uno que profesa obediencia a Dios y cree<br />

en él no debía vacilar más y tomar la cruz de la persecución<br />

y el <strong>su</strong>frimiento, cualquiera que fuese el costo. No podía<br />

continuar más dando contra <strong>su</strong> conciencia y convicciones.<br />

En este estado de ánimo <strong>Menno</strong> se volvió a Dios con gemidos<br />

y lágrimas, clamando por gracia y perdón, clamando<br />

por un corazón puro valentía para predicar <strong>su</strong> santo nombre<br />

16


y Palabra con toda verdad. En el relato de <strong>su</strong> conversión<br />

<strong>Menno</strong> describe el cambio de <strong>su</strong> corazón con las palabras<br />

siguientes: “Mi corazón temblaba dentro de mi. Rogaba a<br />

Dios con lágrimas y gemidos que me concediera a mí, pobre<br />

y atribulado pecador, el don de <strong>su</strong> gracia, y creara un<br />

corazón limpio dentro de mi, que por los méritos de la preciosa<br />

sangre de Cristo, perdonara mi <strong>vida</strong> impía y egoísta y<br />

me invistiera de sabiduría, sinceridad y valor para predicar<br />

<strong>su</strong> glorioso y bendito nombre y <strong>su</strong> santa Palabra sin adulteraciones<br />

y manifestara <strong>su</strong> verdad y <strong>su</strong> gloria”. <strong>El</strong> Señor<br />

fue misericordioso con él; la decisión fue hecha y <strong>Menno</strong><br />

<strong>su</strong>rgió después de esta experiencia con el sentido de una divina<br />

misión, a nueva <strong>vida</strong>. Algunos han criticado a <strong>Menno</strong><br />

por haber retardado tanto <strong>su</strong> decisión, pero tal crítica no es<br />

muy justa. La luz completa se hizo en él gradualmente y no<br />

en forma repentina pues era de temperamento sereno y no<br />

fácilmente excitable y mutable. Lo importante de comprobar<br />

es que una vez convencido, <strong>Menno</strong> lo hacía desde lo<br />

profundo de <strong>su</strong> naturaleza, y que una vez tomada una determinación,<br />

no volvía atrás. <strong>El</strong> cambio fue tan profundo,<br />

radical y completo, y le dio un sentido tal de <strong>su</strong> divina misión,<br />

que fue capacitado por la gracia de Dios para llegar a<br />

ser un líder inspirado, un formidable torreón de fortaleza<br />

para <strong>su</strong> amargado y perseguido pueblo, por más de veinticinco<br />

años. En realidad, comparado con Lutero y Zwinglio,<br />

no desmerece <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> en la magnitud de <strong>su</strong> ruptura<br />

con Roma, especialmente cuando recordamos que Martín<br />

Lutero contaba con la poderosa protección del <strong>El</strong>ector de<br />

Sajonia y no peligraban <strong>su</strong> reputación ni <strong>su</strong>s ingresos con el<br />

cambio, mientras que Zwinglio no se movió hasta que consiguió<br />

el apoyo del Cantón de Zurich cuyo bien remunerado<br />

pastor continuó siendo hasta <strong>su</strong> muerte en el campo de<br />

Cappell.<br />

17


La decisión de <strong>Menno</strong> de romper por completo con la<br />

Iglesia Católica probablemente tuvo lugar en abril de 1535,<br />

poco después de la tragedia de Bolsward. De golpe empezó<br />

a predicar abiertamente desde <strong>su</strong> púlpito en Witmar<strong>su</strong>m las<br />

verdades que quizá había enseñado antes en privado; la<br />

doctrina del arrepentimiento, de la verdadera fe, del bautismo<br />

de creyentes, de la verdadera Cena del Señor. Osaba<br />

ahora atacar públicamente todas las fallas de la Iglesia, porque<br />

había procedido con todo cálculo para salvaguardarse a<br />

si mismo. Aparentemente decidió utilizar la iglesia de Witmar<strong>su</strong>m<br />

como tribuna de <strong>su</strong> nuevo mensaje tanto tiempo<br />

como le fuera posible, lo mismo que habían hecho Lutero<br />

en Wittenberg y Zwinglio en Zurich. Lo maravilloso es que<br />

durante nueve meses se le permitiera hacerlo, según <strong>su</strong> propio<br />

testimonio. Durante estos nueve Meses sostuvo una doble<br />

campaña; por un lado se empeñaba por librar a la gente<br />

de las abominaciones münsteritas, y por otro, procuraba<br />

apartarlos de <strong>su</strong>s antiguas creencias a la verdadera fe del<br />

Evangelio. Véase la descripción que hace de <strong>su</strong> actitud y acti<strong>vida</strong>des<br />

durante estos nueve meses:<br />

“En consecuencia, empecé en el nombre del Señor a<br />

predicar públicamente desde el púlpito la doctrina del verdadero<br />

arrepentimiento, a guiar a la gente por el camino angosto,<br />

y con el poder de las Sagradas Escrituras, a denunciar<br />

todo pecado e impiedad, toda idolatría y falsa adoración,<br />

y a anunciar el verdadero culto, también el bautismo y<br />

la Cena del Señor de acuerdo a las enseñanzas de Cristo,<br />

con el alcance que para este tiempo había adquirido por la<br />

gracia de Dios. Además advertía firmemente cada una de<br />

las abominaciones münsteritas, a saber: rey, poligamia, reinado<br />

terrenal, armas, etc., durante más de nueve meses, en<br />

que el Señor me concedió <strong>su</strong> Espíritu paternal, ayuda y poder<br />

para que voluntariamente renunciara al “buen nombre”,<br />

18


honores y reputación que disfrutaba entre los hombres y<br />

me apartara de todas las abominaciones del Anticristo,<br />

misa, bautismo infantil y mí <strong>vida</strong> inútil, y de buen grado me<br />

sometiera a la aflicción y la pobreza, bajo la cruz de mi Señor;<br />

en mi debilidad temía a Dios, busqué la compañía de<br />

los piadosos y, aunque pocos en número, encontré algunos<br />

que tenían un celo encomiable y defendían la verdad.”<br />

“He aquí, querido lector, que el Dios de bondad, por la<br />

abundancia de <strong>su</strong> gracia derramada sobre mí, pecador miserable,<br />

primero tocó mi corazón, dándome una mente nueva,<br />

me humilló en <strong>su</strong> temor, me enseñó a conocerme a mí mismo,<br />

me hizo volver del camino de muerte, y me condujo,<br />

benigno, por el sendero estrecho de la <strong>vida</strong> en la comunión<br />

de <strong>su</strong>s Santos. A él sea gloria por siempre. Amén.”<br />

Pero la posición de <strong>Menno</strong> como predicador evangélico<br />

en un púlpito y parroquia católicos, no se mantendría mucho.<br />

Su completa separación de la Iglesia era cuestión de<br />

tiempo. La fecha exacta de <strong>su</strong> bautismo no es segura; posiblemente<br />

haya sido poco después de <strong>su</strong> conversión en abril,<br />

pero es muy probable que no tuviera lugar hasta después de<br />

la separación pública de la Iglesia acaecida nueve meses<br />

después. Durante este lapso habrá introducido cambios en<br />

las ceremonias y sacramentos de la iglesia, así como en el<br />

contenido de <strong>su</strong> predicación. Es posible que la misa se convirtiera<br />

en un sencillo servicio de comunión en conmemoración<br />

de la pasión y muerte del Salvador y seguramente el<br />

bautismo de párvulos cesó. Finalmente <strong>Menno</strong> comprendió<br />

que no podía continuar en contacto con la vieja iglesia, con<br />

“Babel” aunque fuera en forma puramente externa. Por lo<br />

tanto, voluntariamente, sin compulsión “abandonó Babel e<br />

ingresó en la verdadera iglesia, la casa de <strong>su</strong> Señor”. Esto lo<br />

19


hizo mediante la renuncia a <strong>su</strong> cargo de sacerdote y de <strong>su</strong><br />

púlpito y abandonando la aldea de Witmar<strong>su</strong>m por otra residencia.<br />

<strong>El</strong> día exacto de <strong>su</strong> renuncia a la Iglesia papal fue<br />

probablemente el domingo 30 de enero de 1536. Se pre<strong>su</strong>me<br />

que fuera a Leewarden para informar a Obbe Philips de<br />

<strong>su</strong> decisión, pues <strong>Menno</strong> dice que primeramente miró alrededor<br />

<strong>su</strong>yo en busca de hombres temerosos de Dios.<br />

Durante los meses siguientes a <strong>su</strong> separación, lo que<br />

<strong>Menno</strong> deseaba más que otra cosa era pensar serenamente<br />

en los alcances de <strong>su</strong> decisión y leer la Palabra de Dios, meditar<br />

en ella y resolver algunas cuestiones teologales que le<br />

preocupaban todavía. Una de ellas era la relativa a la encarnación.<br />

Parece que tenía conocimiento de ciertos puntos de<br />

vista peculiares de algunos de los hermanos, tomados originariamente<br />

de Melchior Hofmann, y quería resolver por sí<br />

mismo lo que debía creer. <strong>El</strong> problema que le preocupaba<br />

era el siguiente: ソ cómo pudo la impecable naturaleza divina<br />

de Cristo ser encarnada en la carne pecaminosa de los descendientes<br />

del caído Adán? A causa de <strong>su</strong> ardiente deseo<br />

de conocer la verdad y <strong>su</strong> gran repugnancia a la incredulidad<br />

y al error, <strong>Menno</strong> se encontró en serio conflicto. Ayunó<br />

y pidió a Dios que “se dignara revelarle el misterio de la<br />

concepción de <strong>su</strong> bendito Hijo” ya que ello era necesario<br />

para alivio de <strong>su</strong> cargada conciencia. Las tentativas para<br />

conseguir ayuda de los hermanos, no fueron satisfactorias.<br />

Después de varios meses <strong>Menno</strong> consideró que había logrado<br />

una solución adoptando la teoría de la encarnación,<br />

mediante la cual Cristo cobró existencia en María, pero no<br />

nació de la carne de María. Era similar al punto de vista de<br />

Hofmann. <strong>Menno</strong> adoptó esta teoría especialmente para satisfacerse<br />

a sí mismo y raramente hablaba mucho de ella<br />

excepto cuando se veía forzado a hacerlo en debates públicos<br />

con <strong>su</strong>s enemigos que la consideraban como <strong>su</strong> punto<br />

20


débil. Se lamentaba repetidas veces de tener que debatir,<br />

contra <strong>su</strong>s inclinaciones, sobre este a<strong>su</strong>nto. Es interesante<br />

advertir que la extravagante idea de <strong>Menno</strong> sobre la encarnación,<br />

no fue aceptada por los Menonitas <strong>su</strong>izos y que,<br />

aunque continúa ejerciendo influencia entre algunos grupos<br />

Menonitas alemanes del N. de Holanda, esta teoría nunca<br />

encontró aceptación en ningún credo autorizado o confesión<br />

de la Iglesia Menonita.<br />

<strong>El</strong> año siguiente a la renuncia pública de <strong>Menno</strong> a la Iglesia<br />

Católica en enero de 1536, transcurrió en el retiro, como<br />

se ha dicho más arriba. Parece que <strong>Menno</strong> no se estableció<br />

en ningún lugar. Huellas de <strong>su</strong>s viajes durante este tiempo<br />

se han conservado en la historia de los mártires que fueron<br />

castigados años después por haberlo hospedado. Viajó de<br />

Witmar<strong>su</strong>m a Leewarden, de nuevo a Witmar<strong>su</strong>m y después<br />

a Groningen. Hacia fines del año pareció establecerse<br />

en un refugio cercano en la ciudad de Groningen al N. E. de<br />

Holanda, pues a estar a viejas tradiciones allí fue ordenado<br />

anciano u obispo.<br />

<strong>Menno</strong> omite mencionar el lugar de <strong>su</strong> ordenación o los<br />

nombres de los que le ordenaron, pero relata detalladamente<br />

la experiencia que lo llevó a la comisión final. Debe tenerse<br />

por cierto que después de <strong>su</strong> separación, <strong>Menno</strong> continuó<br />

enseñando y predicando cada vez que tenía oportunidad<br />

pero no había a<strong>su</strong>mido responsabilidad definitiva alguna<br />

ni la dirección de la congregación, desde que abandonara<br />

Witmar<strong>su</strong>m.<br />

Mientras estaba entregado al estudio y a escribir en <strong>su</strong><br />

retiro de Groningen, seis u ocho de los hermanos fueron y<br />

le rogaron que aceptara el cargo de anciano o pastor principal<br />

y obispo de la Congregación. <strong>El</strong> tiempo de este llamado<br />

fue “alrededor de un año después que abandonó el papado”<br />

21


es decir, durante el invierno de 1536-37. No era fácil para<br />

<strong>Menno</strong> aceptar el ofrecimiento; aunque consideraba un deber<br />

ayudar en la conducción de “los temerosos de Dios”,<br />

también sabía lo que debía esperar del mundo si aparecía<br />

públicamente como el guía de ellos. Por lo tanto pidió tiempo<br />

para orar y considerar el a<strong>su</strong>nto. Cuando los hermanos<br />

poco después repitieron el llamado, <strong>Menno</strong> cedió, aunque<br />

no sin alguna lucha. ノ l describe <strong>su</strong> resolución como sigue:<br />

“Cuando lo oí (al llamamiento) mi corazón se conmovió<br />

profundamente. Me rodearon el temor y el recelo. Por un<br />

lado veía mis escasos talentos, la gran falta de conocimientos,<br />

mi naturaleza débil, la timidez de mi naturaleza, la gran<br />

perversión, disolución, crueldad y tiranía del mundo, las<br />

grandes y poderosas sectas (las iglesias perseguidoras del<br />

estado), la astucia de muchos hombres y la indescriptiblemente<br />

pesada cruz que, sí empezaba a predicar se harían<br />

sentir; y por otra parte reconocía que la necesidad, miseria<br />

y avidez de las almas piadosas y devotas eran inconmen<strong>su</strong>rablemente<br />

grandes, pues había visto con toda claridad que<br />

vagaban como inocentes ovejas que no tienen pastor.<br />

Cuando las personas anteriormente mencionadas insistieron<br />

en <strong>su</strong>s ruegos y mi propia conciencia me acuciaba en<br />

vista de la necesidad ya mencionada, consagré mí cuerpo y<br />

mi alma al Señor, encomendándome a <strong>su</strong> guía y empecé en<br />

<strong>su</strong> debido tiempo (después de ser ordenado para el ministerio<br />

de la Palabra), conforme a <strong>su</strong> Santa Palabra a enseñar, a<br />

bautizar, a trabajar con mis menguados talentos en el campo<br />

del Señor, ayudando a la construcción de <strong>su</strong> santa ciudad<br />

y templo y a reparar los muros destruidos”.<br />

La ordenación debió tener lugar posiblemente en 1537 y<br />

fue casi seguramente efectuada por Obbe Philips.<br />

22


La importancia de la ordenación de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> para<br />

la conducción de la congregación del N. de Holanda conocida<br />

en ese tiempo con el nombre de Obbenitas, puede apenas<br />

apreciarse debidamente. Como el mismo <strong>Menno</strong> confiesa,<br />

los pocos que habían permanecido fieles a las doctrinas<br />

bíblicas evangélicas, bajo la guía de Obbe y Dirk Philips<br />

y habían resistido la tentación de seguir las fanáticas doctrinas<br />

de Jan Matiz, estaban desanimados y esparcidos, esperando<br />

ansiosamente un líder poderoso. Obbe mismo perdió<br />

el ánimo finalmente, abandonó <strong>su</strong> cargo. de obispo y se alejó<br />

por completo de la Congregación pocos años después,<br />

quizá en 1541. Muchos de los que habían sido arrastrados<br />

por la corriente Münsterita, desilusionados por el trágico fin<br />

del “reinado” estaban desorientados como ovejas sin pastor.<br />

Tal vez fueron ganados de nuevo para el Evangelio.<br />

Además algunos caudillos fanáticos trataban todavía de<br />

promover movimientos radicales a pesar del fracaso de<br />

Münster y hacían peligrar la fe de muchos. <strong>El</strong> jefe de ellos<br />

era Jan de Batenburg cuyo violento programa de venganza<br />

degeneró cada vez más en simple vandalismo. <strong>El</strong> año 1536<br />

en Bocholt, Westfalia, tuvo lugar una asamblea de estos<br />

anabaptistas revolucionarios. Hasta David Joris, a quien<br />

Obbe Philips había ordenado como obispo casi simultáneamente<br />

con Merino, se volvió atrás para convertirse<br />

en un fanático visionario y estático, cuya descabellada interpretación<br />

de las Escrituras estaba hermanada con <strong>su</strong> carácter<br />

impío e hipócrita. No es exagerado afirmar que la preservación<br />

de los “anabaptistas” de Holanda y Alemania de<br />

una completa aniquilación, o por lo menos de ser absorbidos<br />

por el fanatismo de los Bateríburgueses y Davidienses<br />

y la reunión alrededor de una norma de <strong>vida</strong> pura y fe evangélica,<br />

se debieron en gran parte a la fecunda acción de<br />

<strong>Menno</strong>, que cedió al temprano llamamiento de <strong>su</strong>s piado-<br />

23


sos hermanos, y que rindió corazón, alma y cuerpo a Dios,<br />

tomando sobre sí la “pesada cruz” de <strong>su</strong> Señor en fiel, irrenunciable<br />

y consagrado ministerio hasta <strong>su</strong> muerte acaecida<br />

en Wüntenfelde, Holstein, en 1561.<br />

24


Capítulo III<br />

Acti<strong>vida</strong>des en Holanda<br />

(1536-1543)<br />

<strong>El</strong> campo de acción asignado a <strong>Menno</strong> en la época de <strong>su</strong><br />

ordenación no estaba aparentemente limitado en ningún<br />

sentido. Se contaba con él para que visitara a los hermanos<br />

esparcidos, predicara, bautizara, restableciera la iglesia de<br />

Dios en cuanta oportunidad tuviera. Naturalmente, procuró<br />

cumplir con <strong>su</strong> misión primeramente en las comarcas cercanas.<br />

Se han conservado muy pocos datos relativos a las acti<strong>vida</strong>des<br />

de <strong>su</strong>s primeros cinco años de ministerio. Conviene<br />

hacer notar que, a pesar de haber contraído matrimonio<br />

en 1536 ó 1537 con una tal Gertrudis, no tuvo residencia<br />

fija sino que viajó continuamente. Su primitivo campo de<br />

acti<strong>vida</strong>des se extendía desde Friesland Oriental, donde<br />

bautizó a cierto Pedro Juan en Older<strong>su</strong>m, en 1536, hacia el<br />

poniente a través de las provincias septentrionales de Groningen<br />

y Friesland Occidental. En estas últimas, transcurrió<br />

la mayor parte del tiempo hasta 1541.<br />

<strong>Menno</strong> mismo habla de un hombre a quien había bautizado<br />

en Friesland Occidental y que fue ejecutado el 8 de<br />

enero de 1539 por haberle hospedado.<br />

Por el año 1539, escribe <strong>Menno</strong>, “un hombre muy piadoso<br />

y temeroso de Dios, llamado Tjard Reynders, fue tomado<br />

prisionero donde yo vivía, por la razón de haberme<br />

recibido secretamente en <strong>su</strong> casa, a pesar de ser yo un hombre<br />

sin hogar, sin amigos, y sin la consideración de nadie.<br />

Poco después fue condenado y torturado en el torno y des-<br />

25


pués de dar un valiente testimonio de <strong>su</strong> fe, murió como un<br />

esforzado campeón del Señor, a semejanza de <strong>su</strong> Maestro.<br />

Siempre había sido considerado hasta por <strong>su</strong>s enemigos,<br />

como un hombre piadoso e irreprensible”.<br />

<strong>Menno</strong> viajó a Friesland Occidental varias veces al año<br />

hasta 1541 y tan eficaz fue <strong>su</strong> trabajo, que bien pronto se le<br />

reconoció como el líder conspicuo de los “anabaptistas” en<br />

la provincia. Las autoridades provinciales habían tratado infructuosamente<br />

por varios años, de extirpar la “maldita secta”,<br />

llegando finalmente a la conclusión de que no lograrían<br />

<strong>su</strong> intento hasta que <strong>Menno</strong> fuese quitado de en medio. A<br />

este fin, se le propuso un plan a María, Regente de los Países<br />

Bajos, que consistía en inducir a ciertos “anabaptistas”<br />

prisioneros a que hicieran traición a <strong>Menno</strong> entregándolo a<br />

las autoridades a cambio de <strong>su</strong> libertad, pero no tuvieron<br />

éxito. La nota fechada el 19 de mayo de 1541, donde se esboza<br />

el plan a seguir, muestra ví<strong>vida</strong>mente los peligros a<br />

que se exponía <strong>Menno</strong> en <strong>su</strong>s trabajos.<br />

“Muy serena, justa, honorable; muy poderosa Reina,<br />

muy graciosa Señora. Nos ofrecemos humildemente para<br />

servir a Vuestra Majestad. Muy graciosa Señora; a pesar del<br />

error de la maldita secta de los anabaptistas que en los últimos<br />

cinco o seis años ha prevalecido en estas tierras de<br />

Friesland, pero que ahora —alabado sea el Señor— debido<br />

a la publicación de ciertos edictos y a ejecuciones que se<br />

llevaron a cabo contra tales transgresores, hubiera sido seguramente<br />

aniquilada y extirpada, a no ser por un tal <strong>Menno</strong><br />

Symonsz, ex-sacerdote, dirigente principal de la precitada<br />

secta y que desde hace tres o cuatro años anda fugitivo,<br />

recorriendo durante estos últimos tiempos dos o tres veces<br />

por año estos lugares y embaucando mucha gente incauta y<br />

sencilla. Para localizar y prender a este hombre, hemos<br />

26


ofrecido grandes <strong>su</strong>mas de dinero, pero hasta el presente<br />

sin re<strong>su</strong>ltado alguno. Por lo tanto hemos pensado ofrecer y<br />

prometer perdón y misericordia a algunos que han sido engañados<br />

(por los anabaptistas) y que desean gracia (retractándose<br />

de <strong>su</strong> fe), si logran la captura de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>.<br />

Como no queremos tener la osadía de hacerlo por cuenta<br />

propia, es que deseamos dar aviso a Vuestra Majestad, rogando<br />

se nos comunique el beneplácito de Vuestra Majestad<br />

y la orden que nosotros esperamos con impaciencia y<br />

dispuestos a ejecutar en la medida de nuestras fuerzas, de lo<br />

cual Dios Todopoderoso es testigo. Que él conceda a Vuestra<br />

Majestad mucha salud y largo imperio. Escrita en Leewarden<br />

el 19 de mayo de 1541. Los humildes y obedientes<br />

siervos de Vuestra Majestad en Friesland”.<br />

<strong>El</strong> ofrecimiento de recompensas por el arresto de <strong>Menno</strong><br />

se anunció en carteles que se esparcieron por toda la provincia<br />

de Friesland Occidental, pero sin <strong>su</strong>rtir efecto ni arredrar<br />

a <strong>Menno</strong> en <strong>su</strong>s acti<strong>vida</strong>des por la región. Por último el<br />

Emperador Carlos V fue inducido a publicar un edicto contra<br />

<strong>Menno</strong> el 7 de diciembre de 1542, en el cual se ofrecía<br />

una recompensa de 100 monedas de oro por <strong>su</strong> cabeza y<br />

además prohibía prestarle ayuda u hospedaje en cualquier<br />

forma y leer <strong>su</strong>s libros. Todos <strong>su</strong>s seguidores fueron igualmente<br />

perseguidos y arrestados. A cualquiera que entregara<br />

a <strong>Menno</strong> a las autoridades le seria perdonado cualquier crimen<br />

que hubiera cometido.<br />

La severidad de estos edictos prueba la intensidad de las<br />

persecuciones que debieron soportar <strong>Menno</strong> y <strong>su</strong>s partidarios<br />

en esta época. <strong>Menno</strong> tenía pleno conocimiento de los<br />

riesgos que corría, pero continuó bregando con indeclinable<br />

celo y coraje. Su espíritu se pone de manifiesto en los siguientes<br />

párrafos de un folleto que escribió en esa época:<br />

27


“Y sobre todo, orad por vuestro pobre y diligente siervo<br />

que es buscado empeñosamente para ser entregado a la<br />

muerte, a fin de que Dios, Padre misericordioso, lo fortalezca<br />

con <strong>su</strong> Espíritu Santo y lo libre de la mano de los que injustamente<br />

procuran <strong>su</strong> muerte, si esa es <strong>su</strong> Paterna voluntad;<br />

y si no lo es, que le conceda en toda tribulación, tortura,<br />

<strong>su</strong>frimiento, persecución y muerte, valor, determinación,<br />

sabiduría y fortaleza”.<br />

En el año 1541, <strong>Menno</strong> estableció <strong>su</strong> campo de acción al<br />

