MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]
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uruguAy<br />
María Inmaculada Cedrés Padrón<br />
La niña que solo tuvo un cumpleaños<br />
María Inmaculada Cedrés Padrón nació en una pequeña localidad cerca de Arrecife,<br />
(Lanzarote) en 1955. Su familia se dedicaba a la agricultura.<br />
Si uno conoce la isla, en seguida se da cuenta que, si no fuera por el turismo, Lanzarote<br />
es inhabitable. El suelo es totalmente volcánico y no hay lluvia, entonces el hecho de “vivir de la<br />
tierra” es dificilísimo. Vos vas ahora y ves cómo la gente vive de la tierra: para la plantación de la<br />
vid se hace como una pared chiquita que recubre la planta y la protege del golpe del viento, y sin<br />
embargo la vid no crece más que unos centímetros aunque da unas uvas notables. Todo es muy<br />
sacrificado y en la época en que nosotros vivíamos allá, si no llovía se perdía todo.<br />
Sin embargo, como recuerda María, su abuelo materno era medio aventurero, le<br />
asfixiaba el suelo que pisaba. Él fue quien puso uno de los primeros eslabones en la cadena<br />
migratoria para unir la isla con el continente americano. Primero lo intentó en Cuba y<br />
más tarde en Brasil, de donde pasó de forma ilegal a Uruguay. Tras conseguir un contrató<br />
reclamó a su familia: un hijo soltero, luego su mujer, más tarde dos tías y por fin su hija,<br />
la madre de Inmaculada, todos ellos con sus respectivas familias.<br />
Mi madre tuvo que deshacerse de un juego de dormitorio que había comprado con mucho<br />
sacrificio y para ella desprenderse de él fue un sacrificio enorme. Nada le parecía suficiente… y<br />
al final no se lo pudo traer. Acá, cuando yo ya era grande, pudo comprarse otro, pero el cambio<br />
realmente no valió la pena. Me acuerdo que mi madre me cosió bastante ropa para traer. Sé<br />
que en lo único en que fallamos es que después nos faltó ropa de abrigo. Porque en Canarias la<br />
temperatura es de primavera todo el año y acá pasamos un frío que no te hacés una idea. No nos<br />
habíamos imaginado ese frío. Traíamos dos baúles de maderas, ollas, platos, sábanas, mantas,<br />
nuestra ropa, comida. Sobre todo, grano, mucho grano. También los cacitos que son como vasos<br />
con asa de metal, de esos que se usan para calentar un poco de leche o de agua.<br />
Llegaron a Uruguay en julio de 1960, embarcados en el Juan de Garay. En el viaje la familia<br />
hizo amistad con otros paisanos; una relación que aún perdura a pesar del tiempo transcurrido.<br />
Para una niña como ella, nacida en un pequeño pueblo de una isla volcánica, la ciudad de<br />
Montevideo con sus árboles, sus calles y sus edificios, resultó un espectáculo fascinante.<br />
Yo estaba asombrada... No podía creer... primero, toda la gente que se veía; no podía creer<br />
que había árboles, tantos árboles verdes y tanto movimiento de gente. Mi entretenimiento era<br />
pararme en la puerta de la pensión. Se ve que en esa época la calle Paysandú no era flechada.<br />
En la esquina había un negrito vendiendo flores. Yo nunca había visto un negro y las flores eran<br />
hermosas, y además pasaba gente! Me sentaba en la puerta a mirar al negro, observando todos<br />
los detalles. Miraba las flores y la gente y además inspeccionaba la palma de la mano del florista<br />
negro. Para mi todo era un impacto, yo decía “Joder, qué es esto!?” Me costaba entenderlo.<br />
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