MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]

uruguay
Rogelio Martínez Barreiro
uruguAy
Rogelio nació en Cesantes, un pueblo de la Bahía de Vigo en Galicia, en octubre de 1923.
Recuerda una infancia tranquila, de niño vida de aldea: ir con las vacas, ir a la pesca, nada
establecido, nada fijo. La situación económica era desahogada porque su padre ganaba
bien como maquinista y tenían algunas tierras. Era el pequeño de 4 hermanos.
La Guerra Civil obligó al padre y a los hermanos a abandonar España mientras
él quedaba al cuidado de su madre en un ambiente difícil y lleno de rencores. Su madre
atendía la casa y también trabajaba en el campo.
Es que después de la Guerra hubo que seguir viviendo. Mi pobre madre fue una mártir,
como todas las madres gallegas: viudas con marido todas ellas... Hoy creo que es una etapa
superada en nuestra historia, pero lo que han sufrido las mujeres gallegas… En fin, criar a sus
hijos sin su marido porque el marido no estaba, darles de comer… esa fue su vida.
Aprendió a leer y a escribir... más o menos, en la rudimentaria escuela que tenían en
la aldea, y los escasos conocimientos que adquirió hacían de él un chico semi analfabeto.
Cuando acabó la guerra trataron de sacar a Rogelio fuera de España –enviándole
con un tío que vivía en Francia:
Pero ¿cómo se sacaba a un muchacho de allí? Porque en esa época no se podía salir de
España. Pero resultó que al lado de casa había una vecina que había estado en Buenos Aires
donde había tenido y criado a un hijo que se llamaba Norberto Ramón Curujeira Sestelo. Y la
señora le preguntó a mi madre si podía servirle el nombre y el documento de su hijo para sacarme
de España. Así que con una hermana mayor que yo –ya fallecida– fuimos al Consulado Argentino
en Vigo a hacerme pasar por el hijo de la vecina.
En su periplo hacia Uruguay hizo escala en Buenos Aires en el año 41, viajando en
el Cabo de Hornos. Como era menor y nadie le esperaba, le llevaron al Hotel de Inmigrantes.
Allí, sin familia, sin papeles, y con una enorme angustia estuvo hasta un día llegaron unos
amigos de su padre a buscarle.
Yo estaba metido en un rincón, en una cama, allá en el fondo… Y veo que vienen por el
corredor, preguntando por Rogelio Martínez. ¡El asunto es que yo había jurado que era Norberto
Ramón Curujeira Sestelo! Y cuando ellos preguntan por Rogelio Martínez, yo dije que no sabía
quién era. Pero… no los podía convencer, insistieron otra vez y muy hábilmente empezaron a
hablarme de mi familia... hasta que tuve que rendirme y reconocer que ese era yo. El abrazo
que les di yo a aquella mujer y a aquel hombre…!. Además me trajeron comida: las primeras
milanesas que comí yo en mi vida las comí esa noche.
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