S. de チ msterdam y el territorio inmediato conocido como<br />

provincia del N. de Holanda. Allí pasó la mayor parte de <strong>su</strong><br />

tiempo durante los años 1541 a 1543, sin interrumpir <strong>su</strong><br />

contacto con Friesland y Groningen. Aunque bautizó muchos<br />

en チ msterdam y los alrededores, sólo se ha conservado<br />

el nombre de dos de ellos: Lucas Lamberto y el librero<br />

Juan Claeszoon. Ambos perecieron como mártires el 19 de<br />

enero de 1544, poco después que <strong>Menno</strong> abandonó la región.<br />

Claeszoon o Claasen hacía circular los <strong>escritos</strong> de<br />

<strong>Menno</strong> y seguramente publicó algunos de ellos. Además<br />

era ministro ordenado.<br />

Durante los cinco años de labor en los Países Bajos,<br />

<strong>Menno</strong> se ocupó mucho de difundir <strong>su</strong>s obras, que aparecieron<br />

en número de siete. Cinco de ellas eran más bien pequeños<br />

folletos variando entre las veinte y sesenta páginas<br />

de un libro de tamaño mediano. Los dos más importantes<br />

fueron “Los Fundamentos de la Doctrina Cristiana”, libro<br />

de doscientas cincuenta páginas, escrito en 1539 y “De la<br />

Verdadera Fe Cristiana” de ciento sesenta páginas escrito<br />

en 1541. “Bautismo Cristiano” publicado en 1539 tiene<br />

también cierta importancia. Todas las obras de este período<br />

de la <strong>vida</strong> de <strong>Menno</strong> son exposiciones <strong>su</strong>bstanciales de<br />

doctrinas fundamentales, como arrepentimiento, fe, nuevo<br />

28


nacimiento, santidad, y temas similares. No eran tratados<br />

eruditos, sino más bien libros simples, adaptados al común<br />

de las gentes y apropiados a las grandes necesidades de la<br />

época. Por esa razón fueron ampliamente leídos y prestaron<br />

un espléndido servicio fortaleciendo la fe de muchos que<br />

estaban turbados y desorientados por los numerosos conflictos<br />

de la hora. No es extraño, pues, que las autoridades<br />

se preocuparan tanto por destruir los <strong>escritos</strong> de <strong>Menno</strong>, y<br />

que impusieran severas penas a los que los leyeran o distribuyeran.<br />

29


Capítulo IV<br />

Acti<strong>vida</strong>des al noroeste de<br />

Alemania<br />

(1543-1546)<br />

Comprendiendo que un vasto campo de acción se le<br />

ofrecía al noroeste de Alemania donde los severos edictos<br />

del Emperador y la Regente no tenían vigor, <strong>Menno</strong> abandonó<br />

definitivamente Holanda a fines de 1543, después de<br />

siete años de ardua y fructífera labor. Los restantes 18 años<br />

de <strong>su</strong> <strong>vida</strong> los dedicó a levantar la iglesia del noroeste de<br />

Alemania, territorio inmediato al E. de Holanda. La extensión<br />

comparada de <strong>su</strong>s trabajos en los dos países demuestra<br />

que <strong>Menno</strong> fue menos holandés que alemán, durante<br />

<strong>su</strong>s 25 años de servicio como Obispo Menonita, hecho<br />

que muy raramente es reconocido como se debe. Las<br />

persecuciones eran mucho menos severas en estos territorios<br />

que en el Este de Holanda, primeramente porque el<br />

Emperador, que era adicto católico ejercía muy poco poder<br />

e influencia allí, y en segundo término porque muchos de<br />

los dirigentes y la nobleza menor eran partidarios de la tolerancia.<br />

La <strong>vida</strong> de <strong>Menno</strong> en Alemania puede dividirse en<br />

tres períodos desiguales que vamos a estudiar separadamente.<br />

l), Algunos meses en Friesland Este; 1543-1544. 2),<br />

Dos años en el obispado de Colonia; 1544-1546. 3), Quince<br />

años en Holstein y la región costanera del Báltico.<br />

A principios del invierno de 1543-1544, <strong>Menno</strong> con <strong>su</strong><br />

familia aparece al E. de Friesland donde gobernaba la con-<br />

30


desa Ana, siendo <strong>su</strong> capital la ciudad costera de Emden. En<br />

esta época el país se hallaba en transición, del catolicismo al<br />

protestantismo, por lo que los “anabaptistas” fueron temporariamente<br />

tolerados.<br />

Ana acababa de autorizar (1543) a Juan a’Lasco, un Reformador<br />

Zwingliano nativo de Polonia que había trabajado<br />

activamente en la provincia desde 1540, para que organizara<br />

la proyectada Nueva Iglesia Protestante del Estado.<br />

<strong>El</strong> lugar exacto en que <strong>Menno</strong> se estableció al llegar a<br />

Friesland es desconocido, sabiéndose únicamente que no<br />

fue en Emden, aunque allí existía una bien organizada congregación<br />

o hermandad, establecida bajo la dirección de<br />

Obbe y Dirk Philips.<br />

Debido a la tolerancia del gobierno de la condesa Ana<br />

varias sectas se establecieron en Friesland además de los<br />

“Menonitas”. Entre ellas se hallaban los Bateriburgueses<br />

que, como seguidores de Jan van Bateriburg todavía <strong>su</strong>stentaban<br />

las sangrientas doctrinas de Münster; los davidienses,<br />

seguidores del fanático visionario David Joris, colaborador<br />

de los hermanos Philips, de los cuales se separó en<br />

1536.<br />

Cuando Juan a’Lasco empezó <strong>su</strong> trabajo de reformador<br />

en Friesland en 1543, pronto advirtió las diferencias entre<br />

las sectas fanáticas y revolucionarias y los pacíficos y relativamente<br />

ortodoxos Menonitas. Seriamente interesado sobre<br />

cuál debería ser el trato que debería darse a todos equitativamente,<br />

se alegró mucho al enterarse por intermedio de<br />

varios hermanos, de la llegada de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> como líder<br />

en la provincia y lo invitó a ir a la capital para sostener<br />

una entrevista sobre cuestiones teológicas. Esta entrevista,<br />

llamada por algunos debate o disputa, a pesar de no haber<br />

31


pasado de una discusión semipública, se celebró con el beneplácito<br />

de las autoridades, del 28 al 31 de enero de 1544,<br />

en la capilla de un monasterio Franciscano Reformado de<br />

Emden. Varios ministros de la Reforma y otros estuvieron<br />

presentes. Se necesitaron tres días para tratar todos los tópicos<br />

en discusión, que fueron los siguientes: la encarnación<br />

de Cristo, santificación, bautismo, pecado original y llamamiento<br />

de ministros. En dos a<strong>su</strong>ntos, pecado original y santificación,<br />

<strong>Menno</strong> y a’Lasco coincidían; en los tres restantes<br />

no hubo acuerdo posible. <strong>Menno</strong> mismo testifica que fue<br />

tratado con bondad y que lo único que se le pidió fue que<br />

presentara una exposición escrita de <strong>su</strong> fe ante las autoridades,<br />

que tendrían así una información segura y autorizada<br />

de los principios que <strong>Menno</strong> y <strong>su</strong>s seguidores <strong>su</strong>stentaban.<br />

<strong>El</strong> prometido informe fue presentado por <strong>Menno</strong> tres<br />

meses más tarde con el título de “Breve y clara confesión, e<br />

instrucción bíblica.” Reparte <strong>su</strong> contenido (cerca de setenta)<br />

en dos de las doctrinas más discutidas: la encarnación y<br />

el llamamiento al ministerio, y promete una exposición posterior<br />

del tercer punto, o sea del bautismo. Este último informe<br />

no fue presentado; a’Lasco procedió a la publicación<br />

de la exposición de <strong>Menno</strong> sin <strong>su</strong> consentimiento. Intentó,<br />

al hacerlo, usarla como arma contra los Menonitas, mientras<br />

que <strong>Menno</strong> confiaba conseguir con ella el reconocimiento<br />

de las autoridades o por lo menos <strong>su</strong> tolerancia. A’-<br />

Lasco publicó una refutación a esta exposición en un libro<br />

escrito en latín, que apareció en Bonn el año siguiente<br />

(1545). Tiempo después, en 1554, <strong>Menno</strong> replicó en un libro<br />

de alrededor de cien páginas, titulado “Clara e incontrovertible<br />

confesión y demostración.”<br />

La actitud de a’Lasco hacia los Menonitas fue un tanto<br />

confusa. Sin duda advirtió a las autoridades que no permi-<br />

32


tiesen que se radicaran en el territorio líderes como <strong>Menno</strong>,<br />

aunque parecía dispuesto a conceder tolerancia a los miembros,<br />

y ponía cuidado al distinguirlos de grupos tan radicales<br />

como los Batenburgueses.<br />

Cuando la condesa Ana en 1544 bajo la presión de Holanda<br />

emitió un edicto desterrando a todos los “anabaptistas”<br />

a’Lasco la per<strong>su</strong>adió para que lo modificara en el sentido<br />

de expulsar a los extremistas y conceder a los “Mennistas”<br />

un trato más benigno, sometiéndolos al control de a’-<br />

Lasco; pero finalmente la expulsión fue decretada. Este decreto<br />

modificado en 1545 es de interés histórico por tratarse<br />

del primer documento en el cual el nombre de “Mennistas”<br />

o Menonitas se usó para referirse a los seguidores de <strong>Menno</strong><br />

<strong>Simons</strong>.<br />

Hacia mediados de 1544, posiblemente en mayo, <strong>Menno</strong><br />

abandonó Friesland Oriental para buscar refugio y paz en el<br />

territorio u obispado de Colonia: Dos razones impelieron a<br />

<strong>Menno</strong> hacia tierras del Rin. Una fue posiblemente la existencia<br />

en ese territorio de numerosas y florecientes congregaciones<br />

de los Hermanos. La otra fue la política de tolerancia<br />

del Arzobispo Herman von Wied, que era favorable a la<br />

Reforma, y que en esa época estaba empeñado en transformar<br />

el arzobispado en principado luterano.<br />

Los dos años (1544-1546) que se le permitieron a <strong>Menno</strong><br />

residir en el territorio de Colonia, hasta que Herman von<br />

Wied fue depuesto por <strong>su</strong>s enemigos católicos en 1546, se<br />

cuentan entre los más pacíficos y fructíferos de <strong>su</strong> <strong>vida</strong>. Los<br />

escasos datos que se han preservado de <strong>su</strong>s viajes y ocupaciones<br />

revelan que <strong>su</strong>s libros fueron ampliamente distribuidos<br />

y leídos y que <strong>su</strong> nombre y fama crecieron rápidamente.<br />

En <strong>su</strong>s <strong>escritos</strong> posteriores <strong>Menno</strong> hace referencia a ciertas<br />

experiencias que tuvieron lugar allí, mencionando el he-<br />

33


cho de haber sido invitado a discutir ciertas cuestiones teológicas<br />

con predicadores de Bonn, en el Rin, y también con<br />

predicadores de Wesel en el territorio de Cleve. En Bonn,<br />

las autoridades, influidas por relatos de a’Lasco y <strong>su</strong> amigo<br />

Hardenberg, finalmente rechazaron el plan; mientras que<br />

los predicadores de Wesel, en <strong>su</strong> respuesta al ofrecimiento<br />

de <strong>Menno</strong>, le comunicaban que recibiría instrucciones del<br />

verdugo, a pesar de que previamente habían avisado a uno<br />

de los amigos de <strong>Menno</strong>, que estaban dispuestos a recibirle<br />

para discutir cuestiones doctrinarias.<br />

Vestigios de <strong>su</strong>s trabajos en Renania (Territorio del Rin)<br />

se han conservado en las confesiones y testimonios de algunos<br />

mártires. Entre los lugares mencionados en que predicó,<br />

figuran Fischerwerst e Illekoven. En este último, <strong>Menno</strong><br />

vivió con un diácono llamado Lemke. Un mártir fue ejecutado<br />

por transportar a <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> y a otros dos hombres<br />

en bote desde <strong>su</strong> casa en Fischerwerst por el río Mosa<br />

a Roermornd. Cuando el benigno gobierno del arzobispo<br />

Herman llegó a <strong>su</strong> fin por haber sido depuesto a raíz de la<br />

derrota de los príncipes protestantes en la guerra de Smalcald<br />

en 1546 y el catolicismo se restableció en toda la provincia,<br />

<strong>Menno</strong> se vio obligado a abandonar Colonia.<br />

34


Capítulo V<br />

Acti<strong>vida</strong>des en Holstein<br />

(1546 -1561)<br />

Forzado a abandonar los territorios del Rin, <strong>Menno</strong><br />

huyó con <strong>su</strong> esposa enferma y <strong>su</strong> pequeño hijito al territorio<br />

de Holstein, que quedaba al N. E. de Hamburgo, sobre<br />

la costa del Báltico. Ya algunos pequeños grupos de Menonitas<br />

huyendo de la persecución en Holanda habían buscado<br />

refugio en esta región, que estaba bajo la soberanía del<br />

rey de Dinamarca, y por ende, fuera del alcance de las leyes<br />

anti-“anabaptistas” del imperio. Se ignora dónde se estableció<br />

<strong>Menno</strong> a <strong>su</strong> llegada, aunque vivió un tiempo en la ciudad<br />

de Wismar; <strong>su</strong> residencia definitiva fue la pequeña aldea<br />

de Wuestenfelde, no lejos de Oldesloe, a mitad de camino<br />

entre las ciudades Hanseáticas de Hamburgo y Lübeck.<br />

La primera evidencia de la presencia de <strong>Menno</strong> en<br />

Holstein fue <strong>su</strong> participación en una polémica teológica en<br />

Lübeck en 1546, con Nicolás Blesdijk, yerno y prosélito del<br />

célebre David Joris y líder de la secta de los Davidienses.<br />

David Joris, flamenco, nacido en Bruselas, fue uno de<br />

los caracteres más notorios e interesantes producidos por la<br />

Reforma. Pronto se hizo Luterano ardiente, pero en 1541<br />

cayó bajo la influencia de las enseñanzas de Melchior Hofmann<br />

y se unió al grupo de los Melchioritas. Más tarde se<br />

unió a los Obbenitas y parece que fue ordenado ministro<br />

por Obbe Phillips antes que <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> se uniera al<br />

grupo. Sin embargo cuando Joris se contaminó con las doctrinas<br />

Münsteritas y adoptó tendencias fanáticas, por el año<br />

1536, los Obbenitas lo expulsaron. Desde ese momento Jo-<br />

35


is propició un movimiento de partidarios <strong>su</strong>yos que se conocieron<br />

con el nombre de Davidienses, aunque nunca llegaron<br />

a ser numerosos. Finalmente en 1544, abrumado por<br />

las persecuciones y tribulaciones, los abandonó y adoptando<br />

el nombre de Juan de Bruselas se refugió en Basel, donde<br />

murió en 1556.<br />

La enseñanza de Joris era una extraña mezcla de fanatismos<br />

teologales y paradojas. Pretendía haber recibido un llamamiento<br />

divino para ser profeta y establecer el reino de<br />

Dios en la tierra, sobre el cual debería reinar él como el tercer<br />

David. Tan lejos llegó en <strong>su</strong> doctrina, hasta enseñar que<br />

la obra y revelación de Cristo no eran <strong>su</strong>ficientes y que las<br />

Sagradas Escrituras serían reemplazadas por <strong>su</strong>s propias<br />

obras literarias inspiradas, que contenían la revelación final<br />

de Dios. Su concepto del pecado carnal era tal que enseñó<br />

que el hombre interior no era afectado por lo que la carne<br />

hiciera, y por lo tanto las obras más groseras que ésta cometiera,<br />

no serían consideradas como pecado. A consecuencia<br />

de esta enseñanza, aparecieron entre los Davidienses<br />

muchos pecados e inmoralidades, incluyendo adulterio<br />

y poligamia.<br />

<strong>Menno</strong> había atacado a David Joris y <strong>su</strong>s enseñanzas<br />

desde el primer momento. Incitado por lograr ataques de<br />

<strong>Menno</strong> en los “Fundamentos”, Joris le escribió una carta<br />

desafiándole a prepararse para una gran polémica. <strong>Menno</strong><br />

replicó enérgicamente al desafío de Joris en una vigorosa<br />

carta escrita en 1542, donde puntualizaba que un mayor<br />

contacto entre los dos era imposible puesto que cada uno<br />

reposaba sobre plataformas radicalmente opuestas, ya que<br />

<strong>Menno</strong> seguía a Cristo y <strong>su</strong> Palabra, mientras que Joris seguía<br />

<strong>su</strong>s necios y egoístas <strong>su</strong>eños y alucinaciones. Luego<br />

rogaba a Joris que dejase de escribirle, pues no leería ni una<br />

36


más de <strong>su</strong>s cartas hasta que hubiera aprendido a respetar y<br />

honrar la Palabra de Cristo.<br />

Cuando Joris desapareció del mundo de los negocios<br />

bajo el seudónimo de Juan de Bruselas, se puso fin a la<br />

cuestión personal, pero no al conflicto entre <strong>Menno</strong> y los<br />

Davidienses. En una casa de campo cerca de Lübeck, <strong>Menno</strong><br />

celebró un largo debate con el ya mencionado Nicolás<br />

Blesdijk, en el cual se trató del bautismo y otras cuestiones.<br />

<strong>Menno</strong> fue apoyado en el debate por Dirk Philips, Leonardo<br />

Bouwens, Gillis de Aachen y Adam Pastor. Se imprimieron<br />

versiones del mismo, pero parece que se han perdido.<br />

Sin embargo Blesdijk describe el encuentro en varios de<br />

<strong>su</strong>s libros especialmente en uno publicado en 1546 bajo el<br />

título “Vindicación y refutación cristiana… de la carta escrita<br />

por <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>”. Entre los diversos puntos de discrepancia<br />

entre Davidienses y Menonitas descuella uno. <strong>Menno</strong><br />

y <strong>su</strong>s fieles sostienen que la doctrina de la iglesia y <strong>su</strong><br />

correcta organización y disciplina, era uno de los principios<br />

más importantes del <strong>Cristianismo</strong>, mientras que los Davidienses<br />

no querían saber nada de ello. Para ellos, la interpretación<br />

individual y Espiritual (como la llamaban) de las<br />

Escrituras, era el centro y base de la doctrina Cristiana.<br />

La presencia de otros cuatro hermanos en el debate de<br />

Lübeck con Blesdijk, hace <strong>su</strong>poner una cooperación organizada<br />

entre los Menonitas de esa época. Es una evidencia<br />

para creer que los obispos ya entonces empezaban a celebrar<br />

reuniones o conferencias ocasionales y que tenían un<br />

plan de cooperación, mediante el cual se asignó a cada uno,<br />

un territorio determinado donde era responsable directo del<br />

trabajo pastoral, disciplina y bautismo de los nuevos convertidos.<br />

A Bouwens se le dio el Oeste (Holanda), Gillis de<br />

Aachen recibió el territorio del Rin, Dirk Philips la región de<br />

37


Dantzig y <strong>su</strong>s alrededores a lo largo del Báltico, mientras<br />

que <strong>Menno</strong> retenía el distrito central desde Friesland Oriental<br />

a Holstein y era reconocido como jefe entre los obispos.<br />

Se cree que Dirk Philips era obispo desde antes que <strong>Menno</strong><br />

fuese ordenado en 1536. Gillis de Aachen fue ordenado<br />

obispo alrededor de 1542, mientras que Bouweris no lo fue<br />

hasta 1551. Desgraciadamente el líder primitivo de los “anabaptistas”,<br />

Obbe Philips, se había desanimado en 1541 y<br />

había abandonado la causa a la cual sirvió con tanto empeño.<br />

<strong>Menno</strong> lo consideraba un apóstata.<br />

Los obispos ya mencionados, junto con otros, se reunían<br />

oportunamente en varios lugares. En tales asambleas se<br />

informaba sobre las condiciones de los distintos campos, se<br />

discutían problemas, se resolvían serios casos de disciplina<br />

y ordenanzas para la iglesia. La reunión de Lübeck de 1546<br />

en ocasión del debate con Blesdijk, es la primera que se recuerda.<br />

Por lo menos dos asambleas más se llevaron a cabo<br />

el año siguiente, 1547, una en Emden y otra en Goch.<br />

<strong>El</strong> a<strong>su</strong>nto principal que se consideró en estas reuniones<br />

fue el error de doctrina que se había puesto de manifiesto<br />

en la enseñanza de Adam Pastor (Roelof Martens) uno de<br />

los dirigentes que había sido ordenado en 1542 por <strong>Menno</strong><br />

<strong>Simons</strong> y Dirk Philips. Pastor disentía en lo tocante a la divinidad<br />

de Cristo, pues sostenía que Cristo no existía como<br />

Hijo de Dios antes de <strong>su</strong> venida al mundo, y que era divino<br />

después de <strong>su</strong> encarnación únicamente en el sentido de que<br />

Dios moraba en él. Aceptaba la autoridad de la Biblia como<br />

Palabra de Dios, pero buscaba apoyo a <strong>su</strong> herejía en ciertas<br />

interpretaciones particulares. En la primera reunión de 1547<br />

en Emden los obispos tenían esperanza de que Pastor volviera<br />

a <strong>su</strong> primitiva posición doctrinaria. A pesar de ello, el<br />

esperado cambio no se produjo y por lo tanto, en la segun-<br />

38


da reunión del mismo año en Goch, Pastor fue excomulgado.<br />

<strong>El</strong> acusa a <strong>Menno</strong> de <strong>su</strong> excomunión, aunque existen<br />

evidencias de que fue Dirk Philips quien pronunció las palabras<br />

del anatema en nombre de todos.<br />

Al principio Pastor obtuvo éxito asegurándose prosélitos<br />

y causando algunos disturbios en la iglesia. Para contrarrestar<br />

la influencia de <strong>su</strong>s ideas, <strong>Menno</strong> escribió en 1550 un folleto<br />

sobre la deidad de Cristo, intitulado “Confesión del<br />

Trino Dios”. En términos seguros afirma la enseñanza bíblica<br />

sobre este tema y previene a la iglesia enérgicamente<br />

contra la nueva doctrina, que es una perversión de la doctrina<br />

fundamental del Evangelio. <strong>El</strong> folleto de unas veinte páginas<br />

circuló entre las iglesias en forma de manuscrito. Más<br />

tarde los hermanos de Groningen imprimieron una copia.<br />

<strong>El</strong> último encuentro de <strong>Menno</strong> y Adam Pastor tuvo lugar<br />

en el debate de Lübeck en 1552. <strong>El</strong> propósito de la excomunión<br />

de 1547 fue doble; primeramente proteger la iglesia y<br />

segundo, hacer que el hombre considerara el error de <strong>su</strong> camino,<br />

con la esperanza de restablecerlo. Esperando que<br />

Pastor se hubiera per<strong>su</strong>adido a volver, <strong>Menno</strong> accedió a la<br />

entrevista en 1552. De acuerdo al informe del mismo Pastor,<br />

el esfuerzo fue vano. Poco después se tienen noticias de<br />

los seguidores de Pastor. Después de un período de acti<strong>vida</strong>des<br />

en Renania y Westfalia, Pastor murió en Münster.<br />

Sus seguidores, que no fueron muchos, desaparecieron gradualmente.<br />

Se ha dicho antes, que el territorio asignado a <strong>Menno</strong><br />

como obispo, comprendía el pastoreado de la región del N.<br />

de Alemania, Este de Groningen hasta Prusia, incluyendo<br />

Friesland Oriental, Oldenburg, Holstein, Meck1enburg y<br />

posiblemente Pomerania. Sus viajes a veces llegaron hasta<br />

fuera de estos territorios. En 1547 asistió a la reunión de an-<br />

39


cianos en Goch; en abril de 1549 estuvo en Friesland Oriental<br />

cerca de Leewarden; y en el verano de 1549 visitó a los<br />

Hermanos en Prusia. Esta visita es narrada por <strong>Menno</strong> mismo<br />

en una carta a los hermanos de aquel lugar, fechada en<br />

octubre de 1549. La carta consiste principalmente en un llamado<br />

a mantener la paz y unión que había sido restablecida<br />

entre ellos después que una seria controversia tuvo fin con<br />

la visita de <strong>Menno</strong>, el verano anterior.<br />

Apenas llegado <strong>Menno</strong> de dirimir las dificultades en Prusia,<br />

