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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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había sufrido un terrible accidente de auto. Sospechaba que debía considerarse<br />

muy afortunado por el hecho de seguir con vida, y sólo le restaba alimentar la<br />

esperanza de que todo su equipo original estuviera en el lugar apropiado y<br />

siguiera funcionando. Tal vez se hallaba en el Cleaves Mills Community Hospital,<br />

aunque era más probable que se tratara del Eastern Maine Medical Center, o<br />

EMMC. A juzgar por la forma en que se sentía debía de hacer bastante tiempo<br />

que estaba allí... quizás había pasado hasta una semana o diez días sin<br />

conocimiento. Era hora de reemprender la actividad.<br />

Es hora de reemprender la actividad. Esto fue lo qué pensó Johnny cuando<br />

las cosas volvieron a cristalizar y re<strong>com</strong>ponerse, y cuando abrió los ojos.<br />

Era el 17 de mayo de 1975. Hacía mucho que el señor Starret había vuelto a<br />

su casa con orden categórica de caminar tres kilómetros por día y de eliminar el<br />

colesterol de su dieta. Del otro lado de la habitación yacía un anciano que<br />

libraba cansadamente el decimoquinto round con ese eterno campeón de peso<br />

pesado: el cáncer. Dormía bajo los efectos de la morfina, y por lo demás la<br />

habitación estaba vacía. Eran las tres y cuarto de la tarde. La pantalla del<br />

televisor era una cortina verde corrida.<br />

–Aquí estoy –graznó Johnny Smith, sin hablarle a nadie en particular–. Lo<br />

asustó la debilidad de su voz. En la habitación no había un calendario, y no tenía<br />

cómo saber que había pasado cuatro años y medio en <strong>com</strong>a.<br />

3.<br />

La enfermera entró aproximadamente cuarenta minutos después. Se acercó<br />

al anciano de la otra cama, le cambió el frasco de suero endovenoso, entró en el<br />

baño y salió con una jarra de plástico azul. Regó las flores del anciano. Había<br />

más de media docena de ramos, y sobre su mesa y el alféizar de la ventana<br />

descansaba una veintena de tarjetas abiertas, con buenos deseos de<br />

restablecimiento. Johnny la observó mientras ejecutaba esa faena doméstica,<br />

sin prisa aún por volver a probar la voz.<br />

La enfermera dejó la jarra en el lugar de donde la había sacado y se acercó a<br />

la cama de Johnny. Va a dar vuelta la almohada, pensó él., Sus miradas se

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