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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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Norm traspuso el muro y se quedó un momento inmóvil, escudriñando el<br />

bosque nevado y escuchando el goteo del agua que se desprendía de los<br />

abedules, pinos y abetos.<br />

–¡Vuelve, gallina! –gritó Norm, y emitió una serie de cacareos agudos.<br />

Charlie no le hizo caso. Ahora no había señales de él, pero el sendero bajaba<br />

en una pendiente empinada hacia el arroyo. Norm volvió a cacarear y desplazó<br />

su peso de un pie a otro. Ese era el bosque de Charlie, no el suyo. El territorio<br />

de Charlie. A Norm le encantaba una buena batalla con bolas de nieve cuando él<br />

triunfaba, pero no tenía muchas ganas de bajar allí si Charlie estaba<br />

emboscado, con media docena de proyectiles de nieve apelmazada listos para<br />

arrojárselos.<br />

Sin embargo había avanzado media docena de pasos por el sendero cuando<br />

se alzó desde abajo un alarido estridente, jadeante.<br />

Norm Lawson se quedó tan helado <strong>com</strong>o la nieve en la que estaban<br />

implantadas sus botas de goma verde. Las dos bolas de nieve que empuñaba se<br />

le desprendieron de las manos y reventaron en el suelo. El alarido volvió a<br />

vibrar, apenas audible por lo agudo.<br />

Madre mía, se cayó en el arroyo, pensó Norm, y esta idea despejó la parálisis<br />

del miedo. Corrió por el sendero, resbalando y patinando, y en una ocasión se<br />

cayó sentado. Las palpitaciones del corazón le rugían en los oídos. Antes de<br />

caer por tercera vez imaginó con una fracción de su mente que sacaría a Charlie<br />

del arroyo y que las revistas infantiles le describirían <strong>com</strong>o un héroe.<br />

En el último tramo de la pendiente el sendero describía un recodo, y cuando<br />

Norm lo sorteó vio que al fin y al cabo Charlie Norton no había caído en el arroyo<br />

Strimmer. Estaba plantado allí donde el sendero se nivelaba y miraba algo que<br />

yacía en la nieve parcialmente derretida. La capucha de su anorak había caído<br />

hacia atrás y su rostro estaba casi tan blanco <strong>com</strong>o la misma nieve. Al oír que se<br />

aproximaba Norm, volvió a emitir ese sobrecogedor grito jadeante.<br />

–¿Qué pasa? –preguntó Norm, acercándose–. ¿Qué ocurre de malo, Charlie?<br />

Charlie se volvió hacia él, con los ojos desencajados y la boca abierta. Intentó<br />

hablar pero de sus labios sólo brotaron dos gruñidos incoherentes y un hilo

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