sintió necesidad de hacer un viaje a las congregaciones<br />

occidentales con una misión similar. La influencia de la enseñanza<br />

herética de Pastor acerca de la deidad de Cristo, todavía<br />

causaba disturbios, y habían <strong>su</strong>rgido nuevas disidencias<br />

sobre la aplicación del anatema en las excomuniones.<br />

Sobre ambos tópicos <strong>Menno</strong> escribió sendos folletos en<br />

1550. <strong>El</strong> dirigido contra Pastor ya ha sido mencionado; el<br />

segundo se titulaba “Una Exposición Clara de la Excomunión”.<br />

Este último, de unas cuarenta y cinco páginas fue<br />

distribuido entre las iglesias en forma de manuscrito. No se<br />

imprimió hasta 1597. Versaba sobre el objeto, práctica y alcance<br />

del anatema e iba dirigido directamente contra aquellos<br />

que deseaban aplicarlo únicamente en cuestiones espirituales.<br />

En el transcurso de <strong>su</strong> viaje al occidente, se efectuó<br />

una conferencia en Emden en 1549, en la cual, entre otras<br />

cosas uno de los ministros, Francis Kuyper, fue excomulgado<br />

por <strong>Menno</strong> debido a que sostenía puntos de vista sin<br />

base bíblica sobre justificación por la fe y otros puntos.<br />

Aparte de los dos breves folletos de 1550 (que no se imprimieron<br />

de inmediato) escasas cartas muy breves y cuatro<br />

petitorios cortos <strong>escritos</strong> en 1551 y 1552, <strong>Menno</strong> no publicó<br />

nada de importancia entre 1541 y 1554 excepto <strong>su</strong> “Réplica<br />

a Gellius Faber” en 1552, un libro de alrededor de doscien-<br />

40


tas a cincuenta y cinco paginas. Una de las razones fue tal<br />

vez, el hecho de hallarse muy ocupado con <strong>su</strong>s viajes y el<br />

cumplimiento de <strong>su</strong>s obligaciones como obispo, que no le<br />

dejaban tiempo libre para escribir. Otra razón habrá sido la<br />

dificultad de conseguir editores que quisieran imprimir <strong>su</strong>s<br />

libros. Los cuatro petitorios mencionados estaban dirigidos<br />

en forma general a las autoridades civiles y a los hombres<br />

entendidos y maestros de las iglesias Reformadas del Estado<br />

y Luteranas de Alemania. <strong>El</strong> objeto de estos petitorios<br />

era refutar los cargos de herejías y fanatismo que recaían<br />

constantemente sobre los Menonitas. En ellos <strong>Menno</strong> aseguraba<br />

en los términos más enérgicos que ni él ni <strong>su</strong>s feligreses<br />

tenían relaciones de ninguna naturaleza con Münster,<br />

y que <strong>su</strong> único propósito era ser fieles Cristianos y creyentes<br />

verdaderos de la Biblia. También solicitaba debates<br />

públicos en los cuales tendría oportunidad de refutar las falsas<br />

acusaciones de <strong>su</strong>s enemigos.<br />

La “Réplica a Gellius Faber” anteriormente mencionada,<br />

era una extensa exposición de seis a<strong>su</strong>ntos fundamentales:<br />

el llamamiento de obreros, bautismo, cena del Señor, anatema,<br />

iglesia y encarnación. Faber, Pastor Reformado de Emden,<br />

junto con a’Lasco había atacado las doctrinas de los<br />

Menonitas, aunque sin dirigir <strong>su</strong>s ataques especialmente<br />

contra <strong>Menno</strong>. Este es el libro más extenso de <strong>Menno</strong>, aunque<br />

de escasa importancia, pues en él sólo repite las doctrinas<br />

expuestas anteriormente. Lo más importante en él es el<br />

relato que hace de <strong>su</strong> conversión y llamamiento al ministerio,<br />

que fue reimpreso más tarde por separado.<br />

Durante el invierno de 1553-1554 <strong>Menno</strong> pasó una temporada<br />

en la ciudad Hanseática de Wismar en la costa del<br />

Mar Báltico entre Lübeck y Rostock. Allí alternó con la<br />

congregación Menonita, aunque se esforzaba por mantener<br />

41


incógnito el lugar de <strong>su</strong> residencia. A pesar de <strong>su</strong> intención<br />

de mantener el secreto, se vio envuelto en forma <strong>su</strong>mamente<br />

interesante en una discusión teológica con dos ministros<br />

Reformados. Sucedió más o menos así. Una embarcación<br />

con Refugiados procedentes de Londres, que habían abandonado<br />

Inglaterra a causa de las persecuciones llegó al<br />

puerto de Wismar el 21 de diciembre de 1553. Los Menonitas<br />

de la ciudad fueron los únicos dispuestos a socorrer a<br />

los refugiados necesitados, cuyo buque había quedado bloqueado<br />

en el hielo a poca distancia de la costa. Durante estas<br />

comunicaciones los dos grupos se vieron envueltos en<br />

una discusión doctrinaria de tal magnitud, que el caudillo de<br />

los refugiados, Herman Backereel, pidió una entrevista con<br />

<strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>. Esta tuvo lugar el 26 de diciembre de 1553.<br />

Sintiendo la necesidad de apoyo, el grupo de Reformados<br />

llamó en <strong>su</strong> ayuda a Martín Micrón de Norden en Friesland<br />

Oriental, uno de <strong>su</strong> dirigentes. <strong>Menno</strong> y Micrón sostuvieron<br />

dos extensas polémicas en presencia de muchos amigos e<br />

interesados; ambas se realizaron en la casa que <strong>Menno</strong> habitaba,<br />

el 6 y 15 de febrero de 1554 respectivamente. Los<br />

tres debates: el sostenido con Beckereel y los dos con Micrón<br />

se celebraron en el más estricto secreto y bajo la promesa<br />

del grupo de Reformados de no revelar a las autoridades<br />

el refugio de <strong>Menno</strong>. <strong>El</strong> debate del 6 de febrero versó<br />

sobre el bautismo, encarnación, juramento, divorcio, llamamiento<br />

de ministros, ejercicio de la autoridad civil, terminando<br />

amistosamente. <strong>El</strong> segundo, a requerimiento de Micrón,<br />

que conocía el punto débil de <strong>Menno</strong>, se redujo exclusivamente<br />

a la cuestión de la encarnación y terminó con<br />

disgustos para ambas partes. No se dio a conocer la versión<br />

de estos debates hasta 1556 en que Micrón publicó un libro<br />

intitulado: “Un relato verídico” que contiene una relación<br />

parcial y hasta cierto punto falsa, de lo acontecido incluyen-<br />

42


do cargos personales contra <strong>Menno</strong>. Este le contestó enseguida<br />

con “Réplica clara y puntualizada” de cerca de doscientas<br />

páginas, una de las obras más extensas de <strong>Menno</strong>.<br />

Dos años después, en 1558, Micrón volvió a la liza con el libro<br />

titulado: “Llamado a rendir cuentas” (A Reckoning).<br />

Inmediatamente después del debate con Micrón en 1554,<br />

<strong>Menno</strong> tomó parte en otra importante reunión en Wismar,<br />

pero de carácter muy distinto; una conferencia de obispos y<br />

dirigentes de la Iglesia Menonita. Varios casos de disciplina<br />

habían creado dificultades, por lo que se hacía necesaria<br />

una asamblea de pastores para asegurar y mantener la unidad<br />

y armonía en la iglesia. <strong>El</strong> re<strong>su</strong>ltado de la conferencia<br />

fue una serie de nueve resoluciones que versaban sobre<br />

a<strong>su</strong>ntos como: el matrimonio con personas ajenas a la iglesia,<br />

aplicación del anatema, utilización de los tribunales de<br />

justicia, porte y uso de armas, y la necesidad de autorización<br />

de la iglesia y del obispo para predicar. Desgraciadamente<br />

el texto en que se han preservado estas resoluciones<br />

está tan adulterado que es imposible conocer a ciencia cierta<br />

<strong>su</strong> contenido original. Siete obispos participaron en esta<br />

reunión presidida por <strong>Menno</strong>. Asistieron entre otros, Dirk<br />

Philips, Leonardo Bouweris y Gillis de Aachen. Respecto a<br />

la aplicación del anatema, las resoluciones fueron demasiado<br />

severas; tanto, que en una conferencia celebrada en<br />

Estrasburgo, en 1557, los hermanos de Suiza y <strong>su</strong>d de Alemania<br />

decidieron redactar una resolución disintiendo con<br />

las de Wismar y enviar dos delegados a <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong><br />

para solicitarle que moderara la actitud adoptada por los<br />

obispos del N. de Alemania.<br />

La creciente presión ejercida por las autoridades civiles<br />

eclesiásticas de Wismar contra los Menonitas hizo que finalmente<br />

<strong>Menno</strong> resolviera abandonar la ciudad. Por esta<br />

43


azón cambió <strong>su</strong> residencia durante el verano o el invierno<br />

de 15 5 4 a una localidad occidental, cercana a la ciudad de<br />

Oldesloe entre Lübeck y Hamburgo. Cierto noble, llamado<br />

Bartolomé von Ahlefelt que vivía en las inmediaciones, permitía<br />

desde 1543 que los Menonitas que huían de la persecución<br />

se refugiaran en <strong>su</strong>s tierras, llamadas “Fresenburg”.<br />

Un impresor Menonita de Lübeck que tenía una imprenta<br />

clandestina en la cual imprimía gran número de libros Menonitas<br />

así como Biblias y concordancias, que eran distribuidas<br />

a distancias tan apartadas como チ msterdam, también<br />

se vio forzado a buscar un lugar más seguro para <strong>su</strong>s<br />

acti<strong>vida</strong>des. Primeramente se fue a Oldesloe donde le fueron<br />

confiscados diez toneles llenos de libros, y finalmente a<br />

Freseriburg, donde posiblemente llegó a fines de 1554.<br />

Aunque no se ha probado, es posible que dicho impresor<br />

fuera el editor de <strong>Menno</strong>, o tal vez <strong>Menno</strong> mismo ya que<br />

efectivamente, <strong>Menno</strong> fue de Wismar a Lübeck y de allí a<br />

Oldesloe y finalmente a Fresenburg. Es más probable sin<br />

embargo, que el impresor fuera un generoso miembro de la<br />

iglesia y amigo de <strong>Menno</strong>, pues es bien sabido que éste permaneció<br />

pobre hasta el fin de <strong>su</strong>s días. Por esta época <strong>Menno</strong><br />

se estableció en Wuestenfelde, aldea del territorio de<br />

Fresenburg.<br />

Como la persecución arreciaba en la región circundante,<br />

los Menonitas, en número cada vez mayor, encontraban un<br />

seguro refugio bajo la protección del Barón von Ahlefelt en<br />

Fresenburg y Wuestenfelde. <strong>El</strong> rey de Dinamarca trató de<br />

per<strong>su</strong>adir a von Ahlefelt que cambiara <strong>su</strong> política de tolerancia<br />

y arrojara a los Hermanos pero él se opuso, pues había<br />

sido favorablemente impresionado en <strong>su</strong>s días juveniles<br />

por la firmeza de los Menonitas, bajo persecución, <strong>su</strong>frimiento<br />

y muerte. En Fresenburg y Wuestenfelde, <strong>Menno</strong><br />

encontró tiempo y tranquilidad para revisar muchos de <strong>su</strong>s<br />

44


primeros <strong>escritos</strong> y verterlos del original al dialecto que se<br />

hablaba en esa comarca, llamado “Oosterche” o dialecto<br />

oriental. Todas <strong>su</strong>s obras posteriores fueron escritas en este<br />

dialecto. Un total de diez libros y folletos se imprimieron en<br />

Lübeck y Fresenburg durante los años 1554-1561.<br />

Los últimos años de la <strong>vida</strong> de <strong>Menno</strong> se vieron amargados<br />

por serias y a veces graves controversias entre las iglesias<br />

del Oeste sobre a<strong>su</strong>ntos de disciplina, particularmente<br />

acerca de la severidad en la aplicación del anatema y separación<br />

de los miembros excomulgados. Ya en 1550 en <strong>su</strong> librito<br />

sobre “Excomunión” <strong>Menno</strong> había expresado <strong>su</strong> deseo<br />

de evitarse disgustos posteriores por esta cuestión. Las<br />

divisiones más graves tuvieron lugar después de la muerte<br />

de <strong>Menno</strong>.<br />

Las primeras noticias de esta aguda controversia llegaron<br />

a conocimiento de <strong>Menno</strong> en 1555 en forma de una carta de<br />

cinco hermanos “de buena reputación” que vivían en Franeker<br />

Oeste y Frieslandia Oeste en la cual relataban que algunos<br />

desearían que no se aplicara la excomunión sin tres<br />

amonestaciones previas, excepto en casos de pecado muy<br />

grave. <strong>Menno</strong> aprobó este procedimiento más moderado<br />

aún contra los que exigían una inmediata y ruda excomunión<br />

sin amonestaciones.<br />

Otro a<strong>su</strong>nto que originó grandes disgustos fue el de aislarse<br />

o evitar a las personas excomulgadas, particularmente<br />

tratándose de miembros de la misma familia. Como la polémica<br />

crecía, se enviaron a <strong>Menno</strong> carta tras carta desde Holanda,<br />

rogándole que dictaminara al respecto. Leonardo<br />

Bouwens apoyaba a los extremistas en <strong>su</strong> demanda y cuando<br />

finalmente trató de expulsar a una mujer casada de Emden,<br />

porque rehusaba apartarse de <strong>su</strong> esposo, <strong>Menno</strong> se vio<br />

obligado a tomar una determinación. En una carta fechada<br />

45


el 12 de noviembre de 1556, protesta enérgicamente contra<br />

las creencias y prácticas extremas. Hizo un viaje desde<br />

Holstein a Friesland 0. en la esperanza de promover unidad<br />

y armonía, pero consiguió éxito sólo en parte, pues la división<br />

pareció persistir. Volvió a Wuestenfelde con el corazón<br />

dolorido y quebrantado por el lamentable estado de cosas<br />

en la iglesia que amaba con toda <strong>su</strong> alma. Sus sentimientos<br />

están bien expresados en una carta dirigida a <strong>su</strong> cuñado<br />

Reyn Edes en 1558: “。Reyn hermano mío! Si pudiera estar<br />

contigo aunque sólo fuese medio día para contarte algo de<br />

mi dolor, aflicción y amargura y de la pesada carga que tengo<br />

que soportar por el futuro de la iglesia... Si Dios Todopoderoso<br />

no me hubiera fortalecido durante el año pasado,<br />

como lo sigue haciendo, hubiera perdido el juicio. No hay<br />

nada sobre la tierra que ame más que a la iglesia; y es precisamente<br />

por ella que debo padecer toda esta aflicción”.<br />

La posición definitiva de <strong>Menno</strong> respecto a la excomunión<br />

le crearía nuevas dificultades con otros grupos<br />

de Menonitas de la Renania y <strong>su</strong>d de Alemania. En abril de<br />

1556 antes que fuera a Frieslandía O. dos miembros de los<br />

territorios del Rhin, llamados Zylis y Lemke, junto con<br />

otros lo habían visitado en Wuestenfelde a fin de discutir la<br />

cuestión del anatema y separación. <strong>El</strong>los se inclinaban a<br />

una menor severidad. Dejaron a <strong>Menno</strong> sólo parcialmente<br />

convencido, pero consintió en considerar el a<strong>su</strong>nto a fondo<br />

y exponerlo ante algunos hermanos del S. de Alemania en<br />

procura de consejo. <strong>Menno</strong> entregó a Zylis una exposición<br />

escrita de <strong>su</strong> posición para presentar a dichos hermanos.<br />

Cuando en 1557 manifestaron la opinión final de <strong>Menno</strong><br />

respecto a la separación, ante una importante asamblea en<br />

Estrasburgo, a la cual asistieron cerca de cincuenta obispos<br />

de muchos lugares, encontraron una enérgica reacción ne-<br />

46


gativa. La asamblea resolvió rechazar la separación de los<br />

cónyuges por excomunión de uno de ellos y redactó una<br />

carta dirigida a <strong>Menno</strong> y <strong>su</strong>s colegas del N. de Alemania,<br />

conteniendo una vehemente súplica en pro de mayor indulgencia<br />

en cuanto a romper toda clase de relaciones con los<br />

excomulgados. En la carta expresaban <strong>su</strong> ardiente deseo de<br />

ser uno en paz y unión con <strong>su</strong>s hermanos del Norte. También<br />

manifestaban <strong>su</strong> desacuerdo con la teoría personal de<br />

<strong>Menno</strong> acerca de la encarnación.<br />

La apelación de la conferencia de Estrasburgo sería<br />

vana. La unidad no se consiguió, pues los hermanos del N.<br />

eran implacables en lo tocante a la separación. En el año<br />

1558, <strong>Menno</strong> y Dirk Philips publicaron sendos tratados sobre<br />

el a<strong>su</strong>nto en discusión. En el de <strong>Menno</strong> intitulado: “La<br />

Excomunión” estaba claramente expuesta <strong>su</strong> severa actitud<br />

sobre separación, que incluía la ruptura de todos los lazos<br />

humanos, hasta los del matrimonio y la familia, debiendo<br />

producirse únicamente en caso de excomunión de la iglesia.<br />

Este folleto provocó serias controversias. Zylis y Lemke encabezaron<br />

la oposición, por lo que <strong>Menno</strong> se vio precisado<br />

a publicar un folleto contra ellos en enero de 1560, titulado:<br />

“Réplica a Zylís y Lemke”. En este folleto que fue <strong>su</strong> postrer<br />

escrito, <strong>Menno</strong> defiende <strong>su</strong> posición y finalmente anuncia<br />

que no podría seguir considerando hermanos a tales<br />

hombres.<br />

La <strong>vida</strong> de <strong>Menno</strong> después de este episodio, no fue muy<br />

larga. Su salud nunca había sido muy buena, y la <strong>vida</strong> de<br />

asperezas y privaciones, así como la carga de las iglesias,<br />

minaron <strong>su</strong> escasa resistencia, particularmente después de<br />

haberse fracturado una pierna en Wismar, lo cual le obligaba<br />

a usar muletas a veces. La muerte lo alcanzó en <strong>su</strong> lecho<br />

de enfermo el 31 de enero de 1561, exactamente veinticinco<br />

47


años después de <strong>su</strong> renuncia al catolicismo en Witmar<strong>su</strong>m.<br />

Su esposa le había precedido en la muerte entre los años<br />

1553 y 1558, así como dos hijos, un varón y una niña; sólo<br />

una hija le sobrevivió. Fue sepultado en <strong>su</strong> propio jardín en<br />

Wuestenfelde. Desgraciadamente no puede determinarse<br />

con exactitud el lugar, debido a la devastación de Wuestenfelde<br />

durante la Guerra de los Treinta Años, aunque se ha<br />

establecido lo más aproximadamente posible en 1906 fecha<br />

en que se erigió un modesto memorial en testimonio de la<br />

obra de <strong>Menno</strong> al servicio de Dios y de la iglesia que tanto<br />

amó.<br />

48


Capítulo VI<br />

Importancia de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong><br />

<strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> no es el fundador de la Iglesia Menonita.<br />

Esta fue fundada en Zurich, Suiza, en enero de 1525 por<br />

Conrad Grebel, Félix Manz, George Blaurock y otros, once<br />

años antes que <strong>Menno</strong> renunciara al Catolicismo. Tampoco<br />

fundó la Iglesia de Holanda. Si alguno merece este título, es<br />

Obbe Philips que en 1533 empezó a congregar a los Hermanos<br />

en Friesland. Pero a pesar de esto, existe una razón histórica<br />

para que la Iglesia Menonita ostente el nombre de<br />

<strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>, pues en tiempos de gran necesidad <strong>Menno</strong><br />

fue el guía enviado del cielo que encaminó los escasos y esparcidos<br />

creyentes, dándoles el ejemplo que necesitaban,<br />

en fe, espíritu y doctrina. <strong>El</strong> fue quien los dirigió con seguridad<br />

y les hizo pasar a salvo épocas de tribulación “a pesar<br />

de peligros, fuego y espada”.<br />

La grandeza de <strong>Menno</strong> no reside tanto en <strong>su</strong> elocuencia,<br />

aunque era un buen orador, ni en <strong>su</strong> arte literario, aunque<br />

podía escribir bien para el común del pueblo. No era un<br />

gran teólogo, aunque sabía presentar las enseñanzas de la<br />

Biblia con fuerza y claridad. Tampoco fue un gran organizador,<br />

aunque prestó un verdadero servicio a la naciente iglesia<br />

mediante la orientación que dio a obispos y pastores.<br />

Pero <strong>Menno</strong> fue uno de los grandes líderes religiosos de <strong>su</strong><br />

época y de <strong>su</strong> nación, tal vez el más conspicuo de los Países<br />

Bajos, en <strong>su</strong> tiempo. Su obra e influencia han tenido un valor<br />

permanente en la historia de la iglesia que lleva <strong>su</strong> nombre<br />

y a través de ellas, <strong>su</strong> importancia ha llegado al mayor<br />

número de iglesias libres de Inglaterra y América.<br />

49


La grandeza de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> reside en tres factores<br />

esenciales: <strong>su</strong> carácter, <strong>su</strong>s <strong>escritos</strong>, <strong>su</strong> mensaje. Su carácter<br />

constituyó una fuerza firme, segura, constructiva, en los largos<br />

y duros años de persecución y angustia, desde 1535 a<br />

1560, con <strong>su</strong> profunda convicción, devoción inconmovible,<br />

valor intrépido, y serena confianza. Sus <strong>escritos</strong>, aunque parezcan<br />

al considerarlos en conjunto, repetidos e insignificantes,<br />

incluyen algunos tratados admirables para la época,<br />

agudos, sencillos, bien ajustados a <strong>su</strong> propósito. Llegaron al<br />

común del pueblo a <strong>su</strong> debido tiempo y fueron poderosos<br />

agentes para la edificación y fortaleza de la iglesia y para<br />

conseguir nuevos adherentes. Pero más que todo, fue el<br />

mensaje de <strong>Menno</strong> lo que le hizo el gran líder de una gran<br />

causa. No construyó un nuevo sistema de Teología, ni descubrió<br />

un principio nuevo ni uno por largo tiempo ol<strong>vida</strong>do;<br />

alcanzó, simplemente, una clara visión de dos ideales<br />

bíblicos fundamentales: el ideal de la santidad práctica y el<br />

ideal del alto puesto de la iglesia en la <strong>vida</strong> del creyente y en<br />

la causa de Cristo.<br />

Sobre la base del primer ideal, luchó por un genuino<br />

cambio de <strong>vida</strong> y la práctica constante de una <strong>vida</strong> cristiana<br />

como Cristo la enseñó y vivió; la <strong>vida</strong> de justicia, santidad,<br />

pureza, amor y paz. Para él, el <strong>Cristianismo</strong> era algo más<br />

que una mera fe; era fe y obras. Y este <strong>Cristianismo</strong> práctico<br />

significaba para <strong>Menno</strong> el abandono absoluto, de parte<br />

del cristiano, de toda clase de contienda y guerra, en fin, del<br />

uso de la fuerza en cualquier forma, así como la completa<br />

separación del pecado de la sociedad mundana. <strong>El</strong> ideal de<br />

la iglesia que <strong>Menno</strong> <strong>su</strong>stentaba, era el principio de la doctrina<br />

y <strong>vida</strong> cristianas en <strong>su</strong> concepto cabal. Para él, la iglesia<br />

era el representante y agente de Cristo en el mundo, y<br />

como tal, debía mantenerse santa y pura en <strong>vida</strong> y doctrina<br />

y dar un fiel testimonio hasta <strong>su</strong> segunda venida. Estos ide-<br />

50


ales de <strong>Menno</strong> han sido los principales en los cuatrocientos<br />

años de historia menonita, porque también han sido compartidos<br />

por los Menonitas <strong>su</strong>izos y <strong>su</strong>dalemanes, y constituyen<br />

el canon de la Iglesia Menonita. De ellos <strong>su</strong>rgió la<br />

idea de la completa separación de la iglesia y el Estado, de<br />

tolerancia y libertad de conciencia, de normas sociales y<br />

morales elevados, de la predicación y práctica de la paz, de<br />

la absoluta soberanía de Cristo sobre los <strong>su</strong>yos en este<br />

mundo, ideales todos avanzados para <strong>su</strong> época, pero que<br />

aún hoy día constituyen legítimamente la posesión común<br />

y muy apreciada de una gran parte del Protestantismo Inglés<br />

y Americano.<br />

No es por lo tanto a la grandeza de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong>, el<br />

hombre, ni a <strong>su</strong>s humanas proezas, que rendimos este tributo<br />

de admiración; nuestra admiración va dirigida a la grandeza<br />

de los ideales y convicciones que poseía <strong>su</strong> alma y gobernaban<br />

