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418 ARCHIVO GENERAL DE LA NACION
otlos y el más pI'incipal es el establecimiento de la capital
en Santiago, que es, digámo 'lo así, una ciudad fronteriza,
que invadida con todas las fuerzas de Haití podría perecer,
y una vez po e ionado el enemigo de la capital y del
Gobierno, claro es que sucumbiría la República.
Establecida aquí la capital no habría e te temor, porque
Haití necesita dividir sus fuerzas y penetrar casi toda
la República para llegar a las murallas, porque es una plaza
fuerte que con pocos elementos puede defenderse, como
ha sucedido en diferentes ocasiones y como lo acabamos
de ver en estos últimos días, a pesar de que la revolución
contaba con muchos partidarios intramuros; porque aquí
existen arsenales, cuarteles y edificio públicos ya construídos
y que ahorran las cuantiosas sumas que habían de gastarse
en proporcionárselos ustedes allá; y en fin por la
ventaja del puerto, por la tradición de nllis de 300 años y
por mil otras I'azones que dejo a la consideración de usted.
Pl'ejuzgando usted este acontecimiento me dice en uno
de los párrafos de su citada carta, que entonces sólo 0p1'esión
y vejámenes les cabía en suerte a esos pueblos. Este
temor, General, es infundado, porque prescindíendo de que
estos pueblos quizás se den por primer Magistrado al General
Valverde, por quien tienen grandes simpatías, usted
no puede ni debe olvidar que siempre consideré esas Provincias
como hijas predilectas, que tanto a usted como al
benemérito General Valv€l'de y a otros dominicanos "Verdaderamente
patriotas los he distinguido con toda la predilección
que me era posible, y por último, que nunca olvidaré
que esa ciudad fué la primera en sacudir el Gobierno elel'
siempre abominado y abominable Báez,
Quizás se crea que yo pueda abrigar sentimiento por
las gratuitas ofensas que me hizo el Manifiesto de 7 de Julio;
pero, General, estas faltas yo las se olvidar cuando
se trata del bien -público por el cual todo 10 sacrifico, HoY
sólo deseo unión entre todos los dominicanos y cuales que hayan
sido las faltas de algunos l'especto a mí, yo las relego al
olvido como hijas de algunos espüitus turbulentos o como
nacidas de las circunstancias.