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ARCHIVO GENERAL DE LA NACION
y si se descuida salen ustedes antes de un año con las nal·
gas calientes, de su República.
Sr. Bmgine.: ¿También se quiere usted meter a profeta?
Acuérdese del señor Miller, de Norteamérica: el que
nos anunciaba el fin del mundo para 1843. Sus profesías
le costaron una multa de 500 pesos, amén de 200 azotes
que no estaban anunciados en eUas. No le deseo a usted igual
chasco, pero, por Dios, no profetice disparates.
Sr. Pand.: Muchas gracias. Señores aquí teneis a Mr.
Nogal.
Mr. Nogil,: Saludo a ustedes señores.
Sr. Pand.: Mr. Nogal, he aquí que le he pronosticado
a esta gente que antes de un año salen con el rabo entre las
piernas de Santo Domingo. Yo apuesto lo que quieran. ¿Va
usted conm1ígo?
Mr. Nogal.: No, señor. De política tengo ya hasta las
narices. Si tiene usted algún negocio comercial que proponerme,
me tiene listo: pues salud hay bastante, pesetas poca.s,
y así como la política nada produce sino disgustos y
sinsabores, de ella no quiero ni el nombre, pues tengo muy
fijas en la memoria, las máximas de una obrita titulada
"Reflexiones después de haber errado".
Todos. Vaya usted en hora buena.
D. C.: Me alegro, don Pandeado, que le hayan dejado
con un palmo de lengua: ¿que hombre sensato puede opinar
con usted igual disparate? í que poco conoce usted a los
Dominicanos! (, No sabe usted que para que los Haitianos
vuelvan a pisar como amos nuestro territorio han de correr
por encima de millares de cadáveres, han de salvar
arroyos de sangre sin cuento, y si llegasen a la capital, sólo
ruinas, escombros, y un vasto cementerio recogerían por
fruto de su victoria? No se hace usted cargo que si los haitianos
cuando vinieron como pacificadores, como hermanos,
nos trataron con tanta tiranía, arruinaron tanto nuestro
suelo, despojaron nuestros templos, víolaron nuestras vírgenes,
cometieron excesos sólo dignos de unos foragidos,
si ahora les consintiéramos de nuevo ¿qué sería de nosotros?