<strong>su</strong> <strong>vida</strong>, y que han sido motivo de bendición para<br />

innumerables seres desde <strong>su</strong>s días.<br />

51


Capítulo VII<br />

Extractos de los <strong>escritos</strong> de<br />

<strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong> sobre doctrina<br />

cristiana<br />

PARTE 1<br />

1. La autoridad de las Escrituras<br />

Querido lector: te amonesto y aconsejo que si buscas a<br />

Dios con todo tu corazón y no quieres ser engañado, no debes<br />

depender de los hombres ni de <strong>su</strong>s doctrinas, no importa<br />

lo antiguas, santas y excelentes que se consideren, pues<br />

los teólogos se contradicen entre si, tanto en los tiempos<br />

pasados como en los actuales. Básate en Cristo únicamente<br />

y en <strong>su</strong> Palabra, en la enseñanza segura y práctica de <strong>su</strong>s<br />

santos apóstoles y serás por la gracia de Dios, preservado<br />

de toda falsa doctrina y del poder del diablo y andarás delante<br />

de Dios confiada y piadosamente. (L37).<br />

Esta santa iglesia cristiana tiene sólo una doctrina: la Palabra<br />

de Dios pura, sin mezcla y sin adulteración, el Evangelio<br />

de gracia de Nuestro Señor Je<strong>su</strong>cristo. Toda enseñanza<br />

y mandamiento que no concuerde con la doctrina de<br />

Cristo, sean ellas enseñanzas y opiniones de doctores, mandamientos<br />

de papas, concilios ecuménicos o lo que fuere,<br />

no son sino enseñanzas y mandamientos de hombres (Mat.<br />

19:5) doctrinas diabólicas (I Tim. 4:1) y por lo tanto, malditas<br />

(Gál. 73). No enseñamos ni escribimos sino la Palabra<br />

52


pura y divina y los mandamientos perfectos de Cristo Jesús<br />

y <strong>su</strong>s apóstoles. (II:193b) .<br />

Puesto que Gellius apela a Tertuliano, Cipriano, Orígenes<br />

y Agustín, mi respuesta es, primero: si estos escritores<br />

pueden apoyar <strong>su</strong> enseñanza con la Palabra de Dios y <strong>su</strong>s<br />

mandamientos, estoy dispuesto a admitirlos. De lo contrario<br />

es doctrina de hombres, y maldita de acuerdo a las Escrituras.<br />

(Gál. 13). (II:49a).<br />

Os decimos verdad y no mentimos. Si cualquiera, bajo la<br />

bóveda celeste, puede demostrar con las Sagradas Escrituras<br />

que Jesús, el Hijo del Dios Altísimo, la sabiduría y verdad<br />

eternas al cual únicamente reconocemos como el legislador<br />

y maestro del Nuevo Testamento, ha ordenado una<br />

sola palabra a este respecto (Bautismo Infantil), o que <strong>su</strong>s<br />

santos apóstoles lo enseñaron o practicaron, no será necesario<br />

recurrir a la tortura ni a la fuerza para convencernos.<br />

Mostradnos solamente la Palabra de Dios al respecto y todo<br />

quedará terminado. (I:31a) .<br />

Considero necesario y conveniente aconsejar a mis bien<br />

amados lectores que no acepten mi doctrina como el Evangelio<br />

de Je<strong>su</strong>cristo hasta que hayan investigado por sí mismos<br />

y comprobado que concuerdan con el Espíritu y Palabra<br />

del Señor, así <strong>su</strong> fe no estará fundada en mí o en ningún<br />

otro maestro o escritor, sino únicamente en Jesús. (II:248b).<br />

2. La trinidad de Dios<br />

Creemos y confesamos con las Sagradas Escrituras que<br />

hay un solo eterno Dios, creador del cielo y de la tierra, el<br />

mar y todo lo que contiene; un Dios a quien el cielo y el<br />

cielo de los cielos no pueden contener, cuyo trono es el cie-<br />

53


lo y la tierra el estrado de <strong>su</strong>s pies. Dios de dioses y Señor<br />

de señores, que es sobre todo, poderoso, santo, terrible,<br />

digno de alabanza y admiración; fuego con<strong>su</strong>midor; cuyo<br />

reino, poder, dominio, majestad y gloria son eternos y durarán<br />

para siempre ... Y puesto que es un Espíritu tan grande,<br />

temible e invisible, también es inexplicable, inconcebible,<br />

indescriptible. (II:183).<br />

En este único, eterno, omnipotente, inefable, invisible,<br />

inexpresable e indescriptible Dios creemos, y confesamos<br />

con las Sagradas Escrituras ser el eterno, incomprensible<br />

Padre con <strong>su</strong> eterno incomprensible Hijo y con <strong>su</strong> eterno<br />

incomprensible Espíritu Santo. Confesamos que el Padre es<br />

verdadero Padre, el Hijo verdadero Hijo y el Espíritu Santo<br />

verdadero Espíritu Santo, no carnal y comprensible sino espiritual<br />

e incomprensible, pues Cristo dijo: Dios es espíritu.<br />

(II:183) .<br />

Juan dice: Tres son los que obran en el cielo; el Padre, el<br />

verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno. Lea también<br />

Mat.28:19; Mar.1:8; Luc.3:8; Juan 14:16; 15:26; 1Cor.12:11.<br />

Y aunque tres, son uno en divinidad, voluntad, poder y<br />

obra, y no pueden ser separados uno del otro, como sol, luz<br />

y calor; pues uno no existe sin el otro. (II: 187).<br />

Queridos hermanos, declaro que prefiero morir antes<br />

que creer o enseñar a mis hermanos una simple palabra<br />

concerniente al Padre, al Hijo o al Espíritu Santo en desacuerdo<br />

con el expreso testimonio de la Palabra de Dios, que<br />

ha sido tan claramente dado por boca de los profetas, evangelistas<br />

y apóstoles. (II:188b).<br />

54


3. Cristo, <strong>su</strong> deidad y humanidad<br />

Creemos y confesamos que Je<strong>su</strong>cristo es el primero y<br />

Unigénito Hijo de Dios, el verbo eternal e incomprensible,<br />

por el cual todas las cosas han sido creadas; el primogénito<br />

de toda criatura. (Col. 1: 15). Que se hizo hombre real en<br />

María, la virgen inmaculada, por el Espíritu y poder del Padre<br />

Eterno y Todopoderoso, más allá de la comprensión y<br />

conocimiento de los hombres; enviado y dado a nosotros<br />

por pura misericordia y gracia de Dios; imagen manifiesta<br />

del Dios invisible y resplandor de <strong>su</strong> gloria. (Heb. 13).<br />

(I:113).<br />

Y el incomprensible, inexpresable, espiritual, eterno y divino<br />

Ser, que es divinamente e incomprensiblemente Unigénito<br />

del Padre, anterior a toda criatura, creemos y confesamos<br />

que es Cristo Jesús el primero y Unigénito Hijo de<br />

Dios, las primicias de toda criatura , la sabiduría eterna, el<br />

poder de Dios, la luz eternal, verdad y <strong>vida</strong>, el verbo eterno.<br />

Hermanos amados, entendedme bien; he dicho sabiduría<br />

eterna, poder eterno. Porque así como creemos y confesamos<br />

que el Padre es desde la eternidad y será por toda la<br />

eternidad, y que además es el Primero y el Ultimo, también<br />

creemos y confesamos que <strong>su</strong> sabiduría, <strong>su</strong> poder, <strong>su</strong> luz,<br />

<strong>su</strong> verdad, <strong>su</strong> <strong>vida</strong>, <strong>su</strong> verbo Cristo Jesús ha sido desde la<br />

eternidad con el Padre y en el Padre, puesto que él es el<br />

Alfa y Omega. De lo contrario tendríamos que confesar que<br />

este unigénito, incomprensible Ser verdaderamente divino,<br />

Cristo Jesús, que los Padres de la iglesia llaman persona,<br />

por el cual el Padre Eterno hizo todas las cosas, ha tenido<br />

un principio como toda criatura; idea que todos los cristianos,<br />

consideran como blasfemia, maldición terrible y abominación.<br />

(11:184).<br />

55


Que poseía una naturaleza humana real, tanto como divina,<br />

lo ha demostrado con hechos que evidencian la realidad<br />

de <strong>su</strong> naturaleza humana sintiéndose hambriento, sediento,<br />

fatigado, sollozante, padeciendo cansancio, <strong>su</strong>frimiento<br />

y muerte. (II:329).<br />

Considerad, fieles hermanos, tenéis el incomprensible<br />

nacimiento de Cristo, <strong>su</strong> gloria divina y numerosos, preciosos<br />

y claros testimonios de los santos profetas, evangelistas<br />

y apóstoles, todos los cuales con claridad y poder irrefutables<br />

testificaron y señalaron la verdadera e incomprensible<br />

divinidad de nuestro Señor Je<strong>su</strong>cristo. (II:186b).<br />

Creemos y confesamos que Cristo Jesús con <strong>su</strong> Padre<br />

Celestial son el verdadero Dios, por el claro testimonio de<br />

los santos profetas, evangelistas y apóstoles. (II: 186a).<br />

Afirmo que en lo concerniente a este incomprensible,<br />

<strong>su</strong>blime a<strong>su</strong>nto, no he tenido a ningún sabio por consejero,<br />

sino que me he basado en la Palabra de mi Dios, que me<br />

enseña claramente ... (II:398a). A pesar de que se humilló a<br />

sí mismo, por amor a nosotros, dejando a un lado <strong>su</strong>s divinos<br />

privilegios, derechos y majestad, siguió siendo Dios y<br />

el Verbo de Dios. (II:164a) Cristo es verdadero Dios y hombre,<br />

hombre y Dios (II:330b; y II:135b). Reconozco ambas<br />

naturalezas en Cristo, la divina y la humana. (II:375b).<br />

4. La encarnación<br />

Observa fiel lector; así como yo no comprendo al Todopoderoso,<br />

único y eterno Dios en <strong>su</strong> naturaleza divina, en el<br />

dominio de <strong>su</strong> gloria, en la creación y preservación de <strong>su</strong>s<br />

criaturas, en la recompensa del bien y del mal, y en muchas<br />

de <strong>su</strong>s obras, sin embargo creo en él como tal y por esta ra-<br />

56


zón: porque las Escrituras lo enseñan; de la misma forma<br />

no puedo comprender cómo, ni de qué modo el Verbo<br />

Eterno se hizo carne u hombre en María Sin embargo debo<br />

creer que fue así porque las Escrituras lo enseñan. (II:160b).<br />

Puesto que sabemos claramente que el Espíritu Santo no<br />

nos ha revelado este misterio (el de la Encarnación) en las<br />

Sagradas Escrituras en ninguna manera, ni por los profetas<br />

ni apóstoles, ni por el mismo Hijo, y ya que está claro que<br />

no puede ser sondeado por la razón.. . a la vez que sabemos<br />

por la historia y encontramos en nuestros días que muchos<br />

entendidos han quedado <strong>su</strong>midos en tinieblas impenetrables,<br />

aconsejo a todas las almas piadosas que quieran andar<br />

delante de Dios con limpia conciencia, no especular acerca<br />

de este inefable e indescifrable misterio de la Divinidad<br />

Eterna, ni llegar a conclusiones, asegurar, enseñar o ir más<br />

allá de lo que el Espíritu Santo nos han enseñado y revelado<br />

en <strong>su</strong> Santa Palabra. (II:369).<br />

Y por lo tanto declaro que no intento razonar este punto<br />

inexplicable, sino que quiero seguir la Palabra de mi Dios<br />

que es completamente clara al respecto. (II:398a).<br />

5. <strong>El</strong> Espíritu Santo<br />

Habiendo puntualizado y confesado nuestra fe y doctrina<br />

de la divinidad de Cristo, trataremos ahora con la ayuda<br />

de Dios, de exponer en pocas palabras nuestra fe y doctrina<br />

del Espíritu Santo. Los temerosos de Dios juzgarán. Creemos<br />

que el Espíritu Santo es un Espíritu Santo Personal,<br />

real o verdadero, en sentido divino, así como el Padre es<br />

verdadero Padre y el Hijo verdadero Hijo; cuyo Espíritu<br />

Santo es (en <strong>su</strong> naturaleza) incomprensible, indescriptible e<br />

57


inexpresable, como hemos testificado acerca del Padre y<br />

del Hijo. Es divino en <strong>su</strong>s atributos, procede del Padre por<br />

medio del Hijo, aunque siempre permanece con Dios y en<br />

Dios, y que nunca está separado en <strong>su</strong> naturaleza del Padre<br />

y del Hijo. La razón por la cual confesamos que es una persona<br />

real y verdadera es porque las Escrituras así lo enseñan.<br />

(II:186b).<br />

<strong>El</strong> nos gula a toda verdad, él nos justifica; nos limpia,<br />

santifica, pacifica, con<strong>su</strong>ela, reprueba, anima y asegura. <strong>El</strong><br />

da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de<br />

Dios. SI, hermanos, por las Escrituras tan explícitas, testimonios<br />

y referencias y muchos otros textos que seria largo<br />

enumerar, pero que deben ser buscados y leídos en las Sagradas<br />

Escrituras, creemos que el Espíritu Santo es el verdadero<br />

Espíritu de Dios, que nos colma con <strong>su</strong>s dones celestiales<br />

y divinos, nos libra del pecado, nos anima, pacifica,<br />

consagra, satisface nuestros corazones y mentes, y nos<br />

hace Santos en Cristo. (II:187a).<br />

6. <strong>El</strong> Pecado<br />

Así como Adán y Eva fueron contaminados y envenenados<br />

por la serpiente infernal y se hicieron pecadores por naturaleza<br />

y hubieran quedado <strong>su</strong>jetos a eterna perdición, si<br />

Dios, por medio de Je<strong>su</strong>cristo no los hubiera recibido nuevamente<br />

en gracia (después que hicieron <strong>su</strong>ya la promesa<br />

de Gén. 3:15) como afirmaba más arriba, todos nosotros,<br />

<strong>su</strong>s descendientes, somos por naturaleza pecadores de nacimiento,<br />

envenenados por la serpiente, inclinados al mal y<br />

por nuestra propia naturaleza inherente somos hijos del infierno..<br />

. No podemos salvarnos de ello (hablamos de los<br />

que, llegados a la edad del discernimiento han cometido pe-<br />

58


cado) a menos que nosotros, por una fe real y no fingida<br />

aceptemos a Cristo Jesús, el único y eterno medio de gracia;<br />

y así con los ojos de la mente miremos en la serpiente<br />

de bronce, que fuera levantada por Dios nuestro Padre celestial<br />

como signo de salvación para nosotros, pecadores<br />

miserables y contaminados. Porque fuera de él y sin él no<br />

hay salvación posible para nuestras almas, ni expiación, ni<br />

paz, sino sólo desgracia, ira y muerte por toda la eternidad.<br />

(II:261b).<br />

Donde quiera que estos dos, a saber el pecado original<br />

-la madre- y el pecado actual -los frutos- tengan evidencia y<br />

poder, no hay perdón ni promesa de <strong>vida</strong> sino que están <strong>su</strong>jetos<br />

a ira y muerte, salvo en caso de arrepentimiento, como<br />

enseñan las Escrituras.<br />

Para que el pecado original pierda <strong>su</strong> poder sobre nosotros<br />

y que los pecados actuales sean perdonados, tenemos<br />

que creer en la Palabra del Señor, nacer de nuevo por la fe y<br />

con la fuerza de este nuevo nacimiento por medio del verdadero<br />

arrepentimiento, resistir al pecado innato, morir a<br />

los pecados actuales y estar espiritualmente alerta. (II:313a).<br />

No conocía mi verdadera condición hasta que me fue revelada<br />

por tu Espíritu. Creía que era cristiano, pero cuando<br />

me examiné cuidadosamente, comprobé que era completamente<br />

mundano, carnal y sin tu Palabra; entonces aprendí a<br />

conocer con Pablo mi ceguera, desnudez, <strong>su</strong>ciedad, naturaleza<br />

depravada, y que nada bueno residía en mi carne.<br />

(I:217b).<br />

59


7. La expiación<br />

Creo que este bien puede ser llamado el Evangelio de<br />

gozo y buenas nuevas para todas las almas convictas y afligidas,<br />

que por medio de la ley han llegado al conocimiento<br />

de <strong>su</strong> pecado y saben que están en peligro de muerte eterna;<br />

que tiemblan ante la justa ira y juicio de Dios, ya que el<br />

Todopoderoso y Eterno Dios y Padre nos ha amado de tal<br />

manera a nosotros, pobres, deleznables pecadores, que tanto<br />

nos habíamos alejado de él y que de acuerdo a <strong>su</strong> justo<br />

juicio estábamos destinados a muerte eterna, que mandó al<br />

mundo a <strong>su</strong> todopoderoso y eterno Verbo, <strong>su</strong> único, eterno<br />

y amado Hijo, el esplendor de <strong>su</strong> Gloria, en forma de simple<br />

mortal, semejantes a Adán antes de la caída, como<br />

prueba y medio de <strong>su</strong> gracia. <strong>El</strong> cual, mediante <strong>su</strong> perfecta<br />

justicia, obediencia voluntaria y muerte inocente nos ha llevado<br />

del dominio de Satanás al reino de <strong>su</strong> divina gracia y<br />

eterna paz. (II:167a).<br />

Por toda la eternidad no se encontrará otro remedio para<br />

nuestros pecados ni en el cielo ni sobre la tierra; ni las<br />

obras, méritos y ordenanzas (ni aun las que se observan de<br />

acuerdo a las Escrituras) ni persecución, ni tribulación, ni la<br />

sangre inocente de los santos, ni ángeles, ni hombres, ningún<br />

otro medio, sino únicamente la inmaculada sangre del<br />

Cordero, la cual, por gracia, misericordia y amor, fue derramada<br />

una vez para remisión de nuestros pecados. (I:155b).<br />

Todos ellos buscan algún remedio para <strong>su</strong>s pecados,<br />

pero no reconocen a Cristo, el único remedio verdadero;<br />

han imaginado e inventado tantos, que no podemos contarlos<br />

ni describirlos a todos: tales como las indulgencias romanistas,<br />

agua bendita, ayunos, confesiones, misas, peregrinaciones,<br />

bautismo infantil, pan y vino, etc. (I:51a).<br />

60


Querido lector; te decimos la verdad en Cristo: puedes<br />

creer, hacer, esperar y buscar dónde y lo que quieras, estamos<br />

seguros que por la eternidad no encontrarás otro remedio<br />

para tus pecados que sea válido delante de Dios, sino<br />

éste que acabamos de señalarte, el cual es Cristo Jesús, a<br />

menos que toda la Escritura sea errónea y falsa. (I:51b).<br />

Por lo tanto, aquellos que buscan otro medio de salvación,<br />

no importa todo lo santo que pueda parecer, fuera del<br />

único medio provisto por Dios mismo, niegan la muerte del<br />

Señor, que padeció por nosotros, y <strong>su</strong> inocente sangre que<br />

fue derramada por nosotros. (I:52a).<br />

No hay otro remedio para el pecado sino la sangre preciosa<br />

de Cristo; ni obras, ni méritos, ni bautismo, ni cena<br />

(aunque sabemos que los verdaderos cristianos practican<br />

estas ceremonias en cumplimiento a la Divina Palabra) de<br />

otro modo, lo que conseguimos mediante los méritos de<br />

Cristo es atribuido a los elementos y criaturas. Las ordenanzas<br />

cristianas son signos de obediencia, por medio de la<br />

cual se ejercita nuestra fe. Encontramos que el nuevo nacimiento<br />

se produce por medio de la Palabra de Dios. (Rom.<br />

10: 14; 1 Cor. 4:15; Sant. 1: 18; I Ped. 1:23).<br />

8. Arrepentimiento<br />

He aquí, amado lector el arrepentimiento que enseñamos,<br />

a saber: morir a la antigua <strong>vida</strong> pecaminosa y no vivir<br />

más de acuerdo a las concupiscencias de la carne, sino hacer<br />

lo que David hizo. Cuando fue reprobado por el profeta<br />

a causa de <strong>su</strong> pecado lloró amargamente, clamó a Dios, se<br />

apartó del pecado y no volvió a cometerlo nunca más. Pedro<br />

pecó gravemente sólo una vez. Mateo, después de <strong>su</strong><br />

61


llamamiento no volvió a <strong>su</strong> antigua <strong>vida</strong>. Zaqueo y la mujer<br />

pecadora no tornaron a hacerse culpables de las obras impuras<br />

de tinieblas. Zaqueo hizo restitución de lo que había<br />

defraudado y estafado y dio a los pobres y desamparados,<br />

la mitad de <strong>su</strong> bienes. La mujer lloró amargamente y lavó<br />

los pies del Señor con <strong>su</strong>s lágrimas, lo ungió con ungüento<br />

precioso y se sentó humildemente a <strong>su</strong>s pies a escuchar <strong>su</strong><br />

bendita palabra. Estos son los verdaderos frutos del arrepentimiento<br />

que es aceptable al Señor. (I:18a).<br />

Este arrepentimiento enseñamos y no otro, a saber: que<br />

nadie puede gloriarse de la gracia de Dios y del perdón de<br />

<strong>su</strong>s pecados y de los méritos de Cristo, mientras que los<br />

verdaderos frutos del arrepentimiento no se han producido<br />

en <strong>su</strong> <strong>vida</strong>. No es <strong>su</strong>ficiente que digamos que somos hijos<br />

de Abraham, es decir, que llevamos el nombre de Cristianos,<br />

sino que debemos hacer las obras de Abraham (Juan<br />

8:39). Tenemos que andar como todo verdadero hijo de<br />

Dios es guiado y ordenado por la Palabra de Dios, como<br />

dice Juan: “Si nosotros decimos que tenemos comunión<br />

con él, y andamos en tinieblas, mentimos y no hacemos la<br />

verdad. Mas si andamos en luz como él está en luz, tenemos<br />

comunión entre nosotros y la sangre de Je<strong>su</strong>cristo <strong>su</strong><br />

