MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]

los retornADos
Ángela Escribano Romeda
Volver con la frente marchita
Ángela Escribano Romeda nació en 1917 en Cuenca. Su madre fue cocinera. Su padre
nunca la reconoció legalmente, una circunstancia que ha marcado su vida, sobre todo,
durante su infancia en una pequeña localidad del interior de España.
…Yo me acuerdo que cuando era chiquitita, mi abuela tenía un carácter... y los niños nos
damos cuenta de cosas, me entiendes, y un día le digo yo a mi padre sentada así, porque yo en
mi casa no le he visto quedarse jamás a mi padre, jamás, pero venía a vernos, y el caso es que le
digo: “oye, ¿qué va a ser de nosotros?, ¿vamos a ir a pedir limosna? Y me dice: “antes me quedaré
sin ojos yo a que tú te quedes sin comer”. Eso no sé me ha quitado nunca de la cabeza, pero a los
16 años, sin más ni más, una amiga me dice que fuera con ella a comprar un jabón, un asperón,
unas pastillas que había para lavar los muebles de la cocina y todo eso, cuando entramos en la
puerta había un cochecito con un niño y una señora, entro a dentro y a quien veo, a mi padre, a
los 16 años, como que no podía hablar, me dijo que como estaba y no le pude ni contestar, y la otra
Amparo se llamaba, que vivía en la calle Goya, y me dice que mira que niño, porque yo tenía un
hermano mas que era de el de mi padre
A los ocho años se fue con su madre a vivir a Madrid en busca de trabajo y nuevas
oportunidades. En la capital creció, conoció a un chico, Antonio Brito Martínez, se
enamoró y se casó con él. La Guerra Civil les afectó profundamente. Ángela y su marido
tuvieron que exiliarse en Francia. Allí fueron encerrados en un campo de concentración
y les sorprendió el estallido de la II Guerra Mundial. Ante el temor a ser enviados a
Alemania huyeron hacia el monte y estuvieron escondidos hasta que terminó la guerra.
Durante esos años pasaron momentos muy difíciles. Ángela estuvo fregando escaleras
para completar la delicada economía familiar. Entonces fue cuando unos compatriotas de
origen valenciano les animaron a emigrar a Bolivia. Embarcaron en el puerto de Marsella
en el buque Cantana. Hicieron escala en Río de Janeiro y en Montevideo, donde escuchó,
después de tantos años, hablar su misma lengua y según sus propias palabras “lloró como
una magdalena de emoción.
Bueno, pues llegamos allí, a lo de los negros que me acuerdo que iba una joven con un
negro y su niñito ya negrito un poco menos negrito no, y yo pero ¿por qué te casas con un negro?
Le digo yo la francesa, y me dice, porque es muy buena persona. Y yo digo no tengo nada contra los
negros y los blancos, pero es que no sé si yo me acostumbraría, y ver un cosa tan negra entrando
en la sala tan blanca. Se reía, bueno, de allí, lo primero que pisamos después fue Brasil, Brasil
estuvimos una horas en, como se llama?
Recalaron en Buenos Aires y allí oyó por primera vez el término “gallega”. De la
capital argentina se trasladaron ya a Bolivia en tren. Los comienzos en La Paz fueron duros.
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