Hijo nos limpia de todo pecado”. (I Juan 1:6 7). (I:18b).<br />

Pero si quisieras arrepentirte y confesarte sinceramente,<br />

y recibir verdadera absolución de Dios, acércate a él con corazón<br />

confiado, penitente, contrito, con alma dolorida y<br />

amargada; ol<strong>vida</strong> el pecado, haz lo justo y recto a tu prójimo,<br />

ama, ayuda, sirve, reprueba y confórtale como debes.<br />

Y si has pecado contra él, o si alguna vez lo has perjudicado<br />

en alguna forma, confiésaselo y dale satisfacción. Porque<br />

ésta es la verdadera confesión auricular y penitencia enseñadas<br />

en la Palabra de Dios. (I:148a).<br />

62


9. Fe<br />

La verdadera fe que vale delante de Dios es un poder viviente<br />

y salvador, que mediante la predicación de la santa<br />

palabra es conferida por Dios al corazón, cambiándolo,<br />

transformándolo y regenerándolo. Destruye toda maldad,<br />

vanidad, ambición pecaminosa y egoísmo, nos hace como<br />

niños para la malicia, etc. Esta es la fe que las Escrituras nos<br />

enseñan, y no una vana, muerta e infructuosa ilusión, como<br />

el mundo imagina. (II:59a).<br />

Si, querido lector, la verdadera fe cristiana, como las Escrituras<br />

la requieren, es tan viva, activa y fuerte en todos<br />

aquellos que mediante la gracia de Dios la han obtenido,<br />

que no vacilan en abandonar padre, madre, esposa, hijos,<br />

fortuna y posesiones por el testimonio y Palabra del Señor.<br />

Están dispuestos a soportar toda clase de escarnios, desgracias,<br />

privaciones y prisiones, y finalmente a que <strong>su</strong>s débiles<br />

cuerpos sean quemados en la hoguera como vemos que frecuentemente<br />

<strong>su</strong>cede con piadosos hijos de Dios y fieles seguidores<br />

de Cristo, especialmente en estos nuestros Países<br />

Bajos. (I:158a).<br />

Puesto que la fe realiza tan plenamente que Dios no puede<br />

faltar a <strong>su</strong>s promesas, sino que las cumple, pues él es la<br />

verdad y no puede mentir, como está escrito, por ello es<br />

que la fe hace a los creyentes generosos, optimistas y gozosos<br />

en el Espíritu, aunque estén confinados en prisiones y<br />

cadenas o <strong>su</strong>fran la muerte por agua, fuego o espada. Porque<br />

la fe pone en <strong>su</strong>s corazones la seguridad que Dios no<br />

faltará a <strong>su</strong>s promesas, sino que las cumplirá a <strong>su</strong> debido<br />

tiempo. Creen en Cristo, en el cual la promesa ha sido confirmada,<br />

reconocen por intermedio de él <strong>su</strong> gracia, palabra y<br />

63


voluntad, no obstante haber vivido en tiempos pasados tan<br />

impíamente y de acuerdo a la carne. (I:159a).<br />

No, lector amado, no creemos que la fe tenga valor por<br />

sí misma, de ninguna manera, sino que el beneplácito de<br />

Dios ha unido <strong>su</strong> promesa a la verdadera y genuina fe por<br />

medio de la palabra. La fe salva no por <strong>su</strong>s propios méritos<br />

sino por la promesa que trae aparejada. (I:159a).<br />

Observad que la verdadera fe Cristiana mediante la gracia,<br />

es la única fuente de la cual fluyen no sólo una <strong>vida</strong><br />

nueva, sino obediencia a las ceremonias evangélicas tales<br />

como el bautismo y la Cena del Señor; no como una imposición<br />

de la ley, pues el cetro de la opresión está destruido,<br />

sino por el espíritu <strong>su</strong>miso y voluntario del amor, el cual, a<br />

semejanza de la naturaleza de Cristo está dispuesto y ansioso<br />

para toda buena obra en obediencia a la santa y divina<br />

Palabra. (I:158a).<br />

10. Justificación por la fe<br />

Aquellos que confían en <strong>su</strong>s obras o ceremonias para<br />

obtener la salvación, niegan la gracia y méritos de Cristo.<br />

Porque si la reconciliación consistiera en obras y ritos, la<br />

gracia sería innecesaria y los méritos y virtud de la sangre<br />

de Cristo, vanos. 。Oh no! es gracia y será gracia por toda la<br />

eternidad lo que el misericordioso Padre ha hecho mediante<br />

<strong>su</strong> amado Hijo y Espíritu Santo, por nosotros, pobres pecadores.<br />

(I:158a).<br />

<strong>El</strong> hecho de que huyamos de las obras pecaminosas y<br />

deseemos amoldarnos dentro de nuestra imperfección a <strong>su</strong><br />

Palabra y mandamientos, se debe a que él lo ha enseñado y<br />

lo requiere de nosotros. Porque cualquiera que no anda de<br />

64


acuerdo a <strong>su</strong> doctrina testifica por <strong>su</strong>s obras que no cree en<br />

él y no lo conoce, y que no está en la comunión de los santos.<br />

(Juan 15:7; 1 Juan 3:10; 5:10; II Juan 6). (II:262).<br />

Enseñamos enfáticamente que no podremos ser salvos<br />

ni agradar a Dios por obras externas, no importa cuán grandes<br />

y buenas parezcan, pues en todo caso están <strong>su</strong>jetas a<br />

imperfección y debilidad y considerando la corrupción de la<br />

carne no podremos, por <strong>su</strong> intermedio, lograr la justificación<br />

requerida en los mandamientos. Señalamos por lo tanto<br />

sólo a Je<strong>su</strong>cristo que es nuestra única y eterna justificación,<br />

reconciliación y propiciación con el Padre, y no confiamos<br />

en nuestras propias obras. Lector mío, escribo la<br />

verdad en Cristo y no miento. (II:25a).<br />

Observa lector amado, que no creemos ni enseñamos la<br />

salvación por nuestras obras y méritos, como nuestros antagonistas<br />

nos acusan sin ningún fundamento, sino solamente<br />

por gracia, por medio de Cristo Jesús como ya ha sido dicho.<br />

(II:263a).<br />

11. Regeneración<br />

<strong>El</strong> nuevo nacimiento no consiste ciertamente en agua ni<br />

en palabras sino que es el poder vivificante y celestial de<br />

Dios en nuestros corazones que proviene de él, y mediante<br />

la predicación de la palabra divina, si la aceptamos por fe,<br />

conmueve, penetra, renueva y transforma nuestro corazón,<br />

de tal manera que somos trasladados de la infidelidad a la<br />

fe, de la injusticia a la justicia, del mal al bien, de la carnalidad<br />

a la espiritualidad, de lo terrenal a lo celestial, de la naturaleza<br />

pecaminosa de Adán a la naturaleza santa de Jesús.<br />

(II:215a).<br />

65


Todos aquellos que aceptan por fe esta gracia de Cristo,<br />

que es predicada por el Evangelio, y se apropian de ella de<br />

todo corazón son nuevamente nacidos de Dios por el poder<br />

del Espíritu Santo. Sus corazones y mentes son transformados<br />

y renovados; son transferidos de Adán a Cristo. Andan<br />

en novedad de <strong>vida</strong> como hijos obedientes en la gracia que<br />

se les ofrece. Son renovados, he dicho; se hacen pobres en<br />

espíritu, mansos, misericordiosos, compasivos, pacifistas,<br />

pacientes, hambrientos y sedientos prosiguen empeñosamente<br />

por medio de buenas obras tras la <strong>vida</strong> eterna; porque<br />

creen, son nacidos de Dios, están en Cristo y Cristo en<br />

ellos; participan de <strong>su</strong> Espíritu y naturaleza y por lo tanto<br />

viven por el poder de Cristo que está en ellos, de acuerdo a<br />

la Palabra del Señor. Esto es lo que significa, de acuerdo a<br />

las Escrituras, creer, ser Cristiano, estar en Cristo y Cristo<br />

en nosotros. (I:147b).<br />

Dios no busca palabras ni apariencias sino poder y<br />

obras. ソ Creéis que es <strong>su</strong>ficiente conocer a Cristo de acuerdo<br />

a la carne? ソ O solamente decir que de justicia, listos a<br />

<strong>su</strong>frir por la verdad; creéis en él, que sois bautizados y Cristianos<br />

y que sois comprados por la sangre y muerte de Cristo?<br />

。Ah, no! Os lo he dicho y lo repito; tenéis que ser nacidos<br />

de Dios, y vuestra <strong>vida</strong> cambiada y convertida de tal<br />

manera que seáis nuevos hombres en Cristo, que Cristo<br />

esté en vosotros y vosotros en él, o nunca podréis ser Cristianos,<br />

pues “Si alguno está en Cristo nueva criatura es.”<br />

(I:172b)<br />

Pero primeramente, si queréis ser salvos, vuestra <strong>vida</strong> terrenal,<br />

carnal e impía debe cambiar. Porque las Escrituras,<br />

con todas <strong>su</strong>s admoniciones, amenazas, reprobaciones, milagros,<br />

ejemplos, ceremonias y ordenanzas, no enseñan otra<br />

cosa que arrepentimiento y nueva <strong>vida</strong>. Y si no os arrepen-<br />

66


tís, no hay nada en el cielo ni en la tierra que pueda ayudaros,<br />

pues sin verdadero arrepentimiento, toda consolación<br />

es vana. Tenemos que nacer de lo alto, ser cambiados y renovados<br />

en nuestro corazón, y así ser trasladados de la injusta<br />

y pecaminosa naturaleza de Adán a la justa y santa de<br />

Cristo, o no podremos ser auxiliados por toda la eternidad<br />

por ningún medio, sea divino o humano.<br />

La regeneración de la cual escribimos, y de la que <strong>su</strong>rgen<br />

<strong>vida</strong>s piadosas y contritas, poseedoras de la promesa, se<br />

efectúa sólo por la predicación de la Palabra del Señor si es<br />

enseñada correctamente y recibida en el corazón por medio<br />

de la fe y del Espíritu Santo. (I:169a).<br />

67


12. Santidad de <strong>vida</strong><br />

PARTE 2<br />

La verdadera fe evangélica es de una naturaleza tal que<br />

no puede permanecer inactiva o vana; siempre manifiesta<br />

<strong>su</strong> poder. Así como debido a <strong>su</strong> naturaleza el fuego no produce<br />

sino llamas y calor, el sol calor y luz, el agua humedad<br />

y el árbol bueno, buenos frutos de acuerdo a <strong>su</strong>s propiedades<br />

naturales, así también la verdadera fe evangélica produce<br />

frutos evangélicos en concordancia con <strong>su</strong> verdadera,<br />

buena y pura naturaleza evangélica. (I:118b) .<br />

Los verdaderos creyentes muestran en <strong>su</strong>s <strong>vida</strong>s y acciones<br />

que creen, son nacidos de Dios y guiados espiritualmente.<br />

Llevan una <strong>vida</strong> humilde y piadosa ante los hombres,<br />

son bautizados de acuerdo a los mandamientos del<br />

Señor, como prueba y testimonio de que <strong>su</strong>s pecados han<br />

sido quitados por la muerte de Cristo y que desean andar<br />

con él en novedad de <strong>vida</strong>; comparten el pan de la paz con<br />

<strong>su</strong>s amados hermanos, como prueba y testimonio de que<br />

son uno con Cristo y <strong>su</strong> iglesia y que no tienen ni conocen<br />

otro medio de gracia y de remisión de pecados, ni en el cielo<br />

ni sobre la tierra, sino el cuerpo inocente y la sangre de<br />

nuestro Señor Je<strong>su</strong>cristo, los cuales solamente una vez, por<br />

<strong>su</strong> Espíritu Eterno y en obediencia al Padre, ha ofrecido y<br />

vertido sobre la cruz por nosotros, pobres pecadores. Los<br />

verdaderos Cristianos viven en todo amor y misericordia,<br />

ayudan a <strong>su</strong>s prójimos, etc. En fin, ordenan <strong>su</strong>s <strong>vida</strong>s, dentro<br />

de <strong>su</strong> imperfección, de acuerdo con las palabras, mandamientos,<br />

ordenanzas, espíritu, reglas, ejemplo y medida de<br />

Cristo, como las Escrituras enseñan, pues están en Cristo y<br />

Cristo en ellos. Y por lo tanto no continúan con la antigua<br />

68


<strong>vida</strong> pecaminosa heredada del Adán terrenal (exceptuando<br />

la propia debilidad humana) sino en la nueva <strong>vida</strong> de justicia<br />

que es por fe, proveniente del segundo Adán Celestial,<br />

Cristo; como dice Pablo: “Vivo no ya yo, mas vive Cristo<br />

en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del<br />

Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por<br />

mi”. (Gál. 2:20). Y Cristo dice que aquellos que le aman,<br />

guardarán <strong>su</strong>s mandamientos. (Juan 14:15). (II:262b).<br />

Además enseñamos el verdadero amor y temor de Dios,<br />

el verdadero amor al prójimo, a servir y ayudar al necesitado<br />

y a no ofender a nadie; a crucificar la carne y <strong>su</strong>s deseos<br />

y concupiscencias; a despojar el corazón, boca y el cuerpo<br />

entero de todo pensamiento impuro, palabras y acciones inconvenientes,<br />

con la espada de la Palabra divina.<br />

Considerad ahora si no es esta la voluntad de Dios, la<br />

verdadera doctrina de Je<strong>su</strong>cristo, el uso correcto de <strong>su</strong>s ordenanzas<br />

y la verdadera <strong>vida</strong>, la cual es de Dios, aunque se<br />

opongan a ella porfiadamente todas las puertas del infierno.<br />

(II: 244a) .<br />

Por otra parte, los pensamientos de aquellos que son<br />

Cristianos de verdad, son puros, castos, <strong>su</strong>s palabras son<br />

veraces y sazonadas con sal; para ellos el sí es sí y el no es<br />

no, y <strong>su</strong>s acciones están inspiradas en el temor de Dios. Sus<br />

corazones son celestiales y renovados, <strong>su</strong> alma pacifica y<br />

gozosa; buscan la justicia con todo empeño. En fin, tienen<br />

por medio del Espíritu y Palabra de Dios una seguridad tal<br />

de <strong>su</strong> fe, que pueden por medio de ella afrontar a sangrientos<br />

y crueles tiranos con todas <strong>su</strong>s torturas, prisiones, exilios,<br />

despojos de propiedades, cepos, hogueras, verdugos y<br />

tormentos; y con verdadero celo divino, con puro e inocente<br />

corazón, con un simple sí y no, están dispuestos a morir.<br />

La gloria de Cristo, la dulzura de <strong>su</strong> Palabra, la salvación de<br />

69


<strong>su</strong>s almas, son más preciosas para ellos que todas las demás<br />

cosas bajo el cielo. (I:170a)<br />

13. La iglesia<br />

Los verdaderos mensajeros del Evangelio, que son uno<br />

con Cristo en espíritu, amor y <strong>vida</strong>, enseñan lo que les ha<br />

sido confiado por él; a saber, el arrepentimiento y el pacífico<br />

Evangelio de gracia que él mismo recibiera del Padre y<br />

predicara en el mundo. Todos cuantos lo oyen, creen, aceptan<br />

y cumplen como es debido, componen la iglesia de<br />

Cristo, la verdadera y fiel iglesia cristiana, el cuerpo y la novia<br />

del Señor, el arca de Dios, etc. <strong>El</strong>los son los elegidos<br />

para proclamar el poder de Aquel que los ha llamado de las<br />

tinieblas a <strong>su</strong> luz admirable. (II:345b).<br />

La iglesia de Cristo consta de los elegidos de Dios, <strong>su</strong>s<br />

santos y amados, que han lavado <strong>su</strong>s ropas en la sangre del<br />

Cordero, que son nacidos de Dios y guiados por el Espíritu<br />

de Cristo, que están en Cristo y Cristo en ellos, que oyen y<br />

creen a <strong>su</strong> Palabra, viven, dentro de <strong>su</strong> debilidad, de acuerdo<br />

a <strong>su</strong>s mandamientos y con paciencia y mansedumbre siguen<br />

<strong>su</strong>s pisadas; que odian el mal y aman el bien, que procuran<br />

ardientemente posesionarse de Cristo como Cristo se<br />

ha posesionado de ellos. Porque todos los que están en<br />

Cristo son nuevas criaturas, carne de <strong>su</strong> carne, hueso de <strong>su</strong>s<br />

huesos y miembros de <strong>su</strong> cuerpo. (I:161b).<br />

Las verdaderas características por las cuales puede ser reconocida<br />

la iglesia de Cristo son:<br />

1. Doctrina pura y sin adulteraciones.<br />

2. Práctica de las ordenanzas de acuerdo a las Santas<br />

Escrituras.<br />

3. Obediencia a la Palabra.<br />

70


4. Sincero amor fraternal.<br />

5. Abierta confesión de Dios y Cristo.<br />

6. Soporta persecución y odio por causa de la Palabra<br />

del Señor. (II:83b).<br />

Algunas de las otras parábolas, como la de la red en la<br />

cual caen peces buenos y malos; la de las vírgenes prudentes<br />

e insensatas y <strong>su</strong>s lámparas; la de las bodas del hijo del<br />

rey y <strong>su</strong>s huéspedes y la era con trigo y tamo, a pesar de<br />

que el Señor aludió en ellas a la iglesia, no significan que se<br />

deba aceptar en <strong>su</strong> seno, ni mantener en comunión con ella<br />

a los transgresores; en ese caso Cristo y Pablo diferirían en<br />

doctrina, pues Pablo dice que los tales deben ser disciplinados<br />

y separados (I Cor.15:11). Pero eso era necesario porque<br />

muchos se mezclaban con los cristianos adoptando<br />

apariencias de tales y colocándose en el mismo nivel respecto<br />

a la Palabra y <strong>su</strong>s sacramentos, cuando en realidad<br />

sólo eran hipócritas y simuladores delante de Dios; estos<br />

son los semejantes a los peces rechazados que serán echados<br />

fuera de la red por los ángeles en el Día del Señor; a las<br />

vírgenes insensatas que no tienen aceite en <strong>su</strong>s lámparas; al<br />

huésped sin el traje de boda y al tamo. <strong>El</strong>los simulan temer<br />

a Dios y seguir a Cristo, reciben el bautismo y la Cena del<br />

Señor, tienen todas las buenas apariencias, pero no tienen<br />

fe, arrepentimiento, verdadero temor y amor de Dios, Espíritu,<br />

poder, frutos ni obras. (II:88b)<br />

14. Separación del mundo<br />

<strong>El</strong> Evangelio todo enseña que la iglesia de Cristo era y<br />

tiene que ser un pueblo separado del mundo en doctrina,<br />

<strong>vida</strong> y culto. Así fue en el Antiguo Testamento. (II Cor.<br />

6:17; Tito 2:14; 1 Ped. 2:9, 10; 1 Cor. 5:17; ノ xodo 19:12).<br />

71


Puesto que la iglesia siempre fue y debe ser un pueblo<br />

apartado, como se ha dicho, y siendo evidente como el sol<br />

meridiano que por varías centurias no se ha observado ninguna<br />

diferencia entre la iglesia y el mundo, sino que todos<br />

han estado confundidos en bautismo, Cena del Señor, <strong>vida</strong><br />

y culto, sin ninguna diferencia, en una forma abiertamente<br />

reñida con los principios de las Sagradas Escrituras; por lo<br />

tanto nosotros nos sentimos constreñidos por el Espíritu y<br />

Palabra de Dios, a la adoración de Cristo y al servicio y mejoramiento<br />

de nuestro prójimo, por móviles elevados, como<br />

ya se ha dicho, para lograr, no para nosotros sino para el<br />

Señor, una congregación o iglesia piadosa, penitente ... no<br />

por la fuerza de las armas o por compulsión, (como es corriente<br />

en las sectas populares) una iglesia separada del<br />

mundo como enseñan las Escrituras. (II:38a) .<br />

Los ministros (de las iglesias del Estado) deberían predicar<br />

honestamente la palabra del arrepentimiento sincero, en<br />

el poder del Espíritu. Todos aquellos que lo acepten de corazón<br />

y se arrepientan, deben luego participar de los sacramentos<br />

de Cristo de acuerdo a las ordenanzas. Y aquellos<br />

que impía y deliberadamente los menospreciaran, deben,<br />

con la autorización de la palabra divina, ser separados de la<br />

comunión de <strong>su</strong> iglesia, sin respetar persona, sea ella rica o<br />

pobre. De este modo podrá reunirse una iglesia para Cristo<br />

y practicarse las ordenanzas del Señor correctamente de<br />

acuerdo a las Escrituras. (II:70)<br />

15. Fraternidad verdadera<br />

Se nos acusa y se asegura que tenemos nuestras propiedades<br />

en común. Replicamos que tal acusación es falsa y<br />

sin ningún fundamento. No enseñamos ni practicamos la<br />

72


comunidad de bienes. Pero enseñamos y sostenemos con la<br />

autoridad de la Palabra de Dios, que todos los verdaderos<br />

creyentes son miembros de un mismo cuerpo, están bautizados<br />

por un Espíritu en un cuerpo. (1 Cor. 103) y tienen<br />

un Señor y un Dios. (Ef. 4:5,6).<br />

Dado que en esta forma son uno, es pues razonable y<br />

cristiano que se amen unos a otros sinceramente y que un<br />

miembro se preocupe por el bienestar del otro, pues tanto la<br />

naturaleza como las Escrituras lo enseñan así. Las Escrituras<br />

exigen caridad y amor, y esta es la característica por la<br />

cual se reconoce al verdadero Cristiano, como dijo Jesús:<br />

“En esto conocerán todos que sois mis discípulos (es decir<br />

Cristianos) si tuviereis amor los unos por los otros”. (Juan<br />

13:35).<br />

Lector amado, nunca se ha visto que una persona sensata<br />

vista y cuide una parte de <strong>su</strong> cuerpo y deje el resto desatendido<br />

y desnudo. No, es lógico prodigar cuidado a todos<br />

los miembros. Lo mismo debe <strong>su</strong>ceder con los que forman<br />

la iglesia o cuerpo del Señor. Todos aquellos que son nacidos<br />

de Dios, son hechos participes de <strong>su</strong> Espíritu y llamados<br />

a un cuerpo de amor, de acuerdo a las Escrituras, y dispuestos<br />

a causa de ese amor, a servir a <strong>su</strong>s semejantes, no<br />

solamente con dinero y bienes, sino también conforme al<br />

ejemplo de <strong>su</strong> Señor y Cabeza, Je<strong>su</strong>cristo, a la manera<br />

evangélica, es decir, con <strong>su</strong> <strong>vida</strong> y con <strong>su</strong> sangre.<br />

Practican la caridad y el amor en todo lo posible; no toleran<br />

que haya mendigos entre ellos; distribuyen lo necesario<br />

entre los santos, reciben al miserable, hospedan al extranjero,<br />

con<strong>su</strong>elan al afligido, asisten al necesitado, visten al desnudo,<br />

alimentan al hambriento, no menosprecian al pobre y<br />

no descuidan <strong>su</strong>s miembros menesterosos -<strong>su</strong> propia<br />

carne-. (Isa. 58:7,8). (II:309a).<br />

73


Repito: Este es el amor, caridad y comunidad que enseñamos<br />

y practicamos y que por diecisiete años hemos enseñado<br />

y practicado en forma tal que, a pesar de haber sido<br />

muchas veces despojados de nuestras propiedades y de ser<br />

todavía víctimas de robos, aunque muchos padres y madres<br />

piadosos y temerosos de Dios han sido llevados a la muerte<br />

por medio de fuego, agua o espada y aunque nosotros mismos<br />

no tenemos domicilio seguro o morada, como es sabido,<br />

y a pesar de circunstancias difíciles, en ningún caso,<br />

gracias sean a Dios por ello, ningún hermano o alguno de<br />

<strong>su</strong>s hijos que nos fueron confiados se han visto en la necesidad<br />

de mendigar. (II:309b).<br />

<strong>El</strong>los se jactan de seguir la Palabra de Dios y de ser la<br />

verdadera iglesia cristiana, y no comprenden que han perdido<br />

por completo las características del <strong>Cristianismo</strong> verdadero;<br />

pues aunque poseen de todo en abundancia y que<br />

muchos de <strong>su</strong>s feligreses viven en la <strong>su</strong>ntuosidad y la voluptuosidad,<br />

en gastos <strong>su</strong>perfluos, vistiéndose con seda y<br />

terciopelo, oro y plata y toda clase de pompa y vanidad;<br />

que amueblan <strong>su</strong>s casas con toda clase de costosos ornamentos<br />

y tienen <strong>su</strong>s arcas repletas, sin embargo permiten<br />

que en <strong>su</strong> congregación anden mendigando muchos de los<br />

miembros pobres y afligidos, a pesar de ser creyentes semejantes<br />

a ellos y de haber recibido el mismo bautismo y participar<br />

del mismo pan con ellos; permiten que algunos <strong>su</strong>fran<br />

la más cruda miseria, hambre y necesidad y que muchos<br />

ancianos, enfermos, mutilados, ciegos, se vean obligados<br />

a mendigar el pan en la puerta de <strong>su</strong>s propios hermanos<br />

más afortunados. (II:310a)<br />

74


16. Las ordenanzas<br />

Los regenerados en verdad y guiados espiritualmente<br />

concuerdan en todo con las palabras y ordenanzas del Señor;<br />

no porque esperen lograr con ello la propiciación de<br />

<strong>su</strong>s pecados y la <strong>vida</strong> eterna; de ninguna manera. Para esto<br />

dependen exclusivamente de la sangre y los méritos de<br />

Cristo -confiando en la promesa que el Padre misericordioso<br />

diera a todos los creyentes- cuya sangre es y será, por<br />

toda la eternidad, repito, el único medio Posible de reconciliación,<br />

y no las obras, bautismo y Santa Cena como ya he<br />

dicho. (I:158a).<br />

<strong>El</strong> arrepentimiento debe ser anterior a las ordenanzas y<br />

no a la inversa. Puesto que las ordenanzas del Nuevo Testamento<br />

son en sí mismas completamente impotentes, vanas<br />

e inútiles si aquello que significan, en especial la nueva <strong>vida</strong>,<br />

no está en evidencia, como he dicho al tratar del bautismo.<br />

(II:65a).<br />

En pocas palabras; en todo lo concerniente a la iglesia<br />

cristiana mi único argumento y sincera convicción es que<br />

delante de Dios ni el bautismo, Santa Cena, ni ninguna otra<br />

ceremonia externa vale, si se realiza sin el Espíritu de Dios<br />

y sin la nueva criatura; sino que, como claramente lo enseñó<br />

Pablo, delante de Dios sólo tienen valor la fe, espíritu y<br />

regeneración. (Gál. 5:6). Todos los que por la gracia de Dios<br />

han recibido esto de lo alto, pueden ser bautizados de<br />

acuerdo al mandamiento del Señor y participar de la Santa<br />

Cena. Así es; con ardiente deseo acatan todas las ordenanzas<br />

y doctrinas de Cristo y nunca se oponen a la santa voluntad<br />

y testimonio de Dios. (11:349b).<br />

75


Las ceremonias sin realidad no tienen ningún mérito<br />

ante Dios. Porque él no es un Dios que se complazca en<br />

apariencias externas, ceremonias, símbolos, pan, vino, agua<br />

y servicio nominal, sino en espíritu, poder, obras y verdad.<br />

Todavía el príncipe de las tinieblas, la serpiente antigua,<br />

el diablo, se transforma en ángel de luz; aparentemente<br />

nada le re<strong>su</strong>lta difícil ni enojoso; siempre que pueda apoderarse<br />

de la ciudadela de nuestro corazón y expulsar la naturaleza<br />

de Cristo, <strong>su</strong> espíritu y poder, ya ha logrado el premio<br />

a <strong>su</strong>s esfuerzos. En realidad, si un hombre fuera bautizado<br />

por Pedro o Pablo mismo y recibiera el pan de la Santa<br />

Cena de las mismas manos del Señor, y nunca más participara<br />

de la idolatría de los sacerdotes, pero si retuviera una<br />

sola de las obras del diablo, a saber odio, envidia, rencor,<br />

sed de venganza, o avaricia, orgullo, deshonestidad o cualquier<br />

otro vicio, podría afirmarse con las Escrituras que <strong>su</strong><br />

espíritu es malo y <strong>su</strong> <strong>vida</strong> hipócrita. (I:265a)<br />

17. Bautismo<br />

No somos regenerados por haber sido bautizados ... sino<br />

que somos bautizados porque hemos sido regenerados por<br />

la fe y la Palabra de Dios, (I Ped. 1:23). La regeneración no<br />

es el re<strong>su</strong>ltado del bautismo, sino éste la consecuencia de la<br />

regeneración. Esto no puede ser discutido por el hombre ni<br />

desaprobado por las Escrituras. (II:215a).<br />

Las Escrituras no reconocen sino un remedio el cual es<br />

Cristo con <strong>su</strong>s méritos, muerte y sangre. Por lo tanto, aquel<br />

que busca la remisión de <strong>su</strong>s pecados en el bautismo, desprecia<br />

la sangre de Cristo y hace del agua <strong>su</strong> ídolo. Por esto,<br />

que cada uno tenga cuidado a fin de no atribuir el honor y<br />

76


gloria debidos a Cristo, a las ceremonias externas y a los<br />

elementos visibles. (I:32a).<br />

<strong>El</strong> creyente obtiene la remisión de <strong>su</strong>s pecados no por<br />

medio del bautismo, ni en el bautismo, sino de la forma siguiente:<br />

cuando de todo corazón cree en el precioso Evangelio<br />

de Je<strong>su</strong>cristo que le fue predicado y enseñado, a saber,<br />

las buenas nuevas de gracia, remisión de pecados, paz,<br />

favor, misericordia y <strong>vida</strong> eterna por medio de Cristo, nuestro<br />

Señor, experimenta un cambio de mente; renuncia a sí<br />

mismo, se arrepiente de <strong>su</strong> vieja <strong>vida</strong> pecaminosa, y con<br />

toda diligencia presta atención a la Palabra del Señor, que le<br />

ha demostrado un amor tan grande y cumple con todo<br />

aquello que se enseña y ordena en <strong>su</strong> santo Evangelio. Su<br />

confianza reposa firmemente sobre la palabra de gracia que<br />

le promete la remisión de <strong>su</strong>s pecados por la preciosa sangre<br />

y los méritos de nuestro Señor Je<strong>su</strong>cristo. Recién entonces<br />

recibe el santo bautismo como señal de obediencia que<br />

procede de la fe, como testimonio ante Dios y <strong>su</strong> iglesia de<br />

que firmemente cree en la remisión de pecados por Je<strong>su</strong>cristo,<br />

como le fue predicado y enseñado por la Palabra de<br />

Dios. (II:201a).<br />

Es este el menor de los mandamientos dados por él. Mucho<br />

más grande es el mandamiento de amar a los enemigos,<br />

hacer bien a los que nos aborrecen, orar en espíritu y verdad<br />

por aquellos que nos persiguen, someter la carne a la<br />

Palabra de Dios, pisotear todo orgullo, codicia, impureza,<br />

odio, envidia e intemperancia; ayudar al prójimo con oro,<br />

plata, hogar, posesiones, trabajo y hechos, con <strong>vida</strong> y muerte;<br />

además de ser libertados de todo mal deseo, palabras inconvenientes<br />

y malas obras; amar a Dios y <strong>su</strong> justicia, voluntad<br />

y mandamientos con todo el corazón y llevar la cruz<br />

del Señor Je<strong>su</strong>cristo con gozo. ソ Puede el mandamiento del<br />

77


autismo ser comparado con cualquiera de estos? Vuelvo a<br />

repetir que es el menor de los mandamientos que nos fueron<br />

dados, pues no es más que un pequeño rito externo,<br />

consistente en la aplicación de un poco de agua. Todo aquel<br />

que ha obtenido lo mas importante, a saber la obra interior,<br />

no dirá: “ソ De qué puede servirme el agua?” Sino que estará<br />

dispuesto, con corazón obediente y agradecido a oír y cumplir<br />

con la Palabra de Dios. Pero mientras no haya obtenido<br />

la obra interior, bien puede exclamar: “De qué puede servirme<br />

el agua?” (Prefacio de “Fundamento”, de 1539)<br />

18. Importancia del bautismo<br />

Todos aquellos que por la gracia de Cristo han sido trasladados<br />

de Adán a Cristo, hechos participes de la naturaleza<br />

divina, y bautizados por Dios con Espíritu y fuego del amor<br />

celestial, no contenderán irónicamente con Cristo diciendo:<br />

“de qué puede servirme el agua.” Sino que dirán con el<br />

tembloroso Saulo: “Señor, ソ Qué quieres que haga?” y con<br />

los penitentes de los días de Pentecostés: “Varones hermanos,<br />

ソ qué haremos?” Renunciarán a <strong>su</strong> propia opinión voluntariamente<br />

obedecerán la Palabra de Dios, pues son<br />

guiados por <strong>su</strong> santo Espíritu, y mediante la fe, cumplen<br />

gozosos con todas las cosas ordenadas por el Señor.<br />

Pero mientras <strong>su</strong>s almas no sean renovadas y no tengan<br />

la mente de Cristo (Fil. 2:5), no son lavados en el hombre<br />

interior con el agua clara de la fuente viva de Dios, (Heb.<br />

10:22), bien pueden decir: “ ソ De qué puede servirnos el<br />

agua?”. Pues todo el océano no los limpiaría mientras estén<br />

inclinados a la mundanalidad y carnalidad. (I:38b)<br />

78


19. Bautismo infantil<br />

Por cuanto no encontramos en la Biblia una sola palabra<br />

por la cual Cristo ordenara el bautismo de niños, o que <strong>su</strong>s<br />

apóstoles lo enseñaran o practicaran, afirmamos y confesamos<br />

que el bautismo infantil no es sino una invención humana,<br />

opinión de los hombres, perversión de las enseñanzas<br />

de Cristo. (I:29b).<br />

Bautizar antes de lo requerido para el bautismo, a saber<br />

la fe, es como si se quisiera colocar el carro delante del caballo,<br />

sembrar antes de arar, construir antes de tener los materiales,<br />

o cerrar la carta antes de que esté escrita. (II:211b) .<br />

<strong>El</strong>los apelan a Orígenes y Agustín como último recurso,<br />

y dicen que éstos aseguraban haber recibido la doctrina del<br />

bautismo infantil de los apóstoles. A esto replicamos y preguntamos<br />

si Orígenes y Agustín lo prueban con la Escrituras;<br />

si es así, quisiéramos saberlo. De lo contrario debemos<br />

oír y creer a Cristo y <strong>su</strong>s apóstoles y no a Agustín y Orígenes.<br />

(I:37a).<br />

Además si los que bautizan niños afirman que este bautismo<br />

no está prohibido y que por lo tanto es correcto, sostengo<br />

que no están expresamente prohibidos en las Escrituras:<br />

la bendición, como ellos llaman, de agua bendita, velas,<br />

palmas, copas y vestiduras, la celebración de misas y otras<br />

ceremonias; a pesar de ello, afirmamos y sostenemos que<br />

todo eso es malo, primeramente porque el pueblo pone <strong>su</strong><br />

fe en esas cosas, y en segundo lugar porque está hecho sin<br />

el mandamiento de Dios, pues nada de esto ha sido instituido<br />

por él, y no se debe observar ningún mandamiento que<br />

no esté contenido o implicado en <strong>su</strong> Santa Palabra, en letra<br />

o espíritu. (II:214b).<br />

79


Amados: puesto que las ordenanzas de Cristo son inmutables<br />

y que solamente ellas son aceptas a Dios, y puesto<br />

que él ha ordenado que el Evangelio debe ser primeramente<br />

predicado y enseguida bautizados aquellos que creen, se sigue<br />

que los que bautizan y son bautizados sin habérseles<br />

enseñado el Evangelio y sin fe, bautizan y son bautizados<br />

en <strong>su</strong> propia opinión, sin la doctrina y mandamientos de<br />

Cristo Jesús, y por lo tanto es una ceremonia impía, inútil y<br />

vana. Por la misma razón Israel podría haber circuncidado a<br />

las mujeres, pues no estaba expresamente prohibido, podrían<br />

haberlo hecho sin el mandato de Dios, porque él había<br />

ordenado que fuesen circuncidados los varones. Lo mismo<br />

es en este caso. Si bautizamos a los niños inconscientes<br />

porque no está expresamente prohibido por las Escrituras,<br />

así como no lo está circuncidar a las mujeres, lo hacemos<br />

sin la ordenanza de Cristo, porque él mandó que fuesen<br />

bautizados aquellos que oían y creían a <strong>su</strong> santo Evangelio.<br />

(Mat. 28:19; Mar. 16:16; Hech. 2:38; 9:18; 10:48; 16:33).<br />

(II:196b).<br />

Yo sé que Lutero enseñó que la fe está presente en los<br />

niños exactamente como en un creyente que duerme. A<br />

esto contesto, primero, que aún en el caso de que existiera<br />

tal fe en los niños inconscientes (cosa que no es más que un<br />

sofisma humano) sería, no obstante, impropio bautizarlos<br />

mientras no puedan confesarla verbalmente y no muestren<br />

los frutos requeridos. Porque los santos apóstoles no bautizaron<br />

ningún creyente mientras dormía, como hemos probado<br />

en <strong>escritos</strong> interiores. (II:199a).<br />

En tercer lugar replicamos que en las Escrituras tenemos<br />

registrados cuatro casos de familias que fueron bautizadas,<br />

a saber: la de Cornelio, la del carcelero, la de Lidia y Estéfanas<br />

(Hech. 10:48; 16:15,33; 1 Cor. 1:16) y las Escrituras cla-<br />

80


amente prueban que en tres de estas familias, todos eran<br />

creyentes, a saber, la de Cornelio (Hech. 10:2,44-47) ; la del<br />

carcelero (Hech. 16:34) y la de Estéfanas (I Cor. 16:15) ;<br />

pero tocante a la familia de Lidia, debe saber el lector que, a<br />

pesar de que la Biblia nada dice al respecto, no es u<strong>su</strong>al en<br />

las Escrituras ni es costumbre en el mundo llamar a la familia<br />

por el nombre de la mujer mientras vive el marido. Puesto<br />

que Lucas designa a la familia por el nombre de la mujer,<br />

y no por el del hombre, la razón nos dice que Lidia debió<br />

ser en esa época viuda o soltera, y acerca de opinar si en <strong>su</strong><br />

hogar había o no niños, lo dejamos librado al juicio de los<br />

lectores píos y temerosos de Dios. (I:36b)<br />

20. Salvación de los niños<br />

A pesar de que los niños no tienen fe ni reciben el bautismo,<br />

no penséis que por eso están perdidos. 。Oh no! Son<br />

salvos, porque tienen la promesa del Señor mismo, que de<br />

ellos es el reino de Dios. No mediante ningún elemento, ceremonia<br />

ni rito exterior, sino solamente por la gracia de Je<strong>su</strong>cristo.<br />

Y dado que creemos sinceramente que la gracia se<br />

extiende hasta ellos, y que además son aceptos ante Dios,<br />

puros y santos, herederos de Dios y de la <strong>vida</strong> eterna. En<br />

base a esta creencia, todos los cristianos deben estar seguros<br />

y regocijarse ante la certeza de que <strong>su</strong>s niños son salvos.<br />

(I:36a) .<br />

Si mueren antes de llegar a la edad del entendimiento y<br />

de poder oír y creer, están bajo la promesa de Dios y son<br />

salvos, y esto no por otros medios sino por la preciosa promesa<br />

de gracia dada por el Señor Jesús. (Luc. 18: 16). Pero<br />

si, habiendo llegado a la edad de la comprensión, oyen y<br />

creen, deben ser bautizados. Si no aceptan o creen a la pala-<br />

81


a una vez llegados a esta época de la <strong>vida</strong> sean o no bautizados,<br />

están perdidos, como Cristo mismo lo enseñó. (Mar.<br />

16:16). (II:198b).<br />

Puesto que, si bajo la Antigua Dispensación los niños<br />

eran recibidos en el pacto de Dios mediante la circuncisión,<br />

y los de la Nueva Dispensación por medio del bautismo<br />

como él (Gellius) afirma, de ahí se desprende irrefutablemente<br />

que los niños que murieran antes de los ocho días y<br />

aquellos que no fueron circuncidados en el desierto<br />

(Jos.5:5) así como todas las mujeres, no pertenecían a la<br />

iglesia o congregación Israelita y por lo tanto no tenían parte<br />

en la gracia, pacto o promesa. Lo mismo debería aplicarse<br />

a los niños que mueren antes de haber sido bautizados. 。<br />

Oh abominación espantosa! (II:47b)<br />

82


PARTE 3<br />

21. <strong>El</strong> error de la regeneración bautismal<br />

Enseñar y creer que la regeneración se obtiene por medio<br />

del bautismo, hermanos míos, es tremenda idolatría y<br />

blasfemia contra la sangre de Cristo. Porque no hay nada en<br />

el cielo ni en la tierra que quite nuestros pecados, ya sean<br />

ellos simple propensión al mal o transgresiones, sino la sola<br />

sangre de Cristo, como hemos dicho anteriormente (I Ped.<br />

1:19; 1 Juan 1:7; Col. 1:20). Si atribuimos al bautismo la remisión<br />

de pecados, y no a la sangre de Cristo, hacemos del<br />

bautismo un becerro de oro y lo colocamos en lugar de<br />

Cristo. Porque si podemos ser lavados o limpios por el bautismo,<br />

entonces Cristo y <strong>su</strong>s méritos quedarían desplazados,<br />

excepto si confesamos que hay dos medios para la remisión<br />

de pecados, a saber el bautismo y la sangre de Cristo.<br />

Pero esto no es así, ni lo será por toda la eternidad; porque<br />

la inmaculada y preciosa sangre de Nuestro Señor Jesús,<br />

debe ser y es digna de tener esta gloria, como los profetas<br />

y apóstoles tan claramente profetizaron y testificaron<br />

por medio de las Escrituras. (II:200b)<br />

22. La cena del Señor (Santa Cena)<br />

Del mismo modo creemos y confesamos que la Cena<br />

del Señor es un símbolo sagrado, instituido por el Señor<br />

mismo, con pan y vino, y encomendado a los <strong>su</strong>yos en memoria<br />

de él, enseñado y administrado también de acuerdo a<br />

lo instituido por el Señor, por los Apóstoles entre los hermanos.<br />

(II:270a).<br />

83


Enseñamos, practicamos y anhelamos que la Cena que<br />

el Señor mismo instituyera y administrara, sea observada<br />

por la iglesia que esté visiblemente libre de manchas o infamia,<br />

es decir, sin transgresiones o pecados conocidos; pues<br />

ella solamente juzga aquello de lo cual tiene conocimiento;<br />

pero el pecado oculto, que no le es visible, Dios es quien<br />

debe juzgarlo, porque sólo él conoce los corazones y los<br />

pensamientos. La Cena del Señor debe ser observada en <strong>su</strong><br />

doble significación, a saber, pan y vino conmemorando la<br />

muerte del Señor, y como renovación y evidencia de amor<br />

fraternal. (II:243b).<br />

Enseñamos, procuramos y demandamos que la Cena del<br />

Señor sea observada como Jesús la instituyó y observó, o<br />

sea por una iglesia libre exteriormente de baldón y de vergüenza,<br />

ajena a toda transgresión y pecado visible, porque<br />

la iglesia juzga lo que es visible. Pero en caso de pecado<br />

oculto, que no se manifiesta abiertamente a la iglesia como<br />

la traición de Judas, Dios es quien debe juzgar y sentenciar,<br />

pues sólo él y no la iglesia, discierne el corazón y las entrañas.<br />

(11:243a)<br />

23. Disciplina<br />

Es evidente que una congregación o iglesia no puede<br />

continuar en la sana doctrina y <strong>vida</strong> piadosa e inmaculada<br />

sin la práctica apropiada de la disciplina. Como una ciudad<br />

sin muros y puertas, o un campo sin cercado, o una casa sin<br />

paredes, así es la iglesia sin la verdadera excomunión o anatema<br />

apostólicos. Porque quedaría expuesta a todos los espíritus<br />

engañadores, impíos, escarnecedores, altaneros y<br />

desdeñosos, a todos los idólatras y transgresores insolentes,<br />

así como a todos los libertinos y adúlteros, como <strong>su</strong>cede en<br />

84


las grandes sectas del mundo que se llaman a si mismas,<br />

aunque impropiamente, iglesias de Cristo. A mi juicio, es<br />

una característica primordial, un honor y un medio de prosperidad<br />

para la verdadera iglesia, enseñar con discreción<br />

cristiana la verdadera excomunión apostólica y observarla<br />

cuidadosamente, con amor vigilante, conforme a las enseñanzas<br />

de las Sagradas Escrituras. (I:241b).<br />

Porque mientras los pastores y maestros (en la primitiva<br />

iglesia cristiana) enseñaron solícitamente y exigieron <strong>vida</strong>s<br />

pías, administraron el bautismo y Santa Cena sólo a los piadosos,<br />

y practicaron correctamente la disciplina de acuerdo<br />

a las Escrituras, constituyeron la iglesia y congregación del<br />

Señor. (I1:69b).<br />

Por lo tanto, ten cuidado; si ves a tu hermano pecar, no<br />

pases junto a él como uno a quien no le interesa <strong>su</strong> alma,<br />

pues si la caída no es de muerte, ayúdale enseguida a levantarse<br />

con amables consejos y amor fraternal, como uno que<br />

procura ardientemente <strong>su</strong> salvación, antes de ponerte a comer,<br />

beber, dormir o hacer cualquier otra cosa, no sea que<br />

tu pobre hermano errante se hunda en el pecado y perezca.<br />

(II:445a)<br />

24. Arrepentimiento en caso de pecado<br />

secreto<br />

Pudiera <strong>su</strong>ceder en cualquier ocasión que alguno pecare<br />

contra <strong>su</strong> Dios secretamente, en cualquiera de las abominaciones<br />

carnales, de las cuales él con <strong>su</strong> gran poder nos preserve<br />

a todos, y que el Espíritu y la gracia de Cristo, que es<br />

el único que puede despertar un arrepentimiento sincero,<br />

tocara de nuevo <strong>su</strong> corazón y le concediera un arrepenti-<br />

85


miento genuino; sobre esto nada tenemos que juzgar, pues<br />

es a<strong>su</strong>nto entre él y Dios. Por cuanto es evidente que no<br />

buscamos nuestra justicia y salvación y la remisión de<br />

nuestros pecados, satisfacción, reconciliación y <strong>vida</strong> eterna<br />

por disciplina o mediante excomunión, sino únicamente<br />

por la justicia, intercesión, méritos, muerte y sangre de Cristo,<br />

y puesto que los dos motivos para los que la excomunión<br />

está permitida en las Escrituras no están en este caso,<br />

porque, primeramente <strong>su</strong> pecado es privado y por lo tanto<br />

no ofende a otros, y en segundo lugar él está contrito y humillado<br />

de corazón, por lo tanto no hay necesidad de avergonzarlo<br />

a fin de que pueda llegar al arrepentimiento, pues<br />

no hay mandamiento de Cristo ni orden divina que autoricen<br />

a considerarlo con más severidad, ni excluirlo, ni afrentarlo<br />

ante la iglesia. (I:350)<br />

25. Llamamiento misionero de la iglesia<br />

Procuramos y deseamos ardientemente y aún a costa de<br />

nuestra sangre y <strong>vida</strong>, que el santo Evangelio de Je<strong>su</strong>cristo<br />

y <strong>su</strong>s apóstoles, que es la única doctrina verdadera que persistirá<br />

hasta que Cristo reaparezca en las nubes, pueda ser<br />

enseñado y predicado por todo el mundo, como el Señor<br />

Jesús comisionó a <strong>su</strong>s discípulos en las últimas palabras<br />

que les dirigió estando en la tierra. (Mat. 28:19; Mar. 16:15).<br />

(II:243).<br />

Procuro y deseo de todo corazón (bien lo sabe él) que el<br />

glorioso nombre, la divina voluntad y la alabanza de nuestro<br />

Señor Jesús sean conocidos por todo el mundo.<br />

(II:249a).<br />

86


A este fin predicamos en cuanta oportunidad se ofrezca,<br />

de día o de noche, en casas o en campos, en bosques y desiertos,<br />

en estas tierras o en el exterior, en prisión y en esclavitud,<br />

en agua, fuego y patíbulo, sobre el cadalso o el<br />

torno, ante señores y príncipes, oralmente y por escrito,<br />

arriesgando posesiones y <strong>vida</strong>, como hemos venido haciendo<br />

todos estos años sin cesar. (II:10).<br />

Perseguimos y anhelamos únicamente poder señalar al<br />

mundo entero (que yace en perversidad) la senda verdadera,<br />

y que muchas almas puedan, por la Palabra de Dios, mediante<br />

<strong>su</strong> ayuda y poder, ser rescatados del dominio de Satán<br />

y conducidos a Cristo. (II:302a).<br />

No lucho para otra cosa sino para que el Dios del cielo y<br />

de la tierra, mediante <strong>su</strong> bendito Hijo Jesús tenga la gloria<br />

por medio de <strong>su</strong> bendita Palabra; que todos los hombres en<br />

este tiempo aceptable de gracia, sean levantados del profundo<br />

<strong>su</strong>eño de pecado en que se hallan <strong>su</strong>midos. (II:328).<br />

Deseamos de todo corazón ver realizarse la salvación de<br />

toda la humanidad, y esto no solamente dando nuestros<br />

bienes y trabajo, sino también (entendedlo en <strong>su</strong> significado<br />

evangélico) nuestra <strong>vida</strong> y sangre. (II:255).<br />

Este es mi único gozo y el deseo de mi corazón; poder<br />

extender las fronteras del reino de Dios, hacer conocer la<br />

verdad, reprobar el pecado, enseñar la justicia, alimentar las<br />

almas hambrientas con la Palabra del Señor, guiar la oveja<br />

extraviada por la senda recta y ganar muchas almas para el<br />

Señor mediante <strong>su</strong> Espíritu, poder y gracia. (I:75)<br />

87


26. No resistencia<br />

Los regenerados no van a la guerra ni pelean. Son los hijos<br />

de paz, que han convertido <strong>su</strong>s espadas en hoces y <strong>su</strong>s<br />

lanzas en azadones, y no aman la guerra. Dan a César lo<br />

que es de César y a Dios lo que es de Dios. Su espada es la<br />

palabra del Espíritu que esgrimen con buena conciencia,<br />

guiados por el Espíritu Santo. (L1:70b).<br />

Puesto que seremos conformados a imagen de Cristo<br />

(Rom. 8:29). ソ Cómo podremos entonces luchar con nuestros<br />

enemigos haciendo uso de la espada? <strong>El</strong> apóstol Pedro<br />

ha dicho: “Porque por esto sois llamados, pues que también<br />

Cristo, padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que<br />

vosotros sigáis <strong>su</strong>s pisadas. <strong>El</strong> cual no hizo pecado ni fue<br />

hallado engaño en <strong>su</strong> boca; quien cuando le maldecían no<br />

tornaba maldición, cuando padecía no amenazaba, sino remitía<br />

la causa al que juzga justamente”. (I. Ped. 2:21,23;<br />

Mat. 16:24). Y esto concuerda con las palabras de Juan que<br />

rezan: “<strong>El</strong> que dice que está en él, debe andar como él anduvo”<br />

(1 Juan 2:6) y Cristo mismo dice: “Cualquiera que<br />

quisiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome <strong>su</strong><br />

cruz y sígame”. (Mar. 8:34; Luc. 9:23). También “Mis ovejas<br />

oyen mi voz… y me siguen”. (Juan 10:27). (II:435b).<br />

Amado lector, si este pobre e ignorante mundo aceptara<br />

con honesto corazón esta doctrina odiada y despreciada,<br />

que no es nuestra sino de Cristo, cambiaría entonces <strong>su</strong>s espadas<br />

mortíferas por hoces y <strong>su</strong>s lanzas por azadones, derribarían<br />

puertas y muros, destituirían a <strong>su</strong>s ejecutores y<br />

verdugos. Porque todos los que aceptan esta doctrina en <strong>su</strong><br />

potencia, no tendrán, por la gracia de Dios dificultades con<br />

nadie sobre la tierra, ni aun con <strong>su</strong>s peores enemigos, y mucho<br />

menos les ofenderán ni dañarán en ninguna forma, por-<br />

88


que son hijos del Altísimo que aman con todo el corazón lo<br />

que es bueno, aborrecen lo malo y son enemigos de ello.<br />

(II:103a).<br />

。Ah hombre! 。Hombre! Observa los seres irracionales y<br />

aprende sabiduría. Los leones rugientes, los osos temibles,<br />

los lobos voraces, todos viven en paz entre ellos cada uno<br />

en <strong>su</strong> especie. Pero vosotros, pobres, incapaces, creados a<br />

la imagen de Dios y llamados seres racionales, habéis nacido<br />

sin dientes, garras ni cuernos, con una naturaleza débil,<br />

sin lenguaje articulado, sin vigor, incapaces hasta para andar<br />

o erguiros, dependiendo exclusivamente del cuidado<br />

maternal -para enseñaros que debéis ser hombres de paz y<br />

no de pelea- (I:76a).<br />

A Pedro se le ordenó que guardara la espada en la vaina.<br />

Todos los cristianos están obligados a amar a <strong>su</strong>s enemigos,<br />

hacer bien a los que les hacen daño, y orar por aquellos que<br />

los ultrajan o persiguen; a dar la capa si alguien les hace<br />

pleito por el saco, y a ofrecer la otra mejilla cuando se le<br />

hiere una. Dime pues, lector amado, ソ cómo podrá un Cristiano<br />

de acuerdo a las Escrituras tomar venganza, rebelarse,<br />

hacer la guerra, matar, asesinar, torturar, saquear, asaltar e<br />

incendiar ciudades y conquistar países? (Mat. 26:52; Juan<br />

18:10; Mat. 5:12,39,40). (II:306b).<br />

Estoy enterado que los tiranos que se llaman a sí mismos<br />

Cristianos intentan justificar <strong>su</strong>s horribles guerras y el<br />

derramamiento de sangre y hacer de ello una buena obra remitiéndonos<br />

a Moisés, Jo<strong>su</strong>é, etc. Pero no piensan que<br />

Moisés y <strong>su</strong>s <strong>su</strong>cesores, con <strong>su</strong>s espadas de acero sirvieron<br />

a <strong>su</strong> época, y que el Señor Jesús nos ha dado ahora un nuevo<br />

mandamiento y ha ceñido nuestros lomos con otra espada.<br />

<strong>El</strong>los no consideran que están esgrimiendo la espada de<br />

la guerra y que la usan contrariando toda la Escritura, con-<br />

89


tra <strong>su</strong>s propios hermanos, a saber, contra aquellos que profesan<br />

la misma fe, han recibido el mismo bautismo y participado<br />

del mismo pan con ellos y son por lo tanto, miembros<br />

del mismo cuerpo. (1: 198).<br />

Repito, nuestra fortaleza es Cristo, nuestra defensa la paciencia,<br />

nuestra espada la Palabra de Dios y nuestra victoria<br />

es la fe firme y no fingida en Cristo Jesús. Dejamos las espadas<br />

y lanzas de acero para aquellos que, 。oh dolor! consideran<br />

a la sangre humana y a la del puerco en el mismo<br />

nivel. <strong>El</strong> que es avisado, juzgue lo que quiero decir. (I:81b).<br />

Capitanes, caballeros, soldados y otros hombres sanguinarios<br />

por el estilo, han ofrecido en venta cuerpo y alma por<br />

dinero, y juran con mano levantada, destruir ciudades y países,<br />

prender y matar ciudadanos y habitantes, despojándolos<br />

de <strong>su</strong>s posesiones aunque nunca les hayan ofendido ni<br />

provocado. 。 Oh! 。 Cuán abominable, maldita y perversa<br />

ocupación! 。Y todavía se dice que ellos son los que protegen<br />

la nación y el pueblo y los que ayudan a administrar<br />

justicia! (I:137a)<br />

27. Juramentos<br />

Jesús dijo: “Habéis oído que fue dicho a los antiguos:<br />

No te perjurarás más pagarás al Señor tus juramentos. Mas<br />

yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo<br />

porque es el trono de Dios ni por la tierra porque es el estrado<br />

de <strong>su</strong>s pies, etc.” (Mat. 5:33-35). Y tú, Micrón, dices que<br />

únicamente el juramento liviano y falso debe ser prohibido,<br />

como si Moisés hubiera permitido tales juramentos a Israel<br />

y por eso Cristo, bajo el Nuevo Testamento los hubiera<br />

prohibido.<br />

90


Si tenemos la misma libertad que los Israelitas sobre este<br />

a<strong>su</strong>nto, como tú aseguras ... dime entonces, por qué no dijo<br />

el Señor: “Habéis oído que fue dicho a los antiguos: No te<br />

perjurarás, y yo os digo: Obedeced este mandamiento. Pero<br />

<strong>El</strong> dijo: Moisés os permitió jurar honestamente; mas yo os<br />

digo: No juréis de ninguna manera”. (II:409a).<br />

<strong>El</strong> juramento se requiere únicamente con el propósito de<br />

obtener una declaración y un testimonio sinceros. ソ Es que<br />

la verdad no puede decirse sin necesidad de juramento?<br />

ソ Dicen siempre la verdad todos los que están bajo juramento?<br />

Admitirás que la primera pregunta debe contestarse<br />

con una afirmación y la segunda negativamente.<br />

ソ Es pues el juramento en si mismo, la verdad del testimonio,<br />

o depende ésta del que se juramenta? ソ Por qué, entonces<br />

las autoridades no exigen que la verdad sea expresada<br />

por si y no, como Dios ordena, en vez de hacerlo por<br />

medio del juramento, que está prohibido por Dios, dado<br />

que pueden castigar al que sea hallado falso en <strong>su</strong> afirmación<br />

o negación de la misma forma que al perjuro?<br />

(II:410a).<br />

<strong>El</strong> hecho de que el sí es sí y el no es no para los verdaderos<br />

Cristianos, queda plenamente probado en estos Países<br />

Bajos por los que han sido tan cruelmente perseguidos con<br />

prisiones, confiscaciones y torturas, con fuego, hoguera y<br />

espada, cuando con una sola palabra hubieran podido escapar<br />

a todo ello si hubieran querido quebrantar <strong>su</strong> si y <strong>su</strong> no.<br />

Pero desde que nacieron a la verdad andan en la verdad y<br />

testifican a la verdad hasta la muerte, como se ve a menudo<br />

en Flandes, Brabante, Holanda, Frieslandia Oeste...<br />

(II:274b)<br />

91


28. Pena capital<br />

Si un criminal se arrepintiera sinceramente ante Dios y<br />

fuese nacido de lo alto, seria entonces un santo, un hijo de<br />

Dios, partícipe de la gracia y miembro espiritual del cuerpo<br />

del Señor, rociado por <strong>su</strong> sangre preciosa y ungido por el<br />

Espíritu Santo. Conceptúo por lo tanto extraño y fuera de<br />

lugar, (considerando la misericordia, compasión y amante<br />

disposición, espíritu y ejemplo de Cristo, el manso Cordero,<br />

cuyo ejemplo él ha ordenado seguir a los <strong>su</strong>yos), que<br />

uno de estos reos sea colgado de la horca, ejecutado en el<br />

torno, quemado en la hoguera o torturado en cualquier forma<br />

por otro Cristiano, con el cual es en Cristo Jesús de un<br />

corazón y un alma.<br />

Además, si permanece inconverso y se le quita la <strong>vida</strong>,<br />

no se hará otra cosa que acortarle despiadadamente el tiempo<br />

para <strong>su</strong> arrepentimiento, que, en el caso de conservársele<br />

la <strong>vida</strong>, podría llegar a obtener; es entregar cruelmente al<br />

Diablo <strong>su</strong> alma, que fuera comprada con tan precioso tesoro,<br />

sin tener en cuenta al Hijo del Hombre que dijo:<br />

“Aprended de mí” (Mat. 11:28), “Porque ejemplo os he<br />

dado” (Juan 13:15), “Sígueme” (Mat. 16: 24), “No he venido<br />

para perder las almas sino para salvarlas”. (Mat. 18:11;<br />

Luc. 19:10 y 9:56). (II:407b).<br />

La historia profana muestra que los Espartanos a pesar<br />

de ser paganos, no condenaban a muerte a <strong>su</strong>s criminales,<br />

sino que los aprisionaban y los hacían trabajar. (II:408a)<br />

92


29. No conformidad con el mundo<br />

Estaría mucho más de acuerdo con las enseñanzas evangélicas<br />

de él (Gellius) si destacara ante gente tan vanidosa y<br />

enaltecida, la humildad de Cristo; que aprendieran a negarse<br />

a sí mismos y a considerar <strong>su</strong> origen y destino; que<br />

abandonen <strong>su</strong> excesiva pompa y vanidad, <strong>su</strong> fatuidad e impiedad,<br />

teman a Dios de corazón, anden en <strong>su</strong>s caminos y<br />

con verdadera humildad de corazón ayuden a <strong>su</strong> prójimo<br />

con <strong>su</strong>s riquezas. (II:17a).<br />

Este no es un reino donde uno se adorna a si mismo con<br />

oro, plata, perlas, seda, púrpura y costosos atavíos, como<br />

hace el mundo vanidoso y orgulloso, y vuestros dirigentes,<br />

dándoos libertad para que hagáis otro tanto, con la excusa<br />

de que es inofensivo si el corazón está exento de ello. De<br />

esa manera Satanás pretende disimular <strong>su</strong> soberbia y mostrar<br />

que la codicia de <strong>su</strong>s ojos es pura y buena. Pero este es<br />

un reino de humildad en el cual no es el ornato exterior del<br />

cuerpo sino el adorno del espíritu lo que se busca y procura<br />

con gran celo y diligencia, con corazón contrito y humillado.<br />

(I:96a).<br />

Y todo lo que hagáis, hacedlo en el nombre y temor del<br />

Señor Jesús y no os adornéis con oro, plata, perlas, ni cabellos<br />

encrespados, ni con trajes costosos y vistosos, sino vestíos<br />

de la manera que conviene a hombres y mujeres piadosos.<br />

(1:148)<br />

30. Libertad de conciencia<br />

Dime, lector amado, si has leído en toda tu <strong>vida</strong> en las<br />

Escrituras apostólicas u oído que Cristo o los apóstoles re-<br />

93


currieran al poder de los magistrados contra los que no querían<br />

escuchar <strong>su</strong> doctrina u obedecer <strong>su</strong>s enseñanzas. Si,<br />

lector mío, tengo la certidumbre de que dondequiera que<br />

impere el régimen de aplicar el anatema por la espada, no<br />

existe el verdadero conocimiento, Espíritu, palabra e iglesia<br />

de Cristo. (11:71).<br />

La fe es un don de Dios, por lo tanto no puede imponérsele<br />

a nadie por autoridades terrenales o por la fuerza. Tiene<br />

que ser obtenida únicamente mediante la pura doctrina de<br />

la Santa Palabra y la oración humilde y ferviente, como un<br />

don de gracia del Espíritu Santo. Además, no es la voluntad<br />

del dueño de casa que la cizaña sea arrancada antes que llegue<br />

el día de la cosecha, como la parábola de las Escrituras<br />

enseñan y demuestran con gran claridad.<br />

Si nuestros perseguidores son Cristianos como pretenden,<br />

y acatan la Palabra de Dios, ソ por qué entonces no<br />

guardan y practican la palabra y mandamientos de Cristo? ソ<br />

Por qué arrancan la cizaña antes de tiempo? ソ Cómo no temen<br />

extirpar el buen trigo en vez de la cizaña? ソ Por qué intentan<br />

realizar el trabajo de los ángeles, quienes a <strong>su</strong> debido<br />

tiempo atarán la cizaña en haces y la echarán a las llamas<br />

del fuego eterno? (I:199).<br />

Digo además que si los gobernantes verdaderamente conocieran<br />

a Cristo y <strong>su</strong> reino, creo que escogerían la muerte<br />

antes que usar <strong>su</strong> poder terrenal y espada para dirimir a<strong>su</strong>ntos<br />

espirituales que no están sometidos a la autoridad de los<br />

hombres, sino exclusivamente a la de Dios Todopoderoso.<br />

Pero ellos (los magistrados) son instruidos por <strong>su</strong>s teólogos<br />

para que arresten, encierren, torturen y den muerte a los<br />

que no siguen <strong>su</strong>s doctrinas, como desgraciadamente es<br />

dado ver en muchas ciudades y países. (M104).<br />

94


Gobernantes y jueces amados, si aceptáis de todo corazón<br />

las citadas Escrituras y con toda atención meditáis en<br />

ellas, observaréis que vuestra función no es exclusivamente<br />

vuestra, sino que es el servicio y función de Dios, y que os<br />

corresponde humillaros ante <strong>su</strong> majestad, respetar <strong>su</strong> nombre<br />

grande y adorable, y desempeñar equitativa y honestamente<br />

vuestras funciones. Además de eso, no deberíais tan<br />

inescrupulosamente con vuestro poder terrenal y temporal<br />

intentar intervenir en lo que pertenece a la jurisdicción y reino<br />

de Cristo, el Príncipe de todos los príncipes; no deberíais<br />

juzgar ni castigar con vuestro acero lo que está reservado<br />

solamente al juicio del Altísimo, a saber la fe y lo concerniente<br />

a ella, como también Lutero y otros sostuvieron al<br />

principio de <strong>su</strong> obra, pero después de haber logrado una<br />

posición exaltada lo ol<strong>vida</strong>ron. (II:303).<br />

Decid amados, ソ dónde las Sagradas Escrituras enseñan<br />

que en el reino e iglesia de Cristo, la conciencia y la fe, que<br />

dependen únicamente de la autoridad de Dios, deben ser regulados<br />

y regidos por la violencia, tiranía y espada de las<br />

magistraturas? ソ En qué caso Cristo y <strong>su</strong>s apóstoles lo hicieron,<br />

aconsejaron u ordenaron? Porque Cristo solamente<br />

dijo: “Guardaos de los falsos profetas” y Pablo ordena que<br />

debemos esquivar al hereje después de una o dos exhortaciones.<br />

Juan dice que no debemos saludar ni recibir en<br />

nuestra casa a los transgresores, que no son portadores de<br />

la doctrina de Cristo. Pero él no dice: Abajo con los herejes,<br />

acusadlos a las autoridades, encerradlos, sacadlos de ciudades<br />

y países, arrojadlos al fuego y al agua, como los Romanistas<br />

han hecho por muchos años, y como aún se encuentra<br />

muy extendido entre vosotros que pretendéis ser adictos<br />

a la Palabra de Dios. (11:118).<br />

95


Por otra parte, los príncipes altaneros, carnales, mundanos,<br />

idólatras y tiranos, que no creen en Dios (hablo de los<br />

malos príncipes) publican <strong>su</strong>s mandatos, decretos y leyes<br />

como autoridades, no obstante oponerse muchos de ellos a<br />

Dios y <strong>su</strong> bendita Palabra, como sí el Padre Todopoderoso,<br />

el Creador de todas las cosas, que tiene el cielo y la tierra en<br />

<strong>su</strong>s manos y que gobierna todo con la palabra de <strong>su</strong> poder,<br />

les hubiera ordenado legislar, regir, y de acuerdo con <strong>su</strong><br />

propio criterio prescribir ordenanzas, no solamente en el<br />

reinado temporal de este mundo perecedero, sino también<br />

en el retiro celestial de Nuestro Señor Je<strong>su</strong>cristo. 。Oh, no,<br />

amados, no! esta no es la voluntad de Dios, sino que es<br />

abominación ante <strong>su</strong>s ojos que un pobre mortal u<strong>su</strong>rpe para<br />

sí <strong>su</strong> autoridad. (II:238).<br />

Creo, queridos hermanos, que he demostrado claramente<br />

que las excusas de los tiranos, con las cuales pretenden<br />

probar que <strong>su</strong>s matanzas tiránicas son justas y rectas, sólo<br />

es paganismo en principio. (I:205)<br />

31. Predestinación<br />

Zwinglio enseñó que la voluntad de Dios movía al ladrón<br />

a robar y al criminal a matar, y que <strong>su</strong> castigo sería<br />

también ejecutado por la voluntad de Dios, cosa que, en mi<br />

concepto es una abominación <strong>su</strong>perior a todas las abominaciones.<br />

(11: 3 94b) .<br />

ソ Qué debo decir yo, amado Señor? ソ Deberé decir que<br />

Tú has ordenado al perverso delinquir como algunos han<br />

dicho? Lejos esté de mí tal cosa. Yo sé, oh Señor, que Tú<br />

eres bueno y nada malo puede hallarse en ti. Nosotros somos<br />

la obra de tu mano, creados en Cristo Jesús para bue-<br />

96


nas obras y para que andemos en ellas. Has dejado <strong>vida</strong> y<br />

muerte a nuestra elección. Tú no quieres la muerte del pecador,<br />

sino que se arrepienta y viva. Tú eres la luz eterna y por<br />

lo tanto odias toda tiniebla. Tú no quieres que nadie perezca<br />

sino que todos se arrepientan, vengan al conocimiento de tu<br />

verdad y sean salvos. 。Oh querido Señor, han blasfemado<br />

tan gravemente tu grande, inefable amor, tu misericordia y<br />

majestad, que han hecho de ti, el Dios de toda gracia y Creador<br />

de todas las cosas, un verdadero demonio, afirmando<br />

que Tú eres la causa de todo mal, T レ, que eres llamado el<br />

Padre de las luces. Evidentemente nada malo puede provenir<br />

de lo bueno, ni luz de las tinieblas, ni <strong>vida</strong> de la muerte;<br />

sin embargo, <strong>su</strong>s tercos corazones y mentes carnales son<br />

atribuidos a tu voluntad, de modo que puedan continuar en<br />

el camino ancho y tener una excusa para <strong>su</strong>s pecados!.<br />

(I:221b)<br />

32. Perfeccionamiento<br />

No creas, lector amado que decimos esto para jactarnos<br />

de ser perfectos e inmaculados. De ninguna manera.<br />

No creemos ni enseñamos que somos salvos por propios<br />

méritos u obras, como falsamente afirman nuestros acusadores,<br />

sino mediante la gracia de Cristo, como se ha dicho<br />

anteriormente. (II:262 seq.).<br />

Porque enseñamos por boca del Señor que el que quiere<br />

entrar en la <strong>vida</strong> eterna, debe guardar los mandamientos.<br />

(Mat. 19:17; Mar. 10:19; Juan 15: 10) ; que en Cristo ni la<br />

circuncisión ni la incircuncisión valen, sino guardar los<br />

mandamientos de Dios (I Cor. 7:19) ; que éste es el amor de<br />

Dios, que guardemos <strong>su</strong>s mandamientos; y <strong>su</strong>s manda-<br />

97


mientos no son pesados, (1 Juan 53) ; por esta razón somos<br />

llamados por los predicadores asaltantes del cielo y santulones,<br />

y oír que pretendemos salvarnos por nuestras buenas<br />

obras, a pesar que siempre hemos confesado y confesaremos<br />

por la eternidad, Dios mediante, que no seremos salvos<br />

sino únicamente por los méritos, intercesión, muerte y<br />

sangre de Cristo y no por otros medios en el cielo ni sobre<br />

la tierra, como plenamente hemos demostrado antes.<br />

Así ha trocado esta perversa gente, lo excelente en pésimo.<br />

No comprenden que la Escritura condena claramente a<br />

los disolutos, soberbios menospreciadores y transgresores<br />

de la palabra de Dios, y que prueban claramente con <strong>su</strong>s<br />

hechos, que son ajenos a la gracia salvadora de Dios, que<br />

no creen en Jesús y que, de acuerdo a las Escrituras, están<br />

en condenación, ira y muerte. (Juan 3:36). (II:317).<br />

Pero aquellos que dicen que somos hipócritas, y mienten<br />

diciendo que aseguramos estar sin pecado, es porque enseñamos<br />

con las Escrituras una <strong>vida</strong> que muestra los frutos de<br />

arrepentimiento; testificamos con S. Pablo que los perjuros,<br />

adúlteros, borrachos, avaros, mentirosos, inicuos, no heredarán<br />

el reino de Dios (I Cor. 6:10; Gál. 5:21; Ef. 5:5) que<br />

los inclinados a la carnalidad morirán (Rom. 8:13) y afirmamos<br />

con Juan que el que peca (entiéndase adrede o impúdicamente)<br />

es del diablo. (I Juan 3:8) y por lo tanto, sentimos<br />

un profundo terror por tales cosas. Por eso, muchas veces<br />

hemos afirmado con Moisés de palabra y por escrito y sostendremos<br />

siempre, que nadie es inocente delante de Dios<br />

en razón de <strong>su</strong> naturaleza innata (Gén. 6:5, 8:21) y con Isaías,<br />

que todos somos como la <strong>su</strong>ciedad. (Is. 64:6), etc.<br />

(II:316)<br />

98


33. Nuevas revelaciones<br />

Por otra parte, no tengo visiones o revelaciones angélicas,<br />

ni las busco ni deseo, a fin de no ser engañado por<br />

ellas. Porque la Palabra de Dios es <strong>su</strong>ficiente para mí. Si no<br />

sigo <strong>su</strong> testimonio, entonces todo está perdido. Y aunque<br />

tuviera tales revelaciones, que no es el caso, no podrían<br />

desviarme de la Palabra y Espíritu de Cristo, o de lo contrario,<br />

serían únicamente alucinaciones, seducción y <strong>su</strong>perchería<br />

diabólica. (II:248a)<br />

99


PARTE 4<br />

34. Educación <strong>su</strong>perior<br />

Lector, no me interpretes mal. Nunca en mi <strong>vida</strong> he despreciado<br />

la instrucción y el conocimiento de idiomas, sino<br />

que desde mi juventud los he honrado y amado. Aunque<br />

nunca los adquirí, sin embargo (gracias a Dios) no estoy tan<br />

privado de sentido como para despreciar o ridiculizar el conocimiento<br />

de los idiomas por los cuales ha llegado hasta<br />

nosotros la divina palabra de gracia. Desearía de todo corazón<br />

que yo y todos los piadosos poseyéramos tales conocimientos,<br />

si todos, con verdadera humildad los usáramos correctamente<br />

para la alabanza de nuestro Dios y el servicio<br />

de nuestro prójimo, en el puro temor de Dios. (II.145b)<br />

35. Anti ocultamiento<br />

De la misma manera que desde el principio de nuestro<br />

ministerio hemos estado dispuestos y ansiosos de dar una<br />

explicación de nuestra fe a cuantos nos la pidieran de buena<br />

fe, ya fueran gobernantes o ciudadanos, instruidos o no, ricos<br />

o pobres, hombre o mujer. Aun hoy estamos dispuestos<br />

a hacerlo en la medida de lo posible, puesto que no nos<br />

avergonzamos del glorioso Evangelio de Cristo. Si alguno<br />

desea oír algo de nosotros, estamos dispuestos a enseñarle;<br />

si alguien desea conocer nuestros principios, es el deseo de<br />

nuestro corazón, si no bastaran nuestros <strong>escritos</strong>, explicárselos<br />

claramente. Porque tenemos el mayor empeño de que<br />

la verdad sea sacada a la luz. Pero no permitimos en ninguna<br />

manera que el exterminio sanguinario del Anticristo sea<br />

100


intentado, pues eso es cosa del diablo, e incompatible con<br />

un Cristiano. (II:321b)<br />

36. Actitud hacia otras denominaciones<br />

Lector mío, entiéndeme bien. No discutimos acerca de<br />

que Dios tenga o no <strong>su</strong>s elegidos entre las Iglesias anteriormente<br />

citadas (las iglesias perseguidoras del Estado) sino<br />

que lo dejamos librado ahora y para siempre al recto juicio<br />

de Dios... pero el a<strong>su</strong>nto en cuestión es con qué espíritu,<br />

doctrina, sacramentos, ordenanzas y <strong>vida</strong> Cristo ha ordenado<br />

formar para Si una iglesia permanente y mantenerla en<br />

<strong>su</strong>s caminos. (II:94)<br />

37. Ejemplos de consagración al servicio del<br />

Señor<br />

Si, querido lector, la verdadera fe Cristiana como las Escrituras<br />

la requieren, es tan viva, activa y poderosa para todos<br />

aquellos que mediante la gracia del Señor la han recibido<br />

en <strong>su</strong> corazón, que no vacilan en dejar padre y madre,<br />

mujer e hijos, dinero y posesiones por la palabra y testimonio<br />

del Señor; están dispuestos a <strong>su</strong>frir escarnio y desprecios,<br />

privaciones y peligros, y finalmente a que <strong>su</strong>s miserables<br />

y débiles cuerpos, tan reacios al <strong>su</strong>frimiento, sean quemados<br />

en la hoguera, como ha sido dado ver especialmente<br />

en estos Países Bajos, para ejemplo de muchos y fiel testimonio<br />

de Jesús.<br />

。Cuántos, ay! que conocí en tiempos pasados, y conozco<br />

la mayor parte de ellos ahora, hombres y mujeres, muchachos<br />

y doncellas, (quiera Dios que crezcan para <strong>su</strong> glo-<br />

101


ia y la salvación del. mundo, de muchos miles y miles) que<br />

desde lo más profundo de <strong>su</strong>s almas buscan a Cristo y <strong>su</strong><br />

palabra, llevan (dentro de <strong>su</strong> imperfección) una <strong>vida</strong> piadosa<br />

e intachable ante Dios y los hombres; son sinceros y puros<br />

de doctrina, irreprensibles, como he dicho, en <strong>su</strong>s <strong>vida</strong>s,<br />

llenos del temor y amor de Dios, serviciales para todos, misericordiosos,<br />

compasivos, humildes, sobrios, castos, no refractarios<br />

y sediciosos sino tranquilos y pacíficos, obedientes<br />

al gobierno, en todo lo que no sea contrario a Dios; a<br />

pesar de ello, por años no han dormido en <strong>su</strong>s propias camas,<br />

ni aun hoy pueden hacerlo. Porque son tan odiados<br />

por el mundo que se les persigue sin misericordia, son traicionados,<br />

capturados, exiliados y despojados de <strong>su</strong>s propiedades<br />

y <strong>vida</strong> como criminales, asesinos o malhechores. Y<br />

todo esto por la única razón de temer a Dios verdaderamente,<br />

no acceder a participar de la abominable <strong>vida</strong> carnal ni<br />

de la maldita y vergonzosa idolatría de este mundo ciego.<br />

(I:158).<br />

Puesto que se ha probado con hechos y en verdad que<br />

nuestros fieles hermanos y hermanas en Cristo, los amados<br />

compañeros en tribulación y en el reino y paciencia de<br />

nuestro Señor Je<strong>su</strong>cristo (Apo. 1:9) temen al Señor <strong>su</strong> Dios<br />

tan sinceramente, que antes de pronunciar una palabra falsa<br />

a sabiendas o voluntariamente (negando que fueron bautizados)<br />

u obrar hipócritamente en forma contraria a la Palabra<br />

de Dios (oponiéndose aparentemente a <strong>su</strong>s propias convicciones<br />

ante la iglesia dominante a fin de evitar la persecución),<br />

darían <strong>su</strong> buen nombre, reputación, así como <strong>su</strong><br />

dinero, posesiones, cuerpos y todo lo humanamente deseable,<br />

como botín a los sanguinarios; por lo tanto dejaremos<br />

librado al juicio de Vuestras Excelencias y Honorabilidades<br />

determinar si estas personas son tan perniciosas y malas<br />

102


como, desgraciadamente son llamados por muchos, y generalmente<br />

conceptuados. (11:109).<br />

No estimo que mi <strong>vida</strong> sea mejor que la que los amados<br />

hombres de Dios, vivieron. No puedo ser privado de nada,<br />

excepto de este perecedero cuerpo mortal que algún día ha<br />

de morir y retornar al polvo (aunque viviera hasta la edad<br />

de Matusalén). Ni un cabello caerá de mi cabeza sin la voluntad<br />

de mi Padre celestial. Si pierdo la <strong>vida</strong> por amor de<br />

Cristo y <strong>su</strong> testimonio, y a causa de mi sincero amor por mi<br />

prójimo (en cuya salvación estoy empeñado) tengo la seguridad<br />

que lograré la <strong>vida</strong> eterna. Por lo tanto, no puedo<br />

guardar la verdad para mí mismo, sino que debo dar testimonio<br />

de ella y enseñarla sin hipocresías y en verdadero temor<br />

de Dios, a mis amados Señores. (I:78b)<br />

38. Trabajando bajo dificultades<br />

Aquel que me ha comprado con la sangre de <strong>su</strong> amor, y<br />

me ha llamado sin ser digno a <strong>su</strong> servicio, me conoce y<br />

sabe que no busco posesiones terrenas ni <strong>vida</strong> fácil, sino<br />

sólo la gloria de Dios, mi salvación y la de muchas almas.<br />

Porque tanto yo como mi débil esposa e hijos hemos soportado<br />

alrededor de dieciocho años ansiedad extrema,<br />

opresión, aflicción, falta de hogar, persecución, riesgo de la<br />

<strong>vida</strong> y gran peligro en todo momento. A!, mientras los ministros<br />

de la iglesia oficial reposan en blandos lechos y cómodas<br />

almohadas, nosotros generalmente debemos ocultarnos<br />

en los más apartados rincones. Mientras ellos se entregaban<br />

indecorosamente a los banquetes de bodas y bautismos,<br />

entretenidos con flauta, tambor y laúd, nosotros<br />

permanecíamos a la expectativa cuando los perros ladraban,<br />

pues el alguacil estaba a la puerta.<br />

103


Mientras ellos son saludados como doctores, predicadores<br />

y maestros por todo el mundo, nosotros tenemos que<br />

oírnos llamar anabaptistas, predicadores ocultos, seductores<br />

y herejes, y ser saludados en nombre del diablo. En fin,<br />

mientras ellos son largamente recompensados por <strong>su</strong>s servicios<br />

con grandes entradas y tranquilidad, nuestra recompensa<br />

y porción debe ser el fuego, la espada y la muerte.<br />

Considera fiel lector, en medio de cuanta ansiedad, pobreza,<br />

opresión y peligro de muerte he desempeñado yo, un<br />

hombre desposeído, el servicio de mi Señor hasta hoy, y<br />

espero, mediante <strong>su</strong> gracia, continuar en él para <strong>su</strong> gloria<br />

mientras permanezca en este tabernáculo terrestre. Lo que<br />

yo y mis fieles colaboradores hemos buscado o podríamos<br />

haber perseguido en esta empresa ardua y peligrosa, es evidente<br />

por nuestras obras y frutos para todas las personas de<br />

buena voluntad.<br />

En efecto, se ha llegado a este extremo (que Dios cambie<br />

las cosas) que donde cuatro o cinco, diez o veinte, se han<br />

reunido en el nombre del Señor, para hablar de la Palabra<br />

de Dios y para hacer <strong>su</strong> obra, en medio de los cuales está<br />

Cristo, que temen a Dios con todo <strong>su</strong> corazón y llevan una<br />

<strong>vida</strong> piadosa, irreprensible ante el mundo, si son sorprendidos<br />

en una reunión, o si hay una acusación contra ellos, deben<br />

ser entregados para ser quemados en la hoguera, o hundidos<br />

en el agua. Pero aquellos que se reúnen en nombre de<br />

Bebal… en lugares públicos de mala fama y en las malditas<br />

tabernas de borrachos; que viven en franca ignominia y<br />

obran impíamente contra la Palabra de Dios, los tales viven<br />

en plena libertad y paz. (I:78b).<br />

En fin, lector amado, que si el misericordioso Señor en<br />

<strong>su</strong> gran amor, no hubiera templado los corazones de algunos<br />

gobernantes y magistrados y los hubiera dejado proce-<br />

104


der de acuerdo a las instigaciones y prédicas sanguinarias<br />

de <strong>su</strong>s teólogos, no hubiera sobrevivido ni una persona piadosa.<br />

Pero aunque escasos, pueden encontrarse algunos<br />

que, desoyendo las palabras y <strong>escritos</strong> de todos los teólogos<br />

toleran a los exiliados y por un tiempo les muestran misericordia;<br />

por los cuales alabaremos al Dios altísimo para<br />

siempre y a la vez retribuiremos nuestra gratitud a tan bondadosos<br />

y discretos gobernantes, con todo amor. (II:104b).<br />

Cuando era del mundo, hablaba y obraba como el mundo<br />

y el mundo no me odiaba. En tanto que servía al mundo,<br />

el mundo me recompensó. Todos hablaban bien de mi,<br />

lo mismo que hicieron <strong>su</strong>s padres con los falsos profetas.<br />

Pero ahora que amo al mundo con amor divino, procuro<br />

con todo mi corazón <strong>su</strong> salvación y bendición, le amonesto,<br />

instruyo y reprendo con tu Santa Palabra y le señalo a Cristo<br />

Jesús crucificado, el mundo se ha convertido para mí en<br />

pesada cruz y en hiel de amarguras. Tan grande es <strong>su</strong> odio<br />

que no solamente yo, sino todos aquellos que me mostraron<br />

amor, misericordia y piedad en algunos lugares, deben<br />

afrontar prisiones y muerte. 。Oh, Señor bendito! Soy considerado<br />

por ellos menos digno de clemencia que un ladrón<br />

y asesino declarados. (I:225b)<br />

39. Persecución<br />

Cuántos piadosos hijos de Dios, por el testimonio de<br />

Dios y por razones de conciencia, han sido despojados de<br />

<strong>su</strong>s hogares y posesiones y confiscadas <strong>su</strong>s propiedades<br />

para llenar las insaciables arcas del Emperador; cuántos han<br />

sido traicionados, arrojados fuera de ciudades y países, atados<br />

a la estaca y torturados, enviando a los pobres huérfanos<br />

desnudos por las calles. Algunos de ellos han sido col-<br />

105


gados, otros torturados con crueldad inhumana y luego<br />

ahorcados. Algunos asados y quemados vivos. Algunos<br />

han sido muertos por la espada y entregados a los buitres<br />

para ser devorados; otros fueron echados a los peces; los<br />

hogares de algunos destruidos, otros arrojados a cenagales<br />

y a otros se les han cortado los pies; he visto a uno de estos<br />

últimos y he conversado con él. Otros vagan de acá para<br />

allá en la miseria, sin hogar, en aflicción, por montañas y<br />

desiertos, en grutas y cuevas de la tierra como dice S. Pablo.<br />

Deben huir de una ciudad a otra, de un país a otro, con<br />

<strong>su</strong> esposa e hijos. Son aborrecidos, ultrajados, calumniados,<br />

y denigrados por todos los hombres; denunciados por<br />

los teólogos y magistrados; han sido privados de <strong>su</strong> alimento,<br />

arrojados fuera en el crudo invierno y señalados con el<br />

dedo del escarnio. cualquiera que colaborara en la persecución<br />

de los pobres, oprimidos Cristianos, pensaba que hacía<br />

un servicio a Dios, como dijo Jesús. (Juan 16:2). (I:196a).<br />

Si un ladrón es llevado al patíbulo, un criminal descuartizado<br />

en el torno, o cualquier otro malhechor castigado con<br />

una pena de muerte inusitada, todo el mundo pregunta qué<br />

ha hecho. La sentencia no se dicta en tanto los jueces no<br />

entienden plenamente en la causa y conocen la verdad en lo<br />

que atañe al delito. Pero toda vez que un inocente y contrito<br />

Cristiano al cual el Señor en <strong>su</strong> gracia ha rescatado del camino<br />

de perversidad y de pecado, y guiado por senderos de<br />

paz, es acusado por los sacerdotes y predicadores, y conducidos<br />

ante los tribunales, no lo consideran digno de investigar<br />

detenidamente qué razones y Escrituras lo impulsan<br />

para no escuchar más a sacerdotes y predicadores ... No desean<br />

saber por qué ha enmendado <strong>su</strong> <strong>vida</strong> y recibido el bautismo<br />

de Cristo, o cuál puede ser el motivo por el cual está<br />

dispuesto a <strong>su</strong>frir y morir por <strong>su</strong> fe. La única pregunta que<br />

106


se le hace es si ha sido bautizado. Si la respuesta es afirmativa,<br />

la sentencia está dictada y tiene que morir. (I:149b).<br />

Ya que es evidente que todo el mundo está tan hostilmente<br />

predispuesto contra nosotros, aunque injustamente,<br />

al extremo de no querérsenos ver ni oír, y que muchas inocentes<br />

ovejas del Señor, más de un piadoso que sin ser maestro<br />

es llevado al degüello aquí y allá, ejecutado y asesinado<br />

sin clemencia por la espada, fuego y agua; y que a nosotros,<br />

míseros maestros, en ninguna parte se nos concede<br />

mucho más que una pocilga para vivir en libertad, con el<br />

conocimiento y aprobación de las autoridades, pero mediante<br />

edictos públicos somos juzgados antes de ser prendidos<br />

y condenados antes de convictos; dado que tales condiciones<br />

no prevalecieron, que yo sepa, en tiempos de los<br />

apóstoles en ninguna parte. Ruego a todos mis lectores por<br />

el amor de Dios, que consideren en el temor del Señor cuán<br />

gran injusticia han cometido con nosotros Gellius y <strong>su</strong>s secuaces<br />

con <strong>su</strong>s perversas y crueles palabras, a saber: predicadores<br />

nocturnos, predicación clandestina, etc. cuando no<br />

podemos proceder de otra manera como es bien sabido...<br />

Estamos dispuestos en cualquier momento a rendir cuenta<br />

de nuestra fe ante cualquiera y a defender la verdad dondequiera<br />

que pueda hacerse de buena fe, sin tretas o tentativas<br />

contra nuestras <strong>vida</strong>s. (II:11-13).<br />

Por muchos años hemos proclamado la doctrina de la<br />

Palabra divina en las comarcas alemanas con poder y claridad<br />

cada vez mayores, de modo que era palpable y evidente<br />

que se trataba de la obra y dedo de Dios. Porque los orgullosos<br />

se tornan humildes, los avaros generosos, los bebedores<br />

sobrios, los impuros honestos, etc. Porque la Palabra<br />

de Dios es aceptada por ellos con tanta firmeza que no<br />

vacilan en abandonar padre y madre, esposo, mujer, hijos y<br />

107


posesiones por causa de ella, y voluntariamente <strong>su</strong>frir la<br />

muerte.<br />

Porque muchos son quemados en la hoguera, muchos<br />

ahogados, muchos ejecutados con la espada, muchos, encarcelados,<br />

exiliados y <strong>su</strong>s bienes confiscados. Sin embargo,<br />

nada es válido ante los inflexibles perseguidores. Basta<br />

decir, cuando ha sido degollado un pobre inocente, uno del<br />

rebaño del Señor, que “es anabaptista” para que se crea <strong>su</strong>ficiente.<br />

No se averigua qué pruebas o base bíblica tiene, de<br />

qué naturaleza son <strong>su</strong> <strong>vida</strong> y <strong>su</strong> conducta, si ha ofendido a<br />

alguno, o no. Nadie reflexiona o considera que tiene que ser<br />

una obra y poder especiales. . . para causar a un hombre<br />

tanto <strong>su</strong>frimiento, vergüenza e infamia inauditos, gran persecución,<br />

miseria y hasta la muerte, como podéis ver.<br />

Aunque desgraciadamente aquí debemos ser perseguidos,<br />

oprimidos, golpeados, saqueados, quemados, ahogados,<br />

por el Infernal Faraón y <strong>su</strong>s crueles y despiadados siervos,<br />

sin embargo pronto llegará el día de nuestra liberación,<br />

en que nos serán enjugadas todas las lágrimas y seremos<br />

ataviados con blancas vestiduras de justicia, junto al Cordero,<br />

y con Abraham, Isaac y Jacob nos sentaremos en el reino<br />

de Dios y poseeremos la deliciosa, placentera tierra de<br />

gozo eterno e imperecedero. Alabad al Señor y levantad la<br />

cabeza, vosotros los que <strong>su</strong>frís por amor a Jesús; está cerca<br />

el día en que oiréis: “Venid benditos” y os regocijaréis con<br />

él para siempre. (I:122b)<br />

40. Una oración de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong><br />

。Oh, Señor! Estoy cierto que ni la <strong>vida</strong> ni la muerte, ni<br />

ángeles, ni principados, ni potestades, ni las cosas presen-<br />

108


tes, ni las por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna otra<br />

criatura nos separará de tu amor que es en Cristo Jesús.<br />

Con todo, no me conozco a mí mismo; toda mi confianza<br />

está en ti. Aunque he bebido un poco de la copa hasta el<br />

fin. Porque cuando se padecen prisiones y cadenas, y cuando<br />

la muerte por agua, fuego y acero amenazan y entonces<br />

el oro es separado de la madera, la plata de la paja, las perlas<br />

de la hojarasca. Por lo tanto no me abandones benigno<br />

Señor; porque sé que pueden desarraigarse árboles de profundas<br />

raíces por la violencia del huracán, y las altas y firmes<br />

montañas partirse en dos por la fuerza del cataclismo.<br />

ソ Acaso Job y jeremías, verdaderos ejemplos de entereza,<br />

no titubearon en tu camino por la debilidad de la carne? Por<br />

eso te dé tu <strong>su</strong>frimiento, todavía no la he apurado. Ruego,<br />

bendito Señor, conforme a tu fidelidad y gracia, que no permitas<br />

que yo sea tentado más de lo que soy capaz de soportar,<br />

para que mi alma no sea avergonzada por la eternidad.<br />

No ruego por mi cuerpo, yo sé que está <strong>su</strong>jeto a <strong>su</strong>frimiento<br />

y muerte. Sólo por esto Te ruego: no me abandones en la<br />

hora de la prueba, mas provee un medio de escape a la tentación.<br />

Líbrame de todas mis angustias porque en ti he<br />

puesto mi confianza. (Meditación sobre el Salmo 25, 1539,<br />

fol. D i).<br />

。Oh Señor! 。Oh amado Señor! No permitas que tu pobre,<br />

pequeño rebaño sea completamente devorado por el<br />

furioso dragón; concédenos por tu gracia y paciencia que<br />

podamos imponer la espada de tu boca y dejar una simiente<br />

permanente que guarde tus mandamientos, preserve tu testimonio<br />

y alabe por siempre tu grande y glorioso nombre.<br />

Amén, querido Señor, Amén. (83a)<br />

109


Apéndice I<br />

Un poco de historia<br />

Los creyentes en Je<strong>su</strong>cristo tuvieron que soportar durante<br />

los primeros siglos de <strong>su</strong> historia muchas persecuciones,<br />

Y el re<strong>su</strong>ltado de tan severas pruebas de fidelidad fue que<br />

hubo poquísimos herejes en el seno de la iglesia. Cuando,<br />

más tarde, fue incorporada la iglesia al Estado, cesaron las<br />

persecuciones y en consecuencia se inauguró un período de<br />

decadencia y corrupción religiosa. Hubo, sin embargo, individuos<br />

que jamás se unieron con la iglesia del Estado, y<br />

otros que, hallándose en ella, la abandonaron para buscar<br />

fuera de ella la fe y costumbres puras del cristianismo primitivo.<br />

Entre éstos hubo agrupaciones conocidas por distintos<br />

nombres, como son los Cátaros, los Novacianos, los Albigenses,<br />

los Valdenses, los “anabaptistas”, y otros varios.<br />

Feroces persecuciones armadas por la iglesia Católica<br />

Romana mantuvieron dispersos a estos fieles cristianos; y<br />

durante los mil años que precedieron a la reforma se hallaba<br />

en eclipse la verdadera iglesia de Cristo.. En medio siglo del<br />

despertamiento religioso iniciado a principios del siglo decimosexto,<br />

oyéronse las voces de Krebel, Denck, Blaurock,<br />

Philips, Marpeck y otros pregoneros del evangelio en <strong>su</strong> primitiva<br />

pureza. Entre los más insignes convertidos y adherentes<br />

a la fe se hallaba <strong>Menno</strong> Simón, holandés y sacerdote<br />

“católico romano”. Dotado de gran capacidad organizadora<br />

y escritor muy hábil y convincente, pronto se reconoció<br />

en él, no sólo en <strong>su</strong> patria sino en otros países, un digno<br />

y muy competente jefe y caudillo. Fue en virtud de esta relación<br />

de él con los cristianos tan perseguidos que se diera a<br />

los que seguían a <strong>su</strong>s enseñanzas el nombre de Menonitas,<br />

110


nombre que con la doctrina a él asociada se difundió por<br />

varias regiones de Europa. En 1683, aceptando una invitación<br />

a ellos dirigida por Guillermo Penn, fundador de la colonia<br />

de Pensilvana, se estableció un grupo de Menonitas en<br />

Germantown dentro de los límites de dicha colonia en Norte<br />

América. Actualmente se hallan <strong>su</strong>s correligionarios establecidos<br />

en casi todos los Estados y territorios de EE.UU.,<br />

en muchos lugares del Canadá y en varios países europeos.<br />

Es de lamentar que se hayan producido algunas disidencias<br />

entre los que han formado el cuerpo de la iglesia, lo<br />

cual unido al hecho, también lamentable, de que en ciertas<br />

épocas se ha notado decaimiento de entusiasmo y acti<strong>vida</strong>d<br />

en muchos miembros de la comunidad, ha retardado mucho<br />

<strong>su</strong> crecimiento. Actualmente es de notar un aumento<br />

de interés; los hermanos están estrechando las filas, y Dios<br />

bendice notablemente <strong>su</strong> obra.<br />

Los Menonitas cuentan hoy en <strong>su</strong> agrupación principal<br />

dieciocho jurisdicciones llamadas conferencias, que en los<br />

EE.UU. y Canadá se extienden desde el Atlántico hasta el<br />

Pacifico. Sostienen obras misioneras y de beneficencia en<br />

muchas ciudades de Norte América, al paso que se da impulso<br />

a una floreciente misión en la India oriental; en 1917<br />

se inauguró otra en la República Argentina y otra en Tanganyica,<br />

África, en 1934.<br />

Quiera Dios apre<strong>su</strong>rar la venida del día en que todas las<br />

partes componentes de la iglesia de Cristo estrechen <strong>su</strong><br />

unión en los lazos del amor fraternal para marchar con paso<br />

acelerado hacia la con<strong>su</strong>mación de <strong>su</strong> gran tarea: la evangelización<br />

del mundo entero!<br />

111


Apéndice II<br />

Lista cronológica de los<br />

<strong>escritos</strong> de <strong>Menno</strong> <strong>Simons</strong><br />

• Prueba clara y sencilla contra la blasfemia de Juan<br />

de Leiden.<br />

• La re<strong>su</strong>rrección espiritual. Meditaciones sobre el<br />

Salmo 25.<br />

• <strong>El</strong> nuevo nacimiento.<br />

• <strong>El</strong> fundamento.<br />

• Bautismo Cristiano.<br />

• Razón por la cual no ceso de enseñar.<br />

• De la verdadera fe Cristiana.<br />

• Exhortación benigna, en la disciplina.<br />

• Breve y clara Confesión, a Juan a'Lasco.<br />

• Clara explicación de la excomunión.<br />

• Confesión del Trino Dios.<br />

• Preguntas y respuestas sobre disciplina.<br />

• Confesión en lo concerniente a la Justificación, etc.<br />

• Breve defensa a todos los Teólogos.<br />

• Humilde súplica a todos los magistrados.<br />

• Defensa y réplica tocantes a falsas doctrinas.<br />

• La cruz de Cristo. Réplica a Gellíus Faber.<br />

• Confesión sobre la Encarnación de Cristo (Réplica a<br />

Juan a'Lasco).<br />

• Réplica a Martín Micrón.<br />

• Deberes para con los niños.<br />

• Instrucción sobre la excomunión.<br />

• Respuesta a Zylis y Lemke.<br />

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